[Roleo de Glee Anselm] 3:33
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[Roleo de Glee Anselm] 3:33
Este es un roleo que hice hace tiempo, en el que obtuve un Holocron que ya perdi, pero lo vuelvo a postear para aquellos que no lo leyeron y me gustaria que lo leyeron, ya que lo considero el mejor que escribi. Disfruten y gracias por leer.
2:26 Pm - Glee Anselm
Arrojado en el frio lodo de lo que parecía la última trampa mortal que se toparía, hizo presión hacia arriba, y logró extraer lo que formaba un pequeño objeto cuadrado. Una tapa de metal fino y tallado recorría la superficie del artilugio, y le daba un detalle de sutileza casi perfecta. Se llevó el artefacto a los dientes, y haciendo empuje hacia afuera, arranco la tan bien manufacturada tapa de metal, para luego alejarla un poco de su cara, y concentrar su vista en lo que parecía un panel pequeño de vidrio grueso.
-3:26. Está por llegar.- Pensó un momento y volvió a ver el Reloj.
<<-¿Enserio pretendes morir así? ¿Sin una pizca de dignidad?- Preguntó el viejo y quedo pensante.
-No, no tengo intención de seguir con esto.- Respondió a la dramática figura de su mente.>>
No tenía nada más que hacer, más que pensar, o que esperar. Tarde o temprano cedería a la voz de su subconciente, la voz que su mente atormentaba. No tenía nada más que hacer. Estaba perdido, y pensaba. En algún lugar de la remota Jungla, hombres con trajes verdes y marrones corrían de aquí a allá, con la intención de encontrarlo, y matarlo, y robarle su objeto. No recibirían un no como respuesta, solo querían su paga, para tomar otro trabaja, y en forma de circulo viscioso seguir con su cometido en la vida. Alguna vez el se había parecido a ellos.
<<-Ábrete paso a la Luz, nunca es tarde. Déjame explorar tu mente, déjame llevarte por tu último camino.>>
Sintió como la masa del profundo lodo iba tragando cada parte de su cuerpo, dándole una muerte lenta. Su cuello estaba tapado hasta la mitad, y la fuerte presión que la masa hacía contra su cuerpo le dificultaba la respiración. Con fuerza volvió a mirar su Reloj. Lo único que podía ver era como pasaba cada segundo, y finalmente, ver el minuto exacto de su muerte.
-3:27. Está por llegar.- Volvió a pensar en su vida.
<<-Nunca es tarde, Ron, nunca es tarde.- Volvió a hablar el viejo, casi torturando su cabeza.- Déjame abrirme y te mostraré el camino.
-¡¿Qué camino viejo?! ¡Dímelo!.
-El camino de la luz. ¿Acaso no me estás escuchando?. Estás muriendo. Quieras o no, en algunos minutos sucederá.>>
Giró su cabeza lo más que pudo, intentando destaparla un poco del frio suelo. Miró al horizonte, limpio, llano, perfecto, que se le presentaba delante. El sol caía como todos los días a la misma hora, dando una radiante onda de luz. Ron había logrado expulsar su mochila hacia el borde del profundo hoyo de lodo, antes de sucumbir casi completamente su cuerpo en el suelo. Sintió algún que otro insecto pasar por su mano. No pudo moverla. Volvió a mirar su Reloj y pensó nuevamente.
-3:28. Esto está tardando.
<<-¿Cómo te metiste ahí en un principio?- Habló el viejo de su mente.- Se acerca.
-Bahh, ¿Enserio quieres oírlo?.
-¿Tengo otra cosa que hacer? Estoy aquí por ti, esperando. A mi los minutos me pasan rápido, para ti cada segundo es una hora. ¿No quieres ganar un poco de tiempo?
-¿Por qué siempre haces lo mismo? ¿Por qué siempre preguntas? Entiendo tu juego, viejo. Te he dicho que lo dejes.>>
<<-Cúentame, solo voy a escucharte. ¿Cómo te metiste ahí?
-Bueno, para empezar, esto es Glee Anselm, la vegetación de densa, uno nunca sabe lo que se puede encontrar aquí. Estaba escapando, intentaron agarrarme, ¿Sabes?. Hay una pequeña guerrilla aquí en Glee Anselm, según tengo entendido se hospeda en un pueblo cerca de aquí. Lo sé, tampoco creía que hubiera pueblos en este Planeta. Pues, han sido enviados para recuperar este artefacto.- Miró su mochila mientras hablaba con su mente-. Maté a dos allí atrás, y logré que me dejaran de seguir, pero cuando de me di cuenta, luego de haber corrido unos cuantos kilómetros, estaba hundiéndome aquí mismo. Mi primera reacción, como la de toda mi vida, fue salvar el objeto. Su valor es más importante.>>
Volvió a mirar su reloj, ahora marcaba las 3:29. Cerro lo ojos un momento y los volvió a abrir. Pasó su lengua por los resecos labios, casi sin lograr efecto de humedecerlos. Logró componer algunos gestos raros con su cara, y se volvió al horizonte que cada vez se asomaba más espléndido. Sintió sus dedos moverse perplejos dentro del denso lodo, y suspiró. Logró inclinar la cabeza y mirar a sus lados. Era raro, ninguna bestia se había asomado.
<<-¿Entonces?- Preguntó el viejo.
-¿Entonces qué? Me preguntaste que pasó, y eso te conté. No hay mucho más. Me deben estar buscando ahora, solo espero estar muerto para cuando suceda. No tienen buena fama estos sujetos ¿Sabes?.
-Falta un minuto. Siempre me ha parecido esplendido esto. Es decir, es increíble la puntualidad de la naturaleza. Vine algunas cuantas veces cuando todavía era algo. Era un planeta muy bello.- Le habló el viejo, intentado distraer su cabeza un momento.>>
Un ruido de poca calidad sonora marcó las 3:30. Perplejo, rápidamente giró su cabeza, no importándole si se lastimara. Fijó su vista en el horizonte, como habiendo esperado aquello por una vida entera. Algunos pocos animales cruzaron su vista en forma de escape, haciendo apenas ruido en el eco de la naturaleza. Como si fuera el último hombre de la tierra, presenció el milagro. Una luz potente cegó sus ojos saliendo del sol. Una onda blanca y fugaz empezó a recorrer velozmente la distancia que existía entre el, y el horizonte. Vio la luz asomarse rápida, decidida. Empezó a llorar, sus ojos estaban dañados por el resplandor, y sin embargo, no era aquello lo que los había humedecido. La luz recorrió todo el trayecto hasta el final, para alcanzarlo. De repente, como si el mundo se hubiera acabado ante sus ojos, se vió a si mismo en un vacio perfecto de blanca infinidad. No había, no existía nada. Solo el, y su mente.
<<-Finalmente estás aquí. Has entrado.- Apareció el viejo de su mente caminando en el blanco.
-¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? ¿Era esto lo que iba a pasar? ¿Estoy muerto?- Preguntaba alterando la cordura de su mente. De repente pensó, y miró hacia abajo, su cuerpo. Empezó a tocarlo de aquí a allá.- ¡Estoy completo! ¡Míralo, estoy completo! … ¿Estoy vivo?
-Estás en ningún lado. Estás en la luz, que reflejará tu vida. Este es el milagro del que te hablaba, esto es lo que te ha esperado toda tu vida, para acabarte finalmente. Esto es lo que iba a pasar, eventualmente. ¿No es la obra más magnifica? Si estás vivo o muerto, eso lo decidirás tu.
-¿Por qué estoy aquí?- Sacó su reloj del bolsillo. La tapa, tallada espléndidamente estaba ahí, perfecta, reluciente, como nueva. La levantó perplejo lentamente, y miró el vidrio una vez más. No existía la hora, su reloj solo mostraba un denso numero elevado al infinito, un numero en el que había trazado la recta de su vida. 3:30.- Enséñame.- Por fín logró comprender.
-Has estado toda tu vida buscando esto, para finalmente, acabar así. Una vida de delitos y pecados, de muertes y disparos. ¿Y de qué te ha servido? ¿Acaso no es esto lo que te esperó toda la vida? Esto solo es un rincón de tu mente, que genera los espacios y lo que alguna vez presenciaste. Pero no solo eso, si no también lo que alguna vez viste correcto. Dime ¿Toda la vida has sido un ladrón?
-No. Alguna vez… fui Jedi ¿Sabes? Fui un Padawan.- Pensó un momento, se concentró y abrió los ojos como habiendo encontrado una verdad.- ¡Espera un momento! Si esto solo es mi mente, entonces tu no existes. Y entonces yo puedo generar la.. la realidad que quiera.- Miró a su costado derecho, un bosque verde se abrió y dejó escapar una cascada resplandeciente. El agua cristalina era un milagro, un milagro que no podía existir.
-Vas por el buen camino, pero te equivocas, Ron. Yo sí existo, pero no físicamente. Yo si existo, pero en tu mente, y en la de todo aquel que me pueda convocar. Yo si existí, pero con otra figura. Ahora mismo solo soy una figura mental tuya, pero logro recorrer tu vida por el pasado, por la historia. ¿De que se trata el objeto?
-Los Jedi, según tengo entendido, lo llaman Holocrón. Se trata de uno Importante, de un tal Ajunta Pall. Lo único que sé, es que vale mucho. Y cuando te digo mucho, es realmente mucho. Muchos lo han buscado y nadie lo logró encontrar.
Los de hombres caminaban por el vacio perfecto, por el blanco infinito, como trazando el camino. Cada paso era un nuevo monton de cesped, y nuevas piedras, y arboles. A medida que los dos caminaban se iba generando un mundo perfecto, un mundo solamente imaginable, en el cual desarrollaba su sueño.
-¿Y como lo has obtenido tu? Un simple ladrón como tu, sería difícil que lo obtuviera. ¿Tuviste ayuda acaso? ¿Le pagaste a alguien para que muriera por ti?
-Eh.. No, almenos no tan abrupto como lo mencionas. Mira, ¿Ya te conté que fui un Jedi, verdad? Muy bien. Habiendo sido un Jedi, conocí a mucha gente que podría llamársele ahora.. Importante. En alguna parte de mi búsqueda, descubrí que yo por mi cuenta, no podría encontrar el objeto, o por lo menos no sabría hacerlo cuando lo encontrase. De este modo, volviendo a mi hogar, planee una forma más sencilla para mi, almenos al comienzo, de conseguir el Objeto que había buscado, es decir el Holocron. Cuando tuve todos los por menores ajustados, volví al Templo Jedi de mi infancia, para reencontrarme con la gente que había conocido. Allí fue donde todo empezó. Recidí allí, sin entrenarme como Jedi, hasta que me di cuenta de que me habían tomado la suficiente confianza, y un día, por mi cuenta, hablé con el Consejo Jedi para recuperar, utilizando mis habilidades de exploración y las habilidades Jedi de los Jedi,el objeto perdido en el tiempo, el Holocrón de Ajunta pall. Les dije que era una reliquia, que debía permanecer en el Templo, como signo del pasado, y para analizarlo. Así fue, como aceptando lo que decía, se comieron la historia completa, y me dieron acceso a los Archivos del Templo. Por supuesto que estuve custiodado por varios Jedi cada una de las veces que miré los archivos, y que debí contar todo lo que hacía al Consejo, pero finalmente recolecté la suficiente información para buscar el Objeto. Cuando hube avisado al Consejo de esto, asignaron a solo un Jedi a venir conmigo, y ese fue mi antiguo Maestro. Para el momento, ya era viejo, más viejo incluso de lo que yo lo recordaba, pero cuando era Joven, el era uno de los mejores en el esgrima, y esa habilidad no se había deteriorado con los Años, era como si siguiera intacta completamente. En fin, pusimos marcha un Martes en la tarde. Viajamos por varios días hasta tocar la superficie del Planeta Korriban. Raramente, y esto solo años después pude deducirlo, mi antiguo Maestro se encontraba fatigado por lo general, y esto se debía al ambiente denso de Korriban. Era como si una sensación, una perturbación más bien, del Lado Oscuro de la Fuerza influyera en su mente a cada momento. Sin embargo, esto no demostraba afectarle en sus habilidades de la fuerza o el esgrima, según pude notar a lo largo del trayecto. Pasamos al cabo, unos pocos días buscando y revisando lugares en el gran planeta, y no fue fácil. El planeta estaba lleno de seres Oscuros, y eso había sido algo de lo que nosotros nos habíamos notificado incluso antes de empezar el viaje. Cada paso podía significar en aquel momento, un paso a la muerte. Debimos ser sigilosos, caminar con cuidado, y marcar las áreas ya exploradas. Además, traiamos varios mapas que habíamos tomado del Templo, y que nos ayudaban a encontrar las áreas menos pobladas del planeta para residir. Como medio de transporte, habíamos traído en nuestra no tan grande nave dos deslizadores, de los buenos, que nos permitían desplazarnos a gran velocidad y alcanzar a explorar más lugares lo más rápido posible. Logramos, al fin y al cabo, llevar a cabo nuestra misión sin toparnos en todo nuestro trayecto con un solo Sith. Pues bien, un día, a plena luz de la tarde, nos encontramos ante nuestros ojos la tumba del gran Ajunta Pall. Yacía ahí, totalmente esplendida, perdida en el tiempo. Nos tomó cuestión de un día entero abrirla, para más tarde internarnos en los Pasillos de su gran tumba. Costó pues, el era Jedi y yo un simple ex Jedi. Cuando logramos internarnos, fuimos atacados en un principio por pequeñas pero peligrosas bestias que custodiaban la entrada a un pasillo. Años más tarde, descubrí que estas pequeñas criaturas voladoras eran nada más y nada menos que Crias de Tuk’ata, unos reptiles voladores, que cuando crecen alcanzan un buen tamaño, y que son bastante poderosos. Incluso Exar Kun tuvo problemas con ellos en algún momento de su vida. En fin, estuvimos un buen rato ahí atrapados. El maestro hizo la mayor parte del trabajo, como siempre, y mato a la mayor cantidad que le fue posible. Yo por mi parte, inexperto, logre matar dos a disparos, y con suerte, que se acercaban a mi. Cuando hubimos visto a cada una de esas cosas en el suelo, y con algún que otro corte o disparo, nos relajamos un poco. Habiendo pasado el primer obstáculo, nos internamos en otra serie de pasillos, en la que encontramos todo tipo de trampas, pero en las que no caimos ni una sola vez. Al cabo de unas cuantas horas, llegamos a la zona central, donde estaba el sarcófago, o almenos eso pensamos. En cuanto entramos en la habitación, unos pocos soldados de piedra, como por arte de mágia, empezaron a atacarnos. Estaba perplejo, no sabía que hacer, y aquellos soldados me acobardaban incluso más que las pequeñas criaturas que ya habíamos superado. Corrí y me escondí por el miedo. Mi ex maestro luchó con ellos unos pocos minutos. Te seré sincero, no le fue tan fácil como te lo relato. Todos lo atacaban a la vez, serían cinco de ellos, mientras yo, detrás de algún lado en la oscuridad, alcanzaba a ayudar disparando un poco. Mató a los dos primeros rápida y consecutivamente, y la piedra calló al suelo, convirtiéndose rápidamente en polvo y dejando escapar una brillante luz. El tercero de ellos, logró alcanzarle a dar un corte en la pierna, pero el Jedi, reaccionando rápido, lo decapitó antes de que pudiera sacar la pose en la que se había estirado para atacar. El cuarto no fue problema alguno, sino el Quinto de ellos. Hubo una gran lucha entre ellos dos, la más larga de las cinco que ya había tenido. Siempre pensé que el último fue el que más le costó pues ya se veía fatigado, luego de haber echo todo lo que había echo en esa Tumba ese día. Finalmente, logró destruir al último, pero no antes sin recibir una herida a cambio. Un fuerte corte le había perforado el abdomen, y junto al otro que ya tenía en la pierna, calló al suelo, desde donde logró acabar mediante la fuerza al último de los Soldados. Se levantó lentamente, poniendo algunos getos de dolor y apretando la zona herida, y dijo que seguiría por el Holocrón. Abrimos la tumba con facilidad, no lo dudo, y para nuestra sorpresa, no encontramos nada. No había cuerpo, no había sable, no había holocrón, no había nada. Rápidamente nuestra moral cayó bajo y fue cuando yo me puse loco. Empecé a gritar, a golpear todo, rompí algunas cosas que habían en la sala, y demás. Mi compañero Jedi me intentó parar, y fue cuando yo, furioso, lo empuje fuertemente hacia atrás, aprovechándome de las desventajas que se presentaban para el, debido a las luchas pasadas. Cayó contra un muro fuertemente, el cual se tambaleo un poco, y debido a los años, se derrumbo en parte sobre el Jedi. Cuando el polvo se disipó, logré ver a mi antiguo maestro, tapado de la cintura para abajo por escombros, inmóvil, pero vivo. Me preocupé, pero no tanto como por lo que yacía en el agujero que se había formado en la pared. Allí mismo, en el agujero, se hizo notar un pequeño artefacto azul, que esperaba ser abierto, y encendido mediante una mecha en fuego. Tomé un pequeño mechero que traia, y acercándome a el, pasando sobre el Jedi agonizante, encendí la mecha. El artefacto se metió dentro de una pared, y rápidamente gritas en la pared se empezaron a encender con fuego, que a medida que recorría la pared se iba transformando en fuego azul. Las llamas terminaban todas en un mismo lugar, lo que parecía una imagen, de un hombre con un sable. Me di cuenta de que era una placa de presión, que podía ser empujada para obtener un resultado, y empujándola, se abrió ante mi, una pequeña jaula azul, que contenía algo adentro, visible por entre los barrotes. Allí estaba, el pequeño objeto triangular, el Holocrón de Ajunta Pall. Me acerque al Jedi, y tome su sable láser, con el que corté los barrotes de la celda. Me hice con el Holocrón rápidamente y lo miré por unos minutos. Más tarde, lo guardé en una bolsa, y lo puse en mi mochila. Volví hacia el Jedi, no lo podía dejar ahí, además que indefenso no me haría nada. Estuve media hora quitando los escombros de encima de sus piernas, y luego, lo empecé a arrastrar hasta la salida. Cuando llegamos, registré sus ropajes para ver que tenía. Encontré un pequeño libro de diferentes idiomas, escrito a mano para mi sorpresa, y además una pequeña foto. Esta la di vuelta, y me notifiqué de que decía algo del otro lado, lo leí: “Para mi Maestro, para que no me lleve solo en la fuerza. Sylvar Tii.”. Era una foto de su aprendiz, quien seguramente hacía tiempo lo estaba esperando en el Templo Jedi. Una ola de angustia me asotó, pero luego recordé el Holocrón. Subí a la nave que el Templo nos había prestado,y tomé un receptor, que encendí y dejé en el pecho del todavía vivo Maestro Jedi. Antes de partir, tomé su cuerpo y lo escondí en el lugar menos inhóspito del planeta ,cuestión de que pudiera durar algunos días sin ser encontrado. Además, dejé comida y agua, por si despertaba y no podía moverse. No olvidé, tampoco, dejar el Kit-Medico, para que cuando volviera en sí, pudiera sanar las heridas que tanto le habían debilitado. Cuando hube terminado de preparar todo para que este sobreviviera, me fui en la nave, habiendo tomado el libro, la foto y el holocrón.
Seguían hablando, y seguían caminando. Caminaban y atravesaban puentes, prados, junglas, y bosques, todo al alcance de la imaginación. Cada tanto uno lanzaba un gesto con la mano, cada tanto el otro hacía una mueca. Eras dos hombres en el infinito.
-¿Eso es todo? ¿Qué pasó con el Jedi? ¿Lo dejaste allí, sin más? ¿Sin remordimiento?
-Así es, como cualquier animal en este mundo.- Una serie de poblados se abrían frente a sus ojos, en el intenso blanco infinito.- Pero luego de algunos cuantos años, empecé a reflexionar. Me enteré de que el Jedi había sobrevivido, y que solo había tenido que sufrir algunas operaciones en sus miembros inferiores y en el abdomen, y además sufrir de unos intensos entrenamientos para retomar su habilidad.
-Y.. a todo esto... ¿Por qué has venido aquí?
-Me enteré hace poco de dos cosas. La primera es que el Maestro Jedi acaba de morir, por muerte natural. Tenía ya una buena cantidad de años. Esto me hizo pensar en un principio, es decir, el Holocrón es tan magnifico, que nunca lo vendí. Lo conservé siempre en mi casa, bien guardado, sin contarle a nadie. Lo segundo, es que me avisaron que una Empresa se apoderó de mi secreto, y me empezó a buscar para encontrar el Holocrón, y venderlo. La misma Empresa, es la que ha mandado a los Guerrilleros que ahora mismo me están buscando, y que hace rato me estaban persiguiendo.
-No me responde. ¿Por qué has venido aquí?
-Para entregarle lo que no es mio, al Aprendiz del Maestro Jedi. La foto, el holocrón y el Libro. Almenos esa era la idea, ahora será difícil ser encontrado supongo, y moriré sin ver a Sylvar Tii. Pero esto es lo que merezco después de todo.>>
Ante los ojos de ambos, en el denso blanco del mundo, se generó una imagen. Una imagen que demostraba un pasado de pecados y un futuro de esperanza. La vivida imagen de aquel Maestro Jedi, esborzado como un heroe, dentro de la memoria. A su rededor, solo se genero un mar de angustia y disgusto, que acabo por comprobar una cosa: La redención.
<<-No, lo has logrado, Ron. Lo has logrado. Siento la Luz en ti.>>
El blanco, las cascadas, los bosques, la imagen, el viejo, todo desapareció luego de una densa ola de luz blanca cegadora, como la que ya había sufrido minutos atrás. El ladrón apareció en el medio del lodo nuevamente. Miró la mochila en el borde. Aun estaba allí. El lodo estaba a la alturza de su boca, la cual mantenía cerrada para evitar que el lodo entrase. Miro su reloj una vez más, el cual marcaba las 3:33. Cerró el puño fuertemente y apretó el objeto hasta que escucho un pequeño sonido. Abrió la mano, la cual tenía ensangrentada por pequeños pedazos de vidrios cortantes, y vio el reloj. Inerte en su mano, destruido, y la hora parada. Quería que aquel que lo encontrase supiera la hora exacta de su muerte. Hizo fuerza con la mano, y lo arrojó lo más lejos que pudo, en dirección a su mochila. El lodo le tocó la nariz, y se hundió cada vez más rápido. Su cabeza casi se perdió en el barro cuando logró escuchar algo, una voz que pareció real:
<<-Adiós, mi aprendiz.>>
La cabeza terminó de hundirse, y el cuerpo quedo allí, sepultado por la naturaleza. Habiendo muerto como nació, siendo el mismo que había sido en su juventud, recordando su pasado, y riendo ante los momentos de su vida. Murió con una sonrisa en el rostro.
-3:33, Maestro, 3:33.
3:33
2:26 Pm - Glee Anselm
Arrojado en el frio lodo de lo que parecía la última trampa mortal que se toparía, hizo presión hacia arriba, y logró extraer lo que formaba un pequeño objeto cuadrado. Una tapa de metal fino y tallado recorría la superficie del artilugio, y le daba un detalle de sutileza casi perfecta. Se llevó el artefacto a los dientes, y haciendo empuje hacia afuera, arranco la tan bien manufacturada tapa de metal, para luego alejarla un poco de su cara, y concentrar su vista en lo que parecía un panel pequeño de vidrio grueso.
-3:26. Está por llegar.- Pensó un momento y volvió a ver el Reloj.
<<-¿Enserio pretendes morir así? ¿Sin una pizca de dignidad?- Preguntó el viejo y quedo pensante.
-No, no tengo intención de seguir con esto.- Respondió a la dramática figura de su mente.>>
No tenía nada más que hacer, más que pensar, o que esperar. Tarde o temprano cedería a la voz de su subconciente, la voz que su mente atormentaba. No tenía nada más que hacer. Estaba perdido, y pensaba. En algún lugar de la remota Jungla, hombres con trajes verdes y marrones corrían de aquí a allá, con la intención de encontrarlo, y matarlo, y robarle su objeto. No recibirían un no como respuesta, solo querían su paga, para tomar otro trabaja, y en forma de circulo viscioso seguir con su cometido en la vida. Alguna vez el se había parecido a ellos.
<<-Ábrete paso a la Luz, nunca es tarde. Déjame explorar tu mente, déjame llevarte por tu último camino.>>
Sintió como la masa del profundo lodo iba tragando cada parte de su cuerpo, dándole una muerte lenta. Su cuello estaba tapado hasta la mitad, y la fuerte presión que la masa hacía contra su cuerpo le dificultaba la respiración. Con fuerza volvió a mirar su Reloj. Lo único que podía ver era como pasaba cada segundo, y finalmente, ver el minuto exacto de su muerte.
-3:27. Está por llegar.- Volvió a pensar en su vida.
<<-Nunca es tarde, Ron, nunca es tarde.- Volvió a hablar el viejo, casi torturando su cabeza.- Déjame abrirme y te mostraré el camino.
-¡¿Qué camino viejo?! ¡Dímelo!.
-El camino de la luz. ¿Acaso no me estás escuchando?. Estás muriendo. Quieras o no, en algunos minutos sucederá.>>
Giró su cabeza lo más que pudo, intentando destaparla un poco del frio suelo. Miró al horizonte, limpio, llano, perfecto, que se le presentaba delante. El sol caía como todos los días a la misma hora, dando una radiante onda de luz. Ron había logrado expulsar su mochila hacia el borde del profundo hoyo de lodo, antes de sucumbir casi completamente su cuerpo en el suelo. Sintió algún que otro insecto pasar por su mano. No pudo moverla. Volvió a mirar su Reloj y pensó nuevamente.
-3:28. Esto está tardando.
<<-¿Cómo te metiste ahí en un principio?- Habló el viejo de su mente.- Se acerca.
-Bahh, ¿Enserio quieres oírlo?.
-¿Tengo otra cosa que hacer? Estoy aquí por ti, esperando. A mi los minutos me pasan rápido, para ti cada segundo es una hora. ¿No quieres ganar un poco de tiempo?
-¿Por qué siempre haces lo mismo? ¿Por qué siempre preguntas? Entiendo tu juego, viejo. Te he dicho que lo dejes.>>
<<-Cúentame, solo voy a escucharte. ¿Cómo te metiste ahí?
-Bueno, para empezar, esto es Glee Anselm, la vegetación de densa, uno nunca sabe lo que se puede encontrar aquí. Estaba escapando, intentaron agarrarme, ¿Sabes?. Hay una pequeña guerrilla aquí en Glee Anselm, según tengo entendido se hospeda en un pueblo cerca de aquí. Lo sé, tampoco creía que hubiera pueblos en este Planeta. Pues, han sido enviados para recuperar este artefacto.- Miró su mochila mientras hablaba con su mente-. Maté a dos allí atrás, y logré que me dejaran de seguir, pero cuando de me di cuenta, luego de haber corrido unos cuantos kilómetros, estaba hundiéndome aquí mismo. Mi primera reacción, como la de toda mi vida, fue salvar el objeto. Su valor es más importante.>>
Volvió a mirar su reloj, ahora marcaba las 3:29. Cerro lo ojos un momento y los volvió a abrir. Pasó su lengua por los resecos labios, casi sin lograr efecto de humedecerlos. Logró componer algunos gestos raros con su cara, y se volvió al horizonte que cada vez se asomaba más espléndido. Sintió sus dedos moverse perplejos dentro del denso lodo, y suspiró. Logró inclinar la cabeza y mirar a sus lados. Era raro, ninguna bestia se había asomado.
<<-¿Entonces?- Preguntó el viejo.
-¿Entonces qué? Me preguntaste que pasó, y eso te conté. No hay mucho más. Me deben estar buscando ahora, solo espero estar muerto para cuando suceda. No tienen buena fama estos sujetos ¿Sabes?.
-Falta un minuto. Siempre me ha parecido esplendido esto. Es decir, es increíble la puntualidad de la naturaleza. Vine algunas cuantas veces cuando todavía era algo. Era un planeta muy bello.- Le habló el viejo, intentado distraer su cabeza un momento.>>
Un ruido de poca calidad sonora marcó las 3:30. Perplejo, rápidamente giró su cabeza, no importándole si se lastimara. Fijó su vista en el horizonte, como habiendo esperado aquello por una vida entera. Algunos pocos animales cruzaron su vista en forma de escape, haciendo apenas ruido en el eco de la naturaleza. Como si fuera el último hombre de la tierra, presenció el milagro. Una luz potente cegó sus ojos saliendo del sol. Una onda blanca y fugaz empezó a recorrer velozmente la distancia que existía entre el, y el horizonte. Vio la luz asomarse rápida, decidida. Empezó a llorar, sus ojos estaban dañados por el resplandor, y sin embargo, no era aquello lo que los había humedecido. La luz recorrió todo el trayecto hasta el final, para alcanzarlo. De repente, como si el mundo se hubiera acabado ante sus ojos, se vió a si mismo en un vacio perfecto de blanca infinidad. No había, no existía nada. Solo el, y su mente.
<<-Finalmente estás aquí. Has entrado.- Apareció el viejo de su mente caminando en el blanco.
-¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? ¿Era esto lo que iba a pasar? ¿Estoy muerto?- Preguntaba alterando la cordura de su mente. De repente pensó, y miró hacia abajo, su cuerpo. Empezó a tocarlo de aquí a allá.- ¡Estoy completo! ¡Míralo, estoy completo! … ¿Estoy vivo?
-Estás en ningún lado. Estás en la luz, que reflejará tu vida. Este es el milagro del que te hablaba, esto es lo que te ha esperado toda tu vida, para acabarte finalmente. Esto es lo que iba a pasar, eventualmente. ¿No es la obra más magnifica? Si estás vivo o muerto, eso lo decidirás tu.
-¿Por qué estoy aquí?- Sacó su reloj del bolsillo. La tapa, tallada espléndidamente estaba ahí, perfecta, reluciente, como nueva. La levantó perplejo lentamente, y miró el vidrio una vez más. No existía la hora, su reloj solo mostraba un denso numero elevado al infinito, un numero en el que había trazado la recta de su vida. 3:30.- Enséñame.- Por fín logró comprender.
-Has estado toda tu vida buscando esto, para finalmente, acabar así. Una vida de delitos y pecados, de muertes y disparos. ¿Y de qué te ha servido? ¿Acaso no es esto lo que te esperó toda la vida? Esto solo es un rincón de tu mente, que genera los espacios y lo que alguna vez presenciaste. Pero no solo eso, si no también lo que alguna vez viste correcto. Dime ¿Toda la vida has sido un ladrón?
-No. Alguna vez… fui Jedi ¿Sabes? Fui un Padawan.- Pensó un momento, se concentró y abrió los ojos como habiendo encontrado una verdad.- ¡Espera un momento! Si esto solo es mi mente, entonces tu no existes. Y entonces yo puedo generar la.. la realidad que quiera.- Miró a su costado derecho, un bosque verde se abrió y dejó escapar una cascada resplandeciente. El agua cristalina era un milagro, un milagro que no podía existir.
-Vas por el buen camino, pero te equivocas, Ron. Yo sí existo, pero no físicamente. Yo si existo, pero en tu mente, y en la de todo aquel que me pueda convocar. Yo si existí, pero con otra figura. Ahora mismo solo soy una figura mental tuya, pero logro recorrer tu vida por el pasado, por la historia. ¿De que se trata el objeto?
-Los Jedi, según tengo entendido, lo llaman Holocrón. Se trata de uno Importante, de un tal Ajunta Pall. Lo único que sé, es que vale mucho. Y cuando te digo mucho, es realmente mucho. Muchos lo han buscado y nadie lo logró encontrar.
Los de hombres caminaban por el vacio perfecto, por el blanco infinito, como trazando el camino. Cada paso era un nuevo monton de cesped, y nuevas piedras, y arboles. A medida que los dos caminaban se iba generando un mundo perfecto, un mundo solamente imaginable, en el cual desarrollaba su sueño.
-¿Y como lo has obtenido tu? Un simple ladrón como tu, sería difícil que lo obtuviera. ¿Tuviste ayuda acaso? ¿Le pagaste a alguien para que muriera por ti?
-Eh.. No, almenos no tan abrupto como lo mencionas. Mira, ¿Ya te conté que fui un Jedi, verdad? Muy bien. Habiendo sido un Jedi, conocí a mucha gente que podría llamársele ahora.. Importante. En alguna parte de mi búsqueda, descubrí que yo por mi cuenta, no podría encontrar el objeto, o por lo menos no sabría hacerlo cuando lo encontrase. De este modo, volviendo a mi hogar, planee una forma más sencilla para mi, almenos al comienzo, de conseguir el Objeto que había buscado, es decir el Holocron. Cuando tuve todos los por menores ajustados, volví al Templo Jedi de mi infancia, para reencontrarme con la gente que había conocido. Allí fue donde todo empezó. Recidí allí, sin entrenarme como Jedi, hasta que me di cuenta de que me habían tomado la suficiente confianza, y un día, por mi cuenta, hablé con el Consejo Jedi para recuperar, utilizando mis habilidades de exploración y las habilidades Jedi de los Jedi,el objeto perdido en el tiempo, el Holocrón de Ajunta pall. Les dije que era una reliquia, que debía permanecer en el Templo, como signo del pasado, y para analizarlo. Así fue, como aceptando lo que decía, se comieron la historia completa, y me dieron acceso a los Archivos del Templo. Por supuesto que estuve custiodado por varios Jedi cada una de las veces que miré los archivos, y que debí contar todo lo que hacía al Consejo, pero finalmente recolecté la suficiente información para buscar el Objeto. Cuando hube avisado al Consejo de esto, asignaron a solo un Jedi a venir conmigo, y ese fue mi antiguo Maestro. Para el momento, ya era viejo, más viejo incluso de lo que yo lo recordaba, pero cuando era Joven, el era uno de los mejores en el esgrima, y esa habilidad no se había deteriorado con los Años, era como si siguiera intacta completamente. En fin, pusimos marcha un Martes en la tarde. Viajamos por varios días hasta tocar la superficie del Planeta Korriban. Raramente, y esto solo años después pude deducirlo, mi antiguo Maestro se encontraba fatigado por lo general, y esto se debía al ambiente denso de Korriban. Era como si una sensación, una perturbación más bien, del Lado Oscuro de la Fuerza influyera en su mente a cada momento. Sin embargo, esto no demostraba afectarle en sus habilidades de la fuerza o el esgrima, según pude notar a lo largo del trayecto. Pasamos al cabo, unos pocos días buscando y revisando lugares en el gran planeta, y no fue fácil. El planeta estaba lleno de seres Oscuros, y eso había sido algo de lo que nosotros nos habíamos notificado incluso antes de empezar el viaje. Cada paso podía significar en aquel momento, un paso a la muerte. Debimos ser sigilosos, caminar con cuidado, y marcar las áreas ya exploradas. Además, traiamos varios mapas que habíamos tomado del Templo, y que nos ayudaban a encontrar las áreas menos pobladas del planeta para residir. Como medio de transporte, habíamos traído en nuestra no tan grande nave dos deslizadores, de los buenos, que nos permitían desplazarnos a gran velocidad y alcanzar a explorar más lugares lo más rápido posible. Logramos, al fin y al cabo, llevar a cabo nuestra misión sin toparnos en todo nuestro trayecto con un solo Sith. Pues bien, un día, a plena luz de la tarde, nos encontramos ante nuestros ojos la tumba del gran Ajunta Pall. Yacía ahí, totalmente esplendida, perdida en el tiempo. Nos tomó cuestión de un día entero abrirla, para más tarde internarnos en los Pasillos de su gran tumba. Costó pues, el era Jedi y yo un simple ex Jedi. Cuando logramos internarnos, fuimos atacados en un principio por pequeñas pero peligrosas bestias que custodiaban la entrada a un pasillo. Años más tarde, descubrí que estas pequeñas criaturas voladoras eran nada más y nada menos que Crias de Tuk’ata, unos reptiles voladores, que cuando crecen alcanzan un buen tamaño, y que son bastante poderosos. Incluso Exar Kun tuvo problemas con ellos en algún momento de su vida. En fin, estuvimos un buen rato ahí atrapados. El maestro hizo la mayor parte del trabajo, como siempre, y mato a la mayor cantidad que le fue posible. Yo por mi parte, inexperto, logre matar dos a disparos, y con suerte, que se acercaban a mi. Cuando hubimos visto a cada una de esas cosas en el suelo, y con algún que otro corte o disparo, nos relajamos un poco. Habiendo pasado el primer obstáculo, nos internamos en otra serie de pasillos, en la que encontramos todo tipo de trampas, pero en las que no caimos ni una sola vez. Al cabo de unas cuantas horas, llegamos a la zona central, donde estaba el sarcófago, o almenos eso pensamos. En cuanto entramos en la habitación, unos pocos soldados de piedra, como por arte de mágia, empezaron a atacarnos. Estaba perplejo, no sabía que hacer, y aquellos soldados me acobardaban incluso más que las pequeñas criaturas que ya habíamos superado. Corrí y me escondí por el miedo. Mi ex maestro luchó con ellos unos pocos minutos. Te seré sincero, no le fue tan fácil como te lo relato. Todos lo atacaban a la vez, serían cinco de ellos, mientras yo, detrás de algún lado en la oscuridad, alcanzaba a ayudar disparando un poco. Mató a los dos primeros rápida y consecutivamente, y la piedra calló al suelo, convirtiéndose rápidamente en polvo y dejando escapar una brillante luz. El tercero de ellos, logró alcanzarle a dar un corte en la pierna, pero el Jedi, reaccionando rápido, lo decapitó antes de que pudiera sacar la pose en la que se había estirado para atacar. El cuarto no fue problema alguno, sino el Quinto de ellos. Hubo una gran lucha entre ellos dos, la más larga de las cinco que ya había tenido. Siempre pensé que el último fue el que más le costó pues ya se veía fatigado, luego de haber echo todo lo que había echo en esa Tumba ese día. Finalmente, logró destruir al último, pero no antes sin recibir una herida a cambio. Un fuerte corte le había perforado el abdomen, y junto al otro que ya tenía en la pierna, calló al suelo, desde donde logró acabar mediante la fuerza al último de los Soldados. Se levantó lentamente, poniendo algunos getos de dolor y apretando la zona herida, y dijo que seguiría por el Holocrón. Abrimos la tumba con facilidad, no lo dudo, y para nuestra sorpresa, no encontramos nada. No había cuerpo, no había sable, no había holocrón, no había nada. Rápidamente nuestra moral cayó bajo y fue cuando yo me puse loco. Empecé a gritar, a golpear todo, rompí algunas cosas que habían en la sala, y demás. Mi compañero Jedi me intentó parar, y fue cuando yo, furioso, lo empuje fuertemente hacia atrás, aprovechándome de las desventajas que se presentaban para el, debido a las luchas pasadas. Cayó contra un muro fuertemente, el cual se tambaleo un poco, y debido a los años, se derrumbo en parte sobre el Jedi. Cuando el polvo se disipó, logré ver a mi antiguo maestro, tapado de la cintura para abajo por escombros, inmóvil, pero vivo. Me preocupé, pero no tanto como por lo que yacía en el agujero que se había formado en la pared. Allí mismo, en el agujero, se hizo notar un pequeño artefacto azul, que esperaba ser abierto, y encendido mediante una mecha en fuego. Tomé un pequeño mechero que traia, y acercándome a el, pasando sobre el Jedi agonizante, encendí la mecha. El artefacto se metió dentro de una pared, y rápidamente gritas en la pared se empezaron a encender con fuego, que a medida que recorría la pared se iba transformando en fuego azul. Las llamas terminaban todas en un mismo lugar, lo que parecía una imagen, de un hombre con un sable. Me di cuenta de que era una placa de presión, que podía ser empujada para obtener un resultado, y empujándola, se abrió ante mi, una pequeña jaula azul, que contenía algo adentro, visible por entre los barrotes. Allí estaba, el pequeño objeto triangular, el Holocrón de Ajunta Pall. Me acerque al Jedi, y tome su sable láser, con el que corté los barrotes de la celda. Me hice con el Holocrón rápidamente y lo miré por unos minutos. Más tarde, lo guardé en una bolsa, y lo puse en mi mochila. Volví hacia el Jedi, no lo podía dejar ahí, además que indefenso no me haría nada. Estuve media hora quitando los escombros de encima de sus piernas, y luego, lo empecé a arrastrar hasta la salida. Cuando llegamos, registré sus ropajes para ver que tenía. Encontré un pequeño libro de diferentes idiomas, escrito a mano para mi sorpresa, y además una pequeña foto. Esta la di vuelta, y me notifiqué de que decía algo del otro lado, lo leí: “Para mi Maestro, para que no me lleve solo en la fuerza. Sylvar Tii.”. Era una foto de su aprendiz, quien seguramente hacía tiempo lo estaba esperando en el Templo Jedi. Una ola de angustia me asotó, pero luego recordé el Holocrón. Subí a la nave que el Templo nos había prestado,y tomé un receptor, que encendí y dejé en el pecho del todavía vivo Maestro Jedi. Antes de partir, tomé su cuerpo y lo escondí en el lugar menos inhóspito del planeta ,cuestión de que pudiera durar algunos días sin ser encontrado. Además, dejé comida y agua, por si despertaba y no podía moverse. No olvidé, tampoco, dejar el Kit-Medico, para que cuando volviera en sí, pudiera sanar las heridas que tanto le habían debilitado. Cuando hube terminado de preparar todo para que este sobreviviera, me fui en la nave, habiendo tomado el libro, la foto y el holocrón.
Seguían hablando, y seguían caminando. Caminaban y atravesaban puentes, prados, junglas, y bosques, todo al alcance de la imaginación. Cada tanto uno lanzaba un gesto con la mano, cada tanto el otro hacía una mueca. Eras dos hombres en el infinito.
-¿Eso es todo? ¿Qué pasó con el Jedi? ¿Lo dejaste allí, sin más? ¿Sin remordimiento?
-Así es, como cualquier animal en este mundo.- Una serie de poblados se abrían frente a sus ojos, en el intenso blanco infinito.- Pero luego de algunos cuantos años, empecé a reflexionar. Me enteré de que el Jedi había sobrevivido, y que solo había tenido que sufrir algunas operaciones en sus miembros inferiores y en el abdomen, y además sufrir de unos intensos entrenamientos para retomar su habilidad.
-Y.. a todo esto... ¿Por qué has venido aquí?
-Me enteré hace poco de dos cosas. La primera es que el Maestro Jedi acaba de morir, por muerte natural. Tenía ya una buena cantidad de años. Esto me hizo pensar en un principio, es decir, el Holocrón es tan magnifico, que nunca lo vendí. Lo conservé siempre en mi casa, bien guardado, sin contarle a nadie. Lo segundo, es que me avisaron que una Empresa se apoderó de mi secreto, y me empezó a buscar para encontrar el Holocrón, y venderlo. La misma Empresa, es la que ha mandado a los Guerrilleros que ahora mismo me están buscando, y que hace rato me estaban persiguiendo.
-No me responde. ¿Por qué has venido aquí?
-Para entregarle lo que no es mio, al Aprendiz del Maestro Jedi. La foto, el holocrón y el Libro. Almenos esa era la idea, ahora será difícil ser encontrado supongo, y moriré sin ver a Sylvar Tii. Pero esto es lo que merezco después de todo.>>
Ante los ojos de ambos, en el denso blanco del mundo, se generó una imagen. Una imagen que demostraba un pasado de pecados y un futuro de esperanza. La vivida imagen de aquel Maestro Jedi, esborzado como un heroe, dentro de la memoria. A su rededor, solo se genero un mar de angustia y disgusto, que acabo por comprobar una cosa: La redención.
<<-No, lo has logrado, Ron. Lo has logrado. Siento la Luz en ti.>>
El blanco, las cascadas, los bosques, la imagen, el viejo, todo desapareció luego de una densa ola de luz blanca cegadora, como la que ya había sufrido minutos atrás. El ladrón apareció en el medio del lodo nuevamente. Miró la mochila en el borde. Aun estaba allí. El lodo estaba a la alturza de su boca, la cual mantenía cerrada para evitar que el lodo entrase. Miro su reloj una vez más, el cual marcaba las 3:33. Cerró el puño fuertemente y apretó el objeto hasta que escucho un pequeño sonido. Abrió la mano, la cual tenía ensangrentada por pequeños pedazos de vidrios cortantes, y vio el reloj. Inerte en su mano, destruido, y la hora parada. Quería que aquel que lo encontrase supiera la hora exacta de su muerte. Hizo fuerza con la mano, y lo arrojó lo más lejos que pudo, en dirección a su mochila. El lodo le tocó la nariz, y se hundió cada vez más rápido. Su cabeza casi se perdió en el barro cuando logró escuchar algo, una voz que pareció real:
<<-Adiós, mi aprendiz.>>
La cabeza terminó de hundirse, y el cuerpo quedo allí, sepultado por la naturaleza. Habiendo muerto como nació, siendo el mismo que había sido en su juventud, recordando su pasado, y riendo ante los momentos de su vida. Murió con una sonrisa en el rostro.
8:34 Pm - Glee Anselm
Dos firmes pies caminaban marcando el paso de su ruta en la tierra. Una tela fina y bien cortada, de color verde amarronado tocaba el suelo, rozandolo, y manchandose un poco. Algunas pocas gotas de lluvia caían sobre su cabeza, y seguían su camino hasta tocar el suelo. Fuertes vientos azotaban el cuerpo del caminante y hacían que sus tunicas se elevaran hacia atras, y este tuviera que calmarlas. El clima por la tarde había sido cálido y reconfortante, pero más tarde, algo había ocurrido, había cambiado. La ya sucia suela de los pies, se detuvo frente a lo que parecía un charco de lodo intenso. Su color era oscuro, y pequeñas gotas negras daban vuelta hasta que ,llegando al centro, desaparecian. Una bolsa se encontraba de lado al sujeto, marrón, destruida, inerte. El caminante la vio fijamente, y luego de unos minutos, se agachó estirando la mano derecha, y tomandola desde arriba, para revisarla. La abrió lento pero seguro, y extrajo primero lo que parecía un pequeño libro. Dejó la bolsa en el suelo una vez más, y miró el libro. Parecía una especie de libro de Idiomas, pero el sujeto desconocia sobre la materia. Tomo la bolsa nuevamente, y guardó el libro en sus ropajes. Y metiendo la mano nuevamente, sintió algo pincharle la mano. Sacó la mano, y curioso, la metio de vuelta, sacando lo que parecia un pequeño triangulo tridimencional. Lo inspeccionó. Sabía lo que era, había tenido uno en sus manos tiempo atrás. Dejó la bolsa en el suelo por ultima vez, y sacando de sus túnicas un pequeño trapo suave, envolvió el Objeto. Lo guardó en su túnica, en uno de los multiples bolsillos. Se agachó por última vez, y tomo la bolsa, en la que metió la mano para asegurarse de que no quedaba nada. Para su sorpresa, palpó algo. Haciendo fuerte presión con los dedos, lo sacó y arrojo la bolsa al suelo. Miró lo que había sacado. Tenía el aspecto de una simple foto, pero no lo era. Al analizarla, se vio a si mismo, joven, radiante, y recordandola, la volteó. Fijó rapidamente la vista al otro lado, un poco exsaltado y comprobó que era lo que creía, leyendo una incripción que allí yacía: “Para mi Maestro, para que no me lleve solo en la fuerza. Sylvar Tii.”. Rápidamente, y sin más dudas, recordó a su Maestro, y pensando en el Holocrón, se dio cuenta de a quien habían pertenecido ultimamente esos objetos. Miro por última vez la foto, y dejando caer unas pocas lagrimas, la tiro al lodo, donde se perdio rapidamente. Se dió la vuelta, y casi pisandolo, ojeó en el suelo un Reloj. Se agachó, lo recogió y miró lo que decía. Finalmente, dijo unas palabras, y empezó a caminar, descalzo, hacia el Templo Jedi que en ese planeta recidia:-3:33, Maestro, 3:33.
Fin.
Última edición por Conf el Lun Jul 28, 2014 5:56 am, editado 3 veces
Rediable- Mensajes : 1701
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 31
Re: [Roleo de Glee Anselm] 3:33
No se pueden obtener elementos de SW hasta nuevo aviso. Si hablas de esfuerzo, yo he tenido tu esfuerzo 999999 veces más grande por la cantidad de objetos que tenía en mi ficha. No me importan las quejas, no me importa que te hayas esforzado y si así fuera, no voy a aceptar un roleo viejo. Tendrías que hacer uno nuevo pero no es el caso, porque yo también resubiría todos mis roleos. Aquí nadie es especial.
PD: A petición del señor, lo abro. Disfruten del roleo, es bueno.
PD: A petición del señor, lo abro. Disfruten del roleo, es bueno.
Invitado- Invitado
Re: [Roleo de Glee Anselm] 3:33
Gracias por volver abrirlo, a lo mejor me excedí un poco con lo que te dije por mp pero estaba bastante enojado, de igual forma disculpas por eso.
Rediable- Mensajes : 1701
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 31
Re: [Roleo de Glee Anselm] 3:33
No te preocupes, amigo, todos sulfuramos en este juego.
Un saludo y nuevamente buen roleo.
Un saludo y nuevamente buen roleo.
Invitado- Invitado
Re: [Roleo de Glee Anselm] 3:33
Me gusto el roleo, interesante y entretenido nada mas que decir.
Tlests- Mensajes : 418
Fecha de inscripción : 18/09/2011
Re: [Roleo de Glee Anselm] 3:33
Para estos casos quisiera que existiera el botón "Me gusta"
Me atrajo mucho la historia, sigue así.
Me atrajo mucho la historia, sigue así.
Arukl- Mensajes : 464
Fecha de inscripción : 01/10/2011
Edad : 25
Localización : Perú, Lima.
Re: [Roleo de Glee Anselm] 3:33
Creo que aún me cuesta entenderlo a la perfección como bien me has dicho en habbo jajaja. Me recordó al comienzo a la serie 24 cuando pasan los minutos.
Me ha encantado partle, espero sigas narrando más seguido.
Me ha encantado partle, espero sigas narrando más seguido.
Invitado- Invitado
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