[Roleo de cambio de facción] De Jedi a Dark Sith

Era un día resplandeciente y agradable. Entre los árboles, corría una ligera brisa refrescante que trajo sobre mis sentidos olfativos un fuerte aroma al más delicado de los perfumes naturales del bosque.

Ni siquiera la cascada más cercana a la que me encontraba podía soportar el peso de tal magnífico esplendor paisajístico de la zona. El resplandor incesante de cada molécula de agua solo se veía turbio por alguna que otra sombra  fugaz de algún ave que revoloteaba  por la zona.


Era prisionera de la tranquilidad, de la música y de mis pensamientos. Me gustaría huir, dejarlo todo y liberarme a mi misma de mis propias ataduras. Durante diez minutos permanecí estática y sosegada, entreabiertos los labios y con los ojos extrañamente brillantes. La sutil magia de las palabras recorría a su ancha mi cabeza. Una tras otra, incesantes, constantes e incluso lacerantes.


Las palabras… ¡qué terroríficas pueden llegar a ser! ¡Qué diáfanas, qué vivas y qué duras! Quisiera una escabullirse de ellas. Y, a pesar de todo, ¡qué luz desprenden!, ¡qué tenue magia! Parecen desvivirse por transmitir las cosas indefinidas y tienen un sosiego y música, que ni los mayores compositores podrían soñar componer. La sencillez del lenguaje. ¿Hay algo más real que las palabras?

Sí; ocurriéronme cosas durante mi arduo camino lleno de baches y de aprendizajes que algunos no llegué a comprenderlos jamás. Ahora lo entendía. La propia existencia se manifestó de una forma brusca. Pensé que hasta entonces  anduve entre sombras, que no eran más que un turbio pasado y el comienzo de un futuro inminente.
De repente, el calor se hizo totalmente insoportable y unas nubes caprichosas decidieron hacer acto de presencia para descargar sobre el mágico paisaje. Con ambas manos, me coloqué mi capa, dejando la cabeza cubierta con la misma.

Ahora parecía diferente. La lluvia caía sin parar y el replicar de esta en mi capa, ahogaba mis pensamientos más personales. Ignorando el desafortunado clima reciente del lugar, escuché un sonido que provenía de uno de los árboles tras de mí.

Elena Kainet: ¿Quién hay ahí? ¿Por qué te ocultas?

Beitom Krag: No me oculto Elena –dijo este mientras salía de entre los árboles-

Elena Kainet: ¿Vienes a matarme? –dije tras fijarme en sus nuevos ropajes un tanto oscuros-

Beitom Krag: No digas bobadas, hermana. –en ese mismo instante supe a lo que Beitom venía, o más bien, Lord
Beitom quería- Debes volver a tu verdadero hogar, con el resto de tus hermanos.

Elena Kainet: Pero… la última vez no me fui con buen pie… yo ya no soy nada ni nadie.

Beitom Krag: ¿Ves esa flor? –dijo este mientras se acercaba hacia mi posición y señalaba hacia las orillas de la cascada-


Elena Kainet: Sí, es una flor de loto.

Beitom Krag: ¿Y sabes qué tiene de particular esa flor?

Elena Kainet: Sí, cuando es de noche, se cierra y se hunde bajo el agua.

Beitom Krag: Y cuando amanece, se alza y vuelve a abrirse.

Elena Kainet: pero… ¿qué tiene que ver esa flor conmigo?

Beitom Krag: Más de lo que crees, Kainet. Tú te equivocaste y traicionaste a tus hermanos, te sumergiste y te cerraste a ti misma. Pero tiene solución. –Este extendió su mano con firmeza-

Elena Kainet: Pero… Yo ahora tengo otro hogar… Además… nadie me querrá de vuelta en Drongar –dije algo insegura de mi propia decisión-

Beitom Krag: ¿Cómo estás tan segura? Son tus hermanos, y siempre serás libre de escoger tu destino, hermana.

Lo último que recuerdo de aquella noche fue que los cielos se despejaron y comprendí que mi futuro estaba por llegar.