[ROLEO + OBTENCIÓN] SARTINAYNIAN

por Invitado Mar Abr 08, 2014 2:27 am

En los días del legado cuando a Roan Fel se le apretó la soga al cuello, llevó sus intentos de supervivencia aún sabiendo la audacia y la brutalidad de Darth Krayt moviéndose a Bastión, el nombre que recibiría Sartinaynian, un mundo que hasta el día de hoy sigue fortificado y protegido por una gran infraestructura como armas que aún se arraigan a los vestigios del prestigioso pasado imperial de dicho planeta. Hay que destacar el servicio que tuvo Bastión al antiguo Imperio Galáctico del Emperador Palpatine como también fue la capital del Remanente Imperial en los tiempos de la crisis post-guerra; un planeta que ha dado muchísimos resultados en la defensa de las doctrinas imperiales. Hoy, el árido desierto recubre las grandes murallas y piezas de artillería que conformaban parte de la defensa como la ciudad de Sartinaynian mantiene un gobierno independiente de cierta índole imperial encontrándose en cautiverio y neutral ante las potencias galácticas actuales; demasiado potencial para algo tan pequeño. Aún queda la herida de la guerra, ciertos espacios de la gran ciudad colapsados y el olvido ha dejado su huella al paso de los años pero nunca había sacado la prosperidad del comercio de bienes que ha mantenido al planeta tras la guerra. Sus gobernantes eran ciertamente xenófobos, el miedo les carcomía y empleaban toda su defensa en contra de cualquier extranjero. No se darían el lujo de caer como el Imperio Galáctico y el Remanente Imperial, conformarían una nueva potencia y se estarían manteniendo de la forma más independiente posible sin recibir ayuda de nadie porque era así que el furor de un pasado horripilante les hacía superarse notablemente. Un círculo de políticos conspiradores, inestables y burócratas que no dan importancia alguna a su pueblo sino a cada uno de sus bienes como si de insectos se tratase, aborrecidos por gran parte de la población y con tenencias de políticas alienígenas racistas, lo que dejó el legado del difunto Palpatine, un mundo azotado por el egoísmo y la desidia. Lo mejor será mantener el mismo pensamiento porque no vendrá ninguna esperanza, quizá quien ose apoderarse de Bastión por encima del Imperio Sith o la República Galáctica, será la esencia de la tiranía y la esclavitud en todo su fundamento.

La noche era oscura pudiéndose ver desde aquella ciudadela donde él estaba sentado en su trono, cubierto su rostro por la sombra de su capucha bañada en negrura infundiendo temor a los presentes en aquella sala personal, su mirada directa a toda la estructura de vidrio donde se visualizaba toda la ciudad. Se levantó de su trono, dando pasos con firmeza y sin verse nada de su rostro pero él viendo a sus súbditos, esos que le eran realmente fieles y nunca deseaban fallarle a su único líder, era todo su gabinete político que mantenía el orden en la ciudad de Byss e incluso en los otros mundos que se intentaban controlar para extender la hegemonía de ese renacimiento. Los centinelas imperiales transmutados por la Alquimia Sith extendían sus picas por encima de su señor custodiándolo y cuidándolo en cualquier momento, desconfiando absolutamente de todos en su poco autónomo pensamiento ya que su uso de razón dependía directamente de su mismísimo creador y líder. Justamente empezaba la reunión donde todos finalmente estaban sentados en esa larga mesa metálica rodeada de ciertos artilugios y que denotaba cierta elegancia como con incrustaciones de metales preciosos tenía, era un ambiente increíble y digno de un monarca como de un círculo de hombres poderosos. Desconocían cual sería el motivo de la conversación ya que era difícil predecir cualquier idea que les expresara su amo, cualquier motivo o cualquier tratamiento; tenía una mente única y sabía controlar a cualquiera con tan sólo hacer uso de su oratoria o de su retórica. No les perdía la vista, sin embargo el silencio era notable en la sala y nadie se dignaba a hablar sin que aquel Sith diera la palabra o esbozara tan sólo una simple palabra lo que daba a entender que era bastante respetado entre cada uno de sus allegados, seguidores o mejor dicho, los presentes políticos. Se rompió ese incómodo silencio con el encapuchado que se sentaba en el trono principal, refiriéndose a todos los sujetos que estaban en torno a la mesa y a la discusión que ahora empezaba.

—Les he reunido para dialogar sobre la política exterior de nuestro prestigioso imperio. Extenderlo por todos los confines de la galaxia— expresó con un tono de voz lúgubre y pícaro—

—Esperamos sus órdenes, mi señor. Es cuestión de minutos avisarle a todas nuestras fuerzas imperiales para empezar la invasión a gran escala— contestó así uno de los presentes en la mesa—

—No caigamos en la inmunda demencia. No podemos confiarnos ni de la eficacia de todo nuestro ejército para conseguir este difícil propósito de ocupación— dijo el encapuchado, mostrándose ahora su rostro—

—Tenemos un ejército imparable con un despliegue inigualable y una fuerza de choque de élite capaz de pasar cualquier defensa a nivel galáctico— replicó el individuo que ahora se mostraba como el general de todas las fuerzas de Byss—

—Mi intención no es negar toda su destreza como general indiscutido de toda esta armada. Lo que radica en esta situación es que una ocupación apresurada sería un baño de sangre aún viendo la naturaleza traicionera de un planeta como lo es Bastión, además de sus grandes defensas— agregó el Sith, mirando fijamente al general y mostrando sus conocimientos en el área—

—¿Entonces qué es lo que propone? ¿El uso de asesinos a sueldo? ¿Mercenarios? ¿Alzamientos populares o qué quiere que hagamos?— se veía la gran duda marcada en la mente del general—

—Todo eso suena magnífico, sin embargo, sería subestimar un poco al pequeño gobierno de Bastión. Iremos nosotros para establecer una junta diplomática y llegar a un justo acuerdo— finalizó la discusión, expresando sus deseos—

Salió del lujoso salón de conferencias de la ciudadela imperial, yéndose hacia sus aposentos con la intención de aclarar las ideas de esa supuesta misión diplomática a un gobierno completamente desconocido para él y para todos los diplomáticos del secreto gobierno imperialista que regía Byss. La vista hacia abajo era abismal, así era que se encontraba con su mirada empotrada en el balcón de sus aposentos dando vista a toda la tecnológica ciudad viendo como las naves se movían y hacían gran tráfico en el cielo como también las fuerzas locales hacían sus ejercicios militares y las tropas marchaban por debajo de la ciudadela. Esbozó una sonrisa llena de maldad, se adentró nuevamente a sus aposentos y se dispuso a prepararse para la dichosa misión diplomática. Seguramente sus hombres ya estaban esperándole o estaban ideando algún plan para sorprenderle y evitar cualquier error. Deslizó su mano derecha por el escaparate, abriéndolo y notando una serie de antigüedades que le han acompañado a lo largo de su longevidad, se colgó su antiguo pero dinámico sable láser tras agarrarlo de un compartimiento. Cerró el escaparate con fuerza haciendo un leve estruendo en la sala, por lo que tras algunas vueltas en círculo inmerso en todos sus pensamientos, salió finalmente de sus aposentos disponiéndose ya a empezar con la operación. En sus ojos estaba la esencia de la ambición y la codicia, cegado por los deseos de conquista y extensión de su naciente imperio. Escoltado por sus centinelas imperiales, se movilizó por los accesos viéndose nada más que oscuridad y una pequeñísima luz verdosa que iluminaba a duras penas todo el acceso arqueado por pasillos que llevaban a distintos laboratorios o galerías de arte. Una estructura increíble, una gran obra arquitectónica que hacía falta resaltar y que fue digna para su antiguo gobernante, el maligno Emperador Palpatine. El ascensor se abrió, saliendo de allí el Sith acompañado de sus esbirros y caminando a pasos fuertes, colocándose todos los soldados de armadura blanca rígidos y firmes viendo la llegada de su máximo líder. Sin más, salió hasta el hangar de la ciudadela donde estaban distintas naves caza imperiales y la gran nave de transporte.