[Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias II. [Relan]
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[Roleo de Zonama Sekot][Etxxu-Gerok] Memorias II. [Relan]
Parte I: El nacimiento de una venganza.
"Sueña el rey que es rey y en este sueño a sus huestes pone y predispone, sueña que es inmortal que su poder es inifinito, que su reinado se extenderá entre estrellas y entre la eternidad allará un hueco en que acurrucar su nombre, postergando su legado, su ser hasta que el último hombre pueda recordarlo, pretendiendo que se convierta en una poderosa lumbrada sin recordar que todo fuego es siempre al final ceniza y más sirve al ciego en sus manos buscar como ver y al rey despertar, pues lo único que se cumple y a todos llega es la vil muerte.
Poco sirvió al poderoso acumular durante sus años de reinado poder, como si de un egoísta tesoro se tratara, poco sirve al gran señor aumentar la estela de su poder, aumentar el radio de miedo de poder entre sus subordinados, poco sirve al poderoso aumentar durante la vigilia su poder, pues, mientras sueña y más poderoso se cree, más débil es y nunca es peor el mal del enemigo sino el cánder que pudre nuestras entrañas desde dentro." - En estas divagaciones me encontraba cuando unas tímidas y gélidas compañeras se posaron en mi túnica, su blanca piel se posaba en mi rostro mientras yo me hallaba en otros lugares, perdido entre miles y miles de ideas, entre cientos y cientos de temores y entre decenas y decenas de recuerdos.
Me encontraba a las puertas de la que durante tantos años fue mi Academia, mi hogar, solitario descansaba mi apesumbrada alma sentado en una roca, observado por las estrellas y posiblemente por varios de los que hasta hoy llamaba hermanos, los afilados y añiles picos de las montañas de Arkania nos rodeaban, eternos vigilantes del destino de nuestra Academia, con su tétrico aullido robado por el viento lloraban la perdida de un un gran rey, un poderoso señor, un mortal Lord, que desde ese día entre tierra y fango descansa, cuando más poder no podía acoger bajo su manto.
Quizá pasaron horas y yo seguía inmerso en mis tribulaciones, el frío no conseguía relevar mis preocupaciones por la necesidad del calor de mis aposentos, la noche no conseguía amedrentar mis dudas y sustituirlas por el temor a la noche, ya poco podía perder, mi Lord yacía en la tundra helada de Arkania y un nuevo Lord pronto se alzaría como su sucesor. Entre tantas cavilaciones noté como el aire se condensaba y hacía bruma, como la bruma se fortalecía y convertía en niebla y como la niebla tomaba forma adoptando la imagen de un hombre.
-Sabio Gres- escupían sus labios - aquel que taché de traidor, aquel que creí que intentaría causar mi ruina es el único afligido, el único que llora por un Lord muerto - dijo una voz que rezumaba odio, ahogada en la agonía y la ira.
Me levanté súbitamente, notando mi corazón acallar sus latidos para escuchar el débil susurro que esa tolvanera de niebla y bruma con forma humana me dirigía. Me acerqué no sin llevar mi mano a mi sable Lucifer y , cuando estuve lo suficientemente cerca y la luz de una de las lunas ofrecía una clara visión, me arrodille ante Lord Gevura o , según me pareció, su espectro.
-Levántate, perro entre los perros, traidor entre los traidores, pues eres un traidor, un traidor a los que me traicionaron, pues eres un perro, fiel solo a tu amo, levántate y ólleme, en la Academia hay unos cuantos herejes.
-¿Herejes, mi Lord?
-Sí, herejes, ¿acaso tú, "sabio" Gres, no sabes lo que es un hereje o qué?
-Si mi Lord, solo decía que..
-A callar - me interrumpió el espectró de Lod Gevura.
-¿Y a quien han matado mi Lord?- pregunté creyendo que mis sospechas sobre el asesinato de mi Lord eran ciertas.
-A aquel que les dió cobijo, a aquel que les dió un rescoldo de confianza, a aquel que les dió un planeta al que llamar hogar y unos siths a los que llamar hermano, Sabio Gres, me han asesinado a mí.- Dijo acrecentando su énfasis en estas últimas palabras.
"El poder siempre clama más alto ante el rebaño de cobardes que las voces de su pastor, nunca habrá voz más fuerte que la del poder, ni oído más agudizado que la de aquel que ante las puertas del poder queda, cerrando su camino únicamente la presente de un ente que le impide saborear el vesánico sabor del poder".
-Exacto. - Dijo el espectro de lord Gevura adivinando mis pensamientos para sobrecogimiento de mi corazón y temor de que descubriera mis dudas y mis temores acerca de mi destino y mi camino.
-Mi Lord, ¿quienes fueron?.
-Aquellos que más cercanos a mí creía, no es más leal el burro que más pletesía brinda, ni el perro que más se inclina. Pero no te puedo decir quienes eran, ni podrás aunque te lo diga demostrarlo, es la palabra de un traidor contra la de aquellos que más leales a mi se mostraron durante mi vida, deberás descubrirles, sé que tu hijo el Ejecutor Gres, el Guardian Dreval y tú sois los únicos que estáis lamentando mi muerte, por eso, te elegí a ti, para que con su ayuda, me venguéis.
-Sí mi Lord, la sangre derramada será pagada con sangre, el agravio de la traición será saldado con sus cabezas.
-Antes de eso, Sabio gres, deberéis conseguir que muestren su traición.
Mientras hablaba, su ente se debilitaba, su presencia disminuía, notaba como su poder decrecía y poco a poco, volvía a ser niebla y bruma, no sin antes gastar lo que le restaba de su poder para hacerme jurar que vengaríamos su muerte.
A la mañana siguiente mi figura se adivinaba entre los muros del patio exterior de la academia, mi rostro cubieto y mi túnica empapada en nieve y odio hizo a unos aprendices marcharse a los interiores, los centinelas pronto aparecieron para preguntar donde había pasado la noche e informarme de que los Generales deseaban hablar conmigo, rápidamente comprendí las palabras de mi Lord, aquellos que ansiaban el poder, aquellos más cercanos a él. Debían ser ellos, los Generales Dreval.
Decidí que lo mejor sería marchar y contar a mi aprendiz el Guardian Sherz Dreval y a mi hijo el Ejecutor Vecreth Gres lo ocurrido. Les cité en la sala de meditación para estar libres de oidos indiscretos, mientras esperaba noté como de una gotera caían iracundas algunas solitarias gotas y sus caida producían ondas que se extendían por toda la laguna de aguas negras como el corazón de los sith que en estos parajes habitaban o el interior de aquellas minas que hacían famoso a este helado planeta, parecía una alegoría de lo que estaba viviendo, como una única muerte podía remover todo un estanque, como una única muerte podía provocar que todo cuando le rodeaba se tambaleara y, porque no, se enfrentara entre si para usurpar su trono antes de que su cadaver se enfriara.
Finalmente llegaron los citados, en sus rostros adiviné la desconfianza que hacia mí sentían, creyéndome un traidor, un agitador con mi Lord, empecé a dudar de mi campaña y creí que resultaría inútil cuanto dijera, yo era aquel que menos confianza levantaba en la Academia, apenas ya nadie se atrevía a estar en mi presencia salvo cuando era necesario por miedo a que les creyeran adeptos a mis doctrinas.
Para mi sorpresa, no solo creyeron mis palabras, sino que se mostraron dispuestos a trabajar bajo mi dirección para vengar la muerte de Lord Gevura, cuando olleron la historia vi en sus ojos crecer una llama colérica de odio, un fuego de ira y sed de venganza, alimentado por la lealtad hacia nuestro difunto Lord. Preparados para cumplir las órdenes póstumas de nuestro Señor, marchamos a nuestros quehaceres acordando vernos en el mismo lugar esta noche.
Ignorando los consejos de mi razón y acrecentando mi ira con la idea de convertir a los Generales en dos muñecos acéfalos, marché en su búsqueda, para escuchar la sarta de mentiras que tenían preparadas para mí y la graciosa y gentil forma que adoptarían para aclararme que mis días estaban contados si no me sometía a ellos, pues, ya se sabe, a rey muerto, rey puesto.
Entré en la sala del trono del Lord Gevura y encontré a los dos generales arrodillados ante el trono, noté como ellos también lamentaban la muerte del Lord y no hallé en ellos la sed de poder característica de aquellos perros que se convierten en herejes para conseguir el poder que otro sith les niega. Al notar mi presencia se levantaron, les reverencié y tras asentir levemente con la cabeza me indicaron que me acercara y escuchara atentamente, de sus labios brotó un manantial de ira y resentimiento, sabían que el poderoso Lord Gevura no podía haber muerto en condiciones desconocidas entre la espesa y gélida tundra, ni el más grande de los asesinos hubiera podido derrotarle sin haber sufrido grandes heridas él mismo, cuando terminaron su relato y sus sospechas, comprendí que en ellos hallaría un poderoso aliado, sin embargo, creo que su intención principal era hacerme ver que creían que yo era el principal sospechoso, por lo que decidí callar y ocultar todavía el plan que pronto sería revelado.
"Sueña el rey que es rey y en este sueño a sus huestes pone y predispone, sueña que es inmortal que su poder es inifinito, que su reinado se extenderá entre estrellas y entre la eternidad allará un hueco en que acurrucar su nombre, postergando su legado, su ser hasta que el último hombre pueda recordarlo, pretendiendo que se convierta en una poderosa lumbrada sin recordar que todo fuego es siempre al final ceniza y más sirve al ciego en sus manos buscar como ver y al rey despertar, pues lo único que se cumple y a todos llega es la vil muerte.
Poco sirvió al poderoso acumular durante sus años de reinado poder, como si de un egoísta tesoro se tratara, poco sirve al gran señor aumentar la estela de su poder, aumentar el radio de miedo de poder entre sus subordinados, poco sirve al poderoso aumentar durante la vigilia su poder, pues, mientras sueña y más poderoso se cree, más débil es y nunca es peor el mal del enemigo sino el cánder que pudre nuestras entrañas desde dentro." - En estas divagaciones me encontraba cuando unas tímidas y gélidas compañeras se posaron en mi túnica, su blanca piel se posaba en mi rostro mientras yo me hallaba en otros lugares, perdido entre miles y miles de ideas, entre cientos y cientos de temores y entre decenas y decenas de recuerdos.
Me encontraba a las puertas de la que durante tantos años fue mi Academia, mi hogar, solitario descansaba mi apesumbrada alma sentado en una roca, observado por las estrellas y posiblemente por varios de los que hasta hoy llamaba hermanos, los afilados y añiles picos de las montañas de Arkania nos rodeaban, eternos vigilantes del destino de nuestra Academia, con su tétrico aullido robado por el viento lloraban la perdida de un un gran rey, un poderoso señor, un mortal Lord, que desde ese día entre tierra y fango descansa, cuando más poder no podía acoger bajo su manto.
Quizá pasaron horas y yo seguía inmerso en mis tribulaciones, el frío no conseguía relevar mis preocupaciones por la necesidad del calor de mis aposentos, la noche no conseguía amedrentar mis dudas y sustituirlas por el temor a la noche, ya poco podía perder, mi Lord yacía en la tundra helada de Arkania y un nuevo Lord pronto se alzaría como su sucesor. Entre tantas cavilaciones noté como el aire se condensaba y hacía bruma, como la bruma se fortalecía y convertía en niebla y como la niebla tomaba forma adoptando la imagen de un hombre.
-Sabio Gres- escupían sus labios - aquel que taché de traidor, aquel que creí que intentaría causar mi ruina es el único afligido, el único que llora por un Lord muerto - dijo una voz que rezumaba odio, ahogada en la agonía y la ira.
Me levanté súbitamente, notando mi corazón acallar sus latidos para escuchar el débil susurro que esa tolvanera de niebla y bruma con forma humana me dirigía. Me acerqué no sin llevar mi mano a mi sable Lucifer y , cuando estuve lo suficientemente cerca y la luz de una de las lunas ofrecía una clara visión, me arrodille ante Lord Gevura o , según me pareció, su espectro.
-Levántate, perro entre los perros, traidor entre los traidores, pues eres un traidor, un traidor a los que me traicionaron, pues eres un perro, fiel solo a tu amo, levántate y ólleme, en la Academia hay unos cuantos herejes.
-¿Herejes, mi Lord?
-Sí, herejes, ¿acaso tú, "sabio" Gres, no sabes lo que es un hereje o qué?
-Si mi Lord, solo decía que..
-A callar - me interrumpió el espectró de Lod Gevura.
-¿Y a quien han matado mi Lord?- pregunté creyendo que mis sospechas sobre el asesinato de mi Lord eran ciertas.
-A aquel que les dió cobijo, a aquel que les dió un rescoldo de confianza, a aquel que les dió un planeta al que llamar hogar y unos siths a los que llamar hermano, Sabio Gres, me han asesinado a mí.- Dijo acrecentando su énfasis en estas últimas palabras.
"El poder siempre clama más alto ante el rebaño de cobardes que las voces de su pastor, nunca habrá voz más fuerte que la del poder, ni oído más agudizado que la de aquel que ante las puertas del poder queda, cerrando su camino únicamente la presente de un ente que le impide saborear el vesánico sabor del poder".
-Exacto. - Dijo el espectro de lord Gevura adivinando mis pensamientos para sobrecogimiento de mi corazón y temor de que descubriera mis dudas y mis temores acerca de mi destino y mi camino.
-Mi Lord, ¿quienes fueron?.
-Aquellos que más cercanos a mí creía, no es más leal el burro que más pletesía brinda, ni el perro que más se inclina. Pero no te puedo decir quienes eran, ni podrás aunque te lo diga demostrarlo, es la palabra de un traidor contra la de aquellos que más leales a mi se mostraron durante mi vida, deberás descubrirles, sé que tu hijo el Ejecutor Gres, el Guardian Dreval y tú sois los únicos que estáis lamentando mi muerte, por eso, te elegí a ti, para que con su ayuda, me venguéis.
-Sí mi Lord, la sangre derramada será pagada con sangre, el agravio de la traición será saldado con sus cabezas.
-Antes de eso, Sabio gres, deberéis conseguir que muestren su traición.
Mientras hablaba, su ente se debilitaba, su presencia disminuía, notaba como su poder decrecía y poco a poco, volvía a ser niebla y bruma, no sin antes gastar lo que le restaba de su poder para hacerme jurar que vengaríamos su muerte.
A la mañana siguiente mi figura se adivinaba entre los muros del patio exterior de la academia, mi rostro cubieto y mi túnica empapada en nieve y odio hizo a unos aprendices marcharse a los interiores, los centinelas pronto aparecieron para preguntar donde había pasado la noche e informarme de que los Generales deseaban hablar conmigo, rápidamente comprendí las palabras de mi Lord, aquellos que ansiaban el poder, aquellos más cercanos a él. Debían ser ellos, los Generales Dreval.
Decidí que lo mejor sería marchar y contar a mi aprendiz el Guardian Sherz Dreval y a mi hijo el Ejecutor Vecreth Gres lo ocurrido. Les cité en la sala de meditación para estar libres de oidos indiscretos, mientras esperaba noté como de una gotera caían iracundas algunas solitarias gotas y sus caida producían ondas que se extendían por toda la laguna de aguas negras como el corazón de los sith que en estos parajes habitaban o el interior de aquellas minas que hacían famoso a este helado planeta, parecía una alegoría de lo que estaba viviendo, como una única muerte podía remover todo un estanque, como una única muerte podía provocar que todo cuando le rodeaba se tambaleara y, porque no, se enfrentara entre si para usurpar su trono antes de que su cadaver se enfriara.
Finalmente llegaron los citados, en sus rostros adiviné la desconfianza que hacia mí sentían, creyéndome un traidor, un agitador con mi Lord, empecé a dudar de mi campaña y creí que resultaría inútil cuanto dijera, yo era aquel que menos confianza levantaba en la Academia, apenas ya nadie se atrevía a estar en mi presencia salvo cuando era necesario por miedo a que les creyeran adeptos a mis doctrinas.
Para mi sorpresa, no solo creyeron mis palabras, sino que se mostraron dispuestos a trabajar bajo mi dirección para vengar la muerte de Lord Gevura, cuando olleron la historia vi en sus ojos crecer una llama colérica de odio, un fuego de ira y sed de venganza, alimentado por la lealtad hacia nuestro difunto Lord. Preparados para cumplir las órdenes póstumas de nuestro Señor, marchamos a nuestros quehaceres acordando vernos en el mismo lugar esta noche.
Ignorando los consejos de mi razón y acrecentando mi ira con la idea de convertir a los Generales en dos muñecos acéfalos, marché en su búsqueda, para escuchar la sarta de mentiras que tenían preparadas para mí y la graciosa y gentil forma que adoptarían para aclararme que mis días estaban contados si no me sometía a ellos, pues, ya se sabe, a rey muerto, rey puesto.
Entré en la sala del trono del Lord Gevura y encontré a los dos generales arrodillados ante el trono, noté como ellos también lamentaban la muerte del Lord y no hallé en ellos la sed de poder característica de aquellos perros que se convierten en herejes para conseguir el poder que otro sith les niega. Al notar mi presencia se levantaron, les reverencié y tras asentir levemente con la cabeza me indicaron que me acercara y escuchara atentamente, de sus labios brotó un manantial de ira y resentimiento, sabían que el poderoso Lord Gevura no podía haber muerto en condiciones desconocidas entre la espesa y gélida tundra, ni el más grande de los asesinos hubiera podido derrotarle sin haber sufrido grandes heridas él mismo, cuando terminaron su relato y sus sospechas, comprendí que en ellos hallaría un poderoso aliado, sin embargo, creo que su intención principal era hacerme ver que creían que yo era el principal sospechoso, por lo que decidí callar y ocultar todavía el plan que pronto sería revelado.
Última edición por Jadus el Jue Nov 15, 2012 9:09 pm, editado 1 vez
Kythmnr- Mensajes : 2972
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Lumen Gres- Mensajes : 545
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Relan- Mensajes : 1758
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Lumen Gres- Mensajes : 545
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