[ROLEO] Un antiguo templo [Novela de Asura]

El templo había perdurado allí incontables generaciones. Más allá de todo recuerdo, aquella mole de piedra negra como la noche había albergado entre sus muros hombres y religiones. Sin embargo, las religiones se perdieron entre el susurro sordo de los bosques colindantes, y los hombres probablemente murieron defendiendo su hogar. El único testigo de las batallas que allí se habían librado eran las piedras, pero no parecían propicias a revelar los secretos de aquel lugar maldito. El joven Jedi al que llamaban Asura lo sabía, por eso estaba allí.

El viento mecía las ramas de los árboles creando una danza macabra, mientras su grotesca figura se recortaba ante la pálida luz de una luna expectante. Por más que quisiera, no se oía nada. Ni si quiera la Fuerza le sugería que hubiese algo vigilando todos y cada uno de sus pasos, resguardado bajo el manto estrellado de la noche. Nada. Absolutamente nada. O tal vez sí. Fantasmas, fantasmas vengativos.
Si daba crédito a las historias que le habían contado en la ciudad, los fantasmas atormentaban la mente y el espíritu de los hombres que osaban jalonar el umbral de aquel bosque inmortal. Asura estaba seguro de que no había entes vindicativos ondulando entre las sombras, esperando el momento adecuado para atacar... Pero dentro de sí mismo no tenía esa certeza. Algo atenazaba sus músculos. El frío se acumulaba en su torrente sanguíneo y lo conducía irremediablemente a la parálisis. No obstante, Asura continuó. Canalizó la Fuerza del entorno y se concentró en continuar la marcha y no perder pie. Hasta ahora no se había percatado de la niebla que le lamía las botas, pero algo le decía que si caía no volvería a levantarse jamás. Atravesó árboles y más árboles, sintiendo el paso ominoso de la muerte a sus espaldas, renqueando entre la oscuridad, lo que lo instó a andar más rápido. Mientras en su cerebro bullía un estado crítico de nervios, abajo, en sus pies, la sangre se congelaba y se convertía en una masa demasiado pesada como para llevarla a rastras. Sus pies no respondían, pero seguían caminando, como movidos por los hilos de algo fantasmal que estaba a punto de devorarlo. Trató de gritar, pero cuando el grito le ascendió por la garganta murió súbitamente en su boca, por lo que, cuando cayó al suelo, su rostro se había trocado en una mueca de pánico dantesco. De pronto sintió que se elevaba, y escuchó muy lejos de allí el aullido horrorizado de una criatura desgarrando la noche.

Cuando recobró el conocimiento el paisaje había cambiado totalmente. Los bosques habían desaparecido a su alrededor y se habían llevado consigo la niebla y los fantasmas. Ya no había luna, pues incluso dudaba de que hubiese cielo. El suelo se había convertido en un desierto de arena gris en el que no podía sentir frío, ni tampoco calor. Por algo que Asura no alcanzaba a comprender, se sentía bien. El miedo y sus inseguridades habían desaparecido con el paisaje en el que juraría haber muerto hace unos instantes. De pronto recordó el grito, y un flechazo de dolor cruzó su pecho y lo dobló por las rodillas. Asura se agarró a la placa torácica de su armadura con fuerza, aunque aquello no lo alivió lo más mínimo. Apretó los dientes hasta que rechinaron y esta vez sí logró emitir un sonido, similar al de un gruñido.
Extinto el aguijonazo de dolor, se puso en pie y emprendió la marcha, aunque no sabía hacia dónde se dirigía; el sistema de navegación acoplado en su brazalete no funcionaba. Toda la tecnología más compleja parecía haber estallado repentinamente. Todo salvo su sable láser. Cuando lo encendió, la hoja azul se deslizó, silenciosa como una serpiente, y se reflejó en sus ojos grisáceos. Apretó con fuerza el mango y se aferró inconscientemente a aquella esperanza metafísica que emanaba de la espada.
Mientras su sable respondiese, también lo haría su corazón.

Mañana tal vez prosiga, den opiniones. E incluso acepto sugerencias de cómo continuar la historia, si os ha gustado hasta el momento y vais a seguirla.