[ Roleo + Obtenciones ] Una noche ajetreada [Revisado]

**Pensamientos propios**
Narración
-Diálogos
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Era una fría y oscura noche.
La galaxia temblaba junto a sus integrantes por la fuerza concentrada, que pronto explotaría.
Estos usuarios, impacientes y preocupados, velaban por su seguridad en sus hogares respectivos.
Yo me encontraba en mi nave, descansando en la cama plegable.
La noche ya había caído y yo escuchaba su oscuro silencio.
Mirando el techo, como muchas otras personas, no podría dormir.
Cogí mi sable y comencé a observarlo con delicadeza.
Cada trazo de este me recordaba alguna guerra, alguna batalla, algun asedio.
De un simple gesto de cabeza pensé que saldría de este momento melancólico, pero fue algo erróneo ya que seguía teniendo la imagen del Lord Zekros que me apresaba.
**Ya es pasado, ahora tengo que vivir como Roman, Roman Jindai**
Me levanté y decidí pasear un rato, hasta que me calmara.
Al salir, encontré que estaba en Nuevo Plympto, el planeta en el cual residí durante un tiempo y ya me conocía de memoria sus verdes praderas.
Ya ni me acordaba, ayer me pasé de bebida, al salir de mi cautiverio en Crakull, sin saber que hacer, me fuí a uno de los multitudinarios bares de Coruscant.
Ahí me senté en la barra y le pedí al camarero un... Ah no me acuerdo... Bueno, después de eso una pelea estalló entre dos borrachos hartos de vivir.
Me levanté del taburete y mediante la fuerza los lancé contra el muro, y seguidamente salí del bar, donde todos se quedaron mirandome con una mirada un cierto extraña.

Ya decía yo porque me dolía tanto la cabeza...
Cuando volví de este sueño despierto ya estaba bajando las escaleras de mi nave y encapuchandome, comencé a errar por la zona.
Seguía recordando y soñando cuando sin haberlo percibido, me encontraba en plena mitad de un bosque.
Estaba perdido... No había ni rastro animal ni humano, y mis huellas apenas se veían en el fango.

Unos ruidos de animal extraño comenzaron a sonar.
Asustado, cogí mi sable y lo prendí mirando a mi alrededor.
Antes de darme cuenta una rara silueta aparecía tras unos matorrales, al igual en todos los matojos que tenía alrededor.
El ruido seguía sonando, percibía que estas siluetas eran quien provocaban el ruido.
-¡Vosotros! ¡Venid aqui si no temeis a la muerte! les grité pensando que eso les retrasaría
Se pararon un segundo, pero no tardaron en abalanzarse contra mi.
Cuando salieron, pude percibir que eran nosaurianos con picas laser dispuestos a quitarme todos los dactarios y sables.

Uno de ellos se abalanzó contra mi con su pica delante, para clavarmela en el pecho pero con mi sable que tenía en la mano izquierda la desvíe y con la otra, posándola rápidamente sobre su pecho, le propiné un empujón y salió propulsado hacia atrás tirando al suelo algunos de sus compañeros.
Antes que me diese cuenta recibí un golpe en la cabeza desde detrás, caí de espaldas y pude observar como el Nosauriano se acercaba a mi dispuesto a consumir mi vida clavandome la lanza, pero un disparo apareció en su pecho, atravesado por detrás, tirandole encima mio.
Veía borroso, solo pude ver como una figura oscura aparecía tras las ramas y disparaba al resto de Nosaurianos que caían al suelo derribados.
Esta silueta se acercó a mí y me cogió del brazo para levantarme.
Mi vista comenzaba a volver a la normalidad, y pude percibir a Kharn, un viejo amigo.
-¿Que tal Román? ¿Que haces aqui? pregunta Kharn
-¿Bien, y tu? Lo mismo te pregunto, yo estuve ayer de borrachera y no sé como llegué aquí, le explico
-Pues a mi simplemente me recomendaron visitar este planeta y así he echo, me responde
-Perfecto... ¿Pero tu has visto mi nave? Me he perdido y ahora no sé donde se encuentra
-No, pero podemos ir a buscarla, me responde
Así hicimos, comenzamos a caminar entre senderos y árboles abriéndonos paso con mi sable.
Seguimos caminando un rato más hasta que los árboles dejaron de crecer.
Ahí, nos encontrábamos a los pies de Phemis, la capital de Nuevo Plympto.
Nos acercamos a la ciudad y comenzamos a callejear en ella, los dos encapuchados.
La gente se apartaba a nuestro pasar.
La noche ya había caído.
-Kharn, ¿Porque nos miran así? le pregunto
-No sé, tu sigue caminando, entraremos en ese bar y tomaremos algo, me responde decidido
Entramos en la taberna y nos sentamos en la barra.
Kharn pidió dos bebidas fuertes y la gente del lugar no dejaba de mirarnos.
Terminamos de beber y quisimos salir, pero una bestia, tres veces mas grande que yo, nos bloqueó el camino posando su mano sobre mi pecho.
-Vosotros, servis al imperio, ¿verdad? nos pregunta
-Si, y ahora quitate de nuestro camino si no quieres morir, le respondo
Esto enfadó a la bestia quién sacó un sable dual azul y prendiendolo me empujó mediante la fuerza y aterricé en la barra tirando los vasos.
Kharn fué a dispararle pero los que estaban en la taberna se levantaron y le atacaron.
Yo, viendo que nos superaban en numero, agarré a Kharn corriendo, y mientras que nos disparaban y yo reflectaba los disparos con la mano que tenía libre, lo llevé hasta la puerta de atrás donde se levantó y salimos corriendo hacia las afueras.
La bestia jedi junto al resto nos persiguieron e iban llamando a más y más personas que salían de las casas.
-¡Corre! ¡A esa gruta! gritaba señalando Kharn
Corrimos hacia ella y penetramos dejando atrás a la multitud.

Fuimos hasta el fondo, donde un rayo de luz caía sobre unos montículos de rocas.
Nos acercamos a estos y descubrimos que había unos cristales incrustados, y por mi sabiduría deducí que eran dos cristales rubat.
-Yo me encargo de sacarlos, tu vigila que no nos descubran, me indica Kharn
-Vale, ten cuidado, son valiosos cristales, le respondo
Me coloqué en la entrada de la gruta para vigilar mientras que Kharn sacaba una pica láser y comenzó a romper los alrededores del cristales, dejándolo caer sobre sus manos.
Yo seguía en la entrada, vigilando.
Aproveché para observar la claridad del cielo y la luz de la luna de Nuevo Plympto.
Sin darme cuenta encontré mi pequeña nave a lo lejos, estacionada.
Pronto, Kharn se acercó a mi y enseñandome los cristales me dió uno.
-Ahi está mi nave, le digo
-Perfecto, hay que llegar cuanto antes, yo iré hacia la mia que no está muy lejos, me interrumpe
Salimos de la gruta y nos encaminamos por pequeños senderos lejos del centro de la ciudad.
Los gritos y movimientos constantes de gente se hacían notar entre las casas.
Llegamos hasta las naves donde fuimos a despedirnos, pero la bestia junto a sus bastardos aparecieron cerca nuestro.
-¿Pensabais que nos habiais despistado? pregunta con ironía, sucios imperiales, morireis a mis manos.
Se abalanzó contra mí con su sable dual azul ya encendido, mientras que el resto disparaba a Kharn quien se había escondido tras una roca.
La bestia me quiso atacar desde arriba pero bloqueandolo con mi sable que tenía en la mano derecha, me agaché y le empujé mediante la fuerza.
Esto apenas molestó a la bestia quien se movió solo unos metros.
Contraatacó con unos rayos que desvié rapidamente y me abalanzé hacia él con tanta velocidad que apenas tuvo tiempo de reaccionar y le hundí el sable en su pecho.
La bestia se quedó inmóvil algunos segundos, para después caerse al suelo muerto.
Sus bastardos, enfurecidos dispararon hacia mi, reflectando los disparos que podía.
Me levanté para esconderme tras la misma roca en la que estaba Kharn y me dispararon justo en el pie lo que me tiró al suelo.
Comencé a arrastrarme, Kharn me cubrió y los enemigos iban muriendo.
Se vieron reducidos en número y yo me desangraba.
Kharn hacía lo que podía, al igual que yo que intentaba lanzar ataques con la única mano que tenía libre.
Cuando el teniente imperial consiguió acabar con todos, vino a socorrerme, me metió en su nave y me llevó a un centro médico Imperial, donde me curaron.
Ahí estuve algunos días hasta que me llevaron a Jerrilek, donde tenía mi casa y ahí descansé de la batalla, sin despegar el ojo de mi nuevo cristal.

FIN
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OBTENCIONES:
(1) Cristal Rubat para Roman Jindai
(1) Cristal Rubat para Kharn Kaissh