Habbo Wars
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Mensaje por Vozher Mar Sep 17, 2013 11:00 pm

Capítulo I:



La búsqueda que había realizado por cada rincón de la academia en aquellos lejanos días no se comparaba a la de hoy, en la antigua biblioteca privada de Odacer-Faustin. Estimaba el tiempo que debía llevar allí, buscando información entre páginas, pero no lograba concentrarme en otra cosa mas que no fuese leer. Mi motivación por encontrar el paradero de lo que debía hallar era mas grande de lo que pensaban mis superiores, y durante todo ese tiempo fui demostrándolo.

Noté como la leve luz del amanecer se filtraba a través de las oscuras cortinas que pendían del techo y que tapaban los grandes ventanales. Aquellos rayos rebotaban con las ventanas de enfrente al igual que los demás, formando extrañas figuras en lo mas alto de aquel extraño salón al cual me había dedicado a explorar por espacio de horas y horas. El laberinto de estanterías con libros comenzaba a aprendérmelo, y cada página por la cual había deslizado mis ojos comenzaba a recordarla con casi exactitud. Me guié durante el periodo que estuve allí con las marcas que dejaba en la madera de las estanterías y solo eso me ayudaba a ubicarme entre medio de los cientos de corredores que aquellos libros formaban. Lentamente, la imagen de la sala de geometría imposible de aquel gigantesco castillo, comenzaba a grabarse en mi memoria.

El rato que había estado buscando en las miles de páginas llenas de sabiduría me había dejado exhausto, y deseaba estar en cualquier otro lugar que no fuese allí. No me había dado cuenta que las piernas me dolían y que fuertes dolores de cabeza me atacaban en el momento menos esperado. Me vi irritado, aburrido y cansado por todo el esfuerzo que había hecho para no hallar nada mas que palabras inservibles para ese momento. No quería permitirles el acceso a los mandalorianos que me habían ayudado a localizar la sede de la antigua academia Sith, pero esta vez me veía obligado a hacerlo.

Rehice mis pasos por el pasillo en el cual había realizado mi última inspección hasta encontrarme con la esquina de una de las estanterías en la cual había dejado la marca. Todavía seguía allí, tal cual como la había dejado hace unas horas. Me giré hacia mi lazo izquierdo, tomando un nuevo camino por entremedio de unas estanterías mas pequeñas, y en espacio de algunos segundos, ya había dejado atrás el laberinto de libros entero. Alcé la vista y pude ver los grandes pilares que sostenían el techo, pilares oscuros llenos de polvo. A través de la fuerza, abrí las grandes y pesadas puertas del portón que tenía a unos escasos metros de mi.

-Les dejo entrar únicamente porque me siento extrañamente cansado -inicié-. Como bien saben, a esta biblioteca maravillosa, muy pocos tienen acceso, y además la búsqueda que llevo a cabo es solo mía. Pero por esta vez les dejaré pasar  -finalicé, volteándome hacia los cómodos asientos en los cuales planeaba descansar-. Comiencen a buscar. Suerte.

A solas, me dejé caer sobre la silla. Dejé escapar un suspiro de cansancio y, espalda apoyada en el respaldo, eché un rápido vistazo a los mandalorianos que indagaban perdidos entre páginas. Y solo cuando posé la mirada en uno de los soldados mas cercanos al pasadizo de salida alcancé a ver, de reojo, el círculo de mandalorianos que se había formado. El gran círculo de curiosos que se agrandaba a medida que llegaban los mandalorianos se separó y el mandaloriano que había estado en el centro se me acercó a pasos rápidos. Una vez estuvo a apenas unos pasos de mi, pude ver el libro que llevaba entre ambas manos. Su portada era roja, y las letras amarillas estaban en relieve, cubiertas de polvo. Sonreí, curioso y expectante.

-¿Y eso? -pregunté, conservando la amable sonrisa que le ofrecía al mandaloriano para crear cierto aire de confianza entre ambos-.

Cogí con delicadeza el libro que el soldado me ofreció y abandoné la sonrisa al hojearlo. Al leer, balbuceé algo incomprensible y luego cerré el libro con fuerza, para luego mirar directamente a los ojos al mandaloriano.

-Si no quieres que colguemos tu cabeza, aquí mismo, dame una explicación lógica de por qué me has traído este libro -exigí mientras me levantaba de la silla, ayudándome con ambas manos-.

-Sabía que no me comprendería, caballero Ahânin, y por eso mismo he decidido planear un buen discurso para evitar que me mate. En el último capítulo de este libro -continuó mientras buscaba la página que me indicaba-, se ven varias técnicas de la fuerza que sin duda, están a su alcance. Técnicas que en algún momento ocuparon grandes usuarios de la Fuerza. En una página se habla sobre las técnicas que ocuparon algunos con los Caminantes Mentales, y hay una que... es perfecta para lo que anda buscando. No se trata de libros ni nada de eso, sino de...

Comprobé que era cierto. Los Bebedores Mentales ocupaban varias técnicas con algunos usuarios de la Fuerza, y había una en especial que me ayudaría mas que cualquiera de aquellos valiosos libros. Sin hacer mas, volví a cerrar el libro y a entregárselo al mandaloriano.

-Bien hecho -le dije, encaminándome hacia la salida-. Deja el libro donde está y regresemos a Drongar.



Capítulo II:



Advertí la mirada nerviosa del iniciado que tenía a unos metros, sentado en los asientos para los de su nivel. Sostenía por primera vez un sable láser y, a pesar de su gran disimulación, sus manos estaban temblorosas. Sin duda, era su prueba para ver si estaba listo para iniciar su camino en el Lado Oscuro como aprendiz oficial de la academia, y aquello le provocaba gotas de sudor que recorrían su rostro. Yo mantenía un simple palo de madera, pero aquello podría bastarme para derrotarlo.

El llamado del maestro retumbó el pequeño salón en el que nos encontrábamos. Por primera vez, mas de un maestro y dos lores habían asistido a mirar.

-¿Preparado? -murmuré, blandiendo el palo con una de mis manos-.

Lo que tenía en mente y ejecutaba en el momento era demasiado notorio, y los maestros no dudaron en llamarme la atención en mas de una vez. En la mayoría de las veces, no peleaba demasiado bien en ocasiones así, y mis superiores no se cansaban de repetírmelo todas las veces que fueran necesarias.

Esquivé una estocada del seguidor que había intentado atravesarme por el estómago. Me moví hacia su lado y en un golpe certero, logré asestarle una patada en la cadera. Aprovechando su desequilibrio, me moví mucho mas rápido hacia su otro lado y pateé su pierna con la cual apenas se sostenía. Le permití levantarse alejándome unos pasos de su posición. Me giré en el momento exacto. Intentaba cortarme la cabeza cuando me agaché y esquivé casi de milagro su corte. Aún agachado, aproveché el momento para subir el palo hacia su cuello y posar la punta en su nuez, amenazando con darle una simple estocada que bastaría para dejarlo sin respiración.

-Basta -dijo uno de los lores con la voz suficientemente alta para parecer un grito-. Iniciado, sígame.

Se retiró del salón con rapidez, seguido del iniciado que debía sorprender en la prueba teórica si es que quería pasar. Mientras tanto, dejé el palo donde estaba y salí de la pequeña sala desnuda, esperando no encontrarme con nadie en el camino. El gran pasillo iluminado por las lámparas que colgaban del techo yacía desierto, con todas las puertas cerradas, excepto una. Aquella puerta conectaba directamente a la superficie, en un pasadizo secreto al cual muy pocos tenían acceso. Primero, me pregunté que pasaría si me pillaran con las manos en la masa, a un paso de entrar. Arrepentido, me di media vuelta, pero la curiosidad pudo conmigo. Volví a girarme y entré rápidamente.

La superficie seguía igual de verdosa como los anteriores días. El sol se había derramado entre las montañas, reflejándose en algunos lagos y provocando verdaderos paisajes. Mas allá, se encontraban los primeros árboles, y aún mas atrás, se formaban las cálidas y espesas selvas que caracterizaban a Drongar. El viento corría, pero esta vez no era molesto. Era un buen día. Abrí la gran puerta metálica a la cual solo se podía llegar a través de una pequeña escalera de piedra y salí hacia el exterior. Desde aquel lugar, todavía se alcanzaban a ver las grandes torres, muros y portones de la fortaleza.

Me encontré, tras varios minutos de caminar en un sendero desierto, solitario en un gran campo que se extendía un centenar de metros mas allá. Me senté en el suelo, con las piernas cruzadas y mis manos descansando en mis muslos, dándole la espalda a los últimos árboles que todavía alcanzaban a verse a pesar de la distancia. Por un momento, tuve la extraña sensación inquietante de sentirme observado. Pero todo tipo de sensaciones quedaron atrás cuando cerré los ojos. Después de unos segundos, no recordé mas.

-Ahânin... -llamó la voz, con seguridad-. Discúlpame por interrumpir tu hora, pero esto es completamente necesario. No para mi, si no que para ti. Necesito un único favor. Despierta. Ahora.



Capítulo III:



Todo estaba oscuro. No había nada, no sentía nada y no se escuchaba nada. Pero el escenario no tardó en aparecer; pronto, la oscuridad fue desapareciendo hasta aclarar la imagen del sujeto oscuro en frente del gran portón abierto en el cual solo habían soldados con armaduras, muertos, en el suelo.

Y después de que todos los soldados republicanos pasaran por aquella calle desierta, el ser de rostro alargado que en esos momentos se protegía con una túnica negra como la noche, avanzó. Sabía que en aquellos momentos no era recomendable andar por las calles, pues las batallas entre los soldados y los droides todavía no paraban. A veces, pasaban por allí, los extremos de la ciudad, aunque la mayoría de las disputas entre ambos bandos se llevaban a cabo en el centro de la ciudad, en la plaza central. Pero no se podía confiar del todo. Si cualquiera de los bandos los veía ahí, sabría lo que pasaría, como les pasó a los ciudadanos. Una vida así era un infierno para los ciudadanos, pero a ese extraño muun, le gustaba.

Mygeeto, el planeta acechado por la República... no era curioso que los contrabandistas se concentraran allí y buscasen sus objetivos. Cada vez que aparecía uno, aparecía la República. Pero aquellos peligrosos mercenarios no eran lo único; venían muchos, de diferentes razas, de diferentes organizaciones, a la ciudad, a intervenir en las guerras o a negociar con él, con ese frío muun. Un planeta congelado y friolento, acostumbrado a grandes heladas y fuertes vientos, en medio de un gran conflicto.

Las llamas del centro de la ciudad superaban la altura de las pequeñas casas que conformaban el poblado. El muun, que había recorrido ya casi todas las calles sin problemas, pronto llegaría al centro de la batalla. Observó el fuego de bláster salpicado en las casas y al ver de reojo las ruinas en el suelo, cambió de dirección. Una vez estuvo mas apartado de los escombros, se detuvo, pues estaba cerca. No era necesario alzar la vista para verla.

La gran mansión, pintada y arreglada recientemente por sus mismos sirvientes, se alzaba entre las casas. Sus torres del mismo color eran aún mas grandes y su color resaltaba aún mas en las nubes grisáecas que cubría a la ciudad con una inmensa sombra. Las rejillas de protección, todavía duras y con resultados, estaban impecables, y no se doblarían con nada. El muun estaba seguro de aquello. Se dirigió a su castillo.

El gran portón de madera se abrió, dejándole el acceso directo al salón principal. Se movilizó entre sus sirvientes que le abrieron, en silencio, y una vez estuvo dentro, llevó ambas manos a su túnica. Todos se preguntaban el comportamiento de su señor, y en ese instante, descubrirían que había estado tramando. De sus ropajes sacó cuatro libretas pequeñas, con los tomos de cuero, y lo posó encima de un cojín morado, en el cual estaría protegido. Con un gesto hizo que uno de los sirvientes de mas confianza lo siguiese.

-¿Recuerdas el día en que te dije que llegaría este momento? -dijo el muun-. Ha llegado... Debes ir a mi habitación y entrar por el acceso oculto. Se encuentra detrás de unas estanterías, y es pequeño, pero luego de eso, puedes acceder directo mediante unos túneles a la fortaleza, en la parte donde quiero que lo guardes. No quiero que lo tome él, pues estos conocimientos son tan valiosos que... nadie podría conocerlos -habló con aire de grandeza-. Llévalos, y si me entero de que ha desaparecido, tu serás el culpable.

El sirviente asintió. Partió a una de las puertas, la única metálica, con el cojín entre sus manos. Al llegar, sostuvo el cojín con una mano y con la otra presionó los botones para que la puerta se abriera...

...Y justo la imagen se iba congelando y desvaneciendo. Ya no se podía oír lo que pasaba, y los movimientos eran mucho mas lentos; estaba regresando. Pero antes tenía que saber cual era el código. 5-3-9-1.

Abrí los ojos de golpe, sobresaltado y agotado. Paseé la vista por la pequeña habitación en la que me encontraba, levemente mareado. Me fijé en el hombre que tenía en frente mío e intenté palpar mi piel para asegurarme, pero incluso aquello me costaba.

-Bien hecho, Ahânin. Creo que viste lo suficiente para saber donde se encontraba. -Sonrió levemente-.

-Sí, lo vi, pero debo ir a buscarlo. -Intenté levantarme-.

-Ni lo pienses. Debes estar tan cansado que te costaría hasta caminar cien metros seguidos. Descansarás aquí, en esta habitación, hasta que logres recuperarte.

Se retiró de la habitación, dejándome en la penumbra.



Capítulo IV:


[Roleo de Arkania] [Votación] X240lj



Observé todas las naves que se dirigían al planeta, todavía en la atmósfera. Supe que tendríamos un trabajo difícil pues no estarían unos pocos escuadrones.

-Algo pasa -pensé, con la vista clavada en una de las naves-. Algo importante pasa en Mygeeto.

La nave que compartíamos con al único mandaloriano que me ayudaba en la travesía atravesó la atmósfera de Mygeeto, acercándose a gran velocidad hacia la fría superficie. Aquella gigantesca esfera de colores azules prometía peligro; sabía que todas esas naves que rondaban el planeta pronto aterrizarían, y que en el planeta había mas.

-Queda poco para aterrizar, caballero Ahânin, aproximadamente unos 3 minutos para tocar superficie. Veo varias naves bajando igualmente, será un aterrizaje difícil pues estaremos rodeados de gente -me informó el mandaloriano desde el panel de navegación-.

-Muy bien, intenta aterrizar junto a las demás naves. Sé que te parece una idea estúpida y loca pero es mejor acabar con quien llegue al planeta lo antes posible, no verlos en terreno abierto cuando ya estén armados y con mas aliados.

-Entendido, Caballero. Como usted ordene.

Me senté en una de las butacas que estaban cerca de las compuertas y me relajé.

-Prepárese, Caballero. A 103 metros de la superficie... -me avisó-.

Me levanté de la butaca y me dirigí hacia el lado izquierdo de las compuertas. Puse la yema de mi dedo índice en el detector de huella digital y pronto escuché el leve sonido que emitía la máquina al reconocerme. De la misma pared en la que estaba el detector, se abrió una bóveda metálica en la cual estaba todo lo necesario para el viaje. Introduje mi mano y agarré de la empuñadura mi espada Sith, reluciente. La luz de los focos de la nave parecía fluir por la hoja. La envainé en mi cinturón y me preparé en frente de las compuertas, preparado para lo que me esperaba.

-Excelente. No atrajimos la atención de esos idiotas, por lo que tenemos tiempo todavía -dijo el mandaloriano mientras tomaba sus armas-.

Abrí las compuertas a través de la fuerza, sintiendo las ráfagas de aire helado empujarme hacia atrás. Me resistí a los vientos y puse el primer pie en la fría superficie, casi temblando de frío. Al percatarme de uno de los soldados imperiales cerca, tomé el brazo del mandaloriano con el cual sostenía su bláster y puse el cañón en mi sien.

-Avanza -le susurré al mandaloriano que me obedeció al instante-. Improvisa algo. En cualquier momento me suelto y los mato.

-¿Y tú? -preguntó uno de los soldados, adelantándose del grupo-. ¿Quien eres, y quien es el que llevas?.

-¿Como no me reconocen, compañeros?. Ah, cierto. El General Jedi... -dijo el mandaloriano que intentaba recordar un nombre de un Jedi conocido- Uno de los generales me mandó con ustedes para capturar a este sujeto que planeaba venir acá. Por suerte, logré infiltrarme en su nave, hacerme con la armadura de un mandaloriano para pasar desapercibido y...

-Espera, espera. ¿Me podrías decir el nombre de ese general, por favor... "soldado"?

Aparté el bláster de mi cabeza y alcé una de mis manos hacia el escuadrón de soldados republicanos que tenía en frente mío. Los empujé a través de la fuerza y me agaché para que el disparo del mandaloriano a mi espalda no me impactase en la cabeza. El disparo le dio en la cabeza al líder de los soldados, de modo que el escuadrón se desorganizaba. Me moví de lado y esquivé uno de los disparos. En apenas unos segundos, los demás soldados habían terminado de descargar lo necesario de sus naves y se habían multiplicado allí, en la zona, armados.

-Necesito que te eleves en tu jetpack y me sigas. Intenta esquivar todo lo que te llegue -le dije mientras me apartaba de los soldados-.

Una vez estuve solo, lejos del alcance de los soldados pero todavía al alcance de sus disparos, me preparé. Observé al mandaloriano pasar por encima de su cabeza, ayudándose con su jetpack, y solo entonces supe que debía correr. Me preparé y, ayudándome con la Fuerza, comencé a correr.

Me detuve, agotado. No me había dado cuenta de que los soldados imperiales estaban atrás, y que las naves que nos habían perseguido por unos instantes habían desaparecido. Jadeé un momento y alcé la vista hacia el mandaloriano que estaba descendiendo hacia la superficie.

-Bien, ya los perdimos -dijo el mandaloriano-. Ahora... algo debemos hacer. No podremos soportar el frío acá.

-Que suerte tenemos.

Señalé con mi índice una gran agrupación de rocas que tapaba un orificio en una montaña. Nos acercamos ambos hacia la pequeña cueva que se formaba allí, bajo el gran monte helado. Moví la roca base mediante la Fuerza y las demás se derrumbaron de inmediato, demostrándonos la entrada. Adentro, el olor era aceptable y el clima era casi cálido. Un buen refugio, pero pequeño y sin nada mas. Volví a salir, esperando a encontrarme con algo mas.

-¿Alcanzas? -pregunté mientras el mandaloriano descolgaba su gran bláster-.

Sostuvo el rifle con ambas manos, con la mira puesta en una silueta similar a la de un wookie que se movía en la niebla. El mandaloriano disparó. El wampa cayó muerto en el hielo.

-Bien hecho. Saca el cuchillo, comeremos de esa carne.

Asintió. Me pregunté si habría la suficiente carne para sobrevivir el día, o una semana.

Los cristales Nova iluminaban la oscura cueva en la que nos encontrábamos. Habían pasado días desde que encontramos ese refugio, y todavía no nos habíamos movilizado. Las tropas republicanas rondaban aquellos lugares y todavía hacía mucho frío para caminar durante horas.

-Ahânin -llamó el mandaloriano que me acompañaba-, la carne de Wampa se ha acabado. ¿Que comeremos ahora?

-No lo sé, soldado. No quiero escuchar quejas ahora mismo, así que cállate. -corté-.

Me levanté del suelo y me encaminé unos pasos a la salida de la cueva, un gran arco rocoso cubierto de musgo. Contemplé el gran paisaje helado que se extendía ante mi, y supe que tendríamos que caminar durante horas para encontrar alguna señal de vida. Escuché los pasos del mandaloriano a mi espalda.

-Comenzaremos ahora mismo a caminar. Prepárate. No pararemos a buscar refugio.

Retrocedió unos pasos hacia las sombras, con ambos brazos extendidos a ambos lados y con las piernas levemente separadas. En unos segundos, encajó perfectamente en la armadura plateada. Oí el sonido de los mecanismos trabajando para cerrarse y, después de unos instantes, el mandaloriano volvió a acercarse. Ahora, protegido por su gran armadura plateada y por un casco con visor, estaba listo. Casi. Recogió su gran bláster del piso y se la colgó en la espalda mientras movía sus extremidades para probar la movilidad de la armadura. Sonreí como respuesta, subí mi capucha y me lancé al exterior.

-Maldita sea, que frío -escuché las maldiciones del soldado a mi espalda. Su armadura le retrasaba el paso, pero le ayudaba-. Este maldito clima me congela los huesos. No podré seguir caminando...

-¿Quieres cerrar tu boca de una vez? -interrumpí-. No has parado de quejarte desde que llegamos. Sé que estuviste acostumbrado a los climas cálidos, pero ahora deberás acostumbrarte a este. ¿Me entiendes, soldado?

-Lo siento. Es solo que el frío me desagrada.

-Me pasó hace unos días, cuando visité Arkania. En un día casi me congelo. Suerte que esa experiencia me ayudó para sobrevivir en lugares como aquí. Pero el frío, la nieve o el viento no es un problema con lo que nos encontraremos en la ciudad, si es que la encontramos. Nos encontraremos con muchos peligros, como los contrabandistas.

-Mercenarios... no me serán un problema. -Mostró su gran rifle-. ¿Que mas hay aparte de eso?

-Pues mucho mas. Te dije que este planeta ha tenido una guerra muy peligrosa, y todavía quedan restos. Aunque no sé con quien lucharemos. Pero debes tener en cuenta de que lo haremos, y no menos de dos veces.

Asintió. Apenas se escuchaba el susurro del viento y los lejanos sonidos que emitían las bestias que vagaban por el planeta. Miré el horizonte y solo entonces comprobé que mis ideas y pensamientos eran ciertos. Durante el tiempo que caminamos por aquel valle congelado había sentido la presencia de un portador de la Fuerza, y ahora podía ver el haz de luz azul de su sable láser a lo lejos.

-Prepárate para la batalla, mandaloriano. Creo que esta vez no la tenemos fácil.

A medida que nos acercábamos, su diminuta silueta bajo la nieve se iba agrandando hasta llegar a su altura real. Aquel portador de la Fuerza era poderoso. Se podía sentir.

Su túnica café ondeaba al viento y la sombra de la capucha le ocultaba el rostro. Mantenía un perfil bajo, con los ojos cerrados. Sostenía con una de sus manos el sable láser encendido, y en la otra, tenía el mango de un sable láser apagado.

-Deberías irte de acá -dijo el Jedi encapuchado, sin moverse ni siquiera un poco-.

Permanecí igual de inmóvil que el. El ambiente era tenso. Finalmente, levantó el rosto y se quitó la capucha.

-Tu lo quisiste, maldito Jedi...

Encendió su sable láser. Mientras tanto, el mandaloriano retrocedió unos pocos pasos, dándonos espacio para la batalla.

-Vamos. Bailemos -susurré-.

Comencé a correr hacia el. Al ver su sable láser venir a mi cuello, me agaché y pasé a su espalda. Se giró sobre su eje y retrocedí rodando de espalda, observándole atentamente. Volví a moverme, ahora hacia su derecha, sabiendo que el nuevo golpe vendría mas fuerte y rápido al ver que el Jedi tomaba impulso. Llevé una de mis manos hacia mi cinturón y la saqué tan rápido como pude. De milagro, bloqueé ambos sables con la espada y retrocedí, intentando moverme, pero cada vez que me movía el sable láser se me acercaba, y yo me echaba hacia atrás. Finalmente, detuve una estocada con uno de sus sables y esquivé el otro corte. Blandí la espada y la hice descender hacia su pie. En el segundo, se apartó y volvió a atacarme. Una lucha intensa.

Con el paso de la lucha, me di cuenta de que el Jedi tenía un gran manejo de la fuerza. No tenía una idea de como podría derrotarlo, pero me ideé algo mientras luchaba. Una vez lejos de el, lancé mi espada a través de la fuerza, la cual rasgó su túnica al pasar por su lado. La atraje mientras el Jedi saltaba y luego descendía con su sable láser directo a mi cabeza. Al estar a un segundo de matarme, alcé mi espada pero por desgracia pateó mi mano antes de alcanzarlo. Sentí como la espada se me iba de las manos metros mas allá y me lancé hacia ella con la esperanza de que el sable láser a mi espalda solamente me rozara. Volví a tomar mi espada, furioso por el pequeño corte que me había recorrido la espalda, y al girarme tenía al Jedi en frente mío, alzando sus sables láser por encima de su cabeza. Aprovechando el único segundo que dejó descubierto su estómago, corté verticalmente su estómago y luego lo empujé con una patada en el pecho, cansado.

Todo acabó rápido. Alcé la vista y observé al mandaloriano que tenía entre sus manos su bláster. Aparté la túnica del hombro que tenía ligeramente quemado y dejé que el mandaloriano me examinara.

-Por suerte, no fue tanto el daño -dijo tras un rato-. ¿Te duele?.

Sentí como palpaba la pequeña quemadura. Me aparté de el y volví a acomodar mi túnica, listo para volver a caminar.

-Muy poco. Ahora, sigamos avanzando -le dije-.

Después de un buen rato, me detuve y miré a mi alrededor pues las rocas en las cuales nos habíamos guiado habían desaparecido. Nos encontrábamos en medio de una zona desnivelada, con montañas y rocas pequeñas las cuales se perdían en la espesa nieve que amenazaba con superar mi bota. Me giré hacia una de las montañas y me acerqué a ella a paso lento.

-¿Puedes escalarla? -le pregunté mientras me preparaba-.

-Elevarme, sí. ¿Por qué no saltas?

-Es muy grande. Dudo que llegue arriba.

Impulsado por la Fuerza, despegué mis pies de la superficie y ascendí metros y metros. En el aire, me agarré con ambas manos de una roca y posicioné mis pies en otra mas baja. Desde allí, volví a saltar, pero esta vez ya había alcanzado la parte mas elevada. Me agarré con ambas manos donde la fría nieve se concentraba, en el borde de un precipicio, y al subir, me quedé atónito.

A lo lejos, en la niebla y la nieve, se apreciaba la gran ciudad que tanto había buscado. Me adelanté unos pasos,  sorprendido, y después de unos segundos me volví hacia el mandaloriano.

-Creo que es... -dijo el mandaloriano, tan sorprendido como yo-.

Asentí. Ocupando nuevamente la Fuerza, recorrí la distancia que nos separaba del gran portón en apenas unos segundos. Toqué con mis dedos el portón, dudando de su resistencia. Esperé a que el mandaloriano llegase para comenzar a empujar.

-Tu en la izquierda y yo en la derecha.

El mandaloriano empujaba ayudado de su jetpack. Apegado, lo activaba y eso le impulsaba hacia adelante, de modo que el portón cada vez se iba abriendo. Mientras tanto, yo no me detenía de darle empujones al portón. En poco tiempo, había una abertura suficiente para pasar. Sostuve el portón con mis manos hasta que el mandaloriano pasó.

-Apúrate. Pasa ya -me dijo del otro lado-.

Me deslicé con rapidez por la abertura, estando oficialmente en la ciudad. Desde allí, se veía toda la ciudad.



[Roleo de Arkania] [Votación] 2rwkuh1


Las cenizas ya no cubrían la ciudad, como lo había visto aquel lejano día con los Caminantes Mentales. Ahora, ya no habían gritos ni guerra, todo parecía estar en paz.

-Cruzaremos rápidamente el puente y llegaremos a todas las edificaciones. Una vez allí, localizaremos la mansión y buscaremos un acceso -le instruí-.

Avanzamos a paso rápido por esos lugares. A unos metros de nosotros se hallaba un gran barranco que separaba la entrada con la ciudad. El puente era la única forma de entrar.

Solo cuando estábamos iniciado el trayecto por el puente escuché los gritos a mi izquierda, lejanos. Giré mi cabeza y vi al escuadrón imperial dirigirse hacia nosotros, corriendo, armados.

-Maldita sea. El portón abierto les ha llamado la atención -dije mientras comenzaba a avanzar mas rápido-. ¡Necesito que corras, ya!

Nos encontrábamos a mitad de camino cuando los soldados nos habían alcanzado. Se encontraban en el comienzo del puente, apuntándonos con sus armas.

-Retrocedan. No opongan resistencia o los fusilaremos aquí mismo -dijo con fuertes palabras uno de los soldados, con seguridad-.

-¿Quien te crees, maldito? -grité desde la mitad del puente con violencia-. Serás el primero en morir, en frente de tus patéticos soldados.

Los soldados comenzaron a avanzar, iniciando la lucha. Sonreí y retrocedí unos pasos de espaldas. Le arrebaté la bláster al mandaloriano y disparé repetidas veces con poca puntería al puente, cada vez dañándolo mas. Se la entregué al mandaloriano y retrocedí mas pasos, aún sonriente.

-¿Quieres que volemos el puente? -amenacé-. Piensa algo. Si derrumbamos el puente, no habrá manera de avisar a tus compañeros que ando por aquí. Ustedes morirán o quedarán del otro lado y...

-Se te olvida algo -interrumpió. Saco de su armadura un comunicador y lo alzó para que pudiéramos verlo-. Supongo que sabes lo que es.

Atraje el comunicador y en un abrir y cerrar de ojos estaba en la palma de mi mano. Lo dejé caer y una vez en el suelo, lo aplasté con mi bota.

-Precisamente lo que quería. Inútiles... -murmuré-.

Desenvainé la gran espada sith y la clavé en el puente, allí donde estaban las grietas que habían dejado los disparos. Comencé a clavarla repetidas veces hasta dejar esa zona a un paso de la destrucción, debatiéndose entre romperse o quedarse así. Al ver a los clones detenerse, me detuve.

-Ahora tenemos la distancia suficiente para que nuestros disparos los alcancen. Entréguense, no tienen que hacer -volvió a hablar-.

-Inténtenlo. -El mandaloriano volvió a disparar al puente, esta vez acabando el trabajo-.

El sector, finalmente, cedió. Cayeron al vacío el vidrio y el metal corriente con el que habían fabricado el puente. Observé el puente, que comenzaba a agrietarse bajo nuestros pies y después de un rato alcé la vista hacia el mandaloriano.

-Corre -le dije-. Corre, rápido.

Comenzamos a correr por lo que nos quedaba de camino. Cada vez que pisaba, el puente parecía agrietarse mas, de modo que comencé a avanzar mas despacio. Los soldados, a nuestra espalda, estaban ocupados del mismo problema, por lo que que no tenían tiempo para disparar. Solo cuando el puente dejó de agrietarse supe que era mejor ir despacio. . Alcé la vista y me di cuenta de que ya habíamos llegado al otro lado, y cuando me giré, el puente estaba cerca de destruirse por completo. Los soldados habían vuelto al gran portón.

La mayoría de los edificios que teníamos en frente estaban vacíos. En aquella zona de la ciudad, no habían ciudadanos, y el silencio reinaba. Los edificios estaban tal como los había visto con los Caminantes Mentales, como si el manto de cenizas todavía cubriera la ciudad completa.

Según avanzábamos, el ruido que apenas escuchábamos un murmuro cuando comenzamos a caminar se iba haciendo mas fuerte, hasta tal punto que podíamos distinguir las voces y, de repente, las palabras. Decidimos que lo mejor era alejarnos del gentío o de lo que provocara ese ruido por lo que fuimos tomando diferentes rutas, pero siempre terminábamos escuchándolo. No sabíamos donde ir, no sabíamos donde estaba nuestro objetivo.

-Mira ahí -le dije al soldado al avistar al hombre-.

El sujeto avanzaba lento, y en poco lo perdimos de vista cuando dobló en una calle. Nos apuramos hacia el lugar donde había doblado y cuando echamos un vistazo vimos con claridad la gran marea humana y muun que recorría la angosta calle.

-Claro, claro. Por eso los soldados viniendo al planeta. Alguien mas vino con ellos, y creo que ahora sé quien... -me dijo-.

Delante de toda la multitud que vagaba por las calles, hablando y riendo, se notaba un individuo protegido por un escuadrón similar al que nos habíamos encontrado en el portón. Escoltado inmensamente, avanzaba lento por la calle, entre la feria que se había armado en esas calles.

-Un senador a tratar temas de importancia, quizás -le comenté-. Elegí este día especialmente por esto. ¿Sabes por qué? Porque sabía que la gente se sentiría mas segura si habían clones rondando la ciudad, por lo que saldrían y podríamos pasar desapercibidos.

En el camino, buscamos siempre un sujeto grotesco para ocultarnos tras el. Decidimos colarnos en el gentío que recorría las calles. Alguna gente se desviaba a las orillas para instalarse en puestos, aprovechando que toda la gente salía de sus casas para retomar su vida normal, y otra se iba a otros lugares.

-Creo que esta gente comienza a vivir normal -me dijo-. Pareciera que por fin la guerra y los contrabandistas en las ciudades acabaron.

-Pues es mejor. Por eso vinimos. Pero también tiene un lado malo esto de que hayan venido.

-¿Por qué?

-Porque la escolta entrará con el senador al castillo, a hablar con el gobernante de esta ciudad. Temas de comercio y esas cosas.

Me di cuenta de que la gente se había esfumado. Miré a mi alrededor y vi de reojo el movimiento de una cortina, agitándose.

-Es posible que hayan francotiradores -le dije-. Atento.

Cuando terminamos de hablar, ya habíamos terminado la calle y nos encontrábamos en la otra, una similar pero ya casi sin gente. La calle la enfilaban los clones, armados, vigilando. Di vuelta un cajón de madera lleno de frutas de uno de los locales y nos escondimos allí. Señalé uno de los edificios en los que había visto el curioso movimiento en la ventana.

-Allí debe de estar. Vamos rápido -le susurré-.

Avancé con rapidez hacia la puerta, sin llamar la atención. Mis pasos eran silenciosos, no hacía ruido al avanzar. El mandaloriano a mi espalda provocó unas miradas de los soldados, pero cuando giraron sus cabezas, ya estábamos ambos adentro. Ascendimos en la oscuridad por la escalera, guiándonos solamente por el instinto. En apenas unos segundos, nos encontrábamos arriba. Abrí la puerta tan lentamente que no se escuchó nada. Avancé despacio. Le hice un gesto al mandaloriano para que apagase la luz. La oscuridad en la que tanto tiempo había estado en soledad nos envolvió. Me acerqué al tirador y con un solo movimiento le rompí el cuello. Tomé el comunicador al escuchar las palabras del otro soldado  y apreté uno de los botones para hablar.

-Sí, todo en orden. Como quiera. -Extendí mi mano para mover la cortina-. No. Sugiero que despejen un poco allí. ¿Denegado? Bien -finalicé-.

Apagué el comunicador sin una respuesta antes y cogí el cuerpo inerte del soldado. Lo despojé de su armadura y dejé caer el cuerpo al suelo, sosteniendo la armadura con la otra mano.

-Toma, colócatela -se la entregué. Primero el casco, luego la parte superior y después la parte inferior-.

Una vez estuvo adentro de la armadura, le ordené tomar el rifle en la ventana. Disparó tres o cuatro veces. Al asomarme, la guardia en las afueras de la mansión había caído.

-Excelente. Deja la armadura encima del cuerpo y apurémonos en salir.

Una patada bastó para romper la ventana. Me lancé hacia afuera y al caer los pequeños pedazos de vidrio se habían incrustado en mi cuerpo. Me desclavé los pedazos mas grande y, sin importarme los otros, avancé con rapidez. Recorrí la angosta calle en poco tiempo, pues no se caracterizaba especialmente por ser larga. El portón de la entrada estaba vacío, con soldados caídos afuera de el.

-Entrarás tu primero, e improvisarás algo que los mantenga ocupados. En cualquier momento entraré y los mataré. Recuerda disparar desde adentro para no matarte a ti sin querer -le dije-.

El mandaloriano, con la armadura de soldado clon, tomó el comunicador y pidió el acceso. Segundos después, la rejilla del portón se deslizó hacia arriba y una vez pasamos, se cerró a nuestras espaldas. Me quedé escondido en el lado izquierdo del portón, en el lado izquierdo, y observé al nuevo soldado imperial entrar. Apegué el oído a la madera para escuchar mejor.

-No, debe de estar lejos. Lo vi cargándose a unos cuantos soldados imperiales que hacían la guardia en el otro lado del puente -escuché la voz del mandaloriano-. Lo mas apropiado sería...

Abrí las puertas y saqué la espada sith. Me moví rapidamente en dirección a los soldados y, con aún mas precisión y rapidez, le corté la cabeza a uno con un simple movimiento de brazo. Me giré hacia atrás y le di una estocada en el estómago a otro soldado. Para ese entonces, ya estaban todos armados. Rodé de lado, sin saber la cantidad de soldados que habría allí, y al ver que todos me estaban apuntando, solté la espada sith. Seguidamente, llevé ambas manos a mi nuca.

-Acércate y te mato -amenacé a uno de los soldados que se me acercaba con unas esposas-.

-No le hagas caso -dijo uno de su espalda-. No podrá hacerlo, y si lo intenta, sabe lo que le espera. -Su voz sonaba como la de un viejo-.

-¿Estás seguro, viejo idiota? ¿Quien te crees para poner en duda mis habilidades?

-Dame las esposas, soldado. Yo mismo lo esposaré.

Al acercarse, pude ver con mayor claridad la insignia que llevaba en el uniforme. El sol no me había dejado ver el color de su armadura ni sus insignias.

-General... -dije mientras extendía ambas manos para esposarme-. Le tengo una mala noticia. -Retrocedí unos pasos para evitar que me esposara-. ¡Ahora!

Uno de los soldados disparó a sus compañeros desde la espalda, eliminándolos en poco tiempo. Mientras tanto, golpeé la mandíbula del hombre de avanzada edad y luego pateé su estómago, empujándolo hacia atrás y dejándolo unos segundos sin respiración. Recogí la espada que había dejado a mis pies y la clavé con profundidad en su cuello, atravesándolo.

-¿Por donde se fueron los otros? -pregunté, refiriéndome al gobernador de esa ciudad-.

Me señaló una dirección a mis espaldas. Me giré y, al ver a ambas siluetas corriendo hacia la puerta, la cerré a través de la Fuerza. Ocupando nuevamente la Fuerza, atraje a ambos sujetos hacia mi, evitando que se escapasen.

-Arrodíllense ambos e identifíquense. Ahora mismo -dije con brusquedad-.

Me obedecieron al instante. Una vez de rodillas, el "soldado republicano traidor" disparó a la cabeza contra el senador que venía de visita a Mygeeto.

-Bien hecho. Recuerda no tener piedad con estos inútiles -dije-. Muy bien, señor "Damask", levántese. Iremos a un lugar que quizás todavía no conoces.

Lo agarré del brazo y lo levanté con brusquedad. Una vez de pie, avancé a su lado directo a la única puerta metálica del salón. Introduje los números de la contraseña y la puerta se abrió, mostrándonos una gran cámara lujosa que debía de ser la habitación de Plagueis y que su supuesto heredero, portador de su apellido.

Su cama, cubierta por unas sábanas negras que hacían juego con las paredes, estaban iluminadas por las velas que habían a ambos costados. En las paredes habían repisas llenas de libros de diferentes tamaños, y el olor que había en la sala era claramente del perfume que llevaba aquel muun. La alfombra del suelo estaba intacta, todavía con ese olor a nuevo.

-¿Ocupas esta habitación? -pregunté girándome hacia el muun a mi espalda-.

-Sí -dijo, asintiendo apresurado-.

-Entonces debes de conocerla. Quizás ya conozcas donde quiero llegar. La Fortaleza Subterránea. ¿La conoces?

-Sí, pero no he querido bajar allí. Mi deber es Mygeeto, no averiguar que esconde Hego Damask.

-Bien. Sé que en esta habitación se esconde el acceso a esa Fortaleza Subterránea, y si la conoces puedes ayudarme.

Avanzó unos pasos en dirección a una estantería que había, la cual estaba cerca de las repisas con planos y libros. Agarró con ambas manos la estantería y al hacer peso sobre uno de sus lados, las ruedas que la sostenía se deslizaron por la alfombra. La estantería se movió y dejó a vista la pequeña puerta que había.

-Si quieren pasar -dijo el muun-, rápido. Tienen treinta segundos para pasar antes de que la estantería se devuelva y tenga que devolverme al salón y poner mi huella en uno de los detectores.

-Pasarás con nosotros.

Abrí la pequeña puerta y me agaché para pasar. Luego, pasó el mandaloriano y por último, el muun. Una vez la estantería volvió al lugar original, avancé unos pasos y los focos con sensor de movimiento se activaron, de manera que la Fortaleza Subterránea se vio iluminada en apenas unos segundos. Avancé lentamente hacia el primer muro.

-La fortaleza consta de 3 pasajes -dijo el gobernador de Mygeeto a mi espalda-. Cada uno con un peligro diferente. Le he dicho a mis sirvientes que bajen a inspeccionar, pero todos han acabado muertos, excepto uno. Terminó loco, pero después de algunas terapias con especialistas, me contó, aunque no gran parte. No recordaba que cosas habían allí.

-Ahora lo averiguaremos. Andando -dije-.

Capítulo V

Seguimos avanzando. Habíamos perdido unos dos minutos avanzando tan lento por el miedo de que nos enfrentáramos a algo de sorpresa, y unos instantes atrás habíamos decidido caminar mas rápido. El pasaje era largo y angosto, y poco fiable.

-Están cerca -dije al sentirlos-. Prepárense.

Y así era. Los vornskr se acercaron rápidos como sombras por el estrecho pasillo. Desenvainé mi espada y, sosteniéndola con ambas manos, la posé verticalmente en frente de mi, a pocos centímetros de mi rostro. Retrocedí unos pasos, intentando contar a las sombras que mezclaban en la oscuridad. Lo único que pude distinguir eran sus ojos.

-Maldita sea... ¿que son esas cosas? -exclamó el mandaloriano a mi espalda, intentando apuntar con su bláster-.

-Imagínate que son los mas feroces lobos con sed de sangre. Pero tranquilos, se centralizarán en mi.

Blandí mi espada siempre a una distancia de mi, esperándolos. Una vez aquellas bestias de piel negra se distinguieron, me atreví a dar el primer paso en dirección hacia ellos. Un vornskr se me lanzó con un gran rugido. Me moví hacia un lado, esquivándolo, y salté con una gran pirueta por encima de su cabeza. Alzó su cabeza e intentó morderme, pero solo rozó. Caí de espaldas a la bestia y me giré con mi espada en forma vertical, cortando el hocico del animal. Luego, apunté con mi mano en dirección a la criatura y a través de la Fuerza comencé a estrangularlo, escuchando los huesos quebrándose en su interior.

-Los rodearé -dije al mandaloriano-. Mantente ahí, y dispara sin parar.

Ocupando técnicas de manipulación corporal, de mi cuerpo fueron saliendo varios destellos de luz. En pocos segundos, estaba camuflado con los muros de piedra, y podía pasar inadvertido. Esperé al momento en el que el mandaloriano corrió hacia atrás, atrayendo a los vornskr que todavía no descargaban toda su rabia y hambre sobre ellos. "Recuerda que te pueden encontrar". Advertí que los vornskr comenzaban a girarse en diferentes direcciones, buscándome. Me moví por un costado, pegado al muro, y al estar atrás, volví al estado de visibilidad.

-¡AHORA!. -grité desde la espalda de los vornskr, atrayéndolos con una gran exclamación-.

Los disparos cayeron como una lluvia sobre los vornskr, y comenzaron a debilitarse. Uno de ellos saltó hacia mi con furia. Antepuse mi espada, de forma que se clavó de lleno en el cráneo del mas pequeño de las criaturas, uno de pelaje gris. Alcé la vista hacia los otros dos que quedaban e intenté patear la cabeza de uno de ellos cuando se me lanzó, fallando por unos centímetros y sintiendo el peso del animal encima. Caí de espaldas cuando la bestia echó todo su peso encima mío. La empujé con la Fuerza desde abajo, y una vez estuve de pie, cogí la espada nuevamente. Me giré hacia el vornskr e intenté clavar la espada, pero se movió antes. El otro vornskr intentaba atacar al mandaloriano, pero este último retrocedía y disparaba hacia su cabeza. Me percaté de que las garras del vornskr, que me habían rozado, me habían rasgado casi toda la túnica y me había dejado cinco líneas marcadas con sangre que recorrían desde mi hombro izquierdo hasta mi costilla derecha. Dejé de palpar la herida y volví a echarme hacia atrás al ver que el animal amenazaba con avanzar. El vornskr, liberando toda su ira, se me lanzó impulsándose con sus ambas piernas traseras. Salté hacia el en el mismo instante, y en un momento solo oí su rugido y lo vi a el. En el aire, llevé una de mis piernas al hocico de la bestia y me impulsé con esa pierna hacia atrás. La patada no lo debilitó, pero si lo desvió del camino. Cayó con dificultad con las cuatro patas, chocando con el muro de su lado, y aproveché ese instante en el que retomaba la estabilidad para mover mi espada rozando el suelo. El filo atravesó sus patas delanteras con facilidad. Alcé la espada, con las fuerzas agotadas para sostenerla y corté su cabeza.

-Ese vornskr me ha dejado cansado... -dije jadeante tras matarlo-.

Observé como el mandaloriano seguía disparándole a la figura muerta del suelo, dándole patadas y golpes por si todavía estaba vivo. Suspiré y me agaché. Recogí ambas garras del vornskr que había cortado y las guardé entre mis túnicas, para luego levantarme. Miré a mi alrededor y me detuve a ver al mandaloriano con el muun que contemplaba todo con cara de asombro.

-Sigamos avanzando -le dije-.

Dejé de mirarlos y me volví hacia la esquina en la que se debía doblar para pasar el segundo pasillo. Me sentí agotado después de toda la aventura. Caminé unos pasos, aun jadeando por la intensa lucha con el animal, y doblé la esquina seguido del mandaloriano. Después de eso, todo se oscureció, y después solo sentí como mi cuerpo caía al suelo, debilitado y adormecido en apenas un segundo.

-La llama de la vida se apaga.

Me di cuenta de que a mi alrededor no había nada, tan solo negrura. Avanzaba flotando sin saber a donde ir, molesto por el flash de aquella pequeña bola que comenzaba seguir. Y de pronto, me detuve. Escuché el ensordecedor sonido en cada oído, amenazando con dejarme sordo, y caí de rodillas al suelo sin aguantarlo mas. De un momento a otro, el terror me invadió, dejándome allí, de rodillas, esperando algo. La bola de flash se expandió en todo mi alrededor, dejándome cegado por unos cuantos segundos. Y solo entonces la imagen se aclaró.

-Maldita sea -dije al verlos venir-.

Toqué mi cinturón, deseando encontrar el mango de mi espada, pero no había nada. Los zombies, acompañados del mayor rancor que jamás se había visto se dirigían hacia mi, como si cada uno tuviese una diferente forma de asesinarme. Después de un rato de angustia, me di cuenta de que me quedaba un radio de 10 o 7 metros para moverme. Miré nuevamente a mi alrededor y en el momento en que mis nuevos enemigos no me daban mas espacio, la espada con la hoja ensangrentada se materializó en mis manos. La tomé, sintiendo que el miedo era reemplazado por la ira, y giré sobre mi eje con la espada extendida. La hoja traspasó los cuerpos de los caminantes muertos como si fuese seda. Seguí girando, sintiendo como la sangre de ellos caía en mi cuerpo, y al ver que los zombies eran infinitos, me detuve. Intenté saltar, pero no pude. Me giré hacia atrás al sentir una mano en mi hombro y lo decapité. Al sentir al rancor atrás, rodé de espaldas, pasando por entremedio de sus gigantescas piernas sin problema alguno. Clavé mi espada con toda la fuerza que tuve en su pierna y me aferré a su mango, elevándome. Pateé los zombies que intentaban agarrarme abajo y solté con ambas manos la espada. Me agarré con fuerza de su gran pierna y me atreví a soltar una mano. Con ella, desclavé la espada y con el brazo temblando, la clavé mas arriba. Me volví a aferrar del mango y desde ahí salté a su cintura. Me quede allí, agarrado únicamente con las piernas entrelazadas, y extendí uno de mis brazos libres hacia la espada que seguía clavada en su muslo. La tomé con ambas manos y ocupando el resto de mis fuerzas la clavé con profundidad en su espalda. "Ahora si mueres, maldito". Cerré mis ojos y me concentré. Me impulsé desde su cadera hacia arriba, sobrepasando la altura de la espada y estiré ambos brazos hasta agarrarme de sus hombros. Me subí encima de su hombro izquierdo, soportando sus movimientos agarrándome con mas fuerza, y me acomodé allí arriba. Me acerqué hacia su cabeza y golpeé con todas mis fuerzas su rostro. Mi puño se hundió en uno de sus ojos. Seguí empujándolo hacia adentro y levemente asqueado, se lo arranqué de su cuenca. Lo lancé lejos y luego, sentí el extraño peso en mis hombros. Uno de los zombies me tiraba hacia abajo. Me caí desde su hombro hacia el suelo, de espalda, y al caer, rodé de inmediato. Los zombies se me lanzaron encima, pero ahora... se avecinaban unos nuevos, con bláster. Supe que estaba perdido. Cerré mis ojos y dejé de debatirme contra los zombies. Y entonces, de un segundo a otro, desaparecieron. Extrañado, intenté levantarme, pero una punzada de dolor en mi brazo en el que había caído me hizo volver a mi posición inicial. Jadeando, moví la cabeza para uno de mis lados y lo vi.

-¿Hermano? -pregunté incrédulo-.

Se me acercó a pasos lentos. Al llegar, sonreí, sabiendo que podría curar mi herida. Pero al ver que en sus manos había una espada comprendí que no tenía esas intenciones. Acercó el filo a mi cuello, y antes de que pudiera gritar...

Abrí los ojos sobresaltado, temblando. Parpadeé varias veces y al ver que el mandaloriano y el muun seguían allí, me agarré las manos para evitar el tembleque.

-¿Q... que ha pasado? -dije, con la vista clavada en el suelo-.

No obtuve respuesta. Sabía que no podía dar tal ejemplo de miedo, de modo que me levanté, tomando valor y dejando de temblar y agarré de un brazo al mandaloriano. Lo obligué a levantarse y dejé al muun allí, que todavía no paraba de temblar y estaba tapándose el rostro.

-Espera -dijo al llegar a la esquina para pasar al tercer y último pasadizo-. Estuve pensando un momento despu... después de e... ese sueño. Y creo que he entendido. Los vornskr eran para cansarnos. El creador de esto hubiese puesto otra cosa mas letal que los tres vornskr, pero los dejó allí solamente para cansarnos. Luego, el segundo pasillo, era un sueño para despistarnos y darnos miedo, para que nos quedásemos paralizados e incapaces de seguir.

-Y los vornskr nos cansaron y nos asustamos en ese pasillo hechizado. Ahora, cuando el agotamiento y el miedo se unen, solo faltaría algo para rematarnos.

Avancé hacia la otra esquina. Tomé aire y entonces, giré.

El gigantesco monstruo nos esperaba adormecido, con sus gigantescos ojos entrecerrados. Sus cuatro patas lo sostenían en pie. Desde lejos, se veía como la mas fuerte criatura, una ideal para defender una fortaleza. Y para derrumbarla con unos cuantos empujones. Su piel, negra y dura, se veía casi impenetrable.

-Todavía no dispares -dije, bajando la bláster del mandaloriano a mi lado-. Observa. Se ve casi indestructible, pero todo ser tiene una debilidad. Mas una así. Es una creación grandiosa, pero el que la debió haber creado sabía que alguna vez se volvería contra el, y le daría una debilidad para que evitar su muerte en ese momento. Si queremos matarlo, debemos encontrar esa habilidad.

Advertí que las manos del mandaloriano temblaban levemente.

-Bi...bien, ¿que haremos? -dijo todavía con miedo, recordando la terrorífica ilusión y ahora ante la bestialidad que despertaba-.

-Dispárale a las piernas, sin detenerte. Si cae y se queda inmóvil, céntrate en su cabeza.

El primer rugido de la bestia resonó en toda la fortaleza, y posiblemente, también en el castillo. Me hice con la espada y comencé a correr en dirección al monstruo que comenzaba a avanzar. Me deslicé de espaldas por el suelo, pasando por entremedio de sus patas y por abajo de su estómago, y salí por su espalda. Atrás mio, el mandaloriano se elevó con su jetpack, esquivando a la bestia que corría hacia el a toda velocidad y disparó contra sus piernas traseras. Volvió a avanzar donde estaba y allí disparó nuevamente a sus patas. Me giré hacia la bestia y la esperé allí, apretando el mango de mi espada cada vez mas. Flexioné mis piernas al tenerlo unos metros adelante y me elevé metros y metros del suelo. En el aire, bajé mi espada y cuando caí en su espada, se clavó profundamente, hasta el mango. Se sacudió en el instante y caí sin antes recoger mi espada. Me levanté de inmediato y empujé a través de la Fuerza una de las patas del animal hasta que comenzó a doblarla, la misma a la que el mandaloriano estaba disparando. Atraje mi espada desde arriba y una vez la tuve en ambas manos, la clavé con toda mis fuerzas en su pierna. La punta de la espada salió por el otro lado al atravesar su pierna. La desclavé con brusquedad y retrocedí al ver un disparo del mandaloriano desviado hacia mi. La pata volvió a doblarse y el animal comenzó a cojear en dirección al soldado, mucho mas lento que antes, pero se detuvo al recibir un disparo en su ojo. Movió la pata mala en dirección al mandaloriano, arrastrándola por el suelo como si fuese una mano barriendo la superficie y golpeó las piernas del soldado, haciéndolo caer de inmediato. Me subí encima de su pata mala y comencé a correr hacia arriba, llegando a su hombro en poco tiempo. Una vez allí, me arrodillé y clavé la espada ocupando el peso de mi cuerpo, pero esta vez sin profundidad, apenas enterrando el filo unos centímetros. El animal se sacudió y giré por su espalda con rapidez. Antes de caer alcancé a agarrarme y trepé por su lomo hacia arriba, esquivando la gran herida que había hecho allí para poder llegar a su nuca. Me acerqué a la espada, la desclavé y me puse en pie con dificultad por los movimientos del animal. Avancé un paso tras otro, cada uno mas lento que el anterior. Hasta que por fin llegué al punto mas letal de todos. Su cabeza. Me paré allí, agachándome constantemente para agarrarme y retomar el equilibrio, y me preparé para dar los últimos golpes. Estaba alzando la espada cuando recordé el golpe que había recibido el mandaloriano. En el mismo momento escuché su grito de agonía y salté desde la cabeza de la bestia hacia el suelo, rozando su hombro izquierdo con mis pies. Caí rodando por el suelo, acercándome rápidamente al soldado. Dejé de rodar al sentir el impacto de mi costilla contra el muro y ocupé ambas manos quitándole la armadura al mandaloriano. Al ver que sería una pérdida de tiempo, retiré su casco para ver si todavía había alguna esperanza de que viviera. Sus ojos estaban cerrados, pero seguía vivo. Dejé al aturdido allí y me giré hacia la bestia, que, aún mareada y adolorida, comenzaba a darle uso a su pata y avanzaba lentamente, gruñendo. La explosión de la Fuerza lo cegó. Abrí los ojos, asegurándome de que una parte de mi plan había funcionado. La bestia, llena de furia, rugió una vez mas y a un paso de volverse ciega, comenzó a correr hacia a mi. Sonreí, sabiendo que la segunda parte de mi plan estaba por ejecutarse, y simplemente me apegué a la muralla para esquivarlo. Pero la suerte me fue esquiva y una de las piernas que tenía el animal pasó a llevar la mía. Escuché el crujido de mi pierna y grité de dolor. Caí al suelo, cansado y abatido, y escuché a mi espalda el impacto de la cabeza del animal contra los muros y los pilares.

-Queda tan poco... -susurré mientras me arrastraba por el suelo-.

Rodé lentamente hasta quedar en la esquina, en la última. Una vez allí, me arrastré por última vez, hasta que mis ojos pudieran ver lo que se hallaba allí.

El pequeño altar estaba intacto. La piedra apenas estaba cubierta por una pequeña capa de polvo gris, pero sin ningún relieve ni hendidura. El almohadón estaba encima, con el artefacto que tanto había buscado reposando sobre el. El holocron también estaba intacto, y parecía que nadie lo hubiese tomado.

Extendí ambos brazos hacia mas adelante para que cuando me arrastrara avanzara mas, en vez de avanzar de a poco. Me detuve a limpiar el sudor que recorría mi rostro y volví a esforzarme por arrastrarme. Llegué a las pequeñas escaleras que ascendían hacia la roca y llevé ambas manos al tercer escalón. Desde ahí, me impulsé hacia arriba hasta tocar con mi cabeza la fría y dura piedra. Alcé la vista y me acomodé en los escalones, examinando la herida que me había dejado el frenesí del animal al volverse casi loco e intentar arrollarme. Tomé aire e hice el último esfuerzo por levantarme.

Y solo entonces, cuando estaba a un centímetro de tocar los manuscritos, lo sentí. Las brisas comenzaron a correr mas rápido en aquellos lugares, aunque fuese algo casi imposible. El suelo tembló y las paredes se agrietaron y desprendieron polvo. Su presencia se sentía notoriamente. Saqué las manos de ahí, convencido de que el espíritu de Hego Damask, el mismo Darth Plagueis, se había personificado, allí.

-Conque eres tu quien se atreve a destruir mi fortaleza y venir a robar esto -dijo en tono de voz elevado, moviéndose en torno al holocron-. Es una sorpresa de que la hayas penetrado.

Lo miré atentamente, palpando la herida mientras hablaba. En un momento, hundí los dedos en ese lugar, pero me tragué el dolor para no interrumpirlo. Alcé la vista y me fijé en el.

-No ha sido fácil, Darth Plagueis -dije con una leve sonrisa-. Me he roto una pierna con una de tus creaciones. Pero la he matado.

-Y has vencido a los demás obstáculos de la Fortaleza Subterránea, la cual casi nadie sabía que existía. Dudo que seas digno de tener tal artefacto en tus manos, pero al fin y al cabo has localizado y destruido mi fortaleza en la que guardaba mi holocron, y el que pudiera hacerlo, se quedaría con mis conocimientos. Cuida lo que tienes en tus malditas manos de asesino, Sith.

Nunca me gustó que me llamasen sith cuando en realidad era un dark sith. Tomé las tres libretas con ambas manos y las guardé en el lugar especial de la túnica que era especialmente para eso. Las aseguré dentro y me concentré en mi herida. Concentré la última energía que me quedaba. A través de la Fuerza, fui sanando los tejidos rotos y uniendo nuevamente las venas. Reparé el hueso quebrado , evitando  cuidadosamente que sus astillas sueltas fueran por otra vena. Una vez el proceso finalizó, intenté ponerme en pie sin apoyar demasiado la pierna recién curada. Cojeé por los mismos pasillos en los cuales había caminado.[/color]



Obtengo: Manuscritos de Darth Plagueis: La Ciencia De Crear Vida
Trascendiendo La Muerte
Vida Perpetua
La Culminación Del Sith'ari

Aclaraciones: Este es un roleo que llevo planeando muchos  meses, y hace meses comencé a escribirlo. Me he dedicado horas a esto, sin mentirles, a escribir y mas tiempo a informarme.
Inicialmente, esto sería un roleo de Drongar, pero como cerró y estoy actualmente en Taris, haré un final acorde al cambio, aunque no se necesite. Un saludo.

Cuando vuelva lo continúo y arreglo la estética.


Última edición por Mortis el Lun Oct 07, 2013 3:08 am, editado 32 veces

Vozher

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Mensaje por Tenium. Miér Sep 18, 2013 12:34 am

muy buen roleo sige asi me gusto mucho
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Mensaje por Relan Lun Sep 23, 2013 9:29 am

Tuve que editar un poco el formato de tu roleo porque cuando lo vine a leer respecto al Mp, me tope con la sorpresa que tenias un desorden, el cual comprobé al chequear tu edición.
Ahí arregle un poco el formato en todo caso.

Respecto al roleo, no mires al Jedi u otros personajes y a los planetas de la república como algo tan fácil de combatir o acceder, recuerda que todo tiene su grado de dificultad.
No es llegar matar, entrar y salir como así.

Te doy el caso de que hay gente al menos que rolea y respeta bien las capacidades de los demás y las dificultades de acceder a diferentes planetas.

El hecho de que uno tenga mayores capacidades de lo normal o se crea lo mejor no implica que el roleo sea fácil, al contrario, estas dándole al LDR la visión de un roleo básico del cual no se le ve ninguna dificultad (Cosa que es a mi juicio mal visto de parte del creador del Roleo), así que trata de mediar tus capacidades y mantén el nivel del roleo a un margen de igualdad.
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Mensaje por Vozher Dom Sep 29, 2013 7:14 am

Roleo finalizado.

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Mensaje por Invitado Dom Sep 29, 2013 2:12 pm

Le he estado siguiendo y acabo de leer el final, increíble roleo vozher, no lo digo por decir, es en serio, te lo has currado mucho, mucha suerte tío!

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Mensaje por Satella Lun Sep 30, 2013 2:01 am

Porque sé que Relan demorará en venir. Disculpa si paso sobre ti o así lo sientes: Abro a votación. Aún estoy a la mitad de tu roleo así que no demoraré en dar mi voto.

¡Suerte!
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Mensaje por Kythmnr Lun Sep 30, 2013 11:55 am

¿Existe tal holocrón?
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Mensaje por Darth Sentrum Lun Sep 30, 2013 1:37 pm

No, no existe. Principalmente porque Sidious mató de forma prematura a Plagueis.

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Mensaje por Invitado Lun Sep 30, 2013 3:55 pm

Hay muchos personajes de SW que no tienen holocrón y aún así lo han obtenido ya que este es un rol y son como ''sus secretos''.

De todas formas vi una discusión parecida hace tiempo y sí se podía hacer roleos para conseguir holocrones, un saludo.

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Mensaje por Vozher Lun Sep 30, 2013 7:42 pm

No sé si leíste el roleo Jadus. Te lo recomiendo antes de comentar, porque ahí pongo una parte lógica de como Plagueis esconde el holocron que era un secreto antes de que Sidious lo matara.

Y también hay gente que obtiene holocrones de otros personajes que no lo tuvieron.

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Mensaje por Invitat Lun Sep 30, 2013 8:03 pm

Dark Abstracte escribió:Hay muchos personajes de SW que no tienen holocrón y aún así lo han obtenido ya que este es un rol y son como ''sus secretos''.

De todas formas vi una discusión parecida hace tiempo y sí se podía hacer roleos para conseguir holocrones, un saludo.

Exacto, se aclaró tiempo atrás, es más, incluso se aprobó si mal no recuerdo en el Consejo de Hw que se podrían obtener holocrones cuya existencia no se hallase implícita en el Universo de Star Wars (que, no obstante, se deja constancias mediante distintos métodos herencias de enseñanzas de Darth Plagueis como las que adquiere Darth Sidious de los escritos de éste).

En segundo lugar, y por primera vez no me centraré en hechos puntuales del roleo, si no que lo comentaré a grandes rasgos. Ha estado bastante acertado, es más, aferrándonos a su hipotética inexistencia, mas no obstante la validez dentro de Hw, sería un método perfectamente adecuado, aceptable y viable de obtención, teniendo en cuenta la vida que tuvo Plagueis. Muy original. Felicidades Vozher, vas mejorando.

Un saludo.

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Mensaje por Vozher Jue Oct 03, 2013 9:06 pm

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Mensaje por Darth Gevura Averag Jue Oct 03, 2013 11:21 pm

Sí, coincido con Relan en que subestimas mucho el poder de los enemigos, es decir, hay más salidas que matar a un enemigo y mucho más en una narración. A pesar de este error, el roleo está muy bien y la obtención tiene detalles muy concretos y bastante mensaje. Está bien expresado, una muy buena extensión y combinas alguna imagen para dar dinamismo a la lectura.
Sería un error fijarse únicamente en ese detalle, Relan. Creo que está suficientemente compensado y desde mi punto de vista este roleo está bien.

Sr. Oscuro Gevura Averag
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Mensaje por Relan Vie Oct 04, 2013 5:57 pm

Respecto al roleo quiero dar la siguiente aclaración ante tanta disyuntiva que se da respecto a holocrones de personajes de Sw de los cuales no se tienen datos que hicieron holocrones.

Se aclaro por parte del grupo de legalizadores que en si es posible hacer un roleo para que aquel usuario que roleara tal situación de por si no se le seria tan facil obtenerlo, al menos y por lo menos aquí se demuestra dedicación.

PERO.

Ante lo expuesto por el roleo y lo que vengo diciendo desde hace tiempo ya.

¿Como se donde fue que un holocron esta?
En caso de que el personaje de Sw no especificara, el Holocron estaría en el lugar de su ultima ubicación, esto es, donde el murió.

Ahora bien si dicho personaje de Sw murió en combate y/o en otro lugar en que por motivos de la historia de sw de este personaje se entendiese ilógico que portara en ese momento el holocron se entenderia por un mecanismo lógico (que tiene como método interpretativo el LDR), que estaría en su ultimo aposento o en donde este reposaba resguardo y protección (Entendiéndose como una base, biblioteca, etc, dando una especificación clara y adecuada a ello).

El ver un roleo en que demuestra que tu te guías solo por el planeta natal es como decirte;
"Yo nací en Ilum, me crié en ithor, dantooine y coruscant, morí en coruscant."

Y tu de por si dijeras que dicho objeto esta en Ilum, cuando en Ilum yo no deje nada ahí.

Por otro lado, cuando se obtiene este tipo de holocrones lo ÚNICO que contiene es una simple BIBLIOGRAFÍA proyectada de parte del "portero/guardian" del holocron que va exponiendo su vida, NADA DE SECRETOS, u otros datos en especifico, ya que no hay que darle todo el santo privilegio a los usuarios que hacen este tipo de roleo, ya que si se diera de todos los personajes importantes de Sw que no hicieron holocrones, como este caso las posibilidades de adquirir poderes y secretos en especifico puede lograr la proyección a futuro de PG de parte del usuario en cuestión y su simple y lógica defensa "yo tengo el holocron y por tanto adquiero tales conocimientos, aquí no hay PG, bla bla bla"

Yo siempre digo que todos tenemos que limitarnos lo más posible, ya que como estamos hablando de roleos en base a temas de ciencia ficción, la imaginación vuela y no tiene limites, pero para eso están las normas de roleo en la cual los legalizadores al ver este tipo de actos tenemos que "pararle los carros" a los usuarios porque se creen dioses, más si en este tema eres un sensible a la fuerza.

Si diera un voto ahora no te gustaría el resultado, pero lo único que te diría es que te fijases bien en los últimos lugares en que Plagueis estuvo en sus últimos días y si en cierto planeta se estableció y murió, pues ahí es por lógica donde estaría parte de sus cosas.

Por ultimo y para anexar, los restos de plagueis los tiene sidious en lo que fue uno de sus tantos "artículos de decoración" también llamados recipientes.

Así que fíjate bien todo lo que tenga relación con plagueis en sus últimos momentos de vida y edita ello, ponle un poco más de estética al roleo para que se vea bien (si estimas conveniente), y perdona por el tiempo de espera en responder, la actividad en la uni me pillo de por medio esta semana xD
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Mensaje por Invitat Vie Oct 04, 2013 7:10 pm

Jamás he contrariado la palabra de un Legalizador en roleos ajenos, aun pese a que sus habituales respuestas me suelen llegar incluso a causar la repulsión, y no obstante en este caso veo casi necesaria mi expresión.

Relan, si hubieses leído el roleo por completo y comprendido cada una de las partes así como el razonamiento de la ubicación de su holocron en dicho paraje te percatarías de la perfectamente validez que posee este roleo. Más aun me aventuraría a afirmar que precisamente el hecho de que su holocron se hallase en los últimos lugares que frecuentase, sería de una gran incoherencia, mas aun teniendo en cuenta ciertas partes implícitas en el roleo e incluso subyacente en el resto de intencionalidad en lo referente a la actitud que tuvo Plagueis ante su sospecha de una traición.

Allá los Legalizadores si coinciden en la misma lógica que Relan.

Un saludo.

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Mensaje por Zekk Tainted Vie Oct 04, 2013 8:00 pm

Yo no he leído el roleo y no sé si tendré mucho tiempo libre como para poder leerlo atentamente, pero quiero comentar algo.

Sí, se hizo una norma algo tonta/estúpida para obtener holocrones inexistentes en el mundo de SW.
Lo que si que yo vería 100% razonable que pudiera obtener serían anotaciones/apuntes/libreta de Plagueis, porque todo lo que trabajaba lo escribía. Así es como Sidious también consigue información sobre los experimentos de su maestro.


Dicho esto...

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Mensaje por Vozher Lun Oct 07, 2013 3:11 am

Cambié la obtención por los manuscritos de Plagueis. Aprovecho también para hacer un UP.

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Mensaje por Satella Lun Oct 07, 2013 3:22 am

Hola.

Bueno, hablé bastante contigo Vozher y te expliqué alguna que otra cosa y realmente lo de los manuscritos es mucho más comprensible que el holocrón, ya que con eso siempre hay guerra y casi siempre se a mantenido que donde muere el personaje, sea quien sea, el holocrón yacerá en el lugar. Yo destacaré ante todos tu narración, también lo mucho que has progresado y el tiempo que has demorado, la originalidad al rolear esto es casi impecable. Tienes una buena ortografía y gramática, eso es agradable.

    Obtenciones:

  • Manuscritos de Darth Plagueis

  • La Ciencia De Crear Vida > Voto válido. PERO OJO Con este manuscrito. En tu estado, sea cual sea, te tardará mucho tiempo usarlo o re-crear lo escrito, por razones bastante obvias.

  • Trascendiendo La Muerte > Voto válido.

  • Vida Perpetua > Voto válido.

  • La Culminación Del Sith'ari > Voto válido.





Saludos.
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Mensaje por Relan Lun Oct 07, 2013 4:45 am

Aunque se cambie la obtención y no modificar la historia ya carece de sentido, aunque la gran cantidad de esfuerzo que pusiste para ello se valora.
Al no editar la historia tendré que invalidar ciertas cosas (Eso no significa todo).
Aunque me vengan diciendo que un Escrito carece de menor valor que un Holocron es un error.
Toda obtención tiene valor en si, ya que es un roleo de obtención.
Ahora bien si se mide en una balanza que es más importante una que otra, ambas son del mismo peso y valor, ya que de las dos adquieres conocimientos respectivos del personaje de Sw al cual se cita este roleo.

Obtenciones:
+Manuscritos de Darth Plagueis;
- La Ciencia De Crear Vida > Voto válido. - Con las indicaciones dadas por Satella.
- Trascendiendo La Muerte > Voto Invalido.
- Vida Perpetua > Voto Invalido.
- La Culminación Del Sith'ari > Voto Invalido.
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Mensaje por Invitado Lun Oct 07, 2013 4:40 pm

Los escritos son el equivalente a un holocron porque en todo caso muchos de los escritos en Star Wars se sacan de anotaciones de los mismos artefactos denominados holocrones por lo tanto restarle importancia es una tontería que muchos cometen. Darth Plagueis no es ningún pobre diablo, es uno de los tantos sujetos que controlaron las artes alquímicas (no sólo la hechicería) si no estas que eran prestigiosas en los Sith y dichos conocimientos significaban gran sabiduría. Palpatine aprendió, pero no lo aprendió todo al igual que si es cierto que encontró varios escritos pero reafirmo mi anterior postura de que no aprendió todo y de que el holocron de Darth Plagueis no existe.

Para los que dicen que la norma es tonta y que no sirve para nada pues le explico que la norma está hecha para los holocrones que pudieron haber existido y que si tiene sentido su presencia como que hay indicios. Digamos que en unos años se actualiza SW con otro comic o saga diciendo que dicho holocron existe, ¿entonces quedamos como tontos aún? Por eso la norma, se aplica en casos especiales y razonables. No como en casos similares al de Darth Traya y el roleo de Lylinnet.

En fin, no es que sea un idiota (como muchos me consideran al darle negativo a todas las cosas) si no que de verdad entiendo la importancia de estos objetos. Para mi ninguno de estos objetos es válido, haré una excepción con: La ciencia de crear vida.

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Mensaje por Vozher Lun Oct 07, 2013 7:08 pm

El manuscrito entonces, validado, pues tengo los 3 votos.

Dudo que el otro LDR Tragew venga a ponerme válido a todos los escritos por las razones que me dio por Habbo.


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Mensaje por Satella Mar Oct 08, 2013 1:06 am

Hola.

Obtienes solamente La Ciencia De Crear Vida. No hay mucho más que decir con tres (3) votos.

Cierro tema. Dudas, Consultas, Quejas, Amenazas de Muerte: Mp.

Un Saludo.
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