[ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
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Ragot Malcom
MALANDREO CARIBE TUTUTU
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[ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
Odio a la gente que malgasta sus dones... es asqueroso, mas que asqueroso; es antipatriota. Muchos dicen que quieren hacerlo mejor, no todos están dispuestos a hacer lo necesario para lograrlo, porque si estás dispuesto a esforzarte puedes tener lo que sea. La mayoría jamás desarrolla ese potencial, yo supe desde niño que no era como la mayoría... la mejor forma de probarte es auto superarte.
Parte I: El ascenso a las tropas del Imperio Galáctico
Solamente podía escuchar los gritos de mi padre golpeando a mi madre, un sonido que ensordecía al mas fuerte e incapacitaba al mas capaz. Los gemidos de dolor de mi progenitora, fueron la gasolina de mi odio, la llama de mi entrenamiento y el faro de Alejandría con el que guiaría mis principios. Todos mis amigos eran capaces de manipular La Fuerza... excepto yo, siempre me apasionaron las armas, las explosiones y el área militar, aunque mi familia no contaba con los recursos como para pagarme algún tipo de entrenamiento a temprana edad.
Mi adolescencia fue marcada por el trabajo en las fábricas de repuestos en Coruscant, siendo practicamente un esclavo pagado. Las jornadas de labor eran extenuantes, incluso para alguien con resistencia herculea. Todos, absolutamente todos aborrecían al mandatario de dicha fábrica, incluyendome, pero... ¿sabes quién era?, mi padre.
El odio se encapsulaba en mi corazón, el trato con mi padre era cada vez mas inexsistente, la única cosa que me brindaba satisfacción era disparar, pero no a cualquier diana; a fotos de la cara de mi progenitor. Mas temprano que tarde, logré alcanzar la perfección en el arte de la puntería, llegando a acertar un objetivo móvil a mas de 800 metros de distancia utilizando nada mas una piedra y mi vista.
El alivio de Zoro
Cierto día, en el que las nubes se arremolinaban en el cielo de Coruscant y dejaban caer una fuerte lluvia encima de la capital republicana me encontré con un apostador, que me ofrecía una pistola bryar a cambio de 25 dactarios, aunque en aquel entonces no me daría cuenta de que era un robo; como todo joven inocente acepté el trato. Mi inocencia acabaría poco, pues para mi suerte en mi casa estaban mis padres. Entrando de una sola patada al cuarto de mi padre, solamente le removí el seguro a la pistola, para posteriormente colocarle un cargador de balas y apuntando directamente en su cráneo solamente le dije - Adiós, maldito bastardo - posterior a eso, apreté repetidas veces el gatillo, hasta terminar con las balas disponibles en la recarga. El suelo y las paredes de mi hogar eventualmente se mancharon por un río rojo que iba en degrades hasta el centro, donde fluía la materia gris de mi padre, convertida en líquido por los disparos.
Cielo de Coruscant durante la invasión
Jejejeje, nunca en mi vida fui tan feliz; la presión que creaba mi padre se desvaneció de ipso facto, solamente eramos mi arma y yo contra la vida. Con el tiempo me daría cuenta de que la vida no es solamente sol y arcoiris, que el mundo es un lugar sombrío y cruel en el que solo el mas fuerte sobrevive. Eventualmente Coruscant fue tomada por el Imperio Galáctico, toda la ciudad se había convertido en el centro de mando de los Imperiales, los rascacielos que sobresalían en el horizonte ahora vestían pancartas pro-Imperio. Todas las provisiones de la ciudad eran centralizadas en cuarteles militares, dispuestas al consumo de la Flota Imperial. Los civiles no teníamos derecho alguno, a menos que tuvieras muchísimo dinero, recuerdo que el hambre que sentí en aquel momento era suficiente como para matar a un Dios, pero había algo que a mi no me podía mandar al infierno, el odio... el odio a la vida me mantenía vivo, buscando venganza de mi mismo. Las condiciones de vida eran duras, y la única salida que tenía para poder seguir "viviendo" era alistarme en las filas imperiales, dura decisión pues mi orgullo no me dejaba, pero mi estómago contradecía esa orden. Menuda sorpresa se llevaría el destino, el totalmente anti-Imperial ahora era conocido como Recluta Zoro.
Capítulo II: La formación de la leyenda
Tengo que ganar, no lo entenderías. El todopoderoso me dio algo, un solo don, soy el peleador mas completo del... mundo. Toda mi vida entrené, ¿para qué?. Debo probar que funciono en algo, improvisar, adaptarnos y vencer. Si soy el campeón de las letrinas, ¿qué te convertirás cuando te arranque el corazón en el ring?
Las naves del Imperio Galáctico cubrían el cielo de Coruscant, y en una de las cristalinas ventanas de un Destructor estabamos nosotros, la próxima generación de soldados, el mayor temor de la República Galáctica.
El sonido ensordecedor de los enormes motores que se alojaban en la sala de máquinas del imponente navío Imperial opacaba cualquier grito de victoria en la capital republicana, y entre el coloso de metal una voz resonaba en todas las habitaciones, una voz que podía someter hasta al Maestro Jedi con mayor concentración, recuerdo esa voz... la misma voz del infierno. Era el Gran Moff Khosham Vermogen, que avanzaba con un paso lento por el medio de la gran fila de oficiales del Imperio, que alzaban sus fusiles en señal de respeto.
Nunca había sentido tanto respeto por alguien, y a la vez tanta risa. Aquella sensación de autoridad que se desprendía de aquel hombre era abrumadora, como si tuviese algún pacto demoniaco y su simple mirada nos arrodillara. Se acercó caminando hacia los reclutas, en su mirada se podía notar la confianza que tenía en nosotros, como si su futuro dependiera de ello.
Gran Moff Khosham
A paso lento se posó justamente adelante de mi, y mirandome a los ojos me dijo - Tú... te criarás bajo mi enseñanza -. Dichas palabras no sabía si tenerlas como un elogio o alguna desgracia, pues los rumores que se movían en el comedor de los reclutas decían que era una persona sumamente dura y disciplinada, que ninguno de sus aprendices ha pasado vivo el entrenamiento.
Zoro y sus compañeros
Unos días mas tarde, no recuerdo exactamente cuantos las flotas imperiales habían marchado de la base en conjunto con las tropas Sith y se disponían a asediar a la academia Jedi de Taris. Los únicos que quedabamos en la inmensa estación imperial eramos el Gran Moff y yo, para mi infortunio o tal vez fortuna sería el momento que pondría un antes y después en mi vida, se acercó observandome a los ojos y dijo - Te elegí a ti por encima de los demas porque tu mirada muestra odio, vives enojado con la vida misma por haberte parido y estás dispuesto a matar incluso a un Dios para sentirte en paz contigo mismo, y yo me encargaré de entrenarte para eso - como es lógico, mi expresión facial se quedó en blanco, como si hubiese visto un fantasma; el fantasma de la verdad, minutos después de su explicación comenzamos a entrenar.
Nunca en mi vida recuerdo haber pasado tanto dolor que en los entrenamientos con el Gran Moff, eran sumamente exhaustivos, incluyendo desde las peores pruebas físicas hasta el cansancio mental; que era el peor contratiempo en mi. Hubiese preferido mil veces ser azotado y torturado antes que otra sesión de entrenamiento, para que se hagan una idea.
Lanzador de bombas
Tras años bajo la tutela de aquel viejo imperial, me hizo entrega del objeto mas valioso que se atesoraba en las arcas del Imperio Galáctico, el lanzabombas mas rápido que se haya diseñado, capaz de arrojar hasta 2 bombas por segundo. Ese arma cambiaría el rumbo de mi carrera militar, pues sería conocido tarde o temprano como Zoro "El bombardero". Las victorias en fortalezas enemigas se acumulaban, la sangre enemiga enrojecía cada vez mas la cubierta de mi mas preciada posesión, y al mismo paso; una enfermedad incurable atacaba el sistema inmunológico del Gran Moff.
Zoro como Moff Imperial
Eventualmente fui ganando prestigio entre las filas del Imperio, llegando al rango de Moff. En mi carrera militar también conocería la amistad mas valiosa que pude haber tenido, el Guardián Sith Crawell Rain, un as del manejo de La Fuerza y un genio del sable, aunque si bien venía de una prolongada ausencia en las Regiones Desconocidas, todavía era notable la diferencia de su entrenamiento con los demas Sith del momento. Pasabamos horas entrenando, mejorando cada segundo mas, aunque no todo es sol y arcoiris pues dicho personaje eventualmente se ausentaría durante días debido a misiones externas a mi capacidad.
Capítulo III: Odio, amor, muerte y resurrección
El hombre que me había enseñado todo estaba en su última etapa de vida, Khosham Vermogen estaba abrazando a la muerte, milagrosamente pudo encontrar un antiguo curandero en las Regiones Desconocidas, y su viaje no se hizo esperar pues mientras abordaba su nave con dirección a ese sabio sus últimas palabras a mi persona se grabaron en mi corazón - Te diré algo que ya sabes. En el mundo no es un arco iris y nubes rosas, es un mundo malo y muy salvaje y no importa que tan rudo seas, te pondrá de rodillas y te dejara así permanentemente si lo dejas. Ni tu, ni yo, ni nadie golpeara tan duro como la vida, pero no importa que tan duro lo hagas, importa lo duro que resistas y sigas avanzando.. cuanto resistirás y seguirás avanzando, ¡así es como se gana!. Y si sabes cuanto vales sal a buscar lo que mereces, pero debes ir dispuesto a que te den golpes y no a culpar a otros y decir no soy lo que quiero ser por el, por ella o por nadie. Los cobardes lo hacen y tu no lo eres, tu eres mejor.- unas lágrimas bajaban lentamente por mi mejilla, y caían sobre el hangar de naves; creando 3 pequeños circulos debajo de mis piernas. La nave ascendía y pude observar a mi maestro en una ventana, mientras que de un segundo a otro saltaba al hiperespacio - Hasta pronto - dije a mi interior.
El proyecto Sith Reborn había llegado para quedarse, y en conjunto a eso; el triunvirato de Lores, Malakir Tainted, Sorrow Ankh y Agraus, los nuevos mandatarios de la Orden Sith. Mi descontento era colosal, pues anteriormente había tenido cierto enfrentamiento con Malakir. El odio no se quedó ahí, fue alimentandose cada segundo que lo veía, mis ganas de asesinarlo se elevaban por los cielos y mi dedo indice quería apretar el gatillo de mi fusil en la cabeza de ese engendro.
El odio me cegaba, había quedado sin la mas valiosa compañía y mi mejor amigo volvería a las Regiones Desconocidas, la única salida de este infierno sería quitarme la vida, pero ahí las palabras de mi tutor resonaron en mi cabeza, es posible tener éxito y tener excusas, pero no ambas. Suicidarme sería el camino fácil y no me enseñaron eso. En la noche de ese mismo día, cuando todos dormían y la seguridad era menor, dejé mis dos armas en el dormitorio junto con una nota - Adiós Atentamente: Zoro - monté mi nave, y observando las instituciones de la Orden Sith saltaba al hiperespacio, a buscar un nuevo destino, uno en el que pueda progresar sin tener que asesinar a nadie; mi venganza se había completado, mi sed de sangre había sido saciada, no tenía ningún otro motivo para seguir luchando, ahora solo me quedaba algo por cumplir: re-encontrarme con Khosham Vermogen.
Nave de Zoro
Capítulo IV: Iniciado (perspectiva de Hakutai Logeish)
Y me dijo, ¿puedes manipular La Fuerza?, a lo que yo respondí un amplio sí acompañado de una sonrisa enorme. Aquel tipo con sombrero pasó su mano por el cabello mientras que con un tono de voz cálido y paternal me dijo que sería un Iniciado en la Academia Jedi de Esseles.
Un tiempo antes de eso
Solamente recuerdo una subasta de personas en Tatooine, los gritos nublaban las voces temerosas de los esclavos que atemorizados susurraban entre sí lo que darían para salir de ahí, entre todo el público especialmente pude notar un tipo encapuchado y eventualmente un reflejo de luz se filtraba por las ventanas, dejando ver la cara de ese invididuo; un rostro totalmente pálido y muerto, como si él fuese el enviado del mismísimo Lucifer, el matón de la muerte. Al cabo de unos minutos, me llevaron arrastrando hacia el escenario todavía atado por unas pesadas cadenas de acero que cohibían mi libre movimiento, el subastador dio inicio y la puja inicial fue de 1 dactario, para la sorpresa de todo el público el encapuchado que se había mantenido en silencio durante todo el acto alzó la mano mientras que arrojaba un saco enorme repleto de dinero y en el momento decía con su voz gruesa y ronca - 10000 dactarios por el niño -, todos quedaron boquiabiertos; no hubo ninguna oferta en contra y el tipo no se demoró, sacó un sable láser de su cintura y de un tajo limpio de trayectoria diagonal cortó las cadenas que me ataban.
Encapuchado
Afuera de la casa de subastas, aquel extraño hombre se quitó la capucha que llevaba, dejándome ver por completo su rostro el cual era sumamente parecido al mío, como si él fuera mi padre. Se agachó mirándome a los ojos y posteriormente acercó mas su cabeza a mi oído, susurrando con un tono paternal - Eres libre, hijo - nunca antes había sido llamado hijo, mi impresión fue mayúscula y casi me desmayo en dicho momento. Unos segundos después de que me dio esa noticia, volvió a susurrarme al oído - Hakutai Logeish, hijo de Vanqorium Logeish - de repente hubo un silencio en todo el planeta, para culminar con un último susurro - Los Logeish nacimos con una habilidad para el combate, nuestro vínculo con La Fuerza nos permite usarla para destruir sistemas galácticos enteros, nuestra habilidad con el sable láser puede opacar hasta al mas grande espadachín. Soy un Lord de los Sith, he dedicado mi vida al servicio en la Orden Sith, y quiero que tú sigas mis pasos. Juntos, como siempre quisimos. - volví a quedarme helado, como si un frío glacial entrara por mis pies, atravesara mi cuerpo y terminara en mi cabeza; un escalofríos. Yo acerqué mi cabeza hacia su oído y también le susurré - No. El sentido de la vida no es destruir como hacen los Sith, tampoco es aniquilar; no existe la verdadera paz consigo mismo mientras no la haya con los demás. Yo quiero servir a la República Galáctica, como un verdadero Jedi, eliminar la esclavitud en todo rincón y expandir la luz en cada sombra. Y-y-yo tengo que vencerte, a ti y a cualquier persona que perturbe la paz. Juro servir hasta con mi último aliento de vida a la República - tras escuchar esas palabras, Vanqorium Logeish esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción y posteriormente desapareció conmigo en un haz de luz oscuro, que se expandía en forma de sombra por el planeta hasta llegar al hangar de naves, donde me dejó en la cabina de una nave, posteriormente se quedó observando la ventana de la nave, donde luego los motores encendieron; saltando al hiperespacio, con una cara nostálgica decía - Nos volveremos a ver, hijo mío -. En el tablero de mando de la nave, estaba un collar que poseía una escritura - Sicut supra dictum est, ita inferius -
¿Despedida?
---
Aclaraciones OFF:
*Cambio facción de Imperial a Jedi
*Aclaración de la historia de Zoro
*Obtengo un collar con una escritura, el cual usaré en un roleo próximo super mega pro que haré...
Parte I: El ascenso a las tropas del Imperio Galáctico
Solamente podía escuchar los gritos de mi padre golpeando a mi madre, un sonido que ensordecía al mas fuerte e incapacitaba al mas capaz. Los gemidos de dolor de mi progenitora, fueron la gasolina de mi odio, la llama de mi entrenamiento y el faro de Alejandría con el que guiaría mis principios. Todos mis amigos eran capaces de manipular La Fuerza... excepto yo, siempre me apasionaron las armas, las explosiones y el área militar, aunque mi familia no contaba con los recursos como para pagarme algún tipo de entrenamiento a temprana edad.
Mi adolescencia fue marcada por el trabajo en las fábricas de repuestos en Coruscant, siendo practicamente un esclavo pagado. Las jornadas de labor eran extenuantes, incluso para alguien con resistencia herculea. Todos, absolutamente todos aborrecían al mandatario de dicha fábrica, incluyendome, pero... ¿sabes quién era?, mi padre.
El odio se encapsulaba en mi corazón, el trato con mi padre era cada vez mas inexsistente, la única cosa que me brindaba satisfacción era disparar, pero no a cualquier diana; a fotos de la cara de mi progenitor. Mas temprano que tarde, logré alcanzar la perfección en el arte de la puntería, llegando a acertar un objetivo móvil a mas de 800 metros de distancia utilizando nada mas una piedra y mi vista.
El alivio de Zoro
Cierto día, en el que las nubes se arremolinaban en el cielo de Coruscant y dejaban caer una fuerte lluvia encima de la capital republicana me encontré con un apostador, que me ofrecía una pistola bryar a cambio de 25 dactarios, aunque en aquel entonces no me daría cuenta de que era un robo; como todo joven inocente acepté el trato. Mi inocencia acabaría poco, pues para mi suerte en mi casa estaban mis padres. Entrando de una sola patada al cuarto de mi padre, solamente le removí el seguro a la pistola, para posteriormente colocarle un cargador de balas y apuntando directamente en su cráneo solamente le dije - Adiós, maldito bastardo - posterior a eso, apreté repetidas veces el gatillo, hasta terminar con las balas disponibles en la recarga. El suelo y las paredes de mi hogar eventualmente se mancharon por un río rojo que iba en degrades hasta el centro, donde fluía la materia gris de mi padre, convertida en líquido por los disparos.
Cielo de Coruscant durante la invasión
Jejejeje, nunca en mi vida fui tan feliz; la presión que creaba mi padre se desvaneció de ipso facto, solamente eramos mi arma y yo contra la vida. Con el tiempo me daría cuenta de que la vida no es solamente sol y arcoiris, que el mundo es un lugar sombrío y cruel en el que solo el mas fuerte sobrevive. Eventualmente Coruscant fue tomada por el Imperio Galáctico, toda la ciudad se había convertido en el centro de mando de los Imperiales, los rascacielos que sobresalían en el horizonte ahora vestían pancartas pro-Imperio. Todas las provisiones de la ciudad eran centralizadas en cuarteles militares, dispuestas al consumo de la Flota Imperial. Los civiles no teníamos derecho alguno, a menos que tuvieras muchísimo dinero, recuerdo que el hambre que sentí en aquel momento era suficiente como para matar a un Dios, pero había algo que a mi no me podía mandar al infierno, el odio... el odio a la vida me mantenía vivo, buscando venganza de mi mismo. Las condiciones de vida eran duras, y la única salida que tenía para poder seguir "viviendo" era alistarme en las filas imperiales, dura decisión pues mi orgullo no me dejaba, pero mi estómago contradecía esa orden. Menuda sorpresa se llevaría el destino, el totalmente anti-Imperial ahora era conocido como Recluta Zoro.
Capítulo II: La formación de la leyenda
Tengo que ganar, no lo entenderías. El todopoderoso me dio algo, un solo don, soy el peleador mas completo del... mundo. Toda mi vida entrené, ¿para qué?. Debo probar que funciono en algo, improvisar, adaptarnos y vencer. Si soy el campeón de las letrinas, ¿qué te convertirás cuando te arranque el corazón en el ring?
Las naves del Imperio Galáctico cubrían el cielo de Coruscant, y en una de las cristalinas ventanas de un Destructor estabamos nosotros, la próxima generación de soldados, el mayor temor de la República Galáctica.
El sonido ensordecedor de los enormes motores que se alojaban en la sala de máquinas del imponente navío Imperial opacaba cualquier grito de victoria en la capital republicana, y entre el coloso de metal una voz resonaba en todas las habitaciones, una voz que podía someter hasta al Maestro Jedi con mayor concentración, recuerdo esa voz... la misma voz del infierno. Era el Gran Moff Khosham Vermogen, que avanzaba con un paso lento por el medio de la gran fila de oficiales del Imperio, que alzaban sus fusiles en señal de respeto.
Nunca había sentido tanto respeto por alguien, y a la vez tanta risa. Aquella sensación de autoridad que se desprendía de aquel hombre era abrumadora, como si tuviese algún pacto demoniaco y su simple mirada nos arrodillara. Se acercó caminando hacia los reclutas, en su mirada se podía notar la confianza que tenía en nosotros, como si su futuro dependiera de ello.
Gran Moff Khosham
A paso lento se posó justamente adelante de mi, y mirandome a los ojos me dijo - Tú... te criarás bajo mi enseñanza -. Dichas palabras no sabía si tenerlas como un elogio o alguna desgracia, pues los rumores que se movían en el comedor de los reclutas decían que era una persona sumamente dura y disciplinada, que ninguno de sus aprendices ha pasado vivo el entrenamiento.
Zoro y sus compañeros
Unos días mas tarde, no recuerdo exactamente cuantos las flotas imperiales habían marchado de la base en conjunto con las tropas Sith y se disponían a asediar a la academia Jedi de Taris. Los únicos que quedabamos en la inmensa estación imperial eramos el Gran Moff y yo, para mi infortunio o tal vez fortuna sería el momento que pondría un antes y después en mi vida, se acercó observandome a los ojos y dijo - Te elegí a ti por encima de los demas porque tu mirada muestra odio, vives enojado con la vida misma por haberte parido y estás dispuesto a matar incluso a un Dios para sentirte en paz contigo mismo, y yo me encargaré de entrenarte para eso - como es lógico, mi expresión facial se quedó en blanco, como si hubiese visto un fantasma; el fantasma de la verdad, minutos después de su explicación comenzamos a entrenar.
Nunca en mi vida recuerdo haber pasado tanto dolor que en los entrenamientos con el Gran Moff, eran sumamente exhaustivos, incluyendo desde las peores pruebas físicas hasta el cansancio mental; que era el peor contratiempo en mi. Hubiese preferido mil veces ser azotado y torturado antes que otra sesión de entrenamiento, para que se hagan una idea.
Lanzador de bombas
Tras años bajo la tutela de aquel viejo imperial, me hizo entrega del objeto mas valioso que se atesoraba en las arcas del Imperio Galáctico, el lanzabombas mas rápido que se haya diseñado, capaz de arrojar hasta 2 bombas por segundo. Ese arma cambiaría el rumbo de mi carrera militar, pues sería conocido tarde o temprano como Zoro "El bombardero". Las victorias en fortalezas enemigas se acumulaban, la sangre enemiga enrojecía cada vez mas la cubierta de mi mas preciada posesión, y al mismo paso; una enfermedad incurable atacaba el sistema inmunológico del Gran Moff.
Zoro como Moff Imperial
Eventualmente fui ganando prestigio entre las filas del Imperio, llegando al rango de Moff. En mi carrera militar también conocería la amistad mas valiosa que pude haber tenido, el Guardián Sith Crawell Rain, un as del manejo de La Fuerza y un genio del sable, aunque si bien venía de una prolongada ausencia en las Regiones Desconocidas, todavía era notable la diferencia de su entrenamiento con los demas Sith del momento. Pasabamos horas entrenando, mejorando cada segundo mas, aunque no todo es sol y arcoiris pues dicho personaje eventualmente se ausentaría durante días debido a misiones externas a mi capacidad.
Capítulo III: Odio, amor, muerte y resurrección
El hombre que me había enseñado todo estaba en su última etapa de vida, Khosham Vermogen estaba abrazando a la muerte, milagrosamente pudo encontrar un antiguo curandero en las Regiones Desconocidas, y su viaje no se hizo esperar pues mientras abordaba su nave con dirección a ese sabio sus últimas palabras a mi persona se grabaron en mi corazón - Te diré algo que ya sabes. En el mundo no es un arco iris y nubes rosas, es un mundo malo y muy salvaje y no importa que tan rudo seas, te pondrá de rodillas y te dejara así permanentemente si lo dejas. Ni tu, ni yo, ni nadie golpeara tan duro como la vida, pero no importa que tan duro lo hagas, importa lo duro que resistas y sigas avanzando.. cuanto resistirás y seguirás avanzando, ¡así es como se gana!. Y si sabes cuanto vales sal a buscar lo que mereces, pero debes ir dispuesto a que te den golpes y no a culpar a otros y decir no soy lo que quiero ser por el, por ella o por nadie. Los cobardes lo hacen y tu no lo eres, tu eres mejor.- unas lágrimas bajaban lentamente por mi mejilla, y caían sobre el hangar de naves; creando 3 pequeños circulos debajo de mis piernas. La nave ascendía y pude observar a mi maestro en una ventana, mientras que de un segundo a otro saltaba al hiperespacio - Hasta pronto - dije a mi interior.
El proyecto Sith Reborn había llegado para quedarse, y en conjunto a eso; el triunvirato de Lores, Malakir Tainted, Sorrow Ankh y Agraus, los nuevos mandatarios de la Orden Sith. Mi descontento era colosal, pues anteriormente había tenido cierto enfrentamiento con Malakir. El odio no se quedó ahí, fue alimentandose cada segundo que lo veía, mis ganas de asesinarlo se elevaban por los cielos y mi dedo indice quería apretar el gatillo de mi fusil en la cabeza de ese engendro.
El odio me cegaba, había quedado sin la mas valiosa compañía y mi mejor amigo volvería a las Regiones Desconocidas, la única salida de este infierno sería quitarme la vida, pero ahí las palabras de mi tutor resonaron en mi cabeza, es posible tener éxito y tener excusas, pero no ambas. Suicidarme sería el camino fácil y no me enseñaron eso. En la noche de ese mismo día, cuando todos dormían y la seguridad era menor, dejé mis dos armas en el dormitorio junto con una nota - Adiós Atentamente: Zoro - monté mi nave, y observando las instituciones de la Orden Sith saltaba al hiperespacio, a buscar un nuevo destino, uno en el que pueda progresar sin tener que asesinar a nadie; mi venganza se había completado, mi sed de sangre había sido saciada, no tenía ningún otro motivo para seguir luchando, ahora solo me quedaba algo por cumplir: re-encontrarme con Khosham Vermogen.
Nave de Zoro
Capítulo IV: Iniciado (perspectiva de Hakutai Logeish)
Y me dijo, ¿puedes manipular La Fuerza?, a lo que yo respondí un amplio sí acompañado de una sonrisa enorme. Aquel tipo con sombrero pasó su mano por el cabello mientras que con un tono de voz cálido y paternal me dijo que sería un Iniciado en la Academia Jedi de Esseles.
Un tiempo antes de eso
Solamente recuerdo una subasta de personas en Tatooine, los gritos nublaban las voces temerosas de los esclavos que atemorizados susurraban entre sí lo que darían para salir de ahí, entre todo el público especialmente pude notar un tipo encapuchado y eventualmente un reflejo de luz se filtraba por las ventanas, dejando ver la cara de ese invididuo; un rostro totalmente pálido y muerto, como si él fuese el enviado del mismísimo Lucifer, el matón de la muerte. Al cabo de unos minutos, me llevaron arrastrando hacia el escenario todavía atado por unas pesadas cadenas de acero que cohibían mi libre movimiento, el subastador dio inicio y la puja inicial fue de 1 dactario, para la sorpresa de todo el público el encapuchado que se había mantenido en silencio durante todo el acto alzó la mano mientras que arrojaba un saco enorme repleto de dinero y en el momento decía con su voz gruesa y ronca - 10000 dactarios por el niño -, todos quedaron boquiabiertos; no hubo ninguna oferta en contra y el tipo no se demoró, sacó un sable láser de su cintura y de un tajo limpio de trayectoria diagonal cortó las cadenas que me ataban.
Encapuchado
Afuera de la casa de subastas, aquel extraño hombre se quitó la capucha que llevaba, dejándome ver por completo su rostro el cual era sumamente parecido al mío, como si él fuera mi padre. Se agachó mirándome a los ojos y posteriormente acercó mas su cabeza a mi oído, susurrando con un tono paternal - Eres libre, hijo - nunca antes había sido llamado hijo, mi impresión fue mayúscula y casi me desmayo en dicho momento. Unos segundos después de que me dio esa noticia, volvió a susurrarme al oído - Hakutai Logeish, hijo de Vanqorium Logeish - de repente hubo un silencio en todo el planeta, para culminar con un último susurro - Los Logeish nacimos con una habilidad para el combate, nuestro vínculo con La Fuerza nos permite usarla para destruir sistemas galácticos enteros, nuestra habilidad con el sable láser puede opacar hasta al mas grande espadachín. Soy un Lord de los Sith, he dedicado mi vida al servicio en la Orden Sith, y quiero que tú sigas mis pasos. Juntos, como siempre quisimos. - volví a quedarme helado, como si un frío glacial entrara por mis pies, atravesara mi cuerpo y terminara en mi cabeza; un escalofríos. Yo acerqué mi cabeza hacia su oído y también le susurré - No. El sentido de la vida no es destruir como hacen los Sith, tampoco es aniquilar; no existe la verdadera paz consigo mismo mientras no la haya con los demás. Yo quiero servir a la República Galáctica, como un verdadero Jedi, eliminar la esclavitud en todo rincón y expandir la luz en cada sombra. Y-y-yo tengo que vencerte, a ti y a cualquier persona que perturbe la paz. Juro servir hasta con mi último aliento de vida a la República - tras escuchar esas palabras, Vanqorium Logeish esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción y posteriormente desapareció conmigo en un haz de luz oscuro, que se expandía en forma de sombra por el planeta hasta llegar al hangar de naves, donde me dejó en la cabina de una nave, posteriormente se quedó observando la ventana de la nave, donde luego los motores encendieron; saltando al hiperespacio, con una cara nostálgica decía - Nos volveremos a ver, hijo mío -. En el tablero de mando de la nave, estaba un collar que poseía una escritura - Sicut supra dictum est, ita inferius -
¿Despedida?
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Aclaraciones OFF:
*Cambio facción de Imperial a Jedi
*Aclaración de la historia de Zoro
*Obtengo un collar con una escritura, el cual usaré en un roleo próximo super mega pro que haré...
Última edición por Gamabunta el Vie Ene 02, 2015 5:40 pm, editado 1 vez
MALANDREO CARIBE TUTUTU- Mensajes : 918
Fecha de inscripción : 30/06/2013
Localización : Con mi amo
Re: [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
No lo leí todo, pero se ve bonito y que le has puesto empeño.
Te veré con otra faceta.
Te veré con otra faceta.
Ragot Malcom- Mensajes : 989
Fecha de inscripción : 19/08/2011
Edad : 22
Localización : Colombia
respuesta
te quedo re pro
,Narcissus- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 29/12/2014
Edad : 27
Localización : Glee Anselm
Re: [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
Uffff... tiene pinta de que me va a encantar. Espero acordarme de leerlo.
Erika Avalon- Mensajes : 320
Fecha de inscripción : 29/11/2014
Edad : 28
Localización : Desconocido.
Re: [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
Muuuuuy braaavo, sí señor.
Zayne.- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Re: [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
Me encargaré de revisarlo.
Re: [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
Se agradece el esfuerzo, se echan de menos roleos de cambio de facción currados. Es válido, suerte en tu nuevo camino.
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