[Roleo de Glee Anselm] Alerta.
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[Roleo de Glee Anselm] Alerta.
‘’Cada uno es necesario’’
Quince soldados republicanos con una especial variedad de habilidades fueron convocados, con un propósito de carácter urgente; llegar a un punto de encuentro en donde los esperaba listo un campamento para resguardar un preciado cargamento, el cual debía ser exportado a las manos de su verdadero portador, pero los acontecimientos no resultaron como eran esperados, en su llegada los soldados fueron sorprendidos por un ejército de imperiales y droides, librando una batalla sangrienta donde sufrieron varias bajas, por suerte uno de los astutos soldados pudo escabullirse entre las manos ensangrentadas de los enemigos y aprovecho el tiempo para mandar una alerta, la cual debía ser atendida por ella, Kaiya.
Capítulo I
Un pergamino rodo hasta sus pies tocando descuidadamente la punta de su calzado, antes de que siquiera intentara bajar la mano para tomarlo, la llevo hasta el mango de su sable láser. El encapuchado que inadvertidamente se le había resbalado de las manos, dio un respingón mientras de un salto daba varios pasos atrás al darse cuenta de su reacción.
Realmente no había querido asustarlo, reconocía que su acción había sido un poco exagerada pero la falta de luz del lugar no le daba mucha confianza.
El reflejo de una luz perdida dio directamente en la cara del encapuchado revelando apenas a un niño de no más de quince años, algo extraño puesto que apenas un segundo atrás había visto la corpulencia de un hombre mucho mayor, llevo su mano al frente intentando calmar el susto del joven. Esperaba que funcionara, en estos momentos no tenía tiempo para nada más que encontrar un gran campamento perdido y si era posible, y esperaba que lo fuera, soldados vivos en él.
Hace apenas unas cinco horas había llegado al lugar en donde debería estar el campamento, luego de revisar cada esquina del bosque estaba a punto de flaquear y buscar un lugar donde quedarse mientras pasaba la noche, pero no se le habían pasado desapercibidas las cenizas de lo que había quedado de una fogata, tenía la esperanza de que se hubieran movido luego del enfrentamiento con los imperiales, eso la había hecho caminar mucho más rápido.
Saliendo de sus pensamientos se agacho para tomar el pergamino del piso intentando acercarse al chico con una actitud más inofensiva lo que permitió que pudiera tener una mejor visión de él, y aunque era un niño tenía un aspecto bastante espelúznate, poseía un rostro casi femenino, lo único que permitía distinguir su género era el corte de cabello, pero ese no era el problema, el problema estaba en sus ojos, esos extraños ojos parecían dos profundas lagunas que atravesaban tu alma cada vez que te observaba, en su vida había visto una mirada tan penetrante y vacía.
-¿Te encuentras bien? – Pregunto Kaiya con un tono de voz templado.
El chico asistió varias veces intentando alejarse un poco.
-No te hare daño. – Dijo, buscando que su voz sonara lo menos amenazante posible.
Pero de un momento a otro sintió un terrible dolor por todas sus extremidades y un grito resonó en sus oídos, no sabía si el grito provenía de su garganta o si estaba alucinando.
-Yo tampoco. – Susurro una voz desconocida y con esas últimas palabras sintió como su cuerpo era sacudido y era lanzado hasta golpear un tronco a sus espaldas.
Intento reaccionar lo más rápido posible levantándose, sabía que había perdido el conocimiento solo unos pocos segundos. Bajar la guardia había sido una mala idea y más en un lugar como este. Cuando miro a su alrededor ya no había absolutamente nadie.
En el momento que paso la adrenalina se lanzó al piso llevando ambas manos hasta sus costillas, sintió como algo liquido resbalaba por su rostro y estaba segura de que era sangre.
-Muy buen dolor de espalda que me dará esto. – Suspiro mientras intentaba sostenerse del árbol para erguirse.
-Y esperabas continuar con la búsqueda- hablo consigo misma - esto no puede ser m… – Sus palabras se cortaron cuando percibió de los arbustos un movimiento, no se iba a permitir sorprender de nuevo, pensó tomando con su mano derecha el sable láser mientras que su mano izquierda hacia presión sobre la costilla derecha.
- ¿Quien está ahí? – Dijo, mientras rápidamente se colocaba en una posición defensiva a pesar de su debilitamiento. En ese momento un hombre alto y corpulento salió de entre los arbustos, y fue cuando noto que era uno de los soldados republicanos que pudo relajarse.
-¿Se encuentra bien?- dijo el soldado acercándose.
Kaiya asintió mientras apagaba y guardaba el sable en su cinturón.
- Solo algunos rasguños no te preocupes, son buenas noticias haber encontrado a alguien del campamento.
- Entiendo, eso quiere decir que si recibieron la alerta.
- Así es, intente encontrarlos lo más rápido posible, pero llegue hace apenas cinco o seis horas y tuve algunos problemas. ¿Dónde están los demás? – Respondió mientras comenzaba a acercarse más al soldado.
La mirada de él se perdió en la distancia, pasaron unos cuantos segundos antes de que volviera a enfocarse en su rostro y por fin respondiera – Estamos ocultos, los imperiales tienen siguiéndonos varios días y el cargamento desapareció.
-¿Cuantas bajas? – Algo le decía que la razón de la pérdida de su mirada se debía a eso, la muerte de sus compañeros.
-Solo quedamos cinco. – Respondió con una voz susurrante.
-¿Y En qué condiciones están?
- Estamos básicamente bien.
Kaiya sabía a lo que se refería, cómo se sentía la pérdida, igual que sabía que ‘’la muerte no debía ser llorada en exceso’’, sin pensar demasiado en ello sintió mientras comenzaron a caminar en silencio hasta un refugio que estaba tan bien oculto que hasta ella se sorprendió, interesantes estrategas, fue lo primero que se le paso por la mente en el momento en el cual bajo la mirada hasta una ladera empinada con millones de lianas tan bien entrelazadas que parecían un manto para las rocas, pero no se le pasó desapercibido una perturbación sobre la manta de lianas en un pequeño punto a mediados de las rocas, y allí supuso, era la entrada de la caverna, si ella hubiera pasado por aquí sin que nadie señalara el punto en concreto jamás se daría cuenta.
-Bien. - Suspiro- dime tu nombre. – Dijo Kaiya mientras se inclinaba para intentar ver mejor la caverna.
- Aurode. – El habilidoso y ágil pensó, conocía por sus nombres las habilidades de cada uno, pero no a cuáles de ellos les pertenencia cada nombre.
-Correcto Aurode, ahora, ¿explícame como se supone que llegaremos ahí?- Señalo la parte extraña en las lianas.
-Con varios resbalones, se lo aseguro.
Después de unos cuantos minutos de bajar por la ladera hasta la caverna y varios resbalones en el transcurso de ello, se encontró con cuatro hombres de mirada tan afilada como sabía que eran sus instintos, los cuales le dieron una leve y respetuosa reverencia en el momento en que Aurode la presento ante ellos.
Se quedaron observándola mientras ella analizaba las ropas de cada uno, estaban vestidos de soldados de los pies a la cabeza, a pesar de la suciedad y heridas solo se habían preocupado por mantenerse a salvo, y no era como que si los culpara, ella habría hecho lo mismo en su situación. Sus rostros no eran de delicados jóvenes que esperaran órdenes para continuar, poseían facciones que parecían haber sido esculpidas en roca, y allí era en donde terminaban las similitudes, en donde uno era delgado y elegante el otro era musculoso, bajo o demasiado alto.
-Necesito saber el nombre de cada uno y si se encuentran en condiciones para continuar con la misión. – Debía sacarlos lo más rápido posible de ese planeta, luego de su encuentro con el pequeño encapuchado se percataría de escuchar mejor sus presentimientos.
Cada uno de los soldados comenzó a decir su nombre en orden de la fila en la cual se encontraban.
Kather, condiciones aceptables. – Excelente puntería, pensó, decían que podía lanzar una moneda al aire y con un disparo de espaldas atinarle.
Malareck, condiciones aceptables. – Estratega, supuso que él fue, el que encontró tan buen escondite.
Protus, condiciones aceptables. – El bajo y musculoso, Excelente en combate cuerpo a cuerpo.
Lanrun, condiciones aceptables. – Especialista en armas.
A sus espaldas escucho la voz protestante de Aurode - Lanrun no puede luchar está herido.
- ¿Y por qué dijo que si puede?
-Estoy condicionado como para que a pesar de que este herido pueda funcionar en combate. – Protesto Lanrun, con cierta molestia en la mirada que dirigió a Aurode, y fue cuando se pudo percatar de lo bien vendada que estaba su pierna izquierda.
- Muy bien. – Dijo pero sabía que no lo llevaría a un combate cuerpo a cuerpo en la situación que se encontraba – ¿Tenemos conocimientos sobre la posición enemiga?
- La tenemos, ocho coma veintitrés al norte y dieciséis coma cuarenta al oeste, están rodeados por montañas. – Respondió Aurode.
- Estamos listos para cualquier orden. – Dijeron los cinco soldados al unísono.
- Me doy cuenta de que son muy capaces.- respondió ella cuando comenzó a sentarse al lado de la fogata para revisar sus suplementos.
-¿Tiene alguna idea? - Pregunto Lanrun una hora más tarde mientras con mucho cuidado tomaba asiento a su lado.
-Tengo varias en mente, pero antes debo echarle un vistazo al campamento imperial.
-¿Me dejara participar? – Pregunto con cara de súplica.
-¿Qué harías si no? – Espero su respuesta mientras observaba el fuego de la fogata moverse entre las pequeñas corrientes de aire que entraban a la caverna.
La mirada que le dirigió era de una persona desconcertada como que si no se creyera lo que ella decía, mientras analizaba su respuesta, casi podía ver los engranajes y pequeñas tuercas moviéndose en su cabeza–Tendría que quedarme si fuera así.
-Entonces iras.
Capitulo II
Varias horas después de tomar lo estrictamente necesario y trazar un camino hasta la base enemiga, se encontraban acampando sobre una de las cuatro montañas que bordeaban el campamento de los imperiales, las montañas se encontraban tan cerca del campamento que podía ser tanto una ventaja como desventaja, dependiendo de cómo utilizara ella la cabeza.
Cada uno tenía en sus manos u ojos, visores que les permitían tanto ver a lo lejos como en la oscuridad, muy necesarios en este momento puesto que eran exactamente las dos con nueva de la madrugada, y entendía como era que diez hombres habían muerto a manos de los imperiales realmente eran demasiados en ese campamento.
-Miren lo que llevan. - Dijo Malareck mientras observaba a tres imperiales, cada uno cargando cajas de lo que parecían ser armas.
-Detonadores. – Susurro mientras que con sus visores captaba la forma de los explosivos.
-¿Para que los quieren? –pregunto Protus moviéndose de un lado al otro, parecía bastante inquieto.
-No sé para que los querrán ellos. – Susurro Kaiya mientras le daba zoom a los visores - pero yo si se para que los quiero, ¿Aurode que tan sigiloso eres?
-Uno de los mejores soldados. – Respondió con aire de suficiencia.
-Muy bien, prepárate vamos a bajar y buscar esos explosivos, Malareck no los pierdas de vista.
-De acuerdo, los acaban de dejar en el piso, al lado de una tienda de campaña.
-Excelente, Necesito que me informes con los radios si lo vuelven a cambiar de posición, Kather tengo entendido que eres muy bueno disparando.
-Así es, ¿qué puedo hacer por usted?-Respondió él con una sonrisa en su rostro.
-Dispara a cualquiera que se acerque demasiado si las cosas se salen de nuestras manos. - Coloco a un lado los visores mientras se preparaba para bajar.
-¿Pero qué más debemos hacer?- pregunto Malareck un poco agitado.
Kaiya lo miro de reojo mientras comenzaba a bajar la empinada montaña con Aurode a su lado mostrándose tan emocionado por la acción que vendría como Kather – Esperar, y bajar si las cosas se salen de control- Entrando a los arboles desaparecieron de la vista de los soldados, mientras comenzaban a entrar en territorio enemigo, ella sabía que el orgullo de esos hombres había sido herido en el momento en que los imperiales les habían atacado y acabado con varios de los suyos.
Al llegar al campamento se escabulleron entre los arbustos acercándose a uno de los imperiales que se encontraba haciendo guardia, luego de esperar unos minutos este se dio la vuelta y entro a una tienda que no parecía estar sola.
-Puedo entrar y tomar sus trajes mientras usted cuida mis espaldas, sería la única forma de tomar esos explosivos. – dijo Aurode mientras observaba el área a su alrededor, la tienda estaba un poco alejada del campamento, podría ser relativamente fácil entrar.
-Hecho. – Dijo ella mientras asentia.
Observo como se arrastraba entre la maleza mientras intentaba llegar a la tienda, en un abrir y cerrar de ojos, se había parado y corrido a una fenomenal rapidez hasta la entrada de la tienda.
-Pero que…. – Escucho un grito estrangulado lo suficientemente bajo como para que los demás no pudieran escuchar, corrió hasta la tienda esperando que no fuera el grito de Aurode, pero se paró en el instante en que vio a los dos imperiales tirados en el piso boca abajo y a su soldado quitándoles las armaduras.
Este se encogió de hombros mientras la observaba – Estaban demasiado distraídos.
-Bien hecho. – Le felicito, y se lanzó al lado del otro imperial quitándole las ropas, que al acabar se colocaron, ella sobre la misma ropa que tenía, eso la ayudaría a verse mucho más robusta, puesto que el imperial la superaba en ese aspecto, tomando su arma se la guindo de un lado mientras arrastraban a los imperiales para ocultarlos entre los matorrales.
-Iré por los explosivos, encárgate de averiguar el lugar del cargamento.
El soldado asintió mientras con paso firme se dirigía a las demás tropas imperiales, ella por su parte comenzó a caminar hasta donde recordaba haber observado los explosivos, los cuales estaban sobre una mesa no siendo vistos por los demás, si se apresuraba le daría el tiempo suficiente como para tomarlos, puesto que para lo que quería hacer necesitaba aunque sea tres cajas.
Luego de un rato de cargar cajas de un lado al otro se iba a arriesgar a tomar una cuarta, pero una voz detrás de ella la hizo saltar de la impresión – ¿A dónde va con eso? – dijo mientras ella se volteaba lo suficiente como para observar al imperial, por suerte su traje no permitía que la reconociera pero lo haría si decía una sola palabra, por ello era mejor que no abriera la boca, pasaron unos segundos hasta que el imperial se movió hasta ella un poco fastidiado por la falta de respuestas.
-¿Me responderá? O ¿Espera que me queda parado observándolo?- Debía haber dejado la caja, pensó, iba a arruinar todo.
-Señor, él no puede hablar le cortaron la lengua en el último combate. - Aurode, suspiro dentro de ella al darse cuenta de quién era – Nos ordenaron llevar los explosivos hasta un lugar más cerrado.
-Desalmadas vestías, debí de haberlos matado a todos, pueden continuar. - Dijo el imperial caminaba de regreso a su lugar.
– Me cortaron la lengua, que ocurrente. - Se rio Kaiya luego de estar instalados en su propio campamento sobre los imperiales, habían llegado a las 5 a.m. Y pasado todo el día analizando salidas y entradas seguras del campamento enemigo, al igual que sus alrededores.
– Bien, el plan es el siguiente, señalo cada una de las puntas de las cuatro montañas – Malareck, Kather, Lanrun y Aurode, colocaran un caja de explosivos en cada montaña, la idea es que las rocas colapsen sobre el borde del campamento llevándose con ellas varios droides e imperiales y dejándolos atrapados en el centro, con suerte arrasaran con el campamento completo sin dañar el cargamento claro. Protus vendrás conmigo necesito ayuda para sacar el cargamento de allí, nos pondremos los suficientemente lejos como para que las rocas no nos dañen pero tan cerca como para poder entrar en el momento preciso. -Todos asintieron mientras tomaban las cajas de explosivos y comenzaban a bajar para posicionarse.
Dos horas después informaron por radio que estaban posicionados – Esperaremos diez minutos, luego de la colisión entraremos. – Dijo Kaiya mientras se colocaba tras una roca.
Unos segundos después el piso bajo ellos tembló y se escucharon varias explosiones, estaba listo.
Diez minutos después pasaran corriendo hasta el centro del campamento, en donde la gran mayoría de imperiales y droides estaban siendo aplastados por rocas o intentando escalar para salvarse los unos a los otros, solo tres de ellos no estaban heridos y eran los que tenían el cargamento.
Tomo el sable láser de su cintura prendiéndolo en el transcurso de la carrera hasta los imperiales, esquivando tantas rocas como podía, llegó hasta uno de ellos cortando de un solo tajo su cabeza, estaban tan distraídos con el desastre a su alrededor que no habían reaccionado lo suficientemente rápido, pero ya no tenía esa misma suerte, inmediatamente los dos imperiales que quedaban en pie se lanzaron a por ella derribándola al suelo, un error, porque en el momento que lo hicieron, uno de ellos callo sobre su sable haciendo que traspasara su cuerpo, el cual lanzo al otro enemigo como medio de distracción para dar el último golpe mortal, en menos de un minuto los tres estaban muertos.
Pero no había acabado, se dio la vuelta para observar su alrededor en busca de más enemigos, pero en el transcurso del movimiento sintió como un terrible calor se extendía por su brazo izquierdo, se giró para encarar un imperial en el piso que apuntaba directamente a su cabeza, por suerte antes de que este disparara ya había sido asesinado por un disparo fulminante, Kathar pensó, mientras veía a sus soldados acercarse a gran velocidad a ella.
-¿Se encuentra bien? -Pregunto Aurode.
-Sí, necesitamos sacar el cargamento de este lugar. – Respondió un poco agitada por el dolor, sabía que iba a estar bien, pero eso no quitaba que doliera.
-No hay apuros, ya no queda nadie, aparentemente las rocas los mataron a todos y nosotros acabamos con los pocos que quedaban.
Asintió aliviada por la buena noticia.
No pasó mucho tiempo hasta que volvieron al campamento e informaron que el cargamento estaba a salvo de la misma forma que ellos, unas horas después llego una nave para exportar el cargamento a un lugar del cual ni ellos mismo sabían la ubicación, al parecer lo que había dentro de él era muy valioso, pero no era como que si tuviera alguna curiosidad sobre eso, de lo que si tenía curiosidad era sobre la identidad del joven encapuchado que con mucha facilidad la había lanzado contra un árbol.
Quince soldados republicanos con una especial variedad de habilidades fueron convocados, con un propósito de carácter urgente; llegar a un punto de encuentro en donde los esperaba listo un campamento para resguardar un preciado cargamento, el cual debía ser exportado a las manos de su verdadero portador, pero los acontecimientos no resultaron como eran esperados, en su llegada los soldados fueron sorprendidos por un ejército de imperiales y droides, librando una batalla sangrienta donde sufrieron varias bajas, por suerte uno de los astutos soldados pudo escabullirse entre las manos ensangrentadas de los enemigos y aprovecho el tiempo para mandar una alerta, la cual debía ser atendida por ella, Kaiya.
Capítulo I
Un pergamino rodo hasta sus pies tocando descuidadamente la punta de su calzado, antes de que siquiera intentara bajar la mano para tomarlo, la llevo hasta el mango de su sable láser. El encapuchado que inadvertidamente se le había resbalado de las manos, dio un respingón mientras de un salto daba varios pasos atrás al darse cuenta de su reacción.
Realmente no había querido asustarlo, reconocía que su acción había sido un poco exagerada pero la falta de luz del lugar no le daba mucha confianza.
El reflejo de una luz perdida dio directamente en la cara del encapuchado revelando apenas a un niño de no más de quince años, algo extraño puesto que apenas un segundo atrás había visto la corpulencia de un hombre mucho mayor, llevo su mano al frente intentando calmar el susto del joven. Esperaba que funcionara, en estos momentos no tenía tiempo para nada más que encontrar un gran campamento perdido y si era posible, y esperaba que lo fuera, soldados vivos en él.
Hace apenas unas cinco horas había llegado al lugar en donde debería estar el campamento, luego de revisar cada esquina del bosque estaba a punto de flaquear y buscar un lugar donde quedarse mientras pasaba la noche, pero no se le habían pasado desapercibidas las cenizas de lo que había quedado de una fogata, tenía la esperanza de que se hubieran movido luego del enfrentamiento con los imperiales, eso la había hecho caminar mucho más rápido.
Saliendo de sus pensamientos se agacho para tomar el pergamino del piso intentando acercarse al chico con una actitud más inofensiva lo que permitió que pudiera tener una mejor visión de él, y aunque era un niño tenía un aspecto bastante espelúznate, poseía un rostro casi femenino, lo único que permitía distinguir su género era el corte de cabello, pero ese no era el problema, el problema estaba en sus ojos, esos extraños ojos parecían dos profundas lagunas que atravesaban tu alma cada vez que te observaba, en su vida había visto una mirada tan penetrante y vacía.
-¿Te encuentras bien? – Pregunto Kaiya con un tono de voz templado.
El chico asistió varias veces intentando alejarse un poco.
-No te hare daño. – Dijo, buscando que su voz sonara lo menos amenazante posible.
Pero de un momento a otro sintió un terrible dolor por todas sus extremidades y un grito resonó en sus oídos, no sabía si el grito provenía de su garganta o si estaba alucinando.
-Yo tampoco. – Susurro una voz desconocida y con esas últimas palabras sintió como su cuerpo era sacudido y era lanzado hasta golpear un tronco a sus espaldas.
Intento reaccionar lo más rápido posible levantándose, sabía que había perdido el conocimiento solo unos pocos segundos. Bajar la guardia había sido una mala idea y más en un lugar como este. Cuando miro a su alrededor ya no había absolutamente nadie.
En el momento que paso la adrenalina se lanzó al piso llevando ambas manos hasta sus costillas, sintió como algo liquido resbalaba por su rostro y estaba segura de que era sangre.
-Muy buen dolor de espalda que me dará esto. – Suspiro mientras intentaba sostenerse del árbol para erguirse.
-Y esperabas continuar con la búsqueda- hablo consigo misma - esto no puede ser m… – Sus palabras se cortaron cuando percibió de los arbustos un movimiento, no se iba a permitir sorprender de nuevo, pensó tomando con su mano derecha el sable láser mientras que su mano izquierda hacia presión sobre la costilla derecha.
- ¿Quien está ahí? – Dijo, mientras rápidamente se colocaba en una posición defensiva a pesar de su debilitamiento. En ese momento un hombre alto y corpulento salió de entre los arbustos, y fue cuando noto que era uno de los soldados republicanos que pudo relajarse.
-¿Se encuentra bien?- dijo el soldado acercándose.
Kaiya asintió mientras apagaba y guardaba el sable en su cinturón.
- Solo algunos rasguños no te preocupes, son buenas noticias haber encontrado a alguien del campamento.
- Entiendo, eso quiere decir que si recibieron la alerta.
- Así es, intente encontrarlos lo más rápido posible, pero llegue hace apenas cinco o seis horas y tuve algunos problemas. ¿Dónde están los demás? – Respondió mientras comenzaba a acercarse más al soldado.
La mirada de él se perdió en la distancia, pasaron unos cuantos segundos antes de que volviera a enfocarse en su rostro y por fin respondiera – Estamos ocultos, los imperiales tienen siguiéndonos varios días y el cargamento desapareció.
-¿Cuantas bajas? – Algo le decía que la razón de la pérdida de su mirada se debía a eso, la muerte de sus compañeros.
-Solo quedamos cinco. – Respondió con una voz susurrante.
-¿Y En qué condiciones están?
- Estamos básicamente bien.
Kaiya sabía a lo que se refería, cómo se sentía la pérdida, igual que sabía que ‘’la muerte no debía ser llorada en exceso’’, sin pensar demasiado en ello sintió mientras comenzaron a caminar en silencio hasta un refugio que estaba tan bien oculto que hasta ella se sorprendió, interesantes estrategas, fue lo primero que se le paso por la mente en el momento en el cual bajo la mirada hasta una ladera empinada con millones de lianas tan bien entrelazadas que parecían un manto para las rocas, pero no se le pasó desapercibido una perturbación sobre la manta de lianas en un pequeño punto a mediados de las rocas, y allí supuso, era la entrada de la caverna, si ella hubiera pasado por aquí sin que nadie señalara el punto en concreto jamás se daría cuenta.
-Bien. - Suspiro- dime tu nombre. – Dijo Kaiya mientras se inclinaba para intentar ver mejor la caverna.
- Aurode. – El habilidoso y ágil pensó, conocía por sus nombres las habilidades de cada uno, pero no a cuáles de ellos les pertenencia cada nombre.
-Correcto Aurode, ahora, ¿explícame como se supone que llegaremos ahí?- Señalo la parte extraña en las lianas.
-Con varios resbalones, se lo aseguro.
Después de unos cuantos minutos de bajar por la ladera hasta la caverna y varios resbalones en el transcurso de ello, se encontró con cuatro hombres de mirada tan afilada como sabía que eran sus instintos, los cuales le dieron una leve y respetuosa reverencia en el momento en que Aurode la presento ante ellos.
Se quedaron observándola mientras ella analizaba las ropas de cada uno, estaban vestidos de soldados de los pies a la cabeza, a pesar de la suciedad y heridas solo se habían preocupado por mantenerse a salvo, y no era como que si los culpara, ella habría hecho lo mismo en su situación. Sus rostros no eran de delicados jóvenes que esperaran órdenes para continuar, poseían facciones que parecían haber sido esculpidas en roca, y allí era en donde terminaban las similitudes, en donde uno era delgado y elegante el otro era musculoso, bajo o demasiado alto.
-Necesito saber el nombre de cada uno y si se encuentran en condiciones para continuar con la misión. – Debía sacarlos lo más rápido posible de ese planeta, luego de su encuentro con el pequeño encapuchado se percataría de escuchar mejor sus presentimientos.
Cada uno de los soldados comenzó a decir su nombre en orden de la fila en la cual se encontraban.
Kather, condiciones aceptables. – Excelente puntería, pensó, decían que podía lanzar una moneda al aire y con un disparo de espaldas atinarle.
Malareck, condiciones aceptables. – Estratega, supuso que él fue, el que encontró tan buen escondite.
Protus, condiciones aceptables. – El bajo y musculoso, Excelente en combate cuerpo a cuerpo.
Lanrun, condiciones aceptables. – Especialista en armas.
A sus espaldas escucho la voz protestante de Aurode - Lanrun no puede luchar está herido.
- ¿Y por qué dijo que si puede?
-Estoy condicionado como para que a pesar de que este herido pueda funcionar en combate. – Protesto Lanrun, con cierta molestia en la mirada que dirigió a Aurode, y fue cuando se pudo percatar de lo bien vendada que estaba su pierna izquierda.
- Muy bien. – Dijo pero sabía que no lo llevaría a un combate cuerpo a cuerpo en la situación que se encontraba – ¿Tenemos conocimientos sobre la posición enemiga?
- La tenemos, ocho coma veintitrés al norte y dieciséis coma cuarenta al oeste, están rodeados por montañas. – Respondió Aurode.
- Estamos listos para cualquier orden. – Dijeron los cinco soldados al unísono.
- Me doy cuenta de que son muy capaces.- respondió ella cuando comenzó a sentarse al lado de la fogata para revisar sus suplementos.
-¿Tiene alguna idea? - Pregunto Lanrun una hora más tarde mientras con mucho cuidado tomaba asiento a su lado.
-Tengo varias en mente, pero antes debo echarle un vistazo al campamento imperial.
-¿Me dejara participar? – Pregunto con cara de súplica.
-¿Qué harías si no? – Espero su respuesta mientras observaba el fuego de la fogata moverse entre las pequeñas corrientes de aire que entraban a la caverna.
La mirada que le dirigió era de una persona desconcertada como que si no se creyera lo que ella decía, mientras analizaba su respuesta, casi podía ver los engranajes y pequeñas tuercas moviéndose en su cabeza–Tendría que quedarme si fuera así.
-Entonces iras.
Capitulo II
Varias horas después de tomar lo estrictamente necesario y trazar un camino hasta la base enemiga, se encontraban acampando sobre una de las cuatro montañas que bordeaban el campamento de los imperiales, las montañas se encontraban tan cerca del campamento que podía ser tanto una ventaja como desventaja, dependiendo de cómo utilizara ella la cabeza.
Cada uno tenía en sus manos u ojos, visores que les permitían tanto ver a lo lejos como en la oscuridad, muy necesarios en este momento puesto que eran exactamente las dos con nueva de la madrugada, y entendía como era que diez hombres habían muerto a manos de los imperiales realmente eran demasiados en ese campamento.
-Miren lo que llevan. - Dijo Malareck mientras observaba a tres imperiales, cada uno cargando cajas de lo que parecían ser armas.
-Detonadores. – Susurro mientras que con sus visores captaba la forma de los explosivos.
-¿Para que los quieren? –pregunto Protus moviéndose de un lado al otro, parecía bastante inquieto.
-No sé para que los querrán ellos. – Susurro Kaiya mientras le daba zoom a los visores - pero yo si se para que los quiero, ¿Aurode que tan sigiloso eres?
-Uno de los mejores soldados. – Respondió con aire de suficiencia.
-Muy bien, prepárate vamos a bajar y buscar esos explosivos, Malareck no los pierdas de vista.
-De acuerdo, los acaban de dejar en el piso, al lado de una tienda de campaña.
-Excelente, Necesito que me informes con los radios si lo vuelven a cambiar de posición, Kather tengo entendido que eres muy bueno disparando.
-Así es, ¿qué puedo hacer por usted?-Respondió él con una sonrisa en su rostro.
-Dispara a cualquiera que se acerque demasiado si las cosas se salen de nuestras manos. - Coloco a un lado los visores mientras se preparaba para bajar.
-¿Pero qué más debemos hacer?- pregunto Malareck un poco agitado.
Kaiya lo miro de reojo mientras comenzaba a bajar la empinada montaña con Aurode a su lado mostrándose tan emocionado por la acción que vendría como Kather – Esperar, y bajar si las cosas se salen de control- Entrando a los arboles desaparecieron de la vista de los soldados, mientras comenzaban a entrar en territorio enemigo, ella sabía que el orgullo de esos hombres había sido herido en el momento en que los imperiales les habían atacado y acabado con varios de los suyos.
Al llegar al campamento se escabulleron entre los arbustos acercándose a uno de los imperiales que se encontraba haciendo guardia, luego de esperar unos minutos este se dio la vuelta y entro a una tienda que no parecía estar sola.
-Puedo entrar y tomar sus trajes mientras usted cuida mis espaldas, sería la única forma de tomar esos explosivos. – dijo Aurode mientras observaba el área a su alrededor, la tienda estaba un poco alejada del campamento, podría ser relativamente fácil entrar.
-Hecho. – Dijo ella mientras asentia.
Observo como se arrastraba entre la maleza mientras intentaba llegar a la tienda, en un abrir y cerrar de ojos, se había parado y corrido a una fenomenal rapidez hasta la entrada de la tienda.
-Pero que…. – Escucho un grito estrangulado lo suficientemente bajo como para que los demás no pudieran escuchar, corrió hasta la tienda esperando que no fuera el grito de Aurode, pero se paró en el instante en que vio a los dos imperiales tirados en el piso boca abajo y a su soldado quitándoles las armaduras.
Este se encogió de hombros mientras la observaba – Estaban demasiado distraídos.
-Bien hecho. – Le felicito, y se lanzó al lado del otro imperial quitándole las ropas, que al acabar se colocaron, ella sobre la misma ropa que tenía, eso la ayudaría a verse mucho más robusta, puesto que el imperial la superaba en ese aspecto, tomando su arma se la guindo de un lado mientras arrastraban a los imperiales para ocultarlos entre los matorrales.
-Iré por los explosivos, encárgate de averiguar el lugar del cargamento.
El soldado asintió mientras con paso firme se dirigía a las demás tropas imperiales, ella por su parte comenzó a caminar hasta donde recordaba haber observado los explosivos, los cuales estaban sobre una mesa no siendo vistos por los demás, si se apresuraba le daría el tiempo suficiente como para tomarlos, puesto que para lo que quería hacer necesitaba aunque sea tres cajas.
Luego de un rato de cargar cajas de un lado al otro se iba a arriesgar a tomar una cuarta, pero una voz detrás de ella la hizo saltar de la impresión – ¿A dónde va con eso? – dijo mientras ella se volteaba lo suficiente como para observar al imperial, por suerte su traje no permitía que la reconociera pero lo haría si decía una sola palabra, por ello era mejor que no abriera la boca, pasaron unos segundos hasta que el imperial se movió hasta ella un poco fastidiado por la falta de respuestas.
-¿Me responderá? O ¿Espera que me queda parado observándolo?- Debía haber dejado la caja, pensó, iba a arruinar todo.
-Señor, él no puede hablar le cortaron la lengua en el último combate. - Aurode, suspiro dentro de ella al darse cuenta de quién era – Nos ordenaron llevar los explosivos hasta un lugar más cerrado.
-Desalmadas vestías, debí de haberlos matado a todos, pueden continuar. - Dijo el imperial caminaba de regreso a su lugar.
– Me cortaron la lengua, que ocurrente. - Se rio Kaiya luego de estar instalados en su propio campamento sobre los imperiales, habían llegado a las 5 a.m. Y pasado todo el día analizando salidas y entradas seguras del campamento enemigo, al igual que sus alrededores.
– Bien, el plan es el siguiente, señalo cada una de las puntas de las cuatro montañas – Malareck, Kather, Lanrun y Aurode, colocaran un caja de explosivos en cada montaña, la idea es que las rocas colapsen sobre el borde del campamento llevándose con ellas varios droides e imperiales y dejándolos atrapados en el centro, con suerte arrasaran con el campamento completo sin dañar el cargamento claro. Protus vendrás conmigo necesito ayuda para sacar el cargamento de allí, nos pondremos los suficientemente lejos como para que las rocas no nos dañen pero tan cerca como para poder entrar en el momento preciso. -Todos asintieron mientras tomaban las cajas de explosivos y comenzaban a bajar para posicionarse.
Dos horas después informaron por radio que estaban posicionados – Esperaremos diez minutos, luego de la colisión entraremos. – Dijo Kaiya mientras se colocaba tras una roca.
Unos segundos después el piso bajo ellos tembló y se escucharon varias explosiones, estaba listo.
Diez minutos después pasaran corriendo hasta el centro del campamento, en donde la gran mayoría de imperiales y droides estaban siendo aplastados por rocas o intentando escalar para salvarse los unos a los otros, solo tres de ellos no estaban heridos y eran los que tenían el cargamento.
Tomo el sable láser de su cintura prendiéndolo en el transcurso de la carrera hasta los imperiales, esquivando tantas rocas como podía, llegó hasta uno de ellos cortando de un solo tajo su cabeza, estaban tan distraídos con el desastre a su alrededor que no habían reaccionado lo suficientemente rápido, pero ya no tenía esa misma suerte, inmediatamente los dos imperiales que quedaban en pie se lanzaron a por ella derribándola al suelo, un error, porque en el momento que lo hicieron, uno de ellos callo sobre su sable haciendo que traspasara su cuerpo, el cual lanzo al otro enemigo como medio de distracción para dar el último golpe mortal, en menos de un minuto los tres estaban muertos.
Pero no había acabado, se dio la vuelta para observar su alrededor en busca de más enemigos, pero en el transcurso del movimiento sintió como un terrible calor se extendía por su brazo izquierdo, se giró para encarar un imperial en el piso que apuntaba directamente a su cabeza, por suerte antes de que este disparara ya había sido asesinado por un disparo fulminante, Kathar pensó, mientras veía a sus soldados acercarse a gran velocidad a ella.
-¿Se encuentra bien? -Pregunto Aurode.
-Sí, necesitamos sacar el cargamento de este lugar. – Respondió un poco agitada por el dolor, sabía que iba a estar bien, pero eso no quitaba que doliera.
-No hay apuros, ya no queda nadie, aparentemente las rocas los mataron a todos y nosotros acabamos con los pocos que quedaban.
Asintió aliviada por la buena noticia.
No pasó mucho tiempo hasta que volvieron al campamento e informaron que el cargamento estaba a salvo de la misma forma que ellos, unas horas después llego una nave para exportar el cargamento a un lugar del cual ni ellos mismo sabían la ubicación, al parecer lo que había dentro de él era muy valioso, pero no era como que si tuviera alguna curiosidad sobre eso, de lo que si tenía curiosidad era sobre la identidad del joven encapuchado que con mucha facilidad la había lanzado contra un árbol.
Daynah- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 23/09/2011
Re: [Roleo de Glee Anselm] Alerta.
Muy buen roleo, me gusto (Y).
1.- Usa el "Center" solamente para las imagenes
2.- Los diálogos ponlos en un color diferente al de narración y no utilices tanto "Enter" para hacer que tu roleo sea más largo, jajaja.
Me encanto.
1.- Usa el "Center" solamente para las imagenes
2.- Los diálogos ponlos en un color diferente al de narración y no utilices tanto "Enter" para hacer que tu roleo sea más largo, jajaja.
Me encanto.
Xaerous.- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 28/07/2012
Edad : 25
Re: [Roleo de Glee Anselm] Alerta.
Este roleo era el que estaba esperando yo
Bastante bueno Daynah, me ha gustado muchísimo, espero que pronto hagas otros. Felicidades.
Un saludo.
Bastante bueno Daynah, me ha gustado muchísimo, espero que pronto hagas otros. Felicidades.
Un saludo.
Liedsha- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 19/08/2014
Localización : Horno City
Re: [Roleo de Glee Anselm] Alerta.
A mi juicio es uno de los mejores roleos de tu facción, por no decir el mejor.
Felline- Mensajes : 900
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Localización : Cajita de arena.
Re: [Roleo de Glee Anselm] Alerta.
Pues yo es el mejor que he leido en hw, de los ultimos tiempos, muy bien hecho.
Rudcheart- Mensajes : 1322
Fecha de inscripción : 19/08/2011
Re: [Roleo de Glee Anselm] Alerta.
PERFECTAMENTE PERFECTO COMO TU SONRISA AMADA MÍA
Annibal- Mensajes : 964
Fecha de inscripción : 26/08/2013
Edad : 28
Re: [Roleo de Glee Anselm] Alerta.
Esta muy bien el roleo la verdad, ¿es de tus primeros me dijiste no? En ese caso tienes bastante destreza en el desarrollo de roleos jaja.
Buen trabajo ^^
Buen trabajo ^^
wiliye- Mensajes : 3113
Fecha de inscripción : 18/08/2011
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