[ROLEO DE CAMBIO DE FACCIÓN]

El camión avanzaba lentamente por las calles de Corellia. Los ascensos a las zonas mas altas de la moderna ciudad eran visiblemente costosas, a causa del excesivo peso que había en este; un escuadrón de soldados imperiales, cada uno de ellos con su correspondiente armadura y rifle de precisión colgado en la espalda. Los cuerpos, mas el blindaje propio del oscuro camión, hacían las carreras en cuesta arriba muy difíciles.

¿Hubiera sido mejor con venir menos hombres? Al instante, se retractó de su pregunta. Uno de sus múltiples códigos que le habían dado buenos resultados en su vida de soldado era: es mejor prevenir que curar.

Días anteriores había aplicado el famoso dicho en la selección de soldados, cuando se hallaba en frente de sus hombres. Sabía que era un exceso de soldados para una misión aparentemente simple, pero no quería arriesgarse por nada de la galaxia a caer en las manos del misterioso sujeto, ni tampoco regresar con las manos vacías y una mancha mas en su hoja de vida a Dathomir. Por ende, seleccionó a diez de los hombres con mas precisión disparando, pues sabía que mas de algún problema tendría que solucionar.

Y bien que conocerán mis maneras de arreglar los problemas. Sus órdenes eran claras; las había repetido apenas los soldados entraron por la puerta trasera al camión. A la menor señal de hostilidad o intento de escape del sujeto en cuestión, los tiradores ubicados en edificios tendrían que disparar sin titubear, sin recibir antes una orden. En cambio, si el individuo accedía pacíficamente a entrar al camión y ser conducido al hangar de aterrizaje, el protocolo cambiaba completamente.

Sus pensamientos se interrumpieron súbitamente cuando el camión frenó con violencia. Jax echó un vistazo por la ventanilla tintada al edificio en cuyas puertas principales se encontraban. Era una infraestructura un tanto diferente a la ciudad, sobre todo porque los demás edificios tenían una perfecta iluminación y se hallaban en buen estado; en cambio, aquella fea estructura, parecía desgastada y antigua.

-Comandante, los ciudadanos del sector nos han mencionado que el edificio está casi en abandono. Lo único que se refugia aquí son criminales y gente de esa calaña -dijo el conductor cuando abrió las puertas traseras del blindado para permitir la salida de los soldados-.

-No me extraña que ese tipo de basura se esconda en un lugar tan poco visitado como éste. -Dirigió la mirada a los soldados que esperaban la señal del comienzo-. Inicien el protocolo, muchachos. Recuerden mi método de trabajo; sigan mis órdenes para que la operación sea lo mas rápido y discreta posible. Andando.

Uno por uno, los soldados del imperio fueron saliendo del camión. El conductor se quedó con las manos al volante, con la mirada clavada en la puerta en la que saldría el objetivo. Los tiradores, con los rifles en mano, corrieron al edificio de en frente para posicionarse en las zonas mas altas. Los otros, cuyas armas eran de menos alcance, se formaron en frente de la puerta, apuntándole con suma atención.

El único que estaba desarmado era el comandante, Jax. Con sus manos aparentemente vacías, golpeó la astillada puerta con los nudillos, demostrando una fuerte seguridad en sí mismo ante sus soldados. Después de unos segundos, la puerta se abrió un centímetro, lo suficiente para advertir quienes estaban ante las puertas de su casa. El comandante, sin prisa y con tranquilidad, intentó apartar la puerta unos centímetros mas. Al ver que unos dedos lo impedían, soltó la manilla.

Para su sorpresa, justo antes de que diera la orden de derribar la puerta, un sujeto abrió la puerta. Jax supo inmediatamente que no era él. A pesar de tener unos lentes fuera de lo común y que coincidían con los del buscado, los demás rasgos eran completamente diferentes. Quien estaba en frente suya estaba flaco, muy flaco, como si no hubiera comido durante meses. Los huesos del rostro se marcaban de una manera anormal, y Jax percibía bajo los ojos las típicas ojeras de quien duerme muy poco. La barba incipiente le cubría las mejillas.

-¿Quien es usted? -preguntó el hombre, con el rostro fijo y serio, habían señas de que no tenía miedo-. ¿Por qué están afuera ustedes de mi apartamento?

-Señor, buscamos un sujeto que vive en este mismo edificio. ¿No hay nadie en los otros pisos en este momento?

-Sí, había uno. ¿Por qué lo buscan?

-Asuntos internos. Indíquenos donde está el individuo, por favor.

-No. -Jax no dio créditos a lo que había oído, estaba acostumbrado a que los soldados le obedecieran y aun mas los civiles-. Él ya no se encuentra aquí, está en el edificio de enfrente.

Jax se giró hacia el edificio, echando un rápido repaso a la estructura. Era similar a esa, desgastada y vieja, a excepción de unos puntos negros en el techo que supuso que eran sus soldados.

-No hay nadie en el edificio, Comandante -dijo la voz de uno de los soldados a su espalda-. Los tiradores cuando subieron dijeron que no oyeron ningún ruido.

Antes de poder sacar su bláster de mano para una intimidación mas seria y lograr soltarle la verdad al sujeto, una mano surgió de la oscuridad del interior y arrastró con una fuerza sorprendente al comandante hacia adentro. La puerta se cerró de golpe a su espalda, lo que bloqueó varios disparos de el escuadrón y posiblemente de los tiradores. Jax escuchó a sus hombres que se ordenaban a gritos para salvar a su líder.

Intentó forcejear con el hombre que tan débil le había parecido, pero sin su armadura ni sus armas no era nadie. La fuerza bruta del individuo lo azotó contra el suelo y sintió un agudo dolor en la espalda, el suelo había ascendido a su encuentro para quebrantarle mas de algún hueso importante de su cuerpo. Medio cegado por el dolor, sintió como algo oprimía su cuello hasta que no pudo respirar.

Para su pesar, la luz se encendió. Lo último que pudo ver antes de morir era el rostro de su verdugo, y como ahora sabía, Kainet.