[Relato] Hay dagas en las sonrisas de los hombres
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[Relato] Hay dagas en las sonrisas de los hombres
- Tiene un nuevo holomensaje. - sonaba dentro de aquella oscura sala, cuya penumbra solamente era alumbrada por un candelabro situado encima de una mesa. Se podía observar una mano pálida y corroída por el Lado Oscuro en forma de arrugas. Del holotransmisor se pudo observar un mensaje escrito en el idioma estándar galáctico enviado por el Comandante de Qalydon, Yisish. Al llegar al final se pudo apreciar la foto de un Darth que se creía muerto, Darth Guyh. La luz del candelabro pudo alumbrar el rostro del Sith que se encontraba mirando el holotransmisor. Un rostro pálido, escondido bajo una capucha y cuyos ojos amarillos brillaban de una manera parecida a la del propio fuego. Inthar suspiro lentamente, recuerdos de sus tiempos en los cuales lideraba a su pueblo, a su gente. Éstos recuerdos eran borrados por una figura oscura, todos los suyos muertos y caídos en batalla bajo el liderazgo de Darth Guyh. Inthar se levantó de golpe de su escritorio y se cruzo de brazos mirando un panel que tenía ante él. En el panel aparecían varios nombres con ilustraciones de dichos personajes, uno de ellos de Nao el cual se encontraba cruzado. Darth Guyh era otro nombre y gracias a las expediciones de su ejército privado logró encontrar el paradero de éste y su séquito. Guyh estaba siendo protegido por la Orden de Primus Gollud y ahora residía en el longevo planeta de Dathomir. Según las fuentes de los espías de Inthar, su mayor General en el campo de batalla, Sheeim Fortress, se encontraba en la frontera con la República Galáctica, exactamente en Glee Anslem, combatiendo a las tropas de la Orden Jedi. El destino era claro, encontrar al General para que éste lo llevase a por Darth Guyh, bastante sencillo. Inthar contacto con su Comandante a través del holotransmisor. - Buen trabajo Yisish. - dijo el Sith. - Siempre a vuestras órdenes, mi Rey. No obstante, las tropas aún no han encontrado el refugio de Darth Guyh en Dathomir. - comentaba Yisish. - Retira a todas las tropas de vuelta a Qalydon. A partir de aquí, es mi trabajo. - ordenaba Inthar. - Mi señor, sería arriesgar vuestra vida por el trabajo que cualquiera de vuestros leales hombres podría ejercer. El General Fortress no es trabajo para nuestras tropas de élite. - respondía el Comandante. - Es una orden. - insistió por última vez el Sith. Yisish asintió con la cabeza e Inthar procedía a cerrar el holomensaje cuando escuchó la voz de su comandante de nuevo. - Mi señor, ¿por qué no volvéis al trono? En la Orden Sith sois uno entre tantos, aquí sois el legítimo Rey. - preguntó Yisish. Inthar quedó dubitativo con la mirada fija en el suelo. - Todos tenemos nuestros deberes, Comandante. Los suyos son no preguntar y obedecer. - respondió secamente Inthar a la vez que apagaba el holomensaje. Éste salió de sus aposentos, dejando su capa arrastrandose por el suelo. En unos minutos llegó al hangar de la Academia de Deralia y se subió a su interceptor Sith. Despegó de inmediato bajo el manto de la noche que ofrecía el planeta, dejando una estela de humo bajo él.
En otra parte de La Galaxia
En un lejano planeta llamado Cilpar una figura se encontraba sentada entre finos pastos, un remanso de paz. Se podía escuchar al individuo inspirar aire y expulsarlo lentamente. Abrió de repente sus dos azulados ojos. - Maestro Kinsaii... - decía un joven que le observaba. El que se hacía llamar Maestro levantó su mano abierta, en símbolo de espera. Respiro de nuevo profundamente y se levantó mirando ahora a su joven Aprendiz. - El momento ha llegado mi joven Padawan. - dijo Kinsaii. El Padawan agachó su cabeza como muestra de respeto. - Maestro, creo que ya estoy preparado... - decía el Padawan. - No podemos arriesgar un inocente y puro corazón como el tuyo, mi joven Padawan. El General Fortress está asolando Glee Anslem y he recibido una llamada de nuestros compañeros. Te quedarás en Cilpar aprendiendo junto a tus demás compañeros. - respondía el Maestro Jedi. Éste se disponía a caminar hacia el hangar de aquel majestuoso templo construido en los bosques del poblado planeta cuando el Padawan le interrumpió. - Maestro... - decía tímidamente el joven. Kinsaii se giró dubitativo hacia su aprendiz. - No muera, por favor. - respondió el Padawan ante la mirada de su Maestro. - No existe la muerte, Aprendiz, existe La Fuerza. - concluía Kinsaii mientras se alejaba de la vista llorosa de su Padawan. El deber le llamaba, ahora la Orden Jedi de Glee Anslem estaba siendo asediada desde hace días por las tropas del Imperio Galáctico comandado por el General Fortress. Un criminal a la vista de cualquier Jedi y como todo delincuente debería pagar por sus actos.
Flashback
La historia de Kinsaii, el elegido por el Consejo de Glee Anslem para derrotar al General Fortress, es bastante parecida a la de Inthar pese a que sus ideales lleguen a chocar. Años atrás, en su época de Caballero Jedi, cuando Darth Guyh aún gobernaba en Qalydon, Kinsaii fue enviado a aquel planeta para exterminar a los Sith que gobernaban allí junto a su Aprendiz. Logró llegar a la Cámara de aquellos tenebrosos Lores, donde se encontró con un Sith llamado Nao y el mismísimo Darth Guyh. - Veo que tenemos visita. - decía la tenebrosa figura de aquel Darth sentado en su gigantesco trono. Kinsaii y su Aprendiz encendieron sus sables, verde el del antes nombrado y azul el de su pupilo. - Debes pagar por los genocidios que sufren los habitantes de Qalydon. - respondía Kinsaii blandiendo su espada láser con seguridad. - Ya veo, la Orden Jedi me quiere juzgar. Nao, encárgate de ellos. - dijo Guyh mientras un encapuchado aparecía entre las sombras prendiendo su sable de color rojizo. - Como mande, milord. -
El Sith se arrojó sobre los dos inexpertos Jedi y comenzó un choque sin cesar de sables. Se podía notar la agilidad de Nao para repeler los ataques y para lanzar firmes estocadas a sus dos enemigos, los cuales pese a ser mayor número no daban basto para aguantar al Sith. En un momento, los dos Jedi se colocaron a los laterales de Nao, el cual logró desviar el sable de Kasaii lanzandolo lejos y clavarle una estocada en el estómago a su Aprendiz. - ¡NO! - gritó con fuerza Kasaii de rodillas, estirando la mano hacia su caído Aprendiz. Nao apagó su sable y lo volvió a encender, sacando la hoja del cuerpo del Jedi y se giró hacia el otro. Kasaii logró atraer su sable de luz mediante la fuerza y lo prendió, cegado por el odio comenzó a golpear con fuerza a Nao. Darth Guyh comenzó a prestar atención al combate, abriendo sus dos ojos como nunca antes. Kasaii consiguió tumbar a Nao en el suelo con un empujón de la fuerza y le colocó el sable en su cuello. El Sith le miraba indiferente. - Acaba con él. - decía Darth Guyh mientras se colocaba en pie. El odio de Kasaii se iba desapareciendo poco a poco a medida que se relajaba. Apagó su sable de luz y desapareció de la escena saltando por la ventana de la torre y alejándose entre los edificios. En sus ojos se podían notar las lágrimas y el fracaso de una persona. Darth Guyh lo iba a pagar.
Re: [Relato] Hay dagas en las sonrisas de los hombres
Ohg...
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