[Roleo de Zonama Sekot] Cap. 1 listo [Kaar el terrible]
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[Roleo de Zonama Sekot] Cap. 1 listo [Kaar el terrible]
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≈ El Maestro Dark Sith.
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El Maestro Dark Sith Vulrek Biszor merodeaba, un poco aburrido, por los pasillos del templo ondeando su larga y oscura túnica, y haciéndose notar mediante su firme caminata, haciendo resonar a la distancia sus pasos sobre el mármol blanco del piso. En su trayecto recorriendo el Templo, se encontró con varios jóvenes seguidores que entrenaban al aire libre en los patios, y disfrutaban de la suaves y cálidas brisas de verano que proporcionaba cierta paz y tranquilidad a toda la hermandad reunida. Lastimosamente, el Maestro no podía disfrutar de un fresco zumo de frutas, reposar en una banca en el jardín y observar al cielo como pasan las horas; él tiene un compromiso ferviente por la Orden, por lo cual debe dar un muy buen ejemplo a todos sus hermanos Dark Sith. Por esto último, el Maestro, muy a menudo, daba extensas clases y charlas a todos los seguidores y aprendices para instruir y nutrir sus mentes tan deseosas de aprender de él.
La rutina del Maestro era siempre la misma; despertaba por las mañanas, antes del rosicler y bebía una taza de café, sentado en el jardín, esperando que el sol se alzara sobre sus ojos. Por la tarde, viajaba con sus dos aprendices en fatigadoras excursiones en las cuales los llevaba a sitios espirituales y muy antiguos, como las ruinas Yuuzhan Vong en la jungla de Zonama Sekot o las tumbas de los antiguos Dark Sith. En estos precisos lugares, el Maestro abría su mente y compartía sus conocimientos con sus dos aprendices, y éstos quedaban totalmente fascinados con todas las historias que él le contaba a ambos; ellos hacían preguntas sobre todo, y pedían más información hasta el punto en que el Maestro debía detener la lección para que ellos pudiesen meditar y reflexionar sobre lo que habían aprendido ese día. Luego de esto, emprendían el viaje de vuelta a casa y cada uno iba a descansar a sus respectivas cámaras.
Un día como cualquier otro, el Maestro merodeaba por los pasillos, en la mañana del sábado, y veía a las pocas personas que estaban ya levantadas; un par de caballeros, y dos guardianes se paseaban por la plaza central. El Maestro quería hacer algo especial en este día gris - le gustaban mucho este tipo de días, nublados y grises - por lo que fué a las cámaras de sus aprendices, y respectivamente les dijo que se levantasen de sus aposentos para reunirse más tarde con él, en los jardines. El Maestro esperó ansiosamente a sus aprendices. Se paseaba por todos lados, y observaba por una reja delimitadora si los aprendices venían en camino por los pasillos. Luego de algunos minutos, los dos aprendices venían caminando lentamente por el pasillo en dirección al despacho de su Maestro. Cuando llegaron, uno de ellos exclamó:
- Maestro, ya estamos aquí... ¿qué desea de nosotros?.
El Maestro les respondió: - Mis aprendices... hoy haremos un viaje algo largo... ¿trajeron lo que les pedí?.
En esto, los dos aprendices asintieron a su Maestro.
- Muy bien... será mejor que nos apresuremos... no quiero que pase el día en vano.
El Maestro, seguido por sus dos aprendices, se comenzaban a aproximar a paso seguro hacia los hangares del Templo, lugar en el cual estaba posada la nave del Maestro con capacidad de 4 personas. El Maestro ingresó lentamente a su nave, subiendo por el tren de aterrizaje y abriendo la compuerta. Sus aprendices le imitaron, y todos ingresaron en la nave.
El Maestro Vulrek encendió los motores de la nave y rápidamente ascendió y dejó atrás los hangares y el Templo. Era la primera vez que los aprendices viajaban en una nave por lo que estaban muy nerviosos y atónitos, mientras observaban por la ventana.
-Entraremos a la velocidad de la luz, preparense.
-¿V..velocidad qué?.... - ambos aprendices respondieron nerviosos-
Sin mayores preámbulos, la nave comenzó a temblar y todas las estrellas de fente, se volvieron en destellos de luz que se desplazaban rápidamente. La nave avazaba a toda velocidad por el hiperespacio y los aprendices abrian sus ojos totalmente anonadados. Al cabo de casi treinta minutos viajando por el hiperespacio la nave del Maestro Vulrek se detuvo justo al frente del planeta Lehon, el cual había sido su hogar durante mucho tiempo y en el cual se entrenó como un Jedi junto a su antiguo Maestro, Ygziir Czerka. La nave comenzó a descender sobre el planeta, atravesando la atmósfera, y un peculiar humo oscuro comenzó a hacerse visible... todo ardía en llamas, el antiguo Templo Jedi estaba totalmente destruído y en cenizas, las arboledas ardían y los ríos y lagos se habían convertido en páramos desérticos. El Maestro comenzó a llorar sin consuelo cuando lograron aterrizar sobre una ladera de una montaña ante la mirada perpleja de sus aprendices. Fué demasiado impactante ver lo que alguna vez fué su hogar por tanto tiempo, reducido a cenizas...
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≈ Un viejo amigo
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Capítulo I ;
≈ El Maestro Dark Sith.
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El Maestro Dark Sith Vulrek Biszor merodeaba, un poco aburrido, por los pasillos del templo ondeando su larga y oscura túnica, y haciéndose notar mediante su firme caminata, haciendo resonar a la distancia sus pasos sobre el mármol blanco del piso. En su trayecto recorriendo el Templo, se encontró con varios jóvenes seguidores que entrenaban al aire libre en los patios, y disfrutaban de la suaves y cálidas brisas de verano que proporcionaba cierta paz y tranquilidad a toda la hermandad reunida. Lastimosamente, el Maestro no podía disfrutar de un fresco zumo de frutas, reposar en una banca en el jardín y observar al cielo como pasan las horas; él tiene un compromiso ferviente por la Orden, por lo cual debe dar un muy buen ejemplo a todos sus hermanos Dark Sith. Por esto último, el Maestro, muy a menudo, daba extensas clases y charlas a todos los seguidores y aprendices para instruir y nutrir sus mentes tan deseosas de aprender de él.
La rutina del Maestro era siempre la misma; despertaba por las mañanas, antes del rosicler y bebía una taza de café, sentado en el jardín, esperando que el sol se alzara sobre sus ojos. Por la tarde, viajaba con sus dos aprendices en fatigadoras excursiones en las cuales los llevaba a sitios espirituales y muy antiguos, como las ruinas Yuuzhan Vong en la jungla de Zonama Sekot o las tumbas de los antiguos Dark Sith. En estos precisos lugares, el Maestro abría su mente y compartía sus conocimientos con sus dos aprendices, y éstos quedaban totalmente fascinados con todas las historias que él le contaba a ambos; ellos hacían preguntas sobre todo, y pedían más información hasta el punto en que el Maestro debía detener la lección para que ellos pudiesen meditar y reflexionar sobre lo que habían aprendido ese día. Luego de esto, emprendían el viaje de vuelta a casa y cada uno iba a descansar a sus respectivas cámaras.
Un día como cualquier otro, el Maestro merodeaba por los pasillos, en la mañana del sábado, y veía a las pocas personas que estaban ya levantadas; un par de caballeros, y dos guardianes se paseaban por la plaza central. El Maestro quería hacer algo especial en este día gris - le gustaban mucho este tipo de días, nublados y grises - por lo que fué a las cámaras de sus aprendices, y respectivamente les dijo que se levantasen de sus aposentos para reunirse más tarde con él, en los jardines. El Maestro esperó ansiosamente a sus aprendices. Se paseaba por todos lados, y observaba por una reja delimitadora si los aprendices venían en camino por los pasillos. Luego de algunos minutos, los dos aprendices venían caminando lentamente por el pasillo en dirección al despacho de su Maestro. Cuando llegaron, uno de ellos exclamó:
- Maestro, ya estamos aquí... ¿qué desea de nosotros?.
El Maestro les respondió: - Mis aprendices... hoy haremos un viaje algo largo... ¿trajeron lo que les pedí?.
En esto, los dos aprendices asintieron a su Maestro.
- Muy bien... será mejor que nos apresuremos... no quiero que pase el día en vano.
El Maestro, seguido por sus dos aprendices, se comenzaban a aproximar a paso seguro hacia los hangares del Templo, lugar en el cual estaba posada la nave del Maestro con capacidad de 4 personas. El Maestro ingresó lentamente a su nave, subiendo por el tren de aterrizaje y abriendo la compuerta. Sus aprendices le imitaron, y todos ingresaron en la nave.
El Maestro Vulrek encendió los motores de la nave y rápidamente ascendió y dejó atrás los hangares y el Templo. Era la primera vez que los aprendices viajaban en una nave por lo que estaban muy nerviosos y atónitos, mientras observaban por la ventana.
-Entraremos a la velocidad de la luz, preparense.
-¿V..velocidad qué?.... - ambos aprendices respondieron nerviosos-
Sin mayores preámbulos, la nave comenzó a temblar y todas las estrellas de fente, se volvieron en destellos de luz que se desplazaban rápidamente. La nave avazaba a toda velocidad por el hiperespacio y los aprendices abrian sus ojos totalmente anonadados. Al cabo de casi treinta minutos viajando por el hiperespacio la nave del Maestro Vulrek se detuvo justo al frente del planeta Lehon, el cual había sido su hogar durante mucho tiempo y en el cual se entrenó como un Jedi junto a su antiguo Maestro, Ygziir Czerka. La nave comenzó a descender sobre el planeta, atravesando la atmósfera, y un peculiar humo oscuro comenzó a hacerse visible... todo ardía en llamas, el antiguo Templo Jedi estaba totalmente destruído y en cenizas, las arboledas ardían y los ríos y lagos se habían convertido en páramos desérticos. El Maestro comenzó a llorar sin consuelo cuando lograron aterrizar sobre una ladera de una montaña ante la mirada perpleja de sus aprendices. Fué demasiado impactante ver lo que alguna vez fué su hogar por tanto tiempo, reducido a cenizas...
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Capítulo II ;
≈ Un viejo amigo
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Última edición por Vulrek Biszor el Mar Ene 08, 2013 2:34 am, editado 1 vez
Dara Vatara- Mensajes : 815
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Beitom- Mensajes : 363
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Edad : 32
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Re: [Roleo de Zonama Sekot] Cap. 1 listo [Kaar el terrible]
Rutina, rutina y rutina.
A ver el segundo capítulo.
A ver el segundo capítulo.
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