[Roleo de obtención] Atrincherados
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[Roleo de obtención] Atrincherados
Ilum. Cuarto planeta de su sistema. Un lugar muy importante para muchos, habiendo sido residencia de la Orden Jedi y del Imperio Galáctico. Antiguos son los que recuerdan realmente su roca fría, sus ventiscas... su nieve.
Domivet caminaba por la superficie, con las manos a su espalda. Le apetecía darse un paseo... sentir esa sensación fría que, sin saber por qué, tanto le reconfortaba. En su caminata, se topó con una pequeña elevación, y decidió subirse para tener mejores vistas del lugar. Al llegar arriba, al otro lado, pudo ver una gran explanada, que tocaba fin en una gran pared de roca nevada, y una cueva. Se sentó allí a contemplar todo, ondeando sus túnicas oscuras al viento.
De la entrada a la cueva salieron una mujer vestida con túnicas marrones, más o menos de la misma edad de Domivet, y tras ella un joven que salía feliz. Posiblemente acababa de obtener su primer cristal adegano para su sable láser.
Domivet se paró a pensar en aquellos momentos... en su infancia. Sonrió un momento, y después volvió a su ser. La mujer se había parado de repente, y el muchacho también. ¿Qué sucede?-pensó Domivet- En el cielo, aparecieron tres naves negras, que aterrizaron cerca de ellos en la gran explanada. La mujer puso a su Padawan detrás de ella. De cada una de las naves salió un hombre, cada uno con diferentes túnicas y armaduras, pero todos encapuchados y con el rostro bien cubierto.
-¡¿Quiénes sois?!-quiso saber la mujer-
Los tres encapuchados no respondieron, simplemente se limitaron a encender sus sables láser de color morado y correr hacia ella. El Padawan al ver eso, encendió su sable recién construido, al igual que su maestra encendió sus sables verdes. La maestra se enfrentó a dos de los encapuchados, y su padawan al restante. La batalla se mantuvo más o menos equilibrada durante dos minutos, pero estaba claro que los Jedi estaban en desventaja. El encapuchado empezó jugando con el padawan, pero finalmente ejecutó unos rayos de la fuerza sobre él que lo dejaron muy herido.
Domivet, sin saber por qué, se puso furioso y saltó rápidamente hacia la explanada, cayendo cerca del cuerpo del Padawan, anteponiéndose al encapuchado que se dirigía a él para terminar con él. La Dama Jedi fue empujada mediante la fuerza, cayendo metros atrás. Aprovechó para descansar un momento de los continuos ataques de los dos adversarios a los que se estaba enfrentando. Se puso en pie, y encendió su sables de nuevo, después de que se apagasen en la caída. Los encapuchados miraron a Domivet un momento. No parecía un Jedi, ni tampoco un Sith. Iniciaron de nuevo la batalla. Dos encapuchados corrieron hacia la mujer, y el otro hacia Domivet. El Imperial se quedó parado, y cuando llegó su contrincante, agarró la muñeca de la mano que portaba el sable láser, y le propinó un fuerte rodillazo en el estómago. Después, le golpeo con el mango de su propio sable en el labio, lo cual le hizo caer al suelo. Domivet, haciendo uso de su cañón bláster escondido debajo de su manga, disparó contra la cabeza del encapuchado, asesinándolo. Levantó su cabeza hacia la Jedi que se encontraban en apuros. Corrió hacia ella rápidamente, y gracias a un brazalete, lanzó sobre uno de los encapuchados una descarga magnética. La Jedi lanzo una gran bola de color azul sobre el otro encapuchado, haciéndole caer al suelo. Domivet terminó con el tipo al que había tumbado, y la Jedi con el otro.
El Imperial se sintió aliviado, pero la Jedi no. Apagó su sable y corrió hacia su Padawan herido gravemente. Lo tomó en brazos, y miró a Domivet que ya se marchaba de allí.
-¡Eh!-gritó ella- ¡Ayúdame, por favor!
Domivet se giró para mirarla, y a pesar de su distancia pudo ver el pésimo estado en el que se encontraba el joven. Se quedó un momento callado, cuando de repente escuchó algo en el cielo. Ambos alzaron la cabeza, y vieron que más naves se dirigían hacia su posición.
-¡A la cueva, rápido!-gritó Domivet-
Ambos corrieron hacia la cueva de donde habían salido los Jedi anteriormente. Al entrar, una de las naves disparó contra la entrada, haciendo que se derrumbe. Por suerte, ya estaban dentro, y no resultaron heridos.
Pero ni mucho menos podían cantar victoria. La Jedi dejó a su padawan en el suelo.
-Tranquilo... te pondrás bien...-dijo, con una expresión bastante triste en el rostro-
-¿No puedes curarle tú?-preguntó Domivet-
-No. No tengo esas habilidades...
-Yo tengo un medpack en mi nave, pero dudo que podamos llegar hasta él.
-Hay que intentarlo.
-Ahí fuera nos están esperando. Si salgo yo, me matarán. Si sales tú, te matarán. Primero veamos quién nos ataca y por qué.
Domivet se acercó hacia la entrada, cubierta por rocas que se habían caído. Apartó unas cuantas, hasta obtener un agujero por el que pudo mirar. Fuera, había varias naves de diferentes tamaños, y alrededor de 20 encapuchados como los que les habían atacado anteriormente.
-Parece como si nos estuviesen asediando.
-¿Qué?
La Jedi se puso en pie para mirar.
-¿Qué quieren de nosotros?
-No lo sé. ¿Tenéis algún tipo de enemistad con ellos?
-No... salgamos a hablar con ellos. Seguro que ha sido un malentendido.
-Ya te he dicho que si salimos moriremos. No atenderán a razones. Pero... si no salimos pronto, tu Padawan morirá.
La Jedi cerró sus ojos azules, y agachó su cabeza dejando caer su pelo moreno por su rostro.
-Si hay algún modo de salir de aquí, es luchando. Coge al chico y llévalo lejos de la entrada... estoy seguro que arremeterán contra nosotros.
Esperaron varias horas, y el cansancio tanto físico como mental empezaba a hacer mella en ellos.
-Vamos a morir aquí...
Domivet miró a la Jedi, un tanto decepcionado.
-No creo que tu padawan quiera escuchar a su modelo de persona tirar la toalla tan rápido.
La dama suspiró.
-¿Por qué habías venido aquí?
-Sólo vine a visitar Ilum, cuando os vi aquí.
-Hmm... gracias por tu ayuda.
-No hay de qué, supongo.
Tardó un rato, pero finalmente Domivet se puso en pie, cansado.
-Escucha, podemos estar aquí horas. Conviene que uno de nosotros salga para darle tiempo al otro.
Domivet se acercó a la entrada, donde estaba el agujero para mirar. Las naves seguían ahí, aunque aparentemente no había nadie.
-Se han escondido. Está claro que este es el mejor momento para que uno de nosotros salga... porque todo se centrará sobre el primero objetivo, dejando vía libre al segundo.
-¿Y quién saldrá?-preguntó ella-
Domivet se quedó un momento, pensativo.
-Tienes que ser rápida. A mí posiblemente me acribillarán, así que toma a tu padawan y llévatelo de aquí en cuanto que yo corra.
La Jedi hizo caso y lo tomó en brazos. El Imperial movió una roca de la entrada y asomó la cabeza. Contó hasta tres y... salió corriendo. Inmediatamente sobre él se lanzaron dos encapuchados. Domivet esquivó a uno rodando, y al otro le golpeó con el codo. Prosiguió su carrera, notando como le costaba correr por la nieve del lugar. La Jedi salió con su padawan en la dirección contraria. Al principio, pasó desapercibida, pero esos tipos no eran tontos. Le bloquearon el paso dos hombres con sus sables encendidos. La mujer se quedó parada, mientras que retrocedía lentamente.
Al otro lado, Domivet se desenvolvía como podía. Hasta que finalmente, la nieve le jugó una mala pasada y uno de los encapuchados lanzó sobre él una gran bola de color rojo que le hizo salir disparado hacia atrás. Domivet se golpeó con el frío suelo. La nieve, gracias a dios, había amortiguado la caída. Se puso en pie con dificultad por el daño recibido, y salió corriendo de allí. En la carrera y entre la ventisca, pudo observar que la dama estaba parada.
-¡¡CORRE!!-dijo él-
Pero se paró de inmediato cuando vio que ante ella había otros dos hombres. Al verlo, se giró lentamente, y pudo ver como detrás de él había otros cinco... y los otros trece, estaban empezando a aparecer entre la tormenta para rodearles. Domivet se dejó caer al suelo, exhausto.
La Dama se acercó hacia él, con su padawan en brazos. Les habían rodeado.
-Dinos dónde se encuentra, Jedi.
Ella dudó un momento.
-Dónde se encuentra... ¿qué?
-El holocrón de Fy-Tor Ana. Sabemos que está en Ilum y que has venido a buscarlo. Sabemos que eres parte una de sus hijas.
La dama se quedó callada, y giró su cabeza para contemplar a todos los hombres que les rodeaban. Domivet, mientras tanto, seguía doliéndose de algunas heridas, escuchando todo.
-Entréganos ahora el holocrón, o ejecutaremos a tu padawan.
El hombre extendió su mano hacia el cuerpo del muchacho, y éste salió hacia su mano. Lo agarró de la nuca. Puso la punta de su sable muy cerca de su espalda.
-¡Está bien!-gritó ella-Os llevaré hasta él...
El encapuchado apagó su sable. Con un movimiento de cabeza, ordenó a dos de sus súbditos que tomasen a Domivet y lo llevasen a otro lado para matarlo. Y así lo hicieron. Le tomaron cada uno de un brazo y le arrastraron hasta una zona apartada.
La dama, mientras tanto, llevó al hombre que mantenía preso a su padawan y a otros dos encapuchados hasta la cueva donde estaban antes. No sabía qué debía de hacer. No había encontrado dicho holocrón, a pesar de que lo había intentado... estaba ganando tiempo. Pero su tiempo se acababa.
Los encapuchados dejaron a Domivet en el suelo, y prendieron sus sables. El rehén cerró sus ojos y apretó con fuerza las manos.
A una velocidad increíble, Domivet extendió sus brazos hacia los lados, y una especie de onda de choque salió de éstas por medio de unos brazaletes. Los tipos salieron despedidos hacia atrás. Uno de ellos se golpeó fuertemente en la cabeza contra una roca, por lo que quedó aturdido. El otro, se puso en pie rápidamente, dispuesto a matar a Domivet, pero él ya tenía una granada en su mano. La lanzó con precisión hacia el cuerpo de su adversario, de tal modo que impactó sobre él. Dejó caer su sable, y el Imperial se lanzó contra él. Se enzarzaron en una pelea en la que se intercambiaron todo tipo de golpes. Pero a veces, en la guerra, también vale más la maña que la fuerza. Domivet se apartó de su enemigo, para que pudiese atraer su sable. Y así lo hizo. En el cuerpo a cuerpo, el sensible tenía todas las de perder, pero si conseguía atraer el sable... Domivet estaría perdido. O así pensó él. Encendió su sable una vez lo atrajo, y a gran velocidad trató de cortarle la cabeza al Imperial, pero iba un paso por detrás. Domivet enseguida se agachó, previniendo los movimientos del que supuso que sería un Sith, y con su mano izquierda agarró la mano que sostenía el sable. Hubo un forcejeo. Ambos estaban ciertamente cansados, aunque está claro que el Sith tenía más posibilidades de ganar en ese campo, así que Domivet debía de ponerle fin cuanto antes. Agarró la otra mano de su enemigo, y tiró de ésta, a la par que soltaba la otra que portaba el sable. Por la inercia, la mano armada salió hacia delante, cortando la suya propia que Domivet había ante puesto. La mano cortada cayó al suelo. El Sith se tiró de rodillas al suelo, soltando su sable. Doliéndose de la mano, no se percató de que su contrincante había cogido su arma... pero cuando quiso reaccionar ya tenía la hoja cortando su cuello. Soltó el sable láser, cansado, y se dirigió hacia el otro que había sido empujado anteriormente, y que se encontraba aturdido en el suelo. Lo mató rápido, rompiéndole el cuello. Había que ir a ayudar a la Jedi... seguro que se encontraba en apuros.
En la entrada a la cueva hacía cinco hombres custodiándola. Domivet tomó sus dos E-11 y las dejó a un lado, listas para disparar. Después, con cada mano tomó una granada y las lanzó contra sus enemigos. La explosión provocó una gran nube blanca de la nieve se había levantado del suelo. Los Sith se movieron de un lado a otro, perdidos puesto que el sonido y la escasa visión les hacía vulnerables. Pero inútilmente trataban de esquivar los disparos de un habilidoso Imperial. Uno a uno, fueron cayendo eliminados por los disparos de las E-11.
Domivet salió de su escondrijo, y se adentró rápidamente en la cueva.
Dentro, dos hombres estaban parados, y otro hablaba con la Jedi, la cual se encontraba tirada en el suelo con bastantes heridas.
Contó hasta tres, y el Imperial, con sus E-11 en las manos salió de detrás de una pared de roca y comenzó a disparar contra los tres encapuchados. Eliminó a dos, pero el tercero era muy habilidoso. Atrajo rápidamente las armas de Domivet y las dejó caer al suelo cerca de él. La Jedi ejecutó unos rayos sobre el cuerpo del encapuchado, y por la fuerza que portaban no pudo evitar caer un par de metros más atrás. La mujer encendió sus sables verdes y corrió hacia el cuerpo del Sith, decidida... pero falló.
Sin explicarse cómo, su estómago había sido atravesado por una hoja de color rojo. Su cuerpo, prácticamente muerto cayó al suelo. El Padawan herido, al ver eso, atrajo uno de los sables de su maestra y ardiendo de rabia corrió hacia su asesino. Pero no tenía ninguna posibilidad. El Sith lo eliminó también a él, y su cuerpo cayó junto al de su maestra. Domivet se lanzó rápidamente hacia el Sith, tratando de inmovilizar primero su mano armada. Pero este enemigo era mucho más fuerte, y el Imperial apenas tenía fuerzas. Fue empujado por la fuerza, y cayó cerca del cuerpo de los dos Jedi. El Sith se puso en pie, con su sable morado encendido, dispuesto a finalizar de una vez por todas aquella pelea.
Domivet por su parte, observó las manos de la Jedi muerta. Esos guantes... ese color. Agarró una de sus manos y notó el tacto del famoso material llamado cortossis. Le iban a servir de mucho... esos guantes podían darle la vuelta a la pelea. Así que, se los puso. El Sith no pudo ver eso, por las largas túnicas que portaba el Imperial.
Domivet se puso en pie, desarmado aparentemente, y se encararon. Entonces, uno corrió hacia el otro, y el otro hacia el uno y comenzó la pelea. El Sith trató de cortar por la mitad a su enemigo, pero algo lo bloqueó. Su propia mano. ¿Por qué no se la había cortado? Se fijó en sus guantes... sus guantes de cortossis habían bloqueado el sable láser. Pese a ello, agarró con su otra mano el mango de su arma y empezó a hacer fuerza contra el material. Domivet notó como poco a poco, los guantes se iban rompiendo, así que extendió su mano restante, donde tenía el cañón bláster oculto... y disparó. Y a esa distancia, está claro que no iba a fallar.
El cuerpo de su enemigo cayó al suelo, muerto, con un agujero en la frente.
Y por fin, respiró tranquilo. Domivet se puso de pie, tambaleándose. Salió de la cueva, mirando hacia atrás. Sintió pena por los Jedi muertos, pero debía de seguir. Observó los guantes de cortossis, y sonrió un momento. Después, volvió hacia su nave.
Su visita a Ilum había finalizado.
Obtengo: Guantes de cortossis, como los que lleva la Jedi en el trailer de TOR, al bloquear el sable de Malgus.
PD: Sé que tiene varios fallos pero lo he hecho con mucho sueño. Ya en el próximo que haga procuraré estar con la mente despejada.
Defiance- Mensajes : 1817
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 27
Re: [Roleo de obtención] Atrincherados
Obtención válida ya que no es nada importante, básicamente unos trozos de metal sin un uso claro, ya que a la que tu defines como esa jedi no usa ningunos guantes para detener sables láser.
Tragew- Mensajes : 752
Fecha de inscripción : 15/10/2011
Localización : -----------------------------
Re: [Roleo de obtención] Atrincherados
De todos modos, es sólo para roleo. En batalla no rolearé nada con esos guantes, ni que bloqueo, si acaso de broma rolearía que me los pongo, pero nada más.
#EDIT: ¿Quién se puede pasar para colocármelos en mi ficha?
#EDIT: ¿Quién se puede pasar para colocármelos en mi ficha?
Defiance- Mensajes : 1817
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 27
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