Creepypastas
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Habbo Wars :: OOC :: Desechos :: ZONA OOC :: Trituradora
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Re: Creepypastas
*Accedo a dicha invocación*
SALU2, HE RETORNADO DE LAS TINIEBLAS.
No les daré vídeos porque realmente los creepypastas son buenos pero verlos en youtube es un asco, la magia principalmente está en leer, amigos míos.
Ya les iré soltando más cosas conforme vayan pidiendo.
SALU2, HE RETORNADO DE LAS TINIEBLAS.
No les daré vídeos porque realmente los creepypastas son buenos pero verlos en youtube es un asco, la magia principalmente está en leer, amigos míos.
- Belcebú:
- Hay cientos de formulas y métodos que tratan de cómo funciona el mundo y sus muchos misterios. Matemáticos, filosóficos y científicos; toma los que más te gusten y puede que te sirvan para contestar esos pequeños interrogantes que te hacen recapacitar y replantearte unos minutos. Pero aun no hay una forma para desenmarañar aquellos misterios que realmente remueven la curiosidad humana hasta sus raíces. O por lo menos aun no hay un método “seguro” para hacerlo.
Belcebú no solo es un demonio que goza de masticar los cadáveres putrefactos de aquellos que venden su alma a Satanás. Pasa y resulta que sus miles de años también le han dado gran sabiduría, la cual siempre está dispuesto a compartir con los mortales, claro, si pueden pagarla.
Si tu curiosidad es tan grande como para que tus dudas te perforen el cerebro por la noche y no te dejen dormir, esta es una solución rápida, pero debo de advertirte que pase lo que pase, siempre saldrás perdiendo. Por supuesto que también hay mucho que ganar, pero la gran interrogante es ¿Cuánto estás dispuesto a perder por el conocimiento?
Si tu principal preocupación es convocar Belcebú, y que este te engañé y sufrir por nada, puedes estar tranquilo. Pues Belcebú cobra caro porque lo que tiene de sanguinario lo tiene también de honesto.
Para convocarlo necesitas dos velas –no importa el tamaño, la forma ni el color, solo asegúrate de que puedas ver con la luz de la que te proveerán-, algo con que encenderlas, un espejo de mano de buen tamaño, un cuchillo bien afilado, un martillo y un trozo de carne roja lo suficientemente podrida como para a atraer moscas, puesto estas intentado atraer a la reina de todas.
Debes de estar completamente solo en una habitación con puertas y ventanas cerradas. Totalmente a oscuras, sentado en el suelo con todos los elementos antes mencionados durante una noche de luna llena, preferentemente a eso de las 3 am., a esa hora la frontera entre este mundo y el otro es más delgada.
Coloca la carne frente a ti, a poco más de metro y medio, y entre tú y ella, las dos velas con el espejo, el martillo y el cuchillo en medio.
Toma el martillo y rompe poco menos de la mitad del espejo, y muélelo tanto como puedas. Toma el vidrio molido con tu mano hábil y apriétalo con todas tus fuerzas, lo suficiente para que el vidrio se incruste en tu carne y lo suficiente como para que la sangre no se filtre. Mientras, clavas la mirada en el trozo sano de espejo y espera.
Cuando creas que ya pasaron 5 minutos más o menos parpadea lentamente 3 veces y cuando abras lo ojos la tercera vez tu reflejo tendrá las cuencas vacías y te sonreirá levemente. Ahora debes aflojar tu puño derecho y dejar gotear la sangre sobre el espejo hasta que te sea imposible ver tu reflejo. A continuación sopla las velas y quédate quieto con los ojos serrados.
Escucharas como el aleteo de las moscas que rondan el pedazo de carne se hace cada vez más fuerte, hasta el punto que pasa de ser solo molesto a ensordecedor y tan de repente como comenzó, cesará.
Felicidades, si llegaste hasta aquí, Belcebú ya está en la misma habitación que tu.
Escucharás como se acerca a ti, caminando con sus seis delgadas patas al ras del suelo y sube por el brazo con el que sostenías el vidrio molido, hasta pararse en tu hombro. Luego meterá su larga y delgada lengua en tu oído. El te esta probando y no tocará tu ofrenda hasta que termine. No te asustes, el no te hará daño, si considera que no vales la pena solo se irá y se llevará la oreja en la que esta hurgando como pago por molestarlo.
Si pasas su prueba se bajara de ti y se comerá la carne podrida que le ofreciste.
Debo recordarte que en ningún momento abras lo ojos, sobre todo llegado este punto. Es de mala educación mirar a alguien cuando está comiendo y es una de las cosas que más odia Belcebú.
Cuando el termine de comer las velas se encenderán solas y te agradecerá por la comida. Es ahora cuando puede abrir los ojos y trata de mantener la compostura por mas desagradable que sea lo que veras. Lo que veras es una copia exacta de ti mismo pero con las cuencas oculares vacías, desnudo y la carne de ese cuerpo en pleno estado de descomposición. Quizá lo siguiente más inquietante sea la mosca del tamaño de un ave pequeña que se posa en el hombro de tu copia. No te confundas ese que estás viendo no es Belcebú tomando tu forma, es tu reflejo y es también la primer cuota que pagar por haberlo convocado.
Ahora que el primer pago está saldado puedes hacerle todas preguntas que queras y cuales quieras, el te contestará con certeza y honestidad. Puedes preguntarle donde esta cualquier persona, el significado de la vida e incluso los números de la lotería. Pero cuidado porque con tu reflejo solo pagaste por algunas preguntas y no todas valen lo mismo.
El te avisará cuando ya esté saldada la deuda y te ofrecerá más respuestas si las quieres. Pero a diferencia de la vez anterior primero te dará tu respuesta y después te cobrará. ten mucho cuidado porque nunca podrás estar seguro de cuánto vale la respuesta y Belcebú no te lo dirá hasta que cierres el trato y estés obligado a pagar.
Si decidiste continuar el te pedirá algo después de cada pregunta que le hagas y sin importar que sea dáselo. He aquí cuando entra en juego el cuchillo. Belcebú adora la carne y si aceptó presentarse ante ti es porque, cuando lamió tu oído, le gustó tu sabor y lo mas probable es que te pida un poco de ti para saborear.
Sea cual sea tu decisión hay tres cosas que serán inevitables.
La primera es que Belcebú escupirá sangre sobre la tuya derramada sobre el espejo, y con ello hará una piedra ovalada, pequeña y extrañamente bonita, una piedra mermante de sangre. Él te la obsequiará, es como su tarjeta de presentación y de ahora en adelante estas en su lista de clientes permanentemente. Cuando quieras el se aparecerá para sellar otro trato y tal vez también se presente cuando tu no quieras, pero siempre que el se haga presente deberás hacerle una pregunta y dejar que se lleve algo.
La segunda, es que cada vez que te veas al espejo veras ese tú putrefacto sin ojos, furioso, golpeando el vidrio que los separa, intentando llegar a ti, mientras esa mosca que se apoyaba en su hombro aquella noche, se alimenta de él. Estate tranquilo pues estas fuera del alcance de sus manos, pero no del de sus gritos de dolor, de sus amenazas y de sus llantos. Es algo muy desagradable y vale aclarar que seras el único capas de ver ese tu reflejado, el resto de las personas no vera un reflejo normas y corriente.
Y la tercera y probablemente la peor. Cuando formes tu familia, si no lo has hecho ya, será tuya y como todo lo que te pertenece, y te pertenecerá, figura en el contrato. Él puede reclamarlo como pago la próxima vez que aparezca.
- Tres velas:
- Cuando desperté, la oscuridad eran tan profunda que ni siquiera una noche sin luna ni estrellas podía estar sumida en un abismo más insondable.
Lo que vino después de la oscuridad, fue la bofetada que me pegó el nauseabundo olor que impregnaba el lugar. Era intenso, asqueroso, el mismo olor que piensas encontrar en un montón de excremento, en la carne putrefacta de un perro muerto, con los huesos rotos y la sangre mojándole el pelaje infestado de pulgas. El asco fue tan agudo y penetrante como una cuchillada en el corazón, que sin darme cuenta, me encontré vomitando sobre un suelo desconocido.
En tercero, llegó el silencio. Ni un ruido había en aquél desconocido lugar, fuera del sonido de mi ruidosa y entrecortada respiración, los audibles latidos de mi corazón. El silencio era tan anormal, tan perfecto y frágil, que debía venir de otro mundo.
Finalmente, después de que los síntomas físicos tuvieran lugar, vino algo peor: el horror. Porque, cuando me pregunté dónde estaba, no obtuve respuesta. Me cuestioné, sintiendo mi corazón acelerarse, cómo había llegado aquí. Pero el verdadero clímax de mi terror, ocurrió cuando me pregunté quién era, y a pesar del esfuerzo, a mi mente no vino el recuerdo de un nombre, un rostro, una familia. No era nadie.
Arrodillada, temblando, sudando; no fui capaz de nada más que permanecer petrificada. Porque tenía esa sensación angustiosa de saber que, a pesar de la falta de ruido y vida, no estaba sola. Había algo en la habitación. Quise gritar, pero ni siquiera pude abrir mis labios. No sé dónde estoy, no sé quién soy.
Algo tomó mi hombro. Me hizo estremecerme de pies a cabeza, erizándome los cabellos de la nuca. Como la garra de una de esas bestias con cuernos que los artistas pintan en sus lienzos, atravesando cuellos con sus uñas, bebiendo la sangre de las cabras y seduciendo a vírgenes doncellas. Y mi garganta se desgarró, venciendo a mi aterrorizada petrificación, en un agudo grito. Entonces, todo se vuelve aún más oscuro de lo que ya era.
Cuando desperté, el olor y el horror…seguían ahí. La única diferencia, era la luz. Escasa. La luz de tres velas era suficiente para mostrarme la habitación, a excepción de los rincones más alejados perdidos en las tinieblas, sumergidos en lo oscuro.
La habitación estaba desnuda, totalmente vacía. El único adorno en sus paredes pelonas, era Él. Desde ahí arriba me está mirando: veo su rostro de engañoso beato empapado en lágrimas de sangre, sus ojos de fingido dolor y pureza, la carne de su cabeza desgarrada por la corona de espinas, sus manos y pies atravesados por clavos de hierro oxidado. Su piel derramando sangre, manchando la cruz de madera donde está clavado. Ése es el hombre por el cual estoy aquí. No recuerdo ni nombre, no sé quién soy, pero como criatura recién nacida que se prende a los pechos de su madre, el instinto, salvaje e impulsivo, más fuerte que la razón; me hizo odiar a aquel hombre, y culparlo de todos mis males.
Fue entonces, cuando el característico ruido de una forzada respiración me hizo volver a la realidad; y con la sangre congelada y el corazón detenido, me giré. Nunca he visto unos ojos tan azules. La chica tenía el rostro hinchado, con un ojo de un preocupante y putrefacto color morado, un derrame sanguinolento en su ojo izquierdo. Sonreía con una incongruente y enfermiza alegría, dejándome ver sus encías negras y desprovistas de dientes.
Abrí la boca para gritar, pero ella cubrió, con una agilidad inesperada, mis labios; provocando que mis gritos fueran solamente gemidos ahogados. Nos miramos a los ojos, entre las tinieblas, sin pronunciar palabra, una vez que mis gritos se hubieran apagado. Ella me penetro con esos tristes ojos azules y me acarició las mejillas.
-Se los llevaron a todos.- me susurró, aún sin quitarme las manos de encima, sus ojos desquiciados fijos en mí. – Menos a nosotras tres. – miró de reojo un bulto hecho un ovillo en un esquina, apenas visible. – Pero no tardarán en venir, no señor. Nos van a exterminar como ratas: nos aplastarán hasta desparramarnos los sesos, quebrarnos el cráneo, bañarnos en agua hirviendo para que se nos despelleje la piel…
-¿De…de qué hablas?- pregunté, con un hilo de voz.
-¿En dónde has estado, chiquilla tonta? ¿Qué no los viste? – No esperó a que yo respondiera, y continuó, con un tono más agudo.- Estábamos rodeadas de muertos. Algunos tan viejos que no eran más que un montón de huesos con piel podrida atravesada de gusanos. Otros tan recientes que todavía respiraban con suavidad, como un bebé, pero ya estaban muertos porque les habían sacado los ojos, cortado la lengua y los genitales, vaciado hasta la última gota de sangre…
– ¿Quienes…? ¿Quiénes les hicieron…eso?
– Ellos. – respondió simplemente, y de reojo miró al hombre de la cruz, que nos observaba con sus ojos adoloridos.- Esos malditos, los mismos que nos han estado matando desde el principio de los tiempos…no se rendirán hasta vernos a todos muertos. Pero ellos ya están muertos. Todos lo estamos.
Sus palabras me provocaron tal impacto, que no pude hacer nada. Ni asentir, ni musitar palabra alguna. Me abrazó, hablándome de Ellos con tal angustia y odio que termine aterrada, sin saber nada más que yo los odiaba. Me aseguró que no había manera de escapar, y no pude hacer otra cosa que creerle. Me convenció de esperar la Muerte pacientemente, pero yo no quería hacerlo. El suelo estaba cubierto de excremento, sangre seca, orines de rata, cucarachas y gusanos. Había tanta porquería que su olor provocaba nauseas.
Me obligó a callar, de pronto, rogándome por silenciar mis sollozos con un débil siseo. Un ruido metálico me hizo sobresaltarme. Pero para la chica de ojos azules parecía significar algo. Se mantuvo quieta y atenta.
-Ya vienen por mí.- dijo solamente.
-¡No!- grite, aferrándome a ella con toda la fuerza de la que fui capaz, aterrorizada.- ¡No!
Se puso de pie, solemne, dispuesta a enfrentar a la Muerte. Hubo otro ruido, seguido del sonido de unas brutales y risueñas voces ahogadas. Y entonces, la luz se volvió tan intensa que creí que me quedaría ciega. Me cubrí el rostro con las manos, con los ojos quemados por tanta intensidad luminosa. ¿Quiénes eran? Fantasmas, demonios, bestias… daba igual. Escuché sus fuertes pisadas, su extraño lenguaje incomprensible, los gritos agudos de la chica que me destrozaban los oídos, me hacían gritar con ella, pues su desgarrador dolor debía ser tan intenso que yo misma lo sentía. Oí, con espanto, como aquellos seres misteriosos la golpeaban, haciendo del crujido de sus huesos, sus sollozos y sus gritos una melodía macabra. Abrí los ojos, y sólo vi sus sombras: dos seres enormes e imponente, llevándose a rastras a otra figura pequeña y delgada, que se aferraba al suelo con sus largas uñas, rompiéndoselas en el camino. Me abalancé, ciega hacia la luz…Quería salvarla.
Hubo un ruido. Un dolor intenso en mi mano se llevó la luz también. Y con ella, a la chica de ojos azules y las misteriosas sombras que se la llevaron. Un líquido caliente comenzó a derramarse de mi mano, y supe que era sangre. Me habían golpeado la mano, quizás con una pesada puerta.
Me hice un ovillo en el suelo, apretándome la mano ensangrentada con la mano sana. No me di cuenta cuando me desmayé.
Cuando desperté, sólo quedaban dos velas encendidas. El bulto inerte, se había convertido en una figura de larga melena pelirroja, que lloraba, abrazada a sí misma en un rincón.
No quise acercarme a la luz para ver mi mano adolorida. La criatura llorona estaba sumida en su angustioso llanto y sus incomprensibles gemidos. Me arrastré entre la porquería hasta ella, y estiré el brazo para tocarla, pero me alejó de un histérico manotazo.
-¡No grites o vendrán!- la advertí, recordando con un nudo de voz lo ensordecedores gritos de la chica de ojos azules.
-¡Qué vengan!- rugió ella. -¡Ya me lo han quitado todo!
Soltó las peores palabrotas que yo pudiera imaginar, y término cantando una melodía sin letra, pero que llegó a mi mente como el trauma de un niño. Cuando recordé que era una de esas canciones que las personas cantaban al hombre de la cruz, entendí quién era yo. Yo era judía.
No tardaron mucho en llegar, seguro por la angustiosa voz de la chica cantando lo que para nosotros, incluyéndola a ella, eran mentiras. Y por esas mentiras, por esas creencias; estábamos aquí. Lo recordé todo, y quise jamás haberlo hecho.
Hubo un ruido metálico, seguido de la intensa luz. ¿Cuándo terminaría todo? Pero está vez, henchida del odio y el horror, no cerré los ojos, ni me cubrí el rostro. Miré a la luz hasta que me acostumbré a ella, y entonces los vi: eran horrendos. Peor que cualquier bestia, sus ojos estaban poblados de esa macabra locura insatisfecha, sus pieles estaban manchadas de sangre, y en sus manos había instrumentos de matanza terroríficos, que ni en mis peores pesadillas, podría imaginar. Y a pesar de la angustia de vivir en el encierro y la tortura, los excrementos y el dolor; el miedo a morir fue mayor. Sentí un líquido caliente entre mis piernas, seguido del intenso olor de la orina.
Uno de ellos se acercó a la pelirroja, y de un golpe la hizo desmayarse. Yo temblaba tanto como jamás en mi vida. Se la llevaron en silencio, porque ni ella ni yo éramos capaces de gritar. Cuando la luz se apagó, pude moverme. Me paré, y con mi mano herida y mi ropa manchada de sangre, sudor, orina y lágrimas, me abalancé sobre el hombre de la cruz. Lo tomé entre mi mano sana, y lo lancé con todas mis fuerzas hacia algún rincón de la habitación, apagando de paso otra vela.
Cuando desperté, supe que iba a morir. Estaba acostada en el suelo, tranquila, empapada de algún líquido que creí que era mi orina. No tardé mucho en descubrir que estaba acostada sobre un charco de sangre. Y fue entonces, cuando grité, llena de angustia. La angustia me estaba reventando el pecho. No podía más.
Hubo un ruido, luego otro, después un grito aterrador. ¿Terminaría todo, finalmente? Esperaba que sí, cuando la puerta se abrió. Vinieron hacia mí, cada uno con su sonrisa de loco, y la esvástica nazi orgullosa en el pecho. No puse resistencia cuando me agarraron salvajemente del cabello, y me arrastraron por el suelo, cual perro muerto y sarnoso.
Ojalá no hubiera nacido: así no tendría que ver la masacre de mi gente. Sus cuerpos quemados, algunos vivos todavía. Otros sin piel, sus rojos músculos y sus venas destacaban sobre las pálidas mesas de trabajo. A otros les estaban sacando los ojos, incrustándoles agujas y cuchillos en las todas las partes del cuerpo, desde las más recónditas hasta las más visibles. Había algunos que estaban tan golpeados que sólo parecían una masa de piel, huesos y sangre. A la pelirroja le abrieron el cráneo, le sacaron los ojos y le arrancaron los sesos con brutalidad. El piso estaba inundado de sangre. Un hombre en bata blanca se encargaba de despellejar a una hermosa mujer. Los órganos extraídos de los cuerpos eran utilizados para experimentar en otros, cosiendo un corazón en una boca judía, o un hígado en la cuenca vacía de un ojo. Había niños cosidos por hilo, que lloraban implorando por sus madres, las cuales estaban siendo estiradas de las extremidades hasta reventarlas, cuando sus órganos saltaban por toda la habitación.
Me amarraron a una cama con correas de cuero, afilando sus instrumentos malditos. No me resistí. Me habían quitado todo. La angustia era tan grande que terminaría matándome de todas maneras. La angustia a saber que el horror más grande, el mayor peligro de los hombres, eran los mismos hombres. Cerré los ojos: el filo de un cuchillo destelló con un macabro brillo plateado.
La vela se había apagado.
Apagare la tuya en 6 dias…
- Cortesía:
Ya les iré soltando más cosas conforme vayan pidiendo.
Invitado- Invitado
Re: Creepypastas
Hijo de puta de spoiler de talgath.
wiliye- Mensajes : 3113
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Re: Creepypastas
Ahora entiendo por qué, a veces, después de jugar al Pokémon Amarillo, quería irme de casa, vaya por dios. Maldito pueblo lavanda. Ahora la escucho y me da dolor de cabeza xD.
FrozeNN- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 06/08/2012
Edad : 34
Re: Creepypastas
Amé tu firmaRuben escribió:Con la luz oscura, con audifonos puestos y solos.
Luz- Mensajes : 57
Fecha de inscripción : 04/04/2013
Edad : 27
Localización : Argentina
Re: Creepypastas
Talgath, hijo de puta. Me leí el de Belcebú y no he podido dormir.
Vozher- Mensajes : 868
Fecha de inscripción : 29/07/2012
Localización : Chile
Re: Creepypastas
No se por que pero yo no entiendo estas cosas de los Creepy, los he leído por la noche, por la tarde, solo con gente, he leído el de talgath de belcebú he leído todos y no me asusto ni nada.
¿Qué se supone que hacen en tu persona, te dan miedo o algo XD? No se por que no.
¿Qué se supone que hacen en tu persona, te dan miedo o algo XD? No se por que no.
Invitado- Invitado
Re: Creepypastas
Nocturnal escribió:*Accedo a dicha invocación*
SALU2, HE RETORNADO DE LAS TINIEBLAS.
No les daré vídeos porque realmente los creepypastas son buenos pero verlos en youtube es un asco, la magia principalmente está en leer, amigos míos.
- Belcebú:
Hay cientos de formulas y métodos que tratan de cómo funciona el mundo y sus muchos misterios. Matemáticos, filosóficos y científicos; toma los que más te gusten y puede que te sirvan para contestar esos pequeños interrogantes que te hacen recapacitar y replantearte unos minutos. Pero aun no hay una forma para desenmarañar aquellos misterios que realmente remueven la curiosidad humana hasta sus raíces. O por lo menos aun no hay un método “seguro” para hacerlo.
Belcebú no solo es un demonio que goza de masticar los cadáveres putrefactos de aquellos que venden su alma a Satanás. Pasa y resulta que sus miles de años también le han dado gran sabiduría, la cual siempre está dispuesto a compartir con los mortales, claro, si pueden pagarla.
Si tu curiosidad es tan grande como para que tus dudas te perforen el cerebro por la noche y no te dejen dormir, esta es una solución rápida, pero debo de advertirte que pase lo que pase, siempre saldrás perdiendo. Por supuesto que también hay mucho que ganar, pero la gran interrogante es ¿Cuánto estás dispuesto a perder por el conocimiento?
Si tu principal preocupación es convocar Belcebú, y que este te engañé y sufrir por nada, puedes estar tranquilo. Pues Belcebú cobra caro porque lo que tiene de sanguinario lo tiene también de honesto.
Para convocarlo necesitas dos velas –no importa el tamaño, la forma ni el color, solo asegúrate de que puedas ver con la luz de la que te proveerán-, algo con que encenderlas, un espejo de mano de buen tamaño, un cuchillo bien afilado, un martillo y un trozo de carne roja lo suficientemente podrida como para a atraer moscas, puesto estas intentado atraer a la reina de todas.
Debes de estar completamente solo en una habitación con puertas y ventanas cerradas. Totalmente a oscuras, sentado en el suelo con todos los elementos antes mencionados durante una noche de luna llena, preferentemente a eso de las 3 am., a esa hora la frontera entre este mundo y el otro es más delgada.
Coloca la carne frente a ti, a poco más de metro y medio, y entre tú y ella, las dos velas con el espejo, el martillo y el cuchillo en medio.
Toma el martillo y rompe poco menos de la mitad del espejo, y muélelo tanto como puedas. Toma el vidrio molido con tu mano hábil y apriétalo con todas tus fuerzas, lo suficiente para que el vidrio se incruste en tu carne y lo suficiente como para que la sangre no se filtre. Mientras, clavas la mirada en el trozo sano de espejo y espera.
Cuando creas que ya pasaron 5 minutos más o menos parpadea lentamente 3 veces y cuando abras lo ojos la tercera vez tu reflejo tendrá las cuencas vacías y te sonreirá levemente. Ahora debes aflojar tu puño derecho y dejar gotear la sangre sobre el espejo hasta que te sea imposible ver tu reflejo. A continuación sopla las velas y quédate quieto con los ojos serrados.
Escucharas como el aleteo de las moscas que rondan el pedazo de carne se hace cada vez más fuerte, hasta el punto que pasa de ser solo molesto a ensordecedor y tan de repente como comenzó, cesará.
Felicidades, si llegaste hasta aquí, Belcebú ya está en la misma habitación que tu.
Escucharás como se acerca a ti, caminando con sus seis delgadas patas al ras del suelo y sube por el brazo con el que sostenías el vidrio molido, hasta pararse en tu hombro. Luego meterá su larga y delgada lengua en tu oído. El te esta probando y no tocará tu ofrenda hasta que termine. No te asustes, el no te hará daño, si considera que no vales la pena solo se irá y se llevará la oreja en la que esta hurgando como pago por molestarlo.
Si pasas su prueba se bajara de ti y se comerá la carne podrida que le ofreciste.
Debo recordarte que en ningún momento abras lo ojos, sobre todo llegado este punto. Es de mala educación mirar a alguien cuando está comiendo y es una de las cosas que más odia Belcebú.
Cuando el termine de comer las velas se encenderán solas y te agradecerá por la comida. Es ahora cuando puede abrir los ojos y trata de mantener la compostura por mas desagradable que sea lo que veras. Lo que veras es una copia exacta de ti mismo pero con las cuencas oculares vacías, desnudo y la carne de ese cuerpo en pleno estado de descomposición. Quizá lo siguiente más inquietante sea la mosca del tamaño de un ave pequeña que se posa en el hombro de tu copia. No te confundas ese que estás viendo no es Belcebú tomando tu forma, es tu reflejo y es también la primer cuota que pagar por haberlo convocado.
Ahora que el primer pago está saldado puedes hacerle todas preguntas que queras y cuales quieras, el te contestará con certeza y honestidad. Puedes preguntarle donde esta cualquier persona, el significado de la vida e incluso los números de la lotería. Pero cuidado porque con tu reflejo solo pagaste por algunas preguntas y no todas valen lo mismo.
El te avisará cuando ya esté saldada la deuda y te ofrecerá más respuestas si las quieres. Pero a diferencia de la vez anterior primero te dará tu respuesta y después te cobrará. ten mucho cuidado porque nunca podrás estar seguro de cuánto vale la respuesta y Belcebú no te lo dirá hasta que cierres el trato y estés obligado a pagar.
Si decidiste continuar el te pedirá algo después de cada pregunta que le hagas y sin importar que sea dáselo. He aquí cuando entra en juego el cuchillo. Belcebú adora la carne y si aceptó presentarse ante ti es porque, cuando lamió tu oído, le gustó tu sabor y lo mas probable es que te pida un poco de ti para saborear.
Sea cual sea tu decisión hay tres cosas que serán inevitables.
La primera es que Belcebú escupirá sangre sobre la tuya derramada sobre el espejo, y con ello hará una piedra ovalada, pequeña y extrañamente bonita, una piedra mermante de sangre. Él te la obsequiará, es como su tarjeta de presentación y de ahora en adelante estas en su lista de clientes permanentemente. Cuando quieras el se aparecerá para sellar otro trato y tal vez también se presente cuando tu no quieras, pero siempre que el se haga presente deberás hacerle una pregunta y dejar que se lleve algo.
La segunda, es que cada vez que te veas al espejo veras ese tú putrefacto sin ojos, furioso, golpeando el vidrio que los separa, intentando llegar a ti, mientras esa mosca que se apoyaba en su hombro aquella noche, se alimenta de él. Estate tranquilo pues estas fuera del alcance de sus manos, pero no del de sus gritos de dolor, de sus amenazas y de sus llantos. Es algo muy desagradable y vale aclarar que seras el único capas de ver ese tu reflejado, el resto de las personas no vera un reflejo normas y corriente.
Y la tercera y probablemente la peor. Cuando formes tu familia, si no lo has hecho ya, será tuya y como todo lo que te pertenece, y te pertenecerá, figura en el contrato. Él puede reclamarlo como pago la próxima vez que aparezca.
- Tres velas:
Cuando desperté, la oscuridad eran tan profunda que ni siquiera una noche sin luna ni estrellas podía estar sumida en un abismo más insondable.
Lo que vino después de la oscuridad, fue la bofetada que me pegó el nauseabundo olor que impregnaba el lugar. Era intenso, asqueroso, el mismo olor que piensas encontrar en un montón de excremento, en la carne putrefacta de un perro muerto, con los huesos rotos y la sangre mojándole el pelaje infestado de pulgas. El asco fue tan agudo y penetrante como una cuchillada en el corazón, que sin darme cuenta, me encontré vomitando sobre un suelo desconocido.
En tercero, llegó el silencio. Ni un ruido había en aquél desconocido lugar, fuera del sonido de mi ruidosa y entrecortada respiración, los audibles latidos de mi corazón. El silencio era tan anormal, tan perfecto y frágil, que debía venir de otro mundo.
Finalmente, después de que los síntomas físicos tuvieran lugar, vino algo peor: el horror. Porque, cuando me pregunté dónde estaba, no obtuve respuesta. Me cuestioné, sintiendo mi corazón acelerarse, cómo había llegado aquí. Pero el verdadero clímax de mi terror, ocurrió cuando me pregunté quién era, y a pesar del esfuerzo, a mi mente no vino el recuerdo de un nombre, un rostro, una familia. No era nadie.
Arrodillada, temblando, sudando; no fui capaz de nada más que permanecer petrificada. Porque tenía esa sensación angustiosa de saber que, a pesar de la falta de ruido y vida, no estaba sola. Había algo en la habitación. Quise gritar, pero ni siquiera pude abrir mis labios. No sé dónde estoy, no sé quién soy.
Algo tomó mi hombro. Me hizo estremecerme de pies a cabeza, erizándome los cabellos de la nuca. Como la garra de una de esas bestias con cuernos que los artistas pintan en sus lienzos, atravesando cuellos con sus uñas, bebiendo la sangre de las cabras y seduciendo a vírgenes doncellas. Y mi garganta se desgarró, venciendo a mi aterrorizada petrificación, en un agudo grito. Entonces, todo se vuelve aún más oscuro de lo que ya era.
Cuando desperté, el olor y el horror…seguían ahí. La única diferencia, era la luz. Escasa. La luz de tres velas era suficiente para mostrarme la habitación, a excepción de los rincones más alejados perdidos en las tinieblas, sumergidos en lo oscuro.
La habitación estaba desnuda, totalmente vacía. El único adorno en sus paredes pelonas, era Él. Desde ahí arriba me está mirando: veo su rostro de engañoso beato empapado en lágrimas de sangre, sus ojos de fingido dolor y pureza, la carne de su cabeza desgarrada por la corona de espinas, sus manos y pies atravesados por clavos de hierro oxidado. Su piel derramando sangre, manchando la cruz de madera donde está clavado. Ése es el hombre por el cual estoy aquí. No recuerdo ni nombre, no sé quién soy, pero como criatura recién nacida que se prende a los pechos de su madre, el instinto, salvaje e impulsivo, más fuerte que la razón; me hizo odiar a aquel hombre, y culparlo de todos mis males.
Fue entonces, cuando el característico ruido de una forzada respiración me hizo volver a la realidad; y con la sangre congelada y el corazón detenido, me giré. Nunca he visto unos ojos tan azules. La chica tenía el rostro hinchado, con un ojo de un preocupante y putrefacto color morado, un derrame sanguinolento en su ojo izquierdo. Sonreía con una incongruente y enfermiza alegría, dejándome ver sus encías negras y desprovistas de dientes.
Abrí la boca para gritar, pero ella cubrió, con una agilidad inesperada, mis labios; provocando que mis gritos fueran solamente gemidos ahogados. Nos miramos a los ojos, entre las tinieblas, sin pronunciar palabra, una vez que mis gritos se hubieran apagado. Ella me penetro con esos tristes ojos azules y me acarició las mejillas.
-Se los llevaron a todos.- me susurró, aún sin quitarme las manos de encima, sus ojos desquiciados fijos en mí. – Menos a nosotras tres. – miró de reojo un bulto hecho un ovillo en un esquina, apenas visible. – Pero no tardarán en venir, no señor. Nos van a exterminar como ratas: nos aplastarán hasta desparramarnos los sesos, quebrarnos el cráneo, bañarnos en agua hirviendo para que se nos despelleje la piel…
-¿De…de qué hablas?- pregunté, con un hilo de voz.
-¿En dónde has estado, chiquilla tonta? ¿Qué no los viste? – No esperó a que yo respondiera, y continuó, con un tono más agudo.- Estábamos rodeadas de muertos. Algunos tan viejos que no eran más que un montón de huesos con piel podrida atravesada de gusanos. Otros tan recientes que todavía respiraban con suavidad, como un bebé, pero ya estaban muertos porque les habían sacado los ojos, cortado la lengua y los genitales, vaciado hasta la última gota de sangre…
– ¿Quienes…? ¿Quiénes les hicieron…eso?
– Ellos. – respondió simplemente, y de reojo miró al hombre de la cruz, que nos observaba con sus ojos adoloridos.- Esos malditos, los mismos que nos han estado matando desde el principio de los tiempos…no se rendirán hasta vernos a todos muertos. Pero ellos ya están muertos. Todos lo estamos.
Sus palabras me provocaron tal impacto, que no pude hacer nada. Ni asentir, ni musitar palabra alguna. Me abrazó, hablándome de Ellos con tal angustia y odio que termine aterrada, sin saber nada más que yo los odiaba. Me aseguró que no había manera de escapar, y no pude hacer otra cosa que creerle. Me convenció de esperar la Muerte pacientemente, pero yo no quería hacerlo. El suelo estaba cubierto de excremento, sangre seca, orines de rata, cucarachas y gusanos. Había tanta porquería que su olor provocaba nauseas.
Me obligó a callar, de pronto, rogándome por silenciar mis sollozos con un débil siseo. Un ruido metálico me hizo sobresaltarme. Pero para la chica de ojos azules parecía significar algo. Se mantuvo quieta y atenta.
-Ya vienen por mí.- dijo solamente.
-¡No!- grite, aferrándome a ella con toda la fuerza de la que fui capaz, aterrorizada.- ¡No!
Se puso de pie, solemne, dispuesta a enfrentar a la Muerte. Hubo otro ruido, seguido del sonido de unas brutales y risueñas voces ahogadas. Y entonces, la luz se volvió tan intensa que creí que me quedaría ciega. Me cubrí el rostro con las manos, con los ojos quemados por tanta intensidad luminosa. ¿Quiénes eran? Fantasmas, demonios, bestias… daba igual. Escuché sus fuertes pisadas, su extraño lenguaje incomprensible, los gritos agudos de la chica que me destrozaban los oídos, me hacían gritar con ella, pues su desgarrador dolor debía ser tan intenso que yo misma lo sentía. Oí, con espanto, como aquellos seres misteriosos la golpeaban, haciendo del crujido de sus huesos, sus sollozos y sus gritos una melodía macabra. Abrí los ojos, y sólo vi sus sombras: dos seres enormes e imponente, llevándose a rastras a otra figura pequeña y delgada, que se aferraba al suelo con sus largas uñas, rompiéndoselas en el camino. Me abalancé, ciega hacia la luz…Quería salvarla.
Hubo un ruido. Un dolor intenso en mi mano se llevó la luz también. Y con ella, a la chica de ojos azules y las misteriosas sombras que se la llevaron. Un líquido caliente comenzó a derramarse de mi mano, y supe que era sangre. Me habían golpeado la mano, quizás con una pesada puerta.
Me hice un ovillo en el suelo, apretándome la mano ensangrentada con la mano sana. No me di cuenta cuando me desmayé.
Cuando desperté, sólo quedaban dos velas encendidas. El bulto inerte, se había convertido en una figura de larga melena pelirroja, que lloraba, abrazada a sí misma en un rincón.
No quise acercarme a la luz para ver mi mano adolorida. La criatura llorona estaba sumida en su angustioso llanto y sus incomprensibles gemidos. Me arrastré entre la porquería hasta ella, y estiré el brazo para tocarla, pero me alejó de un histérico manotazo.
-¡No grites o vendrán!- la advertí, recordando con un nudo de voz lo ensordecedores gritos de la chica de ojos azules.
-¡Qué vengan!- rugió ella. -¡Ya me lo han quitado todo!
Soltó las peores palabrotas que yo pudiera imaginar, y término cantando una melodía sin letra, pero que llegó a mi mente como el trauma de un niño. Cuando recordé que era una de esas canciones que las personas cantaban al hombre de la cruz, entendí quién era yo. Yo era judía.
No tardaron mucho en llegar, seguro por la angustiosa voz de la chica cantando lo que para nosotros, incluyéndola a ella, eran mentiras. Y por esas mentiras, por esas creencias; estábamos aquí. Lo recordé todo, y quise jamás haberlo hecho.
Hubo un ruido metálico, seguido de la intensa luz. ¿Cuándo terminaría todo? Pero está vez, henchida del odio y el horror, no cerré los ojos, ni me cubrí el rostro. Miré a la luz hasta que me acostumbré a ella, y entonces los vi: eran horrendos. Peor que cualquier bestia, sus ojos estaban poblados de esa macabra locura insatisfecha, sus pieles estaban manchadas de sangre, y en sus manos había instrumentos de matanza terroríficos, que ni en mis peores pesadillas, podría imaginar. Y a pesar de la angustia de vivir en el encierro y la tortura, los excrementos y el dolor; el miedo a morir fue mayor. Sentí un líquido caliente entre mis piernas, seguido del intenso olor de la orina.
Uno de ellos se acercó a la pelirroja, y de un golpe la hizo desmayarse. Yo temblaba tanto como jamás en mi vida. Se la llevaron en silencio, porque ni ella ni yo éramos capaces de gritar. Cuando la luz se apagó, pude moverme. Me paré, y con mi mano herida y mi ropa manchada de sangre, sudor, orina y lágrimas, me abalancé sobre el hombre de la cruz. Lo tomé entre mi mano sana, y lo lancé con todas mis fuerzas hacia algún rincón de la habitación, apagando de paso otra vela.
Cuando desperté, supe que iba a morir. Estaba acostada en el suelo, tranquila, empapada de algún líquido que creí que era mi orina. No tardé mucho en descubrir que estaba acostada sobre un charco de sangre. Y fue entonces, cuando grité, llena de angustia. La angustia me estaba reventando el pecho. No podía más.
Hubo un ruido, luego otro, después un grito aterrador. ¿Terminaría todo, finalmente? Esperaba que sí, cuando la puerta se abrió. Vinieron hacia mí, cada uno con su sonrisa de loco, y la esvástica nazi orgullosa en el pecho. No puse resistencia cuando me agarraron salvajemente del cabello, y me arrastraron por el suelo, cual perro muerto y sarnoso.
Ojalá no hubiera nacido: así no tendría que ver la masacre de mi gente. Sus cuerpos quemados, algunos vivos todavía. Otros sin piel, sus rojos músculos y sus venas destacaban sobre las pálidas mesas de trabajo. A otros les estaban sacando los ojos, incrustándoles agujas y cuchillos en las todas las partes del cuerpo, desde las más recónditas hasta las más visibles. Había algunos que estaban tan golpeados que sólo parecían una masa de piel, huesos y sangre. A la pelirroja le abrieron el cráneo, le sacaron los ojos y le arrancaron los sesos con brutalidad. El piso estaba inundado de sangre. Un hombre en bata blanca se encargaba de despellejar a una hermosa mujer. Los órganos extraídos de los cuerpos eran utilizados para experimentar en otros, cosiendo un corazón en una boca judía, o un hígado en la cuenca vacía de un ojo. Había niños cosidos por hilo, que lloraban implorando por sus madres, las cuales estaban siendo estiradas de las extremidades hasta reventarlas, cuando sus órganos saltaban por toda la habitación.
Me amarraron a una cama con correas de cuero, afilando sus instrumentos malditos. No me resistí. Me habían quitado todo. La angustia era tan grande que terminaría matándome de todas maneras. La angustia a saber que el horror más grande, el mayor peligro de los hombres, eran los mismos hombres. Cerré los ojos: el filo de un cuchillo destelló con un macabro brillo plateado.
La vela se había apagado.
Apagare la tuya en 6 dias…
- Cortesía:
Ya les iré soltando más cosas conforme vayan pidiendo.
No c man, no me da miedo, suelta cosas más espeluznantes.
MALANDREO CARIBE TUTUTU- Mensajes : 918
Fecha de inscripción : 30/06/2013
Localización : Con mi amo
Re: Creepypastas
Sí, que valientes todos.
La quintaesencia de ese Belcebú es intentarlo, o arrepentirse a mitad de camino.
La quintaesencia de ese Belcebú es intentarlo, o arrepentirse a mitad de camino.
Vozher- Mensajes : 868
Fecha de inscripción : 29/07/2012
Localización : Chile
Re: Creepypastas
Kharad, seguro no tienes alma.
Darth Plagueis- Mensajes : 1410
Fecha de inscripción : 05/02/2012
Re: Creepypastas
Por cierto, estoy preparando un blog para este tipo de contenido. Es decir, la estética ya está lista y eso; faltan algunos detallitos y colgarle contenido.
Un cortometraje experimental de Kenneth Anger, 1970. A lo mejor les guste, pero no piensen que es algo super abrumador simplemente deben entender el mensaje que refleja esto hacia la sociedad, los tabús y bueno, el satanismo.
Disfruten.
Un cortometraje experimental de Kenneth Anger, 1970. A lo mejor les guste, pero no piensen que es algo super abrumador simplemente deben entender el mensaje que refleja esto hacia la sociedad, los tabús y bueno, el satanismo.
Disfruten.
Invitado- Invitado
Micah Giett- Mensajes : 3009
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 31
Localización : Venezuela
Re: Creepypastas
Como se llama la canción del vídeo ese, Talgath.
Vozher- Mensajes : 868
Fecha de inscripción : 29/07/2012
Localización : Chile
Re: Creepypastas
No en serio xreyt es como leer una tontería no me da miedo ni nada xdd.
Invitado- Invitado
Re: Creepypastas
Interesante tema, siempre me han gustado las creepypastas.
Acá les dejo unos videos.
Y los que tengan tiempo de ver esta es superbuena.
Acá les dejo unos videos.
Y los que tengan tiempo de ver esta es superbuena.
Josep- Mensajes : 412
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Localización : Alentando al Rojinegro.
Re: Creepypastas
Un creepypasta no es para que te dé "miedo". Son cosas curiosas y a la vez aterradoras. Por ejemplo, el creepy de belcebú que dijo Talgath, el miedo no está en leerlo, si no en hacerlo.Degess escribió:No se por que pero yo no entiendo estas cosas de los Creepy, los he leído por la noche, por la tarde, solo con gente, he leído el de talgath de belcebú he leído todos y no me asusto ni nada.
¿Qué se supone que hacen en tu persona, te dan miedo o algo XD? No se por que no.
Invitado- Invitado
Re: Creepypastas
Lo que me consigo xD
Evelio- Mensajes : 1533
Fecha de inscripción : 22/02/2012
Edad : 23
Localización : Caracas-Venezuela
Re: Creepypastas
Los relatos están guay. Muxas grax papi.
seguro que ud no es belcebú?????
A ver quién tiene los huevos tan bien puestos como para hacerlo. El que no tiene miedo a estas cosas es porque no tiene imaginación.
seguro que ud no es belcebú?????
A ver quién tiene los huevos tan bien puestos como para hacerlo. El que no tiene miedo a estas cosas es porque no tiene imaginación.
Defiance- Mensajes : 1817
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 27
Re: Creepypastas
Pues de pura curiosidad, estuve a un paso de conseguirme los utensilios. Me levanté a las 3 pero me dio miedo y me volví a acostarDefiance escribió:Los relatos están guay. Muxas grax papi.
seguro que ud no es belcebú?????
A ver quién tiene los huevos tan bien puestos como para hacerlo. El que no tiene miedo a estas cosas es porque no tiene imaginación.
Vozher- Mensajes : 868
Fecha de inscripción : 29/07/2012
Localización : Chile
Re: Creepypastas
Defiance escribió:A ver quién tiene los huevos tan bien puestos como para hacerlo. El que no tiene miedo a estas cosas es porque no tiene imaginación.
- Spoiler:
- Spoiler:
Yo no creo en cosas sobrenaturales y no me daría miedo hacer algún ritual de ese tipo. Ojo, no me malinterpreten, disfruto mucho las películas de terror (sean de tipo paranormal o de tipo gore) y temas afines.
Micah Giett- Mensajes : 3009
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 31
Localización : Venezuela
Re: Creepypastas
Me hice la manuela escuchando estos videos, mmmmmmmmm zi.
Alf- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 08/08/2012
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