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Mensaje por Habbo Wars Dom Nov 01, 2015 7:27 pm

Autor: Tairon

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Pesadillas


1 ARHW

Mis pasos se hundían en aquella extraña superficie. De forma borrosa miraba mis pies y, al comprobar que estaba pisando sobre una vegetación nada fuera de lo normal, continuaba con otro paso más que, de nuevo, volvía a hacer que me hundiera aún más. "¿Qué está pasando?" "¿Dónde estoy?". No podía parar de repetirme las mismas preguntas una y otra vez.

Miraba mis manos y en ellas notaba algo diferente, aunque no sabía identificar qué era. Intentaba mirar mi propio cuerpo pero cuando lo hacía todo se nublaba y el mareo me obligaba a volver a mirar al frente. Era un paisaje alegre, teñido de verde y marrón. Era un lugar que me resultaba extrañamente familiar.

Continué caminando, cada vez con más dificultad, clavando los pies en aquel dudoso suelo y volviendo a hacer el esfuerzo de sacarlos. Era como estar en arenas movedizas, pero en mitad de una espléndida vegetación. A mi alrededor había una gran cantidad de árboles que me podrían ayudar a sujetarme pero cada vez que me acercaba a ellos, estos empezaban a tornarse borrosos y se alejaban de mí.

A pesar de todo yo era consciente y sabía que aquello no era normal. Llegué a pensar que era un truco mental, que alguien estaba jugando conmigo... pero era imposible. Ningún Jedi es lo suficientemente poderoso como para influir en la mente de un experimentado Sith y sumergirlo en un mundo tan distópico. ¿Pero y si fuera otro Sith? Era improbable, no había percibido nada. Es cierto que mis poderes se habían reducido, pero no de una forma tan drástica. Era totalmente inexplicable.

Seguí caminando varios minutos más hasta que, de pronto, el suelo se volvió firme y dejé de hundirme. Me acerqué a los árboles pero estos seguían nublándose y escapando de mí. Comencé entonces a correr en línea recta esperando encontrar algo que no se alejara, pero era imposible. El mismo paisaje, una y otra vez, que se alejaba más y más. Finalmente me detuve, agotado, para recuperar el aire. Estaba débil, me sentía extremadamente débil. Mi cuerpo me pesaba y mi mente hacía el esfuerzo de entrar en razón y situarse pero, entonces, algo me tocó el hombro. Rápidamente me giré y observé allí a un niño mirándome. Observé sus túnicas marrones oscuras y deduje al instante que era un Padawan Jedi. En un ágil movimiento tomé mi sable láser del cinturón, lo prendí y me lancé contra él pero, entonces, observé la hoja de mi sable: era azul. Sorprendido dejé caer el sable y éste se apagó al tocar el suelo.
- ¿Estás bien? - Dijo la tierna e inocente voz del crío - ¿Por qué has encendido tu sable?
- A... apártate... - Comencé a andar hacia atrás y, de nuevo, empecé a hundirme. - ¡¿Qué es esto?! ¡¿Quién eres?!
- Me preocupas... creo que deberíamos ir a la enfermería. Quizás tu maestro te pueda ayudar.
- Ma... ¿maestro?
- Claro.
- ¡Tú no conoces a mi maestro. Él está muerto!
- ¿El Maestro Eekn? Pero si está a salvo.
- Eekn... - Susurré. Justo entonces me miré el cuerpo y observé mis túnicas de Padawan.



***


Repentinamente abrí los ojos y me erguí sobre la cama. Mi respiración estaba acelerada y había perdido el control de mi cuerpo. Me levanté totalmente y atraje mediante la Fuerza el sable de luz que había sobre la mesa, lo prendí y observé su reluciente hoja carmesí. Empecé a agitar el sable a mis lados como si intentara protegerme de algún enemigo. Tras darme cuenta de que estaba solo en la habitación apagué el sable y, de nuevo, el cuarto se quedó a oscuras. Empecé a relajarme hasta que mi respiración se normalizó y entonces me asomé a la ventana.
- Otra vez... - Susurré mirando las nevadas montañas de Arkania.

Durante varios minutos me mantuve allí, mirando a través del cristal el precioso paisaje blanco que me ofrecía el planeta donde me instruí. Tras desistir finalmente en el intento de aclarar mis ideas me acerqué a mi cama y tomé la bata que había colocada, me la puse y salí de la habitación. Un droide me esperaba frente a la puerta y, nada más salir, se activó y me saludó.
- Amo, veo que ya ha despertado. ¿Cómo está?
- Mal.
- ¿Puedo hacer algo?
- No te preocupes Kip. - Deposité mi mano sobre su brazo.
- Amo, tiene una notificación nueva.
- ¿De quién?
- Del mismo remitente que hace un mes. La holotransmisión le espera en su sala de conferencias.

Mientras el droide hablaba cambié la ruta que seguía y me adentré por otro pasillo de aquel gran complejo de seguridad. Tras recorrer un par de habitaciones más entré en el salón de conferencias y me acerqué a la mesa de mando. Pedí la última grabación recibida y, entonces, sobre la mesa central de la habitación se abrió un gran holograma en el que se veía una figura totalmente tapada por unas oscuras túnicas.
- Darth Tairon - Aquella voz de nuevo la cual ya conocía. - los preparativos están listos. Deseamos que parta hacia Pakrith en cuanto le sea posible, la Orden ya ha sido establecida. Como ya le comunicamos la última vez, requerimos de su experiencia y servicios. Sabemos su desapego a las últimas uniones Sith, pero nos gustaría empezar de cero. Es la hora de que resurjamos. Será bienvenido, Darth. - Y entonces la grabación se terminó.

Me quedé unos segundos más mirando la estela que había dejado la transmisión y, justo en ese momento, la metálica voz de Kip interrumpió mis pensamientos.
- Amo, ¿preparo su nave y sus atavíos?
- Joder, maldita chatarra metalizada, ¿cuántas veces te tengo que decir que no escuches las conversaciones privadas?
- Bueno amo, literalmente no era una conversación, en realidad...
- ¡Que te calles, maldita hojalata! ¡Prepara mis cosas!
- Me lo tomaré pues como un sí. Sé que en el fondo me aprecia, amo.
- Capullo. - Susurré.

Decidido salí de la habitación y tras atravesar algunos pasillos me planté frente a una puerta. Introduje el código de seguridad y entré. Era una habitación enana que, tras mi entrada, se iluminó. Lo único que había en aquella habitación era una especie de caja fuerte al fondo. Me acerqué y, tras utilizar la Fuerza para resolver el mecanismo de apertura, la puerta de la caja se deslizó y mostró su interior. Atraje el sable láser doble que había colgado y salí de aquella habitación. Todo estaba listo, era el momento de partir.


***


Media hora después, cuando todo estuvo preparado, sellé el complejo de seguridad y, tras despedirme de Kip, subí a la plataforma de aterrizaje donde esperaba mi nave. Mi droide astromecánico subió también y tras calentar los motores y ponerlo en marcha, me despedí de nuevo de aquel bello planeta, aquel planeta que tanto me había inspirado y dado. El que me había visto crecer y hacerme poderoso. Atravesamos la atmósfera y entonces mi astromecánico puso rumbo a Pakrith.
- Espera R6 - Le detuve. - no vamos a Pakrith aún... Pon rumbo a Myrkr. - Escuché sus replicas y, furioso, me volví a dirigir a él. - Maldita sea, os tengo demasiado mimados. ¡He dicho que vamos a Myrkr, no me vuelvas a discutir!

El droide marcó el rumbo y tras calcular la ruta en el hiperespacio saltamos a la velocidad luz. Entonces el astromecánico me preguntó que a qué se debía aquel viaje.
- Se debe a que debo resolver unas cosas allí. Algo me está llamando a aquel planeta de nuevo... - Volví a esperar a que me hablase. - No... nunca he estado en Myrkr... no siendo Tairon... - Susurré.


Continuará...

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Mensaje por Habbo Wars Dom Nov 01, 2015 7:27 pm

El Principio

1 ARHW

El chasqueo producido por mis botas en aquel frió suelo hacia que el silencioso salón rompiera su tranquilidad para dar pie a mi presencia mientras recorría la sala. Recordaba vagamente aquel lugar, pero incapaz de percibir dónde estaba. Por alguna extraña razón yo no poseía el control de mi cuerpo, simplemente era consciente de lo que estaba haciendo y de que me estaba moviendo.

Finalmente, tras recorrer unos pasillos más, alcancé una sala donde había al menos una decena de operarios trabajando y algunos vestidos con túnicas Jedi. A pesar de que mi instinto natural hubiera sido atacarles al momento, fui incapaz. Me di cuenta de que no poseía el control de mi cuerpo ni de mis pensamientos, solo era testigo de aquello... era un recuerdo. Me acerqué a la mesa central y entonces apareció una holotransmisión donde se veía a una figura Jedi.
- Padawan Silic, por orden del Consejo Jedi debe ser conducido a Ossus donde se le interrogará por su desafío al organismo de gobierno de la Orden Jedi.
- Yo no he desafiado a nadie. - Solté con temor.
- Tú, al igual que tus compañeros de Myrkr, habéis establecido vuestra colonia sin nuestro permiso, pero tú en concreto estás llamado por tu Maestro aquí de inmediato.
- Mi maestro está en Myrkr... - Dije controlando mi ira.
- Yo soy tu maestro, Silic. - Se interpuso entonces otra figura en la holotransmisión. - Y me has fallado por segunda y última vez. Serás llevado a los cuerpos agrícolas de la Orden, tu camino como Jedi se ha acabado.
- ¡Tú no eres más que un demagogo y un interesado, no te haré caso nunca más. Tú fuiste el que me falló a mí, tú me abandonaste y me utilizaste, y cuando de verdad empecé a seguir el camino correcto y que yo quería, tú te interpusiste y destruiste mi vida, no te mereces hacer llamar Jedi! - Me liberé por fin. Los Jedi de la sala me miraron entonces con sospechas.
- No haces más que cavar tu propia fosa, Silic.
- No os lo llevaréis de aquí. - Justo entonces apareció mi verdadero maestro. - Este es mi padawan ahora y está bajo mi responsabilidad, no tenemos más que hablar.
- Maestro Eekn - Intervino justo antes de que el maestro Jedi cortara la transmisión. - usted sabe que si el Consejo Jedi se niega a aprobar su... Templo, no serán considerados parte de la Orden y estarán fuera de ésta, ¿verdad? ¿De verdad quiere arriesgarse por un padawan inútil a que su Orden sea olvidada o, por el contrario, desea que perdure con nuestro apoyo? - Justo entonces mi maestro agachó la cabeza y me miró con sentimiento de culpa.
- Sois peores que los Sith... - Susurré saliendo de la sala.


***


De pronto R6 me despertó y, al segundo, la nave salió de la velocidad luz. Ante mí se mostró aquel verde planeta pero yo aún estaba conmocionado por aquel sueño. Otra vez había soñado con aquel lugar que tenía ante mis ojos... con el lugar en el que nunca había estado. R6 hizo descender la nave hacia Myrkr mientras yo intentaba asegurarme de que había vuelto a la realidad. Cerraba continuamente las manos para comprobar que de verdad había vuelto a mi cuerpo, que estaba despierto.

En pocos minutos atravesamos la atmósfera del planeta y nos sumergimos en aquel gigante boscoso.
- R6, pasa a control manual. Dejemos que la Fuerza nos guíe.

Tras tomar los mandos de la nave me concentré en mis sueños, en mis pesadillas y en mis recuerdos. Al recordar aquellos pasillos y aquella zona boscosa sentí como la Fuerza fluía en gran medida en mí, guiándome hacia la zona que buscaba. Lo podía sentir más y más cerca cada vez hasta que, repentinamente, R6 comenzó a chillar y entonces abrí los ojos. Allí lo pude ver: las ruinas de un antiguo templo Jedi ocultas por la vegetación de décadas.

Entonces hice descender mi nave hacia un claro que había junto a las ruinas. Parecía una antigua pista de aterrizaje por la forma que tenía y las señas de haber sido destrozada por el impacto de naves enemigas contra otras naves estacionadas. Tras aterrizar ordené al droide que se quedara en la nave y yo salí de ella. Nada más cruzar el umbral de la puerta un aire puro y fresco invadió mis sentidos y me transportó a alguna época pasada que era incapaz de recordar. Inseguro, di mis primeros pasos y bajé a través de unas escaleras en ruinas hacia un camino, destruido también, que llevaba hacia las ocultas puertas del templo.

Nada más acercarme, miré de reojo la gran piedra que sellaba el camino al interior y, mediante la Fuerza, la moví hacia un lado sin ninguna dificultad, dejando únicamente un pequeño hueco para pasar. Al entrar pude observar diversos pilares caídos que daban lugar a que gran parte del templo estuviera derruido y venido abajo. Me adentré en las profundidades, permitiendo que la Fuerza fluyera en mí y me guiara. Pensaba que aquella era la única forma de acabar con las pesadillas, afrontando el problema.
- ¿Por qué todo me es tan extrañamente familiar...? - Susurré.

Durante aproximadamente veinte minutos continué recorriendo las instalaciones del antiguo templo Jedi. Por el estado de los materiales aquel templo debió de estar operativo hacía por lo menos noventa o cien años, antes de que yo mismo naciera. Tras recorrer una gran cantidad de pasillos y salones, me di cuenta de que estaba siendo guiado a las habitaciones en los niveles medios del templo y, en particular, hacia una en concreto. Me puse frente a la puerta, la cual permanecía intacta, y entonces el flujo de Fuerza aumentó de forma extraordinaria. Hacia muchísimo tiempo que no notaba algo como aquello. Con cuidado abrí la puerta y entré en la pequeña habitación.

Durante al menos un minuto observé con gran atención el cuarto. Era evidente que en un pasado se trataba de la habitación donde residía algún iniciado o padawan Jedi. Me di cuenta entonces de que había un sable láser sobre la cama, el cual atraje rápidamente. Al tomarlo noté como una extraña sensación recorría mi cuerpo. Al momento intenté prenderlo, pero el sable estaba demasiado desgastado y debía haberse estropeado, por lo que la hoja no se accionaba.

No podía parar de preguntarme de quién sería aquella habitación. Quién podría haber influido tanto en mí como para atraerme y guiarme desde los remotos mundos Sith hasta el borde interior, hasta un antiguo templo Jedi abandonado y, en concreto, hasta la antigua habitación de un joven Jedi.

Decidí acercarme a una mesita que había junto a la cama para intentar averiguar más sobre la identidad del antiguo residente de aquel lugar justo cuando, de pronto, una presencia me alertó. En poco más de un segundo me giré sobre mí mismo, tomé y prendí una de las hojas de mi sable de luz, iluminando con un tétrico tono rojizo toda la estancia. Allí, ante mí, una presencia totalmente tapada por sus túnicas me miraba a través de su capucha. Al ver a aquella persona volví a notar una fuertísima conexión con la Fuerza, volví a sentir una presencia conocida: la de aquel hombre.
- ¿Quién demonios eres? - Dije justo antes de atacarle.

Entonces se movió levemente y dejó mostrar sus ropajes Jedi y su espada de luz colgada. Lo supe al instante: era un Jedi. Rápidamente elevé mi brazo y, sin apenas esfuerzo, lancé unos rayos de la Fuerza hacia aquel hombre para probar que realmente no era parte de un sueño. Éste elevó su mano y absorbió el ataque sin tampoco mucha dificultad.
- Así que esto es real... - Susurré.
- ¿No lo son tus sentimientos? ¿Tus emociones?
- Identifícate.
- Soy un Maestro Jedi.
- Entonces estás perdido.
- ¿De verdad lo estoy?

Aquella presencia cada vez me resultaba más familiar. No había conocido a ningún Jedi tan osado, tan irrespetuoso con la muerte.
- Eres un Sith, ¿no? Cualquier Sith ya me hubiera embestido y asesinado antes de que hubiera podido decir una sola palabra... en cambio tú... sigues ahí inmóvil, con tu espada encendida y en guardia, pero no me atacas.
- No oses cuestionarme.
- No te cuestiono. Sé que si yo hubiera sido otra persona ya estaría muerto, pero a mí no puedes matarme.
- Puedo matarte en cualquier momento, anciano.
- Vaya... que maleducado te has vuelto. Creí que en los Sith el respeto a los superiores era algo vital.
- ¿Me he vuelto? ¿Acaso me conoces, viejo?
- Llevas años fingiendo que nunca pasó lo que realmente sabes que pasó, ¿cuándo vas a dejar de engañarte?

Furioso me lancé contra el anciano dispuesto a asesinarlo justo cuando dijo aquellas palabras.
- Ahora eres un ser oscuro, Silic... - Susurró. Me detuve en seco y le miré. Aquel nombre...
- Eres tú el que me ha atraído hasta aquí. - Él solo se quedó mirándome. - ¡¿Quién es Silic?!
- Tú eres Silic. ¿Ya no lo recuerdas?
- ¡Eso es imposible! ¡El chico de mis pesadillas habitó aquí antes de que yo mismo naciera, este templo fue derruido antes de mi nacimiento!
- Mírate. Se te calculan más de setenta años y no aparentas más de treinta. Tienes un poder que sobrepasa lo normal, fuiste capaz de destruir el propio cuerpo que te contenía y adoptar el de un niño arkaniano. Tus ansias de destrozar tu pasado te convirtieron en lo que eres ahora, un ser irreconocible para mí. Tú, y solo tú, eres el joven de las pesadillas que te reconcomen... antes de que fueras seducido y absorbido por el reverso tenebroso.
- Yo... nunca he sido Jedi, ¡nunca!
- ¿Ah, no? ¿Y por qué te dedicaste durante años a perseguir y eliminar sistemáticamente a las personas que te encontraron en Arkania... a las que sabían la verdad? Al igual que te dedicaste a eliminar de las bases de datos toda la información correspondiente a tu encuentro con la Fuerza. ¿Qué ponía en esos informes, Tairon? - Recalcó mi nombre.
- Nada. - Dije entre dientes.
- Ponía, si no me equivoco, que fuiste encontrado junto al cadáver de otro joven con ropajes Jedi. Ponía que la familia que cuidaba de ese joven arkaniano que supuestamente eras tú habían sido asesinados brutalmente, indicando todas las pruebas que tú los mataste. Porque tú, Silic, llegaste a Arkania consumido por la ira y las ansias de venganza, asesinaste a la familia de un niño y luego, inexplicablemente, fuiste capaz de destruir tu envase, tu cuerpo, y adoptar el del hijo de aquella familia de Arkania. Y por ello los Sith que te encontraron dijeron que te vieron en estado de shock gritando una y otra vez "Silic está muerto, Silic ya no existe".
- ¡Cállate!

Al segundo elevé mis brazos, consumido por la ira, y empujé mediante la Fuerza al anciano. Éste salió despedido hacia la pared del pasillo y se golpeó contra ella. Apagué mi sable y, elevando ambos brazos, dirigí hacia el Jedi unos rayos de la Fuerza que le impactaron de lleno. Mientras le atacaba no podía parar de gritarle, una y otra vez, que se callara.


Continuará.

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