[Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias III. [Relan]
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[Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias III. [Relan]
En esta inhóspita tierra de gélidas simas,furibundos vientos y médanos de hielo que es Ziost, los restos mutilados de mi cuerpo se aferran por vivir, arrastrándose entre charcos de sangre y cadáveres de jedi. Mi nombre es Llosilath Lumen Gres Orvius y esta es mi historia.
Despertaba una mañana un cielo oscuro, como cada día, sin futuro, sin esperanza para la luz, un día más en que todo se teñiría de oscuridad en mi alma. Mis viejos sables Shadow descasaban en mi celda y mi sable Lucifer ufano me miraba desde su altar, mi vieja túnica jedi, recuerdo de tiempos en los que la debilidad y el engaño poblaban mi alma y herencia de mi Maestro, se colgaba, como si de un recien ahorcado se tratara, de mi estante y frente al espejo, un rostro que ya no logró reconocer, un rostro demacrado, surcado por las líneas del odio y el rencor, un rostro de un ser nuevo, un ser agonizante, pero orgulloso. Nada parecía avizorar que se tratara de un día distinto a cualquier otro cuando una voz familiar llamó a la puerta de mi personal celda.
-Sal Sabio Gres, he de darle una cosa - dijo aquel ser de grises facciones y ojos de fuego deseosos de notar ver correr una vez más el frío manto de la muerte en sus enemigos. - Lo conseguí ayer mientras repelíamos el ataque de los jedis.
Mientras me ponía mi negra túnica y me inclinaba en señal de respeto ante el viejo sable de mi padre abrí la puerta de mi cárcel y miré a mi hijo que, con una extraña expresión en la cara y antes de poder articular palabra, extendió sus manos y me enseño un sable que por sus rasgos me resultaba conocido.
-Ese sable...ese sable lo conozco, luché a su lado durante muchos años, se trata del sable del Maestro Vrook Swan, ¿cierto? - interrogué a mi hijo.
-Sí padre, lo conseguí ayer tras infrentarme a él.
-¿ Y qué pretendes que haga con él? ¿Está ligado? ¿Pretendes que lo libere?
-No padre, es un regalo para usted, conozco los enfrentamientos que tubo con el Maestro Swan en el pasado y quería ofrecerselo, con este sable Electrum en su poder, su venganza estará saldada.
-Gracias hijo, llevaba muchos años deseando vengarme de ese arrogante jedi. -Dije mientras me inclinaba en señal de agradadecimiento.
-Nada de hijo - respondió Vecreth Gres Orvius - LLámeme General Vecreth.- Tras decir esto, se dio media vuelta y se marchó por los pasillos de la academia.
Volví al interior de mi prisión rememorando los años en que yo era un joven Maestro Jedi, arrogante por mi sabiduría, impaciente por mis aspiraciones e inmaduro por mi necia lealtad a una Orden que se desmoronaba entre su propia hipocresia.
Asomé mi cabeza por entre las rejas de mi habitación y observe como en el patio de entrenamientos un joven aprendiz inclinado sobre el suelo observaba sus manos, recien cortadas por un Maestro del Sith, seguramente por no haber sido capaz de cumplir un ejercicio imposible, instantes después se levantaba y con una furia en los ojos como nunca antes habia visto, se lanzó, luchando contra su propio dolor, contra el Maestro del Sith armado unicamente con sus muñones, en su rostro contrariado por la furia y el dolor reconocí a Zedrik Orvius...Pronto acudirían a mí pidiéndome que le pusiera unas manos biónicas... Confuso por los recuerdos que el sable del Maestro Swan me había traido, fui a la sala de meditación, sin fijarme en aquellos aprendices que a mi lado se apartaban y reverenciaban, tampoco me di cuenta de que sería la última vez que pasaría por se pasillo.
»-Maestro, Maestro, espéreme, quiero ir con usted, por favor Maestro Grohl.
-No Lumen, eres muy joven, aún eres muy joven, paciencia joven consul, algún día podrás ir conmigo.
-Pero Maestro, quiero ir con usted, he sentido una alteración en la fuerza...Quiero ir con usted, necesito ir con usted para protegerlo.
-No mi joven padawan, has sido un buen aprendiz, eres astuto, inteligente, tienes un buen manejo de los dobles sables a pesar de ser un consul, pero no puedes ir, el consejo no lo aprueba, además, deberías estar con tu aprendiz.
-Maestro por favor, escúcheme, recuerde lo que le dije, en mi visión, un Electrum azul le atravesaba, por favor tenga cuidado.
-Tranquilo mi Aprendiz, volveré para verte convertir en un gran Maestro Jedi.«
-Maestro, no esperaba volver a verle, mucho menos aquí, le fallé Maestro Grohl, no conseguí seguir mi luz, ambos sabíamos que lo que el destino me esperaba no estaba dentro de la Orden Jedi, cumplí mi promesa Maestro, me convertí en Maestro Concejal, pero ese no era mi camino, tenía demasiadas preguntas y ellos no querían darme respuestas, notaba en los Maestros Hondor, el Maestro Swan y el Maestro Kai miedo y temor cuando les pedía acceso a la parte de la biblioteca reservada para los Eruditos Jedi, intente mantenerme en la Orden, usted lo sabe, luche por defender el Ashla y por dar grandes padawans a la Orden, pero poco a poco mi camino se iba distanciando de la Orden, más desde que ocurrió aquello...
-Mi joven Aprendiz, sigues siendo el mismo muchacho deseoso de conocimiento pero ansioso, ¿no recuerdas lo que te enseñe? ¿Qué dice la última frase del Código Jedi?
-No existe la muerte, está la Fuerza - dije apenado por ver en los ojos de mi Maestro la decepción.
-Exacto, entonces, ¿por qué te empeñaste en ello?.
-Necesitaba intentarlo Maestro.
-Maestro Gres, no puedo creer que continúes martirizándote por aquello, es el pasado, olvídelo, nunca es tarde para arrepentirse, usted sabe que este no es su lugar.- Dijo la voz de alguien a quien crei no volver a ver, me giré y vi su rostro arrasado y descompuesto, como la última vez que pude observarlo, se trataba de mi primer aprendiz, Sidet Caelum.
-No Sidet, este es mi lugar, solo aquí conseguiré el poder necesario, cuando demuestre mi valía al Imperio, el Emperador Veikur Tainted me mostrará los conocimientos en necromancia que necesito y podré...
-Yo no te enseñé a buscar el poder ante todo- dijo mi viejo Maestro.
-Tú no me enseñaste a ansiar el poder por encima de todo - dijo mi viejo aprendiz Sidet.
-Lo sé y siento fallaros, pero es la única solución para que vosotros...-Dije agachando la cabeza por la vergüenza que recorría mi ser. Cuando levanté el rostro, volvía a estar solo en esa lúgubre y solitaria sala de meditación, donde tantos Mestros habían sido traicionados por sus Aprendices mientras meditaban.
"El poder nos ciega y el poder nos da las herramientas de nuestro futuro". Pensé.
Cerré los ojos dispuesto a meditar, intentando hallar en la fuerza el camino hacia mis respuestas, cuando, una fría mano me tocó.
-Maestro, ¿podría sentarme con usted?- preguntó Sherz Dreval.
-Por su puesto mi Aprendiz, ¿tú también vienes a transtornar mi vieja mente?.
-No Maestro, de eso se encarga el pasado y los remordimientos, yo únicamente vengo a charlar con usted, el colérico grito de dolor de su corazón me llamó y acudí a ayudarle como le prometí.
-Si...Como me prometiste...Aún siento lo que sucedió como si estuviera viviéndolo ahora mismo.
-En realidad Maestro, usted lo vive día tras día, segundo tras segundo, su mente es la prisión de todo cuanto no es capaz de perdonarse, no hay mayor tortura para un ser vivo que el recuerdo del ayer.
-¡Salga Sabio Gres, tome sus sables y vaya al patio interior, es la hora!- Gritaba colérica una voz desde el exterior.
Y una vez más sólo me hayaba sentado...
"El pasado es para los muertos, no existe la muerte, está la Fuerza, sí, lo aprendí Maestro, no crea que no".
»-Esto es todo lo que poseía, él quería que te lo quedaras tú, lo siento mucho, sé que apreciabas a tu Maestro- dijo el Maestro Swan.
-Maestro.
-Si, ¿Lumen?
-¿Cómo se hizo usted esa quemadura en el brazo?
-Eso no te incumbe joven Consul.
-Siento dudas en usted, siento...miedo...
-¡Se acabó joven Consul, márchese a la sala de prácticas!«
»»-Tranquilo joven aprendiz, el manejo del sable no radica en la impetuosidad de su portador, sino en su afinidad con él, cierra los ojos joven padawan, siente como el cristal se conecta contigo, como crece su poder a medida que tú te desarrollas, siente como el cristal y tú sois uno, ¿lo notas joven Sidet?.
-No Maestro, lo siento, soy una decepción, además, ¿qué hace aquí conmigo?. Hoy le ascendían a Concejal, ¿por qué no va al acto oficial?.
-No eres una decepción, estoy muy orgulloso de ti, sé que algún día me superarás y además, ¿para qué quiero ir a un acto oficial?. Todo lo que me importa lo tengo delante de mí, tú, mi joven aprendiz.
-Maestro...El Maestro Eehl Hondor dice que no debemos establecer lazos profundos...
-Sidet, tú no eres un lazo vinculante más, eres mi aprendiz y te aprecio como a mi hermano pequeño, jamás permitiría que nada te sucediera.
-Gracias Maestro Lumen, me siento honrado de poder aprender junto a usted.
"Pero no todo lo que reluce es oro, ni todo lo que hoy es bello, sigue siéndolo al día siguiente"««
"Tantas muertes sobre mis hombros...Y en todas pude cambiarlo...Si hubiera ido con él, si hubiera insistido...Si no le hubiera dejado adentrarse en la selva...Si le hubiera preparado para enfrentarse al Lado Oscuro mejor...Tantas muertes, tanta agonía que guarda mi corazón y aún así, entre estas paredes que tantas veces conocieron la muerte y la tratan de tú como si de un amigo más se tratase, ni un ruido se escucha, todo en silencio, todo, ni la brisa se atreve a romper este silencio que envadurna esta academia"
Mientras mis recuerdos divagaban por mi mente crucé el pasillo de la academia y llegué al patio interior, allí encontré a mi hijo Vecreth Gres sentado junto a Lord Gevura y los Maestros de Espada Kloth Dreval y Vortert, los cuales, al entrar yo en el recinto, se levantaron y se colocaron detrás mía. Vecreth se posicionó tras Lord Gevura mientras éste me invitaba a sentarme y a entregar mis sables al Maestro de Espadas Kloth. Comencé a sentir la ira de los dos Maestros de Espadas y cómo su cuerpo comenzaba a secretar adrenalina mientras mi hijo se colocaba su máscara, nada bueno podía deparar aquello.
-Sabio Gres- comenzó Lord Gevura- desciende usted de una prestigiosa sangre de Emperadores, Señores Oscuros y Darths, los honró usted dejando a los débiles jedis para unirse a la Orden Sith, fue un gran acto que honra a su apellido, pero imagino que usted, al igual que yo y el Emperador, habrá notado sus propios sentimientos, usted no es sith, está plagado de odio, rencor y dudas, pero usted no pertenece a este mundo, su corazón anhela la Orden Jedi, anhela sus padawans, anhela el Ashla.
-Mi Lord, no usted lo sabe, vine en busca de venganza, mi ira le atrajo hacia mí- argumenté desesperado.
-Silencio. El Emperador no quiero correr riesgos y yo tampoco, siento hacerlo Sabio Gres, pero será transportado a Ziost, donde será prisionero del Emperador.- mientrás terminaba esa frase, con un ligero tono de plenitud, noté como los Maestros de Espada rozaban sus sables preparados para decapitarme al mínimo momento.
-Tranquilos Maestros, sé lo que debo hacer, me temo que hoy no podrán divertirse conmigo- dije sin girarme para observar sus movimientos.
-De ser así- prosiguió Lord Gevura- marchará ahora mismo. General Gres, lleve al prisionero a las cárceles, colóquele unas esposas de fuerza y encierrele hasta que volvamos del asedio a Ossus.
-Si Lord Gevura- respondió mi hijo no sin cierto grado de dolor en la voz. Inmediatamente después me levantaba y me llevaba agarrado de los brazos con mis Shadows en su cinturon, moviéndome violentamente para poder susurrarme al oído sin que Lord Gevura lo notara que lo sentía.
Me llevaron a las celdas de Esperanza Oscura, donde pude oír lo gemidos y súplicas de los jedis capturados. Me introdujo en la celda E-13 y me colocó las esposas de fuerza. Mientrás me miraba vi en sus ojos una mezcla de decepción y de tristeza, me consideraba un traidor, pero al fin y al cabo, era su padre, ahora solo el podría recuperar la gloria de nuestro apellido.
Así pase semanas, Esperanza Oscura se encontraba asediando Ossus y la academia quedo a cargo del caballero Akla, Zedrik Orvius me ofreció su ayuda para escapar, pero eso significaría su ejecución y no estaba dispuesto a permitir una muerte más por mi culpa, por lo que decliné su ofrecimiento.
Quieron aislarme en mi soledad para con el paso de los días y el escaso alimento que me proporcionaban me volviera loco, pero ni en el más recondito planeta del borde exterior me hayaría solo, siempre estaría acompañado de aquellas muertes de las que fui causante o partícipe.
Querría decir que en la adversidad me crecí, que me sobrepuse y psicologicamente les vencí, que no me dejé derrotar por la desesperación y ufano me mantuve con la cabeza alta, pero lo cierto es que el tiempo y las horas mientras a mi lado pasaban y me saludaban, se detenían, los segundos eran minutos, los minutos eran horas, las horas eran días y poco a poco mi desesperación iba creciendo, los espectros de mi pasado no dejaban de visitarme, atormentando mi ya desgastada mente. Caí en una especie de sueño, o eso creo, creí verme de nuevo en el planetario de la Orden Jedi dando clase a los jóvenes iniciados, creí volver a ver a Sidet entrenar junto a Sherz en el manejo de sable, rivalizando para ser el mejor y que estuviera orgulloso del vencedor, sin saber que para mí, ambos fueron siempre los mejores aprendices que nunca tuve. Así pase quizá días, divagando entre mis recuerdos y las ilusiones, creí hayarme en el interminable río que era la Fuerza, creí haber muerto, cuando algo interrumpió mi soliloquio.
-Así que este es su nuevo hogar, ¿no Maestro?, es interesante, ¡ughh! Huele un poco mal y es algo duro, pero bueno, a usted siempre le gustó tener como habitación una sala vacia, desprovista de toda comidad - dijo Sidet Caelum Akan sentándose a mi lado.
-¿Ni en estos momentos podré descansar?
-Lo siento Maestro, es usted quien me llama.
-¿Yo? - pregunté sorprendido y aturdido.- ¿Cómo que soy yo quien os llama?.
-No usted, Maestro, sino su dolor. Usted cree que sólo atormentándose y llamándonos podrá redimirse.- Y diciendo esto, al igual que vino, se marchó.
»»-Hoy es un gran día Sidet, hoy serás ascendido a caballero jedi.
-Maestro, noto sus dudas, noto su dolor, algo le preocupa.
-Si joven padawan, nada se te escapa, he sentido una perturbación en la Fuerza.
-¿De qué se trata?
-Nada, algo sin importancia, tranquilo, céntrate en el día de hoy y no te preocupes por tu viejo Maestro.««
»»-¡Sidet, vuelve!- grité mientras notaba como la ira recorría mi cuerpo- es muy peligroso, ¡vuelve!
-Maestro, entiéndame, es la única oportunidad que tenemos de capturarle, perdóneme.
-¡Sidet!- y mientras los ecos de mis gritos desaparecían en la nada mi aprendiz cerraba la puerta separando nuestros destinos y, sin yo saberlo, nuestra relación, pues nunca más volvería a verle. A fuera escuchaba el entrechocar de espadas laser, notaba al otro lado de la puerta crecer la ira en dos seres y el orgullo en un tercer ser, oí un breve combate, seguido de un golpe contra la puerta y segundos depués vi como un sable laser rojo atravesaba la zona de la puerta donde hacía unos instantes oyera el golpe.««
»Desperté entre sudores y una gran agitación, mi corazón palpitaba como si en su interior habitara un torrente de pasión y furia, mis ojos aún desorbitados por la experiencia recien acaecida se asemejaban a la oscuridad de la noche y poco a poco mi cuerpo volvía a su estado habitual, que no mi espíritu, el cual mantenía ese fuego alimentado con los retazos del sueño que acababa de atormenzar mi mente. Mi Maestro, mientrás cumplía la misión encargada por el Maestro Swan, era asesinado por la espalda por él, el vil traidor. Me levanté, me vestí rápidamente, convencido de lo que iba a hacer, cogí mi pertenencias en un saco, colgué de mi cinto mis sables Shadows y empuñé mi sable Lucifer, abrí la puerta y me encaminé hacía la que sería la tumba del traidor que asesinó a mi Maestro, aquél que reposaba en lo que hasta ahora, era su cama, esa sería la última noche que Swan respiraría, esa sería la última noche en que el traidor viviría, la venganza por el asesinato de mi Maestro sería saldada y yo sería desde aquella noche un profugo, un jedi caido.«
-Levántate- gritaba una figura que a mis ojos entumecidos aparecía borrosa por la fuerte luz que tras el entraba a hurtadillas, quizá con miedo de quedar presa como yo en las inmundas prisiones de Esperanza Oscura- es la hora, marchamos a tu personal paraiso, Ziost.- Y tras decirlo me levantó un ser que no recordaba haber visto nunca antes y me llevaba a la zona de embarque, allí, mi hijo, me miraba con una mezcla de desprecio y pena, como a tantos otros, le había fallado. Me encerraron en un rídiculo cubículo y allí me dispuse a pasar durante unas horas más mis últimos momentos de tranquilidad, al llegar a Ziost, ya nada sería igual.
-¿De qué tienes miedo mi joven aprendiz?-
-¿Teme su dolor Maestro? ¿Acaso no se martiriza ya usted suficiente? ¿Cómo puede temer al dolor?- interrogó Sidet.
-No es eso, hay algo más, ¿verdad Maestro?- preguntó Sherz Dreval.
-No, no temo el dolor de mi cuerpo Sidet. Y Maestro...Temo haber errado mi camino, temo haber obrado mal, sólo buscaba más poder para poder reviviros, en la Gran Biblioteca de Coruscant corrían historias sobre el gran poder de la Necromancia sith, sabía que el primer paso para lograrlo era vengar su muerte Maestro, matando al Maestro Swan, pero...¿y si me he confundido?- respondí.
-¿Seguro que buscabas el poder para revivirnos a tus aprendices caidos y a mi, tu Maestro? ¿Seguro que no buscabas tu propio poder?-
-Seguro Maestro, todo por lo que me he guiado ha sido para intentar devolveros a la vida.-
-¿Estás serguro mi joven aprendiz?-
-...No Maestro...verdaderamente no, huí de la Orden Jedi con esa intención, pero...al matar al Maestro Swan, al sentir la ira en mi, el odio, como corroía mi dolor y lo transformaba en poder... sentí...
-El Lado Oscuro mi joven aprendiz, eso es lo que sentiste, y te gustó.-
-Si...Me he engañado todos estos años...-
-No mi querido padawan, no te has engañado, lo sabías perfectamente, pero nunca quisiste decirlo, el poder te cegaba y para calmar tu culpabilidad, te atormentabas con el recuerdo de nuestras muertes, solo por eso seguimos aquí, tú nos llamas una y otra vez, cada vez que la soledad y el reposo permiten a tu alma recapacitar y sientes vergüenza, de tu actitud, de tus actos, de tu ira, cuando comprendas esto, podremos marchar y tú podrás dejar de torturarte.-
-No existe la muerte, está la Fuerza.- respondí, tras lo cual, los espectros de mis aprendices y mi Maestro, desaparecieron, quizá para siempre.
Al acercarnos al planeta de Ziost, noté una perturbación en la fuerza, instantes después la nave comenzó a moverse brucamente y comprendí que en Ziost, iba a tener una cálida bienvenida. Mi hijo Vecreth vino, noté como prendía su sable y comprendí que había llegado mi final aunque no logré notar ira en él. Abrió la cárcel de metal que em aprisionaba y rompió mis esposas de fuerza, me entregó mis enseres y me dijo que me preparara, los jedis invadían Ziost y tendríamos que abrinos camino entre el muro de fuego que era la superficie.
Durante unos minutos la nave sobrevoló la zona hasta que finalmente empezamos a descender, había recibido un impacto y no ibamos a poder llegar a la zona controlada por las fuerzas del Imperio. Al caer perdí el conocimiento, cuando desperté la batalla había finalizado, del suelo parecían brotar las extremidades cercenadas de los jedis y clones caídos, el hielo de Ziost susurraba el dolor que los cuerpos aún calientes de los jedis desprendían y, a mi lado, la nave de Esperanza Oscura aparecía destrozada, envuelta en llamas, apenas podía moverme, mi cuerpo medio congelado y magullado no respondía, mi vista comenzaba a nublarse y, antes de volver a perder el conocimiento por las heridas acaecidas en el accidente, vi como las fuerza de Ziost se acercaban a mí, deseosos de llevar a sus prisiones al traidor, a su nuevo juguete.
Despertaba una mañana un cielo oscuro, como cada día, sin futuro, sin esperanza para la luz, un día más en que todo se teñiría de oscuridad en mi alma. Mis viejos sables Shadow descasaban en mi celda y mi sable Lucifer ufano me miraba desde su altar, mi vieja túnica jedi, recuerdo de tiempos en los que la debilidad y el engaño poblaban mi alma y herencia de mi Maestro, se colgaba, como si de un recien ahorcado se tratara, de mi estante y frente al espejo, un rostro que ya no logró reconocer, un rostro demacrado, surcado por las líneas del odio y el rencor, un rostro de un ser nuevo, un ser agonizante, pero orgulloso. Nada parecía avizorar que se tratara de un día distinto a cualquier otro cuando una voz familiar llamó a la puerta de mi personal celda.
-Sal Sabio Gres, he de darle una cosa - dijo aquel ser de grises facciones y ojos de fuego deseosos de notar ver correr una vez más el frío manto de la muerte en sus enemigos. - Lo conseguí ayer mientras repelíamos el ataque de los jedis.
Mientras me ponía mi negra túnica y me inclinaba en señal de respeto ante el viejo sable de mi padre abrí la puerta de mi cárcel y miré a mi hijo que, con una extraña expresión en la cara y antes de poder articular palabra, extendió sus manos y me enseño un sable que por sus rasgos me resultaba conocido.
-Ese sable...ese sable lo conozco, luché a su lado durante muchos años, se trata del sable del Maestro Vrook Swan, ¿cierto? - interrogué a mi hijo.
-Sí padre, lo conseguí ayer tras infrentarme a él.
-¿ Y qué pretendes que haga con él? ¿Está ligado? ¿Pretendes que lo libere?
-No padre, es un regalo para usted, conozco los enfrentamientos que tubo con el Maestro Swan en el pasado y quería ofrecerselo, con este sable Electrum en su poder, su venganza estará saldada.
-Gracias hijo, llevaba muchos años deseando vengarme de ese arrogante jedi. -Dije mientras me inclinaba en señal de agradadecimiento.
-Nada de hijo - respondió Vecreth Gres Orvius - LLámeme General Vecreth.- Tras decir esto, se dio media vuelta y se marchó por los pasillos de la academia.
Volví al interior de mi prisión rememorando los años en que yo era un joven Maestro Jedi, arrogante por mi sabiduría, impaciente por mis aspiraciones e inmaduro por mi necia lealtad a una Orden que se desmoronaba entre su propia hipocresia.
Asomé mi cabeza por entre las rejas de mi habitación y observe como en el patio de entrenamientos un joven aprendiz inclinado sobre el suelo observaba sus manos, recien cortadas por un Maestro del Sith, seguramente por no haber sido capaz de cumplir un ejercicio imposible, instantes después se levantaba y con una furia en los ojos como nunca antes habia visto, se lanzó, luchando contra su propio dolor, contra el Maestro del Sith armado unicamente con sus muñones, en su rostro contrariado por la furia y el dolor reconocí a Zedrik Orvius...Pronto acudirían a mí pidiéndome que le pusiera unas manos biónicas... Confuso por los recuerdos que el sable del Maestro Swan me había traido, fui a la sala de meditación, sin fijarme en aquellos aprendices que a mi lado se apartaban y reverenciaban, tampoco me di cuenta de que sería la última vez que pasaría por se pasillo.
»-Maestro, Maestro, espéreme, quiero ir con usted, por favor Maestro Grohl.
-No Lumen, eres muy joven, aún eres muy joven, paciencia joven consul, algún día podrás ir conmigo.
-Pero Maestro, quiero ir con usted, he sentido una alteración en la fuerza...Quiero ir con usted, necesito ir con usted para protegerlo.
-No mi joven padawan, has sido un buen aprendiz, eres astuto, inteligente, tienes un buen manejo de los dobles sables a pesar de ser un consul, pero no puedes ir, el consejo no lo aprueba, además, deberías estar con tu aprendiz.
-Maestro por favor, escúcheme, recuerde lo que le dije, en mi visión, un Electrum azul le atravesaba, por favor tenga cuidado.
-Tranquilo mi Aprendiz, volveré para verte convertir en un gran Maestro Jedi.«
-Maestro, no esperaba volver a verle, mucho menos aquí, le fallé Maestro Grohl, no conseguí seguir mi luz, ambos sabíamos que lo que el destino me esperaba no estaba dentro de la Orden Jedi, cumplí mi promesa Maestro, me convertí en Maestro Concejal, pero ese no era mi camino, tenía demasiadas preguntas y ellos no querían darme respuestas, notaba en los Maestros Hondor, el Maestro Swan y el Maestro Kai miedo y temor cuando les pedía acceso a la parte de la biblioteca reservada para los Eruditos Jedi, intente mantenerme en la Orden, usted lo sabe, luche por defender el Ashla y por dar grandes padawans a la Orden, pero poco a poco mi camino se iba distanciando de la Orden, más desde que ocurrió aquello...
-Mi joven Aprendiz, sigues siendo el mismo muchacho deseoso de conocimiento pero ansioso, ¿no recuerdas lo que te enseñe? ¿Qué dice la última frase del Código Jedi?
-No existe la muerte, está la Fuerza - dije apenado por ver en los ojos de mi Maestro la decepción.
-Exacto, entonces, ¿por qué te empeñaste en ello?.
-Necesitaba intentarlo Maestro.
-Maestro Gres, no puedo creer que continúes martirizándote por aquello, es el pasado, olvídelo, nunca es tarde para arrepentirse, usted sabe que este no es su lugar.- Dijo la voz de alguien a quien crei no volver a ver, me giré y vi su rostro arrasado y descompuesto, como la última vez que pude observarlo, se trataba de mi primer aprendiz, Sidet Caelum.
-No Sidet, este es mi lugar, solo aquí conseguiré el poder necesario, cuando demuestre mi valía al Imperio, el Emperador Veikur Tainted me mostrará los conocimientos en necromancia que necesito y podré...
-Yo no te enseñé a buscar el poder ante todo- dijo mi viejo Maestro.
-Tú no me enseñaste a ansiar el poder por encima de todo - dijo mi viejo aprendiz Sidet.
-Lo sé y siento fallaros, pero es la única solución para que vosotros...-Dije agachando la cabeza por la vergüenza que recorría mi ser. Cuando levanté el rostro, volvía a estar solo en esa lúgubre y solitaria sala de meditación, donde tantos Mestros habían sido traicionados por sus Aprendices mientras meditaban.
"El poder nos ciega y el poder nos da las herramientas de nuestro futuro". Pensé.
Cerré los ojos dispuesto a meditar, intentando hallar en la fuerza el camino hacia mis respuestas, cuando, una fría mano me tocó.
-Maestro, ¿podría sentarme con usted?- preguntó Sherz Dreval.
-Por su puesto mi Aprendiz, ¿tú también vienes a transtornar mi vieja mente?.
-No Maestro, de eso se encarga el pasado y los remordimientos, yo únicamente vengo a charlar con usted, el colérico grito de dolor de su corazón me llamó y acudí a ayudarle como le prometí.
-Si...Como me prometiste...Aún siento lo que sucedió como si estuviera viviéndolo ahora mismo.
-En realidad Maestro, usted lo vive día tras día, segundo tras segundo, su mente es la prisión de todo cuanto no es capaz de perdonarse, no hay mayor tortura para un ser vivo que el recuerdo del ayer.
-¡Salga Sabio Gres, tome sus sables y vaya al patio interior, es la hora!- Gritaba colérica una voz desde el exterior.
Y una vez más sólo me hayaba sentado...
"El pasado es para los muertos, no existe la muerte, está la Fuerza, sí, lo aprendí Maestro, no crea que no".
»-Esto es todo lo que poseía, él quería que te lo quedaras tú, lo siento mucho, sé que apreciabas a tu Maestro- dijo el Maestro Swan.
-Maestro.
-Si, ¿Lumen?
-¿Cómo se hizo usted esa quemadura en el brazo?
-Eso no te incumbe joven Consul.
-Siento dudas en usted, siento...miedo...
-¡Se acabó joven Consul, márchese a la sala de prácticas!«
»»-Tranquilo joven aprendiz, el manejo del sable no radica en la impetuosidad de su portador, sino en su afinidad con él, cierra los ojos joven padawan, siente como el cristal se conecta contigo, como crece su poder a medida que tú te desarrollas, siente como el cristal y tú sois uno, ¿lo notas joven Sidet?.
-No Maestro, lo siento, soy una decepción, además, ¿qué hace aquí conmigo?. Hoy le ascendían a Concejal, ¿por qué no va al acto oficial?.
-No eres una decepción, estoy muy orgulloso de ti, sé que algún día me superarás y además, ¿para qué quiero ir a un acto oficial?. Todo lo que me importa lo tengo delante de mí, tú, mi joven aprendiz.
-Maestro...El Maestro Eehl Hondor dice que no debemos establecer lazos profundos...
-Sidet, tú no eres un lazo vinculante más, eres mi aprendiz y te aprecio como a mi hermano pequeño, jamás permitiría que nada te sucediera.
-Gracias Maestro Lumen, me siento honrado de poder aprender junto a usted.
"Pero no todo lo que reluce es oro, ni todo lo que hoy es bello, sigue siéndolo al día siguiente"««
"Tantas muertes sobre mis hombros...Y en todas pude cambiarlo...Si hubiera ido con él, si hubiera insistido...Si no le hubiera dejado adentrarse en la selva...Si le hubiera preparado para enfrentarse al Lado Oscuro mejor...Tantas muertes, tanta agonía que guarda mi corazón y aún así, entre estas paredes que tantas veces conocieron la muerte y la tratan de tú como si de un amigo más se tratase, ni un ruido se escucha, todo en silencio, todo, ni la brisa se atreve a romper este silencio que envadurna esta academia"
Mientras mis recuerdos divagaban por mi mente crucé el pasillo de la academia y llegué al patio interior, allí encontré a mi hijo Vecreth Gres sentado junto a Lord Gevura y los Maestros de Espada Kloth Dreval y Vortert, los cuales, al entrar yo en el recinto, se levantaron y se colocaron detrás mía. Vecreth se posicionó tras Lord Gevura mientras éste me invitaba a sentarme y a entregar mis sables al Maestro de Espadas Kloth. Comencé a sentir la ira de los dos Maestros de Espadas y cómo su cuerpo comenzaba a secretar adrenalina mientras mi hijo se colocaba su máscara, nada bueno podía deparar aquello.
-Sabio Gres- comenzó Lord Gevura- desciende usted de una prestigiosa sangre de Emperadores, Señores Oscuros y Darths, los honró usted dejando a los débiles jedis para unirse a la Orden Sith, fue un gran acto que honra a su apellido, pero imagino que usted, al igual que yo y el Emperador, habrá notado sus propios sentimientos, usted no es sith, está plagado de odio, rencor y dudas, pero usted no pertenece a este mundo, su corazón anhela la Orden Jedi, anhela sus padawans, anhela el Ashla.
-Mi Lord, no usted lo sabe, vine en busca de venganza, mi ira le atrajo hacia mí- argumenté desesperado.
-Silencio. El Emperador no quiero correr riesgos y yo tampoco, siento hacerlo Sabio Gres, pero será transportado a Ziost, donde será prisionero del Emperador.- mientrás terminaba esa frase, con un ligero tono de plenitud, noté como los Maestros de Espada rozaban sus sables preparados para decapitarme al mínimo momento.
-Tranquilos Maestros, sé lo que debo hacer, me temo que hoy no podrán divertirse conmigo- dije sin girarme para observar sus movimientos.
-De ser así- prosiguió Lord Gevura- marchará ahora mismo. General Gres, lleve al prisionero a las cárceles, colóquele unas esposas de fuerza y encierrele hasta que volvamos del asedio a Ossus.
-Si Lord Gevura- respondió mi hijo no sin cierto grado de dolor en la voz. Inmediatamente después me levantaba y me llevaba agarrado de los brazos con mis Shadows en su cinturon, moviéndome violentamente para poder susurrarme al oído sin que Lord Gevura lo notara que lo sentía.
Me llevaron a las celdas de Esperanza Oscura, donde pude oír lo gemidos y súplicas de los jedis capturados. Me introdujo en la celda E-13 y me colocó las esposas de fuerza. Mientrás me miraba vi en sus ojos una mezcla de decepción y de tristeza, me consideraba un traidor, pero al fin y al cabo, era su padre, ahora solo el podría recuperar la gloria de nuestro apellido.
Así pase semanas, Esperanza Oscura se encontraba asediando Ossus y la academia quedo a cargo del caballero Akla, Zedrik Orvius me ofreció su ayuda para escapar, pero eso significaría su ejecución y no estaba dispuesto a permitir una muerte más por mi culpa, por lo que decliné su ofrecimiento.
Quieron aislarme en mi soledad para con el paso de los días y el escaso alimento que me proporcionaban me volviera loco, pero ni en el más recondito planeta del borde exterior me hayaría solo, siempre estaría acompañado de aquellas muertes de las que fui causante o partícipe.
Querría decir que en la adversidad me crecí, que me sobrepuse y psicologicamente les vencí, que no me dejé derrotar por la desesperación y ufano me mantuve con la cabeza alta, pero lo cierto es que el tiempo y las horas mientras a mi lado pasaban y me saludaban, se detenían, los segundos eran minutos, los minutos eran horas, las horas eran días y poco a poco mi desesperación iba creciendo, los espectros de mi pasado no dejaban de visitarme, atormentando mi ya desgastada mente. Caí en una especie de sueño, o eso creo, creí verme de nuevo en el planetario de la Orden Jedi dando clase a los jóvenes iniciados, creí volver a ver a Sidet entrenar junto a Sherz en el manejo de sable, rivalizando para ser el mejor y que estuviera orgulloso del vencedor, sin saber que para mí, ambos fueron siempre los mejores aprendices que nunca tuve. Así pase quizá días, divagando entre mis recuerdos y las ilusiones, creí hayarme en el interminable río que era la Fuerza, creí haber muerto, cuando algo interrumpió mi soliloquio.
-Así que este es su nuevo hogar, ¿no Maestro?, es interesante, ¡ughh! Huele un poco mal y es algo duro, pero bueno, a usted siempre le gustó tener como habitación una sala vacia, desprovista de toda comidad - dijo Sidet Caelum Akan sentándose a mi lado.
-¿Ni en estos momentos podré descansar?
-Lo siento Maestro, es usted quien me llama.
-¿Yo? - pregunté sorprendido y aturdido.- ¿Cómo que soy yo quien os llama?.
-No usted, Maestro, sino su dolor. Usted cree que sólo atormentándose y llamándonos podrá redimirse.- Y diciendo esto, al igual que vino, se marchó.
»»-Hoy es un gran día Sidet, hoy serás ascendido a caballero jedi.
-Maestro, noto sus dudas, noto su dolor, algo le preocupa.
-Si joven padawan, nada se te escapa, he sentido una perturbación en la Fuerza.
-¿De qué se trata?
-Nada, algo sin importancia, tranquilo, céntrate en el día de hoy y no te preocupes por tu viejo Maestro.««
»»-¡Sidet, vuelve!- grité mientras notaba como la ira recorría mi cuerpo- es muy peligroso, ¡vuelve!
-Maestro, entiéndame, es la única oportunidad que tenemos de capturarle, perdóneme.
-¡Sidet!- y mientras los ecos de mis gritos desaparecían en la nada mi aprendiz cerraba la puerta separando nuestros destinos y, sin yo saberlo, nuestra relación, pues nunca más volvería a verle. A fuera escuchaba el entrechocar de espadas laser, notaba al otro lado de la puerta crecer la ira en dos seres y el orgullo en un tercer ser, oí un breve combate, seguido de un golpe contra la puerta y segundos depués vi como un sable laser rojo atravesaba la zona de la puerta donde hacía unos instantes oyera el golpe.««
»Desperté entre sudores y una gran agitación, mi corazón palpitaba como si en su interior habitara un torrente de pasión y furia, mis ojos aún desorbitados por la experiencia recien acaecida se asemejaban a la oscuridad de la noche y poco a poco mi cuerpo volvía a su estado habitual, que no mi espíritu, el cual mantenía ese fuego alimentado con los retazos del sueño que acababa de atormenzar mi mente. Mi Maestro, mientrás cumplía la misión encargada por el Maestro Swan, era asesinado por la espalda por él, el vil traidor. Me levanté, me vestí rápidamente, convencido de lo que iba a hacer, cogí mi pertenencias en un saco, colgué de mi cinto mis sables Shadows y empuñé mi sable Lucifer, abrí la puerta y me encaminé hacía la que sería la tumba del traidor que asesinó a mi Maestro, aquél que reposaba en lo que hasta ahora, era su cama, esa sería la última noche que Swan respiraría, esa sería la última noche en que el traidor viviría, la venganza por el asesinato de mi Maestro sería saldada y yo sería desde aquella noche un profugo, un jedi caido.«
-Levántate- gritaba una figura que a mis ojos entumecidos aparecía borrosa por la fuerte luz que tras el entraba a hurtadillas, quizá con miedo de quedar presa como yo en las inmundas prisiones de Esperanza Oscura- es la hora, marchamos a tu personal paraiso, Ziost.- Y tras decirlo me levantó un ser que no recordaba haber visto nunca antes y me llevaba a la zona de embarque, allí, mi hijo, me miraba con una mezcla de desprecio y pena, como a tantos otros, le había fallado. Me encerraron en un rídiculo cubículo y allí me dispuse a pasar durante unas horas más mis últimos momentos de tranquilidad, al llegar a Ziost, ya nada sería igual.
-¿De qué tienes miedo mi joven aprendiz?-
-¿Teme su dolor Maestro? ¿Acaso no se martiriza ya usted suficiente? ¿Cómo puede temer al dolor?- interrogó Sidet.
-No es eso, hay algo más, ¿verdad Maestro?- preguntó Sherz Dreval.
-No, no temo el dolor de mi cuerpo Sidet. Y Maestro...Temo haber errado mi camino, temo haber obrado mal, sólo buscaba más poder para poder reviviros, en la Gran Biblioteca de Coruscant corrían historias sobre el gran poder de la Necromancia sith, sabía que el primer paso para lograrlo era vengar su muerte Maestro, matando al Maestro Swan, pero...¿y si me he confundido?- respondí.
-¿Seguro que buscabas el poder para revivirnos a tus aprendices caidos y a mi, tu Maestro? ¿Seguro que no buscabas tu propio poder?-
-Seguro Maestro, todo por lo que me he guiado ha sido para intentar devolveros a la vida.-
-¿Estás serguro mi joven aprendiz?-
-...No Maestro...verdaderamente no, huí de la Orden Jedi con esa intención, pero...al matar al Maestro Swan, al sentir la ira en mi, el odio, como corroía mi dolor y lo transformaba en poder... sentí...
-El Lado Oscuro mi joven aprendiz, eso es lo que sentiste, y te gustó.-
-Si...Me he engañado todos estos años...-
-No mi querido padawan, no te has engañado, lo sabías perfectamente, pero nunca quisiste decirlo, el poder te cegaba y para calmar tu culpabilidad, te atormentabas con el recuerdo de nuestras muertes, solo por eso seguimos aquí, tú nos llamas una y otra vez, cada vez que la soledad y el reposo permiten a tu alma recapacitar y sientes vergüenza, de tu actitud, de tus actos, de tu ira, cuando comprendas esto, podremos marchar y tú podrás dejar de torturarte.-
-No existe la muerte, está la Fuerza.- respondí, tras lo cual, los espectros de mis aprendices y mi Maestro, desaparecieron, quizá para siempre.
Al acercarnos al planeta de Ziost, noté una perturbación en la fuerza, instantes después la nave comenzó a moverse brucamente y comprendí que en Ziost, iba a tener una cálida bienvenida. Mi hijo Vecreth vino, noté como prendía su sable y comprendí que había llegado mi final aunque no logré notar ira en él. Abrió la cárcel de metal que em aprisionaba y rompió mis esposas de fuerza, me entregó mis enseres y me dijo que me preparara, los jedis invadían Ziost y tendríamos que abrinos camino entre el muro de fuego que era la superficie.
Durante unos minutos la nave sobrevoló la zona hasta que finalmente empezamos a descender, había recibido un impacto y no ibamos a poder llegar a la zona controlada por las fuerzas del Imperio. Al caer perdí el conocimiento, cuando desperté la batalla había finalizado, del suelo parecían brotar las extremidades cercenadas de los jedis y clones caídos, el hielo de Ziost susurraba el dolor que los cuerpos aún calientes de los jedis desprendían y, a mi lado, la nave de Esperanza Oscura aparecía destrozada, envuelta en llamas, apenas podía moverme, mi cuerpo medio congelado y magullado no respondía, mi vista comenzaba a nublarse y, antes de volver a perder el conocimiento por las heridas acaecidas en el accidente, vi como las fuerza de Ziost se acercaban a mí, deseosos de llevar a sus prisiones al traidor, a su nuevo juguete.
Última edición por Jadus el Jue Nov 15, 2012 9:11 pm, editado 1 vez
Kythmnr- Mensajes : 2972
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Re: [Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias III. [Relan]
jajajaja mis roleos la gente ni los lee, directamente da a menos xDDDD que risa xDD
Lumen Gres- Mensajes : 545
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Relan- Mensajes : 1758
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Re: [Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias III. [Relan]
[Pésimo] [Malísimo] [De Etxxu (calificación directa)]
Lumen Gres- Mensajes : 545
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