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[Roleo] Fallen again [Azeneth]

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Mensaje por Defiance Mar Mar 26, 2013 11:01 am

Saevin se despertó de un salto, muy alterado y sudando bastante.

-Otra vez... cuándo pararán estas pesadillas.-dice agachando su cabeza-

Con el agotamiento que conlleva no dormir como se debe desde hace ya varios días atrás, el muchacho se puso en pie y se colocó una camiseta ancha por encima. Salió hasta el patio del jardín de Achillea, y gracias a la amable brisa fresca, las gotas de sudor poco a poco se fueron marchando de su rostro.
Un Maestro que paseaba por allí le observó. Le llevaba observando ya varios días. Siempre que otra de sus pesadillas volvía a atormentarle salía ahí fuera, a hacer nada. Simplemente a esperar a que el sol volviese a sonreír la faz de ese lado del planeta.


-Otra vez aquí, Saevin.

-Sí, Maestro.-dice asintiendo con la cabeza-

-¿Qué sucede, chico? Llevas unos días bastante raro.

-No puedo dormir, Maestro. Y el poco tiempo que duermo suelo ocuparlo en sufrir pesadillas... como la de ahora.

-¿Qué pasa en esas pesadillas, Saevin?

-No lo sé. Es todo demasiado raro...

-Intenta explicarlo. Como puedas, y lo que puedas.

-Digamos... que en mis pesadillas ya no tengo nada por lo que luchar. Es una sensación bastante extraña... jamás la había sentido antes. Es como un vacío extremo... un vacío que me separa de mí mismo.

-Entiendo... pues, ¿qué puedo decirte? Intenta meditar antes de dormir. Quizá eso te venga bien.


Saevin sabía perfectamente que eso no sería la solución a sus problemas. Meditar nunca era la solución. Al menos no para él. El Maestro se puso en pie, y arreglándose un poco la túnica se alejó de allí, pero antes de doblar la esquina del jardín dijo:

-Intenta dormir, Saevin. Mañana espera un duro día de entrenamiento.

-De acuerdo, Maestro.


El muchacho se levantó y volvió al interior de su cuarto. Se metió de nuevo en su cama, y a los pocos minutos ya había caído dormido, otra vez. Pero no iba a ser menos que las anteriores.

El joven caminaba por un camino hecho a base de piedras, bastante mal colocadas. La fuerte lluvia las hacía resbaladizas, lo que dificultaba notablemente el trayecto. Un susurro apagado y lejano sonó en lo más profundo del alma del chico.


-Saevin... estamos aquí. Sólo tienes que tomar lo que te ofrecemos. No perteneces a la luz, Saevin... no es tuya. No la sientes realmente... deja que el Lado oscuro te invada, Saevin. Hazlo fluir dentro de ti y toma lo que te ofrece.

-¡NO!


El muchacho echó a correr, no sin dar un par de tropiezos. Al final del camino encontró una valla abierta y se internó en un pequeño terreno vacío y bastante descuidado, con árboles sin hojas y aspecto bastante gris y abandonado. Ante él, un edificio con algunas pintadas parecía llamarle. Se acercó despacio, y a medida que subía las escaleras parecía que el frío iba en aumento en aquel extraño lugar. Empujó con su mano derecha la gran puerta, esperando que ésta apenas se moviese pero por el contrario, con mucha lentitud se fue abriendo poco a poco hasta que finalmente dejó ver a ojos del chico lo que guardaba. Al principio nada. Pero miró bien. Dentro había una muchacha morena que se asemejaba bastante a él.

-¡Herais!

Trató de correr hacia ella pero algo lo empujó hacia atrás. No lo hizo caer al suelo, ni nada, simplemente una extraña sensación le paralizó cada hueso y músculo de su cuerpo. El cuerpo de Herais, con los ojos cerrados, empezó a caer en un abismo oscuro que parecía no tener un fin claro. Saevin contempló la escena aterrado, pero no le quedaba más que eso. No podía moverse.

-Mírala, Saevin. Mírala atentamente caer, porque será la última vez que la veas.

Una voz ahogada en sufrimiento sonó detrás de él. Pero no pudo girarse, sólo sentir el tacto de unos dedos huesudos y fríos acariciándole el rostro.

-El Lado luminoso es hipócrita, egoísta. Os reprime las emociones para convertiros en Soldados planos que luchen por unas pocas cabezas dominantes. Pero dime, Saevin... ¿tú de verdad estás hecho para ser eso? No. Con ésto no te voy a decir que conmigo, con nosotros... vayas a ver como todos obtienen lo que quieren en algún punto de su vida. No, claro que no. Yo no soy ningún justiciero, pero sí que permito que aquellos con un cerebro hecho para ser desarrollado se sienten conmigo... a mi lado. Con los que mandan. Es mucho más sabroso ver cómo eres una herramienta que domina a todo un ejército... que ver como no eres más que un peón con un sable láser y unos códigos grabados en la cabeza.

-Pero... yo no estoy hecho para eso...

-¡Claro que lo estás! Lo que sucede es que ahora tienes miedo. Pero más tarde, o más temprano, terminarás por darte cuenta de que tu cuerpo... dentro de ti hay algo que no hace más que querer salir. Yo sólo soy una representación de tu subconsciente. Dentro de ti ya está empezando a fluir el Lado Oscuro. Ahora o dentro de unos meses terminarás cayendo. Pero cuánto más tardes más vidas te llevarás por delante, Saevin.

El muchacho se quitó las sábanas de encima con un movimiento rápido de brazos, asustado. Respiraba entrecortadamente, incluso más que otras veces. Los primeros rayos de sol ya acariciaban el Templo Jedi. Era hora de despertarse.

Se colocó sus túnicas y salió hacia la sala de entrenamientos, donde ya algunos Jedi estaban practicando. Saevin tomó de su cinturón su sable láser de entrenamiento y se sentó junto a los Maestros, como los demás jóvenes.


-¡Bien, muchachos! Empezaremos con un ejercicio básico de bloqueo y ataque. Colocaos en parejas y comenzad.

A Saevin le tocó con un muchacho, más o menos de su edad a pesar de que él ya estaba bastante desarrollado. Era un iniciado, sí, pero no tenía las habilidades de un iniciado. Él era un Sith redimido y, aunque después del accidente había perdido parte de su memoria, todavía guardaba dentro de sí habilidades muy características.
Todo comenzó bien, hasta que Saevin empezó a luchar de otro modo. Más rápido... más alterado. A su compañero le empezaba a costar bastante bloquearle, y no sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar. Observó como Saevin estaba obcecado con el entrenamiento, con dar golpes pues ya apenas recibía ninguno de la velocidad a la que daba él los suyos. Empezó a echar a su compañero hacia atrás.
Pero no era porque sí. Dentro de Saevin sonaba de nuevo la voz que le hacía sentir tanta rabia, y en su cabeza se aparecían las imágenes de su hermana. Siguió dando golpes, hasta que finalmente el otro muchacho se aventuró a dar uno en lo que parecía ser un descuido de su compañero, pero no. Saevin bloqueó con gran habilidad su golpe, y extendió su mano libre hacia el cuerpo de su oponente, quien salió hacia atrás despedido. El otro chico se golpeó muy fuerte la espalda, había sido un empujón mediante la fuerza bastante duro... hecho con rabia.


-¡Parad!-ordenó el supervisor-

Anonadado, sorprendido, boquiabierto, pasmado, asombrado... así es como se quedó el Maestro cuando observó pudo llegar a ver a Saevin. Sus ojos estaban tomando un color diferente... un color que no era el suyo. Se habían vuelto amarillentos. Aunque apenas habían entrenado nada, el cuerpo del joven estaba sudando bastante.

-Saevin, ve al jardín de meditación y espérame allí.

Sin decir nada, tiró su sable láser y se fue corriendo. El Maestro fue a atender al muchacho que había recibido el empujón.

Se sentó en uno de los asientos, con las piernas cruzadas. Trató de relajarse... aunque de poco iba a servir. Como ya he mencionado anteriormente, a él no le valía de nada meditar. No era lo suyo... no estaba hecho para eso. Un par de minutos después llegó el Maestro y se sentó junto a él. Ambos quedaron unos minutos en silencio, meditando, hasta que al fin se inició la conversación.


-Saevin... dime, ¿qué está sucediendo dentro de ti?

-No lo sé... no puedo seguir viviendo más así. Tengo miedo, Maestro.


El Maestro frunció el ceño, aunque después su expresión se tornó triste y agachó la cabeza, recordando el camino hacia el Lado oscuro.

-¿Por qué me pasa todo ésto a mí?

-Todo sucede por algún motivo. Nada es en vano. Cada muerte, cada nacimiento viene dado porque debe darse. No sé lo que te sucederá a ti, pero sea lo que sea...

-Ahora mismo no necesito una teoría. Necesito una solución. Aquí no voy a conseguir nada, llevo ya mucho tiempo sin saber qué hacer, sufriendo de pesadillas... pero hoy me he puesto agresivo por primera vez.

-Tú no eres como los demás, es normal que tus habilidades resalten...

-Eso no tiene nada que ver, Maestro. Hace tiempo que yo hago lo mínimo en los entrenamientos para estar más o menos igualado, pero hoy...


Saevin recordó las palabras del viejo. " Pero cuanto más tardes, más vidas te llevarás por delante, Saevin ". Esas palabras resonaron ayer en su cabeza como cualquier otras, pero hoy tomaban mucho más significado. De nuevo, los dos se quedaron unos minutos en silencio.

-Maestro. Me gustaría realizar un viaje...

-Bueno, tendré que hablarlo con los otros Maestros y...

-No. Quiero ir sin que nadie sepa que voy.

-¿Adónde irás?

-Iré a Arkania. Quizá allí encuentre respuestas...

-¿Qué hay allí que pueda ofrecerte respuestas?

-Allí es donde se encuentran mi padre y mi madre.


El Maestro se quedó un tanto extrañado. Sus padres estaban muertos... pero bueno. Pensó que si era deseo del chico ir allí, lo mejor era dejarle marchar. Aunque sólo fuese por quitarse un peso de encima.
Saevin preparó sus cosas, y a la mañana siguiente, a primera hora salió hacia Arkania. No había podido dormir, así que no había tenido que despertarse y estaba ya despejado para el viaje.
Llegó, viendo la típica imagen fría que ofrecía su querido planeta desde el espacio. Saevin no era Arkaniano, pero había pasado tiempo allí, entrenándose, en su niñez. Aterrizó su nave en un hangar no muy lejos del cementerio donde se hallaban. Su padre había sido un gran guerrero, a pesar de que sirvió a ambos lados de la fuerza, nunca creyó en uno de ellos realmente. Sólo volvió al Lado luminoso y a servir a la Orden Jedi por su madre. Hasta que un Sith maníaco la asesinó y decidió exiliarse a Arkania, para siempre. Ahí fue cuando Saevin perdió el contacto con él. Cinco años después el cuerpo de Kaihn apareció muerto junto a la tumba de su mujer. Saevin continuó avanzando por el frío lugar, hasta que finalmente se internó en el pequeño camino que llevaba al mausoleo donde se encontraban ambos cuerpos.
Abrió la pequeña puerta de la construcción, y pudo ver ahí las dos tumbas, bien cerradas. Observó las inscripciones, donde en un grabado muy perfeccionado ponía " Aura y Kaihn ". Saevin no pudo evitar sonreír. Se dejó caer de rodillas, abrazando de algún modo ambas tumbas. Así, a pesar del frío, sentía un calor reconfortante.

-Qué puedo hacer...-se dijo para sí mismo-

-Puedes volver con nosotros.-dijo una voz firme y potente detrás de él
-


Saevin se giró, sobresaltado. Detrás de él un hombre de túnicas negras y con una capucha que impedía ver su rostro esperaba en la puerta.

-¿Quién eres tú?

El tipo rió.

-¿Ya te has olvidado de mí? Veo que los Jedi te han borrado muy bien la memoria.

Saevin dudó, hasta que alcanzó a ver parte del rostro de aquel hombre. Entonces, ambos se empezaron a reír y se dieron un abrazo en honor al tiempo que llevaban sin verse. Dos viejos compañeros Sith que volvían a reunirse.

-Lord G...

-No.-le cortó él- Todavía no digas mi nombre. Al menos no hasta que esté todo listo.

-Osea que finalmente volverás... como lo prometiste.

-Así es. La pregunta es... ¿tú lo harás también?


Saevin agachó la cabeza, dudoso.

-Sé perfectamente que llevas un tiempo debatiéndote entre la luz y la oscuridad. Vamos, por favor. No estás hecho para la República. Ni ella está hecha para ti. Vuelve con nosotros, te tendremos mucho más en cuenta de lo que lo hace esa escoria Jedi.

Saevin suspiró.

-Oye, o vuelves o tendremos que matarnos, chico. Y yo, aunque ya estoy un poco viejo todavía puedo dar un par de golpes.

Saevin se empezó a reír. Conocía el humor de su viejo amigo.

-Está bien. Aceptaré las enseñanzas del Lado oscuro otra vez.

-Bien. Entonces ve a la Estrella de la Muerte. Quédate allí hasta que yo lo tenga todo preparado... después recibirás un mensaje mío.

-Está bien.

-Ah, y... tira esa chatarra Jedi que llamas nave. Te he traído una mejor. Una que te permitirá cruzar el campo orbital de la Estrella de la Muerte sin ser fusilado.


Saevin salió del mausoleo dejando todo atrás. Tomando como método su nueva nave, se dirigió hacia la Estrella de la Muerte. Allí, su viejo amigo ya había hablado con el Comandante Supremo y el Inquisidor, los cuales recibieron a Saevin sin ningún tipo de inconveniente o problema.
Por primera vez en mucho tiempo, Saevin se sentía lleno. Sentía que emanaba mucho más poder. Se veía mucho mejor con sus ojos de color amarillo, con su tez pálida, con su afiliación al Lado oscuro. Le llenaba mucho más que meditar.


PD: Esto supongo que sirve como un cambio de facción o algo así. Como ahora es necesario hacerlos también hasta para pasar de Jedi a Sith, pues... aquí lo tenéis.
Defiance
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Mensaje por Invitado Mar Mar 26, 2013 11:44 am

Uff me ha gustado musnus, está pro. Twisted Evil

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Mensaje por Aleema Mar Mar 26, 2013 12:47 pm

Me gustó el roleo chris, escribes bien, felicidades

Cambio de facción Válido


Edit: Has caído de nuevo... mi querido hermano gemelo Twisted Evil
Aleema
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