[Roleo de Primus Goluud] Abismos
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[Roleo de Primus Goluud] Abismos
Capítulo I: Perturbador
Los Jedi lo describirían como “una perturbación en la fuerza”. Una esencia extraña es como lo definieron los Sith. Parecía ser algo que no quería hacerse ver, algo cuyas intenciones eran desconocidas. Lo único que no era secreto, era su ubicación: Dathomir.
Dentro de la academia de Primus Goluud, el aprendiz Nino Valdrium se la pasa entrenando junto a su maestro, Lord Malakir. Repentinamente, ambos sienten la inusual esencia.
Nino: - ¿Qué es eso? ¿Lo ha sentido, maestro?
Malakir: - Si, lo he sentido. Sin embargo, no tengo idea de lo que sea.
Nino: - Es como lejano, pero cercano al mismo tiempo.
Ninguno de los dos sabía con exactitud lo que era, pero por medio de la fuerza, lograron ubicarlo. Dathomir, el conocido planeta oscuro. Aquél lugar en el que la fortaleza de las hermanas de la noche residía. Es por esto que el planeta también era llamado como “El planeta de las Brujas”.
Nino se sentía intrigado sobre aquello que se aparecía, y al mismo tiempo no se divisaba. Es por esto que decidió ir a la biblioteca de la academia para informarse mejor sobre el planeta y esa “extraña presencia”. Tras leer un respetable número de libros, encontró un párrafo adecuado para el tema, que parecía tener datos sobre aquellos que no se conocía.
[…] Dathomir no sólo se destaca por ser un planeta oscuro, sino también por tener toda especie de alimañas en él. Incluso a una criatura tan inmensa como el Sarlacc. Enorme espécimen omnívoro cuyo interior es similar a un gran estómago digestivo. Con larguísimas esperanzas de vida, los Sarlaccs o Sarlacci podían vivir entre 20.000 y 50.000 años. No eran fáciles de domar, muchos cayeron en su intento. Una característica única en los Sarlacci era su forma de reproducción. Lo hacían mediante esporas; y cada vez que esto se concretaba, tanto Jedi como Sith sentían su esencia, la cual significaba la próxima forma de vida. […]
Fue el momento en que el aprendiz sostuvo su respiración por unos segundos, a modo de pensamiento. Se le ocurrió que quizás su maestro sabía algo del tema, por lo que se encaminó a preguntarle. Encontrándolo en los pasillos, Nino dio inicio a su conversación.
Nino: - Saludos mi maestro – Le hizo una leve reverencia.
Malakir: - Saludos, mi joven aprendiz – Este le asintió.
Nino: - Estuve buscando información acerca de aquella esencia que ambos sentimos.
Malakir: - ¿Y?
Nino: - La verdad que no encontré mucho, destacando que leí una gran cantidad de escritos. Sin embargo, localicé un párrafo en el que yacían datos importantes, y a la vez curiosos.
Malakir: - ¿Qué encontraste?
Nino: - Parece ser que lo que sentimos en ese momento en el que entrenábamos, no era otra cosa que la copulación de un Sarlacc. Es muy extraño, pero es común que lo sintamos nosotros, los sensibles a la fuerza.
Malakir: - Mira Nino, te diré lo que sé, seguido de mi consejo. Lo que encontraste en ese escrito es real, pero no está experimentado. ¿A qué me refiero? No es la primera vez que esto ocurre, y aquellos aventureros que por su avaricia del conocimiento se adentraron a hallar la verdad, hoy en día no son más que espíritus. Nadie ha vuelto para dar detalles de lo que ocurre en sí. Se podría decir que somos ciegos ante este tema. Te aconsejo que te prives de ese conocimiento, aunque me duela decírtelo.
Nino: - Maestro, soy Sith; me dejo llevar por mis emociones. Lo lamento, pero debo hacerlo.
Malakir: - Como veo, haz tomado tu decisión. Y no podré detenerte. Eres mi aprendiz, por lo que te voy a alertar sobre lo que viene. Como sabrás, Dathomir es un planeta lleno de formas de vida, la mayoría hostiles. Sarlacci, hermanas de la noche, son ejemplos claros. Pero de quienes verdaderamente debes preocuparte de evadir a toda costa, son los Rancors. Bestias abominables, parecidas a los Gundarks de tu planeta natal, Dromund Kaas. Se alimentan de todo lo que ven, por lo que debes procurar no estar en su paso – hace una ligera pausa – Adonde te diriges es nada más ni nada menos que el estómago del Sarlacc, pero no entres por la boca. Estuve en Dathomir, y si no me equivoco, estamos hablando del mismo Sarlacc que vi en mis tiempos. Conozco una especie de cueva muy cerca de la criatura, con túneles conectado entre sí. Al final de este “laberinto” que se forma, debería encontrar la pared del estómago de la bestia. Busca el modo de pasar y debería encontrar el feto. Luego ahí, tú decides qué hacer. Pero asegúrate de apresurarte, ya que ni bien entres, no faltará mucho para que sus jugos digestivos comiencen a desintegrarte.
Nino: - Entendido, maestro. Agradezco su consejo.
Malakir: - Ve, mi aprendiz. Que la fuerza te acompañe, siempre.
Se encuentra en edición.
Próximamente capítulo II.
Los Jedi lo describirían como “una perturbación en la fuerza”. Una esencia extraña es como lo definieron los Sith. Parecía ser algo que no quería hacerse ver, algo cuyas intenciones eran desconocidas. Lo único que no era secreto, era su ubicación: Dathomir.
Dentro de la academia de Primus Goluud, el aprendiz Nino Valdrium se la pasa entrenando junto a su maestro, Lord Malakir. Repentinamente, ambos sienten la inusual esencia.
Nino: - ¿Qué es eso? ¿Lo ha sentido, maestro?
Malakir: - Si, lo he sentido. Sin embargo, no tengo idea de lo que sea.
Nino: - Es como lejano, pero cercano al mismo tiempo.
Ninguno de los dos sabía con exactitud lo que era, pero por medio de la fuerza, lograron ubicarlo. Dathomir, el conocido planeta oscuro. Aquél lugar en el que la fortaleza de las hermanas de la noche residía. Es por esto que el planeta también era llamado como “El planeta de las Brujas”.
Nino se sentía intrigado sobre aquello que se aparecía, y al mismo tiempo no se divisaba. Es por esto que decidió ir a la biblioteca de la academia para informarse mejor sobre el planeta y esa “extraña presencia”. Tras leer un respetable número de libros, encontró un párrafo adecuado para el tema, que parecía tener datos sobre aquellos que no se conocía.
[…] Dathomir no sólo se destaca por ser un planeta oscuro, sino también por tener toda especie de alimañas en él. Incluso a una criatura tan inmensa como el Sarlacc. Enorme espécimen omnívoro cuyo interior es similar a un gran estómago digestivo. Con larguísimas esperanzas de vida, los Sarlaccs o Sarlacci podían vivir entre 20.000 y 50.000 años. No eran fáciles de domar, muchos cayeron en su intento. Una característica única en los Sarlacci era su forma de reproducción. Lo hacían mediante esporas; y cada vez que esto se concretaba, tanto Jedi como Sith sentían su esencia, la cual significaba la próxima forma de vida. […]
Fue el momento en que el aprendiz sostuvo su respiración por unos segundos, a modo de pensamiento. Se le ocurrió que quizás su maestro sabía algo del tema, por lo que se encaminó a preguntarle. Encontrándolo en los pasillos, Nino dio inicio a su conversación.
Nino: - Saludos mi maestro – Le hizo una leve reverencia.
Malakir: - Saludos, mi joven aprendiz – Este le asintió.
Nino: - Estuve buscando información acerca de aquella esencia que ambos sentimos.
Malakir: - ¿Y?
Nino: - La verdad que no encontré mucho, destacando que leí una gran cantidad de escritos. Sin embargo, localicé un párrafo en el que yacían datos importantes, y a la vez curiosos.
Malakir: - ¿Qué encontraste?
Nino: - Parece ser que lo que sentimos en ese momento en el que entrenábamos, no era otra cosa que la copulación de un Sarlacc. Es muy extraño, pero es común que lo sintamos nosotros, los sensibles a la fuerza.
Malakir: - Mira Nino, te diré lo que sé, seguido de mi consejo. Lo que encontraste en ese escrito es real, pero no está experimentado. ¿A qué me refiero? No es la primera vez que esto ocurre, y aquellos aventureros que por su avaricia del conocimiento se adentraron a hallar la verdad, hoy en día no son más que espíritus. Nadie ha vuelto para dar detalles de lo que ocurre en sí. Se podría decir que somos ciegos ante este tema. Te aconsejo que te prives de ese conocimiento, aunque me duela decírtelo.
Nino: - Maestro, soy Sith; me dejo llevar por mis emociones. Lo lamento, pero debo hacerlo.
Malakir: - Como veo, haz tomado tu decisión. Y no podré detenerte. Eres mi aprendiz, por lo que te voy a alertar sobre lo que viene. Como sabrás, Dathomir es un planeta lleno de formas de vida, la mayoría hostiles. Sarlacci, hermanas de la noche, son ejemplos claros. Pero de quienes verdaderamente debes preocuparte de evadir a toda costa, son los Rancors. Bestias abominables, parecidas a los Gundarks de tu planeta natal, Dromund Kaas. Se alimentan de todo lo que ven, por lo que debes procurar no estar en su paso – hace una ligera pausa – Adonde te diriges es nada más ni nada menos que el estómago del Sarlacc, pero no entres por la boca. Estuve en Dathomir, y si no me equivoco, estamos hablando del mismo Sarlacc que vi en mis tiempos. Conozco una especie de cueva muy cerca de la criatura, con túneles conectado entre sí. Al final de este “laberinto” que se forma, debería encontrar la pared del estómago de la bestia. Busca el modo de pasar y debería encontrar el feto. Luego ahí, tú decides qué hacer. Pero asegúrate de apresurarte, ya que ni bien entres, no faltará mucho para que sus jugos digestivos comiencen a desintegrarte.
Nino: - Entendido, maestro. Agradezco su consejo.
Malakir: - Ve, mi aprendiz. Que la fuerza te acompañe, siempre.
Se encuentra en edición.
Próximamente capítulo II.
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