[Roleo + Obtención de Ygziir] "La máscara"

.. Y allí, encima de aquél escarpado acantilado se encontraba una estructura edificada la cual producía inquietud nada más verla. El viento rugía con braveza aquella noche en aquél inhóspito planeta llamado Ygziir. El mar, antes tan calmado, ahora se agita con olas de diez metros, y la tormenta sumerge la costa antes de descargar unos fenomenales muros de agua que inundan el único camino transitable que permite la entrada y salida de la Academia. El tremendo aguacero arranca hojas de palmera y escombros de todo tipo, y convierte la basura en una lluvia de proyectiles en miniatura.
Exceptuando el ruido generador por los agentes atmosféricos no existía ningún otro, todo estaba en relativa calma. La estructura de la academia se basaba en una Gran Torre, en la cual se hallaban los laboratorios y los aposentos de los miembros. Su distribución se basaba en altura dependiendo del rango que poseyeran dentro de la Orden. Un cerco de muros de piedra rodea esta Gran Torre, el cual es usado como Fortaleza. En cada vértice de ese cuadrado geométrico se encuentran construidos cuatro torreones menores con sus respectivos puestos de vigía para los Guardianes de la Orden.

Solamente se encontraba una diferencia a todas las noches, la luz de los aposentos del Sabio Sheyvan está apagada. Sheyvan se encontraba en la sala de reuniones acompañado por el Temible Seth-Tii y el Asesino Sherz.

- Sabio, la misión que le ha sido asignada ha de cumplirla con la máxima discreción. – Explicó el Temible Seth
- Comprendo, así la llevaré a cabo. – Aceptó el Sabio
- Toma los datos. – Dijo el Temible Sherz a la vez que se acercaba y entregaba a Sheyvan un pequeño dispositivo electrónico.

Tras esto Sheyvan realizó una leve reverencia y salió de aquella tétrica habitación dirigiéndose al hangar de la Orden...

Ygziir – Academia Sith; Hangar

Por todo el hangar se oye un retumbar en tono grave, como el de un generador, que rápidamente va aumentando de intensidad hasta convertirse en un zumbido sordo. El pórtico se sacude, y al verlo la masa de droides echan a correr hacia las salidas más próximas. Los motores de la Balam, la nave de Sheyvan, aletargados durante tanto tiempo se ponen en marcha. Por debajo del casco surge una ola invisible de energía electromagnética que ahce que todo salga despedido: droides, equipo y años de polvo acumulado.
Apoyada en el colchón de energía, la nave alienígena comienza a elevarse. Las placas dorsales emergen del techo del hangar y la nave toma velocidad saliendo de la atmósfera.

(Lapso de tiempo del viaje espacial)

Ante los ojos de Sheyvan se hallaba un lejano planeta
- Lehon... – Dijo para si mismo el Sabio con una sensación extraña en la mente.

Superficie de Lehon

La nave del Sabio realiza varios círculos sobre la superficie para asegurar el perímetro.
- Esperemos que no te hayas equivocado Sherz – Dijo Sheyvan de forma irónica mientras introduce el artefacto, entregado por Sherz, en una hendidura del panel de control.
Tras un leve momento el ordenador de la nave reajustar las coordenadas y seguidamente desciende sobre lo que parece ser un muelle de agarre. La nave aterriza con un suave siseo y la hidráulica lo hace rotar hasta colocarlo en posición. Sin previo aviso, todo el tren de aterrizaje y la nave en sí se precipitan cientos de metros por debajo de la superficie. Sheyvan se aferra a su asiento sintiendo que se le hunde el estómago a causa de la súbita caída. De pronto la nave comienza a aminorar y terminan frenando sobre una bolsa de aire.
Se abre la escotilla exterior de la nave y al salir el Sabio de ésta observa en el lugar donde se encuentra. Se trataba de unas instalaciones subterráneas de proporciones gigantescas. Frente a Sheyvan, en absoluto silencio, descubre a cientos de humanoides dentro de tubos criogénicos. Todos tienen una estructura de más de dos metros y todos poseen una caballera blanca y sedosa, ojos azules muy intentos y brillantes y cráneos alargados.

Mientras el Sabio camina por las instalaciones recuerda las palabras de Seth-Tii y Sherz.

- Sabio, deberás adentrarte en las antiguas instalaciones de una secta originaria en Lehon. Dicen rendir culto al Lado Oscuro, pero poseen objetos de demasiado valor para estar en manos equivocadas. – Explicó el Temible Seth-Tii al Sabio.
- No creo que tengas inconvenientes, las instalaciones fueron abandonadas hace años. Pero nuestros informes dicen que aún está allí escondido tu objetivo. – Dijo el Asesino Sherz de forma autoritaria.

Tras caminar durante diez minutos en esas grandes instalaciones encontró delante de el una gran puerta metálica. Sheyvan alzó sus manos hacia ella y con una mueca de esfuerzo en su rostro la pesada puerta comenzó a abrirse lentamente. En el interior había una gran ala de medio kilómetro de largo aproximadamente, con forma de I mayúscula. El suelo estaba cubierto por un suelo arenoso de silicio de color gris plomo, sus muros este y oeste están formados por placas metálicas que prestan a todo el complejo un efecto industrial, triste y futurista. De repente surgió una luz centelleante que cegó a Sheyvan, el cual al abrir de nuevo los ojos se encontraba delante de un entorno totalmente distinto.
- Una cámara holográfica… - Pensó.

Ahora se podía apreciar un cielo, de color bermellón semejante al metal fundido, oscurecido por unas nubes de color gris marengo que recuerdan al humo de un pozo de petróleo en llamas. A medida que profundiza en el análisis de ese cielo, el Sabio se percata de que el cielo no es cielo, sino un reluciente techo subterráneo situado por lo menos un kilómetro y medio por encima de su cabeza. A su derecha, situado en la cima de la pared oriental, de doce metros de altura, se alza un pequeño templo similar a los Zigurats de Yavin IV. En un trono situado en lo más alto hay un individuo sentado, alto y de cabeza alargada. Su carne está cubierta de polvo de silicio gris, y su rostro queda oculto tras la máscara de una cabeza de dragón Krayt con la boca abierta. Por sus anchas espaldas cae una cascada de plumas verdes. El jefe empieza a cantar en una lengua antigua, y sus palabras levantan eco por todo el circo de acero cubierto de polvo.

Sheyvan se da la vuelta al detectar un movimiento en el extremo más alejado de la cámara. Un grupo de individuos de la misma complexión física que el Jefe salen de la parte inferior del templo y se sitúan frente al Sabio.
A diferencia de los combatientes holográficos, Sheyvan sabe que esto seres son muy reales, muy imprevisibles, y mucho más peligrosos que sus entrenamientos. Son de elevada estatura, cada uno mide más de dos metros, y poseen cráneos alargados y cuerpos musculosos que sobrepasan los ciento dieciocho kilos de peso. Debajo de sus máscaras ceremoniales de muerte brillan unos ojos amarillentos y hundidos. Sus codos y rodillas están protegidos por pinchos de quince centímetros. Los guerreros portan diversas armas: lanzas y dagas de acero, bolas con pinchos que cuelgan de una cadena y protecciones para el cuerpo entre las que se encuentran unos agudos garfios sujetos a los nudillos de las manos.
Resoplando detrás de las máscaras ceremoniales, se colocan en fila frente a Sheyvan, clavando sus miradas en él. Desde su trono en el templo, el Jefe enmascarado alza un objeto redondo por encima de su cabeza. Los guerreros lanzan un aullido y se ponen a bramar como animales. El jefe lanza el objeto a la arena.

<<Comienza…>> pensó Sheyvan.

La cabeza cercenada choca contra el duro suelo igual que un coco, rebota dos veces y a continuación rueda torpemente antes de detenerse a los pies de Sheyvan. Antes de que el Sabio pudiera reaccionar, dos de los guerreros de piel grisácea dan un paso al frente. Desde el otro lado de sus máscaras lanzan un bramido capaz de helar la sangre en las venas.

Sheyvan toma una bocanada de aire y cierra los ojos en señal de concentración. Uno de los guerreros echa a correr en dirección al Sabio. Sheyvan corre hacia el fondo del muro oriental, donde ve que hay una escalera que conduce hasta el templo del jefe. Sube los estrechos escalones de tres en tres, sujetando el sable láser en la mano derecha. En la cima lo está esperando el jefe con su máscara de serpiente, armado una bola de pinchos y una cadena. Sheyvan salva los últimos escalones de un salto. La bola de pinchos viene lanzada hacia él. Sheyvan la esquiva y seguidamente lanza un mandoble con el sable láser que secciona el brazo del jefe por debajo del codo. Este individuo lanza un alarido contemplando conmocionado su brazo amputado y ardiente, sin ver la brillante hoja del sable que se acerca y le siega la cabeza. Luego gira su sable y se gira, comenzando a descender las escaleras nuevamente.
Seis guerreros enmascarados arremeten contra él nada más regresar al terreno de juego. Manejando el sable con ambas manos, Sheyvan asesta un golpea la cabeza del hombre que tiene más cerca. A continuación se agacha sobre una rodilla y, con un potente movimiento del estilo de béisbol, barre un montón de rodillas cubiertas de silicio gris. La ardiente hoja del sable va centelleando a medida que cercena músculos y ligamentos igual que una hoz al rojo vivo, amputando las piernas de varios hombres en su continuo ir y venir.
Un sinfín de gritos y regueros de sangre azulada surcan el aire conforme los guerreros van desplomándose en el suelo uno tras otro. De pronto una bola de acero viene volando hacia el rostro de Sheyvan. Éste se agacha y permite que el objeto, que está unido a una cadena, se estrelle contra la máscara demoníaca de otro guerrero y se le incruste en uno de los huesos occipitales.
El Sabio gira sobre sí mismo y da un salto para lanzar una patada hacía delante a la garganta de un contrincante que se le acerca, y a duras penas consigue esquivar el golpe de su puño revestido de garfios de acero que surca el aire denso, caliente y cargado. Vuelve a tocar tierra, para con la espada una puñalada en el corazón que pretendía asestarle otro guerrero y le propina una patada de costado en pleno cuello que le aplasta la tráquea.

- Seis menos, faltan otros seis… - Resonó en la mente de Sheyvan a la vez que tomaba aire de nuevo.

Sheyvan se gira rápidamente y lanza una patada hacia atrás para hundir el tacón de su boca en la cara del enemigo que se le ha acercado por la espalda y dislocarle de vértebras cervicales. El Sabio, fuera de sí, echa a correr en dirección a otros dos guerreros que se comienzan a retirar hacia el muro oriental, miedosos del final que tuvieron sus compañeros. Uno de los guerreros se da la vuelta para repeler el ataque de Sheyvan, mientras su compañero se prepara para girarse también. El Sabio da un brinco y se vale de su impulso para lanzar una patada doble. Las puntas de sus botas alcanzan al sorprendido guerrero en el plexo solar. Aterriza y levanta la vista justo a tiempo para ver como al otro guerrero. Éste en un solo movimiento, se gira sobre si mismo y arroja a Sheyvan una daga afilada como una aguja. Nuestro protagonista, pillado con la guardia baja, se tambalea y retrocede cuando la hoja venerada perfora sus túnicas escasos centímetros por encima del corazón.

- No hay sangre, he tenido suerte, la hoja no ha penetrado. ¡Ten más cuidado! – Se ordenó a si mismo.

Enfadado consigo mismo, Sheyvan se arranca el cuchillo y se lo arroja a su agresor. La daga lo alcanza de lleno y se le clava en el abdomen hasta la empuñadura. El guerrero deja escapar un gruñido y después cae de rodillas con el vientre empapado de sangre. Los tres guerreros restantes, los cuales habían intentando socorrer a su jefe decapitado, bajan rápidamente la estrecha escalera con intención de matar y desollar al asesino de sus compañeros. El Sabio se vuelve para enfrentarse a sus enemigos y acaba con ellos con una docena de golpes rápidos y bien asestados con su sable láser. Gira sobre si mismo y apaga el sable láser, colgándolo de su cinturón con un movimiento sutil.

Los músculos le pesan, ha agotado una gran cantidad de energía en ese combate. No obstante se dirige a la escalera del templo, subiendo esta vez de forma más pausada. Al llegar a lo más alto, realiza un suave movimiento con su mano derecha haciendo que el cuerpo decapitado del Jefe salga disparado hacia el lado, dejando así el espacio despejado. El Sith comienza a inspeccionar aquel trono que se encontraba delante. Pasó sus manos por las aristas y los recovecos de aquel trono de piedra, hasta que al presionar en una de ellas se hundió. Tras un ligero chasquido la piedra del posabrazos se desliza dejando visible lo que guarda en el interior. Sheyvan observó diversos artilugios muy rudimentarios de forma pensativa, pasó su mano por estos y al pasar por encima de una vieja máscara sufrió un grave dolor en el pecho, como si le faltara el aire. A duras penas pudo separar la mano, jadeando por aquella sensación tan poderosa que sintió en su ser al tomar contacto con ese objeto. Volvió a introducir la mano y agarró aquella extraña máscara mandaloriana, no sufrió ningún daño esta vez. La miró de forma interesada y la llevó despacio a su cara para colocarsela.

- La máscara de Revan… es mía. – Dijo el Sabio embriagado por el momento.

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Obtención: Máscara de Darth Revan

Mi ficha: http://www.habbowars.com/t2498-ficha-sheyvan-ank-hu-sheyvan?highlight=Sheyvan

La mascara es propiedad de la orden sith me dijeron. Era de Veikur.

Se que el tema está cerrado, pero aunque la máscara no estuviera en posesión de la Orden Sith, la susodicha no se encuentra ahí.

Si quieres saber, contáctame por MP.