[ROLEO + OBTENCIÓN] [HOMENAJE A BORGES; NO PLAGIO] El Aleph

Antes que nada quiero aclarar que gran parte de este roleo está basado en el genial cuento "El Aleph" del brillante escritor argentino Jorge Luis Borges, incluido en el libro del mismo nombre. Esto NO es un plagio, es una especie de homenaje, una "nueva versión" del cuento adaptándola a mi historia en HW y obviamente añadiéndole material de mi invención. Los hechos aquí narrados tuvieron lugar on rol durante mis 12 años fuera de HW, es decir, en el exilio (entre junio de 2011 y julio de 2012, aunque estos se centran en noviembre de 2011 aproximadamente). Por lo tanto, me he cuidado de incluir únicamente personajes NPC (o sea, que existieron en la línea temporal de HW pero no son roleados por nadie) y solo algunos personajes "de verdad" de HW, que lógicamente no se encontraban en el rol en ese momento (y por lo tanto pueden aparecer en mi historia, ya que no estaban en ninguna academia en ese momento, al igual que yo). En resumen: esta historia tuvo lugar en mi pasado, durante mi exilio voluntario. Cabe añadir que edité casi todos los pantallazos por motivos estéticos: le añadí los nombres de los NPC, arreglé algunas faltas de ortografía, etc. Una última cosa: este no es un "roleo convencional" por así decirlo. No contiene texto y pantallazos llenos de diálogo, porque considero que esto último no es muy lindo visualmente. Contiene, sí, varios pantallazos de ese modo, pero los combino además con texto y pantallazos de escenas con poco diálogo en cada uno (y es posible que añada videos, aunque no estoy seguro). Ah, y les aviso que voy a ir subiendo por partes el roleo conforme lo vaya finalizando de editar y arreglar bien.

EL ALEPH

Primera parte

Entre el eco producido por el gran edificio, las voces de mis compañeros, el clamor del lejano viento de Endor y las pisadas de los Jedi que recorren el lugar, mi mente divaga entre los innumerables recovecos de mi imaginación. Algo me preocupa (¿es preocupación realmente? ¿o se trata simplemente de una inquietud, un recuerdo que no fue olvidado, una idea que inexorablemente saldrá a la luz?) y se lleva toda mi concentración. Frente a mí hay una pequeña fuente de roca, sin duda símbolo de otra era. Me pongo de pie mientras no dejo de observarla.

Spoiler:

Infinita... agua infinita gracias a la Fuerza... Tan increíble, y a la vez tan... familiar. Algo me sucede. Nada parece sorprenderme últimamente. ¿Es acaso esta la consecuencia de ser un Jedi, aquel que a lo largo de su vida comprende que la Fuerza es todopoderosa y que son infinitas sus grandezas? No, eso jamás. La Fuerza siempre será una caja de sorpresas para mí, y sin embargo todo parece ya tan familiar... ¿Será esto causa de... eso?

Doy media vuelta y me dirijo al interior del templo sin decir ninguna palabra. Avanzo rápidamente por los amplios pasillos y las iluminadas explanadas; saludo a mi paso al Maestro Dasa Vatara, al Centinela Rud Massbath, a la Dama Nefarie Viciouss. Me interno por la zona de las recámaras privadas, donde me cruzo con un grupo de Iniciados siendo llevados a entrenar por el Guardián Asgaer Ikrit. Tras saludarlo, ingreso a mi recámara y cierro la puerta. Como siempre que estoy allí, una especie de sensación cálida me viene al cuerpo: siento que allí dentro, en aquella pequeña porción del enorme Templo, soy dueño de mi destino como Jedi. Me dirijo a una pequeña caja empotrada en la pared, oculta tras un armario. Mi mano se apoya sobre el frío metal de la tapa; mis dedos rozan los botones del sistema de código. Sin embargo, no me atrevo. Solo debo marcar "4, 8, 15, 16, 23, 42" y la puerta se abrirá, pero no puedo. Vuelvo a sentir lo que sentí aquel lejano día en Aargonar. Alejo finalmente mi mano de la puerta y vuelvo a colocar todo en su sitio. ¿Cuántas veces repetiré lo mismo? ¿Por cuánto tiempo seguiré guardando mi secreto?



Estoy ahora en el interior del Templo. Kawomin Linsteck, Caballero de la Orden, se encuentra meditando junto a mí. Yo continúo con mis divagaciones, que desde hace días no me dejan dormir. Incluso en el reino de los sueños, tan incomprensible incluso para un Jedi, mis conjeturas mentales no me dejan en paz. ¿Es este, acaso, el precio que debo pagar por ser quien soy, por saber lo que sé, por haber sido testigo del más inconmensurable de los hechos? ¿No debería sentirme afortunado por esto?

Spoiler:

Ya no puedo mantener esto oculto. Necesito contárselo a alguien. Han pasado ya varios años desde aquel impresionante hecho (aquel clímax de una cadena de impresionantes hechos, mejor dicho), y siento que ya es hora de revelar la verdad. El Aleph no puede seguir escondido a los ojos de los Jedi.

Spoiler:

-Como sabrás, - comienzo mi relato - yo abandoné la Orden Jedi de Alderaan por la puerta trasera en 15 DGLS, por motivos que aún hoy no logro comprender del todo. Durante varios años mi vida estuvo alejada del camino de la Orden Jedi; no así del camino del lado claro, de los Jedi y especialmente de la Fuerza. En esos trece años en que estuve en el exilio tuve muchas experiencias: viajé por la Galaxia, sentí todo lo que siente quien deja atrás toda una vida, conocí nuevas personas y nuevas culturas, evolucioné (espero haberlo hecho) como persona y como Jedi, amé, sufrí, viví. Pero hubo un hecho que me marcó para siempre; un hecho que me asombró más que cualquier otra cosa en toda mi vida. Pero déjame contarte la historia desde el principio.

A mediados de 20 DGLS, yo me uní a un grupo de personas que intentaba establecer un sistema de gobierno democrático en Bimmisaari, planeta natal de los bimms en el Borde Medio. Eramos un conjunto de lo más heterogéneo, personas salidas de los mundos más diversos y con las historias más extrañas y apasionantes a cuestas: Rufus Firefly, inteligente y vivaz, había sido procónsul en Geonosis durante los años de la Ley Seca; Heeko Ta'Loy era un obstinado mercenario que había servido al Imperio hasta su deserción; Morfula Yex, la de los ojos más profundos que he visto (aunque ya no estoy tan seguro de esto), recordaba con horror la tragedia de su familia en Ryloth; Kilo Tray Balla, apodado el Manco, era último sobreviviente de la otrora prestigiosa Casa Tray Balla; Laureen Kao, astuta y algo perversa, había huido de Muunilinst tras ser injustamente acusada de homicidio; Niker Da'Booda había trabajado como ayudante administrativo en la Ciudad Nube y ahora escribía extraños poemas; y yo, Skenar Hambarlin, el Caballlero Jedi que había abandonado la Orden por las divisiones existentes entre sus miembros. Todos eramos diferentes, todos teníamos pasados distintos, pero a todos nos unía el deseo de empezar una vida nueva en algún rincón de la Galaxia, y Bimmisaari nos daba la oportunidad. Y quizás fue el azar, ese poder mágico que, dicen, es controlado por la Fuerza, el que nos reunió esa tarde en la desvencijada Torre de la Ley de Fausto, el líder de uno de los clanes de bimms con más influencia.

Spoiler:

La reunión se prolongó durante unas cuatro horas o más. Salimos de ella algo cansados, pero habiendo establecido ya algunas pautas a seguir y con ansias de completar nuestro objetivo. Heeko y Morfula, deseando ver la situación con sus propios ojos, salieron a dar una vuelta por la ciudad, acompañados por algunos guardias de Fausto. Rufus y el líder bimm se juntaron con otros seguidores de Fausto, para contarles cómo iban las cosas. Recordando los relatos que había oído sobre el antiguo y tradicional mercado de la plaza central de Glastro, que había permanecido en el mismo lugar durante siglos, le ofrecí a Kilo acompañarme a visitarlo y ver si había algo interesante. El nautolano lo rechazó cordialmente, diciendo que estaba bastante cansado y que deseaba dormir un rato. Salí entonces de la Torre de la Ley y me dirigí hacia el mercado.

Spoiler:

Regresé a la sede central de Fausto poco después. Comenzaba a atardecer, el clima se volvía más frío y a lo lejos se oían disparos de combates en otras partes de la ciudad. Miré el amuleto que acababa de comprar, y sentí una profunda melancolía. A mis espaldas estaba el desolado mercado, antes lleno de bimms ansiosos por comprar, ahora símbolo del hundimiento de Glastro. El ambiente era fresco, silencioso, casi sagrado. Me detuve por un momento y me sentí más solo que nunca en el infinito Universo. A unas pocas cuadras se alzaba la Torre de la Ley de Fausto; decidí subir a la parte superior del edificio, en un repentino impulso, para contemplar el atardecer.

Spoiler:

Esta experiencia en la Fuerza reavivó mis ánimos para contribuir a la paz en Glastro. Me sentía un tanto renovado, en especial por ese punzante punto de ruptura en la Fuerza que había sentido. Durante la cena recibimos a enviados de otros clanes, incluyendo a uno de Yugo, el principal rival de Fausto. Al principio las cosas parecían marchar bien, pero tras dos interminables horas de sobremesa la discusión derivó en disputas triviales y rencores del pasado. Harto ya de presenciar ese continuo manantial de rivalidades estúpidas, aproveché el momento en que Heeko se levantó de la mesa al recibir un mensaje en su comunicador y lo imité, diciendo que debía ayudarlo con algo.

Rufus y Morfula nos esperaban en una zona del edificio que había sido acondicionada para hacer las veces de almacén de provisiones y armamento. Morfula, viendo la expresión en el rostro de Heeko, le preguntó cómo avanzaba el asunto en el salón principal.

-¿Avanzar? - le respondió algo sarcástico Heeko - ¡La cosa claramente no avanza! Los líderes bimms solo se dedican a discutir interminablemente sobre las mismas trivialidades una y otra vez.
-Te apoyo. - acoté - De hecho, si no fuera porque te levantaste a hacer no sé qué cosa con tu comunicador, no me habría atrevido a abandonar la mesa.
-¡Ah, cierto, el mensaje! Escuchen, Laureen se encuentra en el puerto espacial de Glastro. - informó Heeko mientras Kilo, que acababa de llegar al almacén, se nos unía - Un transporte llegó hace unos minutos, con varios individuos como nosotros dispuestos a ayudar aquí. En este momento Laureen me está enviando la lista de los nombres... Tulio Ceekee, Marlon Blestu, Chax Farnoly, Aelita Nawor...

Una sensación tremendamente poderosa me recorrió todo el cuerpo. En un impulso aceleradísimo, con mi corazón latiendo muy rápido, me abalancé sobre Heeko.

-¿Acaso dijiste... Aelita Nawor? - grité tan emocionado que estoy seguro de que los bimms a varias habitaciones de distancia me escucharon.

CONTINUARÁ

Ajajajaja, Kilo Tray Balla.
Y yo que pensaba que tirabas mas para los Grove



P.D.: Buen roleo

Buen roleo sigue asi