[Relato] La sombra de la muerte.
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[Relato] La sombra de la muerte.
Bueno, como indica el título, esto es un relato, que intentaré seguir en mis tiempos libres. Espero que os guste, no es que sea un experto en escribir historias, pero bueno, uno hace lo que puede. Los diálogos estarán en otro color, para ayudar a la comprensión.
PRÓLOGO
Notó como se acercaban a él. Sus rápidos pasos a través de la selva eran perfectamente audibles para él. De repente, empezaron a salir seres muy altos de entre los árboles. Eran de una piel amarillenta, con unas extremidades largas y fuertes. En la cabeza tenían una especie de capucha de pelo negro. Blandían unos primitivos garrotes y lanzas. Debían de ser cerca veinte seres. El que parecía el cabecilla, por su báculo con una piedra verde engarzada, avanzó dos pasos y se puso a hablar en un extraño idioma, incomprensible. Por su tono, supuso que le pedía que entregara sus armas. Sin duda esa bestia había visto sables láser en otras ocasiones, ya que los reconoció. Azzit'di se levantó y le lanzó al nativo sus dos sables láser, en señal de paz. El cabecilla hizo una mueca, una sonrisa, parecía ser, y en su primitiva lengua formuló una orden. Dos guerreros avanzaron hacia Azzit'di, con las lanzas apuntándole, cuando una explosión sorprendió al grupo y al mismo Azzit'di. Tres nativos yacían chamuscados, y otros dos corrían mientras su piel se iba quemando. Empezaron a aparecer soldados del Imperio Sith, que disparaban a discreción. El cabecilla, asustado, dejó caer los sables, que fueron atraídos por Azzit'di. Un capitán, armado con una vibroespada, avanzó hacia el cabecilla, al que mató de dos certeros mandobles en el abdomen. Luego avanzó hacia el propio Azzit'di, que prendía sus dos sables láser, con la intención de atacarlo. Un caballero sith con una máscara, al parecer hecha de calavera, saltó justo delante del capitán sith:
- No, Radih, este es mío - dijo, mientras prendía ambas hojas de su sable láser de doble hoja. - Tú encárgate de matar a los amanin restantes.
Otro sith saltó detrás de él, con su sable rojo encendido.
- Venga, Kaerr, empieza tú. - dijo el sith de la máscara, haciendo un gesto con su brazo derecho.
El aludido saltó hacia Azzit'di, con su sable en alto. Descargó un potente golpe, aunque su oponente se apartó a tiempo, y fue a dar contra un árbol, que derribó. Movió el sable rápidamente hacia a la derecha, para golpear a Azzit'di, que paró el golpe con uno de los sables. El otro sith saltó por encima de ambos combatientes y se situó justo detrás de Azzit'di. Preparó para clavar su sable en la espalda de Azzit'di, que intercambiaba golpes con Kaerr, pero un fuerte empujón lo arrastró por el suelo varios metros. Un humano, ataviado con las túnicas jedis, bajó del árbol y encendió su pica amarilla. Se lanzó hacia el sith, que se levantaba, con la pica preparada para traspasarlo. El sith prendió una hoja del sable justo a tiempo y desvió el ataque mortal. Prendió la otra hoja y se colocó en posición para atacar frontalmente. Lanzó un poderoso golpe dirigido al pecho del jedi, distrayéndolo, y seguidamente le atacó con un empujón de la fuerza, lanzándolo contra un árbol. Se giró hacia la masacre que tenía lugar a sus espaldas, y se dirigió hacia ella.
Mientras, Azzit'di iba desviando los furiosos golpes que le iba lanzando su adversario, cargados de ira y odio. En un momento dado, Kaerr coló su sable por una brecha en su defensa, y con un preciso corte, Azzit'di atacó directamente la empuñadura del sable del sith, inutilizándolo. En su oscuro rostro apareció una malvada sonrisa, vestigios de la maldad que empezaba a crecer en su corazón. El sith se lanzó hacia atrás, evadiendo el corte vertical del otro sable, aunque era prácticamente imposible que sobreviviese al siguiente golpe. Cuando ya trazaba el movimiento con el sable dirigido al cuello del oponente, un golpe en el brazo le hizo soltar su sable, apartándose bruscamente del ser que debía haber producido el golpe. Notó como su sangre empezaba a manar de la herida, resbalando por debajo de la manga.
- Hijo de perra... - maldijo Azzit'di en voz baja, observando al que le había atacado, un soldado ataviado de capitán sith.
- Vas a morir, traidor. Prepárate. - Kaerr atrajo el sable caído de Azzit'di, dirigiéndose hacia él para rematar la faena del capitán sith.
El capitán se quedó observando el desenlace del enfrentamiento, sin prestar atención a lo que ocurría a su alrededor. Una roca de considerable tamaño le golpeó en el hombro izquierdo, dejándolo aturdido, y lo siguiente que vio fue al jedi, con su pica láser encendida, saltando sobre él para ensartarle. Un movimiento ágil, y se apartó de la trayectoria del jedi. Intentó coger la vibroespada con ambas manos, pero el brazo izquierdo no le respondió. Soltó el arma, y mientras el jedi se levantaba, agarró la pistola bláster que había ceñida a su muslo derecho, y apuntó rápidamente a su contrincante.
- Muere, escoria. No mereces nada más - dijo mientras apretaba el gatillo.
Un instante después, el capitán volaba por los aires.
El jedi se llevó una mano al brazo derecho, donde le había dado el disparo, y buscó con la vista al misterioso encapuchado de piel y cabello blanco. Allí estaba, con un brazo gravemente herido, esperando la llegada de su verdugo, que avanzaba con el sable rojo levantado.
- ¡NO! - gritó, y corrió hacia los dos combatientes.
El sith miró de reojo al jedi, tiempo suficiente para que Azzit'di, sorprendentemente, se reincorporase y levantara ambos brazos, con las palmas abiertas, hacia el sith. Una potente onda lanzó al sith hacia un árbol próximo, que quedó inconsciente con la espalda apoyada en el árbol, con la cabeza colgando. El hombre de la máscara se giró al oír el estruendo, solo a tiempo de ver cómo el jedi, al que creía muerto, y Azzit'di, al que también creía asesinado por su compañero, huían corriendo penosamente, por los golpes sufridos, hacia la espesura del bosque. Se giró, furibundo, y señaló a dos soldados que acababan de acabar con su objetivo.
- ¡VOSOTROS DOS! - ambos soldados se encogieron, muertos de miedo, creyendo ya que iban a morir. ¿Qué habían hecho mal?
- ¡SEGUIDME! - vociferó el sith, apagando una hoja del sable y empezando a correr por donde habían huido el jedi y el traidor.
[...]
Recuperó la consciencia, a base de zarandeadas. Abrió los ojos y cogió el sable, prendiéndolo y apuntando al que tenía la osadía de tocarlo de esa manera. El soldado sith se echó hacia atrás, muerto de miedo. Al ver que sólo era un soldado, apagó el sable y lo dejó caer a su lado. No tenía ni ganas de matar al hombre. Se quitó el hililllo de sangre que le caía por la boca con la manga y se levantó, a duras penas. Radih, el capitán sith, ya andaba dando órdenes.
- Seguramente él ha ordenado que me despertaran - pensó, agitando la cabeza para despejarse. Observó a su alrededor, buscando al otro caballero sith.
- ¿Dónde está el otro sith? - preguntó a un soldado.
- Se fue detrás de los fugitivos, que huyeron por el bosque.
- ¡¿POR DÓNDE SE FUERON?! - dijo, agarrando al soldado por los hombros y mirándolo fijamente.
- Po...por ahí... ahí, se... señor - balbuceó, levantando un tembloroso brazo hacia un sitio donde la vegetación estaba cortada y pisada.
El sith apartó al soldado de un empujón y se dirigió hacia el sitio señalado por el soldado.
- Vas a morir, capullo, lo juro - masculló en voz baja, poniéndose la capucha de su túnica por encima de la cabeza.
[...]
- No sé que haces aquí, pero deberías irte, por el bien de todos.
- ¿Acaso tienes la más remota idea de quién soy, jedi?
- No, ni ganas. Pero como antes te marches, mejor.
Un largo silencio, sólo roto por el crujir de las ramas y la agitada respiración de ambos, inundó la repentinamente acallada selva. Tras unos minutos de rápida caminata, aunque dolorosa por las heridas, un fuerte chasquido y posterior aleteo provocó que se giraran.
- ¿Creíais acaso que sería tan fácil libraros de mí? - tras eso estalló en una ruidosa carcajada. Dos soldados avanzaron rápidamente y apuntaron a Azzit'di, disparando con rapidez. Con el sable prendido, consiguió desviar parte de los disparos, aunque uno le hirió en la pierna y le obligó a arrodillarse. De repente, un haz de luz roja apareció en el pecho de uno de los soldados, y segundos después la cabeza del otro rodaba por el suelo.
- Si no doy la orden, aquí no se dispara... - después encendió la segunda hoja del sable, colocándose en posición de ataque.
- Apártate, yo me encargo - ordenó el jedi, encendiendo su pica. Sin hacer ruido alguno, se deslizó con rapidez hacia la izquierda y lanzó una certera estocada al sith, que desvió con un movimiento simple. Azzit'di se apartó, dejándose caer sobre una piedra y dispuesto a observar el desenlace del combate. Los combatientes, dándolo todo, intercambiaban contínuamente golpes, parando y esquivando a la vez que golpeaban con certeza. Pese a ello, el sith, completamente ileso, le ganaba terreno y cada vez sus golpes eran más numerosos y fuertes. En un momento dado, consiguió romper la defensa del jedi e inutilizó su pica, cortándola por el centro. Alzando su mano hacia él, le empujó contra un árbol y avanzó con paso solemne hacia su víctima, mientras apagaba una de las hojas del sable. Se preparó para ensartar al semiinconsciente jedi, y súbitamente se vió arrastrado unos cuántos metros hacia atrás. Sobre un árbol estaba un joven humano, agachado sobre una rama y con un sable láser azul junto a él. Con un chillido se lanzó sobre el sith, confiando en el momentáneo despiste que tenía el caballero, pero fue sorprendido él cuando a medio camino un sable rojo pasó zumbando junto a su oído y le rebanó la mano derecha. Con un grito, aterrizó en el suelo, cayendo sobre su espalda, y Kaerr atrajo de nuevo el sable hacia sí. Con dos rápidas zancadas se acercó al padawan, y le incrustó el sable en el pecho. El joven soltó un pequeño gemido y torció su cabeza, con el rostro contraído por el terror hacia un lado.
- Ha sido demasiado fácil... - dijo, mirando al ser de piel oscura, y empezó a andar hacia él, con el sable en guardia. Se vió detenido súbitamente cuando el otro sith le atravesó por detrás con su arma.
- Mis presas no se tocan. Así aprenderás.
- Hijo de perra... - mientras caía arrodillado, apagó su sable de luz y cerró los ojos. El sith ataviado con la máscara sonrió debajo de ella, y dirigió su mirada hacia Azzit'di.
- Ya sabes cuál es el final de esta historia... - dijo el oscuro caballero.
- Claro... - respondió Azzit'di, mirando fijamente al sith. Levantó la mano, y extendiendo sus dedos, le lanzó encima una fuerte descarga eléctrica. El sith, sin esperar el ataque, empezó a sufrir convulsiones bajo la potente sacudida eléctrica, y tras acabar esta, cayó inerte al suelo.
- Ese... ese poder no suele ser usado por los jedi... Tú no eres uno de ellos, lo sabía... - dijo una voz, unos metros atrás. El jedi empezaba a alzarse, con dificultad y la ayuda de una vara.
- ¿Cuál es tu nombre? - se limitó a preguntar Azzit'di, exhausto tras el potente ataque que acaba de realizar.
- No sé ni porqué lo hago, pero creo que no es una cosa que deba ocultarse. Mi nombre es Dareim. Dareim Lietsadar. El jedi que hará que pases a mejor existencia.
- Lo dudo... Como sabrás, hay gente que necesita de otros para su supervivencia. Yo soy uno de ellos, y voy a necesitarte... - tras decir, esto, levantó la palma de su mano en dirección al jedi, que ya estaba frente a él. Una especie de rayo de un color rojizo* se creó entre el pecho y la mano de Azzit'di. El jedi cayó inmediatamente arrodillado, y sorprendentemente, las heridas dejaron de dolerle al albino, que se levantó sin dificultad apenas y atrajo su sable. De un sablazo, acabó con la vida del jedi. Un silencio inundó entonces el bosque. Un silencio que olía a muerte y destrucción.
Final del prólogo.
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* El ataque, para los que hayáis jugado al KOTOR II, vendría a ser el "Drenar vida".
PRÓLOGO
Notó como se acercaban a él. Sus rápidos pasos a través de la selva eran perfectamente audibles para él. De repente, empezaron a salir seres muy altos de entre los árboles. Eran de una piel amarillenta, con unas extremidades largas y fuertes. En la cabeza tenían una especie de capucha de pelo negro. Blandían unos primitivos garrotes y lanzas. Debían de ser cerca veinte seres. El que parecía el cabecilla, por su báculo con una piedra verde engarzada, avanzó dos pasos y se puso a hablar en un extraño idioma, incomprensible. Por su tono, supuso que le pedía que entregara sus armas. Sin duda esa bestia había visto sables láser en otras ocasiones, ya que los reconoció. Azzit'di se levantó y le lanzó al nativo sus dos sables láser, en señal de paz. El cabecilla hizo una mueca, una sonrisa, parecía ser, y en su primitiva lengua formuló una orden. Dos guerreros avanzaron hacia Azzit'di, con las lanzas apuntándole, cuando una explosión sorprendió al grupo y al mismo Azzit'di. Tres nativos yacían chamuscados, y otros dos corrían mientras su piel se iba quemando. Empezaron a aparecer soldados del Imperio Sith, que disparaban a discreción. El cabecilla, asustado, dejó caer los sables, que fueron atraídos por Azzit'di. Un capitán, armado con una vibroespada, avanzó hacia el cabecilla, al que mató de dos certeros mandobles en el abdomen. Luego avanzó hacia el propio Azzit'di, que prendía sus dos sables láser, con la intención de atacarlo. Un caballero sith con una máscara, al parecer hecha de calavera, saltó justo delante del capitán sith:
- No, Radih, este es mío - dijo, mientras prendía ambas hojas de su sable láser de doble hoja. - Tú encárgate de matar a los amanin restantes.
Otro sith saltó detrás de él, con su sable rojo encendido.
- Venga, Kaerr, empieza tú. - dijo el sith de la máscara, haciendo un gesto con su brazo derecho.
El aludido saltó hacia Azzit'di, con su sable en alto. Descargó un potente golpe, aunque su oponente se apartó a tiempo, y fue a dar contra un árbol, que derribó. Movió el sable rápidamente hacia a la derecha, para golpear a Azzit'di, que paró el golpe con uno de los sables. El otro sith saltó por encima de ambos combatientes y se situó justo detrás de Azzit'di. Preparó para clavar su sable en la espalda de Azzit'di, que intercambiaba golpes con Kaerr, pero un fuerte empujón lo arrastró por el suelo varios metros. Un humano, ataviado con las túnicas jedis, bajó del árbol y encendió su pica amarilla. Se lanzó hacia el sith, que se levantaba, con la pica preparada para traspasarlo. El sith prendió una hoja del sable justo a tiempo y desvió el ataque mortal. Prendió la otra hoja y se colocó en posición para atacar frontalmente. Lanzó un poderoso golpe dirigido al pecho del jedi, distrayéndolo, y seguidamente le atacó con un empujón de la fuerza, lanzándolo contra un árbol. Se giró hacia la masacre que tenía lugar a sus espaldas, y se dirigió hacia ella.
Mientras, Azzit'di iba desviando los furiosos golpes que le iba lanzando su adversario, cargados de ira y odio. En un momento dado, Kaerr coló su sable por una brecha en su defensa, y con un preciso corte, Azzit'di atacó directamente la empuñadura del sable del sith, inutilizándolo. En su oscuro rostro apareció una malvada sonrisa, vestigios de la maldad que empezaba a crecer en su corazón. El sith se lanzó hacia atrás, evadiendo el corte vertical del otro sable, aunque era prácticamente imposible que sobreviviese al siguiente golpe. Cuando ya trazaba el movimiento con el sable dirigido al cuello del oponente, un golpe en el brazo le hizo soltar su sable, apartándose bruscamente del ser que debía haber producido el golpe. Notó como su sangre empezaba a manar de la herida, resbalando por debajo de la manga.
- Hijo de perra... - maldijo Azzit'di en voz baja, observando al que le había atacado, un soldado ataviado de capitán sith.
- Vas a morir, traidor. Prepárate. - Kaerr atrajo el sable caído de Azzit'di, dirigiéndose hacia él para rematar la faena del capitán sith.
El capitán se quedó observando el desenlace del enfrentamiento, sin prestar atención a lo que ocurría a su alrededor. Una roca de considerable tamaño le golpeó en el hombro izquierdo, dejándolo aturdido, y lo siguiente que vio fue al jedi, con su pica láser encendida, saltando sobre él para ensartarle. Un movimiento ágil, y se apartó de la trayectoria del jedi. Intentó coger la vibroespada con ambas manos, pero el brazo izquierdo no le respondió. Soltó el arma, y mientras el jedi se levantaba, agarró la pistola bláster que había ceñida a su muslo derecho, y apuntó rápidamente a su contrincante.
- Muere, escoria. No mereces nada más - dijo mientras apretaba el gatillo.
Un instante después, el capitán volaba por los aires.
El jedi se llevó una mano al brazo derecho, donde le había dado el disparo, y buscó con la vista al misterioso encapuchado de piel y cabello blanco. Allí estaba, con un brazo gravemente herido, esperando la llegada de su verdugo, que avanzaba con el sable rojo levantado.
- ¡NO! - gritó, y corrió hacia los dos combatientes.
El sith miró de reojo al jedi, tiempo suficiente para que Azzit'di, sorprendentemente, se reincorporase y levantara ambos brazos, con las palmas abiertas, hacia el sith. Una potente onda lanzó al sith hacia un árbol próximo, que quedó inconsciente con la espalda apoyada en el árbol, con la cabeza colgando. El hombre de la máscara se giró al oír el estruendo, solo a tiempo de ver cómo el jedi, al que creía muerto, y Azzit'di, al que también creía asesinado por su compañero, huían corriendo penosamente, por los golpes sufridos, hacia la espesura del bosque. Se giró, furibundo, y señaló a dos soldados que acababan de acabar con su objetivo.
- ¡VOSOTROS DOS! - ambos soldados se encogieron, muertos de miedo, creyendo ya que iban a morir. ¿Qué habían hecho mal?
- ¡SEGUIDME! - vociferó el sith, apagando una hoja del sable y empezando a correr por donde habían huido el jedi y el traidor.
[...]
Recuperó la consciencia, a base de zarandeadas. Abrió los ojos y cogió el sable, prendiéndolo y apuntando al que tenía la osadía de tocarlo de esa manera. El soldado sith se echó hacia atrás, muerto de miedo. Al ver que sólo era un soldado, apagó el sable y lo dejó caer a su lado. No tenía ni ganas de matar al hombre. Se quitó el hililllo de sangre que le caía por la boca con la manga y se levantó, a duras penas. Radih, el capitán sith, ya andaba dando órdenes.
- Seguramente él ha ordenado que me despertaran - pensó, agitando la cabeza para despejarse. Observó a su alrededor, buscando al otro caballero sith.
- ¿Dónde está el otro sith? - preguntó a un soldado.
- Se fue detrás de los fugitivos, que huyeron por el bosque.
- ¡¿POR DÓNDE SE FUERON?! - dijo, agarrando al soldado por los hombros y mirándolo fijamente.
- Po...por ahí... ahí, se... señor - balbuceó, levantando un tembloroso brazo hacia un sitio donde la vegetación estaba cortada y pisada.
El sith apartó al soldado de un empujón y se dirigió hacia el sitio señalado por el soldado.
- Vas a morir, capullo, lo juro - masculló en voz baja, poniéndose la capucha de su túnica por encima de la cabeza.
[...]
- No sé que haces aquí, pero deberías irte, por el bien de todos.
- ¿Acaso tienes la más remota idea de quién soy, jedi?
- No, ni ganas. Pero como antes te marches, mejor.
Un largo silencio, sólo roto por el crujir de las ramas y la agitada respiración de ambos, inundó la repentinamente acallada selva. Tras unos minutos de rápida caminata, aunque dolorosa por las heridas, un fuerte chasquido y posterior aleteo provocó que se giraran.
- ¿Creíais acaso que sería tan fácil libraros de mí? - tras eso estalló en una ruidosa carcajada. Dos soldados avanzaron rápidamente y apuntaron a Azzit'di, disparando con rapidez. Con el sable prendido, consiguió desviar parte de los disparos, aunque uno le hirió en la pierna y le obligó a arrodillarse. De repente, un haz de luz roja apareció en el pecho de uno de los soldados, y segundos después la cabeza del otro rodaba por el suelo.
- Si no doy la orden, aquí no se dispara... - después encendió la segunda hoja del sable, colocándose en posición de ataque.
- Apártate, yo me encargo - ordenó el jedi, encendiendo su pica. Sin hacer ruido alguno, se deslizó con rapidez hacia la izquierda y lanzó una certera estocada al sith, que desvió con un movimiento simple. Azzit'di se apartó, dejándose caer sobre una piedra y dispuesto a observar el desenlace del combate. Los combatientes, dándolo todo, intercambiaban contínuamente golpes, parando y esquivando a la vez que golpeaban con certeza. Pese a ello, el sith, completamente ileso, le ganaba terreno y cada vez sus golpes eran más numerosos y fuertes. En un momento dado, consiguió romper la defensa del jedi e inutilizó su pica, cortándola por el centro. Alzando su mano hacia él, le empujó contra un árbol y avanzó con paso solemne hacia su víctima, mientras apagaba una de las hojas del sable. Se preparó para ensartar al semiinconsciente jedi, y súbitamente se vió arrastrado unos cuántos metros hacia atrás. Sobre un árbol estaba un joven humano, agachado sobre una rama y con un sable láser azul junto a él. Con un chillido se lanzó sobre el sith, confiando en el momentáneo despiste que tenía el caballero, pero fue sorprendido él cuando a medio camino un sable rojo pasó zumbando junto a su oído y le rebanó la mano derecha. Con un grito, aterrizó en el suelo, cayendo sobre su espalda, y Kaerr atrajo de nuevo el sable hacia sí. Con dos rápidas zancadas se acercó al padawan, y le incrustó el sable en el pecho. El joven soltó un pequeño gemido y torció su cabeza, con el rostro contraído por el terror hacia un lado.
- Ha sido demasiado fácil... - dijo, mirando al ser de piel oscura, y empezó a andar hacia él, con el sable en guardia. Se vió detenido súbitamente cuando el otro sith le atravesó por detrás con su arma.
- Mis presas no se tocan. Así aprenderás.
- Hijo de perra... - mientras caía arrodillado, apagó su sable de luz y cerró los ojos. El sith ataviado con la máscara sonrió debajo de ella, y dirigió su mirada hacia Azzit'di.
- Ya sabes cuál es el final de esta historia... - dijo el oscuro caballero.
- Claro... - respondió Azzit'di, mirando fijamente al sith. Levantó la mano, y extendiendo sus dedos, le lanzó encima una fuerte descarga eléctrica. El sith, sin esperar el ataque, empezó a sufrir convulsiones bajo la potente sacudida eléctrica, y tras acabar esta, cayó inerte al suelo.
- Ese... ese poder no suele ser usado por los jedi... Tú no eres uno de ellos, lo sabía... - dijo una voz, unos metros atrás. El jedi empezaba a alzarse, con dificultad y la ayuda de una vara.
- ¿Cuál es tu nombre? - se limitó a preguntar Azzit'di, exhausto tras el potente ataque que acaba de realizar.
- No sé ni porqué lo hago, pero creo que no es una cosa que deba ocultarse. Mi nombre es Dareim. Dareim Lietsadar. El jedi que hará que pases a mejor existencia.
- Lo dudo... Como sabrás, hay gente que necesita de otros para su supervivencia. Yo soy uno de ellos, y voy a necesitarte... - tras decir, esto, levantó la palma de su mano en dirección al jedi, que ya estaba frente a él. Una especie de rayo de un color rojizo* se creó entre el pecho y la mano de Azzit'di. El jedi cayó inmediatamente arrodillado, y sorprendentemente, las heridas dejaron de dolerle al albino, que se levantó sin dificultad apenas y atrajo su sable. De un sablazo, acabó con la vida del jedi. Un silencio inundó entonces el bosque. Un silencio que olía a muerte y destrucción.
Final del prólogo.
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* El ataque, para los que hayáis jugado al KOTOR II, vendría a ser el "Drenar vida".
Kheston Neitz- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 25/02/2012
Re: [Relato] La sombra de la muerte.
Muy guapo men! A ver si la sigues
Selkris- Mensajes : 1726
Fecha de inscripción : 19/08/2011
Edad : 110
Localización : Murcia
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