Abeloth: Portador del Caos

por Lettow Vie Ago 17, 2012 12:00 am

FRAGMENTO DE DIARIO ANÓNIMO - ENTRADA I

Día 1 - 29 DGLS en Dantooine

Me marché de la Academia luego de una larga conversación, ya de noche. Arribé a Khoonda a la mañana siguiente, la gente parecía estar más acelerada ese día, a eso de las nueve el cielo se había nublado. No me gustó la ciudad, los puestos de comercio estaban desabastecidos y me dio la impresión que los mismos tenderos asumían el rol de seguridad en el mercado, no cambió mucho en otras áreas de la ciudad. Veía muchos vehículos llegar a la ciudad, traían todo tipo de productos pero casi ninguno salia de ella, apenas existían unos pocos cultivos que eran el negocio y el sueldo de toda la ciudad. El transporte se retrasó bastante, un Sullustano me dijo que la espera se había alargado a más o menos dos horas, por lo que decidí ir a comer a un local cercano.

Todo parecía viejo y desgastado ahí dentro, pedí un hígado de Brith que era un plato tradicional en Dantooine. Mientras comía me fijé en un droide astromecánico roto en un rincón del sitio, parecía tener años ahí sin uso, sí hubiese sido otra la ocasión me lo hubiese llevado para arreglarlo. La comida estuvo deliciosa, el hombre que me atendió cuya especie no pude identificar se acercó para retirar el plato, aproveché ese momento para pedirle una copa de vino rubí, ¡Que suerte que no comí pescado! al beber comencé a recordar mi juventud por allá en el Borde Medio, no podía creer que habían transcurrido más de dos décadas desde ese entonces. La nostalgia casi se apodera de mí por unos pequeños sorbos que me transportaron años al pasado, tanto que parecía estar ahí, sentado en el comedor con mis viejos compañeros que se encontraban ahora a grandes distancias o simplemente fallecidos. El sabor de ese trago seguía siendo tan exquisito y suave como antes, para mi era un deber degustarlo de nuevo.

Tenía tiempo todavía, me quedé sentado mientras veía clientes entrar y salir del lugar, uno de ellos me pareció familiar. Sentí un gran dolor en el corazón y en el vientre, sabía que no tenía ningún problema físico sino que era el rugido de la bestia que se encontraba en mi interior, cometí un grave error al beber de aquella fuente, hubiese sido mejor morir por una buena causa. Abandoné el lugar y empecé a correr al percibir que la nave había llegado al puerto.

Abordé la nave justo a tiempo, no eran muchos los pasajeros, me encontré nuevamente con el Sullustano y me miró con una expresión de extrañeza, no le presté demasiada atención. Ya me resultaba algo molesto ocultar mi presencia en todo momento, nunca me agradó mostrarme en público y no solía ir con mi Modus operandi, siendo una parte más de la oscuridad podía contrarrestarla y actuar de una manera eficaz. Jamás se puede salir completamente del Lado Oscuro, puesto a que tanto como las buenas y malas acciones nos siguen como sombras por el resto de nuestras vidas.

[...]

Me siento asfixiado, pierdo la respiración constantemente. Que suerte que solo quedan unas pocas horas para que este terrible viaje termine, ojalá pueda recomponerme y no arruinarlo todo nuevamente.

FRAGMENTO DEL DIARIO DEL PEÓN - ENTRADA I

Día 3 - 29 DGLS en Coruscul

El amo se ha comportado de una forma muy extraña, solo ha pasado dos días desde que regresó al castillo y no ha querido comer nada de lo que le hemos preparado, personalmente estoy muy preocupado por su salud y estado mental. Suele dar paseos al atardecer y acariciar a las criaturas que están cerca de los terrenos, extrañamente estos se vuelven locos al rato de que el Señor Verger les deje y comienzan a atacar a todo el mundo, ayer le arrancaron un ojo a una sirvienta ¡Fue horrible!

FRAGMENTO DEL DIARIO DEL FUNCIONARIO - ENTRADA I

Día 4 - 29 DGLS en Coruscul

Relataré mis vivencias junto al Archiduque de Coruscul Arles Verger, hace unos pocos días. Este hombre pertenecía a la aristocracia, heredero de diversas familias con títulos de nobleza que habían adquirido gran poder e influencia en la zona del Núcleo Galáctico hace poco más de medio siglo, nadie conocía los detalles de la vida de este hombre. La República quería comprar parte de sus terrenos para así instalar fábricas para la creación de armamento y maquinaria de guerra en lo que actualmente eran sus cultivos, justamente después de regresar de la capital el trabajo se me asignó a mi.

Estaba esperándole a los pies de la inmensa estructura que parecía que fuese a caerse en cualquier momento, ya había analizado todas las cercanías del castillo, comenzaba a aburrirme. Repentinamente apareció a una corta distancia atrás de mi, ni siquiera le sentí aproximarse, quizás estaba demasiado concentrado observando los alrededores, me giré en ciento ochenta grados y dijo al instante:

—Buenos días —su voz tenía una leve aspereza metálica, sin embargo, era cortés.

Luego continúo:

—Adentrémonos en el castillo, el viento empieza a soplar con más fuerza por estas horas. ¡Ah! se aproxima una tormenta.

Su cara era fuerte, muy fuerte, aguileña, con un puente muy marcado sobre la fina nariz y las ventanas de ella peculiarmente arqueadas; con una frente alta y despejada, y el cabello blanco que le crecía escasamente alrededor de las sienes, pero profusamente en otras partes siendo abundante. Medía poco menos de un metro y ochenta centímetros, aún así su contextura le hacía imponerse.

Poseía varias imperfecciones y arrugas en toda la cara. La boca, por lo que podía ver de ella bajo el tupido bigote que aún tenía parte de su viejo color marrón, era fina y tenía una apariencia terrorífica, con unos dientes blancos peculiarmente agudos, cuya notable rudeza mostraba una singular vitalidad en un hombre de su edad. Tenía pequeñas orejas y eran algo agudas en la parte superior; el mentón era amplio y fuerte, poseía una barba de chivo algo más canosa que el bigote y las mejillas firmes. La tez era de una palidez extraordinaria, como la de un muerto. Llevaba unas gafas redondas, de un tinte azul oscuro. Era exageradamente viejo para su edad, por un momento me asusté de solo verlo.

Al momento de tocarle su hombro, sentí que unas agujas me clavaban la palma de la mano, la retiré inmediatamente y el dolor desapareció al instante. Pensé que estaba jugando conmigo ya que era conocido por tener practicar artes místicas de antiguas religiones que en estos mundos eran prácticamente desconocidas.

Tenía tanta hambre que solo podía recordar vagamente el trayecto al interior de la gran vivienda, era de una madera oscura y tenía un aspecto milenario, este hombre tenía unos gustos muy extraños, algo raro en este sector de la galaxia. En una larga habitación encontré la cena ya servida. El estaba de pie al lado de la ventana, apuntó hacia la mesa con su dedo índice que tenía la uña recortada en punta y dijo:

—Aquí tiene un menú bastante variado, supongo que no habrá probado ninguno de estos platos. Espero que usted me perdone por no compartir la mesa con usted; pero es que yo ya comí, y no suelo cenar en esta época del año.

Los malos presentimientos que tenía se fueron después de aquella deliciosa comida que parecía ser receta de las periferias de la Galaxia. Cansado, decidí ir a la cama que se encontraba en un pequeño cuarto en el tercer piso de la gran fortaleza, no presté atención a los detalles de la habitación, al día siguiente me daría cuenta de que parecía una tétrica prisión. El sueño era tal que caí sobre la cama rígida y dormí casi al instante, pude escuchar truenos y relámpagos antes de quedarme profundamente dormido, esperaba que la negociación se diese de la mejor forma posible.

por Lumen Gres Sáb Ago 18, 2012 3:41 am

Me gusta, felicidades.

Abeloth: Portador del Caos

Abeloth: Portador del Caos

Re: Abeloth: Portador del Caos