Becoming Sith

En nuestra era, tras el asedio constante que los Sith recibíamos de parte de la república, la destrucción de nuestro hogar y el asesinato de muchos seguidores del Bogan, los Sith que sobrevivieron eran perseguidos y purgados de la galaxia.

Todo parecía perdido, y una época de dominio total de la república sobre todos los mundos. Era inevitable. Era nuestra culpa. Después de todo, nosotros fuimos los que perdimos nuestra estricta organización, dejamos que prácticas y pensamientos ajenos a nuestra doctrina y a nuestra razón de ser entraran en nuestra conciencia colectiva, volviéndonos a todos dentro de nuestras filas, simples guerreros sin consciencia de nuestro pasado y nuestra meta histórica. Esta siembra de mediocridad dio frutos primero dentro de nuestra estructura interna, y como efecto consiguiente, toda nuestra organización se vino abajo.

Muchos de los nuestros que quedaron con vida, se escondieron por años, esparcidos por todos los planetas de la galaxia, reflexionando y tratando de justificarse a si mismos. 

¿Cómo fue posible que el imperio más glorioso que la galaxia haya visto cayera de esa forma?

Era una pregunta que todos nos hacíamos, pero siempre, apuntábamos a cualquier cosa, evadiendo la fría y cruda realidad. Nos habíamos vuelto algo que hubiera causado pena y repulsión a cualquier Sith del pasado.

Por mucho tiempo estos seres oscuros vagaban sin rumbo, solo satisfaciendo sus necesidades vitales y lamentándose, con el peso de la derrota dentro de sus cabezas y corazones. No estábamos acostumbrados. Era un peso que no conocíamos, sobre todo los que habían nacido y se habían desarrollado dentro del contexto del momento.

Alguien que había vivido toda su vida acomodado dentro del imperio más poderoso de la historia no podía conocer la derrota hasta que la viera a los ojos. Y así sucedió. Solo los más viejos se dieron cuenta primero de los errores que habíamos cometido todos. Nos convertimos en una vergüenza y no era extraño. Estuvimos tanto tiempo con la galaxia entera a nuestros pies que nos acostumbramos, y eso fue lo que nos terminó.

Olvidamos la lucha de nuestros antepasados, olvidamos al conflicto y nos olvidamos a nosotros mismos. Éramos solo escoria que debía ser borrada de la galaxia.

La era de dominio total de la república había comenzado poco después de que el imperio había sido borrado. Los seres oscuros que quedaban desparramados por la galaxia estaban derrotados, pero jamás acabados. El hecho de ser perseguidos y buscados reavivó
nuestro odio por nuestros enemigos naturales. Era un comienzo, fue el primer golpe que rectificó nuestro camino. Nos dimos cuenta de que habíamos de empezar de nuevo desde el inicio.

Muchos de nosotros solo estábamos esperando la llamada para reagruparnos y empezar la lucha desde cero, aprendiendo de nuestros errores y aciertos pero sobre todas las cosas, retomando nuestra identidad y doctrina que habíamos perdido ya hace mucho tiempo antes de que el imperio desapareciese.

Más temprano que tarde, la llamada llegó y de repente nos encontrábamos todos en un planeta con una historia ancestral. Un planeta en el que no se podía poner un pie firme sin que las rocas que cubrían toda la superficie se resbalaran ante ti. Una antigua ciudadela fue testigo de nuestra reorganización y renacimiento. Los Sith habían encontrado un hogar en Prakith y con nuestra transformación, lo que por años fue una simple sombra insignificante se había transformado también en una penumbra que devoraba mundos a su paso.

Las filas del Bogan crecían más grandes y más fuertes. Los individuos que formaban sus filas. Estaban más seguros de sí mismos y más claros en su papel como Nuevos Sith. La galaxia pronto se transformaría en un campo de batalla de nuevo. Y con la marcha imparable de nuestro glorioso imperio, solo se podía distinguir una sola cosa entre toda la destrucción y dominio. Era una frase que los Sith apreciaban y los que no eran Sith temían con el temblor de todos sus huesos...

        "CUANDO LLEGAMOS, LO PIERDES TODO"