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[Roleo de Korriban VII] Libre como un ave que aprendió a volar

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Mensaje por Goshak Miér Ene 25, 2012 1:45 am

Capítulo I:
El código


" La paz es una mentira, solo hay pasión.
Con la pasión, obtengo fuerza.
Con la fuerza, obtengo poder.
Con el poder, obtengo victoria.
Con victoria, mis cadenas se rompen.
La Fuerza me liberará ".

El código sith... uno de ellos. Frases que reforzaban el poder y creencias de la Orden Sith. Algo apasionante. Apasionante para el joven e ingenuo Morgen Kaiser, un simple iniciado de Korriban, pero que al cual apasionaba el Lado Oscuro y sus artes. Aquellas frases no dejaban de ser repetidas dentro de la academia por aquel futuro Sith nombrado Morgen. Cuánto tenía por aprender aquel joven iniciado... lástima, puesto que cualquiera hubiese valorado sus estudios. Él en cambio, no podía romper sus cadenas. La Fuerza no le iba a liberar. Eso le sacaba de quicio, no podía soportarlo. Lo conseguiría, por supuesto, pero no ahora, ni mucho menos. Era demasiado pronto... aún tenía mucho que aprender.

Fue entonces, cuando en la sala de estudio de la academia, cuando Morgen se encontraba leyendo uno tras otro los códigos del sith, de la orden sith, apareció el poderoso Lord del Sith Atholore. ¿Qué hacía él allí? Era alguien de sumo respeto para el iniciado. Alguien a quien debería de besar los pies de por vida, alguien a quien respetaba hasta la muerte el iniciado, alguien que era reconocido y admirado por el iniciado. - Saludos mi Lord. - Fueron las palabras del iniciado de blancos cabellos. Este se inclinó totalmente, dejando su cuerpo de cintura para arriba totalmente doblado, reverenciando así formalmente al Lord Atholore. Este asentió, dando señal de que podía ponerse erguido nuevamente. - Saludos iniciado. - Pausó. - ¿Por qué pasa aquí las tardes? Se le oye recitar desde fuera. ¿Por qué no entrena como los otros iniciados? - Preguntó el Lord al iniciado. ¿Realmente se dirigía hacia él? Debía de serlo, puesto que eran los dos únicos seres vivos en aquella sala, y Morgen era el único iniciado que trataba de estudiar la filosofía del sith. Morgen entonces miró fijamente al Lord que admiraba, para así responder a su pregunta, aunque en parte avergonzase. Debía responder o sería una grave falta de respeto, o quizá no, pero como había sido adiestrado Morgen, debía responder. - Intento romper las cadenas. - Respondió el iniciado. El Lord, permaneció callado, sin una sola mueca en su rostro, como si el joven iniciado llamado Morgen estuviese haciendo algo grave, pero, ¿por qué? El "futuro sith" no comprendía al Lord. Tampoco había nada que comprender, era alguien mucho más superior a él, nunca podría entenderlo. - Bien. - Por fin dijo algo el Lord del sith, después de mantener una pausa en silencio. - Acompáñame, iniciado. - Fueron las palabras del Lord. ¿Qué pretendía? No importaba en aquel momento, el iniciado solo debía de obedecer. - Sí, mi Lord. - Dijo tras así, seguir sus pasos.

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El Lord había llevado al iniciado a la superficie terrestre del planeta Korriban rápidamente, traspasando la fortaleza de la academia, así pudiendo alcanzar aquel planeta... desértico. Nada. Ni una sola planta, vegetación nula absolutamente era lo que los ojos de Morgen veían, nada más que desierto. - Bien, iniciado. ¿Qué ves aquí? - Preguntó al joven iniciado. Realmente ahora no entendía nada... ¿por qué le preguntaba tal? ¿Qué quería de él? No tenía más que responder. - Desierto, mi Lord. Veo un planeta desértico. - Respondió rápidamente a la pregunta de su Lord el joven iniciado. - Bien. - Pausó el Lord. - Te contaré una historia. - Pausó nuevamente para tomar un poco de aire y comenzar a hablar. - Una vez... existió un ave tan exótica y tan hermosa como el bosque en el que vivía. Cada vez que volaba, una nueva ave nacía en este mundo. Pero este ave, apareció enjaulada. Un día el cazador, consiguió capturar a la vieja ave, y en el momento en el que fue a meterle en la jaula, el joven ave que había permanecido toda su vida encerrada, salió volando lo más rápido que podía para ver el exótico bosque, el bosque en el que tendría que haber crecido. - Terminó de contar aquella corta historia. ¿Qué significaba todo eso? ¿Intentaba mostrarle algo? Por mucho que el iniciado dudase, tenía curiosidad y escuchó toda la historia que el poderoso Lord del sith de su academia le contó. - Ahora bien, iniciado. ¿Qué opinas sobre ese ave que consiguió volar? - Preguntó el Lord al aprendiz. ¿Acaso estaba intentando de conocer su psicología con aquellas preguntas? Eso sería muy fácil para el Lord. Morgen dudaba sobre la trampa de la pregunta, así que se lo pensó antes de responder. - Opino que consiguió romper las cadenas, las cadenas que La Fuerza nos aprisiona. - Contestó el iniciado con la respuesta que había tenido que pensar un rato, puesto que, aquella pregunta era complicada, y más la filosofía de aquella historia. Le resultaba extraño que alguien de tal poder "perdiese" el tiempo con el iniciado, pensaba que tendría cosas más importantes que hacer pero... En fin, eso es algo que el iniciado no podría responder, así que no le dio muchas vueltas y trataría de sacar el máximo jugo a aquella charla. Quería aprender, quería conocer la filosofía correcta, su camino, la forma como conseguiría "romper" sus cadenas. - No nos habían presentado. - Pausó así el Lord, diciendo al iniciado. ¿Iban a presentarse? Eso era algo que conmovía al joven de blancos cabellos. Exacto, el joven tenía sentimientos... pero no había conseguido reprimirlos y utilizar su odio y pasión para ganar poder, como el código del sith decía, puesto que para eso necesitaría mucho más entrenamiento. - Mi nombre es Atholore Ankh. - Se presentó así el Lord, con su rostro frío y sin muecas, como de costumbre. - Yo soy Morgen Kaiser. - Fue la formal presentación entre Lord e iniciado. Una vez presentados, el Lord Atholore comenzó a hablar de nuevo. - El universo está repleto de aves. Nosotros somos las aves. - Se detuvo por un instante. - Te diré algo que mi maestro me enseñó: "No somos aves, somos guerreros. No tenemos alas, tenemos sables. No estamos en jaulas, estamos en academias. No aprendemos a volar, aprendemos a..." - Fue así cuando de pronto finalizó la frase dejándolo a punto de terminar. ¿Por qué razón? - ¿A qué aprendemos, mi Lord? - Preguntó el iniciado curioso. - Eso te lo dejo a ti. - Dijo el Lord marchando tras esto, desapareciendo prácticamente entre el desierto. Obviamente, se dirigiría hacia a la academia, o eso suponía Morgen, pero... ¿Qué había significado todo eso? El iniciado no dejaría de darle vueltas. Ahora bien, no podía quedarse allí plantado, debería de volver hacia la academia, estaba cerca, solo debía de traspasar la fortaleza, y así, dirigirse hacia las salas de entrenamiento.

Tras un rato caminando, por fin logró volver a la academia. No dejaba de darle vueltas a aquel asunto. ¿A qué aprendíamos? ¿Filosofía del Sith? Estaba claro que eso no era, si no, no se hubiese tomado la molestia de hacer todo eso por el iniciado. Era muy extraño... sin dejar de darle vueltas, el joven Morgen Kaiser se dirigió hacia las salas de entrenamiento, para entrenar sus habilidades con el sable con los arcaicos que se encontraban allí. Dirigiéndose hacia los estantes, tomó de uno, para así empezar a ondearlo tras encenderlo rápidamente, y empezar a lanzar cortes al aire. Mientras atacaba a la nada, seguía dándole vueltas... cuando de pronto, una imagen vino a la cabeza del iniciado, algo que le hizo caer de rodillas y soltar el arcaico. No acababa de entender realmente que había ocurrido, pero solo había diferenciado una palabra: Control. ¿Control? ¿Por qué control? Totalmente contrario a sus ideas. - Controlar... - Fue el pensamiento del iniciado. ¿Acaso debía de aprender a controlar? ¿Significaba eso lo que el Lord quería decir? Quién sabe, pero por alguna razón la actitud de Morgen cambió totalmente. No sabía que acababa de ocurrir, pero estaba claro que algo o alguien había interferido en él, o eso creía...

Continuará...


Última edición por Morgen Kaiser el Jue Ene 26, 2012 5:22 pm, editado 1 vez

Goshak

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Mensaje por Welfarest Miér Ene 25, 2012 1:53 am

Buen roleo, me esta gustando esta trama sigue así
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Mensaje por Either Miér Ene 25, 2012 2:22 am

Tremendo roleo Sigue asi
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Mensaje por Neguer. Miér Ene 25, 2012 8:32 pm

que gran roleo me a gustado mucho
Neguer.
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Mensaje por Goshak Jue Ene 26, 2012 9:17 pm


Capítulo II:
¿Control?

Desquiciado. Las noches eran largas, los días cortos... El código no podía ser borrado. El odio del joven iniciado de cabellera blanca estaba despertando su odio. ¿Acaso era aquello una enseñanza? Todo había comenzado después de aquel extraño momento. Morgen no dormía, entrenaba. Morgen no comía, estudiaba. Morgen no descansaba, despertaba su odio. Los primeros pasos de todo Sith estaban siendo dados en aquella figura de blanca piel, aquel iniciado. Obviamente, sí dormía y comía, pero, todo su día era entrenamiento y estudio. No estaba como para tranquilizarse y no tomarse las cosas en serio. Le habían dado una oportunidad, no la rechazaría. Pero una pregunta no dejaba de rondarle por la cabeza... ¿qué debía de controlar? No entendía nada. Era demasiado joven como para comprender, necesitaría ayuda, de alguien... De todas formas únicamente era un iniciado. Debía de cumplir, nada más.

Los deseos de Morgen Kaiser no se cumplían. Quería venganza y destrucción para aquellos que habían matado a sus familiares en Umbara. La infancia del iniciado no fue de rosas. A sus 3 años, en su planeta natal, Umbara, murieron sus dos padres: Alakyr y Arthemisa Kaiser. Alakyr, humano, Arthemisa, umbarana. Morgen tenía ambas razas combinadas. De momento lo que obtuvo de su raza Umbarana, fue la pálida piel como si de un lienzo se tratase de estos, y de los humanos, el aspecto físico que estos tenían, cabello... En fin, resumiendo, Morgen durante los años había estado tranquilo, pero, en la edad en la que se encontraba, joven, rebelde e indefenso, su odio comenzó a estallar. Él no era estúpido, se daba cuenta de lo que ocurría, y más en su cuerpo... así que cayó en la cuenta de algo. - ¿Será esto bueno para mi...? - Pensaba mientras se paseaba por la academia de Korriban VII. Fue entonces cuando recordó lo que le había ocurrido hace unos días... aquel extraño incidente... ¿Controlar? ¿Qué debía de controlar? Su odio aumentaba y, ¿se lo estaba pensando? Pero, ¿realmente debía de controlar su odio? No estaba seguro del todo... necesitaría consejo de alguien de confianza para preguntarle algo así. Alguien sabio y poderoso. Por que su pregunta siguió rondando por la cabeza, dejando las cosas correr tal y como estaban. Quizá fuese bueno, quizá no, pero si no podía resolver aún sus dudas, no podía estar dándole vueltas. Debía de entrenar, entrenar y entrenar. No tenía otro deber.

De pronto, recordó a su madre. El sentimiento de pena aún existía en él. Minúsculo, pero existía... No tenía tiempo para eso, ¡se negaba! Todo lo que sabía del Sith era que no debía dejarse llevar por la pena o la lástima, ¡jamás! Quizá estaría equivocado, o puede que no, pero se negaba totalmente. Únicamente debía de existir odio, un enorme odio... Pero, no podía olvidar los cantos de su madre Arthemisa, aquellos cantos en umbarés que le cantaba antes de dormir cuando era un niño. Debía de controlarse... no podía... - ¡¡¡Me niego!!! - Gritó el iniciado Morgen en medio de los pasillos de la academia Korriban VII. Tras aquel grito de sufrimiento, con una mirada fría y seria, marcada por sus oscuras ojeras umbaras. Marchaba a entrenar. A obtener poder... poder. Necesitaba poder... necesitaba... romper sus cadenas. La Fuerza le debía liberar.

Una vez en una de la salas de entrenamiento, no dejó de entrenar su corte con uno de los arcaicos de esta misma. No se cansaba nunca, no dejaba de entrenar. El ámbito de poder aumentaba. Esa sensación le gustaba a Morgen. Cuando entonces una macabra sonrisa se mostró en el rostro de Morgen, haciendo salir de su boca una macabra risa maléfica que se hizo sonar en la academia mientras lanzaba cortes al aire. Fue entonces, cuando aquella macabra risa llamó la atención de unos de los caballeros del sith de la academia, Richtofen. - Venga conmigo, iniciado. - Escuchó Morgen decir al caballero que acababa de entrar a la sala de entrenamiento. Este cumplió y le siguió. El caballero le había llevado a una sala amplia de la academia. - Está bien. Le daré una clase. Tome asiento. - Dijo el caballero Richtofen haciendo que Morgen se sentase en el suelo. Este lo hizo, indicando que se encontraba bien.

El caballero tosió, tomando así la palabra. - Mi nombre es Richtofen. Hoy te enseñaré sobre varios asuntos. El primer punto será sobre Darth Krayt. - y así comenzó a explicar lo que sería un nuevo conocimiento para Morgen. El iniciado tomó apunte y intentaba memorizar todo dato sobre la historia de aquel jedi exiliado, que había caído en el reverso tenebroso. No únicamente sobre Darth Krayt fue la clase. Una vez explicado lo más importante de la vida de Darth Krayt, el caballero comenzó con otro asunto. - Bien, ahora te contaré la Edad dorada de los Sith y quién fue Exar Kun. - Decía el caballero. Morgen estaba muy asombrado por todos aquellos datos, estaba tomando apunte de todo y memorizando lo mejor que podía en su propia mente. Una vez acabada la explicación sobre la Edad dorada de los Sith y la historia sobre el Señor Oscuro Exar Kun, el caballero daría el último punto de su clase: los códigos sith. Algo que Morgen no había dejado de repetir y de memorizar, algo que no dejaba de desquiciar su cabeza. - Bien. Espero que recuerdes todo esto, ya que es muy importante. Ahora, ¿podrías decirme los 3 códigos del Sith? - Preguntó el caballero. - Por su puesto, caballero. - Dijo formalmente y muy seguro de sí mismo el aprendiz. - Adelante. - Fue lo que dijo el caballero, y así pues, el iniciado comenzó a recitar los tres códigos.

- " No existe paz, existe la furia.
No existe el miedo, el es el poder.
No existe la muerte, existe la inmortalidad.
No existe la debilidad, existe el Lado Oscuro. "
- Terminó así de recitar el primer código.

- El segundo. - Dijo el iniciado. - " Yo soy el corazón de la Oscuridad,
no conozco el miedo pero suelo causarlo en mis enemigos.
Soy el destructor de mundos y conozco el poder del reverso tenebroso.
Soy el fuego del odio y todo el universo se inclina ante mi.
Me entregaré a la oscuridad y encontraré la verdadera vida en la muerte de la luz. "
- Recitó, correctamente, el segundo.

- " La paz es una mentira, solo importa la pasión.
Con la pasión gano fuerza, con la fuerza obtengo poder,
con el poder obtengo victorias, con las victorias...
mis cadenas se rompen.
La fuerza me liberará... "
-
Terminó este último con una mirada fría y recitado mucho más despacio...

La clase había finalizado. - Muy bien, iniciado. - Felicitó el caballero a Morgen una vez recitados los tres códigos. - Puede marchar a descansar o continuar con sus entrenamientos. - Explicó el caballero, así marchando de la sala. Debía de volver a entrenar, cómo no. El odio no dejaba de crecer... Así pues, fue a despertar más.



Goshak

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Mensaje por Athred Jue Ene 26, 2012 9:49 pm

Te llevas el premio al título de roleo mas gay que ha existido.
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Mensaje por Goshak Jue Ene 26, 2012 9:59 pm

Muchas gracias Athred, eso me conmueve (que gay que soy).

Goshak

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Mensaje por Goshak Jue Ene 26, 2012 11:55 pm


Capítulo III:
El ascenso

Un gran día esperaba al iniciado. El Lord del Sith Atholore le había reclamado para dar iniciado a su prueba de ascenso a Aprendiz. Por fin iba a ser considerado "algo más" dentro de la academia y podría tener un maestro, eso, sí conseguía superar la prueba, que estaba dispuesto a hacer. Una vez el Lord Atholore me había llevado a una de las salas de entrenamiento, el iniciado pudo observar que allí se encontraba uno de los Aprendices, Naméku Daybacú. - Deberás derrotarlo. - Fueron las palabras del Lord del Sith, Atholore. Morgen estaba dispuesto. - Así sea. - Fueron las únicas palabras del iniciado, para así comenzar con la prueba. Sería un combate con simples arcaicos, pero debería de mostrar que merecía ser aprendiz. El combate tendría tres asaltos, Morgen únicamente debía de ganar 2 veces. El primer asalto fue mal, Morgen se dejó llevar y no pensó, siendo derrotado fácilmente. Pero eso no sería siempre así... los dos últimos los ganaría. Y así fue. Consiguió derrotar al aprendiz durante el segundo y tercer asalto, así superando la prueba. - Muy bien, Morgen. - Felicitaba el Lord del Sith Atholore a este. Pausó. - Puede marchar, aprendiz. - Dijo dirigiéndose hacia el derrotado aprendiz, Naméku. Y tras esto, marchó de la sala. El Lord se quedó mirando fijamente al nuevo aprendiz. - Bien... a partir de hoy serás aprendiz. Y, como todo aprendiz, necesitarás de un maestro. Yo seré tu maestro. - Expresó el Lord del Sith al aprendiz Morgen. No podía creerlo, ¿él sería su maestro? Le aceptaría con mucho honor y muy orgulloso de ello, estaba claro. - Sí, maestro. - Fueron las palabras de respeto de Morgen hacia su nuevo maestro.

- El siguiente paso de todo aprendiz, es obtener el sable con cual combatir. - Decía así el maestro de Morgen, Atholore. Pausó tras esto tomando un poco de aire para comenzar a hablar. - Te daré uno de mis sables rojos. - Pausó, así llevando su diestra a uno de sus bolsillos, sacando un sable rojo de este. El Lord lo encendió y lo empezó a ondear rápidamente. Morgen no podía quitarle ojo de encima. Apagando el sable con sus frías manos, hizo entrega de su nueva arma al aprendiz. - Gracias, maestro. - Agradecía a su maestro el aprendiz, por fin tenía un arma, un verdadero sable, no un inofensivo arcaico. - Bien. - Se dio la vuelta, Atholore. - Vaya a entrenar con su nuevo sable, aprendiz. - Y tras estas palabras y una pequeña reverencia el nuevo aprendiz del sith, se dirigió hacia las salas de entrenamiento para probar su nuevo sable rojo.

Obtenciones:
- Sable rojo.

(Hay pruebas de la obtención, ya se añadió a mi ficha)

Goshak

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