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[Roleo/Obtención] El guerrero del Caos

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Mensaje por Jensaarai Lun Mayo 13, 2013 4:32 pm

DÍA 1: EL ATAQUE

El perseguidor mandaloriano se cernía sobre el planeta de hielo, cargando en su interior lo que supondría una gran sacudida para su objetivo. Apenas atravesaron la atmósfera de Nelvaan, pudo notar el gélido ambiente del planeta. Las criaturas que se hallaban a su espalda parecían estar ansiosas por entrar en combate, por asediar a esas diminutas criaturas. Pero no debían subestimarlos... Eran cincuenta mutantes sedientos de sangre, de propagar el germen con el que habían sido maldecidos. Una aberración se ocultaba más allá, en la sombra, con los ojos inyectados en sangre y las alas plegadas, a la espera de sembrar el caos. Y a la cabeza del pequeño batallón, aquel que provocaría el pánico de todo lo que iba a suceder allí abajo. Pasaron por encima de su objetivo, una pequeña aldea. Creyó sentir el miedo allí abajo, a kilómetros de altura, lo cual le provocó una gran sensación de confianza. Una repentina sacudida les indicó que habían aterrizado, de modo que se puso en marcha, caminando entre sus mutantes, los cuales se apartaban a su paso. Habló con una voz ronca pero serena, aparentando una calma total. Cuando bajéis, no permitáis que sobreviva ninguno. La compuerta se abrió, y lo primero en bajar de la nave fue el monstruo que les acompañaba, deslizándose por la nieve con una forma serpenteante que daba escalofríos, apartándose de la vista. Los mutantes se quedaron en la nave, a la espera de recibir la orden de bajar, mientras su amo bajaba por la rampa desplegable y pisaba firmemente la nieve. En la distancia, llegando desde la aldea, se distinguían dos figuras que avanzaban a paso ligero; pronto se plantarían ante él, de modo que se ajustó la túnica para ocultar todos los sectores de su cuerpo, dejando sólo a la vista su boca y su mentón. Desde la sombra de su capucha, vio ante él a dos curiosas criaturas, dos seres parecían un cruce entre un cánido y un humano. El más alto y fuerte de los dos, cuya musculatura era altamente sorprendente, se situó delante del otro, que era un anciano demacrado apoyado en un bastón. El que debía ser un guerrero, lo miraba con desconfianza y con una mano sujetaba una espada, mientras que el anciano lo observaba con aparente calma, pero su visitante podía distinguir el miedo en sus ojos negros. Pese a todo, el anciano habló con una voz firme y decidida, sin un ápice de temor. ¿Qué has venido a buscar aquí, siervo de la oscuridad? No buscamos la guerra, si quieres algo, cógelo y vete. No le cabía la menor duda, de que debía ser el líder de la aldea, el chamán. Respetaba ese tipo de prácticas y a aquellos que profundizaban en ellas, pero que lo caracterizara como un "siervo de la oscuridad" era algo que le daba auténtico coraje. Lo que he venido a buscar no me lo puedes proporcionar tú, anciano. Avanzó despacio, alertando al guerrero, que acto seguido desenvainó su espada. Hoy la Gran Madre llorará por sus hijos. Con una sacudida de su mano, derribó al guerrero, alejándolo varios metros de su posición, y avanzó, ahora un poco más deprisa hacia el anciano, que se irguió con una mirada desafiante. Entretanto, los ojos del invasor se empezaban a tornar amarillos, mientras que los mutantes bajaban de la nave para invadir la superficie. Puedes matarme si así lo deseas, mi espíritu te atormentará hasta el fin de tus días. Al escuchar éso, no pudo reprimir una sonrisa. Sin dejar de mirar al chamán, habló para el mutante más cercano. Llévalo a la nave. Y apenas hubo pronunciado esas palabras, deslizó su espada bajo su túnica y atravesó el pecho del anciano, haciendo que la hoja se llenase de sangre. Ya restándole importancia, movió la espada a un lado haciéndolo caer y le pasó por encima. Escuchaba como sus siervos se abalanzaban sobre el guerrero, cuyos gritos le daban a entender que estaba siendo despedazado. Los guerreros del poblado, sin duda debían ser eficientes guerreros, pero nada tenían que hacer contra sus invasores. ¡Vamos, poderosos rakghoul! ¡NO TENGÁIS PIEDAD! Su grito quedó ahogado bajo los bramidos de los mutantes, que iniciaron una fuerte, rápida y tétrica marcha contra el poblado de los Nelvaanianos. Entretanto, él avanzaba despacio, hasta el punto de quedar en el otro extremo del grupo. Mientras se desplazaba hacia el poblado, dejó caer la túnica, dejando a la vista una armadura recientemente fabricada, que estaba ansioso por probar. Los rakghoul ya habían iniciado el ataque, atacando las barreras que en pocos segundos se habían alzado entorno al poblado, que, para desgracia de los defensores, no habían tenido tiempo de fortalecer. Las lanzas y las flechas caían sobre los invasores, hiriéndolos y a algunos incluso matándolos. Pero apenas finalizó la primera descarga, los rakghoul ya habían atravesado la defensa del poblado, y habían iniciado la batalla cuerpo a cuerpo. Los mutantes morían debido a que no usaban más que sus garras, sus fauces y su fuerza, mientras que los defensores utilizaban arcos, lanzas, escudos, espadas y manguales. Pero cada mordida de rakghoul era un nuevo infectado y una nueva pieza a su disposición, debido a la rapidez con la que la infección alterada la genética del cuerpo, creando un nuevo mutante en apenas un minuto. Finalmente, llegó al campamento, que estaba sumido en el caos, aunque no lo suficiente. La sombra serpenteante hizo acto de presencia en la batalla. Una serpiente de casi diez metros, con alas semiplegadas, una terroríficas garras y una poderosa coraza comenzó a arrasar con todo lo que veía, derribando sin ser consciente a sus aliados, pero despedazando en segundos a los guerreros que en vano intentaban atravesar su coraza. Ahora quedaba añadir el toque de gracia. Se dirigió hacia una fila de chozas unidas, en las que se ocultaban varias formas de vida agrupadas. Alzó su mano hacia ellas y contuvo la respiración, haciendo fuerza con su abdomen. Cuando liberó el aire de golpe, emitió una pulsación con la mano que hizo que el techo de las chozas se incendiasen. Los guerreros terminarían desapareciendo en pocos minutos, ahora le tocaba ir a buscar su recompensa. Atravesó la puerta de una de las chozas y vio ante sí a una gran fila de Nelvaanianas pegadas contra la pared, protegiendo a sus pequeños, los cuales abarcaban todas las edades. Pasó su mirada en silencio por los aterrorizados protegidos, y localizó algo interesante: una madre cubriendo a sus dos hijos, uno que debía tener alrededor de 19 años, y otro que debía de oscilar los 14. Se dirigió hacia ellos, a sabiendas de lo que sucedería a continuación. Efectivamente, tal y como esperaba, el joven guerrero de 19 años se libró de su madre y con un pequeño cuchillo corrió hacia él para hacerle frente. Pero sin esfuerzo, lo retuvo por la muñeca armada y lo giró en seco, obligándole a mirar a su familia mientras le colocaba su propio cuchillo en el cuello. La madre gritaba, pero estaba paralizada por el terror que producían tanto el invasor como el fuego que pronto haría que se derrumbara el techo. El hermano del rehén, en cambio, miraba con profundo terror a los ojos del opresor, que le mantuvo la mirada con malicia, y sin dudarlo, rajó el cuello de su rehén y lo dejó caer al suelo. El grito de dolor de la madre rasgó el ambiente, y el hermano quedó completamente enmudecido. Salió de la cabaña en silencio, a la par que el talismán que descansaba en su muñeca derecha emitía un fulgor rojo. Los rakghoul se adentraron apresuradamente en las chozas y fueron sacando sin ninguna preocupación a las madres y niños que se mantenían ocultas, haciéndoles formar una fila frente a las llamas, que poco a poco se iban extendiendo. Una vez los tuvo a todos en fila ante sí, buscó con la mirada al joven que acababa de presenciar la muerte de su hermano. Apenas lo localizó, lo señaló con un gesto mientras miraba al mutante más cercano, que lo tomó del pelo y lo arrastró hasta sus pies, obligando a la madre a gritar de nuevo, siendo retenida contra el suelo por otro mutante. Se agachó ante el pequeño, y le tomó de los hombros. Podía ver auténtico pánico en sus ojos, con lo cual estaba empezando a disfrutar. No dijo nada, simplemente lo obligó a girarse para que quedase de cara a los aldeanos. Fue entonces cuando produjo un siseo con la lengua, leve pero que resonó entre los llantos de todos y cada uno de los aldeanos. Acto seguido, en mitad del cielo se vislumbró al reptil planeando con las alas extendidas hacia la zona. En apenas tres segundos se plantó sobre la nieve, y con los ojos inyectados en sangre comenzó a despedazar a las madres neelvanianas y a sus hijos, con tremendos gritos de salvajismo. Siempre que alguien intentaba escapar, un rakghoul lo obligaba a volver al campo de acción de la bestia para ser despedazado. El chico que sostenía por los hombros ya no temblaba, ya no respiraba: lo que estaba presenciando, la muerte de los seres con los que había convivido toda su vida, incluyendo su propia madre, estaban siendo despedazados por una terrible bestia. Creo que ya es hora de que nos vayamos...


Continuará
Jensaarai
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Mensaje por Invitado Lun Mayo 13, 2013 5:10 pm

Wao, está muy bien Jensa, pero el título de día 1 y eso por estética podrías ponerlo en un font más chulo, te recomiendo abuse o harrington pero por lo demás, narración y eso, ¡sorprendente!

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