[Roleo Ziost] El plan del Emperador

Cinco años habían pasado ya. Cinco años en los cuales Zekk había sido adiestrado en las anticuadas Artes Jedi. Había estudiado sus normas y códigos, conocía la historia que se hallaba en la biblioteca de Ossus pero la gran mayoría de la documentación que se encontraba en dicha biblioteca estaba sutilmente retocada por antiguos Jedi. Había encontrado antiguos manuscritos de grandes Maestros Jedi en los cuales plasmaban sus ideas y su punto de vista acerca del Ashla. Estupideces, sandeces sin sentido. Todo aquello carecía de lógica pues ellos mismos rompían sus propios códigos. Podría enumerar una larga lista de importantes figuras Jedi que utilizaron la fuerza para su propio beneficio o que hicieron cosas terribles para “el beneficio de la paz”. Todos estos años no me han cambiado en absoluto, al contrario, me aferran más al Lado Oscuro. Los Jedi están ciegos, aun cumplen con sus anticuados dogmas. La Orden Jedi no ha evolucionado nada en casi treinta mil años.

Mi maestro, Soul, era un Jedi terco, presuntuoso y algo… Prepotente. En una de nuestras sesiones de entrenamiento, después de aguantar muchas impertinencias del Maestro, perdí el control en mí mismo y le ataque con gran ferocidad. En un abrir y cerrar de ojos, le despojé de su sable láser y era mío, frente a mí, postrado en el suelo, sin poder hacer nada. Deslicé con escrupuloso cuidado el haz de luz de mi espada láser por el cuello de mi Maestro.


Veo que ha sufrido un pequeño traspiés, Maestro. – Dije en un tono normal y tranquilo a la par que apagaba el sable láser y le tendía mi mano izquierda para ayudar a que se reincorporase –

Te has dejado llevar por tus emociones y tu visión se ha cegado. Aun no estás listo para ser un Caballero Jedi – Dijo en un tono serio y algo ofendido el Maestro –



Cuando Soul fue a agarrar mi mano, la aparté y me marché del salón de entrenamientos sin decir palabra alguna.

Yo no era el único aprendiz que tenía el Maestro Swan, hubo otro un joven alocado y creído Padawan Jedi – se parecía bastante a Soul en el carácter – que se llamaba Wiliams Perolov. Desgraciadamente fue mi compañero de habitación. Compartíamos Maestro, habitación y misiones. Su alocada forma de actuar casi nos cuesta el fracaso de innumerables misiones. No entiendo cómo este sujeto puede haber llegado a sobrevivir él solo. Parece ser que él es el “favorito” del Maestro. Parece mentira que yo me tenga que rebajar ante estos inútiles. Creo que he perdido práctica con la esgrima.

Al parecer, mañana llegan varios Maestros Jedi del Templo de Achillea. Entre ellos está el reconocido Maestro Adrew Kai. Intentaré acercarme a él y si es posible y todo va bien, me marcharé de Ossus y pasaré a formar parte de los Jedi de Achillea. Son una potencia emergente, más que los Jedi de Ossus. Cuando empezó el plan, Ossus estaba bajo el punto de mira del Imperio, pero ha decaído y mi labor aquí no es para nada importante ni siquiera necesaria. He podido ver con mis propios ojos cómo algunos de los Jedi de Achillea lograban derrotar a varias tropas Sith e Imperiales. Es un enemigo poderoso que debe ser destruido.

Varios meses después



Mi estratagema funcionó y más bien de lo que pretendía. El Maestro Andrew Kai, tras haber hablado con él a solas, me hizo un pequeño examen. Me hizo preguntas sobre el Código Jedi, qué pensaba de los Sith y preguntas personales. Parecía un interrogatorio. El Maestro Kai no las tenía todas conmigo, notaba una perturbación que le hacía ser más cauto de lo habitual. Finalmente, accedió a aceptarme en el Templo de Achillea y me llevó con ellos. Esto no le sentó nada bien al Maestro Soul y lo último que sé de él es que me sacaba burlas con su lerdo aprendiz, gran actitud de un Jedi, sí…

El planeta Achillea era más hermoso que Ossus, era verde por doquier. Bosques frondosos y ríos caudalosos. Un planeta rebosante de vitalidad, un buen lugar para los Jedi sin duda alguna. El Maestro Andrew me tomó como su aprendiz y de él pude aprender más de los Jedi. Tenía un punto de vista anticuado, como todos los Jedi, pero había algo en él muy diferente a todos los demás.



Los años pasaban y yo me iba haciendo cada vez más mayor. Ya era un Caballero de la Orden Jedi y ya iba solo. Mi plan cada vez estaba más cerca. Con este nuevo ascenso tuve más libertad y pude viajar por el espacio libremente. En uno de mis viajes a Coruscant me perdí en el mercado negro de los bajos niveles. He coleccionado objetos y datos relacionados con el Lado Oscuro desde que soy Caballero Jedi. Coleccionistas, seguidores del culto y conservadores de museo codiciaban estos calcos de tablillas Sith y copias de pergaminos rúnicos intraducibles, y comerciaban con ellos en el mercado negro, sin importarles que la República hubiera prohibido las reliquias Sith. La mera existencia de este comercio ilegal confirma grandes verdades: los gobernantes siempre quieren controlar la información. Los poderosos harán cualquier cosa para acumular poder. Y si algo está prohibido, lo más probable es que valga la pena conocerlo.

Aprendí algo nuevo al hacer llegar estos objetos a Achillea, sorteando a los Centinelas Jedi y Guardianes. Mi poder, mi fuerza ha aumentado mucho, soy capaz de ocultarme entre las sombras, ser un fantasma… Soy capaz de engañar a los “poderosos” Jedi. Es necesario mentir para conseguir cualquier cosa que tenga algún valor, y es casi imposible detectar a un embustero hábil.

La experiencia de adquirir estos textos me proporcionó conocimientos prácticos acerca de cómo los tesoros y los secretos cambian de manos, así como del papel que desempeñan quienes no son sensibles a la Fuerza en el gobierno y el funcionamiento de la galaxia, pero fueron los tratados sobre el lado oscuro los que me permitieron profundizar en el saber de los antiguos Sith. Aun siendo adiestrado por los Jedi, mis conocimientos sobre los Sith crecían aun más.