[Roleo] El Principio de Todo [Satella]
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[Roleo] El Principio de Todo [Satella]
Autor: Hyuuga Hana
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Otro día en Ruusan. Me levanté, como el día anterior, y el otro, y el otro... Se escuchaban pasos por el pasillo, algunos lentos, otros rápidos, unos sonaban mas y otros menos, incluso se escuchaban risas de niños. Me levanté con toda la tranquilidad del mundo de la cama, me puse la ropa y me dispuse a ir al comedor.
Veía a los niños corretear y sonreí, recordando que hace poco yo era una de esas niñas que únicamente pensaba en jugar. Sin embargo, ahora que había sido ascendida a Padawan, me sentía... diferente ¿Valía de verdad invertir toda la vida por el bien y la justicia? Sí, aunque... ¿Como puedes luchar por algo si no puedes luchar por ti? Sí, debía descubrir quien era para poder luchar por algo, o alguien.
Llegó la hora de la cena. Me senté en un banco apartado, y empecé a comer sin muchas ganas ¿Que me pasaba? ¿Había perdido la fe en todo? Me levanté de la mesa y me dirigí a la habitación. Me puse mi ropa de viaje, arreglé la mochila y, decidida a romper esa falta de confianza, me dirigí hacia el hangar, donde tomaría una nave.
- ¿Donde crees que vas, Hana? - Una voz profunda me hizo soltar un agudo grito - Creo que hay algo que no me has dicho. - Reconocí la voz. Era mi Maestro, Eresse Shan.
- E-Esto... Yo iba a ha-hacer un viaje... - Tartamudeaba mas de lo habitual a causa del susto, mientras veía como su expresión no era de enfado.
- Entiendo... Ten cuidado, que la Fuerza te acompañe. Espero que encuentres las respuestas que buscas. - Sorprendentemente, se giró y me dejó ir. ¿Sabía acaso que me sucedía?
Entré al hangar y hablé con el encargado del mismo. Le expliqué que era un viaje personal, que no tenía nada que ver con la Orden. Al final, el hombre accedió a dejarme ir, pero que me daría una de las naves viejas, puesto que no podía darme una de las rápidas por si ocurría algo. Me monté en una nave algo oxidada, de una sola plaza... No era mucho, pero era lo que necesitaba.
Aburrimiento. La nave viajaba por la infinita galaxia. Solo escuchaba el sonido del motor. ¿Qué podía hacer? Saqué de mi mochila un libro que había "tomado prestado" de la Biblioteca. Este hablaba sobre Corellia. Al parecer, era un libro de leyendas, puesto que decía que el planeta había sido formado por unos seres llamados "los celestiales", usando planetas de otras partes de las galaxias, y que esos mismos celestiales llevaron humanos de Coruscant a Corellia. ¿Por que guardarían un libro de leyendas en una Biblioteca Jedi? Saqué otro libro que enseñaba métodos de meditación, me puse a practicarlos y, en cuestión de un rato, noté como ya estaba delante del gran planeta.
Mi nave sobrevolaba un gran hangar de la ciudad. Introduje un código y las puertas se abrieron, dejándome aterrizar. Sentía una sensación algo extraña, como cuando crees que te están observando. Nada mas descendí, unos soldados me rodearon y me dijeron:
- Nombre y razón de venir - Hablaron en un acento que me era bastante conocido. Por supuesto, yo era de ahí, así que de eso me sonaba.
- Ho-Hola... Me llamo Hana Hyuuga, ve-vengo de Ruusan con motivo de hacer unas investigaciones. - Al decir mi apellido, se miraron entre ellos, se disculparon y se fueron corriendo. ¿Tanta influencia tenía una empresa?
Me sentía algo extraña, pues, aunque fuera una Jedi, continuaba siendo una niña que no pasa de 1,50m. La gente me apartaba y me empujaba, tal vez sin darse cuenta, o tal vez porque eran así de maleducados. Sin embargo esto no me molestaba, pues sabía que estaban viviendo como ellos querían.
Al llegar a un callejón sin salida, me di cuenta que había cometido el peor error, y era no haberme concentrado. Cinco hombres vestidos con unas largas túnicas con símbolos extraños bordados y bastones me rodearon, y me dijeron.
- Entrégate, Hyuuga - Tras esto, se lanzaron sobre mi y no pude hacer mas que cubrirme con los puños y sentir como me golpeaban en la cabeza hasta que perdí el conocimiento.
Cuando abrí los ojos me di cuenta que estaba en una habitación que me era bastante familiar. Vi una puerta abierta, y un rico olor a comida recién hecha me vino a la nariz. Sin embargo, no confié, y tomé mi sable láser con la mano derecha, por si ocurría algo. Una figura familiar se apareció delante de mi ¿Mi madre? Parpadeé y me di cuenta de la realidad. Era mi casa, algo o alguien me había dejado ahí, en las ruinas de la casa de mi familia ¿Que había pasado?
Miré a todos los lados mientras un sentimiento que está prohibido me empezaba a invadir. Me vino a la mente un viejo proverbio Jedi:
¿Miedo? ¿A que se suponía que debía de tener miedo? ¿A lo que no conozco, a no saber como podía haber protegido a mi familia? Un miedo que se mantiene como una llama prendida, que se mantiene fúnebre, que se mantiene tenebrosa, como una luz que se consume poco a poco. ¿A que le tenía miedo en ese momento? Al propio miedo, a no saber que podía hacer en ese momento, y eso me llenaba de ira. Esa ira la sentía como un gran fuego que me corrompía.
- Hana... - Una voz susurraba mi nombre, mientras mis lágrimas caían al suelo.
Abrí los ojos de nuevo, y sentí como la Fuerza me rodeaba. ¿Había caido en el Lado Oscuro? No... Todo era luminoso, todo era puro, todo era... la Fuerza. En la lejanía se veía un castillo blanco ¿Debía ir? Sí, no podía hacer nada mas que ir, puesto que lo demás era una infinidad.
Caminé no se cuanto tiempo, pero no me cansaba, incluso corría, y simplemente no avanzaba ¿Que me pasaba? Miré hacia el castillo y de pronto, noté una presencia detrás de mi.
- Acompáñame - Dijo el ente. Tenía mucho miedo, las piernas me temblaban, pues no sabía quien era aquel fantasma. Sí, tal y como lo oye, un fantasma.
- E-Esto, señor... ¿Quién es usted? - Dije con una voz de miedo.
- No importa quién soy, si no quien eres. - Me dijo el ente, y tras eso, el castillo apareció delante.
Entré en el castillo y vi como todo tenía los mismos símbolos que le vi una vez en la ropa a mi madre y a mi padre ¿Eran ellos?
Seguí al ente y entonces lo vi. Unas escaleras, con un libro en medio ¿Que era? Cuando me disponía a subir las escaleras, noté como algo no me dejaba pasar. Sí, ahora lo entendía todo... Me giré y me vi a mi misma, con los ojos negros en vez de blancos, con una túnicas oscuras. El ente empezó a dar vueltas a nuestro alrededor, haciéndonos entender que solo una debería salir. Tomé mi sable y me dispuse a luchar, cuando entonces lo noté.
- Hana, estamos contigo, simplemente, cierra los ojos y nosotros te diremos que hacer -Escuché la voz de mi padre, la cual me transmitió... poder. Cerré los ojos y sentí como mis movimientos eran mas rápidos, mas precisos. Un corte, dos cortes, los pasos eran los necesarios. La precisión era... perfecta.
Cuando abrí los ojos, me vi a mi misma desaparecer en una sombra, la cual me rodeó y se metió dentro de mi. La escalera, entonces, se hizo mas pequeña, y la subí.
El libro explicaba como mi familia, como otra, proviene directamente de esos seres que se conocen como celestiales, y que por eso tengo una gran afinidad con la Fuerza. Los demás detalles, por supuesto, no se los diré, porque es un secreto de mi familia.
Cuando me giré, vi a muchos entes mirarme desde abajo de las escaleras. Todos tenían los mismos ojos que yo. Blancos como la nieve, profundos como el océano. Me miraban, simplemente me miraban, y entonces... Oscuridad.
Abrí los ojos. Estaba en el callejón, los hombres con túnicas extrañas no estaban, simplemente estaba una túnica y un talismán. No estaba tirado en el suelo como si lo hubiesen abandonado, sino que estaba cuidadosamente doblado, como si lo hubiesen dejado para mi. Simplemente, lo tomé, lo guardé en mi mochila y me dirigí al hangar. Me subí a la nave y puse rumbo a Ruusan.
En el camino de vuelta lloré, y reí, y medité. ¿Por que hice tantas cosas? Porque había superado mi primer obstáculo como Jedi, que era mi ira, porque había sabido que mis padres habían muerto, y porque sabía que ellos siempre estarían a mi lado, rodeándome junto a la Fuerza, infinita, poderosa.
Llegué a la Academia cuando era de noche, así que simplemente dejé la nave, y me dirigí a mi habitación. Me probé la túnica y me venía extrañamente bien, y cuando me puse el talismán, sentí como un poder me rodeaba. Este talisman brillaba, me hacía sentirme mas unida a la vida, con mas poder y con algo mas de confianza. Era la luz que había perdido en ese momento de ira, y que jamás la volvería a perder.
Y ahora, me contestaré a la pregunta que hice al principio... ¿Quien soy? Soy Hana Hyuuga, una Jedi que tuvo que volver a sus raíces para darse cuenta de lo que no es. Una Jedi que desciende de los creadores de la Galaxia y que defenderá el legado de sus ancestros aunque tenga que sacrificar su vida.
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I - ¿Quien soy?
Otro día en Ruusan. Me levanté, como el día anterior, y el otro, y el otro... Se escuchaban pasos por el pasillo, algunos lentos, otros rápidos, unos sonaban mas y otros menos, incluso se escuchaban risas de niños. Me levanté con toda la tranquilidad del mundo de la cama, me puse la ropa y me dispuse a ir al comedor.
Veía a los niños corretear y sonreí, recordando que hace poco yo era una de esas niñas que únicamente pensaba en jugar. Sin embargo, ahora que había sido ascendida a Padawan, me sentía... diferente ¿Valía de verdad invertir toda la vida por el bien y la justicia? Sí, aunque... ¿Como puedes luchar por algo si no puedes luchar por ti? Sí, debía descubrir quien era para poder luchar por algo, o alguien.
Llegó la hora de la cena. Me senté en un banco apartado, y empecé a comer sin muchas ganas ¿Que me pasaba? ¿Había perdido la fe en todo? Me levanté de la mesa y me dirigí a la habitación. Me puse mi ropa de viaje, arreglé la mochila y, decidida a romper esa falta de confianza, me dirigí hacia el hangar, donde tomaría una nave.
- ¿Donde crees que vas, Hana? - Una voz profunda me hizo soltar un agudo grito - Creo que hay algo que no me has dicho. - Reconocí la voz. Era mi Maestro, Eresse Shan.
- E-Esto... Yo iba a ha-hacer un viaje... - Tartamudeaba mas de lo habitual a causa del susto, mientras veía como su expresión no era de enfado.
- Entiendo... Ten cuidado, que la Fuerza te acompañe. Espero que encuentres las respuestas que buscas. - Sorprendentemente, se giró y me dejó ir. ¿Sabía acaso que me sucedía?
Entré al hangar y hablé con el encargado del mismo. Le expliqué que era un viaje personal, que no tenía nada que ver con la Orden. Al final, el hombre accedió a dejarme ir, pero que me daría una de las naves viejas, puesto que no podía darme una de las rápidas por si ocurría algo. Me monté en una nave algo oxidada, de una sola plaza... No era mucho, pero era lo que necesitaba.
II - Raíces
Aburrimiento. La nave viajaba por la infinita galaxia. Solo escuchaba el sonido del motor. ¿Qué podía hacer? Saqué de mi mochila un libro que había "tomado prestado" de la Biblioteca. Este hablaba sobre Corellia. Al parecer, era un libro de leyendas, puesto que decía que el planeta había sido formado por unos seres llamados "los celestiales", usando planetas de otras partes de las galaxias, y que esos mismos celestiales llevaron humanos de Coruscant a Corellia. ¿Por que guardarían un libro de leyendas en una Biblioteca Jedi? Saqué otro libro que enseñaba métodos de meditación, me puse a practicarlos y, en cuestión de un rato, noté como ya estaba delante del gran planeta.
Mi nave sobrevolaba un gran hangar de la ciudad. Introduje un código y las puertas se abrieron, dejándome aterrizar. Sentía una sensación algo extraña, como cuando crees que te están observando. Nada mas descendí, unos soldados me rodearon y me dijeron:
- Nombre y razón de venir - Hablaron en un acento que me era bastante conocido. Por supuesto, yo era de ahí, así que de eso me sonaba.
- Ho-Hola... Me llamo Hana Hyuuga, ve-vengo de Ruusan con motivo de hacer unas investigaciones. - Al decir mi apellido, se miraron entre ellos, se disculparon y se fueron corriendo. ¿Tanta influencia tenía una empresa?
Me sentía algo extraña, pues, aunque fuera una Jedi, continuaba siendo una niña que no pasa de 1,50m. La gente me apartaba y me empujaba, tal vez sin darse cuenta, o tal vez porque eran así de maleducados. Sin embargo esto no me molestaba, pues sabía que estaban viviendo como ellos querían.
Al llegar a un callejón sin salida, me di cuenta que había cometido el peor error, y era no haberme concentrado. Cinco hombres vestidos con unas largas túnicas con símbolos extraños bordados y bastones me rodearon, y me dijeron.
- Entrégate, Hyuuga - Tras esto, se lanzaron sobre mi y no pude hacer mas que cubrirme con los puños y sentir como me golpeaban en la cabeza hasta que perdí el conocimiento.
III - ¿Seguiré siendo yo?
Cuando abrí los ojos me di cuenta que estaba en una habitación que me era bastante familiar. Vi una puerta abierta, y un rico olor a comida recién hecha me vino a la nariz. Sin embargo, no confié, y tomé mi sable láser con la mano derecha, por si ocurría algo. Una figura familiar se apareció delante de mi ¿Mi madre? Parpadeé y me di cuenta de la realidad. Era mi casa, algo o alguien me había dejado ahí, en las ruinas de la casa de mi familia ¿Que había pasado?
Miré a todos los lados mientras un sentimiento que está prohibido me empezaba a invadir. Me vino a la mente un viejo proverbio Jedi:
"El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, y el sufrimiento es el camino al Lado Oscuro."
¿Miedo? ¿A que se suponía que debía de tener miedo? ¿A lo que no conozco, a no saber como podía haber protegido a mi familia? Un miedo que se mantiene como una llama prendida, que se mantiene fúnebre, que se mantiene tenebrosa, como una luz que se consume poco a poco. ¿A que le tenía miedo en ese momento? Al propio miedo, a no saber que podía hacer en ese momento, y eso me llenaba de ira. Esa ira la sentía como un gran fuego que me corrompía.
- Hana... - Una voz susurraba mi nombre, mientras mis lágrimas caían al suelo.
IV - Revelaciones
Abrí los ojos de nuevo, y sentí como la Fuerza me rodeaba. ¿Había caido en el Lado Oscuro? No... Todo era luminoso, todo era puro, todo era... la Fuerza. En la lejanía se veía un castillo blanco ¿Debía ir? Sí, no podía hacer nada mas que ir, puesto que lo demás era una infinidad.
Caminé no se cuanto tiempo, pero no me cansaba, incluso corría, y simplemente no avanzaba ¿Que me pasaba? Miré hacia el castillo y de pronto, noté una presencia detrás de mi.
- Acompáñame - Dijo el ente. Tenía mucho miedo, las piernas me temblaban, pues no sabía quien era aquel fantasma. Sí, tal y como lo oye, un fantasma.
- E-Esto, señor... ¿Quién es usted? - Dije con una voz de miedo.
- No importa quién soy, si no quien eres. - Me dijo el ente, y tras eso, el castillo apareció delante.
Entré en el castillo y vi como todo tenía los mismos símbolos que le vi una vez en la ropa a mi madre y a mi padre ¿Eran ellos?
Seguí al ente y entonces lo vi. Unas escaleras, con un libro en medio ¿Que era? Cuando me disponía a subir las escaleras, noté como algo no me dejaba pasar. Sí, ahora lo entendía todo... Me giré y me vi a mi misma, con los ojos negros en vez de blancos, con una túnicas oscuras. El ente empezó a dar vueltas a nuestro alrededor, haciéndonos entender que solo una debería salir. Tomé mi sable y me dispuse a luchar, cuando entonces lo noté.
- Hana, estamos contigo, simplemente, cierra los ojos y nosotros te diremos que hacer -Escuché la voz de mi padre, la cual me transmitió... poder. Cerré los ojos y sentí como mis movimientos eran mas rápidos, mas precisos. Un corte, dos cortes, los pasos eran los necesarios. La precisión era... perfecta.
Cuando abrí los ojos, me vi a mi misma desaparecer en una sombra, la cual me rodeó y se metió dentro de mi. La escalera, entonces, se hizo mas pequeña, y la subí.
El libro explicaba como mi familia, como otra, proviene directamente de esos seres que se conocen como celestiales, y que por eso tengo una gran afinidad con la Fuerza. Los demás detalles, por supuesto, no se los diré, porque es un secreto de mi familia.
Cuando me giré, vi a muchos entes mirarme desde abajo de las escaleras. Todos tenían los mismos ojos que yo. Blancos como la nieve, profundos como el océano. Me miraban, simplemente me miraban, y entonces... Oscuridad.
V- Lo que soy.
Abrí los ojos. Estaba en el callejón, los hombres con túnicas extrañas no estaban, simplemente estaba una túnica y un talismán. No estaba tirado en el suelo como si lo hubiesen abandonado, sino que estaba cuidadosamente doblado, como si lo hubiesen dejado para mi. Simplemente, lo tomé, lo guardé en mi mochila y me dirigí al hangar. Me subí a la nave y puse rumbo a Ruusan.
En el camino de vuelta lloré, y reí, y medité. ¿Por que hice tantas cosas? Porque había superado mi primer obstáculo como Jedi, que era mi ira, porque había sabido que mis padres habían muerto, y porque sabía que ellos siempre estarían a mi lado, rodeándome junto a la Fuerza, infinita, poderosa.
Llegué a la Academia cuando era de noche, así que simplemente dejé la nave, y me dirigí a mi habitación. Me probé la túnica y me venía extrañamente bien, y cuando me puse el talismán, sentí como un poder me rodeaba. Este talisman brillaba, me hacía sentirme mas unida a la vida, con mas poder y con algo mas de confianza. Era la luz que había perdido en ese momento de ira, y que jamás la volvería a perder.
Y ahora, me contestaré a la pregunta que hice al principio... ¿Quien soy? Soy Hana Hyuuga, una Jedi que tuvo que volver a sus raíces para darse cuenta de lo que no es. Una Jedi que desciende de los creadores de la Galaxia y que defenderá el legado de sus ancestros aunque tenga que sacrificar su vida.
- Spoiler:
- Obtengo:
- Talismán Celestial [1 Unidad]
- Túnica Celestial [1 Unidad]
Además, mi personaje obtiene una afinidad con la Fuerza algo inusual, lo que le permite desarrollar habilidades mucho mas rápido.
Espero que os haya gustado el roleo, hacía mucho tiempo que no hacía algo así y me apetecía empezar a desarrollar la historia de mi PJ. Los objetos que obtengo, junto a la afinidad, no tienen efecto en combate. Cualquier crítica/sugerencia es bien recibida. ¡Gracias!
Habbo Wars- Mensajes : 223
Fecha de inscripción : 12/05/2015
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