[Roleo/Obtención] Windu's Guile [Revisado]

Estoy harto de que llegues tarde...
Una vez más, había llegado tarde a mi citación con Sobek. Me había entretenido en el salón de entrenamientos, con motivo de mi preparación a Guardián. Respiraba con dificultad, debido a que en el mismo momento que había recuperado la noción del tiempo, había echado a correr cual demonio hacia la plataforma de aterrizaje con Sobek. Por el lugar, había presupuesto que tendría que irme de viaje a algún planeta, por lo que llevaba ya encima mi bastón, mi sable láser y mi túnica de viaje. Como de costumbre, como cada vez que llegaba tarde a su llamada, estaba con los brazos cruzados, y dando golpecitos con el pie en el suelo junto a mi nave. Me propinó un capón al pasar por mi lado y me dijo: He investigado, y he descubierto una cosa muy interesante... Verás, en el mismo momento en el que el Canciller Palpatine, luego conocido como Emperador, se hizo con el sable de Mace Windu tras ser asesinado, simplemente se lo entregó al por aquellos tiempos Senador de Eeropha, Sano Sauro. Sinceramente, no sé lo que haría el Senador con el sable, pero quién sabe, confío en que logres descubrirlo.

Tras haberlo escuchado, asentí y salté a mi nave. Antes de cerrar la cabina de la nave, Sobek alzó su voz diciendo: ¡ Toma esto, haz que sea rojo ! Y al instante, un sable láser apareció en mi regazo. Es un descubrimiento de tu padre. No deben saber que eres un Jedi. Yo tomé el sable láser, pensando: Este debe ser el cristal B'hisir... Cerré la cabina, y encendí los motores de la nave. Seguidamente encendí el panel de control, y según iba ascendiendo lentamente, activé el sistema de navegación. Salí de la atmósfera a gran velocidad, y me dirigí hacia un anillo transportador hiperespacial. Una vez mi nave entró en contacto con el anillo, coloqué en el sistema de navegación las coordenadas de Eeropha, y de golpe, salté al hiperespacio. En cuestión de minutos, salí del hiperespacio, y llegué ante la vista de un gra planeta: Eeropha.




Entré en su atmósfera a gran velocidad, y según descendía, iba reduciendo la velocidad de mi nave. Aterricé son suavidad en una de las plataformas individuales que encontré, y bajé de la nave. Quizás esta sería la oportunidad perfecta para poner en práctica mis nuevas habilidades con la fuerza. Me coloqué la capucha sobre la cabeza, y apoyé el Migrador de Almas en el suelo. Acabado esto, cerré disimuladamente la cabina de mi nave mediante la fuerza, y eché a caminar. Tenía entendido que había una gran biblioteca famosa en aquel planeta, donde se recopilaban ediciones de todo tipo, en lo que se incluía mi objetivo principal: Historia.

Me dirigí hacia dicha biblioteca, a la que llegué en menos de cinco minutos. Era bastante grande, y su forma semicircular impresionaba bastante. Su color grisáceo, en cambio, dejaba mucho que desear.


Me interné en dicha biblioteca, y nada más llegar a la recepción, casi se me saltan las lágrima, debido a la desesperación: estanterias enormes, estanterias tremendamente grandes y anchas, que parecían que no cabían en la esfera que había visto a fuera.



A un paso rapidísimo, caminé entre los edificios de libros, siguiendo un cartelito en el que se rezaba "Historia de Eeropha". Finalmente, llegué a lo que perfectamente se podría haber confundido con un callejón sin salida. Era un gran estante repleto de libros anclado en la pared. Internándose hacia él, solo se podía ir hacia adelante.



Por suerte, estaban etiquetados en secciones. Busqué en la 'B', y fui leyendo títulos hasta llegar a la síbala 'bio'. Leí atentamente los títulos de los libros, hasta que lo encontré: 'Biografía de Sano Sauro.' Se me había ocurrido durante el viaje, pero no podía creerme que lo hubiera conseguido. Tomé el libro, que por suerte, no era muy grande, y lo deposité sobre una mesa que tenía a mi izquierda. Fui directo al índice, en el que encontré un título: 'Su muerte --------- P. 179.' Fui directo a esa página, y comencé a sobreleer por encima, hasta que encontré algo que esperaba aún menos encontrar. Casi brinco de la alegría, por haber encontrado aquellas palabras milagrosas: En su lecho de muerte tan solo estuvo su hijo, Lenox Sauro. Sano murió por debido a su avanzada edad en su cama. No era exactamente lo que ponía, pero fue el resumen que recordé. Un resumen que me ayudaría a cumplir mi misión.

Salí de la biblioteca, medio extasiado. Ahora tocaba ir al Palacio de Eeropha. Desde luego, no me apetecía ir al Palacio, más que nada porque los odiaba, y más aún después de haberme criado en unas ruinas. Por suerte, sabía donde estaba el palacio. Caminé a paso ligero en dirección al este durante varios minutos, esquivando a las gentes de Eeropha, que se movían en dirección contraria hacia mí. Al cabo de siete minutos, llegué al pie de una montaña, en cuya cima, estaba el palacio. En la entrada de la montaña, habían dos guardias, además de unos tantos otros paseándose a lo largo de un gra muro que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Era hora de usar una de las habilidades proporcionadas por el trabajo duro y la ayuda de mi maestro. Me oculté tras un árbol, de forma que de cara a la montaña fuera completamente imperceptible, y miré a mi alrededor. No había nadie mirándome; de hecho no había nadie. Una aureola blanca se formó a mi alrededor, y al desaparecer, me volví completamente invisible. Con algo de inseguridad, salí de detrás del árbol, y comencé a avanzar hacia la entrada. Siempre tenía dudas, por si realmente no era invisible y los guardias me estaban observando acercarme. Pero pasé en silencio entre ambos guardias, y pensé: Gracias, Sobek. Concentré los midiclorianos del entorno en mis piernas, y con la ayuda de la fuerza, eché a correr montaña arriba lo más rápido que me fue posible. No tardé mucho en llegar al final. Delante mía, tenía el esperado Palacio de Eeropha.



El uso que tenía que hacer de la fuerza para ser invisible era muy agotador, y no lograba acostumbrarme. Por suerte, estaba anocheciendo, por lo que volví a ser visible, y me senté tras una roca. Ahí esperaría a que fuera denoche para moverme con más libertad por los interiores del palacio. Cerré mis ojos y medité.



Abrí mis ojos, me levanté y miré en dirección contraria al Palacio. En la distancia, vi el sol de Eerepha ocultándose en la distancia tras la montaña. Me giré, mirando de nuevo al Palacio, y comencé a correr hacia él. Avancé entre las rocas, y vi en la distancia una terraza. Me acerqué todo lo que pude hasta donde acababa la montaña y empezaba el barranco, concentré los midiclorianos del entorno en mis piernas, y salté con todas mis fuerzas.



Me enganché con mis brazos al borde de la terraza, y subí cuidadosamente. La puerta de acceso estaba cerrada, por lo que la abrí mediante la fuerza. Me puse la capucha, que se me había caído en el salto, y me interné en el Palacio. Comencé a correr en silencio por los pasillos. Usaba la fuerza para estar alerta, por lo que pude evitar pasillos en los que paseaban los guardias. Iba ascendiendo lentamente, hasta que llegué a una puerta, que tenía a ambos lados unos guardias. No sabía como me las había arreglado, pero había acabado yo solo frente a ambos guardias, a un metor escaso de distancia.

Los guardias se abalanzaron sobre mí con dos grandes lanzas. Yo prendí rápidamente el sable láser de Sobek, que se volvió rojo. Me situé al lado del guardia derecho, usándolo de escudo. Este mismo lanzó una estocada contra mí, pero yo la desvié con el sable, y en un arrebato de adrenalina, salté y le propiné una patada en la sien. El guardia cayó al suelo, y quedó solo frente al otro guardia, que dirigió la punta de su lanza contra mi cuello. Yo detuve la lanza mediante la fuerza, y se la arranqué de las manos. La hice girar frente a él, y mediante la fuerza, hice que le golpeara en la sien.

Con suerte, el ruido no habría despertado a nadie. Yo me interné en la habitación, y vi ante mí una hermosa estancia, incluso perfumada, llena de joyas. Y delante mía, a tres metros, una cama, con un hombre, mirándome con horror. Yo apagué el sable láser, lo señalé con la palma de mi mano, concentré los midiclorianos del entorno en dicha mano, seguidamente los concentré en su cabeza, y a través de la fuerza, despejé su mente. El hombre quedó completamente rendido, desplomándose en su cama.

Yo corrí y me situé junto a él. Cerré la puerta de la habitación mediante la fuerza, y cerré mis ojos. Me relajé, y recreé en mi mente dos figuras. Por suerte, tenía las imágenes visuales de la Biografía de Sano Sauro. Visualicé a Sano de anciano tendido en su cama, y a su hijo Lenox a su lado. Me concentré con toda la habilidad que me era posible, y de repente, un zumbido me rodeó. Noté como algo cambiaba a mi alrededor, pero aún así no abrí mis ojos.

Finalmente, tras cesar el zumbido, abrí los ojos. La habitación estaba tremendamente cambiada, no parecía la misma, salvo por la cama, que estaba en el mismo lugar. Tenía delante a Sauro, con una cara repleta de arrugas, y a su lado, cogiéndole de la mano, a su hijo Lenox. Estos hablaban en voz muy baja, y yo permanecía en trance, sorprendido porque era la segunda vez que lograba controlar esta gran habilidad (la primera que no lo utilizaba practicando). De repente, escuché unas palabras: ... tesoros del mausoleo...
Me acerqué más, justo a tiempo para escuchar: ... en el que también está incluido el sable de luz que un día portó Mace Windu...

Volví a mi realidad, donde la habitación era más moderna y un tanto más lujosa. Donde un hombre completamente desconocido para mí, dormía completamente inofensivo. Le miré fijamente, y le sacudí un tortazo. El hombre, sobresaltado se cayó de la cama. Se levantó rápidamente, mirando en todas direcciones hasta encontrarme en la oscuridad. Tomó aire para gritar, pero yo crucé por encima de la cama rápidamente hacia él, y con mi mano izquierda le tapé la boca, mientras que con la derecha le agarraba su brazo izquierdo y se lo torcía para pegárselo en la espalda. Lo tumbé bocaarriba sobre la cama, acerqué mi boca a su oído y le susurré: Dime dónde está el mausoleo... El hombre empezó a temblar, y yo le quité la mano de la boca para dejarlo hablar, que me dijo: E... Está al otro lado del pa...pasillo... Tuerces a la izquierda, bajas las escaleras y lo ves... Por favor por favor no me hagas daño. Saqué el sable láser con la mano libre y le golpeé en la cabeza, dejándolo inconsciente.

Salí de la habitación, y comprobando que los guardias aún estaban inconscientes, eché a correr por el largo pasillo. Mientras corría amortiguaba mis pasos para hacer el menor ruido posible. Cuando llegué al final del pasillo, miré a ambos lados, y tras comprobar que no había nadie, giré a la izquierda y me interné en una escalera giratoria. Bajé de la escalera y quedé frente a otros dos guardias, que paseaban a lo largo del pasillo. Curiosamente, el que estaba más lejos de mí vino corriendo hacia mí empuñando una lanza, mientras el que tenía más cerca corrió en dirección contraria, en la situación de la alarma. Yo eché a correr, y quedé cruzado frente al que se acercaba a mí. Lo sorteé rápidamente con una finta y corrí ayudándome de la fuerza hacia el que estaba huyendo. Llegué hasta él justo a tiempo, cuando estaba a medio metro de la alarma.

Concentré mi energía vital en mi mano derecha, la cual llevé a su cuello, y ayudándome de la fuerza, tiré con tal energía que durante un segundo lo mantuve suspendido en el aire, hasta impactarlo contra el suelo. El hombre tosió con fuerza, mientras el otro ya estaba casi sobre mí. Paré su lanza cogiéndola por los laterales a tiempo, y le propiné una patada en el estómago, dejándolo momentáneamente sin respiración. Giré la lanza, quedando la punta hacia mí, y le golpeé en la cara, dejándolo inconsciente. Luego planté el extremo de la lanza en la cabeza del que estaba en el suelo, dejándolo también inconsciente. Tiré la lanza y me giré.

Ante mí había una puerta pequeña. La abrí mediante la fuerza, y la crucé. Llegué hasta un jardín, iluminado por unas curiosas luces. Comencé a caminar a través de él, decidido, en camino hacia el mausoleo, que había visto desde la otra punta del jardín.






La entrada al mausoleo estaba abierta. Miré hacia el cielo, viendo que estaba al aire libre, y pensé: Vamos, que podría haber entrado con mucha más facilidad por arriba... Me adentré en el mausoleo, y me bajé la capucha. Ante mí, vi una gran cantidad de tesoros de todo tipo. Los miré a todos y cada uno, asombrado por la increíble fortuna que tenía a mi disposición. Perfectamente, podía robarlo todo y "ser feliz" con otra vida. Pero yo había venido a buscar otra cosa.



Llegué al final del mausoleo, en el cual había una montaña de tesoros, entre los que se distinguían dactarios, coronas, alguna espada, un sable láser sobre una mesilla... Mi mirada se quedó temporalmente parada sobre el sable láser, que estaba situado sobre una mesa plateada. Me acerqué y lo miré expectante.


¿Será este realmente el sable láser de Mace Windu? Lo tomé tembloroso, y lo alcé por encima de mis ojos, evaluándolo. Sin duda es un modelo Rune. A pesar de la antiguedad que debía tener, y del polvo que levanté al cogerlo, el sable brillaba con intensidad, y no constaba de ningún arañazo. Perfectamente puede ser una copia... Instintivamente lo prendí, y vi ante mí un haz de luz morado. Sonreí al verlo, y lo ondeé con decisión. Pude sentir la energía del cristal interior del sable fluyendo en mi interior.
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Obtengo: Windu's Guile/Sable láser con el cristal de Mace Windu.
Aclaro que este cristal es un Hurrikane, que claramente no fue contado, por lo que las limitaciones del cristal Hurrikane ascenderían a nueve.

Agradezco a Zeo su colaboración, ayudándome en todo lo que ha podido con este tema.

Un poco agresivo, pero un gran roleo.

Obtención Válida.

Por cierto, creo que pese a no poder ser un Hurrikane, debería de poseer las características de dicho cristal, eso ya es cosa tuya.

Un saludo.

Tu roleo mola, se nota que te lo has currado bastante, me ha gustado

Maravilloso roleo, me a fascinado mucho, sigue así, y haz otros roleos como este y sobretodo,
felicidades por la obtención, Suerte.

Que gran roleo