[ROLEO + OBTENCIÓN] Resurgimiento [CS]

En el fruto de aquel comienzo, brotó una semilla que simbolizó un nacimiento. Un nacimiento que creó la conexión entre la vida y la muerte. Un resurgimiento ya casi falto de esperanza entre las más frías sombras que mantenían con vida a los espíritus y las almas en pena que vagan por los tenebrosos secretos de la muerte, contando cada segundo que pasa para enumerar lo que llevaban viviendo una vida en la supresión. Se oían rumores que algo en ella la hacía especial, su tez blanca escondía más secretos que los que se podían notar por el color gris tibio e incandescente que desprendían sus ojos. Se decía que carecía de fé, de esperanza, de paz. Un ente de la maldad que jamás supo querer a nadie, que no conoció el peso de los sentimientos. Sus emociones estaban tan cerradas como sus entrañas, que poco a poco iban retorciéndose de dolor por no poder conocer el enigma de la compañía. Su soledad hacía que su pecho, en llamas lúgubres que lo quemaban día tras día, la brasa negra que ardía con la combustión que le ofrecía su angustia, se tiñese cada día que pasaba, más frío, más grueso, más duro. Un corazón de marfil que hacía de ella una semi máquina creada por los mismos años. Álgida y fúnebre seguía a día de hoy causando miedo, y sintiéndolo solo por ella misma. Jamás tuvo un nombre, por que tampoco gozó de quien ponérselo. Cualquier rumor que corría era incierto, a la gente siempre le ha gustado comentar, siempre oiréis de ella múltiples hazañas que jamás se llevaron a trote, al igual que un cúmulo de mentiras que jamás fueron verdad. El sopeso del tiempo aun no había hecho que cayese en el olvido por que jamás había dejado de demostrar que ningún lapso paraba su creciente poder. Se hacía conocer como la bruja sin corazón, un nombre que aun seguía divulgándose entre los vientos, y penetrando los oídos de las personas más cercanas que lo oían...

Su hogar era el mismo, no sentía más frío ni desolación en aquel lugar, como muchos de los jóvenes que ya habían pasado aquella misión habían dicho, todo mentiras, mentiras por la simple cuestión de causar miedo a otra persona. Ni si quiera sabía por que tomó cuenta aquellas absurdas palabras de
las bocas de neófitos de Ziost. Jóvenes. El ambiente le resultaba peculiar, el clima era algo que sí que había cambiado completamente. Al contrario que muchos otros, ella era la primera vez que rozaba aquel planeta,le resultaba peculiar, pero a la vez similar a algunas zonas de otros lares que había visitado posteriormente. Se dejó caer en una pequeña roca, intentando liberarse del fango que se le habían pegado a sus zapatos por aquella mugrienta
y húmeda zona. Buenos días, parece que ya has llegado al punto de quedada ―Dijo una voz mientras un pequeño holoproyector se abría pegado de su muñeca― Se retiró lentamente su capucha de la cabeza, mientras que acercaba su muñeca a medio metro de sus ojos. Bien, su misión será dirigirse hacia nnn pppu.. centtt... panntan... ―Se oían sonidos extraños desde el holoproyector, mientras que este parpadeaba y perdía la conferencia― Finalmente este se cerró completamente. La joven, comenzó a darle golpes mientras intentaba comunicarse con los Maestros que había organizado la misión, pero parecía que aquel dichoso aparato no estaba dispuesto a prestarse para ella. Observando aquel insólito lugar, lanzó de la furia aquel objeto hacia el pantano de debajo de sus pies, mientras que este se iba hundiendo entre las frías y sucias aguas de aquel lugar. Se mantuvo quieta durante unos instantes, observando el paraje en el que misteriosamente había acabado perdida. Aquella selva parecía una llanura inmensa, una periferia inacabable de la que no sabía como salir. Todo se encontraba húmedo, cubierto de fríos lagos, altos árboles que no dejaban traspasar el sol, y un incómodo silencio. Se puso en pie lentamente, soltando un suspiro de resignación, mientras comenzó a caminar manteniendo su mirada en el suelo para no caer en ningún tipo de agua. El camino se hacía más duro a la vez que iba avanzando, a veces sus pies quedaban estancados entre el barro, que los calaba y la hacía pararse para sacudirlos un poco y seguir su camino.

Después de unas horas de trayectoria, en las que la encauzada travesía solo había supuesto como complicación el intentar no caerse, llegó por fin a lo que podría llamarse una planada, un pequeño lugar en el que algunos rayos conseguían pasar por los espesos árboles, y por lo tanto, habían hecho que la tierra de allí fuese firme y seca. Realmente se sentía agotada, el camino no había sido tan largo como el esfuerzo que le había supuesto. Se dejó caer rápidamente hasta aquel firme suelo, tocándolo con las manos y haciendo presión contra él. Firme.. ¡Firmeee! ―Gritaba algo eufórica mientras caía su espalda sobre el tronco de un árbol― El clima, por una vez, resultaba perfecto, parecía que nadie en aquellos momentos la iba a molestar, el silencio era absoluto, los rayos de sol, llegaban justos para proporcionarle el calor que necesitaba, y por fin se sentía segura. Sus ojos se fueron cerrando lentamente a la vez que la brisa corría entre sus facciones. No sabría especificar cuantas horas había estado allí, hasta que una especie de lamento, un rugido estrafalario, resaltó entre toda aquella afasia. Una sombra se acercaba lentamente a su cuerpo que aun yacía en el suelo. Se fue incorporando lentamente, hasta que se dio cuenta de lo que se trataba. Una criatura de casi un metro, se acercaba lentamente hacia ella, la noche ya había caído, y sus ojos, que brillaban de un amarillo, resaltaban en las tinieblas. La joven sintió como un empujón la echó hacia atrás, haciéndole chocar su espalda contra el tronco de aquel árbol. Soltó un pequeño grito de dolor, mientras que volvía a ponerse de pie con ayuda de su fuerza, hasta ver completamente a aquella especie, que tenía similitud con un perro y un lobo, con una gran cola. Este, empezó a correr hasta abalanzarse hacia ella, como si su vida le fuese en mascar hasta el último hueso de la chica. La joven, a tiempo, respondió saltando rápidamente y colocándose a sus espaldas, mientras que aquella especie, chocaba burdamente con el árbol. Tranquilidad, amigo... ―Decía en un tono relajado, intentando esconder el gran susto que se había llevado aquella mujer― Nuevamente, en busca de más, la criatura proclamó otra emboscada en la que nuevamente, la mujer esquivó, y prendió su sable en el aire. Una luz roja iluminó la noche con un tono carmesí. El mismo tono que la sangre tibia que correría por el suelo poco después. Me encantaría decirte que nadie quiere hacerte daño... ―Soltó, mientras reía en un tono irónico ondeando su sable en forma de círculos― En una inspección rápida sobre sus puntos flacos, la mujer, divisó las piernas, y la cola de la criatura, los lugares más fáciles dónde podía atacar sin ser gravemente herida. Aquella especie, que exhalaba cansado, retomó su carrera empujando mediante una fuerza a la sith hacia el suelo. Esta, sorprendida, mientras veía a la criatura aproximarse sádicamente a ella, tomó de sus fuerzas para devolverle el empujón y ponerse de pie a su vez, saltando con velocidad y colocándose en el suelo donde la criatura se encontraba. Rápidamente, clavó su sable en el costado antes de que pudiese levantarse. Lo extrajo, observando que aun no estaba muerta. Se mantenía en el suelo, casi sin vida, como un cuerpo inerte que sabía que estaba acabando su periodo de vigor. La mujer, qué aun no satisfecha, ondeó nuevamente el sable, tomándolo, y cortando la cola de la criatura y colgándosela sin rozarla demasiado de su cinturón. Me encanta recordar todas las vidas a las que pongo fin ―Comentó por último mientras abandonaba aquel detestable lugar―

Como una crónica interminable, el día volvió a renacer de las cenizas de aquella dura noche en la que por miedo a encontrarse más criaturas así, prefirió no dormir. No se le había echo tan difícil por el tiempo que había descansado el día anterior. A cada paso que daba parecía que aquella selva húmeda y frígida iba empequeñeciendo. A penas se veían lagos, y los árboles tenían menos tamaño. Entre la espesura de toda aquella jungla, se podían ver pequeños trozos, cúpulas de lo que parecía ser una ciudad perdida en la nada. Sintió entonces un agudo pinchazo en su tobillo, como si una fina aguja se hubiese clavado en él. Rápidamente, se la llevo a este, sacándosela con miedo a sufrir algún que otro efecto secundario. ¡Agh! ¿Pero aquí todo no son más que problemas? ―Gritó mientras pisaba fuertemente la flor que parecía ser la que le había lanzado dicha espina―

Entre aquel trayecto que le quedaba hasta llegar a lo que eran las afueras de una ciudad, se encontró con los mismos percances parecidos, tuvo que pisotear alguna que otra flor más, pero aquella no era su mayor preocupación, estaba ansiosa de salir de aquella jungla, algo le comía la cabeza, no conseguía sentirse a salvo, después de haber sentido el golpe inesperado de la noche anterior, un ataque sorpresa que la dejó marcada. Ya se precipitaba a tocar el inicio de un suelo firme, un suelo rocoso, en el cual sintió el extremado placer de la estabilidad. El cielo parecía atraer todo lo contrario al día anterior, la felicidad había desaparecido para dejar paso a un cielo cubierto con tonos grisáceos, oscuros, negros y morados dignos de un fin post apocalíptico. Rodeaba edificios, calles rectas que daban a plazas con alguna que otra fuente. En las afueras de aquella ciudad, cada uno proseguía con su vida habitual, algunos humanos caminaban a paso rápido hacia sus trabajos, hacia sus casas, todos lucían ropas oscuros, y sobre todo, cubiertas.Algunos estaban acompañados de sus hijos, los cuales les daban las manos y seguían hacia adelante con ellos. Paseaba lentamente observando cada detalle de la poca población que se veía por lo que suponía que era una periferia, pero de pronto, el silencio se quebró. Gritos, abucheos, y gemidos de tortura, salían de uno de los callejones más cerrados de la ciudad. ¡Vamos! ¡ Mátalo! ¡Qué esperas! ―Decían muchas de las voces a unisono― La mujer, se puso la capucha y se dirigió hacia allí, manteniéndose alejada pero lo suficientemente cerca para percatarse de los hechos. ¿¡Por qué no lo haces ya? ―Gritó otro de los hombres que se encontraba completamente metido en aquella disputa― La batalla se debatía entre un noghri de un tamaño bastante mediano, pero con gran habilidad, que sostenía en sus pies a un humano, enclenque y flaco, tumbado en el suelo medio muerto con su cuerpo sangrado y magullado, retorciéndose en las penas de su triste vida. Ambos compartieron una mirada, mezclada de odio, ira, brutalidad, y clemencia por parte de aquel humano. Acabó con su vida golpeando sin piedad su cabeza, haciendo que este por fin acabase con su agónico tormento. Todo el que estaba allí, empezó a vitorear celebrando la gloria, el triunfo, y el fin de una pelea que por lo visto no era demasiado extraña en aquella zona. El tiempo de gloria no duró demasiado, el humor les cambió radicalmente, volviendo a dirigirse a sus labores anteriores, y dejando el cuerpo fallecido en el suelo.

Por qué.. por qué tú.. mi amor... ―Decía una voz femenina tumbada sobre el cuerpo muerto de aquel hombre, y derramando lágrimas repletas de dolor sobre su pecho ya inlatente― La joven neófita, que contenía una risa irónica, se acercó lentamente hacia la mujer, pensando en lo que podría suponerle su ayuda en aquel estado de desesperación. Se colocó a su lado mientras ponía una de sus manos en el hombro de la mujer. Esta, se giró asustada, con los ojos rojos, de los que caían lágrimas como corrientes frías y repletas de dolor, ira e impotencia. Vaya, una lástima.. ―Dijo la neófita, mientras observaba como la mujer, ni se molestaba en asustarse de su presencia― Esta, se giró lentamente, mostrando en su cara algunas facciones de circunstancia, sin saber cual era el verdadero propósito de la neófita. Seguro que era un buen hombre ―Comentó la joven, acercándose más hacia la mujer― Verás.. no todo está perdido.. ¿Has oído hablar de la Bruja sin corazón? ―Terminó de decir, comenzando a introducirla en una historia repleta de manipulación― La mujer, apartándose las lágrimas de la cara, se dispuso a negar, sintiéndose incapaz de hablar, por la falta de fuerzas. La neófita, tomó una de sus lágrimas, y se la pasó lentamente por la lengua Verás.. jamás llegó a conocerse más su historia, en un abatimiento total, en un lugar paralelo a nosotros, en un lugar desconocido. Crecía una fuente de poder que enlazaba la vida con la muerte. Un poder mucho más grande que cualquier sentimiento, de cualquier magia de la que puedas haber oído. Renacía de las tinieblas de una cultura olvidada, era la pérfida y aguda linea que trazaba la diferencia entre lo que conocemos como la muerte y la vida. Ella jamás sintió dolor por nadie, pero siempre se ofreció a ayudar a los demás por un buen propósito. ―Prosiguió relatando, mientras improvisaba observando a los ojos de la mujer, que la observaba con perfecta atención― Se decía que solo pedía un único favor para devolver a la vida a aquella sombra del pasado que ya no se encontraba entre nosotros. La llave de nuestro corazón. La mujer, quedó parada por unos minutos, atónita, mientras que intentaba hacer fuerzas para hablar con la mujer. Pero.. ¿A dónde quieres llegar con esto? ―Decía en un tono lloroso que le salía de su desgastada garganta― La neófita, que sonreía interiormente por su astucia, se agachó hasta tocar el rostro del hombre. Yo puedo devolverle a la vida.. ―Dijo mientras pasó su dedo desde la cara del hombre, hasta el pecho de la mujer― Solo necesito tu corazón. La mujer, que se miró rápidamente al pecho, mientras que la neófita apartaba su mano, quedó sorprendida intentando entenderla. ¿Mi... corazón?.. ―Resaltó mientras sentía como sus piernas empezaban a flaquear― La neófita, se rió un poco, intentando mostrar calidez y confianza. No seas ingenua, joven mujer.. no deberá darme su corazón naturalmente, simplemente demostrarme que a partir de hoy, es parte de mi.. ―Finalizó mientras que se levantaba, y pensaba con que propósito se había adentrado en este juego―

Aquella mujer, aun se sentía sobrecogida, pasmada, y sin saber que decir. Volvió su cara hacia el rostro de su marido, que había muerto entre el más afano sufrimiento, decidió confiar en la neófita, que era la única que había mostrado algo de compasión por ella, o eso creía. Eso es lo que normalmente genera aquel estado de desesperación, en que hacemos cualquier cosa de la que luego seguramente nos arrepintamos toda nuestra vida, o peor aun, no tengamos tiempo para arrepentirnos. La estupidez de nuevo, creada por la dependencia total de una vida ante otra, pierde contra la fría y sabia inteligencia de la soledad. La flaqueza con la que se mantenía en pie era sublime, se habían quedado en la casa de aquella mujer, que no estaba demasiado más lejos de dónde se encontraban. Por lo visto el planeta se dividía entres grandes estatus, grandes potencias que habían marcado algo importante en una historia pasada. A lo largo que la mujer le informaba un poco de como se habían llegado a esas situaciones de violencia, exilio, iba recordando algunas de las clases que había dado, algunas leyendas que había oído, y libros antiguos que había leído. La neófita, aun no sabía que tendencia la había hecho meterse en este maravilloso cuento que había creado, no sabía si era pura diversión, o simple maldad escondida en un ruin rostro de porcelana. Verás, lo que necesito ahora es que me lleves al sitio más importante que haya en toda esta ciudad.. ―Dijo la joven, intentando descubrir los misterios que aguardaba la ciudad Kaas― La mujer, quedó callada pensando, mientras calentaba una taza de té para intentar calmarse, y observaba como algunos de sus amigos dejaban a su marido en una especie de cuartillo por la ventana. Supongo qué.. el sitio más importante sería la ciudadela imperial.. ―Comentó ella mientras tragaba saliva― Pero hace muchos años que se encuentra inactiva.. puede ser un lugar muy peligroso.. La mujer, llamada Dünkya, se sentó calentando sus manos con el té, y ofreciéndole una taza a la neófita. Perfecto.. ―Decía esas palabras suavemente que salían de la comisura de sus labios como flechas hacia el pecho de la mujer― Será el lugar perfecto para que demuestres tu valentía, y tu corazón, que ahora es mío. Dünkya, asintió, prefiriendo no comentar nada, e intentando asimilar que todo esto lo hacía por la vida de su marido.

La noche había sido realmente confortable, sobre todo teniendo en cuenta que la había comparado con la anterior, en la cual casi se juega su vida, eran las 8:00 am, la llamada de un sol cubierto por nubes, la había hecho despertar, para comenzar aquel juego inexistente que la esperaba con ansias. Esa noche había preparado todo lo que necesitaba, que no era demasiado, había incluído algún que otro objeto innecesario para hacer más real su propia mentira, y había usado un talismán mágico antiguo que llevaba siempre de su cuello, para explicarle el por qué podía hacer ese proceso. Su falacia era sorprendemente real, para su asombro, vio a la mujer en aquel cuartillo en el que su marido reposaba muerto, como si pensase que realmente los sucesos que venían fuesen a solucionar algo. Cariño.. muy pronto estaremos juntos de nuevo, muy pronto.. ―Dijo mientras salía lentamente del cuarto esperando a la neófita a las afueras de la casa― Esta, que vestía con las túnicas de su academia, se reía mientras que comentaba hacia sus adentros, "Sí, muy pronto.."

El trayecto hacia aquella gran ciudadela no fue demasiado largo, habían llegado hasta allí en un pequeño transporte que había visto a las afueras del hogar. Se encontraba ante una construcción realmente grande, prestigiosa, y ante todo, realmente poderosa. Sabía que allí, había sido el alojo del Emperador junto con su Consejo Oscuro. No pudo evitar una risa apática saliendo de sus labios mientras pisaba la escalinata que daba paso hacia la entrada de la ciudadela. Ella parecía entrar con total confianza, sentía que se encontraba en un lugar al que ella aspiraba, mientras que la mujer, pisaba cuidadosamente atenta de cada detalle, hasta el más mínimo desprendimiento de una simple roca. Adelante, adelante... ―Dijo la neófita, adentrándose en lo que sería una especie de hall― Ya estamos muy cerca.. lo percibo Comenzó a bajar una de las escaleras, mientras observaba el patio interior, de aquellas construcciones metálicas y frías, y obligaba a la mujer a subir hasta uno de los pasillos subterráneos principales, dónde había estado alojado el consejo en tiempos posteriores. ¡Magnífico, parece que aquí por fin se puede cumplir la profecía, el renacimiento de la Bruja sin corazón, la vuelta en vida de un alma perdida! ―Gritó como una maníaca, resonando su torrente por toda la ciudadela― Le neófita, se acercó lentamente hasta la mujer, colocándola con indicaciones suaves en el centro de todo aquel suelo. Como contaban las leyendas, pronto conocerás el placer de la compañía de nuevo, el proceso de la resurreción, el retrogrado resurgimiento, la modificación del tiempo para engañar a la muerte.. ―Prosiguió mientras prendía su sable, de un tono rojizo, y bloqueaba los movimientos de aquella mujer mediante su fuerza― La mujer, notando lo que ocurría, empezó a moverse intentando levantarse, y soltando algunos quejidos, a los que la neófita, respondía con una risa loca y perdida, entre sus ojos que habían tomado un color dorado perverso ¡Liturgia! ¡Por fin se cumplirán las dogmas que siempre se han tenido que llevar! ¡Un sacrificio a un corazón vivo por el precio de uno muerto! Qué soez ―Siguió mientras ondeaba su sable, poniéndolo verticalmente a la altura de su pecho― Y ahora.. Por fín volverás con él ―Finalizó clavando su sable en su pecho, y terminando a su vez con la vida de la mujer―

Una risa macabra acompañó a toda la inhóspita zona, parecía que esta vez no estaba sola, materialmente sí, pero habían acudido a aquella muerte más de un pasado que no se quiso presentar. Al otro lado del pasillo, apareció un haz de luz rojo, procedente de muy al fondo. La neófita, quedó asombrada, pensaba que no quedaban más sith en aquel lugar. El rostro dejó verse con unas túnicas muy diferentes a las suyas. Debí suponerlo.. herejes ―Dijo en alto mientras ondeaba su sable sacándolo del pecho de la mujer― Aquel Sith, se dirigía cada vez más cerca de la mujer, sin replicarle ninguna de sus molestas quejas. Muy divertido, ¿Cierto? ―Comentó el sith, observando a la mujer muerta y tirada en el suelo― La neófita, acercándose un poco más a él, se rió lentamente. Más de lo que puedas imaginar ―Prosiguió mientras chocaba su sable con el de su oponente― Ambos se echaron hacia atrás de un salto. Supongo que habrás venido a.. sorpréndeme.. ¿Morir? ―Dijo nuevamente, mientras le atacaba con destreza hacia su torso― El Sith, viendo eso, dio de nuevo un salto hacia atrás, ondeando su sable una vez más. Te confundes, esto ha sido una simple coincidencia, ya tenía mis planes antes que tú ―Expuso este, lanzándose hacia la joven bruscamente― Isis, que lo advirtió, le empujó mediante la fuerza antes de que este le rozara. Su nivel era inferior al de la neófita, sus habilidades aun no estaban completamente desarrolladas. Isis, aprovechó el golpe, para atraer su sable rápidamente, y apagarlo, lanzándolo por uno de los cristales de la ciudadela. Muy bien, ¿quieres acompañar a esta pobre mujer en su recodo? ―Comentó sarcásticamente, quedándose quieta, y observando como el Sith se retiraba lentamente― Este, se colocó casi detrás del pasillo, de espaldas, y observó a la neófita antes de que le atacase. Hoy no será el día que debatamos nuestra muerte.. ―Y sin más que decir, usó toda la fuerza que pudo para salir de aquel lugar―

La joven, miró una vez más el cuerpo, su juego había terminado, no merecía la pena luchar por la muerte de aquel hereje, sabía que en cualquier otro momento su muerte resultaría más divertida. Parecía que de su túnica, se había caído un pequeño trozo de pergamino, que guardaba un diseño, un boceto mal echo acompañado de un nombre, "Ror'jhan" no entendía que era. Volvió su cabeza hacia atrás, para contemplar ese lugar subterraneo, escondido en las profundidades de Dromund Kaas. Al fondo de uno de los pasadizos, se divisaba una puerta metálica acorazada, y cerrada por una especie de sistema que controlaba su apertura. Se acercó lentamente hacia él, poniendo su dedo para intentar identificarse. Obviamente, la puerta, seguía cerrada marcando un error en el sistema. La neófita, no dispuesta a rendirse, observó en el controlador, otros modos de entrar. Resaltó en él un pequeño apartado; clave. La combinación tenía unas 7 letras, con un espacio justo en donde vendría la cuarta letra. La neófita, intentó observar a todos los lados buscando algún punto de información, dónde poder sacar alguna palabra clave para descifrarla. Nuevamente, se le vino a su cabeza aquel pergamino que llevaba el Sith, por algún motivo, sabía que estaba enlazado a algo que ocurría en aquella ciudadela, el plano mostraba mal hechos, el boceto del mapa de la ciudadela, y un especie de buque mal dibujado también, con el nombre que anteriormente había leído. La idea se le vino clara a la cabeza. Introdujo rápidamente la clave, que encajaba afortunadamente con la cifra que pedía. No puede ser ―Dijo mientras observaba como la puerta, se iba abriendo lentamente hasta no quedar ningún seguro― Había pasado a descubrir un enorme laboratorio, repleto de tubos de ensayo, grandes bocetos y estructuras, holoproyectores, tanques de pruebas. Entró lentamente, observando cada cosa con sumo detalle, y llegando al escritorio principal, dónde parecía tener guardados todos sus datos. Encima de esta mesa, había una especie de caligrafía sobre un papel antiguo, desgastado por los años pero conservado legible por las buenas condiciones de temperatura del laboratorio.

"Buenos días, me encuentro ahora mismo abandonando este lugar, aquí ya he finalizado mi trabajo, me marcho durante un tiempo indefinido para acabar el mi última modificación, al sistema Vesla, dejaré las coordenadas registradas en uno de los mapas holográficos del centro de mesa. Probablemente este mensaje no sea leído, dejaré igualmente un holograma en la sala de reuniones, si se requiere de mi ayuda, la encontraréis aquí. Atentamente; hacia el consejo oscuro"

Había quedado perpleja, no había oído nada de aquella mujer en su vida. No entendía bien aquello de, "Si necesitáis mi ayuda.." ¿A qué se refería? La neófita empezó a sentir algún que otro escalofrío, cada vez más mientras se acercaba a una mesa redonda, dentro del laboratorio dónde había dejado sus indicaciones. Parecía que no era el mapa lo único que había dejado, penetró más, notando un pequeño cajón semi invisible debajo de aquella mesa, abriéndolo lentamente y viendo una pequeña cajita metálica, abierta por uno de sus lados. La colocó entonces al lado del mapa, y de la copia del holograma, que por el tiempo ni si quiera lograba abrirse. Rozó lentamente la caja, metiendo uno de sus dedos por la ranura de esta, y notando entre un acolchado terciopelo negro interior de la caja, los secretos a los que se refería.

Aclaración: Intenté hacer el roleo saliendo un poco del ámbito común, e introduciéndome en una historieta creada por el fin de la diversión. Salir de la violencia y la lucha, y entrar más en un juego manipulador y dominante a base de la inteligencia y la creatividad. Por si no ha quedado claro, las obtenciones serían el Holocrón de DarthMekhis y una Cola de Vornskr. Si hace falta algo más, alargarlo, cambiar algo, obviamente acepto críticas. Avisaré de algo antes de que nadie se me eche encima, Darth Mekhis, murió en el Sistema Vesla, en el corredor Solar, el cual explotó, cierto, pero nadie porta su holocrón encima, así que pensé que un buen lugar, sería su laboratorio en la ciudadela, como supreviviente del consejo oscuro. Si alguien me niega esto, que comente, yo lo dejo a mano de los legalizadores, un saludo.

Vaya, tu si que sabes de hacer roleos, he leído algunos párrafos pero tengo cosas que hacer, y por lo visto me encanta, luego veré el resto, pásate por el mío *-*

Muy muy bueno, enserio

Dos días: roleo válido. Actualizo las obtenciones.