[Roleo de Bancroft] Un nuevo Mandalore

Dxun. Entre sus inmensas junglas, esconde un recuerdo... una llama que todavía no se ha apagado, y que sueña con algún día resurgir de las cenizas que un día la consumieron. Los sueños, los propósitos, las ideas de todos aquellos mandalorianos que un día se asentaron en Dxun se han perdido a manos de... ¿quién? ¿Realmente podemos culpar a alguien? ¿O sólo fue por vicisitudes del destino por lo que estos guerreros se vieron condenados al exilio y al olvido? En cualquier caso, eso ya no importa.







-Sé que llevo mucho tiempo desaparecido.

Ambos se mantuvieron en silencio unos segundos. Vancroft dudaba.

-¿Y bien?-inició Krayben- No creo que hayas venido sólo a saludar.

-No. He venido a hablar sobre los mandalorianos. Su situación actual es decadente. He reunido a un grupo de personas que tal vez podrían ser los nuevos...

-No, Vancroft-cortó el Mandalore- Llevo sopesando esa idea muchos meses, y mi respuesta es no.

-Pero señor, usted...

-Sé lo que os he dicho en el pasado, como también sé que el sabio cambia de opinión. Los mandalorianos marcaron una época en esta galaxia, es hora de que su espíritu descanse y sea recordado a través del tiempo.

-No puedo permitir que deje caer a una raza sólo porque se haya cansado de la vida, Mandalore.

Vancroft se puso en pie. Krayben se tomó eso como una falta de respeto y apretó los dientes bajo su armadura.

-Arrodíllate.

-No.

Eso lo enfureció mucho. El Mandalore se puso en pie, llevando su mano izquierda a su arma, y extendió la derecha con el dedo índice por delante hacia su soldado.

-Márchate ahora o lo pagarás con tu vida. No voy a dejar que manches el nombre de nuestros antepasados con la sucia sangre de unos desertores.

Vancroft apretó los puños, dispuesto a todo.

-Krayben, he dedicado mi vida al entrenamiento y entregado mi tiempo al alzamiento de un Imperio Mandaloriano. He luchado por los que lucharon por mí. He visto caer en batalla y morir defendiendo nuestro nombre a seres queridos y amigos. Es hora de que sus voces también tengan voto aquí.

Krayben sacó su arma de la funda. ¿En qué estaba pensando ese loco? Desde su punto de vista, había asumido que los mandalorianos ya no tenían un lugar en el mundo. En ningún mundo.

Pero Vancroft no. Tenía el ímpetu de un huracán, y sabía que quería hacer renacer a su raza. Volver a defender su bandera. Quería que los mandalorianos empezasen a ser conocidos como un grupo de soldados que jamás se rindió a pesar de las consecuencias de sus errores. Siempre se levantaron, y siempre se levantarán.

La batalla comenzó con un disparo por parte del Mandalore. Vancroft activó su jetpack y voló hacia un lado, esquivándolo. Él no quiso ser menos, por lo que disparó rápidamente contra Krayben, pero éste ya estaba previsto y lo esquivó también.

No había una superioridad clara en toda la batalla. Ambos se tiraban granadas, minicohetes, y todo tipo de artilugios que portaban encima. Después de varios minutos sin que ninguno de los combatientes recibiese un daño importante, ambos decidieron que era hora de acabar aquello como soldados de verdad.

Vancroft dejó caer sus armas al suelo y sacó su Cortossis. Krayben hizo exactamente lo mismo.

Corrieron el uno contra el otro, gritando, vomitando desde sus cuerdas vocales toda la ira y la rabia contenida desde hacía años. Vancroft sabía que aquella batalla iba a marcar un antes y un después en el Imperio Mandaloriano. Para bien o para mal, iba a hacerlo. En sus ojos se apreciaba la furia con la que los caídos en batalla expresaban su descontento y le daban fuerzas para contribuir al renacimiento del Imperio.

Krayben, por otro lado, no tenía nada por lo que luchar. Sólo por su vida, pero eso no era suficiente. Veía en el rostro de Vancroft a un soldado muy valioso, un joven guerrero que daría su vida por los mandalorianos... pero no consideraba suficiente.

Aun así, no siempre el espíritu es más que la experiencia. Vancroft recibió una herida importante en el costado. Krayben sintió la hoja de la Cortossis de su adversario rozar su armadura, y, aunque lo dañó, no fue suficiente como para tirarlo al suelo.
Vancroft gritó de rabia. No sentía dolor en sus carnes, sentía dolor en su alma. Sentía que con aquella herida no sólo había caído al suelo él, sino todos sus antepasados. Todos aquellos que, de un modo u otro, depositaban en él una confianza innata.

Krayben se giró hacia él y lo agarró del cuello, dispuesto a separarle la cabeza del cuerpo. Antes, quiso dedicarle unas palabras.

-Me recuerdas a mí de joven, Vancroft. Estás al borde de la muerte y lo único que no perece de ti es ese brillo en tus ojos...

El Mandalore elevó su Cortossis y la dirigó directamente hacia el cuello de su oponente. Vancroft pensó que era su final. Pensó que ahí se acababa su vida. Pensó que había luchado... pero no había dado la talla.

Segundos después abrió los ojos y se vio sujetando el mango del arma con la que pretendían acabar con su vida.

No sabía cómo lo había hecho. No sabía de dónde había sacado fuerzas. Lo único que sabía es que su interior ardía, ardía de rabia. Ardía con la motivación suficiente como para soportar aquello y más. Ardía con suficiente energía como para volver a levantarse a pesar de la herida, del cansancio...

Krayben titubeó. Sintió miedo. Pensó que aquel hombre era un cadáver, pero no. No tomó la mano a la muerte, le apartó la mirada y se aferró a la vida con brazos, piernas y dientes. No iba a morir. Aún no.

Vancroft articuló las últimas palabras que escucharía Krayben.

-No puedo morir... tengo un Imperio que levantar, Mandalore.

Y hasta ahí llegaron. Hasta el momento en el que la hoja de la Cortossis de Krayben cambió de dirección y tomó rumbo al cuello de su propio portador.

---

---

El cuerpo inerte de Krayben cayó al suelo. Vancroft cayó junto al cuerpo.

El silencio inundó las ruinas de la antigua base mandaloriana. Sólo la lluvia caía incesante sobre aquellos viejos y parcialmente destruidos muros. Vancroft hizo acopio de todas sus fuerzas y se colocó de rodillas. En ese momento alzó la cabeza hacia el cielo encapotado y se sintió grande. Se sintió lleno de vida, a pesar de que perdía sangre por un costado. Ladeó la cabeza hacia el casco de Krayben, y sin dudarlo un instante se lo arrebató.

Lo contemplaba completamente boquiabierto. Aquello significaba que él era el nuevo Mandalore. Algo con lo que había soñado desde que no era más que un crío.

Mientras lo observaba, vio que en la parte trasera del casco había algo. Una inscripción. Estaba un tanto tapada por las marcas del tiempo, pero aun así logró leerla. En ella ponía: "becoming a leyend".

---

Vancroft esbozó una sonrisa. Abrió sus brazos, y de lo más profundo de su ser emergió un grito de rabia que tenía un significado claro: Los mandalorianos habían vuelto. Habían vuelto para recuperar su lugar en la galaxia.          

---

Netdark me dijo que podia hacer este roleo ya que el antiguo Mandalore era muy inactivo.

Está pro el roleo.

Anuncio ya desde aquí que próximamente haré el roleo en el que cambiamos nuestra Base Imperial por una mandaloriana. (Es decir, la base que hay en E.O).

Me pidió ser Mandalore porque Iván dejo Hw. Le conteste primero que no hay mandalorianos en Hw que de qué serviría. Me dijo que si de todas maneras podía hacer un roleo para ser Mandalore. Le dije que podía hacer el roleo, pero en ningún momento añadí que por hacer el roleo ya seria Mandalore. Este roleo esta sujeto a la resolución de los LDR. Si ellos no ven adecuado esto porque el roleo no es lógico, bueno etc y lo dan invalido pues nada, invalido queda.