[ROLEO] Exmortis [Azeneth♥]

En la antigüedad las leyendas contaban que hombres lunáticos, alocados y dementes se sumaban a la magia negra, con su mano, levantando a los muertos, profanando cada una de las tumbas, creando nuevas dimensiones y con una habilidad indiscutible creando hordas de cadáveres, alzándolos del descanso eterno y colocando a los mismos bajo su cometido de oscuridad. Para el Nigromante el inframundo es un reino sin rey; una tierra anárquica que clama por un líder. Allí, una multitud de espíritus perversos tiembla ante la aparición del hechicero. La tarea no es sencilla: El nigromante debe erigirse como jefe, como capitán incomprensible, implacable, caprichoso, que no explica jamás sus leyes, y que siempre extiende el brazo para golpear a aquellos que le desobedecen. Para los espíritus, la imagen del Mago era una sombra y un recuerdo de la vida, desfigurado por su perversidad voluntaria, grabados en su imaginación como una venganza de la justicia, y un remordimiento del que no pueden escapar. Los espíritus no pueden huir de la muerte y regresar a la carne sin la presencia de estos salvadores, los mismos que con su infinito poder logran sacar a estas almas en pena del limbo, haciéndolos sus eternos esclavos y seguidores, estos buscando venganza sobre sus verdugos y sobre toda aquella señal de serenidad instaurada en la carne, en el mundo. Considerados junto a su bandera como unos dogmáticos locos, un grupo de idiotas mal jerarquizados y organizados, sin embargo, subestimar a alguno de estos lunáticos como bien se les caracterizaba era una de las cosas que ningún ser vivo o en su defecto un espíritu, haría, simplemente firmaría su sentencia a muerte y vendería su alma al mejor postor, a la magia negra. Una vez tu alma le pertenece a un mago negro, nigromante o hechicero tu voluntad estará atada a la suya, seguirás cada una de sus órdenes con fundamento aunque la misma carezca de este. En su tiempo, los nigromantes fueron poco respetados entre las comunidades y grupos emergentes de la fuerza, hasta en el mismo lado oscuro eran considerados un culto de sujetos sin alma, locos por su cometido, sádicos y conocedores de las artes oscuras como del ocultismo, devoraban musgo, hongos, creaban brebajes con todo tipo de tierra, profanaban las tumbas y creaban corrupción en las almas, en los santuarios y su influencia en el lado oscuro se era notable en toda la materia viva e inerte.

Existió uno que era capaz de llevar su control más allá de la realidad, en su tiempo fue conocido como un profeta, un servidor de la voluntad del lado oscuro de la fuerza y aquel que corrompía a los fértiles, los volvía inertes y destruía sus almas en abrasador fuego, insertaba la oscuridad como un agujero negro, se tragaba toda la vida, acababa con la paz y la serenidad, su presencia era un escalofrío que congelaba los lagos, su pisada significaba una herida en la corteza, un anexo a las sombras y su llegada era un holocausto sin fin. Aún se desconoce si vive, pero las leyendas nunca dejarán de contar que habita entre nosotros, entre los benevolentes, entre los maléficos y castigando a los impuros, a los traidores y a los débiles. Su presencia se puede percibir al notar la pureza del mal como tensión en el aire, el cielo se vuelve negro ante su mirada, ambos ojos compuestos por agujeros negros, cuencas vacías, en su ira se reflejan como dos mares de llamas que queman a cientos de espíritus que yacen bajo el yugo de la esclavitud del nigromante, allí, no gozan de ningún tipo de libertad más que la de gritar por el doloroso castigo del encierro y del fuego. Su carne está podrida, repleta de moscas nank, desprende un olor pestilente y nocivo para toda la naturaleza, para cualquier ecosistema y ser vivo. Al sentarse en la viva hierba su sombra quedaba plasmada en ella, marchitando la flora a su alrededor y corrompiendo todo terreno, acabando con toda señal de vida. En su carne, se ven huesos, sus huesos no son blancos, sus huesos son negros como si de oscuridad se tratase, no se puede asimilar su boca; no tiene labios, sólo un agujero que simula toda la malevolencia del mundo, su figura es una sombra. Se ha presentado en todos lados creando destrucción por doquier, se ha integrado en donde se necesita devastación, anarquía y muerte como se ha presentado en los lugares donde no existe ni una señal de vida, volviéndolo su paraíso personal, en su tiempo estuvo atrapado bajo lágrimas de madres, aquellas que se lamentaban por sus hijos muertos, decapitados en el campo de batalla y por sus recién nacidos muertos, por sus hogares quemados y sus familiares asesinados, esta vez ha vuelto para desequilibrar el universo y tornarlo a su favor. Esto puede significar el fin para muchos pero también puede significar la victoria para los que alguna vez se denominaron sus seguidores y sus aliados.

El oráculo expresó que consiguió volver a la carne mediante un ritual, se desconoce quiénes fueron los devotos, los seguidores y aquellos que consiguieron revivir a este ser, entre las tinieblas, este ritual se llevó a cabo en unas catacumbas donde el nigromante, profeta y hereje demente fue devuelto a la vida con un nuevo cuerpo, fue un suceso que sacudió la vida y que marcó la destrucción de la misma. Lo despertaron, anexaron su espíritu saliendo de un cuerpo momificado insertándose al cuerpo de un híbrido el cual con los años se iría deformando por la presencia del lado oscuro de la fuerza en tal cuerpo, sin limitaciones a su poder, con toda la acción posible y con todos sus dotes mágicos, se alzó del inframundo y tomó la vida por la columna vertebral, fragmentando toda la naturaleza en trozos de mortalidad, en trozos que pronto serían una metralla que significaría muerte para todos lo seres vivos. El cuerpo manchado en corrupción, pero bañado en pureza y constituido por la sangre de la sabiduría asesinó a sus devotos y salió para hacer la vida pesada para todo aquel que no pudiera mantener el equilibrio o los pies en la tierra, para aquel que sea considerado un débil y para aquel que haga la paz sobre la galaxia, sus enemigos en común aún seguían vivos pero aquellos que alguna vez le otorgaron el poder y desencadenaron la pestilencia del lado oscuro de la fuerza también seguían vivos. Tenía mucho por aprender de la nueva vida, los años pasaron y se volvieron largos hasta que el espíritu del mal se integró entre los vivos y rompió la galaxia, dividiéndola en una cruenta guerra, en una guerra que se alargaría hasta el fin del mundo, promoviendo el odio por cada rincón del universo con malicia. Su historia claramente comienza como la de un ser que vela por la necesidad de ver el mundo ardiendo, de la necesidad de ver oscuridad en el mundo y de crear una jerarquía, un régimen de las tinieblas y que todos se unan a las sombras, el seno del que nació este ente. Un día abrumador, repleto de tinieblas, el cielo yacía grisáceo, específicamente en el planeta Vjun, un santuario para algunos y el punto de la herejía para otros, donde en su tiempo yacía una necrópolis donde se ubicaba un Templo Sith que fue el sucesor de los Sith de Odacer-Faustin, el profeta tras salir de las tumbas se insertó por los accesos de la necrópolis donde buscó a sus verdaderos servidores, aquellos que sirvieron a su causa contra sus enemigos personales, aquellos que sembraron el caos y la voluntad del lado oscuro de la fuerza en todos los lugares existentes en la galaxia, embajadores de los sucesos más oscuros y aterradores de toda la galaxia.

Sus pasos retumbaban en todo el establecimiento, la piedra de las paredes estaba fragmentada, los cadáveres yacían en todo el trayecto y el techo además de estar defectuoso tenía distintas grietas que dejaban ver el cielo, de color grisáceo, sin ningún tipo de estrella o de nube, tan sólo grisáceo, a punto de volverse negro, habían varias verjas a lo largo del camino que iluminaban los pasillos y se mantenían encendidas a pesar de la neblina, del frío intenso y de todo el viento que se introducía por las paredes. En la ley de la oscuridad, no existe ninguna luz que ilumine, pues a falta de luz, la oscuridad se proyecta como la única autoridad. Se abrió su camino entre la necrópolis hasta que consiguió llegar a la sala principal, una sala lunar en forma de círculo con un altar, tenía varias puertas que llevaban a distintos accesos por donde estaría la salida. Se presentó al frente del altar de forma circular, encima donde estaban tres cuchillos y un pequeño baúl, el baúl tras abrirlo contenía una mano esquelética, varios brebajes con sustancias desconocidas que pronto este inspeccionaría y con varios globos oculares algo descompuestos, el olor que sobresalía del baúl era asqueroso pero aún así no era un rival para un nigromante, alguien que vive entre la locura y acostumbra a conocer perfectamente el olor a la muerte, su olor preferido. Tan sólo ver el altar, identificó el ritual y cogió cada uno de los cuchillos probando su filo con velocidad, colocándolos nuevamente en su posición inicial. Echó su mirada al cuchillo que yacía en el medio de los otros dos, empuñándolo nuevamente y cortando un poco de la carne de su muñeca, penetrando una arteria y dejando caer la sangre sobre el baúl, así mismo, soltó el arma cortante y cogió el cuchillo del lado izquierdo repitiendo la anterior acción, esta vez cortando unos centímetros más allá de la herida anterior, volviendo a colocar en cuchillo en su posición y cogiendo ahora el que yace en el lado derecho, rajando la carne de sus dedos y dejando caer la sangre sobre el baúl. La sangre se corre por los brebajes y se adhiere a esta. El nigromante sin más, mira los tres brebajes y coge el primero, llevándolo a su boca y bebiendo este brebaje sin ningún esfuerzo, según los ojos del nigromante, podía definir un sabor amargo pero a pesar de esto, en sus ojos se veía pura locura y placer. Estrecho su mano hasta el segundo brebaje que por varios segundos observó, echando sus ojos a la sustancia que tenía un color negro, fijándose por primera vez en las características, bebió del brebaje lo que supuso un sabor mucho más amargo que el anterior, soltando el cáliz en el suelo, finalmente agarró el último brebaje, vio su color y parecía un elixir con características flameantes, de un color similar al fuego y sin más, lo insertó sobre sus labios y esta pasó por toda su boca, el líquido quemaba su garganta como si se tratase de un mar de brasas y de un infierno interminable. Su estómago se revolvió entre las sustancias que probó, provocando que el mismo vomitara pero esta vez sobre el cofre, ya se lo venía imaginando, a pesar de ser un acto grotesco, los globos oculares u ojos que estaban en el cofre se rodearon de las sustancias y tomaron vida, empezando a mover las retinas y visualizando al nigromante, los tres ojos, en conjunto. El nigromante nada asombrado abrió su mano derecha al frente de los ojos y estos miraron hacia la mano, el tono de los ojos era puramente negro y no se veía nada en ellos, hasta que el mago decidió cogerlos y cerrar su mano, tornándose ahora sus dos ojos de color blanco, por varios segundos, su mente se llenó de distintos pensamientos y acontecimientos que marcaron su anterior vida hasta que decidió abrir la mano. Obtuvo nuevamente el conocimiento, la sabiduría que le faltaba y que ahora le sobra. Con los tres ojos en su mano derecha, los insertó entre sus túnicas y se abrió paso hasta el acceso principal, ubicado al frente y por allá, terminó saliendo de la estructura antigua.

El cielo completamente negro, la superficie era abrazada por una lluvia interminable, la lluvia era ácida y quemaba la poca flora que estaba en las afueras de la necrópolis, volviéndola toda negra y desprendiendo humo en señal de que la misma se estaba quemando. La espesa niebla recubría las tumbas que yacían afuera de la necrópolis, la zona funeraria estaba perturbada, era obvio el regreso del nigromante a la vida, alguna vez los espíritus esperaban este regreso para conseguir su libertad. Este pasaje del supuesto réquiem a la vida, les haría completar sus placeres y sus deseos como sus venganzas. El nigromante pisó las tumbas, rompiendo las lápidas con firmeza y con su mirada plasmada al centro del cementerio donde tras su corta caminata se posicionó como si de un monarca se tratase. El centro del cementerio también tenía un altar, el lugar no contenía nada pero el hechicero sabía lo que podía hacer con este altar así que no lo pensó dos veces para proseguir con el ritual que este consideraba sagrado. Se agachó y echó su mirada al terreno infértil del cementerio, barro, espeso barro donde introdució su mano con extrema fuerza y cerró el puño, sacó su mano y tras abrirla, en ella habían varios gusanos y larvas que colocó sobre el altar. Esbozó una sonrisa bastante maquiavélica, sus ojos se iluminaron y su macabra sonrisa cada vez se volvía más grande. Por las heridas de cuchillo se seguía desangrando, soltando sangre por todo el altar y el barro, de pronto, los gusanos salían de la tierra hambrientos, como si fueran caníbales, alzándose a la piel del nigromante, adhiriéndose a él y gozando de la sangre fresca. Cada vez soltaba más y más sangre, los gusanos le recubrían por completo y sólo se veía su sonrisa y sus ojos, de color negro. Sacó una gran daga de varios centímetros de largo, bastante angosta y la clavó sobre el altar donde estaba su sangre, la daga quedó clavada sobre la dura piedra junto a la sangre. El nigromante sostuvo el arma blanca con ambas manos, cerrando sus ojos y riéndose de forma demente. El conjuro apenas estaba iniciando, manos esqueléticas sobresalían del barro y se empezaban a levantar de forma torpe. El hechicero insertó su mano izquierda en la túnica, sacando un talismán y alzándolo, este dejó salir un gran brillo de colores rojizos. La neblina cada vez se volvía más espesa y los cuerpos cadávericos, ahora gules, empezaban a salir de sus lápidas y urnas funerarias, otros salían de los mausoleos y se presentaban ante el nigromante como su eterno líder. Algo era bastante común entre los no-muertos pero que era extraño, ninguno de estos tenía párpados; era bastante raro que carecieran de ellos pero no podían cerrar ni abrir los ojos, esto simbolizaba que nunca descansarían y pertenecerían para siempre al nigromante. Los gusanos empezaban a insertarse por la boca, la nariz y los ojos del brujo perverso y el brujo no hacía nada más que vomitarlos y vomitarlos, hasta que los gusanos finalmente murieron por envenamiento gracias a la sangre del hechicero.

El encapuchado siguió desplazándose por el cementerio junto a sus secuaces, los muertos vivientes, caminaban de forma torpe, algunos empuñaban armas, otros se veían más humanos, descompuestos, repletos de insectos y bacterias como otros eran simples esqueletos con el calcio devastado, de color negro, de color verde, algunos más blancos que otros. El ejército del nigromante había vuelto a servirle, envilecido por el deseo de crear el caos en la vida, se desplazó al castillo de Vjun, la antigua sede de la Academia Sith que en su momento le perteneció, el brujo en su tiempo fue un Señor Sith, el regente de Vjun y el líder de los Sith que residían en el oscuro planeta. La lluvia ácida quemaba la piel del nigromante y la de sus seguidores, algunos reduciéndose a cenizas pero no pararon hasta que finalmente llegaron al olvidado castillo devastado por la guerra y por el abandono, casi desplomándose, sería el nuevo lugar que ocuparía el brujo. Al llegar al grandioso vestíbulo, bastante devastado y lleno de hongos como de musgo, seguía existiendo el eco de la grandeza que estaría toda la eternidad allí. Caminó algunos metros hasta que encontró su trono, bastante polvoriento pero aún estable el cual vio varios segundos hasta que decidió sentarse en él y ver a su ejército de muertos vivientes, alzó la cabeza al tejado del castillo y empezó a reírse de forma macabra, estaba completamente loco y a pesar de reírse sin motivo alguno no podía parar de hacerlo, entre sus risas, soltaba insectos y sangre de su boca la cual manchaba el suelo, se seguía desangrando por las muñecas y manchaba el suelo como si se tratase de una lluvia, las heridas del ácido se tornaban negras en su piel, era todo producto de una enfermedad, su piel se descomponía cada vez más pero el lado oscuro de la fuerza lo mantenía vivo. El reverso tenebroso existía en él, le permitió retornar a la vida y era el lugar en el que tenía que estar. Los muertos vivientes se devoraban entre ellos, algunos hacían perversiones, cumplían sus deseos de sadismo como también comían del musgo de las paredes, entre los muertos vivientes, despertaron sus antiguos camaradas y más grandes generales, los Señores del Sith que le acompañaron en su cruzada para conquistar la galaxia. Entre las filas cadavéricas surge una figura bastante deformada, muy alta y con una armadura rota, bastante dañada y trozos de tela ya devorados por los animales, se posiciona adelante de su antiguo amo y líder.

―¡Disfrutad de vuestros tesoros y de vuestra magnífica nueva vida, hordas tambaleantes!― expresó el maligno hechicero con un leve grito, demostrando su supremacía, decía tales palabras con una gran sonrisa en sus labios, la misma que esbozaba llena de sangre―

―¿Los placeres post-mortem, mi señor? Me honra volver a servirle, sin duda, es un honor volver a vernos, mi espíritu yacía sin descanso porque morí en vano, no terminé de brindar mis servicios a ustedes y ahora he vuelto gracias a su poder para servirle en esta y en la otra vida a todo su cometido y a toda su voluntad― dijo el muerto viviente de apariencia deforme, se desconocía quién era pero no era cualquiera, era un mandamás y era de bastante estima para el nigromante―

―El placer es mío, en mi cruzada necesitaré a uno de los más grandes regidores del reverso tenebroso, es un gusto verte nuevamente, Darth Abstruse. Necesitaba de tu presencia para volver a darle su toque de grandeza a Vjun, comandarás estos ejércitos a tu favor y me ayudarás a cumplir lo que necesito hacer― dijo en un tono de placer, aún con su gran sonrisa y mirando fijamente a Darth Abstruse, a los ojos, satisfecho por su regreso―

―¿Qué será lo qué haremos? ¿Él sabe de esto, verdad?― preguntó tal incógnita, ahogado en un mar de dudas, dirigiéndose respetuosamente a su antiguo líder y compañero de armas, haciendo referencia a alguien cuya presencia parece ser poderosa pero se desconoce a pesar de lo relativa que es entre los Sith de Vjun―

―¿Te estás refiriendo al Señor Sith del Triunvirato? ¿Verdad? Él sabe de esto, seguro ya nos ha sentido y sabe que vamos en camino. En su tiempo fue nuestro peor enemigo, pero ahora es nuestro mayor aliado y creo que parte de nuestros servicios se lo debemos a él, el sabrá como abrigarnos ¿No crees?― respondió ante la duda de Abstruse, hablando con una serenidad de proporciones bastante altas y riéndose entre dientes―

―Entonces no habrá problema para nuestro ascenso, al fin y al cabo algo que ansío totalmente es destruir a los Jedi, a su orden de desgracia y a su patética doctrina de paz y armonía. Ahora que he vuelto, no dudaré en pisar sus cráneos con toda la fuerza de mi bota y de usar ahora mi sable láser con tanta precisión para decapitar sus asquerosas cabezas y amputar sus repulsivas manos de cobardes― en un tono sádico y macabro, empezó a hablar Abstruse, afirmando las palabras del brujo y esta vez tomando cuenta de los Jedi―

El brujo se levantó de su trono, el nigromante Kaldt y salió hacia las afueras por el principal acceso, acompañado por sus secuaces y su mano derecha, Darth Abstruse, era el resurgir de Vjun, la Academia Sith. Kaldt, anteriormente conocido como Darth Kaar en compañía de Darth Abstruse, miraban el adormeciente cielo de color negro, la amplia vegetación y las lluvias que no cesaban como las densas y abrumadoras neblinas que se tornaban bastante espesas, los muertos vivientes habían ocupado el castillo por completo y empezaba la ocupación del mismo, sería reformado y se volvería nuevamente el palacio que todos soñaban. Ahora sería un Templo Sith que pronto recibiría nuevos devotos para entrenarlos bajo las doctrinas del reverso tenebroso, el nigromante también había revivido a su orden personal, los Profetas del Lado Oscuro, una organización que data al Imperio Sith de Darth Vitiate y al Imperio Galáctido de Darth Sidious, mejor conocido por Emperador Palpatine, aprendiz de Darth Plagueis. Svalg Kaldt, el Nigromante pronto se extendería como el máximo dirigente del Imperio Galáctico y como su líder absoluto, Vjun quedaría como su sector de alta importancia, su sede principal y su santuario exclusivo, con una armada única de Adeptos del Lado Oscuro y de muertos vivientes que servirían a la voluntad del brujo y del lado oscuro de la fuerza, al servicio de la Orden Sith. Vjun resurgiría de las llamas.

―La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre. Hemos vuelto una vez más para obrar por la oscuridad, para crear las brasas en la paz, para atormentar a los débiles y a los impuros, para crear un nuevo orden existencial y para acabar con la armonía que supuestamente predomina entre las masas― dijo como último cometido, Svalg Kaldt, el Nigromante de Vjun y máximo regente del Imperio Galáctico―

Una vez con las envilecidas huestes cada uno se propondría el cometido de la destrucción de toda señal de vida, la paz no existiría ni existirá para ninguno de estos, no sería más que una mentira bien elaborada y poco fundamentada. Sombras era lo que ahora necesitaba la galaxia, una oscuridad que cubriera la luz, oscuridad para los amotinados y los condenados, oscuridad para todos aquellos que vivan en el enfoque máximo de la energía lumínica. Conforme se extendía esta enfermedad producto del lado oscuro la vida se deformaba y se corrompía, volviéndose materia puramente inerte, toda la vida estaba destinada a padecer del síndrome de las sombras. Vjun se volvió un mundo que para su desgracia tomó más relevancia de la anterior en el reverso tenebroso, rodeado de tal afinidad e infectado por tales colonias de huestes, ahora no es más que un mundo contaminado por la maldad. Allí, se encontraba el hechicero sentado en su polvoriento trono de hueso, aquellas estructuras óseas bastante destruidas y carentes de calcio, huesos de criaturas pertenecientes al lado oscuro de la fuerza. Su presencia significaba el mal en ese trono, el principal cabecilla de las huestes, en compañía de Darth Abstruse, su antiguo compañero y mano derecha. Rodeado de una peculiar criatura, un Dragón Hssiss del lado oscuro de la fuerza, transmutado por la alquimia y fiel servidor del nigromante. En la cara del sujeto, había tal misterio, algo estaba pensando hacer y sus ojos tornaban una posición pícara por la cual fácilmente se puede deducir que está planeando algo que precisamente no será fácil, será algo que a futuro le servirá y que durante mucho tiempo ha pensado hacer, dirigirse a un lugar en específico, la Tumba de Freedon Nadd, la que yace justamente en la luna de Onderon, Dxun, esta yacía anteriormente en las catacumbas de Iziz, Onderon pero fue traspasada a Dxun por sus seguidores. El nigromante era un fiel seguidor de Freedon Nadd y era conocido como su último descendiente. Convocó a varios Jedi oscuros que le eran fieles, eran aproximadamente cuatro y le seguirían en su expedición a Dxun, los mismos siguieron al nigromante, el cual pasaba por sus huestes y salía de la gran ciudadela de Vjun hasta una especie de hangar donde se encontraba una pequeña nave de carga de prototipo imperial, los Jedi oscuros se subieron bastante confiados a la nave y por último se subió el oscuro brujo, sentándose en un sillón de mando y los anteriores tomando posiciones de pilotaje para salir de Vjun, finalmente. Kaldt yacía en el sillón, con una pierna encima de otra, sus ojos estaban cerrados y se veía una simple sombra en su rostro por la capucha que tenía sobre la cabeza que tapaba su rostro y la túnica bañada en una negrura que infundía terror en cualquiera que no le conociera, sus secuaces se veían fuertemente atemorizados por él y muchos se negaban a mirarle, sólo bajaban la mirada por miedo y más que todo por respeto, el irrespeto a un Señor Sith era algo intolerable. Los Jedi oscuros sabían perfectamente el rumbo, cada uno llevaba vestiduras de colores negros y grisáceos, una combinación típica entre los adeptos y los renacidos, todos estos han seguido fielmente a Kaldt, el nigromante y por siempre han resguardado su sepulcro, fue la misma secta que le revivió, eran los acólitos del culto de Vjun, una orden de usuarios del lado oscuro de naturaleza poscrita que espera al holocausto y al ascenso de Vjun como máximo orden galáctico en cualquier rincón de la misma. Kaldt sintió una perturbación, una anomalía en la fuerza y gran afinidad al lado oscuro, pues estaban llegando a Dxun y abrió sus ojos de forma rápida, mirando a sus seguidores y frunciendo el ceño para señalarles que se apresuraran. Los Jedi oscuros asintieron algo nerviosos, especialmente el piloto, entrando ahora a la atmósfera de Dxun, un planeta salvaje.

El trayecto apenas empezaba, la nave ya había aterrizado entre la espesura de la selva donde a lo largo de ella estaría la Tumba de Freedon Nadd, por suerte Kaldt ya se conocía el camino, ya había estado ahí y había confrontado lo que quedaba de Freedon Nadd. Esta vez no buscaba saquear su polvorienta tumba, buscaba reanimar el espíritu y el cuerpo de Freedon Nadd, su antiguo mentor, su máximo enemigo y el desolador de mundos. La nave dejó saltar una lluvia de polvo tras su forzoso aterrizaje, haciéndose una leve tormenta de arena entre la nave y los sujetos que descendían de la misma, allí bajaba el nigromante en compañía de sus seguidores, tocando fuertemente la tierra con sus pies y marcando sus huellas en el terreno. El término de la expedición era no fallar, cualquier fallo significaría una derrota y la muerte segura de cada uno de los acompañantes de Kaldt, la selva estaba asolada por el silencio y el abandono, no había nada más que silencio, la fauna estaba muerta o simplemente callada, se desconocía, pero algo bastante común en el planeta de Dxun era que la fauna no era nada normal, mucha había sido alterada y otros habían pasado por metamorfosis para volverse máquinas de guerra o bestias depredadoras. En el cielo de Dxun se veían dragones sobrevolando por la zona, eran la fauna natural de ahí cosa que causaba bastante temor en la calaña que visitaba el planeta la que normalmente estaba compuesta por exploradores Jedi, mercenarios, contrabandistas y mandalorianos, ni siquiera los Naddistas se atrevían a custodiar la tumba de su señor y máxima influencia, era algo que creaba terror en sus almas. El viento cada vez se hacía más frío, el cielo empezaba a aclararse mucho menos, desaparecía la luz y ya estaba apunto de surgir el anochecer. Con el anochecer se sentían las almas errantes de Dxun, la aparición de la fauna envilecida por el lado oscuro y el surgimiento del reverso tenebroso por la anoche, faltaban pocos kilómetros para llegar a la Tumba de Freedon Nadd, los Jedi oscuros estaban cansados pero su líder, Kaldt, estaba de una pieza, buscando seguir su camino y empujando a los Jedi oscuros violentamente para que apresuraran su rumbo, les trataba mal verbalmente y físicamente, era todo un tirano, su autocracia se veía reflejada en como trataba a sus seguidores y la carisma que ejercía en estos, por lo general, ninguno desestimaba sus órdenes y buscaban aprender de Kaldt. En cuanto salieron de la espesura de los árboles y toda la vegetación, avistaron al final de toda esta jungla a un grupo de mandalorianos que blandían sus armaduras de color plata, sus potentes y tecnológicas armas como sus cascos ceremoniales, eran guerreros brutales en el campo de batalla, aguerridos y grandes genios militares, algo buscaban en Dxun. Al ver a Kaldt y su grupo de seguidores, empuñaron sus armas con una velocidad inigualable. Se entabló una leve conversación entre ambos lados, el nigromante encabezó a los acólitos mientras que del otro lado se dio a conocer un pequeño cabecilla o líder mandaloriano, hablando ambos pero en este caso Kaldt era retado por el honorable mandaloriano de especiales dotes en el área de la guerra, sin embargo, el Sith no temía a nadie que no fuera él mismo y su gran poder.

―Nunca podrá haber alguien tan entrometido como ustedes, los prisioneros del lado oscuro de la fuerza, atados bajo tales cadenas de mortalidad, es imposible que consigan usar la inteligencia de una forma común, sólo se basan en conseguir más y más poder. No lo voy a decir nuevamente: Sal de nuestro planeta, Dxun le pertenece a los mandalorianos― dijo con un tono frío aquel sujeto de armadura plateada la misma que deslumbraba con un brillo inigulable―

―¿Acaso sabes que estás diciendo? Debes medirte a la magnitud de tus palabras, mandaloriano inculto, crees que tu tecnología es suficiente para el arcaico pero superior poder del lado oscuro de la fuerza, no quedarías vivo ni para arrepentirte― expresó el nigromante cegado por su ego y por su envilecido cometido, la destrucción, veía al mandaloriano con la negrura de sus ojos―

―Esperemos que pueda volar tu cabeza con mi bláster antes de que me logres asestar algún ataque, no será un honor para mi tener que asesinar a la misma escoria que quiere venir al planeta que domina mi clan, mi honorable y prestigioso clan. ¡Mandalorianos, que ninguno quede vivo!― gritó fuertemente, exclamando un gran grito de guerra para introducir carisma en sus hombres y causar temor sobre sus enemigos―

Empezó una cruenta lucha entre ambos bandos, los mandalorianos soltaban cargas de plasma con sus bláster los cuales impactaban a los árboles y eran reflejados por los sables láser de colores rojizos de los Jedi oscuros, el nigromante se encontraba tras sus secuaces y veía como se intensificaba cada vez más la lucha, sin embargo, el creía que los mandalorianos le servirían para algo y no pensaba en matarlos, pero estos con su actitud beligerante no daban mucho que desear, por su mente pasó el ritual, se retiró la túnica y se dejó ver su putrefacto cuerpo de colores verdosos, alzó sus manos y entre sus labios, recitó algunas palabras que se escuchaban como susurros, mirando directamente a los ojos del líder mandaloriano que yacía tras el visor, mediante la fuerza empezó a correr y se acercó a él en varios segundos, apareciendo frente a él y agarrándole por los hombros, extendiendo una especie de enfermedad o peste por su armadura. Una sustancia viscosa cubría la armadura cada vez más, una especie de plasma pegajosa se adhería a su armadura y lo consumía hasta soldificarlo completamente. Miró al resto de los mandalorianos y los señaló con sus manos, apareciendo unas fuertes cadenas de aura oscura alrededor de ellos y amarrándolos con mucha fuerza, los mandalorianos yacían vivos pero sofocados. Ordenó que se los llevaran, despiadado con sus enemigos como con sus súbditos, los mandalorianos eran arrastrados por los Jedi oscuros en el mismo rumbo por el que iban, hacia la Tumba de Freedon Nadd, el objetivo principal del Nigromante Kaldt. Al cruzar el gran lago, finalmente divisaron el oscuro santuario de Nadd, donde piensan introducirse finalmente, el lugar era temido por muchos, sus secuaces temblaban en tal escalofrío, Nadd era un Señor Sith sumamente respetado y otros de los que causó un holocausto en la galaxia, aprendiz de Naga Sadow y entrenado por conocimientos del mismísimo Adas, Nadd fue aquel que entrenó a Exar Kun, uno de los grandes Señores Sith en existir. Kaldt subió las grandes escaleras velozmente, no quería quedarse atrás, se conocía bastante bien el tétrico lugar, los Jedi oscuros llevaban arrastrados y cargados a los mandalorianos que habían incapacitado, gritaban por salir y retaban a los Jedi oscuros pero estos seguían las instrucciones de su líder, no se dejaban llevar por las provocaciones y la polémica de sus enemigos. El vigor de sus hombres era grandísimo aunque ya estaban exhaustos por el largo trayecto, pero la voluntad de Vjun les tenía atados a tal destino y su fidelidad al nigromante, su ejemplo a seguir. En el vestíbulo principal de la Tumba de Freedon Nadd, es decir, su traslado a Dxun que fue menos ceremonial que de Onderon, era un sitio pequeño y sólo contaba con unos pocos accesos, otros completamente desconocidos. El Sith accedió con el resto de los sujetos a la sala funeraria, donde yacía el sarcófago de Freedon Nadd, allí vio la inmensidad de la sala y como estaba constituid la misma, con arreglos ornamenales y varias estatuas, ahí estaba el sarcófago, cerrado en su totalidad.

Los mandalorianos fueron lanzados al suelo y colocados en orden alrededor del sarcófago, pues empezaría una especie de rito por los cultistas del lado oscuro de la fuerza. El nigromante deslizó una pequeña daga de su cinturón, como retiró un talismán y uno de sus seguidores colocó un pequeño baúl en el suelo con varios instrumentos, abrió velozmente el sarcófago donde se vio un cuerpo reducido a huesos, esquelético y putrefacto. El nigromante clavó la daga de acero templado en el pecho del cadáver de Freedon Nadd, de forma pronta colocó sus manos entre sus entrañas tras hacer un leve corte y por varios minutos allí mas mantuvo, entre dientes, recitando algunos cánticos que se extenderían varias horas, durante horas recitó estas palabras cuchicheando, como si de un secreto se tratase. El cadáver cada vez más se rodeaba de una densa niebla, el nigromante tras varias horas sacó las manos de las entrañas del cadáver y ordenó que los mandalorianos fueran ejecutados, acto seguido, empezó a drenar la energía de los cuerpos de los mandalorianos y a traspasar sus almas en condena a su talismán, el talismán se iluminaba más y más en colores rojizos, pero no era suficiente, por ende alzó sus manos y a sus secuaces sus huesos le saldrían por la piel y serían asesinados por extensión de estructuras óseas. Siguió drenando las almas en pena y las llevó hasta su artefacto místico, siguió recitando dichas palabras en un vocablo completamente desconocido, algún tipo de lengua procedente de las estepas de Korriban. Los cánticos durarían horas y horas, estaría sumamente solo el nigromante al haber asesinado a sus seguidores de forma tan vil y homicida. El talismán empezaría a flotar en la habitación, empezando a crearse una especie de temblor en la zona. Colocó sus manos sobre el rostro esquelético de Nadd y empezó a tener memorias sobre su mente, empezó a hacer un leve Tremens que se volvería el nihilo de Freedon Nadd, resurgiría del más allá reactivando su espíritu. Las paredes empezaban a llenarse de un óxido particular y la sala se llenaba de una densa como abrumadora niebla grisácea, el suelo se tornaba completamente negro y el ataúd de Freedon Nadd se tambaleaba de lado a lado, voces de sufrimiento se escuchaban en el sepulcro y los espíritus enloquecían, todos yéndose al horrible talismán de Kaldt. El talismán alimentaría el cadáver de Freedon Nadd, el ritual se extendió por más de dos horas, era demasiado poder el concentrado en tal cadáver. Sin embargo Kaldt sabía que Freedon Nadd en algún momento lo traicionaría, así que con un conjuro recitado por él, embrujó a Nadd quitándole cierta autonomía y adhiriendo parte de su alma al talismán. El sarcófago estalló en varios trozos, el cuerpo se levantó varios segundos al ser víctima del Tremens y al estar el espíritu de Nadd allí retenido, el cadáver intentó comunicarse con Kaldt pero sólo gritaba y gritaba, soltaba kilos de musgo y de hongo, el cadáver cayó al suelo y el espíritu se hizo visible detrás del nigromante, con su armadura y sus ojos de color violeta. El terrible Freedon Nadd.

―¿Qué buscas en este sitio? Sólo encontrarás muerte y mentira en estos viejos huesos, encontrarás la desolación en estos valles foráneos, en estas tumbas olvidadas― expresó el espíritu del Señor Sith Freedon Nadd, con una sonrisa entre sus labios y con sus deslumbrantes ojos violeta―

―Soy tu último descendiente, el destructor de mundos y el asolador de almas. Soy Svalg Kaldt, Nigromante de Vjun y Señor de los Sith. He tenido en cuenta tus enseñanzas y las de muchísimos señores del lado oscuro, he entrenado aprendices y he vuelto a la vida sólo para que tu me ayudes en mi cruzada contra los Jedi― miró fijamente al espíritu, al rodearlo con varias vueltas, empezó a hablar y a decirle quién es―

―Así será, te ofrezco las enseñanzas que les he dado a tus antepasados, posteriores a mi, a Ommin y a Amanoa como a Satal y a Aleema Keto, dejará de ser tu cruzada para volverse nuestra cruzada mientras pueda volver a ejercer el terror sobre la tierra, nigromante― dijo Freedon Nadd, nuevamente encontrándose con Kaldt, su último descendiente y líder de Vjun―

Spoiler:

Xreik Kaeit escribió:

PD: Como haces las letras del título?

Hylg Krul escribió:

Xreik Kaeit escribió:

PD: Como haces las letras del título?

Son imágenes...
Que exótico éste roleo...

Hylg Krul escribió:

Xreik Kaeit escribió:

PD: Como haces las letras del título?

Son imágenes...
Que exótico éste roleo...

Infilius. escribió:Me da ladilla leerlo.