[ROLEO] El fin.
Habbo Wars :: OOC :: Desechos :: ZONA IC :: Mesa de Rol :: Historias
Página 1 de 1.
[ROLEO] El fin.
Domivet caminaba lentamente por Arkania. Estaba muy famirializado con ese planeta... por algún motivo, sentía un vínculo que le unía a él y a sus gentes.
Caminaba cabizbajo. Se sentía confuso. Su mente estaba siendo perturbada por algo que desconocía... pero qué. Lo cierto, es que el joven Sith era no más que un experimento cuyo fin estaba a punto de llegar. No tardó en encontrar una gran mina en su paseo. Solía ir allí... pararse a mirar las estrellas. Imaginarse qué había años luz más allá.
Se apoyó sobre una roca y se dejó caer. Colocó sus manos detrás de su cabeza, de tal modo que le hacían de almohada. Se quedó ahí varios minutos, hasta que escuchó un ruido proveniente de la mina. Bajó hasta el agujero. Asomó tímidamente la cabeza. Era una mina un tanto extraña... no había indicios de que eso fuese realmente una excavación. Justo cuando se iba a ir, el ruido volvió, esta vez en forma de susurro de una muchacha joven.
Se introdujo en la gruta. El suelo estaba perfectamente pulido, al igual que las paredes. Quien hubiese hecho eso, habría necesitado ayuda, eso estaba claro. Entonces, la salida y entrada de la mina se cerró detrás de Domivet. Una gran puerta se habría replegado sobre el agujero, tapándolo. Instintivamente, Domivet encendió su sable.
Algo lo empujó por detrás, y cayó en un gran agujero. Se golpeó contra el suelo tras unos segundos de caída. Tomó su sable, apagado, y lo prendió de nuevo.
Unas luces se encendieron de repente, y Domivet se pudo ver dentro de un gran círculo, parecido al de un coliseo, pero sin grada. Al fondo, había un pasillo. Una voz joven y dulce dentro de la cabeza de Domivet sonó, advirtiéndole. -Él, Domivet. Él viene a por ti.- le decía la voz. Domivet movió la cabeza de un lado a otro, y su vista se emborronó un momento, y cuando logró rehacerse, pudo ver ante él una figura con una capucha, y una túnica blanca. Abrió su mano derecha, y de ésta salió una daga láser. Se miraron durante un momento. Y cuando se quiso dar cuenta, Domivet se había enzarzado en una pelea con aquel sujeto.
. . .
Domivet cayó al suelo. Sus ropas, su carne... estaba destrozado. Apenas podía moverse. El hombre de las túnicas se acercó tambaleándose hacia él. Agarró al joven del cuello y lo elevó en el aire.
-El círculo se cierra.-dijo el encapuchado-
Domivet atrajo mediante la fuerza su sable láser, y colocó la abertura del cristal sobre el pecho de su enemigo.
-Sí, y tú estarás dentro de él...
Nada más terminar esa frase, el joven Sith encendió su sable. El cuerpo del hombre cayó al suelo, dejando caer junto a él el de Domivet. Aunque el hombre estaba ... muerto, Domivet estaba muy herido, y necesitaba atención rápida. Algo se acercó lentamente hacia el muchacho, y se percató de ésto cuando unas manos suaves comenzaron a acariciar su rostro. Entonces, el Sith abrió y vio a aquella muchacha.
Aquella belleza tan pura, tan inocente... tan intacta, dejó perplejo a Domivet por un momento. La chica sonrió, sin dejar de acariciar el rostro del joven, el cual poco a poco se sentía más aliviado, a pesar de que sus heridas seguían ahí.
Se incorporó como pudo.
-Quién... eres...-dijo con esfuerzo Domivet-
-Me llamo Naminé.
-¿Y por qué estás aquí?
-Él me tenía aquí, encerrada.
-¿Y por qué?
-Él... es algo más que un Sith. Lleva aquí muchísimos años... y lo que hace es alimentarse de tus emociones. Y a mí me usa para ello. Me ha usado para atraerte hasta aquí... pero ahora le has matado. Después de 2.000 años, alguien ha conseguido acabar con él.
-¡¿Dos mil años?!-preguntó el chico, sorprendido- Es mucho tiempo eso... ¿cuánto llevas aquí?
La chica sonrió un momento, sin responder a su pregunta.
-Es hora de que nos vayamos de aquí. Te contaré todo lo que necesitas saber.
Ambos se pusieron en pie, decididos a salir de allí cuanto antes. Pero entonces, algo sonó detrás de ellos. Unos rayos golpearon el cuerpo del muchacho. El encapuchado se había puesto en pie. Se lanzó contra Domivet, furioso, con su sable por delante. Domivet miró a la cara de la muerte por un segundo, hasta que a los ojos de ésta se le antepusieron unos ojos azules... y miró hacia abajo. Las bonitas ropas blancas y brillantes de la muchacha habían cambiado su color al rojo... el rojo de la sangre que brotaba de la herida de muerte que le había dejado aquel ser. Domivet se rodó hacia un lado, y encendió su sable en este acto. Golpeó con fuerza la cabeza del encapuchado, quien cayó un momento atrás. Se repuso rápidamente, y corrió hacia el joven, y éste hacia él. Domivet se giró sobre sí mismo para clavar su sable en el pecho del encapuchado, y éste giró hacia el otro lado para realizar el mismo movimiento. Y ambos acertaron, pero quizá Domivet con más precisión.
Aún así, a pesar de que el sable de Domivet había atravesado la carne del hombre, o lo que fuese eso, la suya también había sido perforada... en menor cantidad, pero con misma gravedad.
Muriéndose, Domivet tomó el cuerpo de la muchacha, y salió de allí por el único lugar que podía; el pasillo. Avanzó varios metros en oscuridad, hasta que llegó a una sala no muy grande. Dentro encontró un cuerpo que se conservaba en bacta, con varias armas Imperiales a su lado. En el centro, halló una cama blanca, acorde con el color de las túnicas de ella, así que allí la posó.
Antes de morir, la muerte le dio unos minutos de tregua a Domivet.
Empezó a recordar cómo había comenzado ese día. Como un día cualquiera en Odacer Faustin. Como el día normal de cualquier Aprendiz que aspira a grandes cosas. Posó su mano en la herida, y siguió analizando.
Todo había sido muy esporádico... esa chica, ese hombre... ¿por qué había sucedido todo aquello?
Quizá no es más que un nuevo comienzo. Pero eso, ya no importa. Ya nada importa. La cabeza de Domivet cae poco a poco sobre el suelo... y simplemente muere.
Qué esporádica la vida, ¿no? Algo tan duro de crear... de moldear. Pensar que algo tan duro de comprender, de entender y de manejar se pueda perder en una milésima de segundo es... extraño. Hace sentirse a cualquiera estúpido. Porque si la vida no es más que un paso, ¿por qué vivimos?
Quizá el caprichoso universo necesita que algo o alguien le proporcione divertimento. O simplemente la azarosa mano del destino que mueve sus hilos. Sin importar lo que fuiste ayer, mañana podrás morir, y hoy podrás sonreír sin saberlo.
Cierro a mi personaje Sith en el rol, de tal modo que pierdo todos mis sables, puesto que pasaré a usar a mi personaje Imperial. Un saludo.
Caminaba cabizbajo. Se sentía confuso. Su mente estaba siendo perturbada por algo que desconocía... pero qué. Lo cierto, es que el joven Sith era no más que un experimento cuyo fin estaba a punto de llegar. No tardó en encontrar una gran mina en su paseo. Solía ir allí... pararse a mirar las estrellas. Imaginarse qué había años luz más allá.
Se apoyó sobre una roca y se dejó caer. Colocó sus manos detrás de su cabeza, de tal modo que le hacían de almohada. Se quedó ahí varios minutos, hasta que escuchó un ruido proveniente de la mina. Bajó hasta el agujero. Asomó tímidamente la cabeza. Era una mina un tanto extraña... no había indicios de que eso fuese realmente una excavación. Justo cuando se iba a ir, el ruido volvió, esta vez en forma de susurro de una muchacha joven.
Se introdujo en la gruta. El suelo estaba perfectamente pulido, al igual que las paredes. Quien hubiese hecho eso, habría necesitado ayuda, eso estaba claro. Entonces, la salida y entrada de la mina se cerró detrás de Domivet. Una gran puerta se habría replegado sobre el agujero, tapándolo. Instintivamente, Domivet encendió su sable.
Algo lo empujó por detrás, y cayó en un gran agujero. Se golpeó contra el suelo tras unos segundos de caída. Tomó su sable, apagado, y lo prendió de nuevo.
Unas luces se encendieron de repente, y Domivet se pudo ver dentro de un gran círculo, parecido al de un coliseo, pero sin grada. Al fondo, había un pasillo. Una voz joven y dulce dentro de la cabeza de Domivet sonó, advirtiéndole. -Él, Domivet. Él viene a por ti.- le decía la voz. Domivet movió la cabeza de un lado a otro, y su vista se emborronó un momento, y cuando logró rehacerse, pudo ver ante él una figura con una capucha, y una túnica blanca. Abrió su mano derecha, y de ésta salió una daga láser. Se miraron durante un momento. Y cuando se quiso dar cuenta, Domivet se había enzarzado en una pelea con aquel sujeto.
. . .
Domivet cayó al suelo. Sus ropas, su carne... estaba destrozado. Apenas podía moverse. El hombre de las túnicas se acercó tambaleándose hacia él. Agarró al joven del cuello y lo elevó en el aire.
-El círculo se cierra.-dijo el encapuchado-
Domivet atrajo mediante la fuerza su sable láser, y colocó la abertura del cristal sobre el pecho de su enemigo.
-Sí, y tú estarás dentro de él...
Nada más terminar esa frase, el joven Sith encendió su sable. El cuerpo del hombre cayó al suelo, dejando caer junto a él el de Domivet. Aunque el hombre estaba ... muerto, Domivet estaba muy herido, y necesitaba atención rápida. Algo se acercó lentamente hacia el muchacho, y se percató de ésto cuando unas manos suaves comenzaron a acariciar su rostro. Entonces, el Sith abrió y vio a aquella muchacha.
- Spoiler:
Aquella belleza tan pura, tan inocente... tan intacta, dejó perplejo a Domivet por un momento. La chica sonrió, sin dejar de acariciar el rostro del joven, el cual poco a poco se sentía más aliviado, a pesar de que sus heridas seguían ahí.
Se incorporó como pudo.
-Quién... eres...-dijo con esfuerzo Domivet-
-Me llamo Naminé.
-¿Y por qué estás aquí?
-Él me tenía aquí, encerrada.
-¿Y por qué?
-Él... es algo más que un Sith. Lleva aquí muchísimos años... y lo que hace es alimentarse de tus emociones. Y a mí me usa para ello. Me ha usado para atraerte hasta aquí... pero ahora le has matado. Después de 2.000 años, alguien ha conseguido acabar con él.
-¡¿Dos mil años?!-preguntó el chico, sorprendido- Es mucho tiempo eso... ¿cuánto llevas aquí?
La chica sonrió un momento, sin responder a su pregunta.
-Es hora de que nos vayamos de aquí. Te contaré todo lo que necesitas saber.
Ambos se pusieron en pie, decididos a salir de allí cuanto antes. Pero entonces, algo sonó detrás de ellos. Unos rayos golpearon el cuerpo del muchacho. El encapuchado se había puesto en pie. Se lanzó contra Domivet, furioso, con su sable por delante. Domivet miró a la cara de la muerte por un segundo, hasta que a los ojos de ésta se le antepusieron unos ojos azules... y miró hacia abajo. Las bonitas ropas blancas y brillantes de la muchacha habían cambiado su color al rojo... el rojo de la sangre que brotaba de la herida de muerte que le había dejado aquel ser. Domivet se rodó hacia un lado, y encendió su sable en este acto. Golpeó con fuerza la cabeza del encapuchado, quien cayó un momento atrás. Se repuso rápidamente, y corrió hacia el joven, y éste hacia él. Domivet se giró sobre sí mismo para clavar su sable en el pecho del encapuchado, y éste giró hacia el otro lado para realizar el mismo movimiento. Y ambos acertaron, pero quizá Domivet con más precisión.
Aún así, a pesar de que el sable de Domivet había atravesado la carne del hombre, o lo que fuese eso, la suya también había sido perforada... en menor cantidad, pero con misma gravedad.
Muriéndose, Domivet tomó el cuerpo de la muchacha, y salió de allí por el único lugar que podía; el pasillo. Avanzó varios metros en oscuridad, hasta que llegó a una sala no muy grande. Dentro encontró un cuerpo que se conservaba en bacta, con varias armas Imperiales a su lado. En el centro, halló una cama blanca, acorde con el color de las túnicas de ella, así que allí la posó.
Antes de morir, la muerte le dio unos minutos de tregua a Domivet.
Empezó a recordar cómo había comenzado ese día. Como un día cualquiera en Odacer Faustin. Como el día normal de cualquier Aprendiz que aspira a grandes cosas. Posó su mano en la herida, y siguió analizando.
Todo había sido muy esporádico... esa chica, ese hombre... ¿por qué había sucedido todo aquello?
Quizá no es más que un nuevo comienzo. Pero eso, ya no importa. Ya nada importa. La cabeza de Domivet cae poco a poco sobre el suelo... y simplemente muere.
Qué esporádica la vida, ¿no? Algo tan duro de crear... de moldear. Pensar que algo tan duro de comprender, de entender y de manejar se pueda perder en una milésima de segundo es... extraño. Hace sentirse a cualquiera estúpido. Porque si la vida no es más que un paso, ¿por qué vivimos?
Quizá el caprichoso universo necesita que algo o alguien le proporcione divertimento. O simplemente la azarosa mano del destino que mueve sus hilos. Sin importar lo que fuiste ayer, mañana podrás morir, y hoy podrás sonreír sin saberlo.
Cierro a mi personaje Sith en el rol, de tal modo que pierdo todos mis sables, puesto que pasaré a usar a mi personaje Imperial. Un saludo.
Defiance- Mensajes : 1817
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 27
Temas similares
» [Roleo de Netdark] La vida de tantos. Y de nadie. (Continuación del roleo de Etxxu)
» [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
» [ROLEO DE MANDALORE/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN] Las crónicas: El Jedi caído, El Sith que jura venganza y el Mandaloriano.
» [Roleo Onderon] -Un viaje a Ithor- (Primer Roleo)
» [Roleo Yuuzhan'Tar] ``La mentira´´ [roleo escrito]
» [ROLEO DE ESSELES/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN/HOLOCRÓN] Sicut supra dictum est, ita inferius
» [ROLEO DE MANDALORE/ROLEO CAMBIO DE FACCIÓN] Las crónicas: El Jedi caído, El Sith que jura venganza y el Mandaloriano.
» [Roleo Onderon] -Un viaje a Ithor- (Primer Roleo)
» [Roleo Yuuzhan'Tar] ``La mentira´´ [roleo escrito]
Habbo Wars :: OOC :: Desechos :: ZONA IC :: Mesa de Rol :: Historias
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.