[Novela] Sueños de Kythmnr.
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[Novela] Sueños de Kythmnr.
SUEÑOS DE KYTHMNR
Elevó su mirada. A su alrededor pudo lo que sería el preludio de una batalla. Los soldados ya listos para el combate, ataviados con armaduras tan resplandecientes como el sol, con aquella piel roja perlada por las gotas de sudor entre cada una de las piezas que conformaban sus protecciones. Podía identificar a sus compañeros más allegados a pesar de que muchos de sus camaradas más íntimos habían muerto luchando por la defensa de su imperio. Otros, habían buscado el sendero del poder e irremediablemente mediante el conocimiento de la Alquimia Sith. Él incluso había participado en más de un proceso alquímico para transformar a algunos de los soldados que estaban conformando el ejército, guerreros con una fuerza robusta sin igual, mucho más grandes que los demás con un poder destructor que el enemigo no contaba sin duda generaban un sentimiento de esperanza entre las filas. Guerreros Massassi, su único objetivo: demoler a golpes a su rival.
El ruido era ensordecedor, cada uno de los massassi y los sith sabían que posiblemente no verían un nuevo mañana, y era por eso por lo que estaban tan intranquilos sin embargo los miembros de la élite de Korriban, se mostraban quietos, concentrados alimentándose del miedo y la tensión. Su poder iba creciendo emanando auras oscuras que se extendían como ondas por el ejército. Únicamente cuando aquellos que concentraban el poder del Lado Oscuro llegaban a su límite, producía una ola de energía corrupta que era capaz de mantener en silencio a todos los individuos que se encontrasen hasta a 40 metros a la redonda. Algunos incluso intentando abarcar más de lo que podían soportar, sufrían espasmos y convulsiones que acababan con una pequeña explosión de fuerza que culminaba con la muerte del mismo y graves daños a los que se encontraban a su alrededor. Él pertenecía al primer grupo, a aquellos capaces de acumular poder y no solo eso, dentro de este prestigioso grupo que algunos llamaban Kissai o sacerdotes de los sith, este superaba al resto. Colocado en la primera línea siendo reconocido como uno de los mejores guerreros, se negaba a estar junto a la gloria del Rey Adas, pese a que este en persona le había nombrado como uno de sus consejeros de mayor importancia. Prefería estar en primera línea de la batalla, sentir el miedo de su rival, alimentarse de ello incrementando su poder hasta volverse en una máquina fría e imparable destrozando a sus enemigos a su paso tal y como había ocurrido en las batallas de unificación de los sith bajo el mandato del llamado Sith’Ari. El Rey Adas sabía que sin su más preciado Kissai y consejero desatando su poder en la batalla, quizás nunca habría conseguido la unificación y el título de rey, y ahora más que nunca lo necesitaba, por la salvación de su imperio fundado con sangre y muerte. El Kissai Kythmnr se encontraba ahora relajado junto con sus seguidores y escoltas más acérrimos que le seguían por la gloria de servir al mejor guerrero y sacerdote de Korriban, o quizás porque cerca de él podían deleitarse del Lado Oscuro como en ningún otro sitio, sintiendo un cosquilleo de poder y valor acrecentados hasta la locura. Kythmnr abrió en ese momento los ojos mirando hacia el horizonte enemigo. Ya había acumulado y transmitido suficiente energía, y pasaban quince minutos de la hora prevista para la típica charla de Adas el Sith’Ari para infundir valor y eliminar la debilidad de su ejército. -Palabrerías sin sentido. Sin embargo me temo lo peor. No ha vuelto y este es el último sector del planeta donde el dominio Rakata es palpable. Después de esta batalla, todo habrá acabado. -pensó el singular Kissai.
El ruido era ensordecedor, cada uno de los massassi y los sith sabían que posiblemente no verían un nuevo mañana, y era por eso por lo que estaban tan intranquilos sin embargo los miembros de la élite de Korriban, se mostraban quietos, concentrados alimentándose del miedo y la tensión. Su poder iba creciendo emanando auras oscuras que se extendían como ondas por el ejército. Únicamente cuando aquellos que concentraban el poder del Lado Oscuro llegaban a su límite, producía una ola de energía corrupta que era capaz de mantener en silencio a todos los individuos que se encontrasen hasta a 40 metros a la redonda. Algunos incluso intentando abarcar más de lo que podían soportar, sufrían espasmos y convulsiones que acababan con una pequeña explosión de fuerza que culminaba con la muerte del mismo y graves daños a los que se encontraban a su alrededor. Él pertenecía al primer grupo, a aquellos capaces de acumular poder y no solo eso, dentro de este prestigioso grupo que algunos llamaban Kissai o sacerdotes de los sith, este superaba al resto. Colocado en la primera línea siendo reconocido como uno de los mejores guerreros, se negaba a estar junto a la gloria del Rey Adas, pese a que este en persona le había nombrado como uno de sus consejeros de mayor importancia. Prefería estar en primera línea de la batalla, sentir el miedo de su rival, alimentarse de ello incrementando su poder hasta volverse en una máquina fría e imparable destrozando a sus enemigos a su paso tal y como había ocurrido en las batallas de unificación de los sith bajo el mandato del llamado Sith’Ari. El Rey Adas sabía que sin su más preciado Kissai y consejero desatando su poder en la batalla, quizás nunca habría conseguido la unificación y el título de rey, y ahora más que nunca lo necesitaba, por la salvación de su imperio fundado con sangre y muerte. El Kissai Kythmnr se encontraba ahora relajado junto con sus seguidores y escoltas más acérrimos que le seguían por la gloria de servir al mejor guerrero y sacerdote de Korriban, o quizás porque cerca de él podían deleitarse del Lado Oscuro como en ningún otro sitio, sintiendo un cosquilleo de poder y valor acrecentados hasta la locura. Kythmnr abrió en ese momento los ojos mirando hacia el horizonte enemigo. Ya había acumulado y transmitido suficiente energía, y pasaban quince minutos de la hora prevista para la típica charla de Adas el Sith’Ari para infundir valor y eliminar la debilidad de su ejército. -Palabrerías sin sentido. Sin embargo me temo lo peor. No ha vuelto y este es el último sector del planeta donde el dominio Rakata es palpable. Después de esta batalla, todo habrá acabado. -pensó el singular Kissai.
Kythmnr junto con los sith y massassi.
Después de una hora de espera, con los enemigos visibles al frente, Kythmnr dio varios pasos hacia adelante y dio media vuelta girándose hacia la multitud. Se concentró en la Fuerza y emitió una ola de energía tan poderosa que recorrió a todos sus subordinados tanto sith como massassi haciendo que se estremeciesen ante tal poder. Inmediatamente supieron cuál era el foco de tal onda y quién la evocaba provocando un silencio tan profundo que cada individuo era capaz de oír hasta el propio latido de su corazón. “Nwûl tash. Dzwol shâsotkun. Shâsotjontû châtsatul nu tyûk. Tyûkjontû châtsatul nu midwan. Midwanjontû châtsatul nu asha. Ashajontû kotswinot itsu nuyak. Wonoksh Qyâsik nu” - recitó el Kissai mientras con cada frase que decía cientos de sith se incorporaban en su oración hasta que finalmente el sonido de decenas de miles de voces resonaron al unísono desenfundando sus espadas sith y aplicando rayos sobre las hojas de estas intensificando su feroz poder.
Levantó su espada sith hacia el cielo centelleando por el crepitar de los rayos, volviendo a mirar al horizonte enemigo. Cerró los ojos y elevó la mano hacia adelante. El resto de los Sith guardaron silencio expectantes ante su más preciado caudillo, sabiendo que estaba a punto de iniciar alguno de sus extraños rituales más tenebrosos y sólo la tentativa de interferir negativamente en el proceso del mismo, generaba un temor incluso mayor que la derrota. Con voz firme, pero a la vez susurrante, sin vacilar en la pronunciación de cada una de las frases, añadió: -Dwomutsiqsa woyunoks hadzuska koshûjontû… mwintuska hâskûjontû chwûa kintik…- Mientras decía esto, de su mano levantada empezó a concentrarse un aura de energía del Lado Oscuro que fue materializándose en humo negro que se movía incontrolable en la palma de su mano. Cuando hubo acabado, la masa de humo describió un arco hasta el suelo a dos metros de distancia. Desde ahí, se dividió primero en dos y luego esas dos a su vez en otras dos manchas negras en el suelo. Segundos más tarde, a partir de esas extrañas manchas negras, emergió más humo en dirección vertical formando unas figuras amorfas de la altura de un humano pero que poco a poco fueron adoptando forma de soldados sith, con la particularidad que eran totalmente oscuros y su masa en ocasiones temblaba en distintas zonas aleatoriamente debido al humo que los conformaban. Abriendo los ojos pudo ver sus creaciones y sonrió con satisfacción. El resto de soldados a su espalda sorprendidos ante tal extraño suceso que se escapaba de su comprensión, supieron entonces que la ventaja ahora estaba de su lado. Podían sentir por algún modo, que la balanza en la batalla se había tornado.
Kythmnr avanzó unos pasos situándose en el centro de las cuatro figuras negras. Miró a ambos lados a la vez que los guerreros de masa humeante asentían con la cabeza al cruzarse su mirada con la de ellos. Después de unos segundos mirando al horizonte enemigo, el Imperio Infinito de los Rakata, empezó a caminar. Al principio dio una serie de pasos a un ritmo lento mientras las cuatro figuras lo seguían a ambos lados, al ver eso, el ejército sith comenzó a moverse. Poco a poco la velocidad fue aumentando hasta que al final, Kythmnr y los demás sith corrían frenéticamente con las armas listas para la tormenta de estocadas y cortes que se produciría, sin embargo, las extrañas figuras hacían el ademán de correr pero se vislumbraba que realmente lo que hacían era moverse levitando, lo cual era bastante curioso. La distancia entre los ejércitos cada vez era menor y con cada paso de los sith se captaba la sed de sangre que les embriagaba y les consumía como si de una necesidad vital se tratase. Al fondo, en las filas enemigas, se podía palpar el miedo y el horror de ver las extrañas manifestaciones del Lado Oscuro desplazarse contra ellos y ver que cada vez estaban más próximos, hasta que finalmente el ejército Sith llegó.
Las cuatro figuras humeantes avanzaron y dieron un enorme salto desviando las miradas de los enemigos. Durante la caída, los rakata situados en primera línea, realizaron a gran velocidad, unos cortes desde su rodilla contraria a la sujecion del sable de fuerza hacia arriba hasta colocar el brazo en posición vertical apuntando con el sable hacían el cielo. Durante el recorrido del arma, la hoja se hundió en la humeante estructura corporal de los demonios de humo partiéndolos en dos y esparciéndolos por los demás rakata. En cuestión de décimas de segundo, el humo empezó a entrar por la boca y nariz de los rakata más próximos para deshacer su cuerpo desde dentro engullendo sus entrañas con un hambre feroz, para acabar saliendo por el mismo sitio y así poder atacar a otra víctima. En ocasiones envolvían al contrario desintegrando su cuerpo desde fuera, o incluso, mediante un apéndice indetectable, solidificaban un sable negro y lo hundían en la carne rakata.
Apenas un segundo después, los Sith embistieron. Kythmnr para dejar constancia de su poder, envolvió su espada Sith con aun más rayos enviados desde su mano izquierda y entonces lanzó un tajo que resonó como el estruendo de una tormenta enviando a los enemigos cercanos despedidos como muñecos mientras que algunos de los rayos de la espada ahora en sus cuerpos fluían. La batalla fue un autentico caos minutos después. Ambos ejércitos ahora mezclados combatían unos por la conquista y otros por la liberación. Se podría prever cual causa era la más justa para la victoria, sin embargo, a la hora de la verdad, la sed de sangre que mostraban los Sith no eran comparables a la voluntad de conquista de los rakata. Estos últimos buscaban someter a los rivales, pero los Sith, debido a las intensas luchas en el pasado y la unificación a manos del Rey Adas, ya el expulsar a los invasores no servía. Mientras los rakata mataban y dividían los miembros de los Sith con los sables de fuerza cauterizando la carne por donde pasaba el arma, los Sith disfrutaban de cercenar al enemigo y sentir su sangre cálida en su piel al ser expulsada a borbotones del enemigo. Les hacía sentir un fervor inigualable, sentían que arrebataban la vida, que eran ejecutores de la sentencia a muerte marcada por el Rey Adas y Kythmnr y eso les acercaba al Lado Oscuro cosa que adoraban.
Después de abatir a varios enemigos más el Kissai levantó la vista al cielo y entonces supo el problema que se avecinaba. El cielo de Korriban era en su manera igual que la superficie de dicho planeta: un desierto. Improvisto de nubes y de cualquier otra manifestación natural de la atmósfera o del espacio que lo envolvía, su color era azul grisácea en toda su extensión. Así es por lo menos era como lo recordaba Kythmnr, sin embargo, en ese momento, divisó varias de las enormes naves de los Rakata, con su extraña tecnología del Lado Oscuro, disparando sobre el campo de batalla dejando claro que daba igual si los guerreros Rakata morían, el objetivo era someter a los sith. Durante un unos segundos, el Kissai pensó que todo se había acabado, que no había posibilidad para la victoria, pero se equivocó. De pronto la flota sith comandada por el Rey Adas apareció rodeando al enemigo y desplegando sus naves de combate que salían centelleantes de sus hangares. Sólo entonces el juego de luces comenzó. Un juego de láser y explosiones inundó el cielo como nunca antes se había visto y por cada nave que caía en combate, sus restos metálicos llovían sobre la superficie de Korriban y sobre los combatientes de la misma. Un poco de infortunio al estar colocado en un mal sitio en un mal momento y la vida podría escapársele como el agua se escapa de las manos cansadas de un anciano fluyendo sin parar.
Tropas del ejercito Sith en el campo de batalla mientras caen trozos de naves.
Kythmnr restándole importancia a los sucesos que se acontecían en el cielo, continuó con su encarnizada lucha por el honor y la liberación de su raza en la superficie. La sangre de sus enemigos sobre su piel era camuflada por la piel rojiza de su cuerpo aunque eso no impedía que sintiera una emoción y cataclismo importante al sentir esa sustancia ajena en su cuerpo. Hacía tiempo que los demonios de humo se habían disipado, al igual que más de las terceras partes de ambos ejercitos que luchaban danzando entre los enormes bloques de metal y cortosis que caian del cielo. El cansancio se extendía como una plaga en todos los seres y aun más en el poderoso Kissai que se había empleado a fondo en sus rituales y en extender la inigualable meditación de batalla, por un lado, acrecentando la confianza, fuerza y valor de sus tropas y por el otro, disminuyendo la de los rakata e infundiendo el caos en sus mentes. Si hubiese dispuesto de una cámara de meditación podría haber hecho esto sin problema alguno, pero este no era el caso. Si además se le suma el combatir durante horas manteniendo la mente dividida el resultado es más que obvio. Él lo sabía, pero se arriesgó a ello y producto de esto no fue capaz de advertir que una enorme placa de uno de los acorazados caía del cielo y él se encontraba en su trayectoria. Kythmnr respirando profundamente entonces se dio cuenta de que algo le decía que iba mal. La voluntad de la Fuerza hizo que elevase la mirada de nuevo y entonces vio el peligro. Desafortunadamente ya era tarde, sin tiempo para reaccionar, varias toneladas de acero cayeron sobre su cuerpo...
DROMUND KAAS
-Nooooo! –El grito de angustia y espanto resonó por toda la estancia sumida en la oscuridad con una velocidad vertiginosa despertando a la joven sith, que yacía a su lado, de manera tosca produciendo un sobresalto de duda y preocupación por si su compañero le había pasado algo malo, o si alguien, algún mercenario o asesino hubiese atentado contra su vida. Girándose rápidamente observó el cuerpo rojizo bañado ligeramente por una fina capa de sudor que estaba sentado en la cama con las piernas encogidas y los brazos apoyados sobre las rodillas mientras con las manos se restregaba los ojos de forma violenta, lo que la hizo sospechar que todo se reducía a una amarga y terrible pesadilla. Buscando alguna manera de acercarse a él, ayudarlo y darle consuelo, elevó su mano para apoyarla en su hombro sin embargo cuando apenas les separaba unos centímetros, el cuerpo del pura sangre sith se levantó ágilmente colocándose su túnica sobre la cintura y saliendo a la terraza dejándola sola en la habitación. Ella sufría una fuerte atracción de acercamiento sobre el que era su compañero. Él la había sacado de las frías y lúgubres calles de Nar Shaddaa cuando solo era una niña y él apenas solo un acólito al servicio de otra Orden Sith desaparecida. Es cierto que ella sentía que le debía la vida, entonces, ¿sería eso el motivo por el cual sentía tanta atracción por él? ¿Estaría todo reducido a un agradecimiento por haberla salvado de las garras de los Hutt? No. Ella verdaderamente estaba enamorada del Sith. Habían pasado años juntos y desde el momento en el que la salvó ya sentía una gran admiración por él, sin embargo, con el paso de los días años ella empezó a sustituir esa admiración por cariño y deseo de pasar mucho tiempo a su lado. Finalmente cuando él se convirtió en Maestro, la escogió de aprendiz. Solo era cuestión de tiempo que acabasen compartiendo habitación en la Ciudadela del Hechicero entregada directamente por el Emperador. A pesar de la confianza que tenían y la fidelidad que se profesaban, la joven sith seguía respetando mucho a su compañero sin olvidar que él, dentro del Imperio y la Orden Sith seguía estando por encima de ella. Mordiéndose el labio, decidió salir a la terraza. Rodeó con las sabanas su desnudo cuerpo y se puso en pie, se dirigió hacia el exterior de la habitación preguntándose si aquello que hacía estaba bien o por el contrario debía dejar al Hechicero solo. –“Él ha estado a mi lado siempre que lo he requerido, es el momento de que sea yo quien le ayude ahora.”
Avanzó unos pasos hasta situarse detrás de él. Vacilante, rodeo su cuerpo con sus brazos y apoyó su mejilla sobre su espalda pegando su cuerpo al suyo. El Hechicero no se movió lo más mínimo, es más, parecía que no le importaba. Titubeante y susurrando, ella comenzó a hablar con una voz dulce y persuasiva. – Mi Señor, ¿se encuentra bien? – Al no encontrar respuesta continuó hablando. – ¿Qué es aquello que ha conseguido arrancaros de mi lado una noche como hoy?- Era cierto la noche en la Ciudad Kaas era especial. La luna se observaba más grande que nunca y ante la construcción de la reciente Estrella de la Muerte, se podía ver quieta en el cielo como un gran ojo que vigilaba la actividad del planeta. Ese pensamiento era el que más malestar le daba a la joven, debido a que había cosas que nadie debía ver y más aun aquellas que se acontecían en la habitación más alta de la Ciudadela del Hechicero. Pero hoy curiosamente, ante la inminente llegada de uno de los Darth desaparecidos, Veek Tainted, la Ciudad había sido el centro de festejos en todas las calles y distintos niveles de la misma.
Darth Veek Tainted llegando a la Ciudad Kaas y su celebración.
Por supuesto, la joven sith y su compañero también habían celebrado este día, pero a su manera y es por ello por lo que tal privacidad era necesaria. – He visto una batalla. La batalla de mis antepasados por la búsqueda de la libertad de su planeta natal Korriban. – La joven se mantuvo en silencio escuchando a su amado mientras le explicaba su sueño. – Yo casualmente estaba viéndolo todo desde el cuerpo de uno de los Kissai de mayor renombre, la mano derecha del Rey Adas. Yo… podía… podía sentir su poder, su concentración, su pasión, su dolor, su muerte… - Ella podía notar como sus músculos se iban tensando a medida que iba hablando lo que le produjo un fuerte impulso y ganas de que terminase todo esto y volvieran a su particular celebración como hacía varias horas antes. El Hechicero debió notarlo porque se giró hasta ponerse cara a cara y sujetar su firme rostro con las manos. La luz de la Ciudad Kaas hacía que el rostro de la Dama Sith fuese más resplandeciente y bello. Su piel blanquecina con sus el largo pelo azulado junto con sus ojos amarillos le daban un toque exótico que tanto parecía gustarle a su pareja, o al menos eso mostraba el Hechicero. Acto seguido se fundieron en un largo beso húmedo, y sin saber cómo y cuándo, la Dama estaba junto a su maestro en la cama disfrutando de sus caricias y favores más carnales.
El pura sangre sith se dirigía ataviado con su armadura y ropajes largos por la Ciudadela del Hechicero sopesando el plan que tenía entre manos cuando finalmente, Murtog el Capitán de su guardia personal, apareció trayéndole las noticias que tanto necesitaba. Murtog era un humano de estatura media, corpulento y mirada recia. Tantos años al servicio de Jadus Gres, desde que se encontrara y trabajase bajo sus órdenes en el planeta indómito de Dathomir, habían hecho que el Imperial tuviese una frialdad y un corazón tan oscuro como su pelo ralo y sus ojos centelleantes. Sin duda tantos sucesos horribles como la modificación genética de varios de sus compañeros acabando en desastre, la creación de extraños cyborgs controlados por la voluntad oscura de su señor, etc habían generado que los extraños experimentos del Hechicero no fuese más que rutina para su vista y que el no cumplimiento de sus ordenes generasen un destino peor que la muerte. De todos modos, el Imperial se sentía orgulloso de servir como persona de máxima confianza dentro del escurridizo circulo del sith Gres y no estaba dispuesto a dejar de servirle a no ser que el propio Jadus le sacase del puesto y como es obvio, Murtog no le daría motivos para ello.
Después de posicionarse ante su señor y hacer el protocolario saludo imperial, esperó a recibir permiso para hablar. El Hechicero con suma tranquilidad movió la mano hacia adelante con un gesto que le sugería el poder continuar con aquello que era tan importante y que debía de ser informado.
– Mi Señor, los espías que mandó a Bespin han sido desplazados a Nar Shaddaa siguiendo rumores y dando por fin con el sujeto – añadió con firmeza Murtog sin separar la vista de los ojos de su líder, tal y como este ordenaba que se hiciese para detectar cualquier atisbo de duda. – El General Kharn Biszor está de incógnito haciendo tratos secretos con varios Hutt del Sector 67.
– Esto complica un poco las cosas, sin embargo el haber encontrado al desaparecido General ya es un avance bastante importante. – comentó el Hechicero con cierta satisfacción en sus palabras. – Ya sabes cuál es el siguiente paso, reúnete con Xezor Naeblis y a mi aprendiz Sight Ankh. Después viajad a Korriban con el Crucero Imperial y las máquinas. En las coordenadas marcadas iniciad las excavaciones hasta dar con los restos. Una vez halléis lo que buscamos, infórmame. Yo iré personalmente a Nar Shaddaa como hiciese antaño.
– Si mi señor como usted ordene. – dijo el Jefe de Seguridad agachando levemente la cabeza y marchándose con suma rapidez por donde había venido para cumplir los planes. Murtog sabía cuando se daban por finalizadas conversaciones con su superior, que con el paso del tiempo había empezado a ahorrar cada vez más palabras.
Una vez estuvo solo, el pura sangre sith se dirigió a uno de sus salones más iluminados de la Ciudadela y asomándose por uno de los ventanales pudo ver la zona comercial de la Ciudad Kaas desde lo lejos. Sin duda el Imperio Sith había prosperado con el nombramiento del Emperador Therion y el enorme movimiento de naves y mercaderes externos del planeta era una prueba de ello. En ocasiones estos mercaderes, reacios a pagar los elevados impuestos a la República para cubrir los agujeros económicos y tener fondos suficientes para la Segunda Gran Guerra Hiperespacial, habían decidido que la mejor forma de sacar mayor rentabilidad a sus actividades comerciales era la de unirse con el enemigo. El Imperio a pesar de las fuertes medidas contra cualquier ser ajeno a Dromund Kaas, delegaba a los comerciantes el tercer status o jerarquía, solo superado por los ciudadanos de la Ciudad Kaas y los soldados de la misma. El clima del planeta seguía igual, enormes rayos caían del oscuro cielo nublado de la ciudad ocultando cualquier atisbo de luz en el planeta. El recién nombrado Hechicero lo prefería así. Después de sopesar y divagar sobre el futuro del Imperio Sith, se desplomó en su escritorio a leer sus estudios pasados y métodos complejos de Alquimia y Magia Sith. Varias horas después habiendo perdido la noción del tiempo, recogió el libro, se dirigió a su habitación y preparó sus cosas para el viaje a Nar Shaddaa.
NAR SHADDAA
-Nar Shaddaa, la “Ciudad Vertical” o “Luna de los Contrabandistas, la Corruscant oscura de la Galaxia. Enormes construcciones se levantan como agujas hacia el cielo. A primera vista se podría pensar que este lugar es muy avanzado y civilizado, pero quien piense esto se equivoca. Las viejas construcciones y puertos además de sus zonas inferiores peligrosas, las mafias que ahí imperan, caza-recompensas y la comercialización de armas, productos tóxicos, etc. sin duda hacen de Nar Shaddaa un sitio interesantemente “atractivo”. En cua… … punt… int… m... cercanos… *error, cierre de sistema*
¿Nar Shaddaa interesantemente atractivo? Atractivo para los seres sin escrúpulos será o para aquellos que ostentan el poder en alguna corporación mafiosa de renombre. Estos droides inútiles no saben que inventarse para cautivar a sus ignorantes y confiados visitantes a su perdición. El enigmático ser vestido en su totalidad con oscuros ropajes se movió silenciosamente mezclándose en la multitud bajo el regazo de una cálida noche. Las calles elevadas que fusionaban los enormes edificios-aguja de la ciudad cobraron un aspecto luminoso característico de las cantinas aunque sin duda Nar Shaddaa aumentaba la luz y los colores hasta puntos inimaginables e incluso molestos. Toda la multitud se movía como ganado en una misma dirección y solo se separaba del grupo para entrar en los locales de mala muerte que dominaban las plataformas elevadas. Muy pocos se atrevían a ir bajando a los niveles inferiores ya que los contrabandistas y la peor calaña de la Galaxia se encontraba en esos puntos. Lugar de asesinatos y crímenes donde solo los más fuertes o los más locos se atrevían a entrar. A medida que la figura oscura iba descendiendo por los niveles de los edificios, la cantidad de gente y luminosidad se iba reduciendo. Era como si se estuviera adentrando en un pozo donde llegaba un momento en el que la luz no podía llegar haciendo que el reino de la oscuridad imperara el lugar. El sujeto cerró los ojos lentamente y siguió caminando en dirección a lo más profundo de ese “pozo”. Pudo verlo, pudo sentirlo. A su alrededor fluía todo. Los modiclorianos iban y venían por el entorno, siendo más intensos en los seres que se ocultaban en los rincones y callejones. Ahora el tenebroso Mundo Inferior le era visible. Después de un rato de caminar sin inmutarse y de ser observado por criaturas sádicas y sedientas de sangre, se paró ante una puerta de metal. Dio dos golpes a la puerta, abriéndose inmediatamente y una vez que hubo pasado, se cerró magnéticamente.
Levantó su espada sith hacia el cielo centelleando por el crepitar de los rayos, volviendo a mirar al horizonte enemigo. Cerró los ojos y elevó la mano hacia adelante. El resto de los Sith guardaron silencio expectantes ante su más preciado caudillo, sabiendo que estaba a punto de iniciar alguno de sus extraños rituales más tenebrosos y sólo la tentativa de interferir negativamente en el proceso del mismo, generaba un temor incluso mayor que la derrota. Con voz firme, pero a la vez susurrante, sin vacilar en la pronunciación de cada una de las frases, añadió: -Dwomutsiqsa woyunoks hadzuska koshûjontû… mwintuska hâskûjontû chwûa kintik…- Mientras decía esto, de su mano levantada empezó a concentrarse un aura de energía del Lado Oscuro que fue materializándose en humo negro que se movía incontrolable en la palma de su mano. Cuando hubo acabado, la masa de humo describió un arco hasta el suelo a dos metros de distancia. Desde ahí, se dividió primero en dos y luego esas dos a su vez en otras dos manchas negras en el suelo. Segundos más tarde, a partir de esas extrañas manchas negras, emergió más humo en dirección vertical formando unas figuras amorfas de la altura de un humano pero que poco a poco fueron adoptando forma de soldados sith, con la particularidad que eran totalmente oscuros y su masa en ocasiones temblaba en distintas zonas aleatoriamente debido al humo que los conformaban. Abriendo los ojos pudo ver sus creaciones y sonrió con satisfacción. El resto de soldados a su espalda sorprendidos ante tal extraño suceso que se escapaba de su comprensión, supieron entonces que la ventaja ahora estaba de su lado. Podían sentir por algún modo, que la balanza en la batalla se había tornado.
Kythmnr avanzó unos pasos situándose en el centro de las cuatro figuras negras. Miró a ambos lados a la vez que los guerreros de masa humeante asentían con la cabeza al cruzarse su mirada con la de ellos. Después de unos segundos mirando al horizonte enemigo, el Imperio Infinito de los Rakata, empezó a caminar. Al principio dio una serie de pasos a un ritmo lento mientras las cuatro figuras lo seguían a ambos lados, al ver eso, el ejército sith comenzó a moverse. Poco a poco la velocidad fue aumentando hasta que al final, Kythmnr y los demás sith corrían frenéticamente con las armas listas para la tormenta de estocadas y cortes que se produciría, sin embargo, las extrañas figuras hacían el ademán de correr pero se vislumbraba que realmente lo que hacían era moverse levitando, lo cual era bastante curioso. La distancia entre los ejércitos cada vez era menor y con cada paso de los sith se captaba la sed de sangre que les embriagaba y les consumía como si de una necesidad vital se tratase. Al fondo, en las filas enemigas, se podía palpar el miedo y el horror de ver las extrañas manifestaciones del Lado Oscuro desplazarse contra ellos y ver que cada vez estaban más próximos, hasta que finalmente el ejército Sith llegó.
Las cuatro figuras humeantes avanzaron y dieron un enorme salto desviando las miradas de los enemigos. Durante la caída, los rakata situados en primera línea, realizaron a gran velocidad, unos cortes desde su rodilla contraria a la sujecion del sable de fuerza hacia arriba hasta colocar el brazo en posición vertical apuntando con el sable hacían el cielo. Durante el recorrido del arma, la hoja se hundió en la humeante estructura corporal de los demonios de humo partiéndolos en dos y esparciéndolos por los demás rakata. En cuestión de décimas de segundo, el humo empezó a entrar por la boca y nariz de los rakata más próximos para deshacer su cuerpo desde dentro engullendo sus entrañas con un hambre feroz, para acabar saliendo por el mismo sitio y así poder atacar a otra víctima. En ocasiones envolvían al contrario desintegrando su cuerpo desde fuera, o incluso, mediante un apéndice indetectable, solidificaban un sable negro y lo hundían en la carne rakata.
Sith embistiendo a los Rakata.
Apenas un segundo después, los Sith embistieron. Kythmnr para dejar constancia de su poder, envolvió su espada Sith con aun más rayos enviados desde su mano izquierda y entonces lanzó un tajo que resonó como el estruendo de una tormenta enviando a los enemigos cercanos despedidos como muñecos mientras que algunos de los rayos de la espada ahora en sus cuerpos fluían. La batalla fue un autentico caos minutos después. Ambos ejércitos ahora mezclados combatían unos por la conquista y otros por la liberación. Se podría prever cual causa era la más justa para la victoria, sin embargo, a la hora de la verdad, la sed de sangre que mostraban los Sith no eran comparables a la voluntad de conquista de los rakata. Estos últimos buscaban someter a los rivales, pero los Sith, debido a las intensas luchas en el pasado y la unificación a manos del Rey Adas, ya el expulsar a los invasores no servía. Mientras los rakata mataban y dividían los miembros de los Sith con los sables de fuerza cauterizando la carne por donde pasaba el arma, los Sith disfrutaban de cercenar al enemigo y sentir su sangre cálida en su piel al ser expulsada a borbotones del enemigo. Les hacía sentir un fervor inigualable, sentían que arrebataban la vida, que eran ejecutores de la sentencia a muerte marcada por el Rey Adas y Kythmnr y eso les acercaba al Lado Oscuro cosa que adoraban.
Después de abatir a varios enemigos más el Kissai levantó la vista al cielo y entonces supo el problema que se avecinaba. El cielo de Korriban era en su manera igual que la superficie de dicho planeta: un desierto. Improvisto de nubes y de cualquier otra manifestación natural de la atmósfera o del espacio que lo envolvía, su color era azul grisácea en toda su extensión. Así es por lo menos era como lo recordaba Kythmnr, sin embargo, en ese momento, divisó varias de las enormes naves de los Rakata, con su extraña tecnología del Lado Oscuro, disparando sobre el campo de batalla dejando claro que daba igual si los guerreros Rakata morían, el objetivo era someter a los sith. Durante un unos segundos, el Kissai pensó que todo se había acabado, que no había posibilidad para la victoria, pero se equivocó. De pronto la flota sith comandada por el Rey Adas apareció rodeando al enemigo y desplegando sus naves de combate que salían centelleantes de sus hangares. Sólo entonces el juego de luces comenzó. Un juego de láser y explosiones inundó el cielo como nunca antes se había visto y por cada nave que caía en combate, sus restos metálicos llovían sobre la superficie de Korriban y sobre los combatientes de la misma. Un poco de infortunio al estar colocado en un mal sitio en un mal momento y la vida podría escapársele como el agua se escapa de las manos cansadas de un anciano fluyendo sin parar.
Tropas del ejercito Sith en el campo de batalla mientras caen trozos de naves.
Kythmnr restándole importancia a los sucesos que se acontecían en el cielo, continuó con su encarnizada lucha por el honor y la liberación de su raza en la superficie. La sangre de sus enemigos sobre su piel era camuflada por la piel rojiza de su cuerpo aunque eso no impedía que sintiera una emoción y cataclismo importante al sentir esa sustancia ajena en su cuerpo. Hacía tiempo que los demonios de humo se habían disipado, al igual que más de las terceras partes de ambos ejercitos que luchaban danzando entre los enormes bloques de metal y cortosis que caian del cielo. El cansancio se extendía como una plaga en todos los seres y aun más en el poderoso Kissai que se había empleado a fondo en sus rituales y en extender la inigualable meditación de batalla, por un lado, acrecentando la confianza, fuerza y valor de sus tropas y por el otro, disminuyendo la de los rakata e infundiendo el caos en sus mentes. Si hubiese dispuesto de una cámara de meditación podría haber hecho esto sin problema alguno, pero este no era el caso. Si además se le suma el combatir durante horas manteniendo la mente dividida el resultado es más que obvio. Él lo sabía, pero se arriesgó a ello y producto de esto no fue capaz de advertir que una enorme placa de uno de los acorazados caía del cielo y él se encontraba en su trayectoria. Kythmnr respirando profundamente entonces se dio cuenta de que algo le decía que iba mal. La voluntad de la Fuerza hizo que elevase la mirada de nuevo y entonces vio el peligro. Desafortunadamente ya era tarde, sin tiempo para reaccionar, varias toneladas de acero cayeron sobre su cuerpo...
DROMUND KAAS
-Nooooo! –El grito de angustia y espanto resonó por toda la estancia sumida en la oscuridad con una velocidad vertiginosa despertando a la joven sith, que yacía a su lado, de manera tosca produciendo un sobresalto de duda y preocupación por si su compañero le había pasado algo malo, o si alguien, algún mercenario o asesino hubiese atentado contra su vida. Girándose rápidamente observó el cuerpo rojizo bañado ligeramente por una fina capa de sudor que estaba sentado en la cama con las piernas encogidas y los brazos apoyados sobre las rodillas mientras con las manos se restregaba los ojos de forma violenta, lo que la hizo sospechar que todo se reducía a una amarga y terrible pesadilla. Buscando alguna manera de acercarse a él, ayudarlo y darle consuelo, elevó su mano para apoyarla en su hombro sin embargo cuando apenas les separaba unos centímetros, el cuerpo del pura sangre sith se levantó ágilmente colocándose su túnica sobre la cintura y saliendo a la terraza dejándola sola en la habitación. Ella sufría una fuerte atracción de acercamiento sobre el que era su compañero. Él la había sacado de las frías y lúgubres calles de Nar Shaddaa cuando solo era una niña y él apenas solo un acólito al servicio de otra Orden Sith desaparecida. Es cierto que ella sentía que le debía la vida, entonces, ¿sería eso el motivo por el cual sentía tanta atracción por él? ¿Estaría todo reducido a un agradecimiento por haberla salvado de las garras de los Hutt? No. Ella verdaderamente estaba enamorada del Sith. Habían pasado años juntos y desde el momento en el que la salvó ya sentía una gran admiración por él, sin embargo, con el paso de los días años ella empezó a sustituir esa admiración por cariño y deseo de pasar mucho tiempo a su lado. Finalmente cuando él se convirtió en Maestro, la escogió de aprendiz. Solo era cuestión de tiempo que acabasen compartiendo habitación en la Ciudadela del Hechicero entregada directamente por el Emperador. A pesar de la confianza que tenían y la fidelidad que se profesaban, la joven sith seguía respetando mucho a su compañero sin olvidar que él, dentro del Imperio y la Orden Sith seguía estando por encima de ella. Mordiéndose el labio, decidió salir a la terraza. Rodeó con las sabanas su desnudo cuerpo y se puso en pie, se dirigió hacia el exterior de la habitación preguntándose si aquello que hacía estaba bien o por el contrario debía dejar al Hechicero solo. –“Él ha estado a mi lado siempre que lo he requerido, es el momento de que sea yo quien le ayude ahora.”
Avanzó unos pasos hasta situarse detrás de él. Vacilante, rodeo su cuerpo con sus brazos y apoyó su mejilla sobre su espalda pegando su cuerpo al suyo. El Hechicero no se movió lo más mínimo, es más, parecía que no le importaba. Titubeante y susurrando, ella comenzó a hablar con una voz dulce y persuasiva. – Mi Señor, ¿se encuentra bien? – Al no encontrar respuesta continuó hablando. – ¿Qué es aquello que ha conseguido arrancaros de mi lado una noche como hoy?- Era cierto la noche en la Ciudad Kaas era especial. La luna se observaba más grande que nunca y ante la construcción de la reciente Estrella de la Muerte, se podía ver quieta en el cielo como un gran ojo que vigilaba la actividad del planeta. Ese pensamiento era el que más malestar le daba a la joven, debido a que había cosas que nadie debía ver y más aun aquellas que se acontecían en la habitación más alta de la Ciudadela del Hechicero. Pero hoy curiosamente, ante la inminente llegada de uno de los Darth desaparecidos, Veek Tainted, la Ciudad había sido el centro de festejos en todas las calles y distintos niveles de la misma.
Darth Veek Tainted llegando a la Ciudad Kaas y su celebración.
Por supuesto, la joven sith y su compañero también habían celebrado este día, pero a su manera y es por ello por lo que tal privacidad era necesaria. – He visto una batalla. La batalla de mis antepasados por la búsqueda de la libertad de su planeta natal Korriban. – La joven se mantuvo en silencio escuchando a su amado mientras le explicaba su sueño. – Yo casualmente estaba viéndolo todo desde el cuerpo de uno de los Kissai de mayor renombre, la mano derecha del Rey Adas. Yo… podía… podía sentir su poder, su concentración, su pasión, su dolor, su muerte… - Ella podía notar como sus músculos se iban tensando a medida que iba hablando lo que le produjo un fuerte impulso y ganas de que terminase todo esto y volvieran a su particular celebración como hacía varias horas antes. El Hechicero debió notarlo porque se giró hasta ponerse cara a cara y sujetar su firme rostro con las manos. La luz de la Ciudad Kaas hacía que el rostro de la Dama Sith fuese más resplandeciente y bello. Su piel blanquecina con sus el largo pelo azulado junto con sus ojos amarillos le daban un toque exótico que tanto parecía gustarle a su pareja, o al menos eso mostraba el Hechicero. Acto seguido se fundieron en un largo beso húmedo, y sin saber cómo y cuándo, la Dama estaba junto a su maestro en la cama disfrutando de sus caricias y favores más carnales.
El pura sangre sith se dirigía ataviado con su armadura y ropajes largos por la Ciudadela del Hechicero sopesando el plan que tenía entre manos cuando finalmente, Murtog el Capitán de su guardia personal, apareció trayéndole las noticias que tanto necesitaba. Murtog era un humano de estatura media, corpulento y mirada recia. Tantos años al servicio de Jadus Gres, desde que se encontrara y trabajase bajo sus órdenes en el planeta indómito de Dathomir, habían hecho que el Imperial tuviese una frialdad y un corazón tan oscuro como su pelo ralo y sus ojos centelleantes. Sin duda tantos sucesos horribles como la modificación genética de varios de sus compañeros acabando en desastre, la creación de extraños cyborgs controlados por la voluntad oscura de su señor, etc habían generado que los extraños experimentos del Hechicero no fuese más que rutina para su vista y que el no cumplimiento de sus ordenes generasen un destino peor que la muerte. De todos modos, el Imperial se sentía orgulloso de servir como persona de máxima confianza dentro del escurridizo circulo del sith Gres y no estaba dispuesto a dejar de servirle a no ser que el propio Jadus le sacase del puesto y como es obvio, Murtog no le daría motivos para ello.
Después de posicionarse ante su señor y hacer el protocolario saludo imperial, esperó a recibir permiso para hablar. El Hechicero con suma tranquilidad movió la mano hacia adelante con un gesto que le sugería el poder continuar con aquello que era tan importante y que debía de ser informado.
– Mi Señor, los espías que mandó a Bespin han sido desplazados a Nar Shaddaa siguiendo rumores y dando por fin con el sujeto – añadió con firmeza Murtog sin separar la vista de los ojos de su líder, tal y como este ordenaba que se hiciese para detectar cualquier atisbo de duda. – El General Kharn Biszor está de incógnito haciendo tratos secretos con varios Hutt del Sector 67.
– Esto complica un poco las cosas, sin embargo el haber encontrado al desaparecido General ya es un avance bastante importante. – comentó el Hechicero con cierta satisfacción en sus palabras. – Ya sabes cuál es el siguiente paso, reúnete con Xezor Naeblis y a mi aprendiz Sight Ankh. Después viajad a Korriban con el Crucero Imperial y las máquinas. En las coordenadas marcadas iniciad las excavaciones hasta dar con los restos. Una vez halléis lo que buscamos, infórmame. Yo iré personalmente a Nar Shaddaa como hiciese antaño.
– Si mi señor como usted ordene. – dijo el Jefe de Seguridad agachando levemente la cabeza y marchándose con suma rapidez por donde había venido para cumplir los planes. Murtog sabía cuando se daban por finalizadas conversaciones con su superior, que con el paso del tiempo había empezado a ahorrar cada vez más palabras.
Una vez estuvo solo, el pura sangre sith se dirigió a uno de sus salones más iluminados de la Ciudadela y asomándose por uno de los ventanales pudo ver la zona comercial de la Ciudad Kaas desde lo lejos. Sin duda el Imperio Sith había prosperado con el nombramiento del Emperador Therion y el enorme movimiento de naves y mercaderes externos del planeta era una prueba de ello. En ocasiones estos mercaderes, reacios a pagar los elevados impuestos a la República para cubrir los agujeros económicos y tener fondos suficientes para la Segunda Gran Guerra Hiperespacial, habían decidido que la mejor forma de sacar mayor rentabilidad a sus actividades comerciales era la de unirse con el enemigo. El Imperio a pesar de las fuertes medidas contra cualquier ser ajeno a Dromund Kaas, delegaba a los comerciantes el tercer status o jerarquía, solo superado por los ciudadanos de la Ciudad Kaas y los soldados de la misma. El clima del planeta seguía igual, enormes rayos caían del oscuro cielo nublado de la ciudad ocultando cualquier atisbo de luz en el planeta. El recién nombrado Hechicero lo prefería así. Después de sopesar y divagar sobre el futuro del Imperio Sith, se desplomó en su escritorio a leer sus estudios pasados y métodos complejos de Alquimia y Magia Sith. Varias horas después habiendo perdido la noción del tiempo, recogió el libro, se dirigió a su habitación y preparó sus cosas para el viaje a Nar Shaddaa.
NAR SHADDAA
-Nar Shaddaa, la “Ciudad Vertical” o “Luna de los Contrabandistas, la Corruscant oscura de la Galaxia. Enormes construcciones se levantan como agujas hacia el cielo. A primera vista se podría pensar que este lugar es muy avanzado y civilizado, pero quien piense esto se equivoca. Las viejas construcciones y puertos además de sus zonas inferiores peligrosas, las mafias que ahí imperan, caza-recompensas y la comercialización de armas, productos tóxicos, etc. sin duda hacen de Nar Shaddaa un sitio interesantemente “atractivo”. En cua… … punt… int… m... cercanos… *error, cierre de sistema*
¿Nar Shaddaa interesantemente atractivo? Atractivo para los seres sin escrúpulos será o para aquellos que ostentan el poder en alguna corporación mafiosa de renombre. Estos droides inútiles no saben que inventarse para cautivar a sus ignorantes y confiados visitantes a su perdición. El enigmático ser vestido en su totalidad con oscuros ropajes se movió silenciosamente mezclándose en la multitud bajo el regazo de una cálida noche. Las calles elevadas que fusionaban los enormes edificios-aguja de la ciudad cobraron un aspecto luminoso característico de las cantinas aunque sin duda Nar Shaddaa aumentaba la luz y los colores hasta puntos inimaginables e incluso molestos. Toda la multitud se movía como ganado en una misma dirección y solo se separaba del grupo para entrar en los locales de mala muerte que dominaban las plataformas elevadas. Muy pocos se atrevían a ir bajando a los niveles inferiores ya que los contrabandistas y la peor calaña de la Galaxia se encontraba en esos puntos. Lugar de asesinatos y crímenes donde solo los más fuertes o los más locos se atrevían a entrar. A medida que la figura oscura iba descendiendo por los niveles de los edificios, la cantidad de gente y luminosidad se iba reduciendo. Era como si se estuviera adentrando en un pozo donde llegaba un momento en el que la luz no podía llegar haciendo que el reino de la oscuridad imperara el lugar. El sujeto cerró los ojos lentamente y siguió caminando en dirección a lo más profundo de ese “pozo”. Pudo verlo, pudo sentirlo. A su alrededor fluía todo. Los modiclorianos iban y venían por el entorno, siendo más intensos en los seres que se ocultaban en los rincones y callejones. Ahora el tenebroso Mundo Inferior le era visible. Después de un rato de caminar sin inmutarse y de ser observado por criaturas sádicas y sedientas de sangre, se paró ante una puerta de metal. Dio dos golpes a la puerta, abriéndose inmediatamente y una vez que hubo pasado, se cerró magnéticamente.
Continuará...
Kythmnr- Mensajes : 2972
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Re: [Novela] Sueños de Kythmnr.
Espacio reservado para la historia.
Kythmnr- Mensajes : 2972
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Re: [Novela] Sueños de Kythmnr.
Espacio reservado para la historia.
Kythmnr- Mensajes : 2972
Fecha de inscripción : 15/01/2012
Localización : Desconocido.
Re: [Novela] Sueños de Kythmnr.
Triple post...............
Suerte igual...
Suerte igual...
Trakus- Mensajes : 1609
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Localización : ---
Re: [Novela] Sueños de Kythmnr.
Este roleo me suena haberlo leído antes.
Buen roleo.
Buen roleo.
Sex Pistols- Mensajes : 145
Fecha de inscripción : 27/07/2014
Edad : 26
Re: [Novela] Sueños de Kythmnr.
Gatillazo escribió:Este roleo me suena haberlo leído antes.
Buen roleo.
Te suena porque este roleo lo he vuelto a subir para poder terminarlo y el otro post lo mandé a la trituradora.
Kythmnr- Mensajes : 2972
Fecha de inscripción : 15/01/2012
Localización : Desconocido.
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