[Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias I.

De parte de Etxxu-Gerok.

"Frío, distante, impasible, insensible, poderoso, arrogante, muchos son los adjetivos que deberían describirme, son muchas las cualidades que definen al verdadero Sith y que, sin embargo, no poseo. Mi cuerpo es surcado por olas de cicatrices, mi rostro muestra los cabayones de mi debilidad y mis manos y brazos están decorados con las quemaduras de mi fracaso, aún porto mi título sith, aún llevo en mi cinturón mis sables rojos, pero sin embargo..."
En estas cavilaciones me encontraba mientras deambulaba por el templo, alejado del grueso de los miembros de la Academia caminaba en una de esas gélidas y solitarias noches de Arkania, el viento rasgaba la piel con su helada caricia, la oscuridad del cielo te arropaba sumiéndote en un mar de soledad en el que nada puedes ver, ni nada te puede ver, sumergiéndote en tu angustia, el aire era más denso que de costumbre y negaba a mis pulmones su ansiada bocanada de vida, parecía responder al grito de auxilio que rogaba mi corazón desde su cárcel del tórax, un alarido en busca de muerte, para calmar la desesperación que recorría mi cuerpo.
La estremecedora algarabía que el viento producía contra las paredes del templo se detuvo, el aire, denso hasta ahora, se hizo más ligero, el frío detuvo su empresa y permitió durante unos instantes que su lugar fuera ocupado por el miedo y junto a él, una sombra en la oscura noche apareció, de túnica rasgada y gris, rostro cubierto y sable Shadow colgando de su cinturón, un extraño ser apareció frente a mí, intenté gritar para alertar a la Academia pero no emetía sonido alguno, intenté correr, pero mis pies negaban mis ordenes clavándose en el frío suelo como si de dos putrefacts raices se trataran, intenté coger mi Lucifer para defenderme, pero mis brazos no obedecían y jactaba de mis inútiles órdenes.
-No te molestes Maestro Gres, no puedes hacer nada que yo no desee.- Dijo el extraño, cuya voz me recordaba a un compañero del pasado.
-¿Maestro Selkris Tankard?- Dije, sorprendiéndome de poder articular palabra.
-Sí, viejo amigo, he venido a mostrarte algunas cosas, algo que debes saber, algo que sabes, pero niegas, algo que tu cuerpo necesita para descansar.
Intenté hablar, preguntarle, pero de nuevo, mi cuerpo no me obedecía, mis palabras se ahogaban en mi garganta y mi saliva se convertía en mis labios en un sello para mi boca.
-Tranquilízate amigo. Ven conmigo, daremos un paseo. - Mientras lo decía y comenzaba a caminar, mi cuerpo inició la marcha sin yo ser consciente de ello, avanzaba solo, como guiado desde un control. - Esta noche verás aquello que intentas negar, aquello que ocultas, que te ocultas, aquello que te quema.

Entramos en la zona de los patios traseros, donde, como humillación pública, eran cercionadas las manos de los aprendices más ineptos, aún descansaba sobre el frío suelo la mano del último desgraciado.
"¿Qué estará haciendo aquí el Maestro Tankard? Debo intentar librarme de su control"
-No sirve de nada Maestro Gres que intentes planear tu huida, ni tus pensamientos escapan a mi control y vigilancia, céntrate en disfrutar del viaje- Dijo el Selkris tras leer mi mente.
Avanzamos por el patio trasero número uno y llevamos al número dos, donde vi un aprendiz sith descansar en una estatua mirando la inmutable noche, no parecía vernos o más bien, no parecía moverse, era de carne y hueso, pero era una estatua, no parpadeaba, no respiraba, al fin lo comprendía, me hayaba bajo las técnicas ilusorias del Maestro Tankard.
-Observa esa puerta Maestro Gres, pronto aparecerá por ella tu primera enseñanza - Y diciendo esto desapareció, dejándome como amo y señor de mi propio cuerpo.
Al rato apareció un muchacho, parecía un padawan de no más de diecinueve años, pronto lo reconocí, se trataba de Sidet Akan.
-¡Sidet! Por el Santuario Gres, ¡estás vivo!- Dije corriendo hacia él.
-¡Atrás!- amenazó mientras prendía el sable que yo mismo le construí. -Decías luchar por la paz, la justicia, decías proteger la Galaxia, y me abandonaste, me dejaste morir en esa batalla, ¡me traicionaste!.
-Sidet, no, yo no te abandoné, no fue mi culpa.
-¡Silencio!- esciìó mientras su sable se dirigía raudo hacia mí. Esquivé el sable y me alejé de él presto a evadir sus acometidas mientras intentaba hacerle ver que yo nada tenía la culpa.
»De nada te servirá Maestro Gres, debes pagar por tus pecados, muere bajo el sable que tú mismo creaste y el aprendiz que tú mismo entrenaste, o vuelve a matar a tu Discípulo.« - susurraba un voz dentro de mi cabeza, semejante a la del Maestro Selkris.
-¡No! No puedo hacerlo...-Grité, tras lo cual debí repeler un nuevo ataque de mi aprendiz.
-Céntrate en el combate Maestro, o será demasiado fácil vengarme.
"Sidet murió, está muerto, entonces...Espera, esto es solo una ilusión, yo mismo lo he dicho antes, esto es una de sus técnicas ilusorias"
»Si así quieres creerlo Maestro Gres, adelante, mata de nuevo a tu aprendiz, demuestra que solo te interesa el poder, nada ni nadie, solo tú y tu poder«
-Lo siento mucho Sidet, solo eres una ilusión y debo acabar contigo.- Tras terminar esta frase, mi Lucifer se deslizó entre mi mano y lo prendí. Me desprendí de la coguya que ralentizaba mi visión, adopté mi postura de combate Soresu aprendida en la Orden Jedi y me dispuse a neutralizar el siguiente movimiento de mi adversario.
»Mátalo, acrecenta tu ira, tu poder, mata una vez más a tu propio aprendiz«
Sidet se acercó corriendo hacia mí, lanzó su sable a la vez que prendía uno de mis viejos Shadows, esquivé una vez más el sable y Sidet saltó sobre mí, sus sables se encontraron con mi Lucifer, el cual rugió al sentir una vez más el cálido roce de un laser en su filo. Sidet cayó tras de mí y me lanzó hacia delante, acometió una vez más contra mí, sus sables danzaban frente a mi cuerpo invocando a la muerte sobre mí, solo me separaba de ella mi sable Lucifer y mi oxidada destreza con los sables.
»Libera tu poder Maestro Gres, algo te esta letargando, desacte de ello«
Nuestros sables se cruzaron en un forcejeo que nos acercó e unió nuestras miradas, sus ojos eran blancos, carecían de color, de luz, ni si quiera sentía la Fuerza en el cuerpo que ante mí intentaba destruirme, convencido de que no podía ser mi viejo aprendiz y lleno de ira por el engaño de Selkris, el laser de mi Lucifer, cual olas furibundas en una tempestad, comenzó a aumentar su poder, lancé de una sola estocada a mi adversario lejos, antes de que se levantara y preparara lo alcé por los aires y mientras se concentraba para lanzarme un objeto cercano, calciné sus ilusorios huesos con una descarga de rayos, la piel de mi mano se volvía un poco más nívea mientras mi adversario se contorsionaba por el ataque recibido, me acerqué caminando a él y cuando lo tuve al alcance de mi Lucifer, cercioné su cuello y su cuerpo desapareció entre brumas.
»Bien, bien Maestro Gres, demuestras que realmente luchar por tus amigos y aprendices, luchar, eso sí, por su muerte.«
-¡Cállate! Da la cara Maestro Tankard, deja tus ilusiones y lucha, si hoy he de morir, que así sea, pero antes, tu morirás conmigo.
»Continúa al siguiente patio Maestro Gres, esto aún no ha terminado«
Avancé decidido a mi siguiente prueba, ya nada turbaba mi mente, solo era un vil mentira, un ilusión de esos ratas llamadas jedi. Cuando entré en el patio de los torneos vi dos jóvenes iniciado jedi correr hacia mí gritando, Maestro, Maestro, ayúdenos. Sin molestarme en prender mi sable, descargue una tormenta de rayos sobre ellos, cuando pasé a su lado, observé horrorizado como sus pupilas verdes mostraban el tétrico cuadro que pinta la muerte cuando la vida escapa de un cuerpo.
-¡Monstruo! ¡Ellos no eran ilusiones! ¡Han muerto por tu culpa! ¿Cómo te haces llamar jedi?.-
»No Maestro Gres, los has matado tu«
El odio recorrió mi cuerpo, noté mis ojos arder, mi cuerpo temblaba, pero no era frío ni miedo, era...poder..A mi al rededor el suelo temblaba, el polvo iniciaba su ascenso giratorio y se convertía en una tolvanera que recubría la zona que yo habitaba, algo dentro de mi había cambiado y mi Lucifer clamaba la llegada al fin de un digno dueño.
»Bien Maestro, así me gusta, pronto habrá terminado, continuemos«
-Escúchame Maestro Tankard, acabaré contigo- susurre mientra me ponía mi negra capucha para ocultar las marcas que ahora recorrían las cercanías de mis ojos.
Continué al penúltimo patio, el dedicado a los combates ceremoniales a muerte propios de los días en los que un Lord había muerto. Inmediatamente aparecieron ante mi dos figuras que identifiqué como mi padre, el Señor Oscuro Arcigres y mi Maestro Jedi, Moudhroust Grohl. Prendí mi sable y me acerqué a ellos.
»"Yo lucho por mis amigos, para protegerles" ¿Recuerdas tus palabras Maestro Gres? Jajajaja«
-Hijo, ayúdame, honra tu apellido, acaba con el débil jedi que pretendía matarme- me ordenó mi padre
-No, mi aprendiz, se que no le crees, eres un gran jedi, ayúdame a acabar con el Señor Oscuro y reestablecer la paz en la Galaxia- rogó mi Maestro.
Para mi desconcertación, vi que ambos poseían pupilas, eran ellos, realmente eran ellos, ¿podía ser verdad?. El ruego de las dos personas más importantes a lo largo de mi vida me conmocionó, ¿qué debía elegir? Me debía a mi padre, más ahora que soy sith, pero, mi Maestro fue mi auténtico padre, me enseñó cuanto sé, me cuidó desde padawan y murió por salvarme, ¿qué debía elegir?
-Hijo, ¡ayúdame!.
-No mi aprendiz, sé que no has olvidado tu entrenamiento.
-¡Ayúdame, acaba con él, juntos lo lograremos, recuerda quien eres!
-Lumen, tú no eres esto, eres un caballero jedi, ¡auxíliame!
-¡Portas mi apellido, acaba con él!- dijo mi padre mientras para mí sus contínuas súplicas se convertían un barullo relajo, me hallaba inmerso en mí, sus palabras se habían convertido en silenciosos puñales que se clavaban en mi corazón, no era fácil traicionar a tu padre, pero menos era traicionar a quien te había enseñado cuanto sabía, a quien te había querido y cuidado como a su hijo, que dificil era la elección, mi padre o mi Maestro. Poco a poco noté como mi mierda, mi ira, mi odio se fundían en un nuevo sentimiento, como ese nuevo sentimiento invadía mi cuerpo, como esta nueva agonía inficcionaba cada célula de mi cuerpo, como mi mente se nublaba y mi cuerpo ya solo notaba sufrimiento. Este dolor se hizo insoportable, jamás ningún pesar o aflicción física se hicieron tan inaguantables y cuando parecía que iba a perder el conocimiento a causa de esta desesperación, de este sufrimiento, las imágenes de mi Maestro y mi padre...desaparecieron, tras ellos se abrió una puerta. Tardé varios minutos en recuperarme, pero pronto pude incorporarme y caminar, crucé la última puerta, sabiendo a donde me dirigía, se trataba de la sala dedicada a honrar a los caidos y yo...sabía por qué me enviaba a esa zona de la Academia.
Entré y vi los pilares dedicados a honrar a los caidos por la Academia y por el Lord, entre los pilares una sombra se movía, se trataba de Selkris Tankard.
-¡Sal! Acabemos con esto, tu y yo, ahora, sin más de tus trucos.
-Como desees- dijo mientras salía de su improvisado escondite, -aquí me tienes Maestro Gres, ¿qué sientes?
-¿Cómo? ¿Acaso te burlas de mí Selkris? Acabemos con este juego, prende tu sable y luchemos, aquí hoy alguien será sepultado.
-No es un juego, portas un título de Sith, pero nunca te has comportado como tal ni te has sentido uno de ellos, siempre el viejo Maestro Jedi que habita en ti te ha cohibido, dime, ¿qué sientes?.
-Siento ganas de matarte, solo deseo eso, enfrentarme a ti y rebanarte esa cabeza de ilusionista, clavarla en una picota y ponerla en mi celda para recordar día a día este momento.
-¿Por qué? Yo ya te lo dije Maestro Gres, solo vine a enseñarle.
-¡Calla! ¿Prende tu sable cobarde y lucha!.
-Sientes ira.
-¡Pues claro! ¡Lucha!.
-No solo ira, has sentido miedo ante tu premonitoria muerte, has sentido ira mientras combatías, has sentido odio hacia mí y mis ilusiones, has sufrido ante la elección de a quien matar y esto te ha fortaleza, te ha hecho más poderoso, te ha convertido en un verdadero Sith. Dime, ¿qué sientes?
-Miedo, ira, odio, sufrimiento, poder...
-Entonces mi misión ha terminado, ya puedes morir tranquilo.
-¡¿Qué?!- y tras decir esas palabras, desapareció, tras su bruma aparecieron tres clones y sus certeros disparos aniquilaron la vida que había en mí. Antes de morir recordé unas palabras aprendidas en la Orden Jedi.
"El miedo lleva a la ira.
La ira lleva al odio.
El odio lleva al sufrimiento.
El Sufrimiento lleva al Lado Oscuro."
Al fin, al fin era un verdadero Sith, y por suerte, moría al fin.
"Gracias amigo, por aniquilar a un traidor a sus ideales, gracias amigo Selkris Tankard, por aniquilar al monstruo que traicionó a su Orden y a su Maestro". Y tras estas palabras, el Maestro Gres, murió.

Al fin una persona que no hace roleos únicamente de obtención, sino para divertirse...

Fantástico el roleo etxxu, sigue así.

Aquí falta un justo [Regular] No crees¿?