[Roleo de cambio de Facción]

Spoiler:

En Sernpidal una bionave partía solitaria en la noche. Esta desapareció al entrar al hiperespacio. En su interior, Shedao Steng sonreía... "Reniego de los Savoth, reniego de Serpidal y todo lo que tenga que ver con su ejército, así lo desean los dioses, mis dioses" pensó. Ni siquiera miró atrás al irse, en su corazón no había hueco para la nostalgia ni el más mínimo sentimiento de tristeza.

La nave apareció en la atmósfera del planeta Ygziir, que antaño había sido su hogar y lugar de culto al dios asesino Yun-Yammka. La bionave se posó lentamente sobre la superficie planetaria, delante de una figura conocida. Bajó de esta y miró a los ojos de Qett, su esposa.

- Ya era hora Shedao, ¿Que has estado haciendo todo este tiempo?

- Jugar...

Al otro lado de ese mismo planeta, una mano sangrienta emergió de entre las rocas. La mayor de estas fue movida y de debajo salió la figura de Krisis Skirata. Su cara parecía un cuadro, estaba lleno de sangre por todas partes de su cuerpo, su rostro era eclipsado por un gran bulto a la altura de su pómulo izquierdo, que tenía una raja vertical que predominaba, a causa de los golpes y cortes de su última lucha, que lo había dejado medio muerto. Se puso en pie e hizo una mueca de dolor al notar que tenía el hombro desencajado. Después de una mueca de dolor, con su mano libre movió la parte afectada y volvió a encajarlo, acompañado de un estruendoso grito. Comenzó a caminar haciendo eses en dirección a una de las ciudades centrales de dicho planeta.

Tras varias horas caminando llegó a una pequeña granja en medio de la nada. En lo primero que se fijó fue en una gran nave que había delante del cobertizo. Al girarse se sorprendió al ver que un hombre le apuntaba a la cara con un blaster. Krisis lo miró sin brillo en los ojos y se agachó, fingiendo dolor en la rodilla.

- Perdóneme, creí que era un ladrón, ¿Necesita ayuda? era herida parece...

No le dio tiempo a continuar pues el mandaloriano se había puesto en pie rápidamente y, con un ágil y elegante movimiento le arrebató el arma, apuntándolo al medio entre sus dos ojos. Sonrió y bajó el arma, antes de guardarla en su cinturón. El granjero se tranquilizó un poco, hasta que, sin que se diera cuenta, Krisis había llevado su mano a la espalda y sacó el cuchillo con el que le daría muerte al clavarlo en una de las venas de su cuello. Se adentró en la casa y se sentó en la mesa, delante de un gran y apetitoso plato de estofado recién hecho. Comió como si no lo hubiese hecho en años, hasta que un niño entró por la puerta y se quedó atónito al verlo ahí.

Sin parar de mirar al plato, con su mano libre tomó el blaster nuevo del cinturón y encañonó al chaval, milésimas de sengundos antes de que apretara el gatillo. El cadáver cayó al suelo desplomado, sin vida. Terminó de limpiar el plato de comida y se puso de pie, sintiéndose como nuevo después de su almuerzo. Salió de la estancia y tomó el cadáver del granjero, al que colocó al lado del de su hijo. Del granero tomó varios kilos de paja y los colocó alrededor de los cuerpos y por todas las salas del hogar. Prendió una cerilla y la tiró contra la leña, viendo como las llamas explotaban al calcinar ambos cuerpos.

Se acercó al río y limpió su armadura de sangre. Al levantarse, miró la nave en la que se había fijado al llegar y se subió a esta. Prendió los motores y esta comenzó a elevarse lentamente del suelo, viendo desde el aire como las llamas consumían lo que quedaba de la estructura. Colocó las coordenadas de su próximo destino y desapareció del planeta, bajo la atenta mirada de Shedao Steng, que se adentró a una cueva junto a su mujer.