Taris; Academia Jedi - Orden Jedi
¿Cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto tiempo fue el que lucharon los guerreros y guerreras por alcanzar aquel título? ¿Cuánto tiempo pasó para poder haber alcanzado la estabilidad? ¿Cuánto tiempo pasó para que se formara una base y pilares firmes? ¿Cuánto tiempo...? ¿Por qué debíamos llegar a tales puntos del colapso para poder habernos hecho escuchar? ¿Por qué tuvimos que llegar al punto de una violencia verbal para hacernos entender? ¿Por qué hacernos oír por medio de protestas y huelgas mal organizadas? ¿Por qué?
Era un día un tanto raro. Había mucha oscuridad en aquellos pasillos del conocido Templo Jedi situado en el planeta de Taris, templo el cual se ganó el título de Orden Jedi a los pocos años de haberse formado en dicho lugar, un orgullo para muchos de sus miembros, y a la vez, externos a esta misma. En los interiores del templo, en un salón que poseía grandes ventanales directamente hacia la ciudad de Taris, se podía apreciar una silueta que observaba fijamente la ciudad con nostalgia. Sus cabellos tomaban un rojo más intenso ante los últimos rayos de luz que caían en la ciudad, el lugar inundado en el silencio se rellenó con un suspiro suave de aquella chica. Una de sus manos, enguantadas, se elevó hacia el ventanal y apoyó la palma de esta sobre el objeto, pronto cerraría sus ojos para evitar encontrarse con su reflejo y observar el enojo y la tristeza de sí misma. Sus puños inconscientemente se cerraron con fuerza. Pasaron varios e interminables minutos para que una de sus manos cediera y buscara la tranquilidad. - Esto... es imposible... - Se habló así misma en un susurro, mientras sus ojos se volvían a encontrar con los de su reflejo. Su mano se deslizó por el ventanal, cayendo finalmente a un lado de ella. A espaldas de ella se escucharon unos pasos suaves, mientras sentía una presencia un tanto conocida, no volteó, pero tampoco dijo nada, solo provocó que su mirada cambiara a una seria y al mismo tiempo, una tranquila. - Adellie. - Se escuchó - Está todo listo - siguió cuando no escuchó respuesta ante el extraño saludo. La pelirroja asintió, mientras deslizaba sus manos por su capucha y la acomodaba sobre sus cabellos. No volteó hasta que escuchó a aquella persona retirarse del lugar, fue para entonces que dio una última mirada a aquel ventanal de gloriosa vista.
___________________________________________________________________ ___________________________________________________________________ ___________________________________________________________________ ___________________________________________________________________ Ella giró sobre sus talones, dando la espalda finalmente al enorme ventanal, dando unos primeros pasos de manera lenta, terminó caminando de manera firme directamente hacia la puerta principal que poseía el Hall. No había nadie en el pasillo que daba fuera del salón que había abandonado, no había ruido alguno. Se detuvo unos segundos a mirar a los lados, mientras su labio inferior sufría una mordida por la angustia que sentía en aquellos momentos, nuevamente volvió a su andar sin despegar la mirada del frente. El pasillo no daba a ningún salón a los lados, era solo de dos direcciones y al cruzar la segunda puerta que daría el camino, no encontró a nadie. Nuevamente se quedó ahí, unos segundos mirando a los lados de manera confundida, como si no entendiera por qué el lugar estaba tan vacío. Separó sus labios como si fuera a decir algo, pero simplemente soltó un suspiro mientras comenzaba a caminar al centro de dicho lugar, fue para entonces cuando una de las puertas que daría con la habitación se abriría y la encapuchada giraría la cabeza hacia la nueva presencia - No pensé que te encontraría aquí - Era la voz de una muchacha. La centinela sonrió y le dedicó una mirada - Lo mismo digo, Circe. - Se giró completamente hacia ella. La muchacha recién ingresada al lugar poseía largos cabellos castaños y un par de enormes ojos azules, los cuales se quedaron fijos en los de la pelirroja, un poco pasmada y al mismo tiempo sorprendida - M-Maestra, t-tus ojos... - Soltó Circe, en un tono de culpabilidad. Adellie alzó su mano zurda hacia su ojo, casi cubriéndolo, pero no era así, deslizó su dedo por la cicatriz que este poseía y mantuvo la sonrisa - No, no es nada. No es lo que piensas. - Rió apenas, deslizando su mano dentro de sus túnicas - Los sanadores dijeron que a pesar de que fue un corte casi... para quedar ciega, mis ojos desarrollaron una especie de heterocromía, nada serio. - Mantuvo una pausa de segundos - dicen que hasta es beneficioso para mi - Circe al escuchar aquello, relajó su mirada, acercándose poco a poco hacia la Maestra quien le daría triunfo como una Dama de la Orden Jedi. Como si estuvieran sincronizadas de antes, ambas terminaron tomando asiendo con un par de metros de separación, Adellie mantenía la mirada en el suelo y Circe prefería ver la puerta de donde había entrado. - ¿Esto está bien? - preguntó la de cabellos castaños, mientras tenía de respuesta una risa sarcástica o bien, de nervios. - ¿Me lo preguntas a mi? - Fue casi en un susurro la respuesta - Tú estás metida en ese tema ¿no es así? - Circe realizó una mirada hacia su maestra - Así era... - Su tono se apagó luego de la respuesta, entre-cerrando los ojos. Ella sin realizar otra pregunta u otro comentario, se levantó y se retiró del lugar. Adellie esperó unos minutos para poder seguir el mismo camino de Circe. No tardó mucho para llegar a las plataformas de aterrizaje del Templo, allí se encontraban un par de naves de gran tamaño, algunas naves individuales, tropas de cloones y el resto de los miembros de la Academia. Al parecer, la pelirroja habría sido la única que faltaría en el lugar, fue para entonces cuando el Maestro de cabellos anaranjados haría una seña para empezar a subir las naves. Ella se dirigió hacia su nave, la cual a un lado poseía el símbolo de la República, un poco gastado, pero estaba allí. Giró su vista hacia la nave de su lado donde estaría Circe, quien ya pronto estaría despegando de la plataforma. Así sería con varios más, pero no con la pelirroja, quien estaba con su mano posada en la nave, como si quisiera olvidar algo. - ¡Maestra, Maestra! - Se escuchó la voz de un infante, y ella rápidamente miraría de donde provenía la voz - ¿Uh? Sí, dime. - Sonrió apenas, girándose hacia el iniciado, quien demostraba una edad menor a los que se veían comúnmente - ¿Está usted bien? - Preguntó de manera inocente, Adellie asintió, realizó una seña y el chico se retiró. Adellie antes de seguir a todos los que se estaban retirando, dio unos pasos hacia atrás y comenzó a devolverse hacia los interiores del templo de Taris.
Antes de poder ingresar nuevamente a la Academia, una voz detuvo su caminar - ¿Por qué te devuelves? - Era la voz de un joven, uno conocido por ella, aunque era más que un simple conocido. Miró de reojo a sus espaldas, dejando que la luz hiciera contraste con su rostro. Ella mantuvo el silencio, su mirada decía más de lo que podían decir sus palabras, pero él insistió - No me has respondido, y a pesar de que supongo tu respuesta, quiero que lo digas tú - Mantenía una mirada un poco aguda, una mirada que quería atravesar su cabeza y llegar a los pensamientos de ella. - Yo... - Comenzó Adellie, mientras volvía su vista al frente, dando la espalda a su último aprendiz que dio frutos como Centinela. - Yo tengo otras cosas... en mente. - Dijo finalmente, sin ánimos de dar a conocer sus más íntimos pensamientos. - ¿Cómo qué? - Siguió interrogando - ¿Por qué he de decirte mis cosas? - Dio un paso al frente, pero escuchó un movimiento un tanto amenazador de parte de él. La Centinela sonrió a medias, relajando sus hombros mientras ocultaba sus manos dentro de sus túnicas - Como terminar algunas cosas. - Su tono parecía burlón, pero tenía más nervios que otra cosa - Como que algunos sepan... más de mi. Oh bien, yo misma conocerme un poco más, ¿puede ser eso? - Deslizó su capucha desde sus cabellos hasta atrás, dando una mejor vista a los lados - Mmm... tal vez. - Dijo finalmente. Guardaron silencio un par de minutos, para que pronto comenzara él otra conversación - Vamos. Debemos ir a Naboo. - Pudo sentir que sonreía, pero aún así, siguió el camino hacia la entrada del templo desde las plataformas - No. Te equivocas, ustedes irán. - Respondió ella mientras dedicaba una última mirada al joven de cabellos castaños - ¿Por qué tu no? - Él sabía la respuesta, pero aún así, prefería investigar. - Porque... aún tengo cosas pendientes. - No esperó nada más. Volvió a adentrarse al templo y dejó que aquellas enormes puertas cerraran a sus espaldas de golpe. Se quedó unos minutos allí, sintiendo como él se marchaba de la plataforma. Sabía perfectamente que solo quedó su nave allí. Estuvo largas horas vagando por el templo, como si buscara algo, como si revisara que no quedara nadie, pero no era así, al contrario, observara el lugar, tomaba cada detalle de este. En varios momentos pudo apreciar algunas estructuras bastante deterioradas por los consecutivos ataques que recibió la academia. Ella deslizaba sus manos por dichos lugares, como si sintiera el dolor que sintieron en aquellos momentos sus compañeros. Taris comenzaba a deshabitarse poco a poco, por alguna razón, la ciudad más cercana al templo estaba cayendo poco a poco y no era la única. El lugar ya estaba oscuro, no se escuchaban mayores ruidos que la de los animales que habitaban el lugar, pequeños animales y en su mayoría aves, las cuales les daba una pequeña vida al lugar. La pelirroja se encontraba en un espacio abierto que poseía el templo, aun ella sin irse, la mayoría de sus cosas se encontraban en su nave, pero sus pertenencias más grandes fueron removidas a la nueva sede de los usuarios del Ashla, a Naboo. Ella a poseía aún dos sables consigo, los cuales nunca se los quitaba, siempre estaba dispuesta a alguna que otra situación de recursos bélicos. Ella estaba sentada en el centro de un gran patio que poseía el templo, estaba meditando o así se hacía ver ella. Sus ojos cerrados y sus manos centradas en su abdomen y sus piernas cruzadas, esa era la posición para pensar las cosas o así siempre lo vio Adellie. - Está cerca... - Se susurró, abriendo sus ojos poco a poco, logrando adaptarse a los pocos segundos a la oscuridad de la noche, pero pronto estaría siendo iluminada por los astros. Se levantaría poco a poco, dando su tiempo a sí misma para acomodarse en el lugar, mantendría el silencio y su concentración. Pasó un largo rato para que pronto comenzara a escuchar un largo estruendo en el interior del templo, parecidos a los de las invasiones del Imperio cuando buscaban las muertes de sus compañeros. - Demasiado cerca... - volvió a decir la pelirroja, deslizando su mano zurda hacia sus espaldas, dentro de su túnica, donde se encontraría su sable láser dual. Una vez escuchó que el invasor estaba adentrándose a las zonas donde ella estaba, se volteó, alzando su sable láser y encendiendo ambas hojas - Pensé que demorarías más. - A respuesta, el sujeto comenzó a correr directamente hacia ella. continuará
*Aclaración : No me equivoqué, este es mi último roleo para lo que se conoció como Taris.