[Roleo de Netdark] La vida de tantos. Y de nadie. (Continuación del roleo de Etxxu)

vºLumen Gresº escribió:

Capítulo I: (quizá único)
Espectros del Vacío y de la Traición.
El Renacer.

" " Significa sus pensamientos.
- Conversaciones.
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“Traición, ¿no es sino su desfachatez traición? ¿Acaso solo la traición es violenta? Sus actos son traición, vine aquí, renunciando a todo cuanto poseía, perdiendo mi familia y mi Imperio, mi título y todo, renuncié a todo únicamente por ellos, para cumplir viejas promesas y ¿cómo me responden? Con la más vil traición. Pues es traición también ver como me pisotean esos pseudojedi que pueblan la Academia, ¿acaso ese sith enmascarado es más digno que yo? Desde que volví mi única preocupación ha sido el bien de vuestra ridícula y distante Orden Jedi, he trabajado más que ningún jedi por vuestro deber, si, vuestro deber y así me lo pagáis... ¡Traición! Ahora guardáis silencio, creéis la mentira que sabéis que no es cierto, únicamente para dañarme. No aprendisteis a respetarme como vuestro aliado, aprenderéis a temerme como vuestro enemigo. La noche es más oscura precisamente antes de amanecer y la sombra más peligrosa es aquella que se mantiene intacta, escondida tras un rincón, incluso en la más brillante luz. No hay luz sin oscuridad y por vosotros... no habrá jedi sin sufrimiento ni templo sin escombros.”

-Mmmmmh.- Murmuré- Sal de entre las sombras, sé que estás ahí.
-Aún así tardaste mucho en descubrirme.- Dijo un desconocido.
-Inútil, sabía perfectamente desde que comenzaste a espiarme que estabas tras de mí- Le dije mientras le lanzaba una mirada fulminante.
-Siento odio en ti, Maestro Jedi.-Dijo entre risas.
-¿Maestro Jedi?
-Si, usted.
-No me hagas reir, jamás fui un jedi, solo les ofrecí mi ayuda para saldar mi deuda.- Dije ahora yo riendo.
-Ira, mmmmmh- dijo retorciéndose de placer- me encanta el dulce aroma de la ira, es casi tan placentero como ver en los ojos de un niño la muerte anunciarse. Terminó de decir mientras a mi alrededor se movía frenético como si intentara captar algo.
-¿Por qué has estado aquí todo este tiempo?- Le dije inquisitivo.
-No podía dejar al gran Inquisidor.
-Darth para ti, pequeño alfeñique- Le interrumpí cogiéndole del cuello.
-Mi Darth, perdón.- Dijo mientras se liberaba de mi atadura y proseguía- no podía dejarle solo, mi Darth, mientras se aventuraba en territorio Jedi, ya ha comprobado el rencor y odio, si, odio, que estos pseudojedi profesan hacia ti, temía que tarde o temprano, como ha ocurrido, te tendieran alguna trampa.
-No fue un jedi quien me tendió esta trampa- Le corregí mientras la ira que recorría mi cuerpo tornaba amarillas mis pupilas.
-Lo sé. Fue ese sith enmascarado de jedi que se hace llamar Adas Massbath. Sin embargo, fue el odio y rencor de los jedi lo que provocó esta situación, ¿no es cierto, mi Darth?- Dijo con cierto tono de sarcasmo mientras alborotaba a mi alrededor con vehemencia.
-Sí. ¿A dónde quieres ir a parar...?- Comencé a decir.
-No diga mi nombre, mi Darth- Me interrumpió.
-Bien, pero respóndeme.- Dije colérico ante su interrupción.
-Una vez mi Maestro me enseñó que no somos lo que dicta nuestro rango, sino aquello que en nuestro interior poseemos. ¿Recuerdas esas palabras? Se las dijiste tu a mi Maestro, y este a mí.- Dijo mientras continuaba danzando a mi alrededor.
-Claro que lo recuerdo, ¿y qué? ¿Qué buscas en estos momentos, aquí, con esta conversación?- Dije sintiendo una alteración en la Fuerza en el planeta Egessade.
-Las ideas, son un interesante concepto, ¿no crees?
-Explícate.
-Por su puesto. Las ideas nacen y pueden perecer, o no, sin embargo, ¿qué hay mas fuerte que una idea? Cualquier cosa que oigas, pienses, sientas, por pequeño que sea, puede crecer, multiplicarse y reproducirse en tu mente hasta llenarla por completo y hacer que no seas capaz de pensar en nada más. Ya una vez, antaño, tu odio te cegó y provocaste uno de los episodio más bochornosos para la Orden Sith. Una idea en ti creció, se multiplicó y provocó tu alzamiento.
-Sí, ¿y qué?
-¿Y qué? ¿Acaso no lo ves, Maestro de Maestros? La idea acaba de ser plantada en ti por la Orden Jedi y sus pseudojedi, tu ira y odio es el riego que necesita y yo, mi Darth, yo soy su abono.
-Intentas que caiga en el Lado Oscuro de nuevo, ¿cierto?
-¿De nuevo?- Dijo sarcásticamente mientras danzaba y saltaba a mi alrededor riéndose.- ¿Acaso alguna vez te abandonó?
-Jum- Emití.
-Dime, ¿deseas venganza?
-Hice una promesa.- Dije agachando la cabeza.
-Ajá.- Asintió mientras cesaba su algarabía.- Y esa promesa, ¿a quién se la hiciste?
-Al...-Dije parando al darme cuenta.
-Exacto, al desaparecido Maestro Jedi Homo Bopilus. Y siendo así, ¿no está saldada tu deuda y promesa?
-¿Por qué iba a estarlo?- Dije incrédulo.
-Muy sencillo, viniste, cumpliste tu promesa, trabajaste, sentaste las bases de una nueva generación de jedi y, hasta el momento en que te traicionaron esos viles jedi, velaste por una Orden a la que ni perteneces. Además, con su traición hacia ti, esos pseudojedi te han liberado de tu promesa y deuda, creo yo.
-Sí, quizá sí...- Dije pensativo.
-Claro que sí. Quizá ha llegado el momento de volver a lo que realmente eres. Un Darth Sith, tu camino no es el de cuidar florecitas y cambiar pañales, tu destino es el de acabar con aquellos que se interpongan en tu camino e intenten destruir tus sueños.
-Sí, quizá sí...- Dije algo mas convencido.
-¿O acaso seguirás como hasta ahora aguantando a una Orden de hipócritas, mentirosos y rastreras ratas que te traicionan pese a tu duro trabajo? ¿Seguirás dejando que tu Imperio se hunda en la mayor de la miseria desde que tu y tus legiones de Sith os marchasteis mientras estos inútiles se sirven de tu poder y duro trabajo?
-Sí- Dije completamente convencido mientras mi rostro empalidecía, mis uñas se secaban, mi piel se agrietaba y las cuencas de mis ojos se tornaban negro como el azabache.- Tienes razón.

Spoiler:

-Mi Darth.- Dijo arrodillándose esta vez con una expresión seria como nunca antes la había visto en él.- Veo que por fin habéis regresado, esta vez sí que es usted.
-Parte hacia Nall Hutta, reorganiza el sistema político, que todos sepan que su Darth ha regresado, yo me encargaré de reunir a un pequeño grupo de Sith.- Le miré desquiciado- ¡¿A qué esperas?! ¡Parte!
-Mi Darth, ya mande hace semanas esas órdenes a Nall hutta. Vaya usted, yo he de quedarme, tengo cosas que hacer.
-Bien, imagino lo que harás, suerte, te espero en Nall Hutta junto a los demás.
-Mi Darth, ¿de nuevo nos alzaremos contra el Imperio?
-No, el Sector Hutt se mantendrá ajeno a las luchas, mi único objetivo son un reducido grupo de sith que se hacen pasar por jedi.
-Bien, mi Darth.
-Antes de ir a Nall Hutta iré al Santuario de la Fuerza, allí me esperan unos personas.
-Lo sé, estuve con ellos, mi Maestro me mandó a esta misión, está allí esperándole, mi Darth.

Sin decirle nada más, ni esperar contestación suya alguna, cogí mi sable Lucifer y me encaminé a un viejo arcón. Estaba sellado con mi magia sith, por lo que cogí un pequeño trozo de cristal roto de mi ventana y lo clavé en mi mano, dejé la sangre correr y resbalar sobre el sello, que al contacto con mi sangre expiró u mostró una cerradura. Abrí el baúl y observé su interior.

“Ah, mis viejas amigas... cuanto tiempo sin vosotras, os había echado de menos.”

Rápidamente me revestí de mi armadura de Biszor, solo su simple contacto con mi piel me sumergió en los lóbregos mares del Lado Oscuro, oscureció nuevamente mi cabello y provocó que mi Lucifer se excitara como hará años que no ocurría. Más al fondo, tras unos pergaminos falsos con una identidad inventada, se encontraba mi vieja y destartalada túnica, su color negro la mezclaban entre la oscuridad del arcón y, unido a un aura oscura que la revestía, provocaba un efecto de mar en calma en la noche mas fría que cualquier ojo pudiera nunca haber presenciado. Saqué dicha túnica, me la ceñí al cuerpo ocultando mi armadura y me enfundé en su fiel capucha para guarecer el aspecto que ahora mostraba mi rostro.
Avancé por los pasillos de la Academia Jedi. No los recordaba así.

“Hasta la madriguera de una rata se envenena con su infección.”

Las paredes se me antojaban iguales a pútridos jirones de muerte. Los brillantes suelos se me asemejaban a la pulcra luz de un hueso pudriéndose al sol. Según a mi lado pasaban los incesantes aprendices y sentía su miedo al acercarse a mí más me parecían cucarachas ansiando ser aplastadas por mi misericordioso, sí misericordioso ya que su existencia fútil carecía de todo sentido, pie.

“¿Cómo pude alguna vez velar por estas paredes, estos suelos y estos inútiles aprendices? Y lo que es peor, desde estos pasillos oigo las voces de los Maestro y Vigilantes, no escupen más que palabras que en sus gargantas se convierten en cieno y al soltarlas al aire inficcionan cada partícula de oxígeno que tocan, convirtiéndolas en escarcha que abrasan tus pulmones con su frío odio.”

Me paré frente a un muro donde estaban escritos en piedra el Código de Honor y el Código Jedi. Los leí detenidamente para, finalmente y entre la sorpresa e incredulidad de los aprendices, estallar en carcajadas.

“Hipócritas jedi, aún no he visto ninguno que cumpla estos preceptos.”

Al llegar a los jardines vi a un grupo de iniciados o de padawan sentados en la hierba, ociosos, frente a la luz del día y el calor mañanero. No queriendo dejar pasar esta ocasión, me acerqué a ellos. Viendo que su desidia les impedía notar mi presencía, recordando algo que en Egessade aprendí, me concentré en la Fuerza y el cielo se oscureció. Cuando abrieron los ojos sorprendidos y se asustaron por mi impronta, comencé.

-Saludos, quien quiera que seáis.
-¿Qui... quie... quién eres tú?- Dijo asustado el padawan Drake.
-Vaya, creía que no serías capaz de pronunciarlo- Al hablar me di cuenta de que mi voz había adquirido un viejo tono que no recordaba ya desde antaño.- Quien sea no te importa. Ocioso jedi.
-Pe... pe... per... pero señor, ¿quiere algo?- Dijo el padawan Laros.
-Escuchad.- Me acerqué a ellos y les susurré.- No durmáis, pues, cuando lo hagáis yo estaré en vuestro reino onírico que son los sueños y os mataré.- Tras decir estas palabras deje que observaran mi rostro y salieran corriendo asustados al ver mis oscuras cuencas y amarillentas pupilas.

Spoiler:

“Jedi... solo son escoria asustadiza.”

Ya en los hangares, observé mi nave mediana, se notaba que se trataba de una nave sith a distancia, sin embargo, los jedis nunca se opusieron a ella, mi ayuda les era demasiado estimable como para enfurecerme obligándome a deshacerme de ella. Escuchando como al fondo sonaba en toda la Academia la señal de alarma y varios Caballeros Jedi buscaban algo que no conocían, solo una presencia del Lado Oscuro y una descripción de dos niños asustado, monté en mi nave y partí.

-Pequeña chatarra de droide, ya sabes a donde tenemos que ir- Dije a mi droide mientras este introducía las coordenadas.

Al cabo de un tiempo llegué a mi destino.

-Pipiipipipiuuuuu- Dijo mi droide.
-Lo sé.- Dije ofuscado a mi empírico amiguito.- Aterriza, no me importa que no seas capaz de creerlo, hallaremos superficie entre la bruma.
-Pipipipipiuuuuuu- Dijo el droide nuevamente.

Al acercarnos a la oscura bruma, esta comenzó a emitir una ligera luz azul, a aglutinarse y compactarse, dando lugar a una superficie planetaria no más amplia que mi nave y yo.
Descendí a suelo y volví a notar como según avanzaba la bruma se materializaba. Sin ningún instrumento que me guiará avancé por la bruma grisácea siendo guiado por la Fuerza a un lugar al cual solo aquellos que la Fuerza desee podrán llegar y encontrar.
Tras unas horas de caminar, halle una entrada, la bruma se deshizo y vi a la perfección la entrada al Santuario de la Fuerza, más conocido actualmente como Santuario Gres.

-Vaya.- Dijo alguien riéndose mientras prendía un sable que no pude ver.- ¿Quién eres? Dímelo o te mataré. ¿Cómo has llegado aquí?
-La pregunta.- Dije girándome y observando su sable laser, el cual identifiqué al instante.- Es cómo puede ser que no me reconozcas, hijo.
-¿Cómo? Muéstrate.- Dijo acercando su sable laser a mi cabeza.
-Bien.- Continué mientras me retiraba la capucha mostrando mi rostro.- Ahora si me reconoces, ¿no, Sherz Gres?
-Maestro.- Continuó mi hijo.- No sabía que fueras tú. Veo que mi enviado lo ha logrado.
-Sí, si es que se puede decir lograr a lo que hizo.- Dije con desdén.- Pasemos al interior, hay muchas cosas que quiero hablar contigo.

En la inscripción de la entrada, en idioma sith puede leerse aún “Soy la calma tras la tempestad, soy la oscuridad tras la luz, soy el vacío tras la destrucción.”

Spoiler:

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Seltar escribió:¿Poder ilimitado? No me gustó para nada