[Roleo de Dxun] Purga, Dolor y Herejía
2 participantes
Habbo Wars :: OOC :: Desechos :: ZONA IC :: Mesa de Rol :: Historias
Página 1 de 1.
[Roleo de Dxun] Purga, Dolor y Herejía
Días antes del Comunicado de Mand'alor...
Era un día agitado en la luna selvática conocida como Dxun, la base mandaloriana encubierta bajo las copas de los árboles y construida en roca pura, mantenía gran actividad. El porqué de esto era el anuncio del regreso de los ya creídos desaparecidos Yuuzhan Vong. Según las noticias que corrían a gran velocidad a través de la HoloRed, estas criaturas habían vuelto y asediaban con sus bestias orgánicas al Núcleo Profundo. El primer mundo en caer fue Coruscant, donde la República Galáctica oponía gran resistencia defendiendo su planeta sede. Mucho más no se supo, puesto que las comunicaciones con dicho sector cayeron casi de forma instantánea. Más de la mitad de la galaxia permanecía en un estado de consternación total, un exceso de interrogantes inundaban cada rincón, interrogantes que encontraban escasas respuestas. Lo único seguro era que se debía hacer algo pronto. Gracias a las guerras pasadas ya sabíamos contra qué se enfrentaba la galaxia, por lo que nadie dudaría ni un segundo en tomar las armas para defender cada uno de nuestros preciados mundos y su gente. Claro, es lo que yo supondría que se haría, pero no es así como pensaba mí pueblo, ni sus dirigentes.
—Esta guerra no es nuestro problema —Declaró, Mand’alor, nuestra suprema líder.
—Coincido con Mand’alor. Sea, como sea no es nuestro asunto —El otro en exponer su opinión era Krayben Fett, el consejero de Mand’alor.
—Pero ¿acaso no lo entienden? —Era más que obvio que para mí era bastante ilógico el poco sentido que tenía cada declaración que se lanzaba— ¡si pudieron invadir Coruscant, podrán hacer lo mismo con Mandalore, Onderon, Ordo y todo nuestro sector!
—La capital de la República no es nuestro problema.
—Nuestros enemigos son los jetiise. Además, míralo desde este ángulo, mientras ellos luchan contra los vongense, nosotros nos haremos más fuertes, ellos más débiles y serán nuestros —Krayben siempre intentaba utilizar cualquier oportunidad que nos aventajase frente a los demás, pero esta era una situación diferente. Estábamos enfrentando la aniquilación.
—¿Y luego qué? ¿firmarán un tratado de paz con los vongense, para que nos ataquen por la espalda como hace décadas? —Antaño, cercano a un siglo ya, en la primera gran invasión de los vongense, nuestro planeta Mandalore junto con otros más fueron atacados sin piedad alguna. Gracias a la valentía de nuestra gente, se repelieron las hordas invasoras, sin embargo, aquellos mundos dan testimonio de todo lo que sucedió a través de las cicatrices que perduran hasta hoy.
—No. Nos retiraremos a nuestro sector. No irán por nosotros si no los provocamos. Ese fue el error de los jetiise, provocarlos.
—Mand’alor, es una invasión, una invasión a la galaxia entera. No es la primera vez que lo intentan.
—Ya he hablado, Kronus. No arriesgaré a mí pueblo lanzándolos a una matanza —Esa matanza de la que hablaba, tarde o temprano llegaría a nuestra gente, lo quisieran o no los mismísimos dioses.
—Entonces ¿prefiere quedarse aquí o en Mandalore, cruzada de brazos hasta que ellos toquen a nuestra puerta?
—Retírese, Sumo Inquisidor —Ordenó Mand’alor, sin querer más justificaciones de mi parte.
—Esto es inaudito —No podía soportar tanta indiferencia—. No estaré sentado sin hacer nada, mientras esos repugnantes seres estén allá afuera, devorando mundo por mundo hasta llegar a nuestro sector.
—¿Y qué harás? ¿enfrentarlos tú solo? ¿aliarte con los darjetiise y el Imperio? o ¿caerías en tal desesperación como para ir corriendo e hincarte de rodillas ante los jetiise y su República? —Bramó Krayben.
—Todo sea por salvar a los mandalorianos. Además, alguien debe sacar a los mandalorianos que están muriendo en el Núcleo. En Coruscant y en otros mundos, si no los rescatan ustedes, lo haré yo.
Ninguno dijo una palabra más, el silencio se adueñó de la sala así que era momento de irme. Salir de aquella tensa reunión me dio un leve respiro, aunque permenacía con la cabeza nublada por la impotencia. Llevábamos alrededor de una hora entera debatiendo el futuro de nuestro pueblo, la Cámara del Consejo estaba inundada de pensamientos que se anteponían y contraponían los unos a los otros. Y lo peor es que en cada pasillo del recinto se llevaba a cabo la misma discusión, mientras las pantallas de la HoloRed se cargaban con sagaces noticias pasadas y especulaciones, pero nada actual, cero, oclusión total. Discusión tras discusión, persona tras persona, grupo tas grupo, todos ululando, ocultando su desespero mientras sus ojos reflejaban el miedo que les corroía sus agitados corazones. Lo mejor era salir y despejarme de todo aquello.
De camino a mi cámara, alguien me detuvo tomándome del brazo. Alguien que no me esperaba interrumpió mi paso, se trataba de mi aprendiz Khaine. Si bien le llevo aprecio a aquel chico, no era el momento más idóneo para cargar con su un tanto peculiar forma de ser. No obstante, su rostro parecía calmado, particularmente enseriado, cosa por demás extraña.
—¿Qué estás pensando hacer? —Curioseó soltándome una fría mirada.
—¿Eh? —No encontré respuesta inmediata, él siempre aparecía en los momentos más inoportunos— ¿Por qué piensas que haré algo?
—He aprendido a identificar ciertos aspectos de ti —Una declaración algo inquietante, lo admito, pero era de esperarse después del tiempo que llevaba siendo su tutor—. Piensas ir a la guerra ¿no?
—Me estabas siguiendo, bien —Quizá de entre tanto barullo y mi cerebro ocupado, no me diera cuenta de que lo llevaba cerca—. Es algo que no te concierne.
—¡A todos nos concierne! lo que hacemos tiene consecuencias para los demás. Tú me enseñaste eso —En efecto lo hice, y ahora ponía dichas palabras en mí contra. Odiaba eso.
—Pues, este no es el caso. Igualmente Mand’alor ya me ha dejado bastante en claro que no entraremos en el conflicto.
—Desde cuándo habíamos pasado a ser tan pasivos y benevolentes con nosotros mismos —Eso era algo que llevaba tiempo preguntándome— ¡Somos mandalorianos! ya hemos vencido a los vongense en eras pasadas.
—Ciertamente. Pero nuestra líder ha hablado.
—Pues que le den —Khaine nunca ha gozado de ese respeto por sus superiores, ni siquiera Mand’alor, logrando sacar a cualquiera de sus límites. Pero gracias al tiempo que llevo conociéndolo, me es usual e incluso podría afirmar que lo he malacostumbrado. Cosa que no se espera de un inquisidor.
—Cuidado con tus palabras chico, recuerda con quién hablas. Podría enjuiciarte ahora mismo por insultar a tu líder.
—No me vengas con eso. Quiero ir contigo —Soltó de repente.
—¿Ir conmigo, a dónde?
—A lo que sea que tengas planeado, no puedes dejarme aquí con este montón de gente discutiendo por doquier y escondiéndose como cachorros asustados. Quiero hacer algo más, quiero derrotar a esos vongense con mis propias manos —Era hasta gracioso escucharlo, ya que él nunca ha sido muy bueno en combate, pero su espíritu siempre le ha superado en creces a muchos.
—Nunca he podido librarme de ti, no sé porque accedí a ser tu tutor.
—Al punto.
—Vale, espérame en el hangar al anochecer. Prepara tus equipos y armas. Que nadie te vea y por favor, no le digas a nadie.
—Está bien, descuida. Pero ¿qué es exactamente lo que tienes planeado hacer?
—Darle una motivación a mí pueblo.
Era un día agitado en la luna selvática conocida como Dxun, la base mandaloriana encubierta bajo las copas de los árboles y construida en roca pura, mantenía gran actividad. El porqué de esto era el anuncio del regreso de los ya creídos desaparecidos Yuuzhan Vong. Según las noticias que corrían a gran velocidad a través de la HoloRed, estas criaturas habían vuelto y asediaban con sus bestias orgánicas al Núcleo Profundo. El primer mundo en caer fue Coruscant, donde la República Galáctica oponía gran resistencia defendiendo su planeta sede. Mucho más no se supo, puesto que las comunicaciones con dicho sector cayeron casi de forma instantánea. Más de la mitad de la galaxia permanecía en un estado de consternación total, un exceso de interrogantes inundaban cada rincón, interrogantes que encontraban escasas respuestas. Lo único seguro era que se debía hacer algo pronto. Gracias a las guerras pasadas ya sabíamos contra qué se enfrentaba la galaxia, por lo que nadie dudaría ni un segundo en tomar las armas para defender cada uno de nuestros preciados mundos y su gente. Claro, es lo que yo supondría que se haría, pero no es así como pensaba mí pueblo, ni sus dirigentes.
—Esta guerra no es nuestro problema —Declaró, Mand’alor, nuestra suprema líder.
—Coincido con Mand’alor. Sea, como sea no es nuestro asunto —El otro en exponer su opinión era Krayben Fett, el consejero de Mand’alor.
—Pero ¿acaso no lo entienden? —Era más que obvio que para mí era bastante ilógico el poco sentido que tenía cada declaración que se lanzaba— ¡si pudieron invadir Coruscant, podrán hacer lo mismo con Mandalore, Onderon, Ordo y todo nuestro sector!
—La capital de la República no es nuestro problema.
—Nuestros enemigos son los jetiise. Además, míralo desde este ángulo, mientras ellos luchan contra los vongense, nosotros nos haremos más fuertes, ellos más débiles y serán nuestros —Krayben siempre intentaba utilizar cualquier oportunidad que nos aventajase frente a los demás, pero esta era una situación diferente. Estábamos enfrentando la aniquilación.
—¿Y luego qué? ¿firmarán un tratado de paz con los vongense, para que nos ataquen por la espalda como hace décadas? —Antaño, cercano a un siglo ya, en la primera gran invasión de los vongense, nuestro planeta Mandalore junto con otros más fueron atacados sin piedad alguna. Gracias a la valentía de nuestra gente, se repelieron las hordas invasoras, sin embargo, aquellos mundos dan testimonio de todo lo que sucedió a través de las cicatrices que perduran hasta hoy.
—No. Nos retiraremos a nuestro sector. No irán por nosotros si no los provocamos. Ese fue el error de los jetiise, provocarlos.
—Mand’alor, es una invasión, una invasión a la galaxia entera. No es la primera vez que lo intentan.
—Ya he hablado, Kronus. No arriesgaré a mí pueblo lanzándolos a una matanza —Esa matanza de la que hablaba, tarde o temprano llegaría a nuestra gente, lo quisieran o no los mismísimos dioses.
—Entonces ¿prefiere quedarse aquí o en Mandalore, cruzada de brazos hasta que ellos toquen a nuestra puerta?
—Retírese, Sumo Inquisidor —Ordenó Mand’alor, sin querer más justificaciones de mi parte.
—Esto es inaudito —No podía soportar tanta indiferencia—. No estaré sentado sin hacer nada, mientras esos repugnantes seres estén allá afuera, devorando mundo por mundo hasta llegar a nuestro sector.
—¿Y qué harás? ¿enfrentarlos tú solo? ¿aliarte con los darjetiise y el Imperio? o ¿caerías en tal desesperación como para ir corriendo e hincarte de rodillas ante los jetiise y su República? —Bramó Krayben.
—Todo sea por salvar a los mandalorianos. Además, alguien debe sacar a los mandalorianos que están muriendo en el Núcleo. En Coruscant y en otros mundos, si no los rescatan ustedes, lo haré yo.
Ninguno dijo una palabra más, el silencio se adueñó de la sala así que era momento de irme. Salir de aquella tensa reunión me dio un leve respiro, aunque permenacía con la cabeza nublada por la impotencia. Llevábamos alrededor de una hora entera debatiendo el futuro de nuestro pueblo, la Cámara del Consejo estaba inundada de pensamientos que se anteponían y contraponían los unos a los otros. Y lo peor es que en cada pasillo del recinto se llevaba a cabo la misma discusión, mientras las pantallas de la HoloRed se cargaban con sagaces noticias pasadas y especulaciones, pero nada actual, cero, oclusión total. Discusión tras discusión, persona tras persona, grupo tas grupo, todos ululando, ocultando su desespero mientras sus ojos reflejaban el miedo que les corroía sus agitados corazones. Lo mejor era salir y despejarme de todo aquello.
De camino a mi cámara, alguien me detuvo tomándome del brazo. Alguien que no me esperaba interrumpió mi paso, se trataba de mi aprendiz Khaine. Si bien le llevo aprecio a aquel chico, no era el momento más idóneo para cargar con su un tanto peculiar forma de ser. No obstante, su rostro parecía calmado, particularmente enseriado, cosa por demás extraña.
—¿Qué estás pensando hacer? —Curioseó soltándome una fría mirada.
—¿Eh? —No encontré respuesta inmediata, él siempre aparecía en los momentos más inoportunos— ¿Por qué piensas que haré algo?
—He aprendido a identificar ciertos aspectos de ti —Una declaración algo inquietante, lo admito, pero era de esperarse después del tiempo que llevaba siendo su tutor—. Piensas ir a la guerra ¿no?
—Me estabas siguiendo, bien —Quizá de entre tanto barullo y mi cerebro ocupado, no me diera cuenta de que lo llevaba cerca—. Es algo que no te concierne.
—¡A todos nos concierne! lo que hacemos tiene consecuencias para los demás. Tú me enseñaste eso —En efecto lo hice, y ahora ponía dichas palabras en mí contra. Odiaba eso.
—Pues, este no es el caso. Igualmente Mand’alor ya me ha dejado bastante en claro que no entraremos en el conflicto.
—Desde cuándo habíamos pasado a ser tan pasivos y benevolentes con nosotros mismos —Eso era algo que llevaba tiempo preguntándome— ¡Somos mandalorianos! ya hemos vencido a los vongense en eras pasadas.
—Ciertamente. Pero nuestra líder ha hablado.
—Pues que le den —Khaine nunca ha gozado de ese respeto por sus superiores, ni siquiera Mand’alor, logrando sacar a cualquiera de sus límites. Pero gracias al tiempo que llevo conociéndolo, me es usual e incluso podría afirmar que lo he malacostumbrado. Cosa que no se espera de un inquisidor.
—Cuidado con tus palabras chico, recuerda con quién hablas. Podría enjuiciarte ahora mismo por insultar a tu líder.
—No me vengas con eso. Quiero ir contigo —Soltó de repente.
—¿Ir conmigo, a dónde?
—A lo que sea que tengas planeado, no puedes dejarme aquí con este montón de gente discutiendo por doquier y escondiéndose como cachorros asustados. Quiero hacer algo más, quiero derrotar a esos vongense con mis propias manos —Era hasta gracioso escucharlo, ya que él nunca ha sido muy bueno en combate, pero su espíritu siempre le ha superado en creces a muchos.
—Nunca he podido librarme de ti, no sé porque accedí a ser tu tutor.
—Al punto.
—Vale, espérame en el hangar al anochecer. Prepara tus equipos y armas. Que nadie te vea y por favor, no le digas a nadie.
—Está bien, descuida. Pero ¿qué es exactamente lo que tienes planeado hacer?
—Darle una motivación a mí pueblo.
Re: [Roleo de Dxun] Purga, Dolor y Herejía
(Y) Like, compartir me gusta.
Seth Skirata- Mensajes : 1012
Fecha de inscripción : 16/12/2012
Temas similares
» [Roleo de Korriban VII] Traición hacia la Herejía
» [Roleo + Obtención] ¿Herejía?.. Seguir mis creencias [Votación]
» [Roleo Groth] Siente mi dolor.
» [Roleo Yuuzhan'Tar] "El abrazo del dolor"
» [Roleo Escrito]Sufrimiento, dolor, ira. [Satella]
» [Roleo + Obtención] ¿Herejía?.. Seguir mis creencias [Votación]
» [Roleo Groth] Siente mi dolor.
» [Roleo Yuuzhan'Tar] "El abrazo del dolor"
» [Roleo Escrito]Sufrimiento, dolor, ira. [Satella]
Habbo Wars :: OOC :: Desechos :: ZONA IC :: Mesa de Rol :: Historias
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.