Habbo Wars
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Mensaje por Vozher Mar Ene 28, 2014 11:01 pm

Ahânin


-Una vista hermosa, sin duda -admitió su compañero Thonn, mirando el sol abriéndose paso entre las heladas montañas de Hoth-. Pero debemos apurarnos. Ya saben nuestra misión, y entre mas rápido la cumplamos, mejor. Andando -ordenó, y el padawan junto al pequeño pelotón clon que los seguía, obedecieron al instante-.

Sin más contemplación continuaron recorriendo el estrecho camino de piedra que, según decían exploradores que habían llegado noches atrás, conducía a las mismísimas puertas del Campamento Sith que debían destruir. Aquella misión de volar por los aires el asentamiento era vital, sino las fuerzas del Bogan y del Ashla se enfrentarían en una encarnizada batalla, y el derramamiento de sangre sería inevitable. Era justamente lo que el maestro jedi a cargo quería evitar.

Las piedras, hundidas en la nieve, encajaban curiosamente unas con otras; Dwomutt Ahânin supuso que el camino había sido obra de vida inteligente, y no mera coincidencia. Mientras observaba el camino, se dio cuenta de otra cosa; una tormenta de nieve comenzaba a levantarse, pues aquellas ventiscas no eran como las que habían sentido días atrás. El clima comenzaba a alterarse, Dwomutt lo había previsto.

Extraña y repentinamente Thonn llevó una de sus manos a su cintura. En un abrir y cerrar de ojos, sostenía un sable láser encendido, y los soldados republicanos que los acompañaban habían desaparecido, quizás por la neblina. Cuando el padawan comprendió lo que sucedía, su instinto habría hecho que se lanzara al bosque y se cubriera con uno de los numerosos árboles, sin embargo se quedó allí, mirando fijamente a la pareja de imperiales que registraban el camino un poco mas allá. Sintió un tirón de su túnica que indicaba que debía esconderse junto al caballero.

Dwomutt Ahânin no recordaba haber tomado el sable, ni tampoco haber corrido en dirección a los soldados. Cuando por fin recuperó la consciencia, se encontró a medio camino de los soldados que hacían su recorrido diario. Muchos pensamientos pasaron por su mente; una voz le decía que tenía que parar y esconderse, y otra, que dejara la cobardía a un lado y se enfrentase a los soldados, pero siguió avanzando.

Se encontró pues a metros del primer soldado. Esquivó uno de los disparos; deflectó otro, y para ese entonces debía de frenarse, sin embargo saltó por encima del imperial, cuyo cuerpo cayó hacia atrás cuando Dwomutt cargó su peso contra la cabeza del soldado. Sorprendido de sus propios actos, el padawan aterrizó en los adoquines con el pie derecho casi hundido en la cabeza de su contrincante. Cuando se aseguró de que el imperial no se levantaría de nuevo en el suelo, recordó que le faltaba otro. Se giró hacia atrás y vio entonces el cuerpo del segundo con un haz verde atravesado por el pecho.

-Muy bue... -dijo el padawan, pero se vio interrumpido repentinamente por la rabia del caballero-.

-¿Sabes lo que hiciste? -habló con una voz que estaba cerca del grito-. Si no hubiera sido por la niebla, los soldados hubieran avisado al campamento, y ahora tendríamos medio ejército encima. -Después de unos segundos, los soldados republicanos se reagruparon con los portadores de la Fuerza-. Sigamos. La puerta debe estar cerca.

Llegó un punto en que el camino de piedra quedaba sepultado bajo la nieve, lo que dificultó el avance del pelotón, sin embargo después de avanzar a ciegas volvieron a sentir la dureza de las rocas bajo sus pies. Cada vez sentían mas frío, y los árboles habían desaparecido para dejar blancos senderos que se extendían hasta donde no alcanzaba la vista. Si era cierto lo que decían los jóvenes exploradores Jedi, el campamento estaba cerca.

Finalmente, tras caminar media hora (supuso Dwomutt), las puertas del campamento se alzaron ante ellos, imponentes. Lo primero que hicieron fue esconderse en unas grandes rocas que habían allí. Una vez estuvieron todos ocultos, el comunicador del capitán de los soldados emitió un sonido que indicaba una llamada.

-Capitán -dijo el soldado que se comunicaba con él-, me he dado cuenta de que el campamento rodea una antigua base clon. Por eso el camino de piedra. Lord Solous se ubica ahí, en el centro de todo, así que será difícil llegar hasta allí, si ese es vuestro objetivo. Hasta ahora no he encontrado ninguna otra entrada o salida, y Solous ha redoblado la guardia en los exteriores del campamento. Si...

-Espera, X-122 -interrumpió el capitán-. Ve a la entrada principal. Toma nuestra bolsa y... ya sabrás que hacer. -Cortó la llamada y guardó el comunicador en el cinturón de su armadura-. Váyanse, ahora. Si ese tal Solous se entera de lo que han venido a hacer, les aseguro que los matará...

-¿Y tú? Solo déjale la bolsa a la entrada y nos vamos todos -se opuso el joven caballero-.

-No me arriesgaré a que otro nos quite los explosivos. Ahora, tienen una última oportunidad antes de que vengan los imperiales y los cojan.

-No. Recuerda tu posición y la mía, capitán -dijo Thonn-.

-Y tú recuerdas donde estás ahora. Si es que no puedes acordarte, estamos a las puertas de un campamento en el cual es casi imposible entrar si no es por aquí. -Señaló el portón-. Vete, ant...

El chirrido de las grandes puertas de hierro abrirse ahogó su voz. Uno, dos, tres... Pronto, Ahânin perdió la cuenta de los soldados que habían salido, todos armados y apuntando a los Jedi, cuya misión había tomado un drástico rumbo.

-Vaya, vaya. Los jedi vienen a atacarnos -pronunció un hombre rodeado de otro tipo de soldados, cuyas armas eran mas grandes-.

Un sujeto de distinguida armadura y una voz cuyo tono admitía que era el oficial al mando se abrió paso entre los soldados que mantenían a raya a los jedi, los cuales se habían quedado atónitos ante la repentina aparición de tal escuadrón. Se acercó al caballero a pasos lentos, saboreando el éxito al haberlos frenado. Cuando se quedó al lado de la bolsa (que Ahânin había dejado caer pensando en que la llevaría el infiltrado), a Dwomutt casi se le detiene el corazón.   

-Y bueno, ¿que es esto? -preguntó el comandante imperial, que al fin había fijado la atención en el saco. Se agachó un poco para recogerla, y cuando miró lo que había dentro, Dwomutt supo que su plan había fallado-. Explosivos. -Tomó uno y lo alzó para que todos pudieran verlo-. Ya veo, querían darnos esto a cambio de buen trato. O... ¿querían ocuparlos con otro fin? -Soltó una risa, fingida-. Llévenlos donde Lord Solous. Yo guardaré estos juguetes... je je.

El padawan había pensado que la tienda de el lord de los sith era la mas lujosa. Otra vez, se equivocaba; había una sola cama y nada mas, exceptuando las paredes de las cuales colgaban sables de todo tipo. Y el tal Lord Solous... de nuevo se había equivocado cuando lo vio. Flaco y alto, con la piel pálida y unos ojos negros. Un aspecto extraño, pero temible.

-Han venido aquí con la misión de destruir mi campamento -dijo finalmente, con una voz tan baja que había que hacer esfuerzos para oírla-. Ese estúpido maestro jedi... solo los envía a morir, producto de su miedo frente a la perspectiva de enfrentarse a nosotros en campo abierto. Espero que no planeen volver a los brazos de un cobarde que sabe que perderá. Si es que es así, morirán ahora. Una ejecución dolorosa al intentar matarnos de esta manera.

>> Pero si no, lucharán conmigo contra los patéticos Jedi. Pero claro, para esto deberán pasar unas pruebas que me demostrarán que no son traidores. La decisión queda en vuestras manos.

Hubieron instantes de silencio los cuales Ahânin aprovechó para reflexionar. No quería dañar a sus compañeros, pero no tenía otra opción. Intentar librarse de aquellas esposas era muy difícil, casi imposible; no hablemos ya de escapar de Lord Solous y de luego burlar al campamento. Lo único que podía hacer era traicionar. A no ser... De pronto, Dwomutt sintió un leve codazo en su brazo izquierdo. Cuando se volvió, el caballero lo miraba directamente a los ojos, una mirada triste.

-Yo lucharé contigo -dijo el padawan cuando hubo comprendido lo que significaba aquello-.

-Muy bien -respondió Lord Solous. Seguidamente, cortó las esposas del padawan-. ¿Alguien mas desea vivir?

Nadie respondió.

-Tienen un momento para decidirlo. Les dejaré a solas si es que así se sienten mas cómodos.

Antes de que alguien pudiera decir algo, la alta y pálida figura del lord había salido de la tienda. A solas con sus compañeros, Dwomutt fue el primero en proponer la rendición ante los sith y una huida cuando estuvieran en plena batalla.

-Sabemos que es lo que pasará. El choque es inminente -susurró en un intento de convencer a sus compañeros, pero estos últimos seguían mirándose entre ellos, nerviosos y sin saber como actuar en esas complicadas circunstancias-. Uno de los planes que podríamos hacer es matar antes de la batalla a ese lord de los sith. Si muere él, se deberá escoger un nuevo líder, y les aseguro que no se demorarán un día; los sith no escogen a sus líderes con tanta facilidad. Este es el plan cuyo tiempo será suficiente para que el ejército jedi se recomponga y hayan nuevas estrategias que nos beneficien, pero todos sabemos que es un suicidio.  

>> Lo otro que podemos hacer, lo mas seguro y fácil, es traicionar en medio de la batalla. En ese momento, en el que cada uno se preocupa de sí mismo y nadie mas, es casi imposible que alguien esté pendiente de un grupo de prisioneros. Les puedo asegurar que si, somos rápidos, llegaremos vivos con nuestros compañeros y volveremos a luchar. Sin duda, lo mas seguro, pero a la vez, lo mas inútil. Seis soldados, un padawan y un caballero no iguala la cantidad de imperiales y sith que ahora mismo nos rodean.

>> Esas son las dos opciones que podemos tomar. Morir como héroes o vivir un rato mas con el sable láser en la mano. Yo opto por vivir un poco mas. Puede que perdamos la batalla, pero también existe la posibilidad de que alcancemos a huir. Si...

-Te olvidas de algo, Ahânin -lo interrumpió el caballero jedi-. Solous dijo que tenemos que pasar unas pruebas si queremos unirnos a él. ¿Y si nos hace esperar un tiempo mas y nos deja aquí? ¿Y si verdaderamente caemos al lado oscuro?

-No lo haremos -aseguró el padawan, testarudo-.

-¿Y si te hace matar a un anciano o... a un bebé? ¿Cerrarás los ojos y clavarás el sable? ¿Crees que su prueba será prometerle que no le traicionarás?

Se quedó sin palabras. No lo había pensado de ese modo. Las pruebas... fueran las que fueran, tendría que pasarlas si es que quería seguir viviendo y ayudar a la República, pero aquello era aborrecible para cualquiera. Mucho mas para un jedi.

-Thonn, yo...

-¿Han tomado la decisión ya?. -Una silueta oscura había irrumpido la estancia. Una ráfaga de viento frío había entrado cuando Lord Solous se deslizó hacia adentro, con la larga túnica rozando el suelo-. Es suficiente tiempo. Marcharemos

Un poco de mas tiempo, habría querido Ahânin. Si el ejército jedi llegaba antes a las puertas del campamento mientras los jedi aun estuvieran vivos, se formaría un nuevo plan; esconderse allí mismo, en algún lugar del campamento. Pero sabía que eso no era posible. Por fin, Lord Solous atrajo el sable láser y se lo tendió al padawan.

-Les he dado tiempo para decidir, y por lo que veo, siguen negándose. Mátalos. -Esta última palabra la pronunció con agresividad, la adrenalina subiendo por sus venas producía aquello-. Mátalos, ahora, o morirás tu también.

-No. Me niego.

Encendió el sable láser y lanzó una estocada a la cabeza del sith. Solo le bastó un paso hacia atrás para esquivarla. La mano del lord . como un relámpago, de repente estaba aferrada con una fuerza sorprendente a la muñeca del padawan, amenazando con quebrarla al mas mínimo intento de librarse.

Ahânin recibió un fuerte rodillazo en sus costillas, y luego, un golpe en el rostro que lo cegó durante unos segundos. Cuando recuperó la visión, Lord Solous lo tenía agarrado con firmeza del cuello, con unos dedos que se hundían en la piel sin piedad, lo que provocó que después de unos momentos comenzara a quedarse sin aire. En un vano intento de librarse, Ahânin pataleó y golpeó el rostro del sith, pero este recibía los impactos sin inmutarse.

-Espero que esto te sirva de ejemplo para el que me traicione -dijo a los Jedi restantes mientras alzaba el sable láser para clavarlo entre los ojos del joven-.

Por un momento, Ahânin no escuchó su baja voz, ni tampoco sintió el sable. Lo único que escuchó fue un aullido grave, como el rugido de una gran bestia con furia, pero instantes después se convirtió en algo mayor, en un sonido tan profundo y fuerte que rozaba lo insoportable. Su cuerpo retumbaba, y no tuvo mas remedio que llevarse las manos a las orejas para ver si cesaba de una vez. Por un momento, se había olvidado de todo, de que estaba a un paso de morir, en la misma tienda que un lord sith con un sable láser a punto de asesinarlo.

Tomó con fuerza el brazo del sith e intentó apartarlo para librar su cuello. Mientras el sonido iba disminuyendo, los dedos fueron resbalando, hasta que por fin Ahânin quedó libre y pudo tomar una gratificante bocanada de aire. Volvió a concentrarse en su rival. Cerró la mano y lo lanzó con todas sus fuerzas a la nariz de Solous. Sintió como el hueso se torcía levemente bajo el puño, y después como la calidez de la sangre recorría sus nudillos. Alzó una de sus manos a la altura del pecho de su contrincante, pero cuando intentó empujarlo con la Fuerza, no sucedió nada.

Fue entonces cuando un soldado entró, jadeando.

-¡Mi Lord! -gritó, mientras intentaba recuperar el aire-. Han llegado. Están a nuestras puertas. -A pesar de que Solous no sonrió, Dwomutt vio una extraña satisfacción en su pálido rostro-.

-Excelente. Dile que me espere. Estaré allí en un minuto -fue su respuesta-.

Avanzó unos pasos hacia el padawan, pero en vez de clavarle el sable láser, lo agarró por la nuca y caminó con el hacia las afueras. Sintió las frías ráfagas de aire helado, no obstante lo que le hizo tiritar fue la nieve cuando comenzó a alzarse y a posarse en su piel, provocándole un frío como ni había sentido los anteriores días con los jedi.

La nieve comienza a levantarse con el viento helado, pensó mientras avanzaba con la mano de Lord Solous sujetándolo con fuerza, lo que hizo apagar las ilusiones que tenía con escapar. Los Jedi estaban a fuera, sí, pero no podría huir a juntarse con ellos, ni tampoco esconderse en alguna tienda apartada que hubiera dentro del campamento. Se preguntó que era lo que pasaría a continuación. Lo que menos quería era una batalla; morirían sus compañeros y él, además de que el ejército de Taris perdería gran parte de su poder y gente, y una batalla mas ganada se sumaría al historial de Solous.

Mientras avanzaban por entre medio del campamento, Ahânin se dedicó a observar. Los imperiales cogían sus armas y se ponían las armaduras; los comandantes, gritaban órdenes y motivaban a sus soldados a dar la vida por el Imperio al cual habían servido toda su vida. Los sith mas jóvenes, notablemente apartados de los imperiales, se veían ansiosos ante la perspectiva de probar sangre por primera vez en un campo de batalla. Los mas curtidos en este arte, reían confiados de la victoria que venía.

Pero, Lord Solous, cuyo historial Ahânin imaginó que era impecable, no reía ni se emocionaba. Avanzaba con el rostro inexpresivo, apenas prestando atención del caos que reinaba en aquellos momentos dentro de su propio campamento. Ahânin sabía él era un tanto extraño. No poseía la ira que caracterizaba a los sith, y su rabia siempre había sido tan fría que Dwomutt la había llegado a confundir con piedad. Pero estaba obviamente equivocado, Lord Solous se había encargado de demostrárselo en la tienda cuando había intentado clavarle un sable láser en el cráneo.

Cuando llegaron a las puertas, Lord Solous se detuvo. El ejército se había reunido a sus espaldas; soldados, comandantes, aprendices sith, oscuros caballeros... Todos con una característica en común; la sed de sangre. El lord sith se había encargado de escoger a cada uno para llevarlo a sus campañas militares, Dwomutt Ahânin estaba seguro. Por fin, las puertas se abrieron, y los gritos de ambos bandos se alzaron hacia el cielo como uno solo.

El grito de guerra jedi fue disminuyendo cuando, el anciano y hábil maestro jedi cuya blanca barba le llegaba hasta la cintura alzó una mano. Lo mismo ocurrió cuando el lord sith repitió el gesto.

-¡SOLOUS! -exclamó con una voz impropia de su edad, cuando los últimos murmullos se iban apagando para dejar paso al susurro del viento-. Resolvamos esto los dos. No hace falta que mis muchachos ni los tuyos mueran.

-Sería una cobardía que te enfrentes sólo a mi, viejo -dijo él... y las risas y susurros se alzaron durante unos momentos, aunque después volvieron al silencio-.

-No me subestimes por mi apariencia. Sabes de sobre quien soy, y que he llegado a hacer cuando era mas joven.

Ahânin vio a una docena de hombres que, en vez de sables, llevaban largas trompetas de guerra. La razón de la discordia que había generado aquel sonido en los interiores del campamento. Yo debería estar ahí, pero en vez de una trompeta debería llevar mi sable. Cuantas ganas habría tenido.

-Unas cuantas victorias en Yavin IV y un asedio en Kro Var. Lo que yo logro en una semana. -Esperó unos segundos-. En fin, no he salido aquí a discutir quien ha tenido mas victorias, sino a darles una oportunidad única. Piedad. -Era evidente que aquella palabra no le salía fácil, la había pronunciado en un susurro-. Piedad para todos los que decidan abrazar el Lado Oscuro.

-No caerán en tu sucio juego, Solous. Ahora, dime. ¿Aceptarás mi duelo?

Su respuesta fue encender su sable láser; uno diferente al que le había entregado en la tienda al padawan, cuyo haz de luz había sido tan rojo como la sangre. En cambio, el que ondeaba en ese instante, era de un negro tan profundo similar a la noche, y parecía hacerse uno con el viento cuando Lord Solous lo ondeaba.

Mientras tanto, el anciano maestro se acariciaba la larga barba, repasando con suma atención los movimientos de su nuevo contrincante. Tan inmóvil como una estatua, lo único que se movían eran sus ojos. Llevaba unas túnicas café delgadas que revoloteaban cada vez que una ráfaga de viento golpeaba aquel huesudo y desgastado cuerpo. En una ocasión, las túnicas se levantaron hasta que dejaron a la vista una armadura grisáeca que no protegería el beso de un sable láser, pero sí el frío.

Diez metros los separaban; el avance del sith era rápido, era notoria la prisa que tenía por acabar con él. Mientras que el jedi se mantenía inmóvil, con aquellos ojos café fijados únicamente en el sable láser que cada vez se movía mas deprisa. La espada de luz negra se volvió un borrón descendente. El anciano jedi lo esquivó con una rapidez impropia de su edad, moviéndose a un lado como un rayo. Se mantuvo en calma unos segundos mas, y cuando aquel haz de luz negro volvió a moverse, rodó hacia atrás con agilidad.

A pesar de que llevasen menos de un minuto, Ahânin se descubrió mordiéndose una uña, nervioso. La vida de cientos jedi estaba en las manos de un anciano que no hacía mas que moverse y rodar por el suelo, siempre expectante. Sintió que la comida le subía por la garganta, pero logró contenerse para no vomitar. Gane el que gane, estoy muerto. Miró a su alrededor y vio la mayoría de los rostros con cicatrices o cubiertos con máscaras. Entonces, ¿por qué me preocupo tanto?

Volvió a observar la pelea. Lord Solous atacaba sin piedad; su sable negro no estaba quieto ni un solo momento, siempre moviéndose en dirección al jedi. No tenía indices de cansancio, aunque Ahânin se imaginó que en algún momento tendría que dejar de atacar para tomar aire. Y si tenía suerte, el maestro jedi acabaría con él. Después de todo era una buena técnica en un duelo, pero cuando el sable rozaba el cuerpo del anciano, a Ahânin se le erizaba el vello.

Y entonces, una luz brilló en las manos del anciano, lo que cegó al sith y le dio un segundo de tiempo. Lo aprovechó bien; apenas el sith volvió a ver, el maestro blandía con maestría una katana jedi. En un ataque de ira ante el truco que había realizado, el sith cargó con velocidad. Ambas armas se encontraron; su choque provocó un extraño alivio al padawan. Solous retrocedió un paso cuando tuvo que bloquear una estocada. Luego, otro mas, y luego otro, hasta que se encontró casi huyendo los ataques del jedi.

El maestro no le dio respiro; no iba a detenerse en ese momento. Un golpe tras otro; la katana descendía por encima de su propia cabeza hasta el cráneo pálido del sith, pero su sable láser siempre se alzaba a bloquearlo. Luego, una estocada se dirigía a su estómago y tenía que apartarse. Así, el padawan Dwomutt Ahânin fue retomando las esperanzas, contemplando el complicado baile entre ambas fuerzas.

-El anciano ha ocupado trampa -oyó decir a su espalda, una voz ronca y cargada de furia-. Me da igual quien gane y quien pierda, apenas termine esto los mataré a todos.

De repente, el jedi era el que defendía. Esquivó un corte horizontal que hubiera rajado su estómago si no hubiera retrocedido aquel paso. Y no habría cabeza sobre sus hombros si no se hubiese agachado cuando el sith lanzó un tajo bestial hacia su cuello. No, no, no, no, no... El sable descendió hacia sus piernas, pero la katana le dio alcance en el momento exacto. La katana se alzó mas rápido y rasgó la túnica del sith de un rápido corte.

Y así estuvieron durante minutos que parecieron eternos. Uno atacaba y el otro defendía, un contraataque y el duelo se revertía. La katana rasgaba la tela, y el sable rozaba la piel. La batalla se fue equilibrando poco a poco, hasta que nadie pudo distinguir quien estaba atacando y quien defendiendo.

Hasta que, ambos se alejaron, sudorosos y jadeantes. La túnica negra estaba llena de agujeros y tajos, lo que hizo que el sith se la sacara y la lanzara a la nieve, dejando al descubierto un cuerpo que casi se confundía con la nieve. En cambio, la café estaba intacta, pero la expresión del rostro del maestro era la prueba de que también había recibido lo suyo. Avanzaron de nuevo; esta vez ambos, al mismo ritmo.

El sable y la katana se alzaron en el punto de encuentro, al igual que el cuerpo del maestro jedi y del lord sith. Durante un momento, Ahânin vio a un solo cuerpo aterrizar de pie... y una cabeza llena de pelo blanco rodar por el suelo, marcando su trayectoria con una fina línea roja.

-¡NO! -gritó Ahânin, pero su grito se perdió entre el clamor de los guerreros cuando el lord sith alzó la cabeza del maestro. Los Jedi, aterrorizados y sin un líder que les ordenara, actuaron por iniciativa propia; la mayoría encendieron sus sables láser y otros huyeron.

Llevó la mano a su cinturón con la esperanza de que su sable estuviese allí, pero solo tocó el género de su túnica. Alzó la vista cuando recordó donde estaba. Una ola de jedi cargaban contra la horda de la oscuridad, que comenzaban a agitarse, a gritar y a reír antes de iniciar la batalla. Ahänin iba a correr cuando sintió una mano que se cerraba en su hombro y lo atraía hacia atrás, y luego lo que vio fue la punta de una daga a centímetros de su ojo izquierdo. Alzó ambas manos para intentar hacer fuerza, pero antes de forzejear la daga había desaparecido y podía moverse con libertad.

Se giró. Un reconocido y joven guardián de la Orden Jedi había sacado al sith de encima y cortaba uno de sus brazos para que no volviera a representar una amenaza en batalla. Seguidamente, se volteó hacia el padawan, que buscaba en la nieve algún sable láser que tomar.

-Toma -dijo el guardián cuando le tendió una katana por el mango-. Ve allí, al norte. Ahí están las naves. ¿Conoces las coordenadas de Prakith? -preguntó, a lo que Ahänin asintió-. Pues ve ahí. Rápido, adios.

Después de eso, no recordaba mucho mas. Solo que corrió como nunca había corrido antes; su alrededor parecía borroso y los sables se movían con lentitud que podía pasar entre ellos sin muchos problemas. Le llegaron varias veces extremidades cortadas al cuerpo, el campo de batalla se había convertido en una auténtica cacería sangrienta. En una ocasión miró hacia atrás, pero solo vio los enfrentamientos de sus compañeros contra sus enemigos. Hasta que se fueron convirtiendo en apenas puntos en un fondo blanco...

Se encontró de improvisto contra una de las naves, habría impactado en ella si no hubieran habido rocas que lo frenaran. No reconoció el modelo, pero le dio igual. Sabía que pronto el planeta completo sería dominado, y no aguantaría muchos días sobreviviendo en esas condiciones y con todos esos sith. Abrió las compuertas y se sentó en la silla de piloto. Por suerte, era una nave pequeña común, un modelo que había aprendido a manejar hace tiempo. Apretó unos cuantos botones para iniciar el sistema. Presionó otro, jaló una palanca y la nave se elevó unos metros del suelo, y segundos después, había saltado al espacio.









Lo iré editando


Última edición por Drakonianet el Dom Feb 23, 2014 6:56 am, editado 30 veces

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Mensaje por Kerth Mar Ene 28, 2014 11:06 pm

esta bien redactado joven pada1, creo q el final sera que yo lo salve a todos mmmmmm
mmm
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Mensaje por Virtutem Mar Ene 28, 2014 11:08 pm

Agrega una que otra imagen para ir dándole un poco de apoyo gráfico que ayuda mucho al lector a reconocer el mismo espacio que ves tu. Muy buena la narración, con eso sigue así. ^^
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Mensaje por Lettow Miér Ene 29, 2014 4:13 am

ta bien pa estar gordito y k le cueste escribir se sfuerse muxo y tal, pero ta bn siga asi va a resultar algo weno de todoe sto yo crweo asi komo vamos j3j3j3s isisisis q risa q risa
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Mensaje por Azhur Miér Ene 29, 2014 5:10 am

Bastante interesante hasta ahora,pero concuerdo con los comentarios anteriores,deberías agregar una que otra imagen,de resto,hasta ahora me gusta mucho. Sigue así (:

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Mensaje por Invitado Miér Ene 29, 2014 3:44 pm

está bien gordo tristonxxx picota

Sobre los comentarios de los demás, Vozhser sabe hacer roleos, tanto estéticamente como de otro tipo, dejad que lo termine xD

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Mensaje por Tragew Miér Ene 29, 2014 6:10 pm

Esperaré a que avances con el roleo para decir algo.
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Mensaje por Vozher Miér Ene 29, 2014 6:29 pm

El roleo es de obtención de un objeto único, así que necesitará el voto de todos los LDR.

Ah, y por cierto, el roleo está ambientado cuando mi PJ era padawan de Coruscant, por eso la inexperiencia.

Un saludo, gracias por comentar

Vozher

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Mensaje por Vozher Mar Feb 11, 2014 4:20 am

Kn tomará este roleo ahora que Tragew se fue?

Vozher

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Mensaje por Annibal Mar Feb 11, 2014 4:27 am

Yo mismo.
Aunque dices que será sobre la obtención de un objeto único.. Estaré leyéndolo y demás. Avisa cada vez que actualices.
Annibal
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