[Comunicado de Esseles] Unidos podremos defender nuestra Galaxia.

En la tupida y frondosa selva de Dxun, la base mandaloriana se encontraba en medio de su ya casi habitual ajetreo diario. A las afueras del recinto, se encontraba Mand’alor meditando en relativa paz dentro del templo, siempre custodiada por los celosos ojos de su guardia personal. Pero aquel apacible momento no duraría mucho más, pues un mensaje entrante capturó la atención de la suprema líder.

—Mand’alor, disculpe que le moleste, pero ha llegado un holomensaje de un maestro jetiise proveniente de Esseles —Decía el guerrero a través del comunicador.
—¿Un mensaje de los jetiise? ¿cuál es el asunto?
—Al parecer se trata sobre una alianza.
—Interesante… avísenle a los demás miembros del Consejo. Ya voy para allá.
—Enseguida, mi señora.

En poco tiempo Mand’alor llegaba a la Cámara del Consejo, dentro le esperaban dos sujetos, uno de armadura con tonos dorados y el otro con una armadura oscura como la noche. Ambos esperaban reclinados en sus asientos, mientras contemplaban el holomensaje que había llegado hace poco desde el templo Jedi en Esseles.

—Saludos, Krayben, Donovam —Asintió levemente con su cabeza.
—Saludos, Chie —Respondió Krayben Fett, su consejero—. ¿Quieres ver el mensaje?
—Por supuesto.

Krayben hizo reproducir el comunicado, en el que se veía al maestro Andrew Kai hablándole a la galaxia entera. Cada uno le prestó notable atención de principio a fin. Al término de este, cada uno se mantuvo en silencio por algunos minutos hasta que Donovam, el sumo inquisidor, habló.

—¿Y bien, Chie, qué propones?
—Abran un canal de comunicación, que vaya dirigido a cada rincón en la galaxia.

En lo que Mand’alor dio la orden, Donovam activó frente a ella el holoproyector, y ahí comenzó a hablar a los mundos principales de cada facción:

«Maestro Andrew Kai, me presento, soy la Mand’alor Chie Skirata y desde Dxun le hago llegar a usted y a todos los miembros de las demás facciones, la respuesta de mi pueblo. El pueblo mandaloriano puede estudiar la posibilidad de una alianza, según se acepten nuestros términos. Los cuales son mantener un alto al fuego total en cada uno de los bandos, todos trabajaremos por un bien común, no queremos una traición por la espalda y creo que nadie lo quiere. También requerimos que se le envíe ayuda inmediata a cualquier mundo que esté bajo ataque. Por último, como usted ya ha dicho, al final de la guerra esta alianza quedará anulada. Y además, es mí deber recordar que dentro de esta unión, todos seremos iguales, nadie será más que otro, todos lucharemos por igual.

Y veo más que obligatorio, que cada facción acepte y esté dentro de esta asociación. Al fin y al cabo, todos y cada uno de ustedes; en la Orden Jedi, con su amor por la vida y la paz, los clones de la República creados artificialmente por máquinas, la Hermandad Dark Sith y la Orden Sith, con sus rituales de alquimia para prolongar la vida de formas no naturales y nosotros mismos los Mandalorianos, somos vistos como engendros y aberraciones que debemos ser erradicados. Todos corremos el mismo peligro y solos no lograremos nada. Que no los corroa el orgullo.

Me despido, aguardaremos por vuestras respuestas. Espero que piensen más allá de lo mejor para ustedes, sino en lo mejor para vuestra gente.»

Luego de esto, Mand’alor cerró el canal de comunicación y se sentó junto a los otros integrantes de su Cámara, para debatir asuntos concernientes a su pueblo.