Habbo Wars
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[Roleo de Dathomir] Abismos

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Mensaje por Dinnoco Sáb Feb 07, 2015 3:50 am

Abrí un nuevo tema debido a que P.G ya no existe, por lo que cambiaba lo de []. Además, para que no se pierda.


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Capítulo I: Perturbador

Los Jedi lo describirían como “una perturbación en la fuerza”. Una esencia extraña es como lo definieron los Sith. Parecía ser algo que no quería hacerse ver, algo cuyas intenciones eran desconocidas. Lo único que no era secreto, era su ubicación: Dathomir.

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Dentro de la academia de Primus Goluud, el aprendiz Nino Valdrium se la pasa entrenando junto a su maestro, Lord Malakir. Repentinamente, ambos sienten la inusual esencia.

Nino: - ¿Qué es eso? ¿Lo ha sentido, maestro?

Malakir: - Si, lo he sentido. Sin embargo, no tengo idea de lo que sea.

Nino: - Es como lejano, pero cercano al mismo tiempo.

Ninguno de los dos sabía con exactitud lo que era, pero por medio de la fuerza, lograron ubicarlo. Dathomir, el conocido planeta oscuro. Aquél lugar en el que la fortaleza de las hermanas de la noche residía. Es por esto que el planeta también era llamado como “El planeta de las Brujas”.
Nino se sentía intrigado sobre aquello que se aparecía, y al mismo tiempo no se divisaba. Es por esto que decidió ir a la biblioteca de la academia para informarse mejor sobre el planeta y esa “extraña presencia”. Tras leer un respetable número de libros, encontró un párrafo adecuado para el tema, que parecía tener datos sobre aquellos que no se conocía.

[…] Dathomir no sólo se destaca por ser un planeta oscuro, sino también por tener toda especie de alimañas en él. Incluso a una criatura tan inmensa como el Sarlacc. Enorme espécimen omnívoro cuyo interior es similar a un gran estómago digestivo. Con larguísimas esperanzas de vida, los Sarlaccs o Sarlacci podían vivir entre 20.000 y 50.000 años. No eran fáciles de domar, muchos cayeron en su intento. Una característica única en los Sarlacci era su forma de reproducción. Lo hacían mediante esporas; y cada vez que esto se concretaba, tanto Jedi como Sith sentían su esencia, la cual significaba la próxima forma de vida. […]

Fue el momento en que el aprendiz sostuvo su respiración por unos segundos, a modo de pensamiento. Se le ocurrió que quizás su maestro sabía algo del tema, por lo que se encaminó a preguntarle. Encontrándolo en los pasillos, Nino dio inicio a su conversación.

Nino: - Saludos mi maestro – Le hizo una leve reverencia.

Malakir: - Saludos, mi joven aprendiz – Este le asintió.

Nino: - Estuve buscando información acerca de aquella esencia que ambos sentimos.

Malakir: - ¿Y?

Nino: - La verdad que no encontré mucho, destacando que leí una gran cantidad de escritos. Sin embargo, localicé un párrafo en el que yacían datos importantes, y a la vez curiosos.

Malakir: - ¿Qué encontraste?

Nino: - Parece ser que lo que sentimos en ese momento en el que entrenábamos, no era otra cosa que la copulación de un Sarlacc. Es muy extraño, pero es común que lo sintamos nosotros, los sensibles a la fuerza.

Malakir: - Mira Nino, te diré lo que sé, seguido de mi consejo. Lo que encontraste en ese escrito es real, pero no está experimentado. ¿A qué me refiero? No es la primera vez que esto ocurre, y aquellos aventureros que por su avaricia del conocimiento se adentraron a hallar la verdad, hoy en día no son más que espíritus. Nadie ha vuelto para dar detalles de lo que ocurre en sí. Se podría decir que somos ciegos ante este tema. Te aconsejo que te prives de ese conocimiento, aunque me duela decírtelo.

Nino: - Maestro, soy Sith; me dejo llevar por mis emociones. Lo lamento, pero debo hacerlo.

Malakir: - Como veo, haz tomado tu decisión. Y no podré detenerte. Eres mi aprendiz, por lo que te voy a alertar sobre lo que viene. Como sabrás, Dathomir es un planeta lleno de formas de vida, la mayoría hostiles. Sarlacci, hermanas de la noche, son ejemplos claros. Pero de quienes verdaderamente debes preocuparte de evadir a toda costa, son los Rancors. Bestias abominables, parecidas a los Gundarks de tu planeta natal, Dromund Kaas. Se alimentan de todo lo que ven, por lo que debes procurar no estar en su paso – hace una ligera pausa – Adonde te diriges es nada más ni nada menos que el estómago del Sarlacc, pero no entres por la boca. Estuve en Dathomir, y si no me equivoco, estamos hablando del mismo Sarlacc que vi en mis tiempos. Conozco una especie de cueva muy cerca de la criatura, con túneles conectado entre sí. Al final de este “laberinto” que se forma, debería encontrar la pared del estómago de la bestia. Busca el modo de pasar y debería encontrar el feto. Luego ahí, tú decides qué hacer. Pero asegúrate de apresurarte, ya que ni bien entres, no faltará mucho para que sus jugos digestivos comiencen a desintegrarte.

Nino: - Entendido, maestro. Agradezco su consejo.

Malakir: - Ve, mi aprendiz. Que la fuerza te acompañe, siempre.

Capítulo II: El viaje comienza

¿Nino sabía realmente a lo que se enfrentaba? ¿Sería suficiente la advertencia de su maestro? Y además, ¿Qué encontraría allí? Por mientras, tenía que entrar a su nave. Era increíble, se encontraba pacífico, pero al mismo tiempo ansioso. Tras dar su primer paso en la rampilla de subida, observó el lugar que dejaba atrás. Su academia, el lugar en el que inició su verdadero camino, donde descubrió la verdadera vida en la muerte de la luz. Donde aprendió a usar sus emociones para alcanzar sus metas. El lugar donde se forjó.

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De vuelta en la Academia de Primus Goluud, dos de los lores de los Sith se la pasan conversando sobre el camino que decidió tomar Nino.

Malakir: - ¿Qué opina, Sorrow? Mi aprendiz se encamina en una misión. Yo diría que inventada por él, yo nunca le dije que vaya.

Sorrow Ankh: - Gran potencial tiene tu aprendiz, Lord Malakir. Lo has entrenado bien. No tienes que preocuparte por nada. Ahora dime… ¿Qué tipo de misión?

Malakir: - Ahí es donde me preocupo. Se dirige a Dathomir.

Sorrow Ankh: - ¿Y de qué te preocupas? No veo conflicto alguno.

Malakir: - … al estómago de un Sarlacc.

Sorrow Ankh: - ¿Qué? – Se lo notaba sorprendido – Interesante…

Malakir: - Y lo peor es que sólo va porque sintió la copulación mientras entrenábamos.

Sorrow Ankh: - ¿Y no le dijiste que no siempre pasa eso? ¿Que sólo pasa muy raramente?

Malakir: - Mi aprendiz es testarudo, y sordo – Disimuló una breve risa –

Sorrow Ankh: - No importa ya. A estas alturas ya habrá saltado el hiperespacio, por lo que mucho no podemos hacer.

Malakir: - Si logra su cometido, de decepción se llenará. Volverá y nos dirá que no le dijimos nada. A mí, en realidad.

Sorrow Ankh: - Entonces es un hecho que tendremos que aceptar.

La galaxia es infinita, pero no por eso es un lugar en el que no se escucha nada. Un sonido abrumador, el de una nave que sale del hiperespacio. Era Nino Valdrium, el aprendiz que ya había iniciado su viaje hacia Dathomir, en una aventura que ni él esperaba. Entró en la atmósfera del oscuro planeta de Dathomir. Se oían extrañas voces, y como aves cantando; no las dulces canciones que cantarían en planetas como Alderaan o Kashyyyk. Descendió su nave en cuanto logró divisar una especie de plataforma. Apagó los motores y abrió la puerta, para así dejar deslizar a la rampilla. Sintió el insano aire del planeta; sin más bajó.

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Buscó las coordenadas que su maestro le había dicho. En su camino, se encontró con todo tipo de alimañas, pero al no ser hostiles, no les dio importancia. Su cabeza estaba llena de imágenes extrañas: Sarlacci, rancors y brujas. Finalmente, llegó a la ubicación exacta. Se podía ver una especie de fosa, con un Sarlacc en su interior. La boca de la indomable bestia se abría y cerraba con unos intervalos largos. Nino siguió caminando hasta que logró divisar una especie de entrada a una cueva, con una ligera dificultad: un rancor estaba vigilando la zona. Se movía de un lado a otro.

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A Nino se le pasaron dos cosas por la cabeza: esperar el momento y evadirlo, o atacar de manera directa. Para probar su fuerza, optó por enfrentarse. Deslizó su sable láser y, casi de manera instantánea lo encendió. Su arma estaba lista para entrar en acción. Dio un gran salto mediante la fuerza y logró cortar una parte de la mejilla de la bestia. Al caer, realizó una bola sith suprema que dejó noqueada a la bestia, pues le había dado un nuevo golpe en la cara. Para finalizar, utilizó la fuerza para hacer levitar a la bestia y hacerla caer en la boca de un Sarlacc cercano. Escuchó gritar al rancor mientras este era tragado y digerido por la otra criatura. Sin más, se encaminó a la entrada a la cueva, bajando unas interminables escaleras ni bien entró. Llegó a tal punto que comenzaba una especie de laberinto. En ese momento, recordó las palabras de su maestro, Lord Malakir: “Conozco una especie de cueva muy cerca de la criatura, con túneles conectado entre sí. Al final de este “laberinto” que se forma, debería encontrar la pared del estómago de la bestia”. Todas estas intersecciones de caminos parecían interminables. Para un lado, para el otro. Derecha, luego izquierda y nuevamente derecha. Consiguió llegar al final, donde encontró una pared muy seca. Otra vez, sacó su sable y lo prendió; comenzando a hacer un corte circular en la pared. Al terminar, usó un empujón de la fuerza, con el más mínimo poder, con un tal de derribar el círculo que había realizado. Dio un paso, suspiró y se dijo a sí mismo.

Nino: - Qué asco.  

Capítulo III: Revelaciones

Parecía irreal. Nino, el aprendiz de Lord Malakir se encontraba en el estómago de un Sarlacc. Había sido un largo camino, y no era momento para rendirse. El Sith se encontraba tan cerca de encontrar aquello que le intrigaba, que no era momento de bajar los brazos. Sin embargo, no se encontraba al tanto de los cambios recientes. Primus Goluud, el lugar en el que Nino se formó ya no existía. Su maestro y conocidos se establecían en un nuevo planeta, una nueva academia: Dathomir. El lugar en el que él mismo se encontraba. Aún así, el castillo se encontraba a unos kilómetros de allí. Pero no era lo importante, él debía encontrar aquél feto de Sarlacc para sacarse sus dudas. ¿Qué haría una vez lo encontrara? ¿Asesinarlo o dejarlo en paz?

Ya en el imponente castillo fortificado hace poco, Lord Malakir y Sorrow Ankh platicaban acerca de Nino Valdrium y su misión insignificable.

Malakir: - Esto ya ha ido muy lejos, Sorrow. Mi aprendiz no sabe de los cambios y... su misión es tan inútil como lanzarse desde una torre sin tener algo que aminore la caída.

Sorrow: - Te equivocas ahí. Para eso, está la fuerza.

Malakir: - A lo mejor me expresé mal. Quise decir que no encontraría nada.

Sorrow: - Lo mejor, entonces, es que vayas hasta su posición y hables con él. Ayúdalo, guíalo, no tengo idea.

Malakir: - Si. Supongo que eso haré.

Sorrow: - Que la fuerza te sirva bien, Lord Malakir

Malakir: - Que la fuerza le sirva bien, Sorrow.

Nuevamente en el estómago de la indomable bestia, el aprendiz Sith se aventuraba en la incansable búsqueda del conocimiento, que a lo mejor no le sería de su agrado enterarse. A pesar de eso, se encontraba allí, caminando por los pegajosos suelos del estómago. Una asquerosidad sin igual.

Se adentró en su sistema digestivo, pasando por cada una de sus cavidades, hasta que finálmente, encontró el feto del Sarlacc. - Por esto he esperado tanto, es mi momento - enunciaba el aprendiz al ver a la alimaña moverse de lado a lado. - Podría matarte ahora, pero a eso no he venido. ¿Por qué me perturba cada vez que nacen? - interrogaba el aprendiz, a pesar del majestuoso e criptónico silencio. - Respóndeme - parecía afectado el aprendiz, no era el mismo. Se lo mostraba más enojado, furioso y lleno de ira. - Ya veo. No me respondes, lo que significa que es un secreto - ligeró una pequeño risa. - Es un secreto que no debe ser revelado. - él mismo llegaba a sus propias conclusiones. - Algo que nos ocultan a los sensibles a la fuerza - ya parecía alucinar el jóven Nino. - Ya entendí: Lo que ocultan no es nada más y nada menos que un nuevo efecto en la fuerza. Algo nuevo que nosotros, los sensibles, podemos sentir. - al fin parecía volver a la normalidad. - Ahí tienes, maldito perdedor de Paazak. Descubrí tu secreto. -
Nino, sin más, se dió vuelta y se encaminaba a retirarse, no sin antes notar una extraña presencia. Eran como liendres en el cabello, como termitas en la madera. Se denominaban parásitos, y se encontraban en el camino de Nino.

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Sin más, deslizó su sable, y casi instantáneamente lo encendió. Una tonalidad roja se hizo presente; iluminaba todo el ambiente. No faltaba mucho para que los jugos digestivos comenzaran a afectar el cuerpo del aprendiz, por lo que este sabía que debía apresurarse. Con movimientos precisos, comenzó a liquidar uno por uno los parásitos del Sarlacc. A sus espaldas, uno de ellos se abalanzó sobre él, pero rápidamente se volteó y le lanzó unos rayos, los cuales rostizaron a la alimaña. Una vez acabó con todos, caminó hacia la salida, y lo que se encontró en su camino fue algo que no lo traumó de milagro.

Un abismo. Un abismo es lo que se interponía entre él y la salida. ¿Pero cómo había llegado ahí? Cuando entró, no estaba. La caída era increíble, larga e imponente. A lo mejor uno duraba semanas en caer si caía. Nino levantó la cabeza y se dió cuenta que no era el único. Una serie de abismos se habían creado de la nada, y si no pisaba con cuidado, se caería. El aprendiz se puso a realizar saltos acrobáticos hasta que llegó al otro lado, sin embargo, todo esto lo hizo pensar. ¿Y si lo que en realidad el Sarlacc ocultaba era esto? Estos abismos significaban algo. Algo que Nino no se enteraría en el caso de que no mirara las paredes del abismo. Pero el aprendiz de Lord Malakir era muy curioso. Lanzó unos rayos de la fuerza con un tal de que iluminaran el abismo, y lo que vió lo dejó perplejo. Sith, unos cuantos sith pegados a las pegajosas paredes. Obviamente, muertos. Ahora todo tenía sentido. Por eso no volvían quienes se aventuraban. Se dirigió a la salida, y para su sorpresa, Malakir estaba allí.

Malakir: - Sabía que lo lograrías. Por algo eres mi aprendiz.

Nino: - ¿Qué se suponía que debía encontrar? No se... ese ambiente me hizo algo.

Malakir: - Descuida, ahora te lo explicaré. Lo que sentimos en aquellos días en Primus Goluud no era más que esa copulación, pero no se siente siempre. Es muy rara la vez que esto ocurre. Pero tu no me quisiste escuchar y te lanzaste en la búsqueda de, por así decirlo, nada.

Nino: - Ya veo. Todo esto para nada.

Malakir: - Ya habrá tiempo para lamentarse, pero ahora debemos ir al castillo.

Nino: - ¿Mi misión continúa?

Malakir: - No, nos establecimos en Dathomir. Luego te explico.
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FIN


Aclaración 1: Abismos termina. Los tres capítulos fueron unidos aquí.
Aclaración 2: Nino aprende cosas sobre los Sarlacci.

Un cordial saludo, espero que les haya sido de su agrado Smile
Dinnoco
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