[Roleo de Haruun Kal] La Armada Oscura [Obtención]
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[Roleo de Haruun Kal] La Armada Oscura [Obtención]
La Armada Oscura
Capitulo I ''Luchamos por lo nuestro''
Centenares de naves de Qalydon aterrizaban sobre la superficie de la selvática Drongar, algunas habían estallado debido a las esporas de la superficie. Metros más abajo, el Rey de Qalydon Inthar, adaptado ya al clima se mantenía de brazos cruzados mirando el selvático planeta junto al General de sus ejércitos, Yisish's. Habían venido a Drongar para expulsar a los rakatas, su imperio caído ya hace milenios lo intentaban renacer y empezaron conquistando Drongar esclavizando a sus habitantes con su bien conocida crueldad. El campamento de los hombres de Inthar ya estaba asentado, todos con máscaras para evitar se contagiados por las plantas venenosas del astro. - Mi Rey, ¿nosotros solos podremos? Los rakata nos superan en número. - preguntaba el preocupado Yisish's. El confiado Dark Sith, bien sabia que no estaban solos pues al día siguiente iban a llegar más refuerzos, pero sus hombres desconocían ese dato. Es más, solamente unos pocos de la Cámara Dark Sith conocían quien sería el Comandante que vendría. Los rakata, liderados por Magnus Orkee'ys, un descendiente de los sacerdotes y miembro por tanto de los Ancianos, ya habían tomado todos los centros de población de Drongar, se habían percatado de la llegada de Inthar y sus hombres. - Han llegado. - decía el Anciano Magnus. Los cuatro generales rakata que consiguieron tomar Drongar, Magnei, Kolor, Vístu'ula y Kapricornius estaban atentos a su líder en lo que parecía uno de sus lujosos palacios. - Ahora empieza la verdadera guerra. - decía Magnei, un viejo Caudillo especializado en el arte de batallar. - Hay que ser cautelosos. El Imperio Dark Sith se acerca para nosotros, y quiere acabar con lo que ya es inevitable. El renacimiento del Imperio Infinito... - decía el Anciano. - Debemos preparar las defensas del planeta... Magnei, irás con tus hombres a defender las Estepas nevadas, confío en ti. Tú, Kolor irás al Valle de la Bota, es una zona bastante venenosa, sería un suicidio que atacasen. Vistu'ula protegerás los territorios cercanos al mar y Kapricornius, los terrenos de la selva... Suerte, amigos míos. - continúo. Los asistentes asentían con la cabeza mientras se retiraban de aquel salón. De repente, cuando se dio la vuelta Magnus Orkee'ys una figura oscura apareció entre la oscuridad. - Esto no entraba dentro de los planes. - decía aquella figura oscura. - Eliminaremos a los Dark Sith y pagaremos nuestra deuda... - respondía el Anciano. La figura salió de la penumbra y se logró ver el rostro de un viejisimo Darth, llamado Guyh. Lo mismo que tenía de viejo lo tenía de poderoso. - Espero que así sea, Magnus... - dijo mientras se retiraba del salón.
En las alejadas Estepas Nevadas de Drongar, había llegado la noticia de el aterrizaje del Imperio Dark Sith para tomar lo que era suyo. Varios individuos se concentraban alrededor de una hoguera, antiguos siervos de la Hermandad, ahora esclavizados por el intento de renacer al Imperio Infinito. El frío llegaba hasta las entrañas de aquellos fieles a los Dark Sith, con sus bláster y cortossis se mantenía en aquellas reuniones nocturnas que hacían a espaldas de los rakata. - Hermanos, han vuelto a por nosotros. - decía el que parecía ser el líder, un joven llamado Dessos. - Los Dark Sith nos brindaron paz durante milenios, nos brindaron protección. Han fallado a su promesa, pero han vuelto, han vuelto para reclamar lo que es suyo. - decía a oídas de todos los presentes. - Nosotros, como fieles hermanos a la Orden, les ayudaremos. Muchos caeremos en está guerra, otros pocos sobreviviremos. Pero de esto que haremos hoy, hablarán nuestros nietos y se sentirán orgullosos de decir nuestros nombres... - continuaba Dessos. - Dirán, yo fui nieto de Juyhs, el gran defensor de Drongar... - decía apuntando a uno de los presentes. Éste sonrió. - O nieto de Isaak, ¡el terrible! - dijo apuntando al otro entre risas de sus compañeros. Después se dio la vuelta hacia la hoguera y tiró una especie de piedrecitas que hicieron que las llamas se avivasen. - La Hermandad nunca caerá... Hermanos. - culminaba de hablar Desoss. En la selva de Drongar, en una aldea rodeada de altos árboles, los rakata castigaban con puño de hierro a sus habitantes por poner resistencia en la conquista, obligandoles a trabajar incluso por la noche. Ya había llegado el enviado por Magnus, Kapricornius mientras caminaba bajo la atenta mirada de mujeres maltratadas y niños hambrientos y de hombres cargando con materiales para las construcciones de aquellos conquistadores. La guerra estaba por venir, e Inthar y su desconocido aliado liberarían de nuevo a Drongar de este nuevo yugo...
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Re: [Roleo de Haruun Kal] La Armada Oscura [Obtención]
Capitulo II ''El Elegido''
En Drongar, los soldados del Rey de Qalydon estaban decaídos por ser inferiores en número. Estos no sabían que al día siguiente, unos refuerzos llegarían al planeta para ayudar a sus compañeros. El nombre del Comandante todavía era desconocido para algunos miembros de la Cámara y para toda la academia. Aquella noche, el Discípulo Vortress se encontraba en su habitación estudiando unos manuales sobre la construcción de un sable láser. El chico, de unos veinte años, estudiaba con esfuerzo todas las enseñanzas de su Maestro. De pronto, algo llamó a la puerta. Era un Emisario del Emperador, tapado por túnicas oscuras y una máscara. –Vortress, se reclama tu presencia en el Consejo. El chaval, se levantó de su asiento y se colocó su túnica morada y su máscara. Este se dirigió a paso ligero al salón de la Cámara.
Era una habitación grande, con una mesa en el centro rodeada de tronos. En el centro de esta se encontraba el trono del Emperador. Cuando entró los miembros le saludaron cordialmente. –Saludos Discípulo. Dijo el Emperador sentado en su trono. – Tenemos unos planes especiales para ti, Vortress. Dijo su Maestro, el Lord Nysrogh. –Supongo que te habrás enterado de la conquista de Drongar por los rakata. Sabes, Drongar ha sido un planeta muy importante para los Dark Sith, y estamos dolidos por su pérdida. Ayer, enviamos una guarnición de la Flota Pegassus capitaneada por el Savant Inthar. La cámara a aprobado, que tú, Discípulo, comandes un ejército de doscientos oficiales de la flota imperial. ¿Qué te parece?. Dijo el Emperador. El joven apenas supo que responder, puesto que había sido una gran noticia para él y estaba seguro de que podría llevar a su ejército hasta la victoria. –Bien entonces, ¿Cuándo debemos partir? Dijo el chico. –En una hora, en la cual tendrás tiempo para preparar tus cosas y conocer a los oficiales que te acompañarán en esta misión. No podemos permitirnos la derrota, Vortress. Dijo su Maestro. El Discípulo se despidió de todos los integrantes con una reverencia y partió hacia sus aposentos. Allí preparó su equipaje, y acto seguido fue al hangar a conocer a los doscientos imperiales. Estos estaban en diferentes filas, ordenados por su rango y regimiento. A la cabeza de las filas, estaban los generales, que se acercaron a conocer al joven, desconcertados por la decisión del consejo.
–No pensaba que los Lores iban a enviar a un muchacho al frente de batalla. Comentó uno de los sargentos al final de la fila, seguido por las risas de sus compañeros. Los generales presentaron a sus soldados al discípulo, que los observó detalladamente. –Llegó la hora de partir, compañeros. Suban a las naves. Al decir esto, los soldados subieron de manera ordenada a los diferentes cruceros espaciales que esperaban en el hangar. Poco después de haber montado, despegaron rumbo a Drongar, donde Inthar esperaba impacientemente a su nuevo compañero.
A la mañana siguiente, estaba todo listo para aterrizar en Drongar. Los soldados del campamento se pusieron de pie rápidamente y fueron a observar las naves. De pronto, de la nave central se abrió una puerta, de la que salió el discípulo con los generales. Los soldados del campamento no pudieron evitar reírse del chaval. –El consejo nos va a matar a todos, ¡A quién se le ocurre mandar a un chaval inexperto a capitanear a una flota tan disciplinada como la nuestra! Dijo un Teniente. Inthar lo mandó callar y fue a recibir al discípulo. –Te esperaba Vortress. –Hola Inthar, aquí están todos los refuerzos que has pedido. Podremos asentarnos en la parte oeste del campamento. – Perfecto, no tengo ningún problema. Al decir esto, las tropas se fueron a asentar a la parte oeste del campamento. –Podrás hacerlo, gánate su confianza. Dijo Inthar al joven. Este se fue a sus aposentos, con intención de descansar para poder rendir más en la contienda que se avecinaba.
En Drongar, los soldados del Rey de Qalydon estaban decaídos por ser inferiores en número. Estos no sabían que al día siguiente, unos refuerzos llegarían al planeta para ayudar a sus compañeros. El nombre del Comandante todavía era desconocido para algunos miembros de la Cámara y para toda la academia. Aquella noche, el Discípulo Vortress se encontraba en su habitación estudiando unos manuales sobre la construcción de un sable láser. El chico, de unos veinte años, estudiaba con esfuerzo todas las enseñanzas de su Maestro. De pronto, algo llamó a la puerta. Era un Emisario del Emperador, tapado por túnicas oscuras y una máscara. –Vortress, se reclama tu presencia en el Consejo. El chaval, se levantó de su asiento y se colocó su túnica morada y su máscara. Este se dirigió a paso ligero al salón de la Cámara.
Era una habitación grande, con una mesa en el centro rodeada de tronos. En el centro de esta se encontraba el trono del Emperador. Cuando entró los miembros le saludaron cordialmente. –Saludos Discípulo. Dijo el Emperador sentado en su trono. – Tenemos unos planes especiales para ti, Vortress. Dijo su Maestro, el Lord Nysrogh. –Supongo que te habrás enterado de la conquista de Drongar por los rakata. Sabes, Drongar ha sido un planeta muy importante para los Dark Sith, y estamos dolidos por su pérdida. Ayer, enviamos una guarnición de la Flota Pegassus capitaneada por el Savant Inthar. La cámara a aprobado, que tú, Discípulo, comandes un ejército de doscientos oficiales de la flota imperial. ¿Qué te parece?. Dijo el Emperador. El joven apenas supo que responder, puesto que había sido una gran noticia para él y estaba seguro de que podría llevar a su ejército hasta la victoria. –Bien entonces, ¿Cuándo debemos partir? Dijo el chico. –En una hora, en la cual tendrás tiempo para preparar tus cosas y conocer a los oficiales que te acompañarán en esta misión. No podemos permitirnos la derrota, Vortress. Dijo su Maestro. El Discípulo se despidió de todos los integrantes con una reverencia y partió hacia sus aposentos. Allí preparó su equipaje, y acto seguido fue al hangar a conocer a los doscientos imperiales. Estos estaban en diferentes filas, ordenados por su rango y regimiento. A la cabeza de las filas, estaban los generales, que se acercaron a conocer al joven, desconcertados por la decisión del consejo.
–No pensaba que los Lores iban a enviar a un muchacho al frente de batalla. Comentó uno de los sargentos al final de la fila, seguido por las risas de sus compañeros. Los generales presentaron a sus soldados al discípulo, que los observó detalladamente. –Llegó la hora de partir, compañeros. Suban a las naves. Al decir esto, los soldados subieron de manera ordenada a los diferentes cruceros espaciales que esperaban en el hangar. Poco después de haber montado, despegaron rumbo a Drongar, donde Inthar esperaba impacientemente a su nuevo compañero.
A la mañana siguiente, estaba todo listo para aterrizar en Drongar. Los soldados del campamento se pusieron de pie rápidamente y fueron a observar las naves. De pronto, de la nave central se abrió una puerta, de la que salió el discípulo con los generales. Los soldados del campamento no pudieron evitar reírse del chaval. –El consejo nos va a matar a todos, ¡A quién se le ocurre mandar a un chaval inexperto a capitanear a una flota tan disciplinada como la nuestra! Dijo un Teniente. Inthar lo mandó callar y fue a recibir al discípulo. –Te esperaba Vortress. –Hola Inthar, aquí están todos los refuerzos que has pedido. Podremos asentarnos en la parte oeste del campamento. – Perfecto, no tengo ningún problema. Al decir esto, las tropas se fueron a asentar a la parte oeste del campamento. –Podrás hacerlo, gánate su confianza. Dijo Inthar al joven. Este se fue a sus aposentos, con intención de descansar para poder rendir más en la contienda que se avecinaba.
CONTINUARÁ...
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