[..] Life of a Jedi
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[..] Life of a Jedi
Autor: Nysrogh,
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1 DRHW - Alderaan
Hace 10 años iba a dar comienzo la aventura de un pequeño e inocente niño. Criado en Alderaan por su tía siempre fue bastante curioso e hiperactivo, se solía meter en muchísimos problemas con los ciudadanos. No era consciente de esos problemas que causaba, y como no era muy común tampoco tanta energía proveniente de un niño, esa misma tarde su tía, llamada Adellie Caelum, le sometió a unas pruebas que eran totalmente confusas, aunque él no dejaba de preguntar acerca de todo, siempre tan pesado. El niño había tenido un largo día, mientras dormía su tía entablaba una conversación mediante un holo-comunicador con la Orden Jedi de Ruusan. El debate que se había iniciado era sobre este joven, al parecer en las células tenía una gran cantidad de midiclorianos, destacando así su futura sensibilidad ala Fuerza. Sin más dilación, la decisión fue tomada, el niño sería llevado ante el Alto Consejo Jedi de Ruusan para comenzar su aprendizaje en las Artes Jedi.
1 DHRW - Ruusan
Ambos, tía y sobrino habían llegado al planeta de Ruusan, aterrizaron sobre una de las plataformas que tenía provistas la Orden Jedi. El niño, aún muy confuso pero nervioso por saber donde le llevaba su tía. Le dieron la bienvenida el maestro consejal Selkris Tankard junto al caballero Jedi Zod Tankard y el Investigador Jedi Tousen. Todos miraban fijamente al muchacho, aunque enseguida tornado su mirada hacia Adellie, la cual tomaría el cargo de Sombra Jedi dentro de la Orden. Dándoles paso a los interiores, comenzaron a mostrarles todas sus instalaciones, donde les enseñaron sus aposentos y principales lugares que el joven debería acostumbrarse a pisar muy a menudo.
En esto que el caballero Zod se interesó por el muchacho, el cual irradiaba nerviosismo, curiosidad e ilusión.
- ¿Cuál es tu nombre pequeño? - con una voz suave y cálida aunque distorsionada por la máscara que tenía en mitad de su rostro.
- Sikurd Caelum, señor.. - algo temblorosa su voz, impresionado por su imponente figura.
El caballero asentía y se dirigía entonces al mismo paso de sus compañeros Jedi, los cuales hablaban de temas que el pequeño no entendía aún. Se podían escuchar palabras sueltas como.. Sith, la Fuerza, la paciencia en los jóvenes... pero no mucho más allá, aún necesitaba adaptarse al lugar, con ganas de comprender los entresijos de la Fuerza y ese enorme Templo Jedi.
Llegaron a la puerta de la habitación de Sikurd, y su tía, como no, se agachaba hasta su altura con una sonrisa encantadora que demostraba que en este lugar estarían a salvo y cómodos.
Sikurd Caelum con sus ropajes de Iniciado Jedi junto a su tía, Adellie Caelum.
[...]
'' La esperanza es lo último que se pierde, a través de la paciencia lograrás tus propósitos ''..
Una de las frases que más escuchaba en la mente mientras aprendía a meditar junto a sus compañeros y maestros en la Orden Jedi, dicha por el maestro Khan en una de sus clases. Ya no era tan joven Sikurd, destacaba sobre los demás con el manejo del sable láser como a su vez también en control de la Fuerza a su corta edad, siempre tenía sus fallos emocionales como pulir aún todo aquello que parecía destacar. Su ascenso a Padawan se veía temprano, siendo llamado así por el Investigador Tousen junto al maestro consejal Soul Swan, ambos reconocidos en la Orden Jedi.
El ascenso se había cumplido, era Padawan Jedi dentro de la Orden Jedi de Ruusan. Aún nervioso por haber conseguido avanzar un paso más en el camino correcto del Lado Luminoso, muchos tenían puestas las esperanzas en él para convertirse en un gran Jedi. Pocos podían dudar de su capacidad si seguía con su progresión adecuada, constante y eficaz. Un esfuerzo que estaba orgulloso de llevar a cabo por el bien común y general, como así le habían enseñado.
Sikurd Caelum de Padawan Jedi junto a los maestros.
[...]
Había llegado el día más importante para un Jedi, su prueba para Caballero de la Orden. Muchos decían que era temprano, que era muy joven para poder si quiera optar a dicha prueba. A pesar de ello, el Consejo le puso a prueba, le había encomendado repetidas misiones para demostrar si estaba preparado. Muchos días pasaron, incluso semanas y al fin había terminado, logró lo que la mayoría pensaba que no ocurriría, superar dichas misiones.
Estaban todos reunidos ante él, como en una especie de ritual o ceremonia de iniciación, todos tapados con sus túnicas y sables láser encendidos, una luz tenue gobernaba por todo el Hall. En el centro, el maestro Selkris Tankard tuvo el honor de cortarle su coleta de Padawan, dando la enhorabuena y otorgando pues el rango de Caballero Jedi. Todo era felicidad en ese entonces, ya era reconocido como un Jedi, alguien que controla sus habilidades aunque no del todo porque su aprendizaje seguiría pero deja atrás su juventud e inocencia. Muchas aventuras le depararían ahora a este joven Caballero, su primera misión ya había sido encomendada junto al maestro Soul Swan y el caballero Zod, debían dirigirse al planeta de Felucia.
Por lo tanto, estaba comenzando la primera misión de Sikurd Caelum, meramente era un exploración por si se detectaban alguna que otra perturbación en la Fuerza. Ya se había visto en situaciones parecidas, en cambio, esta sería muy diferente porque una sorpresa iba a ser descubierta dentro de poco. Realizaban una patrulla común, rodeados de la vegetaciones peculiar de ese planeta y en esto que comenzaron a escucharse gritos de dolor, de desesperación, alguien estaba en auxilio. El maestro Swan y el caballero Zod eran expertos en esta clase de misiones, conocían cuando podía suceder una trampa. En cambio, el novato Caballero Jedi como lo era Sikurd no, y se dispuso a dirigirse en dirección a esos gritos a toda velocidad y encendiendo su sable láser, el cual se veía un haz de luz verde. Atraveó los arbustos de un salto y tras una caída mediante la Fuerza creo una onda de expansión que derrumbó a lo que parecía ser la nada. Estaba solo, no se hallaba rastro de nadie, los gritos habían cesado. Dicen que tras la calma llega la tormenta, pues así sucedió.. era demasiado tarde para reaccionar a tiempo, una hilera de explosiones en dirección a Sikurd estaba apunto de darse. Pese a la gran habilidad del joven, este había caído en una trampa absurda por negarse a escuchar y por su descontrol aún de las emociones, creyéndose estar preparado. El destino le había preparado esta ardua tarea para que abriese los ojos y se diese cuenta que no podá guiarse por impulsos tan rápido.. Las explosiones terminaron. Todo se veía blanco y negro, no sentía mitad de su cara y reconocía las voces del maestro Swan y Zod.. pero a duras penas.
- Debemos llevarle enseguida a la Orden Jedi, deben curar esta herida cuanto antes. - el tono preocupado del caballero Zod inquietaba a Sikurd, aunque seguía estando inconsciente a medias.
No se recuerda más de esa misión, ni se quería hablar de lo sucedido. Sólo quedaba la mente de Sikurd todo lo que asumía, sus errores, defectos, pagándolos caro. Estaba siendo realizado en una operación dejando medio rostro en una máscara para poder sobrevivir como a su vez un brazo biónico, todo perdido en aquella absurda misión. Es por ello que nunca se debe perder la calma, no pasarse de confiado. En una acción tan simple puede caer hasta el más grande.
Sikurd Caelum despertaba, despertaba de una pesadilla y tras levantarse de la cama algo inconsciente, prendió su sable láser y se veía rodeado de aquellos que le habían salvado la vida como de sus más cercanos compañeros. Rápidamente razonó que no era un sueño y era la realidad, cayendo en el suelo de rodillas, rendido ante su grave error. Los maestros fueron benévolos con él, en especial el Maestro Swan, dándole consejos sobre lo sucedido y futuras ocasiones.
Sikurd Caelum de Caballero Jedi tras su restauración mecánica.
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1 DRHW - Alderaan
Hace 10 años iba a dar comienzo la aventura de un pequeño e inocente niño. Criado en Alderaan por su tía siempre fue bastante curioso e hiperactivo, se solía meter en muchísimos problemas con los ciudadanos. No era consciente de esos problemas que causaba, y como no era muy común tampoco tanta energía proveniente de un niño, esa misma tarde su tía, llamada Adellie Caelum, le sometió a unas pruebas que eran totalmente confusas, aunque él no dejaba de preguntar acerca de todo, siempre tan pesado. El niño había tenido un largo día, mientras dormía su tía entablaba una conversación mediante un holo-comunicador con la Orden Jedi de Ruusan. El debate que se había iniciado era sobre este joven, al parecer en las células tenía una gran cantidad de midiclorianos, destacando así su futura sensibilidad ala Fuerza. Sin más dilación, la decisión fue tomada, el niño sería llevado ante el Alto Consejo Jedi de Ruusan para comenzar su aprendizaje en las Artes Jedi.
1 DHRW - Ruusan
Ambos, tía y sobrino habían llegado al planeta de Ruusan, aterrizaron sobre una de las plataformas que tenía provistas la Orden Jedi. El niño, aún muy confuso pero nervioso por saber donde le llevaba su tía. Le dieron la bienvenida el maestro consejal Selkris Tankard junto al caballero Jedi Zod Tankard y el Investigador Jedi Tousen. Todos miraban fijamente al muchacho, aunque enseguida tornado su mirada hacia Adellie, la cual tomaría el cargo de Sombra Jedi dentro de la Orden. Dándoles paso a los interiores, comenzaron a mostrarles todas sus instalaciones, donde les enseñaron sus aposentos y principales lugares que el joven debería acostumbrarse a pisar muy a menudo.
En esto que el caballero Zod se interesó por el muchacho, el cual irradiaba nerviosismo, curiosidad e ilusión.
- ¿Cuál es tu nombre pequeño? - con una voz suave y cálida aunque distorsionada por la máscara que tenía en mitad de su rostro.
- Sikurd Caelum, señor.. - algo temblorosa su voz, impresionado por su imponente figura.
El caballero asentía y se dirigía entonces al mismo paso de sus compañeros Jedi, los cuales hablaban de temas que el pequeño no entendía aún. Se podían escuchar palabras sueltas como.. Sith, la Fuerza, la paciencia en los jóvenes... pero no mucho más allá, aún necesitaba adaptarse al lugar, con ganas de comprender los entresijos de la Fuerza y ese enorme Templo Jedi.
Llegaron a la puerta de la habitación de Sikurd, y su tía, como no, se agachaba hasta su altura con una sonrisa encantadora que demostraba que en este lugar estarían a salvo y cómodos.
Sikurd Caelum con sus ropajes de Iniciado Jedi junto a su tía, Adellie Caelum.
[...]
'' La esperanza es lo último que se pierde, a través de la paciencia lograrás tus propósitos ''..
Una de las frases que más escuchaba en la mente mientras aprendía a meditar junto a sus compañeros y maestros en la Orden Jedi, dicha por el maestro Khan en una de sus clases. Ya no era tan joven Sikurd, destacaba sobre los demás con el manejo del sable láser como a su vez también en control de la Fuerza a su corta edad, siempre tenía sus fallos emocionales como pulir aún todo aquello que parecía destacar. Su ascenso a Padawan se veía temprano, siendo llamado así por el Investigador Tousen junto al maestro consejal Soul Swan, ambos reconocidos en la Orden Jedi.
El ascenso se había cumplido, era Padawan Jedi dentro de la Orden Jedi de Ruusan. Aún nervioso por haber conseguido avanzar un paso más en el camino correcto del Lado Luminoso, muchos tenían puestas las esperanzas en él para convertirse en un gran Jedi. Pocos podían dudar de su capacidad si seguía con su progresión adecuada, constante y eficaz. Un esfuerzo que estaba orgulloso de llevar a cabo por el bien común y general, como así le habían enseñado.
Sikurd Caelum de Padawan Jedi junto a los maestros.
[...]
Había llegado el día más importante para un Jedi, su prueba para Caballero de la Orden. Muchos decían que era temprano, que era muy joven para poder si quiera optar a dicha prueba. A pesar de ello, el Consejo le puso a prueba, le había encomendado repetidas misiones para demostrar si estaba preparado. Muchos días pasaron, incluso semanas y al fin había terminado, logró lo que la mayoría pensaba que no ocurriría, superar dichas misiones.
Estaban todos reunidos ante él, como en una especie de ritual o ceremonia de iniciación, todos tapados con sus túnicas y sables láser encendidos, una luz tenue gobernaba por todo el Hall. En el centro, el maestro Selkris Tankard tuvo el honor de cortarle su coleta de Padawan, dando la enhorabuena y otorgando pues el rango de Caballero Jedi. Todo era felicidad en ese entonces, ya era reconocido como un Jedi, alguien que controla sus habilidades aunque no del todo porque su aprendizaje seguiría pero deja atrás su juventud e inocencia. Muchas aventuras le depararían ahora a este joven Caballero, su primera misión ya había sido encomendada junto al maestro Soul Swan y el caballero Zod, debían dirigirse al planeta de Felucia.
Por lo tanto, estaba comenzando la primera misión de Sikurd Caelum, meramente era un exploración por si se detectaban alguna que otra perturbación en la Fuerza. Ya se había visto en situaciones parecidas, en cambio, esta sería muy diferente porque una sorpresa iba a ser descubierta dentro de poco. Realizaban una patrulla común, rodeados de la vegetaciones peculiar de ese planeta y en esto que comenzaron a escucharse gritos de dolor, de desesperación, alguien estaba en auxilio. El maestro Swan y el caballero Zod eran expertos en esta clase de misiones, conocían cuando podía suceder una trampa. En cambio, el novato Caballero Jedi como lo era Sikurd no, y se dispuso a dirigirse en dirección a esos gritos a toda velocidad y encendiendo su sable láser, el cual se veía un haz de luz verde. Atraveó los arbustos de un salto y tras una caída mediante la Fuerza creo una onda de expansión que derrumbó a lo que parecía ser la nada. Estaba solo, no se hallaba rastro de nadie, los gritos habían cesado. Dicen que tras la calma llega la tormenta, pues así sucedió.. era demasiado tarde para reaccionar a tiempo, una hilera de explosiones en dirección a Sikurd estaba apunto de darse. Pese a la gran habilidad del joven, este había caído en una trampa absurda por negarse a escuchar y por su descontrol aún de las emociones, creyéndose estar preparado. El destino le había preparado esta ardua tarea para que abriese los ojos y se diese cuenta que no podá guiarse por impulsos tan rápido.. Las explosiones terminaron. Todo se veía blanco y negro, no sentía mitad de su cara y reconocía las voces del maestro Swan y Zod.. pero a duras penas.
- Debemos llevarle enseguida a la Orden Jedi, deben curar esta herida cuanto antes. - el tono preocupado del caballero Zod inquietaba a Sikurd, aunque seguía estando inconsciente a medias.
No se recuerda más de esa misión, ni se quería hablar de lo sucedido. Sólo quedaba la mente de Sikurd todo lo que asumía, sus errores, defectos, pagándolos caro. Estaba siendo realizado en una operación dejando medio rostro en una máscara para poder sobrevivir como a su vez un brazo biónico, todo perdido en aquella absurda misión. Es por ello que nunca se debe perder la calma, no pasarse de confiado. En una acción tan simple puede caer hasta el más grande.
Sikurd Caelum despertaba, despertaba de una pesadilla y tras levantarse de la cama algo inconsciente, prendió su sable láser y se veía rodeado de aquellos que le habían salvado la vida como de sus más cercanos compañeros. Rápidamente razonó que no era un sueño y era la realidad, cayendo en el suelo de rodillas, rendido ante su grave error. Los maestros fueron benévolos con él, en especial el Maestro Swan, dándole consejos sobre lo sucedido y futuras ocasiones.
Sikurd Caelum de Caballero Jedi tras su restauración mecánica.
Continuará.
Habbo Wars- Mensajes : 223
Fecha de inscripción : 12/05/2015
Re: [..] Life of a Jedi
1 DHRW - Orden Jedi de Ruusan
La paz se consideraba unos de los objetivos principales por todo aquel que haya sido enseñado dentro de las doctrinas Jedi. Sobre este concepto existen distintos debates y teorías, están quienes creen en su propio juicio para llevar la paz a diversos lugares ignorando las órdenes del Alto Consejo Jedi, llamándose así Jedi Gris a este selecto grupo. Por otro lado tenemos a la mayoría, el Jedi correcto que cumple al pie de la letra los mandatos del Consejo Jedi como a su vez los códigos cometiendo los errores básicos que comete todo Jedi en formación. Hoy nos encontramos en una de las cascadas de la Orden Jedi, a las afueras, estaba a unos escasos metros de la puerta principal, rodeado por acantilados y una abundante vegetación. En medio de dicha cascada se podía distinguir la figura de un muchacho sentado y cruzado de piernas, con ambas manos puestas sobre las rodillas. La corriente fluía a su libre elección, rompiendo contra las rocas del pequeño Lago que se había formado en torno a dicha cascada. En los bordes de ese mismo Lago, la vegetación era más abundante dado el estancamiento del agua constante, pudiéndose ver pequeñas criaturas inofensivas en la orilla. En los árboles más grandes la corriente de aire o las leves brisas que llegaban del norte sacudían las hojas como si las estuviera acariciando cualquier persona, todas en el mismo sentido. Los pájaros cantaban felices, síntoma de que los Jedi estaban haciendo algo bien en ese planeta dada la armonía que se sentía por esos lares.
Centrándonos más en la figura de ese Jedi oculto tras la cascada, se hallaba en una cueva no muy profunda y a la par de oscura. Estaba allí realizando su rutinaria meditación, parecía su santuario de cara a los demás Jedi. Siempre que querían contactar con él para alguna misión o algún mandato debían ir personalmente a ese sitio, ese joven Jedi es Sikurd Caelum. No le gustaba que le molestaran mientras estaba meditando, así que apagaba todos los comunicadores, sintiéndose en soledad y en una paz continua.
- Caballero Sikurd.. - se escuchaba una voz suave e inocente, parecía ser la de un Iniciado Jedi al cual habituaba a dar clases Sikurd.
Este mismo se asomó por uno de los laterales de la cascada, observando con un gesto serio al que es su tutor en las clases de aprendizaje para su futuro ascenso a Padawan. El pequeño se llamaba Locke, era humano y se notaba en él una energía inquieta, no podía parar quieto siempre que estuviera en confianza, habitualmente solía ser tímido y reservado, no muy hablador. Era el Iniciado ejemplar según los maestros y justo le había tocado que le tutelara Sikurd, no podía ser el más indicado.
- Adelante Locke, siéntese a mi lado y mire hacia la cascada.. - abriendo poco a poco los ojos, el caballero Sikurd se dirigía a este aún en su posición de meditación. El Iniciado Locke se puso a su lado y confuso no dejó de mirar hacia la cascada como caía el agua. Ambos juntos y en completo silencio podían escuchar el viento mover las hojas, los cánticos de los pájaros, las ranas hablando entre ellas, el mismo agua rompiendo en las rocas y formando esa espuma al rededor.
- ¿Qué es lo que sientes, joven Locke? - decía el Caballero Sikurd cerrando sus ojos poco a poco.
- Nada maestro.. ¿qué es lo qué debería sentir? - aún mirando hacia el agua de la cascada y sin entender nada de lo que quería su maestro.
- Ten paciencia, respira hondo y deja la mente en blanco.. no pienses en nada más o que quiero de ti, escucha a la naturaleza. - todo esto que decía a la vez sonaba de fondo un ruido distorsionado debido a su máscara.
En la mente del joven Locke una vez hizo caso a su maestro, comenzaron a crearse imágenes de más allá de la cascada, como si pudiese ver más allá a pesar de tener los ojos cerrados. En esto que los volvía a abrir impaciente - Maestro, maestro.. he visto a los pájaros, y más cosas.. - decía muy ilusionado.
Sikurd alzó la mano un momento y con un movimiento lento mando a que se relajara. Abriendo nuevamente los ojos, con las dos manos le mostró el agua de la cascada y comenzó a crear formas mediante la Fuerza en esta, partiendo a la mitad el agua de la cascada y seguidamente la partiría en tres para acabar creando figuras. - Debes dejar que la Fuerza fluya dentro de ti, joven.. - le decía, volviendo a posar sus manos en las rodillas para fijarse en él.
Locke no pudo aguantar las ganas y alzó sus dos manos hacia la cascada, se concentró para intentar dividir la cascada en dos como había hecho anteriormente su maestro. Era incapaz, aún la Fuerza no era intensa en él para llegar a utilizarla, o eso creía ante la desesperación de no conseguirlo tras un rato. Sikurd posó su mano en la cabeza del joven Jedi y soltó una pequeña frase motivadora.. - No pienses en lo que quieres conseguir, solo deja que la Fuerza llegue a tu interior y creéis el vínculo..
De repente, la cascada comenzó a dividirse unos pocos centímetros, no era el nivel de Sikurd pero era un logro para el pequeño. Este viendo lo que había conseguido se levantó de un salto y comenzó a gritar todo feliz - Mire maestro, lo que conseguido, ¿ha visto eso? ¿lo ha visto? - mientras este decía eso, la mirada de Sikurd era seria y causaba cierto temor. - Siéntate, puedes sentirte orgulloso de tus logros pero no vayas más allá de la humildad. Esto es un entrenamiento tuyo, personal, debes mejorar día tras día y no dejar de crecer como Jedi..
El silencio se apoderó nuevamente de la cueva y ambos con los ojos cerrados con la misma posición sentados empezaron mutuamente a meditar. El pequeño Locke lo intentaba, imitando a su maestro, en cambio Sikurd ya había logrado nuevamente el vínculo con la energía que fluía a su al rededor.
La paz se consideraba unos de los objetivos principales por todo aquel que haya sido enseñado dentro de las doctrinas Jedi. Sobre este concepto existen distintos debates y teorías, están quienes creen en su propio juicio para llevar la paz a diversos lugares ignorando las órdenes del Alto Consejo Jedi, llamándose así Jedi Gris a este selecto grupo. Por otro lado tenemos a la mayoría, el Jedi correcto que cumple al pie de la letra los mandatos del Consejo Jedi como a su vez los códigos cometiendo los errores básicos que comete todo Jedi en formación. Hoy nos encontramos en una de las cascadas de la Orden Jedi, a las afueras, estaba a unos escasos metros de la puerta principal, rodeado por acantilados y una abundante vegetación. En medio de dicha cascada se podía distinguir la figura de un muchacho sentado y cruzado de piernas, con ambas manos puestas sobre las rodillas. La corriente fluía a su libre elección, rompiendo contra las rocas del pequeño Lago que se había formado en torno a dicha cascada. En los bordes de ese mismo Lago, la vegetación era más abundante dado el estancamiento del agua constante, pudiéndose ver pequeñas criaturas inofensivas en la orilla. En los árboles más grandes la corriente de aire o las leves brisas que llegaban del norte sacudían las hojas como si las estuviera acariciando cualquier persona, todas en el mismo sentido. Los pájaros cantaban felices, síntoma de que los Jedi estaban haciendo algo bien en ese planeta dada la armonía que se sentía por esos lares.
Centrándonos más en la figura de ese Jedi oculto tras la cascada, se hallaba en una cueva no muy profunda y a la par de oscura. Estaba allí realizando su rutinaria meditación, parecía su santuario de cara a los demás Jedi. Siempre que querían contactar con él para alguna misión o algún mandato debían ir personalmente a ese sitio, ese joven Jedi es Sikurd Caelum. No le gustaba que le molestaran mientras estaba meditando, así que apagaba todos los comunicadores, sintiéndose en soledad y en una paz continua.
- Caballero Sikurd.. - se escuchaba una voz suave e inocente, parecía ser la de un Iniciado Jedi al cual habituaba a dar clases Sikurd.
Este mismo se asomó por uno de los laterales de la cascada, observando con un gesto serio al que es su tutor en las clases de aprendizaje para su futuro ascenso a Padawan. El pequeño se llamaba Locke, era humano y se notaba en él una energía inquieta, no podía parar quieto siempre que estuviera en confianza, habitualmente solía ser tímido y reservado, no muy hablador. Era el Iniciado ejemplar según los maestros y justo le había tocado que le tutelara Sikurd, no podía ser el más indicado.
- Adelante Locke, siéntese a mi lado y mire hacia la cascada.. - abriendo poco a poco los ojos, el caballero Sikurd se dirigía a este aún en su posición de meditación. El Iniciado Locke se puso a su lado y confuso no dejó de mirar hacia la cascada como caía el agua. Ambos juntos y en completo silencio podían escuchar el viento mover las hojas, los cánticos de los pájaros, las ranas hablando entre ellas, el mismo agua rompiendo en las rocas y formando esa espuma al rededor.
- ¿Qué es lo que sientes, joven Locke? - decía el Caballero Sikurd cerrando sus ojos poco a poco.
- Nada maestro.. ¿qué es lo qué debería sentir? - aún mirando hacia el agua de la cascada y sin entender nada de lo que quería su maestro.
- Ten paciencia, respira hondo y deja la mente en blanco.. no pienses en nada más o que quiero de ti, escucha a la naturaleza. - todo esto que decía a la vez sonaba de fondo un ruido distorsionado debido a su máscara.
En la mente del joven Locke una vez hizo caso a su maestro, comenzaron a crearse imágenes de más allá de la cascada, como si pudiese ver más allá a pesar de tener los ojos cerrados. En esto que los volvía a abrir impaciente - Maestro, maestro.. he visto a los pájaros, y más cosas.. - decía muy ilusionado.
Sikurd alzó la mano un momento y con un movimiento lento mando a que se relajara. Abriendo nuevamente los ojos, con las dos manos le mostró el agua de la cascada y comenzó a crear formas mediante la Fuerza en esta, partiendo a la mitad el agua de la cascada y seguidamente la partiría en tres para acabar creando figuras. - Debes dejar que la Fuerza fluya dentro de ti, joven.. - le decía, volviendo a posar sus manos en las rodillas para fijarse en él.
Locke no pudo aguantar las ganas y alzó sus dos manos hacia la cascada, se concentró para intentar dividir la cascada en dos como había hecho anteriormente su maestro. Era incapaz, aún la Fuerza no era intensa en él para llegar a utilizarla, o eso creía ante la desesperación de no conseguirlo tras un rato. Sikurd posó su mano en la cabeza del joven Jedi y soltó una pequeña frase motivadora.. - No pienses en lo que quieres conseguir, solo deja que la Fuerza llegue a tu interior y creéis el vínculo..
De repente, la cascada comenzó a dividirse unos pocos centímetros, no era el nivel de Sikurd pero era un logro para el pequeño. Este viendo lo que había conseguido se levantó de un salto y comenzó a gritar todo feliz - Mire maestro, lo que conseguido, ¿ha visto eso? ¿lo ha visto? - mientras este decía eso, la mirada de Sikurd era seria y causaba cierto temor. - Siéntate, puedes sentirte orgulloso de tus logros pero no vayas más allá de la humildad. Esto es un entrenamiento tuyo, personal, debes mejorar día tras día y no dejar de crecer como Jedi..
El silencio se apoderó nuevamente de la cueva y ambos con los ojos cerrados con la misma posición sentados empezaron mutuamente a meditar. El pequeño Locke lo intentaba, imitando a su maestro, en cambio Sikurd ya había logrado nuevamente el vínculo con la energía que fluía a su al rededor.
Continuará.
Habbo Wars- Mensajes : 223
Fecha de inscripción : 12/05/2015
Re: [..] Life of a Jedi
1 DRHW - Orden Jedi de Ruusan
La oscuridad de la noche empezaba a sucumbir a la luz del día por todos los rincones del Templo de la Orden Jedi. En esos momentos el Iniciado Locke ya se había marchado al interior junto a los demás jóvenes sensibles a la Fuerza, tenían un toque de queda cuando iban a las afueras. En cambio Sikurd seguía en la cascada, esta vez fuera, en una de las rocas salientes con los brazos cruzados y mirando hacia el horizonte.
- La semejanza de algo ten sencillo como la noche y el día con las teorías del Lado Oscuro y Luminoso, estos deben coexistir para sobrevivir, uno sin el otro no podría seguir en este mundo. El equilibrio en el universo siempre acaba restablecido.. - era uno de los pocos pensamientos que transcurrían por la mente de él.
Las antorchas se habían encendido ya, todas rodeaban de manera simétrica la instalación de la Orden Jedi. Los centinelas se mantenían alerta ante cualquier riesgo o situación de peligro que llegase a nosotros. Dadas sus habilidades y su aprendizaje, eran los más hábiles dentro de todos los Jedi, enseñados para detectar el Lado Oscuro y su afinidad antes que cualquier otro Jedi que guiase sus conocimientos a otra rama. Todas poseían sus ventajas y desventajas, pero no dejaban de ser importantes dentro de la jerarquía. Entre muchos esos Jedi que habían en Ruusan, destacaba uno por su peculiar actitud, su edad, su experiencia, curtido en mil batallas. Había leído sobre este maestro Jedi, viejo fundador de una academia en el planeta habitado por nuestros amigos los Ewok.
Ewok de cacería por los bosques de Endor.
La academia había prosperado durante muchísimos años en la batalla contra el Imperio Galáctico, era de las pocas fuerzas que quedaban por entonces para erradicar el Lado Oscuro. Ese maestro Jedi, aún con vida en la Orden Jedi de Ruusan se llamaba Zaikar Bopilus. Pese a su longeva edad, muchos libros hablan de su juventud con ilustres imágenes de este. Relataban las distintas misiones que llevó a cabo por toda la Galaxia con éxito, consiguiendo estabilizar sociedades políticas mediante la diplomacia, no destacaba por el uso del sable láser o el control de la Fuerza, su palabra era su mayor virtud.
Pasada la madrugada Sikurd volvió a los interiores del Templo Jedi, dirigiéndose hacia el jardín de meditación. Era el lugar que solía habituar bastante el maestro Zaikar Bopilus, con el cual quería entablar una larga conversación sobre aquellos tiempos. Llegó a su destino no mucho más tarde, las antorchas que rodeaban el jardín con una luz tenue daban ese ápice de armonía que se necesitaba y escuchándose de fondo el arroyo de agua que provenía de las colinas junto al Templo. Allí estaba él, con sus túnicas oscuras y destacado por su color pelirrojo de cabello, se encontraba en total silencio excepto por los pequeños ruidos.
Zaikar Bopilus en su juventud como Jedi.
- Acércate joven.. le estaba esperando.. - le decía en voz baja a Sikurd con un pequeño movimiento de la mano para que se sentara a su lado.
- Buenas noches maestro Bopilus.. - asentía hacia este, sentándose en el mismo césped tras haberse quitado los zapatos y dejarlos a un lado, era una de las maneras de sentirse más uno con la naturaleza.
- ¿Qué es lo que te inquieta? - decía el maestro con un tono más apagado y cansado.
- Sí, quería saber sobre la academia que fundó en el planeta de Endor.. - la voz se escuchaba distorsionada debido a la máscara.
- No tengo mucho que contarte más allá de lo que hablan los libros, pero puedo contarte que en esos días las sensaciones son diferentes que ahora. Un maestro pasa por distintas etapas en esta vida, distintos ciclos que vas viendo por los sucesos en la Fuerza. Aquel lugar era especial, se había conseguido crear un vínculo de hermandad entre todos los Jedi pertenecientes a Endor, desde el más joven hasta el más viejo, a día de hoy siguen quedando parte de esos Jedi dispersos y aún fieles al recuerdo. No te puedo mostrar dicha sensación, es por ello que debes guiarte por tu misma enseñanza y vivir tu propia experiencia, Caballero Sikurd. En ti se te ve que tienes potencial, eres muy joven todavía y has logrado lo que pocos con el rango que te has curtido. Se paciente, espera tu momento y nunca te precipites, un viejo amigo mío.. el Maestro Nysrogh me dijo una vez, ''Piensa primero, analiza todo lo que te rodea y una vez tengas clara cual es la mejor opción, actúa'', toma esas palabras ahora como tuyas y sigue tu camino en la senda del Lado Luminoso.. - su voz mientras terminaba se iba apagando y volvía a encontrarse en completa vinculación entre la naturaleza, la Fuerza y su propio ser.
Sin saber que decir, lo único que supo hacer Sikurd era levantarse del césped, colocarse sus zapatos y marcharse del jardín de meditación rumbo hacia sus aposentos. Había sido un largo día en Ruusan, clases, entrenamientos, charlas.. muy productivo. Pero esta historia acababa de comenzar para él, y muchas más aventuras estaban apunto de comenzar.
La oscuridad de la noche empezaba a sucumbir a la luz del día por todos los rincones del Templo de la Orden Jedi. En esos momentos el Iniciado Locke ya se había marchado al interior junto a los demás jóvenes sensibles a la Fuerza, tenían un toque de queda cuando iban a las afueras. En cambio Sikurd seguía en la cascada, esta vez fuera, en una de las rocas salientes con los brazos cruzados y mirando hacia el horizonte.
- La semejanza de algo ten sencillo como la noche y el día con las teorías del Lado Oscuro y Luminoso, estos deben coexistir para sobrevivir, uno sin el otro no podría seguir en este mundo. El equilibrio en el universo siempre acaba restablecido.. - era uno de los pocos pensamientos que transcurrían por la mente de él.
Las antorchas se habían encendido ya, todas rodeaban de manera simétrica la instalación de la Orden Jedi. Los centinelas se mantenían alerta ante cualquier riesgo o situación de peligro que llegase a nosotros. Dadas sus habilidades y su aprendizaje, eran los más hábiles dentro de todos los Jedi, enseñados para detectar el Lado Oscuro y su afinidad antes que cualquier otro Jedi que guiase sus conocimientos a otra rama. Todas poseían sus ventajas y desventajas, pero no dejaban de ser importantes dentro de la jerarquía. Entre muchos esos Jedi que habían en Ruusan, destacaba uno por su peculiar actitud, su edad, su experiencia, curtido en mil batallas. Había leído sobre este maestro Jedi, viejo fundador de una academia en el planeta habitado por nuestros amigos los Ewok.
Ewok de cacería por los bosques de Endor.
La academia había prosperado durante muchísimos años en la batalla contra el Imperio Galáctico, era de las pocas fuerzas que quedaban por entonces para erradicar el Lado Oscuro. Ese maestro Jedi, aún con vida en la Orden Jedi de Ruusan se llamaba Zaikar Bopilus. Pese a su longeva edad, muchos libros hablan de su juventud con ilustres imágenes de este. Relataban las distintas misiones que llevó a cabo por toda la Galaxia con éxito, consiguiendo estabilizar sociedades políticas mediante la diplomacia, no destacaba por el uso del sable láser o el control de la Fuerza, su palabra era su mayor virtud.
Pasada la madrugada Sikurd volvió a los interiores del Templo Jedi, dirigiéndose hacia el jardín de meditación. Era el lugar que solía habituar bastante el maestro Zaikar Bopilus, con el cual quería entablar una larga conversación sobre aquellos tiempos. Llegó a su destino no mucho más tarde, las antorchas que rodeaban el jardín con una luz tenue daban ese ápice de armonía que se necesitaba y escuchándose de fondo el arroyo de agua que provenía de las colinas junto al Templo. Allí estaba él, con sus túnicas oscuras y destacado por su color pelirrojo de cabello, se encontraba en total silencio excepto por los pequeños ruidos.
Zaikar Bopilus en su juventud como Jedi.
- Acércate joven.. le estaba esperando.. - le decía en voz baja a Sikurd con un pequeño movimiento de la mano para que se sentara a su lado.
- Buenas noches maestro Bopilus.. - asentía hacia este, sentándose en el mismo césped tras haberse quitado los zapatos y dejarlos a un lado, era una de las maneras de sentirse más uno con la naturaleza.
- ¿Qué es lo que te inquieta? - decía el maestro con un tono más apagado y cansado.
- Sí, quería saber sobre la academia que fundó en el planeta de Endor.. - la voz se escuchaba distorsionada debido a la máscara.
- No tengo mucho que contarte más allá de lo que hablan los libros, pero puedo contarte que en esos días las sensaciones son diferentes que ahora. Un maestro pasa por distintas etapas en esta vida, distintos ciclos que vas viendo por los sucesos en la Fuerza. Aquel lugar era especial, se había conseguido crear un vínculo de hermandad entre todos los Jedi pertenecientes a Endor, desde el más joven hasta el más viejo, a día de hoy siguen quedando parte de esos Jedi dispersos y aún fieles al recuerdo. No te puedo mostrar dicha sensación, es por ello que debes guiarte por tu misma enseñanza y vivir tu propia experiencia, Caballero Sikurd. En ti se te ve que tienes potencial, eres muy joven todavía y has logrado lo que pocos con el rango que te has curtido. Se paciente, espera tu momento y nunca te precipites, un viejo amigo mío.. el Maestro Nysrogh me dijo una vez, ''Piensa primero, analiza todo lo que te rodea y una vez tengas clara cual es la mejor opción, actúa'', toma esas palabras ahora como tuyas y sigue tu camino en la senda del Lado Luminoso.. - su voz mientras terminaba se iba apagando y volvía a encontrarse en completa vinculación entre la naturaleza, la Fuerza y su propio ser.
Sin saber que decir, lo único que supo hacer Sikurd era levantarse del césped, colocarse sus zapatos y marcharse del jardín de meditación rumbo hacia sus aposentos. Había sido un largo día en Ruusan, clases, entrenamientos, charlas.. muy productivo. Pero esta historia acababa de comenzar para él, y muchas más aventuras estaban apunto de comenzar.
Continuará.
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Fecha de inscripción : 12/05/2015
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