[Roleo] Memorias de un padawan [Tragew]
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[Roleo] Memorias de un padawan [Tragew]
Antes de todo, el título es bromita, pero no sabía que mas colocar xD
El susurro de los árboles les causaba cierta inseguridad a la hora de avanzar entre los mismos. Las raíces, piedras, e inclusos cuerpos, yacían sepultados bajo la nieve que caía a aquellas horas de la madrugada, lo cual les hacía tropezar constantemente. Pero debían seguir. O no mantenerse quietos en el mismo lugar durante tanto tiempo, ya que los Sith que se encontraban en el planeta hacían la guardia por casi todos los lugares. El gélido viento corría con fuerza, amenazando con derribar los árboles que se encontraban a su alrededor, levantando por unos centímetros la nieve y calando los huesos de cada uno de los Dark Sith. Hacía demasiado frío en esa noche. El viento iba en contra de ellos, lo que hacía que su marcha fuese peor de lo que era: sus pies se hundían mas de diez centímetros en la nieve, sus manos iban casi congeladas y sus rostros estaban completamente pálidos. Finalmente, las tres figuras negras se vieron nuevamente en un valle frío. Por suerte, habían dejado el bosque atrás. Sin embargo, al término del valle, se alzaban mas árboles, un nuevo bosque. Otra vez.
-Me pregunto cuando terminará esto -murmuró uno de los guerreros que acompañaba a Netsaj en su travesía, frotándose los brazos-. Comienza a aburrirme el mismo paisaje -finalizó-.
-Las naves no están tan lejos, por si deseas irte -contestó Netsaj, con la vista clavada en el suelo-.
-Devolverme solo por ahí sería mas emocionante que esto -dijo entre dientes-.
Esquivaron los primeros árboles hasta verse rodeados de los mismos, en una situación mucho mas complejo que la anterior. La niebla del planeta se centraba allí, dejando ver a no mas de diez metros, lo cual ayudaba a los vigilantes que, quizá, se sabían el bosque de memoria. Entonces, poco a poco, las nubes del cielo comenzaban a desaparecer, dejando a vista un cielo negro estrellado. La noche había caído, y era hora de la guardia nocturna.
-Creo que ya saben que significa esto -advirtió Netsaj el guardián, tomando la empuñadura de su espada-. Manténganse alerta.
-Lo estamos. Muy bonito el cielo, ¿no? -comentó uno de los guerreros, el anterior-.
-Así es. Pero céntrate en lo que hacemos -respondió el otro, un hombre delgado pero alto-.
En unos minutos, ya se encontraban en el centro del bosque. Los tres encapuchados se detuvieron en el núcleo, todos armados y esperando a los que vendrían, a vigilar aquellos terrenos. Sin embargo, solamente escuchaban las brisas y el agitar de la maleza cubierta de rocío.
-¿Sienten al...? -preguntó el guerrero, siendo interrumpido por Netsaj-.
-Silencio. Son sigilosos, y supongo que ya nos han escuchado -susurró, mirando a sus alrededores-. Siento algo en la izquierda.
Miraron hacia la izquierda, pero no vieron nada salvo árboles y mas árboles, además de la densa niebla que se enfocaba en aquel punto. Pronto, sintieron unos pasos. Unos susurros. El encender de unos cuantos sables láser. Una intensidad en la Fuerza.
-Pasa algo -volvió a susurrar el guardián, desenvainando lentamente su espada-. Creo que ha llegado la hora de luchar.
-¿Cuanto llevamos aquí? ¿Unos minutos, y ya tenemos problemas?
-No sé, la verdad... solo asesina al sujeto que te encuentres. ¿Vale? -respondió Netsaj, curioso por lo que ocurría a su alrededor-.
-Entendido.
Netsaj ondeó su espada, retrocediendo algunos pasos y buscando entre los árboles. Poco a poco, una silueta negra fue dibujándose entre los árboles, iluminada por un haz de luz carmesí. Lo mismo ocurrió en la derecha, luego en la izquierda y por último, atrás. Estaban rodeados en apenas unos segundos.
-Son rápidos -murmuró, moviéndose de un lado a otro-. Pero débiles, lo percibo.
El primero se lanzó con un rugido ensordecedor. Lo esquivó con facilidad, para luego bloquear uno de sus ataques con la espada. Con un rápido movimiento, apartó el sable láser y cortó el brazo del sujeto. Uno menos, pensó. Netsaj colocó el filo de la espada en su cuello, dudando de la ejecución rápida o lenta. Tan solo un movimiento bastó para decapitarlo. Rió maliciosamente y observó a cada uno de los sujetos, desafiándolos a luchar.
-¿Quien es el siguiente? -exclamó, ondeando su espada con maestría-.
Se aproximó el segundo. Era un poco mas grotesco, y a la vez, un poco mas fuerte. Pero no sería problema. En unos instantes, oyó el sonido de los pasos a sus alrededores, sintiendo como los Sith se acercaban hacia el. Sin embargo, la intervención de los guerreros fue rápida. Los bloquearon antes de que llegasen a Netsaj, precisos, rápidos y en el momento apropiado. Mientras luchaban, Netsaj defendía los ataques del sujeto, viéndose ahora mucho mas complicado que antes. Era rápido, sus ataques estaban llenos de ira y sabía combinar el sable láser y la fuerza. Aún así, Netsaj también lograba atacar, aunque menos que el Sith. La batalla fue dura, sin embargo el último golpe lo dio el Dark Sith. Tras unos minutos de batalla, el Sith había perdido considerablemente parte de su energía, y se encontraba mas debilitado. Era la hora de dar el golpe. Netsaj se movilizó hacia su costado y pateó una de sus piernas, haciéndole perder el equilibrio durante unos instantes. Golpeó la otra pierna y clavó su espada en el costado del Sith. Sus túnicas se tornaron rojas en el instante, al igual que un charco humeante bajo su brazo. Dejó caer su cuerpo a la fría nieve y se giró hacia los otros Sith que seguían en la intensa lucha entre los árboles, ocupando los mismos en su ayuda. Pero el frío los debilitaba. Impulsado por la fuerza, Netsaj se movilizó hasta su espalda, con la espada en mano. La clavó con fuerza en su columna vertebral, sintiendo como los huesos eran partidos por el filo y viendo como la sangre comenzaba a gotear en el blanco manto de nieve. Empujó su cuerpo a un lado y entre los tres rodearon al único Sith, sonriéndole y acercándose poco a poco.
-¿Quien tiene el honor? -preguntó uno de los Dark Sith, contemplando el haz de luz de su sable láser-. ¿Yo?
Alzó su espada láser por encima de su cabeza y dejó caer su brazo en dirección al Sith. El sable láser lo cortó en dos verticalmente, dejando a la vista el interior de las dos mitades.
-Vaya... -murmuró Netsaj, contemplando la sangre que se derramaba como tinta en un papel-.
-Sí... -dijo el mismo guerrero que lo había ejecutado, sonriendo aún mas-.
-¿Que hacemos ahora? Debemos ocultar los cuerpos -dijo el guardián, asegurándose de que no viniese otro enemigo-.
-Cierto.
-Aunque, eso, quizás, me daría igual. El único problema es el que llevo diciendo desde que tocamos superficie. Hace mucho frío, y no estoy nada acostumbrado a estos climas de mier...
-Relájate. Lo bueno es que, con el frío o el hielo extremo, poco a poco, comienza a calentarte, e incluso, después de unos minutos, quemarte. Si llegamos a morir... moriríamos tranquilos y calientes.
-Buen aporte, guerrero. Pero tampoco sería una muerte tan... digna. No le tengo miedo a la muerte, es mas, si viniese, la esperaría con los brazos abiertos, pero quisiera morir en batalla, protegiendo a mis hermanos.
-Una muerte digna...
-Sí -Netsaj asintió-. Por cierto, donde está el otr...
Ambos miraron a su alrededor, sin embargo el otro guerrero, no estaba. Se miraron entre ellos y avanzaron unos pasos en dirección a los cuerpos. No había nada, por lo menos, no allí. Entonces, de pronto, se escuchó un susurro desde la derecha, no tan lejos, ni tampoco tan cerca. ¿Una advertencia, un llamado? Algo había allí, cerca, y quizás, era lo que andaban buscando. Tenían que seguir la voz.
-Los veo... acérquense despacio. Tengan cuidado -susurró despacio-.
Siguieron la voz, caminando entre los árboles congelados. A medida que avanzaban, el susurro se iba alejando al igual que los pasos se iban haciendo mas despacios. Entonces, tras unos segundos, en el momento menos esperado, el dragón Arkaniano se cruzó en apenas un segundo. Intentaron perseguirlo, sin embargo la maleza que sobrevoló, era demasiado espesa para pasar, y perderían una buena parte de tiempo y energía si lo seguían. Se quedaron allí, contemplando como se perdía volando fácilmente entre los fríos árboles de mas allá.
-¿No lo habían escuchado? -preguntó el guerrero que se había "extraviado", algo frustrado-.
-No. Tienes buen oído, serás necesario -respondió Netsaj, frustrado al igual que el guerrero-.
-Sé diferenciar el susurro del viento con los otros sonidos.
-¿Y ahora puedes escuchar algo mas?
-No sé con certeza, pero creo que todos podemos sentir una presencia. No poderosa, ni tampoco débil. Poco. Y, también, unas pocas voces lejos, como si se tratase de mas de dos personas.
-¿Crees que pueda ser un problema?
-Para nada. Puede ser un solo sensible a la fuerza, quizás, pero no hay una gran cantidad de midiclorianos.
-Deberíamos ir a inspeccionar... ¿no creen? -preguntó el otro guerrero, analizando la situación-.
-Pues si. Si hay gente y un portador de la fuerza cerca, es porque, quizás, deba haber algo. Como un tipo de... ¿ciudad? -contestó Netsaj, rascándose la cabeza-.
-Creo yo que si. Sigamos a este sensible. A ver si nos lleva a un lado interesante, donde podamos... ya saben, encontrar lo que venimos a buscar.
Las tres siluetas oscuras abrieron la marcha en el frío hielo que cubría la superficie, dejando ondear sus túnicas al helado viento que corría al amanecer de Arkania.
En algunas horas, el cielo negro y estrellado había tomado un nuevo aspecto; estaba cubierto de nubes blancas por las cuales los rayos de sol se filtraban. Hace un rato los Dark Sith habían ubicado al usuario de la Fuerza, y ahora lo seguían de cerca, aunque ocultos. En el camino, buscaban cualquier cosa que fuese mas grande que ellos para ocultarse, ya que no querían que nadie los viese. El usuario de la fuerza seguía su camino sin percibir a los Dark Sith. El destino del último fue desconocido para los Dark Sith hasta ver las figuras dibujadas de una ciudad remarcadas por el sol del atardecer. La gente pasaba por allí de un lado a otro, algunos mas adinerados con objetos los cuales vendían en las calles o en puestos. No andaban tan abrigados, ya que, la gente que vivía en esos lugares, ya estaba acostumbrada al clima frío.
-Finalmente, ese chico nos sirvió -dijo Netsaj, buscando entre los ciudadanos-. Concéntrense en encontrar al "dominante". De seguro debe tener un mapa, lo que nos ayudará bastante -añadió-. Andando.
Pasaron por un portón de madera el cual era vigilado por los dos ciudadanos mas corpulentos a los cuales le pagaban pocos créditos galácticos al día. Se deslizaron hasta encontrarse en medio del gentío, todos tapados con sus oscuras túnicas y con sus rostros ocultos bajo la sombra que les provocaba la capucha. Miraron a su alrededor. Nada interesante.
-Veo muchas casas. Al parecer, es un poblado grande -comentó uno de los guerreros, con su mano en el mango del sable láser-.
-Vamos a la cantina, de seguro encontramos alguien que nos ayude.
La única reacción que tuvieron los ciudadanos al verlos entrar fue de miedo. Intentaron seguir con sus cosas, pero involuntariamente, sus miradas se posaban en los sujetos. Mientras tanto, los tres encapuchados avanzaban lentamente hacia la barra.
-Venimos en busca de ayuda -inició Netsaj, apoyándose de codos en la barra-. ¿Conoces un hombre que conozca los dragones Arkanianos?
-No conozco a nadidie q...que los haya visto -dijo con voz temblorosa, aunque poco a poco iba retomando la confianza-. Pero conozco un lugar el cual guarda algunas cosas que los pueden ayudar.
Se miraron entre si, dudando de que sería.
-Llévanos.
Pasaron por encima de la barra, llamando la atención de la gente, para luego pasar por la puerta trasera, con el dueño de la cantina como líder. Se encontraban en una habitación oscura la cual olía a humedad y a olvido. Tosió por el polvo acumulado que había en la sala y tomó la antorcha, iluminando el lugar. Se podía apreciar una baranda en una esquina del salón.
-Hay una escalera que conduce directo al nivel inferior, un tipo de subterráneo. Vamos.
Los escalones eran anchos y largos, lo cual hacía que el dueño de esa cantina, se le hiciera difícil descender. Llevaba unos cuantos años allí y nunca se había acostumbrado lo suficiente para bajar la escalera con facilidad.
En algunos minutos, habían llegado al gran salón subterráneo. Tan solo habían antorchas en cada pared, suficiente para iluminarla completamente. En el medio, había una gran mesa de piedra en la cual se encontraban varios papeles encima, acumulando polvo. Netsaj extendió sus manos hacia la mesa y, buscando entre ellos, en unos segundos rescató el indicado. Lo extendió en la misma mesa, sobre los otros, y contempló las líneas rojas a la luz de la antorcha.
-Este es -dijo finalmente, enrollándolo y guardándolo en su túnica-.
Entonces, de pronto, se oyó un golpe arriba. La puerta que conectaba la cantina con el salón olvidado cayó, levantando todo el manto de polvo que cubría la piedra.
-Salgan todos los que se encuentren allí abajo -se escuchó-. Orden directa del general Zaxux.
-¿Zaxux? -susurró el guardián-.
El nombre le resultaba familiar. Después de unos segundos lo recordó.
-Todos lo respetan aquí. Es un temido general -mencionó el tabernero, limpiándose las gotas de sudor-. ¿Puedo subir?.
Subieron todos juntos por las escaleras, ahora en un recorrido mucho mas costoso.
En apenas unos segundos, los soldados imperiales comenzaron a descender las escaleras, rápidos. El encuentro fue en aquellas angostas escaleras. Uno de los guerreros lanzó escaleras abajo al tabernero y encendió su sable de luz, al igual que el guardián y el otro guerrero. Los primeros disparos los evadieron fácilmente, sin embargo chocaban entre si al moverse. El guerrero se adelantó y, blandiendo el sable láser, cortó las piernas del soldado. Mediante la fuerza, ahorcó al otro, acabando con ambos en unos pocos segundos.
-Sigamos avanzando.
Ascendieron los siguientes peldaños, justo en el lugar en el cual había que doblar para seguir avanzando. Se encontraron con tres soldados mas, sin embargo, sin disparar. Su asesinato fue rápido. Los tres Dark Sith lanzaron sus sables láser mediante la fuerza, acabando con sus vidas en cosa de segundos al perforarlos por el pecho. El camino se hacía fácil, pero lo que les esperaba afuera, no lo sería.
Llegaron al último escalón. La sala estaba a oscuras, para su sorpresa, sin soldados imperiales. Avanzaron hasta alcanzar la otra puerta. El guardián posó sus largos dedos pálidos en la manilla, sin girarla.
-Atentos.
La cantina estaba llena de soldados imperiales. No cabía ninguno mas, ni siquiera un insecto. En frente de todos ellos, yacía el general, con sus brazos cruzados y desarmado.
-Nos volvemos a ver, Netsaj -dijo el general, sonriéndole-.
-Maldito traidor... -contestó, apagando su sable láser-.
Los soldados procedieron a esposar a cada uno de los sujetos. Por primera vez, su enemigo no fue principalmente el frío, si no que los cientos de imperiales que los tenían capturados.
Los expusieron casi desnudos a la fría nieve que caía a la superficie de Arkania. Estaban apresados, de rodillas en la fría nieve, frente a una muralla de piedra. La gente se había reunido en un amplio círculo para ver la ejecución de los tres sujetos, a manos del general Zaxux, allí. Algunos creían que había sido piadoso al no haberlos dejado al frío, con su cuerpo expuesto al frío que los congelaba.
-Apoyen la espalda y la cabeza en el muro, rectos.
Zaxux desenvainó una larga espada de su uniforme, blandiéndola con facilidad. Los Dark Sith no tuvieron mas que obedecer.
-Nos cortarás la cabeza... -dijo Netsaj en un tono elevado, desafiándolo-. Adelante. Recuerda ocupar esa espada con dos manos. No tienes la suficiente fuerza para hacerlo con una.
-Siempre me gustó tu humor -respondió, riendo levemente-.
A pesar de la cruenta situación, los seres oscuros no parecían nada temerosos. Había, claramente, un secreto entre ellos. Y les daba confianza de que saldrían vivos, por lo menos, de esa.
Finalmente, Zaxux dejó de blandir la espada. Se acercó al primer caballero y la posó en su cuello, preparándose. La movió hacia atrás, tomando espacio. Pero en vez de hacer el último movimiento, se apartó del guerrero, con la vista clavada en Netsaj. Caminó lentamente hacia el, disfrutando de la situación que se vivía en medio del poblado. Posó su espada, de nuevo, en su cuello, preparándose.
Sigo esperando -fueron sus últimas palabras a los ojos del general-.
Estaba a un paso de clavar la espada mandaloriana en el cuello del Dark Sith. Un movimiento bastó. Pero la espada no atravesó su cuello. El filo quedó clavado en la madera de atrás, incrustado e incapaz de sacarlo sin arrancar el palo en el cual los sujetos habían apoyado sus cabezas para la ejecución. Netsaj se movió hacia un lado, escapándose de la espada. Volvió tangible y deslizó el sable láser que llevaba oculto bajo la manga, encendiéndolo con velocidad una vez lo tuvo entre sus manos. Se deshizo de las esposas de él y de su compañero que tenía al lado, para luego ponerse de pie e iniciar el caos.
-Morirán todos los soldados que no abandonen la ciudad ahora mismo -fueron sus únicas palabras-.
Los soldados permanecieron allí, con sus armas arriba y preparados, atentos. La gente se esfumó de un momento a otro. Después de unos segundos, la lucha comenzó.
Inicialmente, Netsaj desenvainó su espada y la blandió con rapidez, rozando su propia túnica la cual terminó por rasgar. Quedó con el solo pantalón negro que le hacía juego con sus ojos, a pecho descubierto. En esa ocasión, no sintió frío.
Zaxux tomó dos blásters de mano, una en cada mano. Claramente, se había vuelto un as del mismo, ya que combinaba sus movimientos con sus disparos, lo que hacía que pudiese atacar y no recibir ningún ataque de parte de su adversario. Apartó sus ropajes para dejar a la vista un cinturón lleno de granadas las cuales no dudaría en ocupar.
Comenzó la cruenta lucha entonces. Alrededor de ambos, todo era un caos. Los soldados imperiales luchaban contra apenas dos guerreros, pero se sabían defender bien: esquivaban cada disparo, los deflectaban con sus sables láser y se movían entre los soldados, lo cual hacía que los disparos que se dirigían a ellos, les llegase a los propios soldados imperiales. Claramente, su adiestramiento había sido juntos, lo que hacía que conocieran cada uno de sus movimientos y pudieran coordinarlos. Una formación en la cual ningún roce podía dañarlos.
Se movió con habilidad entre los soldados, mutilando y asesinando al que se le colocara adelante, sin discriminar. Una vez estuvo lo suficientemente cerca del general, intentó clavar el filo de su espada en su pecho, sin embargo el último retrocedió con facilidad. Zaxux tomó una de sus granadas y la lanzó directo a Netsaj, con una precisión y cálculo de tiempo increíble. La granada explotó en el momento exacto, pero apenas movió un paso a Netsaj, que se mantenía protegido por sus propios brazos. Bajó los brazos, sintiendo el ardor en los mismos. La granada lo había herido, sin embargo no era tan grave. Impulsado por la fuerza, se movilizó hasta su posición. Lo agarró con firmeza del cuello y lo lanzó al suelo, quebrantando el hielo. Puso su pie sobre su pecho, dejándolo incapaz de levantarse.
Entonces, apartó la vista de su enemigo que yacía bajo su bota, luchando por liberarse. Miró hacia el poblado, donde los Dark Sith eran acumulados, golpeados y seguidos por los soldados imperiales que se multiplicaban. Algo tenía que hacer. Abandonó al general allí mismo, dirigiéndose directamente a la entrada del pueblo. Se teletransportó en medio de todos los soldados imperiales, con sus ojos cerrados y claramente concentrándose. Poco a poco, fue elevándose unos centímetros del suelo, canalizando su energía. Una onda empujó a cada uno de los seres que se encontraban a su alrededor, derrumbando algunas pocas casas, levantando toda la nieve y acabando con los soldados imperiales. Los guerreros se levantaron del suelo, algo heridos, y comenzaron a seguir a Netsaj, corriendo ayudados por la fuerza. Tenían que alejarse lo mas rápido de allí.
De nuevo, las nubes se borraron del cielo, y dejaron a la vista la negrura. Estaba anocheciendo, y los mismos problemas que la noche anterior, vendrían, solo que ahora acompañados de imperiales. La noticia no tardó en llegar a la base. Pero ellos tampoco tardaron en perderse en el planeta. Se encontraban ahora en un cordón montañoso el cual habían recorrido durante unos minutos, y tenían frío. Además ganas de volver a Drongar.
-Llevamos mucho tiempo aquí. Deberíamos volver a la nave -comentó uno de los guerreros, apoyándose en una roca para descansar-.
-No -cortó con brusquedad Netsaj, deteniéndose al igual que los Dark Sith-. Debemos encontrar a uno de los dragones arkanianos. No me rendiré.
-¿Me podrías decir por lo menos donde está la maldita nave?. Podríamos encontrar uno desde allí.
-Estamos muy cerca de la línea que se marcaba en el mapa. Muy cerca para llegar y muy lejos para devolverse. -Habían iniciado nuevamente la marcha-. ¿Que opinas tú?. -Miró al otro guerrero, el mas callado y que apenas había hablado-.
-Lo mismo que tu -fue su simple respuesta-.
-Entonces, sigamos.
Miraron desde la punta de la montaña hacia abajo. Apenas se apreciaban los contornos de las montañas mas bajas.
-¿Logran oír algo? Díganmelo, por favor. Alguna señal de vida...
-Silencio -interrumpió el guerrero, con sus ojos cerrados-. Debemos seguir caminando, en esa dirección. -Señaló hacia su derecha, donde la niebla tapaba las demás montañas-.
El camino parecía peligroso. Se podía ver lo que tendrían que descender, escalar, esquivar y recorrer hasta llegar a lo que el guerrero decía.
-¿Debemos ir por ahí? -preguntó el otro guerrero, inseguro-.
-Creo que... sí. El mapa mostraba cosas similares a esto, o algo así.
Las montañas se terminaban allí. El lugar donde señalaba el guerrero, y donde posiblemente hubiese algo, estaba al descenso del monte, cubierto por la espesura de unos árboles y por la niebla. Netsaj fue el primero. Prefería saltar desde la punta hacia abajo, pero le complicaría caer, por lo que siguió deslizándose sin moverse cuesta abajo, ocupando rocas o árboles con los cuales ayudarse al resbalar. Pero, a pesar de todo, se acercaban a la superficie rápido.
Ahora, solo quedaba penetrar el bosque. El último, quizás. Habían llegado al acuerdo de que, si no había nada, se darían por vencidos en la búsqueda del desaparecido dragón arkaniano. Los árboles, por primera vez, no estaban tan fríos.
-Bueno... no nos costará encontrar lo que nos dijiste -dijo Netsaj, caminando tranquilamente-.
-Pues no. Estamos cerca de lo que andamos buscando, lo presiento -finalizó-.
Y era cierto. Las grandes torres, a punto de derrumbarse, comenzaban a alzarse entre los árboles. Poco a poco, a medida que los árboles desaparecían, las grandes estructuras del Praxeum de Arca Jeth comenzaban a hacerse notorias.
-A esto nos trajistes... -susurró Netsaj, con una sonrisa en su rostro-.
Un desgastado camino de mármol quebrantado, cubierto de tierra y barro, conducía directamente al gran portón que sería la entrada.
-Podríamos sobrevivir aquí, o encontrar lo que andamos buscando. -Los Dark Sith ya habían comenzado a caminar-. ¿Podríamos? -finalizó el guerrero-.
-Es posible, pero a la vez es mas seguro que estar allá afuera. Los Sith y los soldados nos pisan los talones. -Netsaj se detuvo, al igual que sus compañeros.
Se deslizaron con rapidez hasta encontrarse al otro lado del Praxeum, aún en el exterior. No estaba tan protegido ni tenía tantas trampas, no ahí. Eso venía después.
-El lugar mas indicado para mi, sería este patio.
Las ruinas de su alrededor podrían servirles de refugio. Al poco se dieron cuenta de que los mismos escombros eran de una torre que se había derrumbado, lo que les daba la extraña sensación de que, si cerraban los ojos, las otras torres que todavía se mantenían caerían sobre ellos.
-No está tan mal. -Netsaj miraba las ruinas, buscando entre ellas algo que pudiera protegerlos del frío-.
-¿Acaso crees que está bien, Netsaj? Es como estar allá afuera, solo que cerca de esta... estructura -dijo uno de los guerreros que claramente desconocía-. Osea, si por urgencia necesitásemos escondernos u otra cosa, estamos a unos metros de la entrada, pero nada mas. Sería mejor estar adentro ya mismo y evitar el frío.
-¿Cuantas veces debo repetirte de que, este no es un sitio normal? No es ninguna casa. No sabes los peligros con los que nos podríamos encontrar allí adentro. Todavía puede haber algo allí, algo peligroso para nosotros. No estaremos adentro todavía sin antes asegurarnos de que no hay nada.
-Pero te olvidas de algo -interrumpió el otro guerrero, alzando la voz-. El día en que me dijiste que vendríamos aquí, no dudé en acercarme a la biblioteca y tomar un libro sobre esto. Preferí informarme de los peligros y venir preparado. -Pareció mostrar su gruesa túnica, diferente a la de los demás. Tal vez, era una especial para los climas bajos-. Y lo hice.
-¿A que quieres llegar con esto? -intervino Netsaj, algo impaciente-.
-Espera. Como me informé de cada cualidad de Arkania, leí que Arca Jeth fundó su Praxeum aquí.
-Estamos a las puertas de el. Ve al grano.
-Escúchame. Arca Jeth ocupó a dragones arkanianos aquí. Estoy seguro de que, quizás, uno quede por estos lugares, escondido. O... dos. -Sonrió-.
-No había pensado en eso.
Fueron caminando hacia la entrada al Praxeum, atentos a cualquier sonido extraño.
-Lo bueno es que no está tan protegido. Recuerden, eviten llegar a los lugares mas complejos. No se acerquen a las cámaras. Todavía no me fío.
El salón principal apenas tenía algunos accesos. Estaba oscuro, y había mal olor, el cual se confundía con humedad o con encierro. Al comienzo, no advirtieron la gran figura descansando en el otro rincón de la sala. Netsaj avanzó unos pasos, intentando buscar algo útil, pero no vio nada, excepto dos esferas rojas de reojo. Volvió la vista hacia donde estaban aquellas esferas, y pronto se dio cuenta de que eran nada mas ni nada menos que grandes ojos los cuales se centraban en ellos. Pareció gruñir, levemente. De un momento a otro, rugió, exhalando una llama la cual iluminó toda la sala.
-¿Que hacemos? -preguntaron los guerreros al unísono, encendiendo sus sables láser-.
-Me pareció ver un pequeño huevo junto al dragón. Esquiven las llamaradas y ocupen la fuerza. Dudo que un sable láser pueda hacerle tanto daño.
Los guerreros alzaron sus manos hacia el dragón y, gastando gran parte de su energía, intentaron manipularlo. Pero era demasiado fuerte para ellos. El dragón, motivado a defender su huevo, era mucho para ellos. Solo lograron azotarlo contra una de las paredes de piedra, pero solo lograron una pequeña grieta. El dragón descendió unos pocos metros y volvió a escupir fuego por la boca. El fuego impactó en la cara del guerrero, y bastaron unos pocos segundos para que sus túnicas se consumieran y su rostro quedase deformado por las llamas, pero seguía vivo, pero mucho mas debilitado que antes.
-¡Atiéndelo, me encargo del maldito!
Su compañero no tardó en prestarle ayuda, mientras Netsaj se divertía esquivando cada ataque del dragón. Tenía habilidad y podía moverse por toda la sala, evitando al dragón cada vez que se acercaba. Finalmente, dejó de correr y desenvainó su espada. La blandió con suma facilidad y entonces, fue el quien comenzó a acercarse y a provocar al dragón. Saltó impulsado por la fuerza hasta caer en su lomo, con la espada aferrada con ambas manos. La clavó con fuerza sobre su lomo, aunque solo la punta quedó incrustada, lo cual sería suficiente. El veneno fue entrando en su interior, sin embargo el dragón seguía volando como si nada.
Una vez estuvo abajo, fue a ver como estaba su compañero. Las quemaduras graves seguían en todo su cuerpo, con la piel chamuscada y casi derretida. Lentamente, cerró los párpados y entrelazó sus dedos en su vientre. El dragón arkaniano no les dio tiempo para llorarlo. Se acercó con rapidez, escupiendo fuego nuevamente, pero esta vez ambos lo esquivaron. El dragón, dando un giro de golpe hacia el guerrero, agarró con sus patas su cuerpo. Se elevó unos metros mas y lo soltó con un impulso hacia abajo, rompiendo la roca del suelo con su cuerpo. El guerrero, herido, se quedó allí, quejándose en silencio e intentando tragar su dolor. Mientras tanto, el guardián salto nuevamente, pero ahora, hacia la muralla mas próxima al dragón. Al llegar, se aferró a una leve grieta en la cual cabían sus dedos. Colocó ambos pies en la muralla, apenas afirmado por sus dedos los cuales se iban aplastando por la grieta que cada vez se cerraba. Flexionó sus piernas con esfuerzo y, con el impulso suficiente, volvió a saltar desde allí, desde la parte mas alta de la muralla, hacia la cabeza del dragón. En el aire, clavó la espada entre los ojos del dragón arkaniano, agarrándose con fuerza al mango. Rugió y, sin energías, fue debilitándose hasta el punto de caer al suelo, abatido y cansado. Dio el último esfuerzo por intentar levantarse, pero Netsaj ya estaba en su vientre cuando llegó. Al ver que estaba ya incapaz de moverse, ni siquiera una garra, lo dejó de lado, dirigiéndose hacia su compañero que todavía estaba casi enterrado en el piso.
-¿Estás bien? -preguntó Netsaj?
-Creo que sí -contestó, sacudiéndose levemente-.
-Acabamos con el dragón...
-No podremos llevarlo entonces, está muerto. Será inútil, a no ser que llevemos el cadáver...
-No. Tengo otra idea.
Se fue girando hacia atrás a medida que avanzaba unos pasos hacia el rincón. Sonrió y deslizó su mano por uno de los huevos, uno rojo. De un momento a otro, retiró la mano de golpe, alertado. Al girarse, el guerrero ya estaba a su espalda.
-¿Que pasó?
-Lo sentí -contestó Netsaj-. Sentí algo moviéndose dentro del huevo. No, ese no. El negro, sí, ese.
El cambio drástico de temperatura provocó varias grietas en el gran huevo negro, el cual se iba agitando y calentando. Y en el instante, un pedazo del cascarón se rompió, y de ella tan solo asomó la cabeza de un pequeño dragón negro como la noche, con los ojos rojos, al igual que su progenitor. Una pequeña llama salió de su boca la cual rozó el brazo del Dark Sith, y pronto batió sus alas hasta romper el huevo entero y mantenerse en el aire. Netsaj extendió su mano hacia el y, tímido, acarició sus alas, logrando poco a poco domarlo. Posó sus garras en el brazo de Netsaj y, finalmente, cedió, manso.
-Necesitamos comida. Nos deborará si no le damos, y tenemos que tener cuidado al transportarlo a la nave. Puede despedazarnos en cualquier momento.
El susurro de los árboles les causaba cierta inseguridad a la hora de avanzar entre los mismos. Las raíces, piedras, e inclusos cuerpos, yacían sepultados bajo la nieve que caía a aquellas horas de la madrugada, lo cual les hacía tropezar constantemente. Pero debían seguir. O no mantenerse quietos en el mismo lugar durante tanto tiempo, ya que los Sith que se encontraban en el planeta hacían la guardia por casi todos los lugares. El gélido viento corría con fuerza, amenazando con derribar los árboles que se encontraban a su alrededor, levantando por unos centímetros la nieve y calando los huesos de cada uno de los Dark Sith. Hacía demasiado frío en esa noche. El viento iba en contra de ellos, lo que hacía que su marcha fuese peor de lo que era: sus pies se hundían mas de diez centímetros en la nieve, sus manos iban casi congeladas y sus rostros estaban completamente pálidos. Finalmente, las tres figuras negras se vieron nuevamente en un valle frío. Por suerte, habían dejado el bosque atrás. Sin embargo, al término del valle, se alzaban mas árboles, un nuevo bosque. Otra vez.
-Me pregunto cuando terminará esto -murmuró uno de los guerreros que acompañaba a Netsaj en su travesía, frotándose los brazos-. Comienza a aburrirme el mismo paisaje -finalizó-.
-Las naves no están tan lejos, por si deseas irte -contestó Netsaj, con la vista clavada en el suelo-.
-Devolverme solo por ahí sería mas emocionante que esto -dijo entre dientes-.
Esquivaron los primeros árboles hasta verse rodeados de los mismos, en una situación mucho mas complejo que la anterior. La niebla del planeta se centraba allí, dejando ver a no mas de diez metros, lo cual ayudaba a los vigilantes que, quizá, se sabían el bosque de memoria. Entonces, poco a poco, las nubes del cielo comenzaban a desaparecer, dejando a vista un cielo negro estrellado. La noche había caído, y era hora de la guardia nocturna.
-Creo que ya saben que significa esto -advirtió Netsaj el guardián, tomando la empuñadura de su espada-. Manténganse alerta.
-Lo estamos. Muy bonito el cielo, ¿no? -comentó uno de los guerreros, el anterior-.
-Así es. Pero céntrate en lo que hacemos -respondió el otro, un hombre delgado pero alto-.
En unos minutos, ya se encontraban en el centro del bosque. Los tres encapuchados se detuvieron en el núcleo, todos armados y esperando a los que vendrían, a vigilar aquellos terrenos. Sin embargo, solamente escuchaban las brisas y el agitar de la maleza cubierta de rocío.
-¿Sienten al...? -preguntó el guerrero, siendo interrumpido por Netsaj-.
-Silencio. Son sigilosos, y supongo que ya nos han escuchado -susurró, mirando a sus alrededores-. Siento algo en la izquierda.
Miraron hacia la izquierda, pero no vieron nada salvo árboles y mas árboles, además de la densa niebla que se enfocaba en aquel punto. Pronto, sintieron unos pasos. Unos susurros. El encender de unos cuantos sables láser. Una intensidad en la Fuerza.
-Pasa algo -volvió a susurrar el guardián, desenvainando lentamente su espada-. Creo que ha llegado la hora de luchar.
-¿Cuanto llevamos aquí? ¿Unos minutos, y ya tenemos problemas?
-No sé, la verdad... solo asesina al sujeto que te encuentres. ¿Vale? -respondió Netsaj, curioso por lo que ocurría a su alrededor-.
-Entendido.
Netsaj ondeó su espada, retrocediendo algunos pasos y buscando entre los árboles. Poco a poco, una silueta negra fue dibujándose entre los árboles, iluminada por un haz de luz carmesí. Lo mismo ocurrió en la derecha, luego en la izquierda y por último, atrás. Estaban rodeados en apenas unos segundos.
-Son rápidos -murmuró, moviéndose de un lado a otro-. Pero débiles, lo percibo.
El primero se lanzó con un rugido ensordecedor. Lo esquivó con facilidad, para luego bloquear uno de sus ataques con la espada. Con un rápido movimiento, apartó el sable láser y cortó el brazo del sujeto. Uno menos, pensó. Netsaj colocó el filo de la espada en su cuello, dudando de la ejecución rápida o lenta. Tan solo un movimiento bastó para decapitarlo. Rió maliciosamente y observó a cada uno de los sujetos, desafiándolos a luchar.
-¿Quien es el siguiente? -exclamó, ondeando su espada con maestría-.
Se aproximó el segundo. Era un poco mas grotesco, y a la vez, un poco mas fuerte. Pero no sería problema. En unos instantes, oyó el sonido de los pasos a sus alrededores, sintiendo como los Sith se acercaban hacia el. Sin embargo, la intervención de los guerreros fue rápida. Los bloquearon antes de que llegasen a Netsaj, precisos, rápidos y en el momento apropiado. Mientras luchaban, Netsaj defendía los ataques del sujeto, viéndose ahora mucho mas complicado que antes. Era rápido, sus ataques estaban llenos de ira y sabía combinar el sable láser y la fuerza. Aún así, Netsaj también lograba atacar, aunque menos que el Sith. La batalla fue dura, sin embargo el último golpe lo dio el Dark Sith. Tras unos minutos de batalla, el Sith había perdido considerablemente parte de su energía, y se encontraba mas debilitado. Era la hora de dar el golpe. Netsaj se movilizó hacia su costado y pateó una de sus piernas, haciéndole perder el equilibrio durante unos instantes. Golpeó la otra pierna y clavó su espada en el costado del Sith. Sus túnicas se tornaron rojas en el instante, al igual que un charco humeante bajo su brazo. Dejó caer su cuerpo a la fría nieve y se giró hacia los otros Sith que seguían en la intensa lucha entre los árboles, ocupando los mismos en su ayuda. Pero el frío los debilitaba. Impulsado por la fuerza, Netsaj se movilizó hasta su espalda, con la espada en mano. La clavó con fuerza en su columna vertebral, sintiendo como los huesos eran partidos por el filo y viendo como la sangre comenzaba a gotear en el blanco manto de nieve. Empujó su cuerpo a un lado y entre los tres rodearon al único Sith, sonriéndole y acercándose poco a poco.
-¿Quien tiene el honor? -preguntó uno de los Dark Sith, contemplando el haz de luz de su sable láser-. ¿Yo?
Alzó su espada láser por encima de su cabeza y dejó caer su brazo en dirección al Sith. El sable láser lo cortó en dos verticalmente, dejando a la vista el interior de las dos mitades.
-Vaya... -murmuró Netsaj, contemplando la sangre que se derramaba como tinta en un papel-.
-Sí... -dijo el mismo guerrero que lo había ejecutado, sonriendo aún mas-.
-¿Que hacemos ahora? Debemos ocultar los cuerpos -dijo el guardián, asegurándose de que no viniese otro enemigo-.
-Cierto.
-Aunque, eso, quizás, me daría igual. El único problema es el que llevo diciendo desde que tocamos superficie. Hace mucho frío, y no estoy nada acostumbrado a estos climas de mier...
-Relájate. Lo bueno es que, con el frío o el hielo extremo, poco a poco, comienza a calentarte, e incluso, después de unos minutos, quemarte. Si llegamos a morir... moriríamos tranquilos y calientes.
-Buen aporte, guerrero. Pero tampoco sería una muerte tan... digna. No le tengo miedo a la muerte, es mas, si viniese, la esperaría con los brazos abiertos, pero quisiera morir en batalla, protegiendo a mis hermanos.
-Una muerte digna...
-Sí -Netsaj asintió-. Por cierto, donde está el otr...
Ambos miraron a su alrededor, sin embargo el otro guerrero, no estaba. Se miraron entre ellos y avanzaron unos pasos en dirección a los cuerpos. No había nada, por lo menos, no allí. Entonces, de pronto, se escuchó un susurro desde la derecha, no tan lejos, ni tampoco tan cerca. ¿Una advertencia, un llamado? Algo había allí, cerca, y quizás, era lo que andaban buscando. Tenían que seguir la voz.
-Los veo... acérquense despacio. Tengan cuidado -susurró despacio-.
Siguieron la voz, caminando entre los árboles congelados. A medida que avanzaban, el susurro se iba alejando al igual que los pasos se iban haciendo mas despacios. Entonces, tras unos segundos, en el momento menos esperado, el dragón Arkaniano se cruzó en apenas un segundo. Intentaron perseguirlo, sin embargo la maleza que sobrevoló, era demasiado espesa para pasar, y perderían una buena parte de tiempo y energía si lo seguían. Se quedaron allí, contemplando como se perdía volando fácilmente entre los fríos árboles de mas allá.
-¿No lo habían escuchado? -preguntó el guerrero que se había "extraviado", algo frustrado-.
-No. Tienes buen oído, serás necesario -respondió Netsaj, frustrado al igual que el guerrero-.
-Sé diferenciar el susurro del viento con los otros sonidos.
-¿Y ahora puedes escuchar algo mas?
-No sé con certeza, pero creo que todos podemos sentir una presencia. No poderosa, ni tampoco débil. Poco. Y, también, unas pocas voces lejos, como si se tratase de mas de dos personas.
-¿Crees que pueda ser un problema?
-Para nada. Puede ser un solo sensible a la fuerza, quizás, pero no hay una gran cantidad de midiclorianos.
-Deberíamos ir a inspeccionar... ¿no creen? -preguntó el otro guerrero, analizando la situación-.
-Pues si. Si hay gente y un portador de la fuerza cerca, es porque, quizás, deba haber algo. Como un tipo de... ¿ciudad? -contestó Netsaj, rascándose la cabeza-.
-Creo yo que si. Sigamos a este sensible. A ver si nos lleva a un lado interesante, donde podamos... ya saben, encontrar lo que venimos a buscar.
Las tres siluetas oscuras abrieron la marcha en el frío hielo que cubría la superficie, dejando ondear sus túnicas al helado viento que corría al amanecer de Arkania.
En algunas horas, el cielo negro y estrellado había tomado un nuevo aspecto; estaba cubierto de nubes blancas por las cuales los rayos de sol se filtraban. Hace un rato los Dark Sith habían ubicado al usuario de la Fuerza, y ahora lo seguían de cerca, aunque ocultos. En el camino, buscaban cualquier cosa que fuese mas grande que ellos para ocultarse, ya que no querían que nadie los viese. El usuario de la fuerza seguía su camino sin percibir a los Dark Sith. El destino del último fue desconocido para los Dark Sith hasta ver las figuras dibujadas de una ciudad remarcadas por el sol del atardecer. La gente pasaba por allí de un lado a otro, algunos mas adinerados con objetos los cuales vendían en las calles o en puestos. No andaban tan abrigados, ya que, la gente que vivía en esos lugares, ya estaba acostumbrada al clima frío.
-Finalmente, ese chico nos sirvió -dijo Netsaj, buscando entre los ciudadanos-. Concéntrense en encontrar al "dominante". De seguro debe tener un mapa, lo que nos ayudará bastante -añadió-. Andando.
Pasaron por un portón de madera el cual era vigilado por los dos ciudadanos mas corpulentos a los cuales le pagaban pocos créditos galácticos al día. Se deslizaron hasta encontrarse en medio del gentío, todos tapados con sus oscuras túnicas y con sus rostros ocultos bajo la sombra que les provocaba la capucha. Miraron a su alrededor. Nada interesante.
-Veo muchas casas. Al parecer, es un poblado grande -comentó uno de los guerreros, con su mano en el mango del sable láser-.
-Vamos a la cantina, de seguro encontramos alguien que nos ayude.
La única reacción que tuvieron los ciudadanos al verlos entrar fue de miedo. Intentaron seguir con sus cosas, pero involuntariamente, sus miradas se posaban en los sujetos. Mientras tanto, los tres encapuchados avanzaban lentamente hacia la barra.
-Venimos en busca de ayuda -inició Netsaj, apoyándose de codos en la barra-. ¿Conoces un hombre que conozca los dragones Arkanianos?
-No conozco a nadidie q...que los haya visto -dijo con voz temblorosa, aunque poco a poco iba retomando la confianza-. Pero conozco un lugar el cual guarda algunas cosas que los pueden ayudar.
Se miraron entre si, dudando de que sería.
-Llévanos.
Pasaron por encima de la barra, llamando la atención de la gente, para luego pasar por la puerta trasera, con el dueño de la cantina como líder. Se encontraban en una habitación oscura la cual olía a humedad y a olvido. Tosió por el polvo acumulado que había en la sala y tomó la antorcha, iluminando el lugar. Se podía apreciar una baranda en una esquina del salón.
-Hay una escalera que conduce directo al nivel inferior, un tipo de subterráneo. Vamos.
Los escalones eran anchos y largos, lo cual hacía que el dueño de esa cantina, se le hiciera difícil descender. Llevaba unos cuantos años allí y nunca se había acostumbrado lo suficiente para bajar la escalera con facilidad.
En algunos minutos, habían llegado al gran salón subterráneo. Tan solo habían antorchas en cada pared, suficiente para iluminarla completamente. En el medio, había una gran mesa de piedra en la cual se encontraban varios papeles encima, acumulando polvo. Netsaj extendió sus manos hacia la mesa y, buscando entre ellos, en unos segundos rescató el indicado. Lo extendió en la misma mesa, sobre los otros, y contempló las líneas rojas a la luz de la antorcha.
-Este es -dijo finalmente, enrollándolo y guardándolo en su túnica-.
Entonces, de pronto, se oyó un golpe arriba. La puerta que conectaba la cantina con el salón olvidado cayó, levantando todo el manto de polvo que cubría la piedra.
-Salgan todos los que se encuentren allí abajo -se escuchó-. Orden directa del general Zaxux.
-¿Zaxux? -susurró el guardián-.
El nombre le resultaba familiar. Después de unos segundos lo recordó.
-Todos lo respetan aquí. Es un temido general -mencionó el tabernero, limpiándose las gotas de sudor-. ¿Puedo subir?.
Subieron todos juntos por las escaleras, ahora en un recorrido mucho mas costoso.
En apenas unos segundos, los soldados imperiales comenzaron a descender las escaleras, rápidos. El encuentro fue en aquellas angostas escaleras. Uno de los guerreros lanzó escaleras abajo al tabernero y encendió su sable de luz, al igual que el guardián y el otro guerrero. Los primeros disparos los evadieron fácilmente, sin embargo chocaban entre si al moverse. El guerrero se adelantó y, blandiendo el sable láser, cortó las piernas del soldado. Mediante la fuerza, ahorcó al otro, acabando con ambos en unos pocos segundos.
-Sigamos avanzando.
Ascendieron los siguientes peldaños, justo en el lugar en el cual había que doblar para seguir avanzando. Se encontraron con tres soldados mas, sin embargo, sin disparar. Su asesinato fue rápido. Los tres Dark Sith lanzaron sus sables láser mediante la fuerza, acabando con sus vidas en cosa de segundos al perforarlos por el pecho. El camino se hacía fácil, pero lo que les esperaba afuera, no lo sería.
Llegaron al último escalón. La sala estaba a oscuras, para su sorpresa, sin soldados imperiales. Avanzaron hasta alcanzar la otra puerta. El guardián posó sus largos dedos pálidos en la manilla, sin girarla.
-Atentos.
La cantina estaba llena de soldados imperiales. No cabía ninguno mas, ni siquiera un insecto. En frente de todos ellos, yacía el general, con sus brazos cruzados y desarmado.
-Nos volvemos a ver, Netsaj -dijo el general, sonriéndole-.
-Maldito traidor... -contestó, apagando su sable láser-.
Los soldados procedieron a esposar a cada uno de los sujetos. Por primera vez, su enemigo no fue principalmente el frío, si no que los cientos de imperiales que los tenían capturados.
Los expusieron casi desnudos a la fría nieve que caía a la superficie de Arkania. Estaban apresados, de rodillas en la fría nieve, frente a una muralla de piedra. La gente se había reunido en un amplio círculo para ver la ejecución de los tres sujetos, a manos del general Zaxux, allí. Algunos creían que había sido piadoso al no haberlos dejado al frío, con su cuerpo expuesto al frío que los congelaba.
-Apoyen la espalda y la cabeza en el muro, rectos.
Zaxux desenvainó una larga espada de su uniforme, blandiéndola con facilidad. Los Dark Sith no tuvieron mas que obedecer.
-Nos cortarás la cabeza... -dijo Netsaj en un tono elevado, desafiándolo-. Adelante. Recuerda ocupar esa espada con dos manos. No tienes la suficiente fuerza para hacerlo con una.
-Siempre me gustó tu humor -respondió, riendo levemente-.
A pesar de la cruenta situación, los seres oscuros no parecían nada temerosos. Había, claramente, un secreto entre ellos. Y les daba confianza de que saldrían vivos, por lo menos, de esa.
Finalmente, Zaxux dejó de blandir la espada. Se acercó al primer caballero y la posó en su cuello, preparándose. La movió hacia atrás, tomando espacio. Pero en vez de hacer el último movimiento, se apartó del guerrero, con la vista clavada en Netsaj. Caminó lentamente hacia el, disfrutando de la situación que se vivía en medio del poblado. Posó su espada, de nuevo, en su cuello, preparándose.
Sigo esperando -fueron sus últimas palabras a los ojos del general-.
Estaba a un paso de clavar la espada mandaloriana en el cuello del Dark Sith. Un movimiento bastó. Pero la espada no atravesó su cuello. El filo quedó clavado en la madera de atrás, incrustado e incapaz de sacarlo sin arrancar el palo en el cual los sujetos habían apoyado sus cabezas para la ejecución. Netsaj se movió hacia un lado, escapándose de la espada. Volvió tangible y deslizó el sable láser que llevaba oculto bajo la manga, encendiéndolo con velocidad una vez lo tuvo entre sus manos. Se deshizo de las esposas de él y de su compañero que tenía al lado, para luego ponerse de pie e iniciar el caos.
-Morirán todos los soldados que no abandonen la ciudad ahora mismo -fueron sus únicas palabras-.
Los soldados permanecieron allí, con sus armas arriba y preparados, atentos. La gente se esfumó de un momento a otro. Después de unos segundos, la lucha comenzó.
Inicialmente, Netsaj desenvainó su espada y la blandió con rapidez, rozando su propia túnica la cual terminó por rasgar. Quedó con el solo pantalón negro que le hacía juego con sus ojos, a pecho descubierto. En esa ocasión, no sintió frío.
Zaxux tomó dos blásters de mano, una en cada mano. Claramente, se había vuelto un as del mismo, ya que combinaba sus movimientos con sus disparos, lo que hacía que pudiese atacar y no recibir ningún ataque de parte de su adversario. Apartó sus ropajes para dejar a la vista un cinturón lleno de granadas las cuales no dudaría en ocupar.
Comenzó la cruenta lucha entonces. Alrededor de ambos, todo era un caos. Los soldados imperiales luchaban contra apenas dos guerreros, pero se sabían defender bien: esquivaban cada disparo, los deflectaban con sus sables láser y se movían entre los soldados, lo cual hacía que los disparos que se dirigían a ellos, les llegase a los propios soldados imperiales. Claramente, su adiestramiento había sido juntos, lo que hacía que conocieran cada uno de sus movimientos y pudieran coordinarlos. Una formación en la cual ningún roce podía dañarlos.
Se movió con habilidad entre los soldados, mutilando y asesinando al que se le colocara adelante, sin discriminar. Una vez estuvo lo suficientemente cerca del general, intentó clavar el filo de su espada en su pecho, sin embargo el último retrocedió con facilidad. Zaxux tomó una de sus granadas y la lanzó directo a Netsaj, con una precisión y cálculo de tiempo increíble. La granada explotó en el momento exacto, pero apenas movió un paso a Netsaj, que se mantenía protegido por sus propios brazos. Bajó los brazos, sintiendo el ardor en los mismos. La granada lo había herido, sin embargo no era tan grave. Impulsado por la fuerza, se movilizó hasta su posición. Lo agarró con firmeza del cuello y lo lanzó al suelo, quebrantando el hielo. Puso su pie sobre su pecho, dejándolo incapaz de levantarse.
Entonces, apartó la vista de su enemigo que yacía bajo su bota, luchando por liberarse. Miró hacia el poblado, donde los Dark Sith eran acumulados, golpeados y seguidos por los soldados imperiales que se multiplicaban. Algo tenía que hacer. Abandonó al general allí mismo, dirigiéndose directamente a la entrada del pueblo. Se teletransportó en medio de todos los soldados imperiales, con sus ojos cerrados y claramente concentrándose. Poco a poco, fue elevándose unos centímetros del suelo, canalizando su energía. Una onda empujó a cada uno de los seres que se encontraban a su alrededor, derrumbando algunas pocas casas, levantando toda la nieve y acabando con los soldados imperiales. Los guerreros se levantaron del suelo, algo heridos, y comenzaron a seguir a Netsaj, corriendo ayudados por la fuerza. Tenían que alejarse lo mas rápido de allí.
De nuevo, las nubes se borraron del cielo, y dejaron a la vista la negrura. Estaba anocheciendo, y los mismos problemas que la noche anterior, vendrían, solo que ahora acompañados de imperiales. La noticia no tardó en llegar a la base. Pero ellos tampoco tardaron en perderse en el planeta. Se encontraban ahora en un cordón montañoso el cual habían recorrido durante unos minutos, y tenían frío. Además ganas de volver a Drongar.
-Llevamos mucho tiempo aquí. Deberíamos volver a la nave -comentó uno de los guerreros, apoyándose en una roca para descansar-.
-No -cortó con brusquedad Netsaj, deteniéndose al igual que los Dark Sith-. Debemos encontrar a uno de los dragones arkanianos. No me rendiré.
-¿Me podrías decir por lo menos donde está la maldita nave?. Podríamos encontrar uno desde allí.
-Estamos muy cerca de la línea que se marcaba en el mapa. Muy cerca para llegar y muy lejos para devolverse. -Habían iniciado nuevamente la marcha-. ¿Que opinas tú?. -Miró al otro guerrero, el mas callado y que apenas había hablado-.
-Lo mismo que tu -fue su simple respuesta-.
-Entonces, sigamos.
Miraron desde la punta de la montaña hacia abajo. Apenas se apreciaban los contornos de las montañas mas bajas.
-¿Logran oír algo? Díganmelo, por favor. Alguna señal de vida...
-Silencio -interrumpió el guerrero, con sus ojos cerrados-. Debemos seguir caminando, en esa dirección. -Señaló hacia su derecha, donde la niebla tapaba las demás montañas-.
El camino parecía peligroso. Se podía ver lo que tendrían que descender, escalar, esquivar y recorrer hasta llegar a lo que el guerrero decía.
-¿Debemos ir por ahí? -preguntó el otro guerrero, inseguro-.
-Creo que... sí. El mapa mostraba cosas similares a esto, o algo así.
Las montañas se terminaban allí. El lugar donde señalaba el guerrero, y donde posiblemente hubiese algo, estaba al descenso del monte, cubierto por la espesura de unos árboles y por la niebla. Netsaj fue el primero. Prefería saltar desde la punta hacia abajo, pero le complicaría caer, por lo que siguió deslizándose sin moverse cuesta abajo, ocupando rocas o árboles con los cuales ayudarse al resbalar. Pero, a pesar de todo, se acercaban a la superficie rápido.
Ahora, solo quedaba penetrar el bosque. El último, quizás. Habían llegado al acuerdo de que, si no había nada, se darían por vencidos en la búsqueda del desaparecido dragón arkaniano. Los árboles, por primera vez, no estaban tan fríos.
-Bueno... no nos costará encontrar lo que nos dijiste -dijo Netsaj, caminando tranquilamente-.
-Pues no. Estamos cerca de lo que andamos buscando, lo presiento -finalizó-.
Y era cierto. Las grandes torres, a punto de derrumbarse, comenzaban a alzarse entre los árboles. Poco a poco, a medida que los árboles desaparecían, las grandes estructuras del Praxeum de Arca Jeth comenzaban a hacerse notorias.
-A esto nos trajistes... -susurró Netsaj, con una sonrisa en su rostro-.
Un desgastado camino de mármol quebrantado, cubierto de tierra y barro, conducía directamente al gran portón que sería la entrada.
-Podríamos sobrevivir aquí, o encontrar lo que andamos buscando. -Los Dark Sith ya habían comenzado a caminar-. ¿Podríamos? -finalizó el guerrero-.
-Es posible, pero a la vez es mas seguro que estar allá afuera. Los Sith y los soldados nos pisan los talones. -Netsaj se detuvo, al igual que sus compañeros.
Se deslizaron con rapidez hasta encontrarse al otro lado del Praxeum, aún en el exterior. No estaba tan protegido ni tenía tantas trampas, no ahí. Eso venía después.
-El lugar mas indicado para mi, sería este patio.
Las ruinas de su alrededor podrían servirles de refugio. Al poco se dieron cuenta de que los mismos escombros eran de una torre que se había derrumbado, lo que les daba la extraña sensación de que, si cerraban los ojos, las otras torres que todavía se mantenían caerían sobre ellos.
-No está tan mal. -Netsaj miraba las ruinas, buscando entre ellas algo que pudiera protegerlos del frío-.
-¿Acaso crees que está bien, Netsaj? Es como estar allá afuera, solo que cerca de esta... estructura -dijo uno de los guerreros que claramente desconocía-. Osea, si por urgencia necesitásemos escondernos u otra cosa, estamos a unos metros de la entrada, pero nada mas. Sería mejor estar adentro ya mismo y evitar el frío.
-¿Cuantas veces debo repetirte de que, este no es un sitio normal? No es ninguna casa. No sabes los peligros con los que nos podríamos encontrar allí adentro. Todavía puede haber algo allí, algo peligroso para nosotros. No estaremos adentro todavía sin antes asegurarnos de que no hay nada.
-Pero te olvidas de algo -interrumpió el otro guerrero, alzando la voz-. El día en que me dijiste que vendríamos aquí, no dudé en acercarme a la biblioteca y tomar un libro sobre esto. Preferí informarme de los peligros y venir preparado. -Pareció mostrar su gruesa túnica, diferente a la de los demás. Tal vez, era una especial para los climas bajos-. Y lo hice.
-¿A que quieres llegar con esto? -intervino Netsaj, algo impaciente-.
-Espera. Como me informé de cada cualidad de Arkania, leí que Arca Jeth fundó su Praxeum aquí.
-Estamos a las puertas de el. Ve al grano.
-Escúchame. Arca Jeth ocupó a dragones arkanianos aquí. Estoy seguro de que, quizás, uno quede por estos lugares, escondido. O... dos. -Sonrió-.
-No había pensado en eso.
Fueron caminando hacia la entrada al Praxeum, atentos a cualquier sonido extraño.
-Lo bueno es que no está tan protegido. Recuerden, eviten llegar a los lugares mas complejos. No se acerquen a las cámaras. Todavía no me fío.
El salón principal apenas tenía algunos accesos. Estaba oscuro, y había mal olor, el cual se confundía con humedad o con encierro. Al comienzo, no advirtieron la gran figura descansando en el otro rincón de la sala. Netsaj avanzó unos pasos, intentando buscar algo útil, pero no vio nada, excepto dos esferas rojas de reojo. Volvió la vista hacia donde estaban aquellas esferas, y pronto se dio cuenta de que eran nada mas ni nada menos que grandes ojos los cuales se centraban en ellos. Pareció gruñir, levemente. De un momento a otro, rugió, exhalando una llama la cual iluminó toda la sala.
-¿Que hacemos? -preguntaron los guerreros al unísono, encendiendo sus sables láser-.
-Me pareció ver un pequeño huevo junto al dragón. Esquiven las llamaradas y ocupen la fuerza. Dudo que un sable láser pueda hacerle tanto daño.
Los guerreros alzaron sus manos hacia el dragón y, gastando gran parte de su energía, intentaron manipularlo. Pero era demasiado fuerte para ellos. El dragón, motivado a defender su huevo, era mucho para ellos. Solo lograron azotarlo contra una de las paredes de piedra, pero solo lograron una pequeña grieta. El dragón descendió unos pocos metros y volvió a escupir fuego por la boca. El fuego impactó en la cara del guerrero, y bastaron unos pocos segundos para que sus túnicas se consumieran y su rostro quedase deformado por las llamas, pero seguía vivo, pero mucho mas debilitado que antes.
-¡Atiéndelo, me encargo del maldito!
Su compañero no tardó en prestarle ayuda, mientras Netsaj se divertía esquivando cada ataque del dragón. Tenía habilidad y podía moverse por toda la sala, evitando al dragón cada vez que se acercaba. Finalmente, dejó de correr y desenvainó su espada. La blandió con suma facilidad y entonces, fue el quien comenzó a acercarse y a provocar al dragón. Saltó impulsado por la fuerza hasta caer en su lomo, con la espada aferrada con ambas manos. La clavó con fuerza sobre su lomo, aunque solo la punta quedó incrustada, lo cual sería suficiente. El veneno fue entrando en su interior, sin embargo el dragón seguía volando como si nada.
Una vez estuvo abajo, fue a ver como estaba su compañero. Las quemaduras graves seguían en todo su cuerpo, con la piel chamuscada y casi derretida. Lentamente, cerró los párpados y entrelazó sus dedos en su vientre. El dragón arkaniano no les dio tiempo para llorarlo. Se acercó con rapidez, escupiendo fuego nuevamente, pero esta vez ambos lo esquivaron. El dragón, dando un giro de golpe hacia el guerrero, agarró con sus patas su cuerpo. Se elevó unos metros mas y lo soltó con un impulso hacia abajo, rompiendo la roca del suelo con su cuerpo. El guerrero, herido, se quedó allí, quejándose en silencio e intentando tragar su dolor. Mientras tanto, el guardián salto nuevamente, pero ahora, hacia la muralla mas próxima al dragón. Al llegar, se aferró a una leve grieta en la cual cabían sus dedos. Colocó ambos pies en la muralla, apenas afirmado por sus dedos los cuales se iban aplastando por la grieta que cada vez se cerraba. Flexionó sus piernas con esfuerzo y, con el impulso suficiente, volvió a saltar desde allí, desde la parte mas alta de la muralla, hacia la cabeza del dragón. En el aire, clavó la espada entre los ojos del dragón arkaniano, agarrándose con fuerza al mango. Rugió y, sin energías, fue debilitándose hasta el punto de caer al suelo, abatido y cansado. Dio el último esfuerzo por intentar levantarse, pero Netsaj ya estaba en su vientre cuando llegó. Al ver que estaba ya incapaz de moverse, ni siquiera una garra, lo dejó de lado, dirigiéndose hacia su compañero que todavía estaba casi enterrado en el piso.
-¿Estás bien? -preguntó Netsaj?
-Creo que sí -contestó, sacudiéndose levemente-.
-Acabamos con el dragón...
-No podremos llevarlo entonces, está muerto. Será inútil, a no ser que llevemos el cadáver...
-No. Tengo otra idea.
Se fue girando hacia atrás a medida que avanzaba unos pasos hacia el rincón. Sonrió y deslizó su mano por uno de los huevos, uno rojo. De un momento a otro, retiró la mano de golpe, alertado. Al girarse, el guerrero ya estaba a su espalda.
-¿Que pasó?
-Lo sentí -contestó Netsaj-. Sentí algo moviéndose dentro del huevo. No, ese no. El negro, sí, ese.
El cambio drástico de temperatura provocó varias grietas en el gran huevo negro, el cual se iba agitando y calentando. Y en el instante, un pedazo del cascarón se rompió, y de ella tan solo asomó la cabeza de un pequeño dragón negro como la noche, con los ojos rojos, al igual que su progenitor. Una pequeña llama salió de su boca la cual rozó el brazo del Dark Sith, y pronto batió sus alas hasta romper el huevo entero y mantenerse en el aire. Netsaj extendió su mano hacia el y, tímido, acarició sus alas, logrando poco a poco domarlo. Posó sus garras en el brazo de Netsaj y, finalmente, cedió, manso.
-Necesitamos comida. Nos deborará si no le damos, y tenemos que tener cuidado al transportarlo a la nave. Puede despedazarnos en cualquier momento.
- Spoiler:
- Obtengo dragón arkaniano
Vozher- Mensajes : 868
Fecha de inscripción : 29/07/2012
Localización : Chile
Re: [Roleo] Memorias de un padawan [Tragew]
El roleo es largo, aunque debes tener en cuenta algunas cosas como que el corte de un sable láser produce una quemadura por lo que no sale sangre, pero eso no es lo más importante. Lo más importante es la dificultad de de encontrar una de esas criaturas, los dragones arkanianos. Son criaturas casi extintas y si vas a buscar una tendrías que hacerlo en zonas prácticamente inaccesibles, una mayor dificultad para encontrarlos.
Teniendo en cuenta que estás en un planeta enemigo en el que hay un templo sith sería fácil detectaros. La situación de los soldados imperiales me parece que te te excedes cuando la espada te atraviesa, te teletransportas, tumbas a todos los enemigos y unas cuantas casas después de que una granada te explotase cerca. (No digo que no puedas hacer eso pero como había tantos soldados enemigos seguramente habríais muerto al no tener cierta ventaja para pelear con ellos).
Obtención inválida.
Quiero decir que no es un mal roleo pero no me parece apto para obtener el dragón por las razones ya dichas, que influyen en la busqueda y forma de encontrarlo.
Quejas/Dudas, MP.
Teniendo en cuenta que estás en un planeta enemigo en el que hay un templo sith sería fácil detectaros. La situación de los soldados imperiales me parece que te te excedes cuando la espada te atraviesa, te teletransportas, tumbas a todos los enemigos y unas cuantas casas después de que una granada te explotase cerca. (No digo que no puedas hacer eso pero como había tantos soldados enemigos seguramente habríais muerto al no tener cierta ventaja para pelear con ellos).
Obtención inválida.
Quiero decir que no es un mal roleo pero no me parece apto para obtener el dragón por las razones ya dichas, que influyen en la busqueda y forma de encontrarlo.
Quejas/Dudas, MP.
Tragew- Mensajes : 752
Fecha de inscripción : 15/10/2011
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