[ROLEO DE RUUSAN] Una misión un tanto difícil
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[ROLEO DE RUUSAN] Una misión un tanto difícil
Autor: Selkris
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1 DRHW - RUUSAN; ALTO CONSEJO JEDI
El Alto Consejo Jedi, junto con los Centinelas de la Orden había estado investigando antiguas civilizaciones y organizaciones basadas en la Fuerza.
El Maestro de la Orden Selkris Tankard había tomado las riendas de esta larga, tediosa y dura misión a lo largo de todos los rincones de la Galaxia para reunir a todos los seguidores del lado luminoso y purgar la oscuridad. Había analizado a todas estas antiguas organizaciones, e investigó si todavía podría quedar algún rastro de éstas, y él era el encargado de organizar las misiones a los equipos.
[...]
1 DRHW - RUUSAN; PASILLOS DE LA ORDEN
Era una fresca tarde de otoño, los Padawans entrenaban con sus maestros, los Caballeros daban clases a los Iniciados, los Consulares meditaban en los Jardines...
Algunos de los Jedi que había por el Templo en aquel momento, fueron avisados por el comunicador para que acudieran urgentemente a los Pasillos, pues el Maestro de la Orden tenía algo que comunicarles.
Las naves saltaron al hiperespacio.
Fue un viaje complicado, ya que para acceder al planeta de los Aing-tii, antes hay que atravesar la Falla Kathol, un cúmulo muy inestable que era muy difícil atravesar con naves, pero eso era en antaño, ahora las nuevas tecnologías permitían acceder a dicho planeta de manera no muy complicada.
[...]
1 DRHW - PLANETA DE LOS AING-TII; SUPERFICIE
Las naves aterrizaron en el planeta natal de los Aing-tii, era un planeta bastante extraño, inexplicable por así decir, había océanos a lo lejos, el planeta parecía ser rocoso, lleno de niebla, que lo hacía un lugar bastante raro para vivir.
El equipo, después de atravesar llanuras y montañas, se encontraron con un gigantesco edificio, que parecía ser un Templo aing-tii, por fin habían conseguido llegar a su misión. Era un magnífico Templo cubierto de niebla, que no se veía su altura, simplemente los primeros metros de pared. Tenía un gigantesco portón abierto, que daba al interior, iluminado con una luz azul oscura, para dar más facilidad a la meditación de los monjes Aing-tii.
El equipo entró al interior del Santuario, y se encontraron en el fondo, un monje Aing-tii meditando.
El monje rápidamente se percató de la presencia de los individuos, y abrió sus ojos, que emitían una luz blanquecina. El equipo se acercaró nerviosos al monje, y se quedaron cerca de él.
El monje hablaba un extraño idioma moviendo sus seis lenguas, pero su voz se escuchaba en las mentes de los viajeros, a través de la telepatía.
Los enviados por el Maestro intentaron convencer al alienígena, pero este parecía rehusarse, ya que no le hacía mucha gracia que extranjeros interrumpieran sus meditaciones, o, básicamente, que pisaran su planeta.
El monje se escudaba en que los Jedi lo único que harían sería traer la guerra y la destrucción a su planeta, pero llegó a un acuerdo, y les propuso algo.
La pelea era muy dura para el equipo, pues el Aing-tii era demasiado superior a ellos, quizás más superior aún que un Maestro Jedi o un Lord Sith. El monje conocía los secretos de la Fuerza de los Aing-tii, era capaz de leer los pensamientos de los forasteros, de poder ver el futuro, y con ello el movimiento de sus oponentes, e incluso teletransportarse.
En un momento dado, el monje apareció tras el Guerrero Zod, lo agarró, y ambos volvieron a desaparecer en un destello de luz. El monje les explicó por telepatía que habían caído en una trampa, que habían dado con el Aing-tii equivocado, y que su compañero estaba en otra dimensión, y que lo usaría para hacer experimentos. Aunque después, en un acto de indiferencia, lo devolvió a través de un destello de luz con sus compañeros.
Tras un largo tiempo defendiéndose de sus oponentes, el Aing-tii decidió mostrarles su verdadero poder ante las burlas de sus adversarios. Su cuerpo emitía una cegadora luz, y, colocándose en el centro del Santuario, a unos veinte metros elevado del suelo, extendió sus brazos y una poderosa tormenta eléctrica cayó sobre ellos. Algunos se vieron afectados, pero, algunos consiguieron defenderse con campos de energía. Finalmente, el Aing-tii se precipitó velozmente contra el suelo, creando una onda expansiva que lanzó a todo el equipo contra las paredes del Santuario, e hizo que este comenzara a derrumbarse.
La vida de los Jedi y los Soldados estaba quizás llegando a su final, pero una luz que llegaba a todos los rincones del Templo, cegó a todo el equipo, que se encontraba disperso por el Santuario.
El equipo estaba desconcertado, y además algunos estaban bastante heridos.
- "Esta es la luz de vuestra muerte, la luz al final de vuestro túnel". Dijo el monje Aing-tii en la mente de todos los forasteros.
De repente, una estatua, con la forma del propio monje surgió de la nada. Esta tenía la posición de flor de loto, con su bastón de aturdimiento Vor'Cha sobre las piernas, la misma que tenía nada mas entrar los visitantes al Santuario.
Ya no se escuchaba más la voz del monje, y los Jedi, como podían, se volvieron a reunir frente a la estatua.
- ¿Qué.. Qué está pasando?
- Díos mío... No puede ser...
- ¿Dónde estamos?
- ¿Estamos... muertos...?
Estos eran algunos de los comentarios que se oyeron.
Pero, tras un lapsus de tiempo, la luz cegadora desapareció de repente. Y, cuando se acostumbraron a la visión, vieron que estaban de nuevo en el Santuario.
Ya no estaba la estatua del Aing-tii, ahora era el propio monje el que se encontraba meditando frente a ellos. Ni tampoco estaban las heridas de los Jedi ni de los Soldados.
- "Tranquilos, todo ha sido un sueño". Se escuchó en sus mentes.
Los visitantes, aliviados, le preguntaron al monje la resolución, y este, pudo confirmarles, que a partir de ahora, los Aing-tii tendrían un pacto de amistad con la Orden de los Caballeros Jedi.
FIN
OFF ROL:
Participantes: Staller-2, Melarion, .Zod., Radager, Arukl, Cloudburst y Anton!oLoko
Gracias a mis compañeros por participar en esta expedición.
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1 DRHW - RUUSAN; ALTO CONSEJO JEDI
El Alto Consejo Jedi, junto con los Centinelas de la Orden había estado investigando antiguas civilizaciones y organizaciones basadas en la Fuerza.
El Maestro de la Orden Selkris Tankard había tomado las riendas de esta larga, tediosa y dura misión a lo largo de todos los rincones de la Galaxia para reunir a todos los seguidores del lado luminoso y purgar la oscuridad. Había analizado a todas estas antiguas organizaciones, e investigó si todavía podría quedar algún rastro de éstas, y él era el encargado de organizar las misiones a los equipos.
[...]
1 DRHW - RUUSAN; PASILLOS DE LA ORDEN
Era una fresca tarde de otoño, los Padawans entrenaban con sus maestros, los Caballeros daban clases a los Iniciados, los Consulares meditaban en los Jardines...
Algunos de los Jedi que había por el Templo en aquel momento, fueron avisados por el comunicador para que acudieran urgentemente a los Pasillos, pues el Maestro de la Orden tenía algo que comunicarles.
Las naves saltaron al hiperespacio.
Fue un viaje complicado, ya que para acceder al planeta de los Aing-tii, antes hay que atravesar la Falla Kathol, un cúmulo muy inestable que era muy difícil atravesar con naves, pero eso era en antaño, ahora las nuevas tecnologías permitían acceder a dicho planeta de manera no muy complicada.
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1 DRHW - PLANETA DE LOS AING-TII; SUPERFICIE
Las naves aterrizaron en el planeta natal de los Aing-tii, era un planeta bastante extraño, inexplicable por así decir, había océanos a lo lejos, el planeta parecía ser rocoso, lleno de niebla, que lo hacía un lugar bastante raro para vivir.
El equipo, después de atravesar llanuras y montañas, se encontraron con un gigantesco edificio, que parecía ser un Templo aing-tii, por fin habían conseguido llegar a su misión. Era un magnífico Templo cubierto de niebla, que no se veía su altura, simplemente los primeros metros de pared. Tenía un gigantesco portón abierto, que daba al interior, iluminado con una luz azul oscura, para dar más facilidad a la meditación de los monjes Aing-tii.
El equipo entró al interior del Santuario, y se encontraron en el fondo, un monje Aing-tii meditando.
El monje rápidamente se percató de la presencia de los individuos, y abrió sus ojos, que emitían una luz blanquecina. El equipo se acercaró nerviosos al monje, y se quedaron cerca de él.
El monje hablaba un extraño idioma moviendo sus seis lenguas, pero su voz se escuchaba en las mentes de los viajeros, a través de la telepatía.
Los enviados por el Maestro intentaron convencer al alienígena, pero este parecía rehusarse, ya que no le hacía mucha gracia que extranjeros interrumpieran sus meditaciones, o, básicamente, que pisaran su planeta.
El monje se escudaba en que los Jedi lo único que harían sería traer la guerra y la destrucción a su planeta, pero llegó a un acuerdo, y les propuso algo.
La pelea era muy dura para el equipo, pues el Aing-tii era demasiado superior a ellos, quizás más superior aún que un Maestro Jedi o un Lord Sith. El monje conocía los secretos de la Fuerza de los Aing-tii, era capaz de leer los pensamientos de los forasteros, de poder ver el futuro, y con ello el movimiento de sus oponentes, e incluso teletransportarse.
En un momento dado, el monje apareció tras el Guerrero Zod, lo agarró, y ambos volvieron a desaparecer en un destello de luz. El monje les explicó por telepatía que habían caído en una trampa, que habían dado con el Aing-tii equivocado, y que su compañero estaba en otra dimensión, y que lo usaría para hacer experimentos. Aunque después, en un acto de indiferencia, lo devolvió a través de un destello de luz con sus compañeros.
Tras un largo tiempo defendiéndose de sus oponentes, el Aing-tii decidió mostrarles su verdadero poder ante las burlas de sus adversarios. Su cuerpo emitía una cegadora luz, y, colocándose en el centro del Santuario, a unos veinte metros elevado del suelo, extendió sus brazos y una poderosa tormenta eléctrica cayó sobre ellos. Algunos se vieron afectados, pero, algunos consiguieron defenderse con campos de energía. Finalmente, el Aing-tii se precipitó velozmente contra el suelo, creando una onda expansiva que lanzó a todo el equipo contra las paredes del Santuario, e hizo que este comenzara a derrumbarse.
La vida de los Jedi y los Soldados estaba quizás llegando a su final, pero una luz que llegaba a todos los rincones del Templo, cegó a todo el equipo, que se encontraba disperso por el Santuario.
El equipo estaba desconcertado, y además algunos estaban bastante heridos.
- "Esta es la luz de vuestra muerte, la luz al final de vuestro túnel". Dijo el monje Aing-tii en la mente de todos los forasteros.
De repente, una estatua, con la forma del propio monje surgió de la nada. Esta tenía la posición de flor de loto, con su bastón de aturdimiento Vor'Cha sobre las piernas, la misma que tenía nada mas entrar los visitantes al Santuario.
Ya no se escuchaba más la voz del monje, y los Jedi, como podían, se volvieron a reunir frente a la estatua.
- ¿Qué.. Qué está pasando?
- Díos mío... No puede ser...
- ¿Dónde estamos?
- ¿Estamos... muertos...?
Estos eran algunos de los comentarios que se oyeron.
Pero, tras un lapsus de tiempo, la luz cegadora desapareció de repente. Y, cuando se acostumbraron a la visión, vieron que estaban de nuevo en el Santuario.
Ya no estaba la estatua del Aing-tii, ahora era el propio monje el que se encontraba meditando frente a ellos. Ni tampoco estaban las heridas de los Jedi ni de los Soldados.
- "Tranquilos, todo ha sido un sueño". Se escuchó en sus mentes.
Los visitantes, aliviados, le preguntaron al monje la resolución, y este, pudo confirmarles, que a partir de ahora, los Aing-tii tendrían un pacto de amistad con la Orden de los Caballeros Jedi.
FIN
OFF ROL:
Participantes: Staller-2, Melarion, .Zod., Radager, Arukl, Cloudburst y Anton!oLoko
Gracias a mis compañeros por participar en esta expedición.
Habbo Wars- Mensajes : 223
Fecha de inscripción : 12/05/2015
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