[CAMBIO DE FACCIÓN] Regreso a la Orden Jedi
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[CAMBIO DE FACCIÓN] Regreso a la Orden Jedi
Autor: Deign Lian
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Observaba el imponente Templo de la Orden de los Sith, con respeto, era una majestuosa Academia donde se instruía a los seres más temidos y calculadores de la Galaxia, que, aunque con otros líderes y en otros planetas, su esencia y su legado había perdurado durante muchísimos años y muchísimas generaciones de Lores Sith.
El poder que emanaba aquel santuario del lado oscuro haría enloquecer a cualquier ciudadano cuerdo del planeta.
Y, al fondo, en lo alto de unas pequeñas ruinas en un monte, me hallaba. El cielo estaba totalmente nublado, de negras nubes, que parecían pedir piedad de estar tanto tiempo expuestas al lado oscuro, y, únicamente se iluminaban cuando aparecían truenos o relámpagos.
Desde que habíamos llegado a este planeta, el lado oscuro lo había carcomido poco a poco, hasta haberse vuelto un planeta inhóspito.
- ¿Es así como quiero acabar -pensé-? ¿Ser un esclavo de mí mismo, de mis emociones, de mis propios sentimientos?
Una imagen de mi infancia apareció en mi cabeza.
La primera que había venido a mi cabeza desde hace muchísimos años.
- Aquel día... Aquella guerra... Aquel hombre de piel azul... Aquella mujer... ¿Quienes eran? ¿Qué pasó ese día?
Mantenía mis ojos cerrados mientras reflexionaba sobre ese recuerdo, pero de repente... Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero.
- ¿Mamá? No puede ser... No es posible... Yo nací en la Orden...
Pero una mano que irradiaba luz se posó sobre mi hombro, no parecía ser una figura física, sino un fantasma, o quizás una visión.
Esa figura luminosa, con forma de mujer de cabellos...
- ¿Mamá... - dije entre sollozos-? ¿Quién soy?
- Debes descubrir tu propio pasado, cariño. Nada es lo que parece.
De repente, otra visión apareció en mi mente.
La misma chica de mis recuerdos, pero ya no sonreía, lloraba. ¿Qué le ocurría?
- Mamá -dije, volteando mi cabeza hacia un lado, observando su mano que estaba posada sobre mi hombro-... ¿Acaso esto no es lo que yo quería ser?
La mujer suspiró, y comenzó a hablar:
- No, hijo. Tú querías ser un Jedi, como tu padre. Pero fuiste raptado, y yo no pude hacer nada, eran tantos aquel día... Todavía me sigo lamentando por dejarte marchar, no debí hacerlo.
- ¿Mi padre? ¿Quién es mi padre?
La figura luminosa comenzó a desaparecer entre una fina niebla que había alrededor de aquella chica.
- ¿Mamá? ¡No te vayas! Dije, intentando agarrarle de la mano, pero no podía, mi mano traspasaba la suya, cual espíritu.
- Deberás descubrir quién es tu padre, él te guiará. Y no temas, no estás solo. Yo siempre he estado a tu lado protegiéndote, aunque creas que no. Si quieres descubrir tu verdadera esencia, busca al Maestro Jed...
- ¡MAMÁ! Grité, entre sollozos, como si la hubiera visto fallecer ahí al desaparecer, en ese mismo instante.
- No temas, no estás solo. Dijo esa misma voz en mi cabeza.
Deign Lian estaba arrodillado en el suelo, con la cabeza agachada, cuando de repente, su Maestro, Voren, apareció en la colina, y observó la situación.
- ¿Deign? Vamos, el Lord nos espera.
Deign Lian se levantó como pudo, se limpió la nariz, y siguió al Maestro Voren.
Aunque, sin embargo, aquel fue el último día que se le vio por el Templo Sith.
Se rumorea en los pasillos del Templo que fue redimido y desertó, viajando a la Orden Jedi
Y asi fue, el antiguo Sith Deign Lian fue redimido y viajó a Ruusan, el planeta que recogía la sede de la Orden Jedi.
Nada más llegar al planeta, fui sorprendido por algunos de los Maestros de la Orden Sith, que me interrogaron, e intentaron volver a hacerme sucumbir en las profundidades del lado oscuro a traves de engaños y palabras.
Pero, firmemente decidido, les reproché las razones de mi retirada del Templo Sith, y estos individuos se desmaterializaron, pues parecían ser ilusiones producidas por un Maestro Jedi que se encontraba sentado no muy lejos, observándome.
- Bien, bien, Deign Lian parece ser que te llamas... Dijo el hombre con atuendos de Maestro Jedi.
- Swan Kenobi. Contesté.
- Bienvenido a tu hogar nuevamente, veo que tu rostro ha sido desfigurado por el uso del lado oscuro. Acompáñame, te llevaré hasta el Alto Consejo Jedi.
Y así fue como enmendé mis errores, y me convertí de nuevo en un protector de la justicia y de la luz.
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Observaba el imponente Templo de la Orden de los Sith, con respeto, era una majestuosa Academia donde se instruía a los seres más temidos y calculadores de la Galaxia, que, aunque con otros líderes y en otros planetas, su esencia y su legado había perdurado durante muchísimos años y muchísimas generaciones de Lores Sith.
El poder que emanaba aquel santuario del lado oscuro haría enloquecer a cualquier ciudadano cuerdo del planeta.
Y, al fondo, en lo alto de unas pequeñas ruinas en un monte, me hallaba. El cielo estaba totalmente nublado, de negras nubes, que parecían pedir piedad de estar tanto tiempo expuestas al lado oscuro, y, únicamente se iluminaban cuando aparecían truenos o relámpagos.
Desde que habíamos llegado a este planeta, el lado oscuro lo había carcomido poco a poco, hasta haberse vuelto un planeta inhóspito.
- ¿Es así como quiero acabar -pensé-? ¿Ser un esclavo de mí mismo, de mis emociones, de mis propios sentimientos?
Una imagen de mi infancia apareció en mi cabeza.
La primera que había venido a mi cabeza desde hace muchísimos años.
- Aquel día... Aquella guerra... Aquel hombre de piel azul... Aquella mujer... ¿Quienes eran? ¿Qué pasó ese día?
Mantenía mis ojos cerrados mientras reflexionaba sobre ese recuerdo, pero de repente... Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero.
- ¿Mamá? No puede ser... No es posible... Yo nací en la Orden...
Pero una mano que irradiaba luz se posó sobre mi hombro, no parecía ser una figura física, sino un fantasma, o quizás una visión.
Esa figura luminosa, con forma de mujer de cabellos...
- ¿Mamá... - dije entre sollozos-? ¿Quién soy?
- Debes descubrir tu propio pasado, cariño. Nada es lo que parece.
De repente, otra visión apareció en mi mente.
La misma chica de mis recuerdos, pero ya no sonreía, lloraba. ¿Qué le ocurría?
- Mamá -dije, volteando mi cabeza hacia un lado, observando su mano que estaba posada sobre mi hombro-... ¿Acaso esto no es lo que yo quería ser?
La mujer suspiró, y comenzó a hablar:
- No, hijo. Tú querías ser un Jedi, como tu padre. Pero fuiste raptado, y yo no pude hacer nada, eran tantos aquel día... Todavía me sigo lamentando por dejarte marchar, no debí hacerlo.
- ¿Mi padre? ¿Quién es mi padre?
La figura luminosa comenzó a desaparecer entre una fina niebla que había alrededor de aquella chica.
- ¿Mamá? ¡No te vayas! Dije, intentando agarrarle de la mano, pero no podía, mi mano traspasaba la suya, cual espíritu.
- Deberás descubrir quién es tu padre, él te guiará. Y no temas, no estás solo. Yo siempre he estado a tu lado protegiéndote, aunque creas que no. Si quieres descubrir tu verdadera esencia, busca al Maestro Jed...
- ¡MAMÁ! Grité, entre sollozos, como si la hubiera visto fallecer ahí al desaparecer, en ese mismo instante.
- No temas, no estás solo. Dijo esa misma voz en mi cabeza.
Deign Lian estaba arrodillado en el suelo, con la cabeza agachada, cuando de repente, su Maestro, Voren, apareció en la colina, y observó la situación.
- ¿Deign? Vamos, el Lord nos espera.
Deign Lian se levantó como pudo, se limpió la nariz, y siguió al Maestro Voren.
Aunque, sin embargo, aquel fue el último día que se le vio por el Templo Sith.
Se rumorea en los pasillos del Templo que fue redimido y desertó, viajando a la Orden Jedi
Y asi fue, el antiguo Sith Deign Lian fue redimido y viajó a Ruusan, el planeta que recogía la sede de la Orden Jedi.
Nada más llegar al planeta, fui sorprendido por algunos de los Maestros de la Orden Sith, que me interrogaron, e intentaron volver a hacerme sucumbir en las profundidades del lado oscuro a traves de engaños y palabras.
Pero, firmemente decidido, les reproché las razones de mi retirada del Templo Sith, y estos individuos se desmaterializaron, pues parecían ser ilusiones producidas por un Maestro Jedi que se encontraba sentado no muy lejos, observándome.
- Bien, bien, Deign Lian parece ser que te llamas... Dijo el hombre con atuendos de Maestro Jedi.
- Swan Kenobi. Contesté.
- Bienvenido a tu hogar nuevamente, veo que tu rostro ha sido desfigurado por el uso del lado oscuro. Acompáñame, te llevaré hasta el Alto Consejo Jedi.
Y así fue como enmendé mis errores, y me convertí de nuevo en un protector de la justicia y de la luz.
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Fecha de inscripción : 12/05/2015
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