[Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
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[Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
- Spoiler:
- Esto paso días antes de que Sobek Gres se encontrara meditando y posteriormente tuviera un conflicto con Xakan, (También inspirado en la forma de narrar de Jensa)
Prólogo
Cuando Azazyel era Joven abandonó su planeta y marchó a las más recónditas regiones. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante años no se cansó de hacerlo. Pero su mentalidad se transformó, - y una mañana, llegando a aquel árbol, se colocó delante y le habló así:
« ¡Tú gran ancestro! ¡Qué sería de ti si no tuvieras a aquellos a quienes das vida!
Durante años has venido subiendo hasta sector: sin mí, mi mensajero y mi espía te habrías hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, cada mañana la cual pocos saben de tu existencia o de que aun sigues con vida, te liberábamos y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como un investigador que ha recogido demasiada información, tengo necesidad de manos que se extiendan.
Me gustaría regalar y repartir hasta que los elegidos entre los seres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza de los dactarios.
Para ello tengo que bajar a la profundidad: como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo aquel en donde te encuentras, ¡Con aquella fuerza inmensamente fortalecida!
Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi ocaso, como dicen los seres a quienes quiero bajar. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande la cual pueda sobrepasarse de diferente forma!
¡Bendice el agua que quiere desbordarse para que de ella fluya como el oro llevando a todas partes en el resplandor de tus delicias!
¡Mira! El agua de nuevo, y Azazyel quiere volver a hacerse Sabio»
- Así comenzó el ocaso de Azazyel.
Azazyel bajó solo sin encontrar a nadie. Pero cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante él un anciano que había abandonado su santa cabaña para buscar raíces en el bosque. Y el anciano habló así a Azazyel:
No me es desconocido este caminante: hace algunos años pasó por aquí. Relan se llamaba; pero se ha transformado. Entonces llevabas tu ceniza a la montaña: ¿quieres hoy llevar tu fuego a los valles? ¿No temes los castigos que se imponen al incendiario?
Sí, reconozco a Relan. Puros son sus ojos, y en su boca no se oculta náusea alguna.
Relan está transformado, Azazyel se ha convertido en un niño, Relan es un despierto: ¿qué quieres hacer ahora entre los que duermen?
En la soledad vivías como en las aguas, aquellas que te llevaba. Ay, ¿quieres bajar a esta tierra? Ay, ¿quieres volver a arrastrar tú mismo tu cuerpo?
Azazyel respondió: «Yo amo a los seres.»
¿Por qué, dijo el santo, me marché yo al bosque y a las soledades? ¿No fue acaso porque amaba demasiado a los seres?
Ahora amo a la luz: a los seres no los amo. El ser es para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor al ser me mataría.
Relan respondió: «¡Qué dije amor! Lo que yo llevo a los seres es un regalo.»
No les des nada, dijo el santo. Es mejor que les quites alguna cosa y que la lleves a cuestas junto con ellos - eso será lo que más bien les hará: ¡con tal de que te haga bien a ti!
¡Y si quieres darles algo, no les des más que unos dactarios, y deja que además la mendiguen!
«No, respondió Azazyel, yo no doy dactarios. No soy bastante pobre para eso.»
El santo se rió de Azazyel y dijo: ¡Entonces cuida de que acepten tus tesoros! Ellos desconfían de los eremitas y no creen que vayamos para hacer regalos.
Nuestros pasos les suenan demasiado solitarios por sus callejas. Y cuando por las noches, estando en sus camas, oyen caminar a un hombre mucho antes de que el sol salga, se preguntan: ¿adónde irá el ladrón?
¡No vayas a los hombres y quédate en el bosque! ¡Es mejor que vayas incluso con las bestias! ¿Por qué no quieres ser tú, como yo, - un oso entre los osos, un pájaro entre los pájaros?
«¿Y qué hace el santo en el bosque?», preguntó Azazyel. El santo respondió: Hago canciones y las canto; y, al hacerlas, río, lloro y gruño: así alabo a Dios.
Cantando, llorando, riendo y gruñendo alabo al Dios que es mi Dios. Mas ¿qué regalo es el que tú nos traes?
Cuando Relan hubo oído estas palabras saludó al santo y dijo: «¡Qué podría yo daros a vosotros! ¡Pero déjame irme aprisa, para que no os quite nada!» -Y así se separaron, el anciano y el ser, riendo como ríen dos muchachos.
Mas cuando Relan estuvo solo, habló así a su corazón: «¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Azazyel ha muerto!»
Cuando Azazyel era Joven abandonó su planeta y marchó a las más recónditas regiones. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante años no se cansó de hacerlo. Pero su mentalidad se transformó, - y una mañana, llegando a aquel árbol, se colocó delante y le habló así:
« ¡Tú gran ancestro! ¡Qué sería de ti si no tuvieras a aquellos a quienes das vida!
Durante años has venido subiendo hasta sector: sin mí, mi mensajero y mi espía te habrías hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, cada mañana la cual pocos saben de tu existencia o de que aun sigues con vida, te liberábamos y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como un investigador que ha recogido demasiada información, tengo necesidad de manos que se extiendan.
Me gustaría regalar y repartir hasta que los elegidos entre los seres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza de los dactarios.
Para ello tengo que bajar a la profundidad: como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo aquel en donde te encuentras, ¡Con aquella fuerza inmensamente fortalecida!
Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi ocaso, como dicen los seres a quienes quiero bajar. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande la cual pueda sobrepasarse de diferente forma!
¡Bendice el agua que quiere desbordarse para que de ella fluya como el oro llevando a todas partes en el resplandor de tus delicias!
¡Mira! El agua de nuevo, y Azazyel quiere volver a hacerse Sabio»
- Así comenzó el ocaso de Azazyel.
Azazyel bajó solo sin encontrar a nadie. Pero cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante él un anciano que había abandonado su santa cabaña para buscar raíces en el bosque. Y el anciano habló así a Azazyel:
No me es desconocido este caminante: hace algunos años pasó por aquí. Relan se llamaba; pero se ha transformado. Entonces llevabas tu ceniza a la montaña: ¿quieres hoy llevar tu fuego a los valles? ¿No temes los castigos que se imponen al incendiario?
Sí, reconozco a Relan. Puros son sus ojos, y en su boca no se oculta náusea alguna.
Relan está transformado, Azazyel se ha convertido en un niño, Relan es un despierto: ¿qué quieres hacer ahora entre los que duermen?
En la soledad vivías como en las aguas, aquellas que te llevaba. Ay, ¿quieres bajar a esta tierra? Ay, ¿quieres volver a arrastrar tú mismo tu cuerpo?
Azazyel respondió: «Yo amo a los seres.»
¿Por qué, dijo el santo, me marché yo al bosque y a las soledades? ¿No fue acaso porque amaba demasiado a los seres?
Ahora amo a la luz: a los seres no los amo. El ser es para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor al ser me mataría.
Relan respondió: «¡Qué dije amor! Lo que yo llevo a los seres es un regalo.»
No les des nada, dijo el santo. Es mejor que les quites alguna cosa y que la lleves a cuestas junto con ellos - eso será lo que más bien les hará: ¡con tal de que te haga bien a ti!
¡Y si quieres darles algo, no les des más que unos dactarios, y deja que además la mendiguen!
«No, respondió Azazyel, yo no doy dactarios. No soy bastante pobre para eso.»
El santo se rió de Azazyel y dijo: ¡Entonces cuida de que acepten tus tesoros! Ellos desconfían de los eremitas y no creen que vayamos para hacer regalos.
Nuestros pasos les suenan demasiado solitarios por sus callejas. Y cuando por las noches, estando en sus camas, oyen caminar a un hombre mucho antes de que el sol salga, se preguntan: ¿adónde irá el ladrón?
¡No vayas a los hombres y quédate en el bosque! ¡Es mejor que vayas incluso con las bestias! ¿Por qué no quieres ser tú, como yo, - un oso entre los osos, un pájaro entre los pájaros?
«¿Y qué hace el santo en el bosque?», preguntó Azazyel. El santo respondió: Hago canciones y las canto; y, al hacerlas, río, lloro y gruño: así alabo a Dios.
Cantando, llorando, riendo y gruñendo alabo al Dios que es mi Dios. Mas ¿qué regalo es el que tú nos traes?
Cuando Relan hubo oído estas palabras saludó al santo y dijo: «¡Qué podría yo daros a vosotros! ¡Pero déjame irme aprisa, para que no os quite nada!» -Y así se separaron, el anciano y el ser, riendo como ríen dos muchachos.
Mas cuando Relan estuvo solo, habló así a su corazón: «¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Azazyel ha muerto!»
Última edición por Relan el Sáb Mar 10, 2012 7:21 pm, editado 2 veces
Relan- Mensajes : 1758
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Edad : 32
Localización : Pekin, China
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo I:
El Profeta
Cuando Relan llegó a la primera ciudad, situada al borde de los bosques de Curalin, encontró reunida en el mercado una gran muchedumbre: pues estaba prometida la exhibición. Y Relan habló así al pueblo:
Yo os enseño La luz. La oscuridad es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de sí mismos: ¿y queréis ser vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal más bien que superar al ser?
¿Qué es la Energía para el ser? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el ser debe ser para ser la luz: una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Habéis recorrido el camino que lleva desde la escoria hasta el ser, y muchas cosas en vosotros continúan siendo escoria. En otro tiempo fuisteis energía, y también ahora es el ser más energético que cualquier energía aleatoria.
Y el más sabio de vosotros es tan sólo un ser escindido, híbrido de raíces y fantasma. Pero ¿os mando yo que os convirtáis en fantasmas o en raíces que recién brotan como plantas?
¡Mirad, yo os enseño la luz!
La luz es el sentido de la tierra, el agua, el aire y el fuego. Diga vuestra voluntad: ¡sea la luz el sentido de los elementos!
¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la luz y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobre-terrenales! Son envenenadores, lo sepan o no.
Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!
En otro tiempo el delito contra la luz era el máximo delito, pero luz no ha muerto y con Él no han muerto también esos delincuentes que el ser debe detener. ¡Ahora lo más horrible es delinquir contra los planetas y apreciar las entrañas de lo inescrutable más que el sentido de los planetas y la galaxia!
En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: - el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra.
Oh, también esa alma era flaca, fea y famélica: ¡y la crueldad era la voluptuosidad de esa alma!
Más vosotros también, hermanos míos, decidme: ¿qué anuncia vuestro cuerpo de vuestra alma? ¿No es vuestra alma acaso pobreza y suciedad y un lamentable bienestar?
En verdad, una sucia corriente es la Fuerza vulgarmente conocida en pensamientos ajenos y viciosos. Es necesario ser un mar para poder recibir una sucia corriente sin volverse impuro.
Mirad, yo os enseño la luz: él es ese mar, en él puede sumergirse vuestro gran desprecio.
¿Cuál es la máxima vivencia que vosotros podéis tener? La hora del gran desprecio. La hora en que incluso vuestra felicidad se os convierta en náusea y eso mismo ocurra con vuestra razón y con vuestra virtud.
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi felicidad! Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar. ¡Sin embargo, mi felicidad, mi alegría debería justificar incluso la existencia!»
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi razón! ¿Ansía ella el saber lo mismo que el Dragón Krayt su alimento? ¡Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar!»
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi virtud! Todavía no me ha puesto furioso. ¡Qué cansado estoy de mi bien y de mi mal! ¡Todo esto es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar!»
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi justicia! No veo que yo sea un carbón ardiente. ¡Mas el justo es un carbón ardiente!» La hora en que digáis: «¡Qué importa mi compasión! ¿No es la compasión acaso la cruz en la que es clavado quien ama a los seres? Pero mi compasión no es un sacrificio.»
¿Habéis hablado ya así? ¿Habéis gritado ya así? ¡Ah, ojala os hubiese yo oído ya gritar así!
¡No vuestro Vicio - vuestra moderación es lo que clama al cielo, vuestra mezquindad hasta en vuestro vicio de la voluntad es lo que clama al cielo!.
¿Dónde está el rayo que os lama con su lengua? ¿Dónde la demencia que habría que inocularos?
Mirad, yo os enseño la luz: ¡él es ese rayo, él es esa demencia! -
Cuando Relan hubo hablado así, uno del pueblo gritó: «Ya hemos oído hablar bastante de este “Profeta”; ahora, ¡veámoslo también!» Y todo el pueblo se rió de Relan. Mas el mendigo, que creyó que aquello iba dicho por él, se puso a trabajar.
Más Relan contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así:
El ser es una cuerda tendida entre la criatura y la luz, - una cuerda sobre un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el ser se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.
Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.
Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y flechas del anhelo hacia límites inimaginables. Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan una razón detrás de las estrellas: sino que se sacrifican a su planeta para que ésta llegue alguna vez a ser de el la luz. Yo amo a quien vive para conocer, y quiere conocer para que alguna vez viva la luz. Y quiere así su propio ocaso.
Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle un templo a la luz y prepara para él la tierra, el agua, el aire y el fuego, el animal y la planta: pues quiere así su propio ocaso.
Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una flecha del anhelo.
Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: avanza así en forma de espíritu sobre el puente.
Yo amo a quien de su virtud hace su inclinación y su fatalidad: quiere así, por amor a su virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.
Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es más virtud que dos, porque es un nudo más fuerte del que se cuelga la fatalidad.
Yo amo a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento ni devuelve nada: pues él regala siempre y no quiere conservarse a sí mismo.
Yo amo a quien se avergüenza cuando la moneda, al caer, le da suerte, y entonces se pregunta: ¿acaso soy yo un usuario que hace trampas? - pues quiere perecer.
Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro y cumple siempre más de lo que promete: pues quiere su ocaso.
Yo amo a quien justifica a los seres del futuro y redime a los del pasado: pues quiere perecer a causa dé los hombres del presente.
Yo amo a quien castiga a su oscuridad porque ama a la luz: pues tiene que perecer por la cólera de su voluntad.
Yo amo a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se la hiere, y que puede perecer a causa de una pequeña vivencia: pasa así de buen grado por el puente.
Yo amo a aquel cuya alma está tan llena que se olvida de sí mismo, y todas las cosas están dentro de él: todas las cosas se transforman así en su ocaso.
Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su mente no es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso.
Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube suspendida sobre el ser: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como anunciadores.
Mirad, yo soy un profeta del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama la luz. –
- Tu que tanto amas y hablas cosas bonitas y conmovedoras, aquí sabemos todos que eres un Jedi, predicador y pagano del Ashla, no somos tontos, sabemos que no vienes aquí por las puras, ¡manifiestate de una vez tus motivos!
Cuando Relan hubo dicho estas palabras contempló de nuevo el pueblo y calló: «Ahí están», dijo a su corazón, «y se ríen: no me entienden, no soy yo la boca para estos oídos, yo solo he de venir a mostrar que no soy dañino.
¿Habrá que romperles antes los oídos, para que aprendan a oír con los ojos? ¿Habrá que atronar igual que timbales y que predicadores de penitencia? ¿O acaso creen tan sólo al que balbucea?
Tienen algo de lo que están orgullosos. ¿Cómo llaman a eso que los llena de orgullo? Cultural lo llaman, es lo que los distingue de las bestias.
Por esto no les gusta oír, referida a ellos, la palabra Desprecio. Voy a hablar, pues, a su orgullo.
Voy a hablarles de lo más despreciable: el último Ser».
Y Relan habló de manera clara al pueblo:
Es tiempo de que el ser fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre plante la semilla de su más alta esperanza.
Todavía es bastante fértil su terreno para ello. Mas algún día ese terreno será pobre y manso, y de él no podrá ya brotar ningún árbol elevado.
¡Ay! ¡Llega el tiempo en que el ser dejará de lanzar la flecha de su anhelo más allá del ser, y en que la cuerda de su arco no sabrá ya vibrar!
Yo os digo: es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar a luz una estrella en movimiento. Yo os digo: vosotros tenéis todavía caos dentro de vosotros.
¡Ay! Llega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del hombre más despreciable, el incapaz ya de despreciarse a sí mismo.
¡Mirad! Yo os muestro el último ser.
“¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella?” - así pregunta el último ser, y parpadea.
La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último ser, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos seres, y parpadean.
Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino y se restriega contra él: pues necesita calor.
Enfermar y desconfiar considérenlo Vicioso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con seres!
Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable.
La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Más procura que el entretenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar?, hay una guerra que se aproxima en estos momentos ¿Quieren aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas.
¡Ningún Profeta y ni un solo discípulo! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio.
“En otro tiempo todo el mundo desvariaba” - dicen los más sutiles, y parpadean.
Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutiendo, mas pronto se reconcilia - de lo contrario, ello estropea el estómago.
La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos hombres, y parpadean. -
Y aquí acabó el primer relato de Relan, llamado también «el Inicio»: pues en este punto el griterío y el regocijo de la multitud lo interrumpieron. «¡Danos esa luz, oh Profeta Jedi, - gritaban - haz de nosotros esos últimos seres! ¡La luz te la regalamos!. Y todo el pueblo daba gritos de júbilo y chasqueaba la lengua. Pero Relan se entristeció y dijo a su corazón:
No me entienden: no soy yo la boca para estos oídos.
Sin duda he vivido demasiado tiempo en la Nieve, he escuchado demasiado a los ríos y a los árboles: ahora les hablo como a las bestias.
Inmóvil es mi alma, y luminosa como las montañas por la mañana. Pero ellos piensan que yo soy frío, y un burlón que hace chistes horribles.
Ellos saben que pocos son los denominados “Profetas”, solo existen cinco profetas Jedi en toda la galaxia y yo soy uno de ellos gracias al apoyo que me a consedido la Dinastia Gres, ya que ve en mi, un Hereje de sangre, porque lo es asi mi familia un grado más avanzado que cualquier otro en ella, le agradeci a Sobek esa vez el que me viera como un hermano el cual de siempre gracias a la luz lo he sido, el enseñar a Consulares, el darle mis ojos y mostrarles que un consular no es memoria y libros sino Diciplina y organización cosa que los consulares que no son de endor últimamente no se dan ni cuenta de ello.
Y ahora me miran y se ríen: y mientras ríen, continúan odiándome. Hay hielo en su reír.
Pero entonces ocurrió algo que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos los ojos. Entretanto, en efecto, el mendigo había comenzado su tarea: había salido de una pequeña puerta y caminaba sobre la tierra, la cual estaba tendida entre dos torres, colgando sobre el mercado en una tabla sobre el pueblo – A quien demonios se le ocurre hacer dos torres y un espacio entre ellos, ni que esto fuera la entrada de...
Relan quedo pensando un momento y volvio en si.
Más cuando se encontraba justo en la mitad de su camino, la pequeña puerta volvió a abrirse y un compañero de oficio vestido de muchos colores, igual que un bufón, saltó fuera y marchó con rápidos pasos detrás del primero.
«Sigue adelante, Entupido, gritó su terrible voz, sigue adelante, ¡holgazán, impostor, cara de Hereje! ¡Que no te haga yo cosquillas con mi talón! ¿Qué haces aquí entre torres? Dentro de la torre está tu sitio, en ella se te debería encerrar, ¡cierras el camino a uno mejor que tú!» - Y a cada palabra se le acercaba más y más: y cuando estaba ya a un solo paso detrás de él ocurrió aquella cosa horrible que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos los ojos: - lanzó un grito como si fuese un Despiadado emperador y saltó por encima de quien le obstaculizaba el camino. Mas éste, cuando vio que su rival lo vencía, perdió la cabeza y el equilibrio; arrojó su cuerpo y, más rápido que éste, se precipitó hacia abajo como un remolino de brazos y de piernas. El mercado y el pueblo parecían el mar cuando la tempestad avanza: todos huyeron apartándose y atropellándose, sobre todo allí donde el cuerpo tenía que estrellarse.
Relan, en cambio, permaneció inmóvil, y justo a su lado cayó el cuerpo, maltrecho y quebrantado, pero no muerto todavía. Al poco tiempo el destrozado recobró la consciencia y vio a Relan arrodillarse junto a él. «¿Qué haces aquí?, dijo por fin, desde hace mucho sabía yo que el maldito me echaría la zancadilla. Ahora me arrastra a la muerte: ¿quieres tú impedírselo?»
«Por mi honor, amigo, respondió Relan, todo eso de que hablas no existe: no hay ni ser que te arroje ni muerte. Tu alma estará muerta aún más pronto que tu cuerpo: así, pues, ¡no temas ya nada!»
El ser alzó su mirada con desconfianza. «Si tú dices la verdad, añadió luego, nada pierdo perdiendo la vida. No soy mucho más que una bestia al que, con golpes y escasa comida, se le ha enseñado a bailar.»
«No hables así, dijo Relan, tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte con mis propias manos.»
Cuando Relan hubo dicho esto, el moribundo ya no respondió; pero movió la mano como si buscase la mano de Relan para darle las gracias. -
Entretanto iba llegando el atardecer, y el mercado se ocultaba en la oscuridad: el pueblo se dispersó entonces, pues hasta la curiosidad y el horror acaban por cansarse. Mas Relan estaba sentado en el suelo junto al muerto, hundido en sus pensamientos: así olvidó el tiempo. Por fin se hizo de noche, y un viento frío sopló sobre el Jedi. Relan se levantó entonces y dijo a su corazón:
¡En verdad, una buena forma de encontrar fieles ha cobrado hoy! No ha conseguido ni un solo ser, pero sí, en cambio, un cadáver.
Siniestra es la existencia humana, y carente aún de sentido: un bufón puede convertirse para ella en la fatalidad.
Yo quiero enseñar a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es la luz, el rayo que brota de la oscura nube que es el ser.
Mas todavía estoy muy lejos de ellos, y mi sentido no habla a sus sentidos. Para los hombres yo soy todavía algo intermedio entre un necio y un cadáver.
Oscura es la noche, oscuros son los caminos de Relan. ¡Ven, compañero frío y rígido! Te llevaré adonde voy a enterrarte con mis manos.
Cuando Relan hubo dicho esto a su corazón, cargó el cadáver sobre sus espaldas y se puso en camino. Y no había recorrido aún cien pasos cuando se le acercó furtivamente un hombre y comenzó a susurrarle al oído - y he aquí que quien hablaba era el bufón de la torre. «Vete fuera de esta ciudad, Relan, dijo; aquí son demasiados los que te odian. Te odian los buenos y justos y te llaman su enemigo y su despreciador; te odian los creyentes de todas las visiones de la Fuerza, y éstos te llaman el peligro de la muchedumbre. Tu suerte ha estado en que la gente se rió de ti: y, en verdad, hablabas igual que un torpe. Tu suerte ha estado en asociarte a una bestia muerta; al humillarte de ese modo te has salvado a ti mismo por hoy. Pero vete lejos de esta ciudad - o mañana saltaré por encima de ti, un vivo por encima de un muerto.» Y cuando hubo dicho esto, el hombre desapareció; pero Relan continuó caminando por las oscuras callejas.
A la puerta de la ciudad encontró a los sepultureros: éstos iluminaron el rostro de Relan con la antorcha, lo reconocieron y comenzaron a burlarse de él. «Relan se lleva a la bestia muerta: ¡bravo, Relan se ha hecho sepulturero! Nuestras manos son demasiado limpias para ese asado. ¿Es que el quiere acaso robarle a la gran bestia su bocado? ¡Vaya! ¡Suerte, y que aproveche! ¡A no ser que el fuego sea mejor ladrón que Relan! - ¡y robe a los dos, y a los dos se los trague!» Y se reían entre sí, cuchicheando.
Relan no dijo ni una palabra y siguió su camino. Pero cuando llevaba andando ya dos horas, al borde de bosques y de ciénagas, había oído demasiado el hambriento aullido de las criaturas, y el hambre se apoderó también de él. Por ello se detuvo junto a una casa solitaria dentro de la cual ardía una luz.
El hambre me asalta, dijo Relan, como un ladrón. En medio de bosques y de ciénagas me asalta mi hambre, y en plena noche.
Extraños caprichos tiene mi hambre. A menudo no me viene sino después de la comida, y hoy no me vino en todo el día: ¿dónde se entretuvo, pues?
Y mientras decía esto, Relan llamó a la puerta de la casa. Un viejo apareció; traía la luz y preguntó: «¿Quién viene a mí y a mi mal dormir?»
«Un vivo y un muerto, dijo Relan. Dame de comer y de beber, he olvidado hacerlo durante el día. Quien da de comer al hambriento reconforta su propia alma: así habla la sabiduría».
El viejo se fue y al poco volvió y ofreció a Relan pan y agua. «Mal sitio es éste para hambrientos, dijo. Por eso habito yo aquí. Criaturas y seres acuden a mí, el eremita. Mas da de comer y de beber también a tu compañero, él está más cansado que tú.» Relan respondió: «Mi compañero está muerto, difícilmente le persuadiré a que coma y beba.» «Eso a mí no me importa, dijo el viejo con hosquedad; quien llama a mi casa tiene que tomar también lo que le ofrezco. ¡Comed y que os vaya bien!» -
A continuación Relan volvió a caminar durante dos horas, confiando en el camino y en la luz de las estrellas: pues estaba habituado a andar por la noche y le gustaba mirar a la cara a todas las cosas que duermen. Más cuando la mañana comenzó a despuntar, Relan se encontró en lo profundo del bosque, y ningún camino se abría ya ante él. Entonces colocó al muerto en un árbol hueco, a la altura de su cabeza - pues quería protegerlo de las criaturas - y se acostó en el suelo de musgo. Enseguida se durmió, cansado el cuerpo, pero inmóvil el alma.
Largo tiempo durmió Relan, y no sólo la luz pasó sobre su rostro, sino también la mañana entera. Mas por fin sus ojos se abrieron: asombrado miró a Relan el bosque y el silencio, asombrado miró dentro de sí. Entonces se levantó con rapidez, como un Soldado que de pronto ve tierra, y lanzó gritos de júbilo: pues había visto una verdad nueva, y habló así a su corazón:
Una luz ha aparecido en mi horizonte: compañeros de viaje necesito, compañeros vivos, - no compañeros muertos ni cadáveres, a los cuales llevo conmigo adonde quiero.
Compañeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos - e ir adonde yo quiero ir.
Una luz ha aparecido en mi horizonte: ¡no hable al pueblo Relan, sino a compañeros de viaje! ¡Relan no debe convertirse en un Profeta y una bestia de un criadero!
Para incitar a muchos a apartarse del criadero - para eso he venido. Pueblo y criaturas se irritarán contra mí: ladrón va a ser llamado por los Profetas.
Digo Profetas, pero ellos se llaman a sí mismos los buenos y justos. Digo Videntes: pero ellos se llaman a sí mismos los creyentes de la Fuerza.
¡Ved los buenos y justos! ¿A quién es al que más odian? Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor: - pero ése es el creador.
¡Ved los creyentes de todas las creencias! ¿A quién es al que más odian? Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor: - pero ése es el creador.
Compañeros para su camino busca el creador, y no cadáveres, ni tampoco rebaños y creyentes. Compañeros en la creación busca el creador, que escriban nuevos valores en tablas nuevas.
Compañeros busca el creador, y colaboradores en la recolección: pues todo está en él maduro para la cosecha. Pero le faltan las cien hoces: por ello arranca las espigas y está enojado.
Compañeros busca el creador, que sepan afilar sus hoces. Aniquiladores se los llamará, y despreciadores del bien y del mal. Pero son los cosechadores y los que celebran fiestas.
Compañeros en la creación busca Relan, compañeros en la recolección: ¡qué tiene él que ver con Criaturas y Profetas y cadáveres!
Y tú, primer compañero mío, ¡descansa en paz! Bien te he enterrado en tu árbol hueco, bien te he escondido de las criaturas. Pero me separo de ti, el tiempo ha pasado. Entre luz y la oscuridad ha venido a mí una verdad nueva.
No debo ser Profeta ni sepulturero. Y ni siquiera voy a volver a hablar con el pueblo nunca; por última vez he hablado a un muerto.
A los creadores, a los cosechadores: voy a mostrarles la luz y todas las escaleras del ser.
Cantaré mi canción para los eremitas solitarios o en pareja; y a quien todavía tenga oídos para oír cosas inauditas, a ése voy a abrumarle el corazón con mi felicidad.
Hacia mi meta quiero ir, yo continúo mi marcha; saltaré por encima de los indecisos y de los rezagados. ¡Sea mi marcha el ocaso de ellos!
Esto es lo que Relan dijo a su corazón cuando el sol estaba en pleno mediodía: entonces se puso a mirar inquisitivamente hacia la altura - pues había oído por encima de sí el agudo grito de un pájaro. Y he aquí que un ave cruzaba el aire trazando amplios círculos y de él colgaba una serpiente, no como si fuera una presa, sino una amiga: pues se mantenía enroscada a su cuello.
«¡Son mis criaturas!, dijo Relan, y se alegró de corazón. La criatura más orgullosa debajo del sol, y el animal más inteligente debajo del sol - han salido para explorar el terreno. Quieren averiguar si Azazyel vive todavía. En verdad, ¿vivo yo todavía?
He encontrado más peligros entre los hombres que entre las criaturas, peligrosos son los caminos que recorre Relan. ¡Que mis animales me guíen!»
Cuando Relan hubo dicho esto, se acordó de las palabras del santo en el bosque, suspiró y habló así a su corazón: ¡Ojala fuera yo más inteligente! ¡Ojala fuera yo inteligente de verdad, como la serpiente!
Pero pido cosas imposibles: ¡por ello pido a mi orgullo que camine siempre junto a mi inteligencia!
Y si alguna vez mi inteligencia me abandona - ¡ay, le gusta escapar volando! - ¡que mi orgullo continúe volando junto con mi tontería!
Ante ello Relan no se dio cuenta que ya había pasado todo el día discutiendo y caminando en círculos hasta llegar de nuevo ante el árbol hueco y con ello ve a aquel ser muerto, lo recoge y sigue con el en uno de sus hombros mientras que con el otro brazo el comienza a sacar una bolsa que tenia colgada en su cuello de manera discreta, caminaba hasta que el amanecer se aproximaba, el hambre lo devoraba y sus ojos se agotaban.
- Ya haz llegado Relan, yo te ayudo. Relataba una voz que el se le hacia familiar, pero de la manera que estaba agotado en sus pies tambaleaba y aquel sujeto lo sostiene. – Gracias por venir cuando pensé que mi telepatía no funcionaria ante el orbe de pasaje que posees. – Tu y tus pensamientos, déjame ayudarte con el tipo este.
Ante ello Sobek Gres ayuda a Relan y logran llegar ante un Gran árbol custodiado por miles de vigilantes Tarasines que se encontraban. – Un momento como no puede llegar aquí antes. – Es porque la luz es más fuerte, los dos somos portadores de ella si no lo recuerdas pero cuando tu portas algo la magnitud de la luz no tiene limites y sabe protegerse ella misma, por eso el árbol del corazón es inmune ante ti y ante el orbe del pasaje, - Este es el árbol del mundo Ch’hala con lo cual… - Cállate y sígueme.
Los dos maestros Jedi se dirigieron hacia los guardias que protegían el árbol y ante ver que llevaban a uno de ellos los ayudaron. – Sobek, arráncame el ojo izquierdo, extírpalo y otórgaselo a aquel ser que dice estar muerto pero no lo esta, sus latidos son muy débiles y agoniza de forma que esta en un estado de coma profundo, aunque si, huele a muerto, pero quiero que el vea con mi ojo que la luz existe, que el pueblo y el planeta Curalin sepan que los Jedi damos todo por ayudar y enseñar a creer en la luz, en nuestra energía que emitimos y que emite todo, la cual tu sabrás entender.
Sobek recostó a Aquel sujeto.
Acompáñame y con su permiso Tarasines yo Relan Azazyel Lucius Caelum, vengo a ofrecer ojo por ojo, vida por vida, creer en mi yo como toda la orden Jedi creerá en ustedes, os ofrezco parte de mí en vuestra ayuda.
Relan saca a relucir aquel Cristal Blanco que guardaba de Erresse Shan.
Que la vida y la luz sean una, que la paz que es relativa no perdure de manera que la muerte se la devore sino la misma vida que la abrase con sus brazos.
Ante mi te invoco.
Ante mi yo me presento.
Ante mi ofrezco el sacrificio.
Ante mi doy Ojo por ojo.
Un resplandor sale debajo de las raíces que se hacían notar del gran árbol del corazón, rápidamente Relan saca otro su cristal de Nightsister, muerde su dedo de la mano izquierda con fuerza de manera que comienza a sangrar y mediante la fuerza hace que el cristal ensangrentado por el dedo de la mano izquierda se clave en su pecho en la dirección a su corazón.
Sobek ve lo que Relan hace y trata de ayudarlo pero el lo empuja a un lado, la luz seguía brillando y El maestro Jedi sangraba, al sacar el cristal nightsister el lo observa. En su mano izquierda y en su derecha el cristal blanco limpio y puro, acercándose a la luz Relan avanza lentamente, de manera que la luz se engloba en una esfera de luz.
Dicha Esfera tenia dentro una piedra Dorada, la cual flotaba. – Ojo por ojo.
Bruscamente Relan de un golpe inclina la cabeza hacia arriba por la fuerza. – Paz, conocimiento, tranquilidad y armonía, ante ti me ofrezco para salvar la vida de este inocente seguidor tuyo, oh luz ante ti yo me ofrezco.
Relan inserta el Cristal Nightsister ensangrentado en donde se encontraba aquella piedra la cual seguía flotando, al dejar el cristal este es sostenido por una esfera de luz igual que la piedra. – ¡Sostén mi ojo y implántaselo ahora!, al escuchar tales palabras el maestro reacciono y implanto lo más rápido posible el ojo de Relan en aquel sujeto tirado en el suelo, mientras que El embajador sostiene la piedra contenida en aquella esfera de luz con su mano izquierda el se la inserta de manera adecuada en aquel hueco que era donde se ubicaba su ojo izquierdo, y a la vez el cerrando el otro ojo concentrándose y metalizándose esa esfera de luz daba forma a aquella piedra dándole la forma de un ojo dorado como un Sol naciente. – Sostén esto Sobek. – Le habla Relan de manera Fría al maestro Gres. Te ayudare a volverle la vida que tenia.
Mediante la sanación Que sobek y Relan le otorgaban usando el Cristal Blanco Mediante sus energías vitales lograron volver a establecer activo el corazón de aquel Tarasin sin problema alguno, el cual despertó, observo a Relan el cual sonreía con los ojos cerrados. – Te debo la vida. – No, Nosotros los Tarasines os ofrecemos nuestra vida ante ustedes Maestros Jedi, Ante dos grandes y poderosos seres emisores de la luz.
Repentinamente Relan estornuda, - Sabía que no debía haber comido ese Pan. Sobek comienza a reírse levemente y les da las gracias igual a ellos. – Aquí todos somos hermanos, todos nos guía esta poderosa energía la cual nuestro bienestar agradece, la cual de una forma u otra nos da a motivar nuestra voluntad a seguir adelante día tras día.
Al escuchar Relan dichas palabras les agradeció a todos y al cabo de unos minutos se despiden los Jedi de los Tarasines.
- Relan, ¡Yo Creo en ti!, se escucho a lo lejos mientras que el maestro Gres caminaba al lado del Maestro Caelum. – Anda a Achillea a descansar, medita, yo iré a descansar de igual forma, recuerda que para cualquier situación contaras con mi ayuda, tu mismo me dijiste una vez, que yo soy igual que tu, los dos conteníamos un ser dentro de nosotros, tu tenias a Xakan, yo Tengo a Azazyel, quien muere cada vez dentro de mi pero lo alimento de otra forma para que siga vivo y su sabiduría me alimente a mi en mi espíritu y conocimiento tu lo habrás expulsado yo lo mantengo aun conmigo, cada uno por su camino mi estimado amigo. Sobek lo observa y sonríe, un gusto verte Relan.
- Adiós. Se escuchaba mientras de manera que el usaba el orbe del pasaje, volviendo a Achillea mediante espacio-tiempo. En ello Relan Sonríe y camina hacia lo alto donde se encontraba su nave la cual desde el principio escondió de todo ser, observando en su mano derecha el Cristal Blanco.
[Una Hora más tarde]
Ya en Endor, Relan después de meses sin tocar la academia vuelve y encuentra a Erresse y en si su espíritu el cual lo buscaba. – Creo que cuando vuelvas a la vida esto te será de ayuda. Te lo devuelvo. El espíritu del joven Shan sostiene el Cristal y misteriosamente desaparece, con una sonrisa en el Joven. – Tengo que largarme de nuevo, perdónenme Jedi pero tengo que ir por otro asunto, observando a los maestros Jedi de Endor en la zona de aterrizaje Relan Sonríe tapando con su cabello su ojo izquierdo vuelve a la nave y se marcha nuevamente de la orbita de Endor, rumbo a otro sector de la galaxia.
Obtenciones:
- Zeo pierde Cristal Blanco.
- Zeo pierde Cristal NightSister.
- Zeo pierde Agua de dantooine.
- Zeo pierde 100 Dactarios.
- Zeo Obtiene: “Artefacto Jedi; El Ojo del Sol”
- Imiit Obtiene Cristal Blanco.
http://www.habbowars.com/t1993-ficha-de-eresse-ursan-faith
El Profeta
Cuando Relan llegó a la primera ciudad, situada al borde de los bosques de Curalin, encontró reunida en el mercado una gran muchedumbre: pues estaba prometida la exhibición. Y Relan habló así al pueblo:
Yo os enseño La luz. La oscuridad es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de sí mismos: ¿y queréis ser vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal más bien que superar al ser?
¿Qué es la Energía para el ser? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el ser debe ser para ser la luz: una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Habéis recorrido el camino que lleva desde la escoria hasta el ser, y muchas cosas en vosotros continúan siendo escoria. En otro tiempo fuisteis energía, y también ahora es el ser más energético que cualquier energía aleatoria.
Y el más sabio de vosotros es tan sólo un ser escindido, híbrido de raíces y fantasma. Pero ¿os mando yo que os convirtáis en fantasmas o en raíces que recién brotan como plantas?
¡Mirad, yo os enseño la luz!
La luz es el sentido de la tierra, el agua, el aire y el fuego. Diga vuestra voluntad: ¡sea la luz el sentido de los elementos!
¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la luz y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobre-terrenales! Son envenenadores, lo sepan o no.
Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!
En otro tiempo el delito contra la luz era el máximo delito, pero luz no ha muerto y con Él no han muerto también esos delincuentes que el ser debe detener. ¡Ahora lo más horrible es delinquir contra los planetas y apreciar las entrañas de lo inescrutable más que el sentido de los planetas y la galaxia!
En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: - el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra.
Oh, también esa alma era flaca, fea y famélica: ¡y la crueldad era la voluptuosidad de esa alma!
Más vosotros también, hermanos míos, decidme: ¿qué anuncia vuestro cuerpo de vuestra alma? ¿No es vuestra alma acaso pobreza y suciedad y un lamentable bienestar?
En verdad, una sucia corriente es la Fuerza vulgarmente conocida en pensamientos ajenos y viciosos. Es necesario ser un mar para poder recibir una sucia corriente sin volverse impuro.
Mirad, yo os enseño la luz: él es ese mar, en él puede sumergirse vuestro gran desprecio.
¿Cuál es la máxima vivencia que vosotros podéis tener? La hora del gran desprecio. La hora en que incluso vuestra felicidad se os convierta en náusea y eso mismo ocurra con vuestra razón y con vuestra virtud.
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi felicidad! Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar. ¡Sin embargo, mi felicidad, mi alegría debería justificar incluso la existencia!»
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi razón! ¿Ansía ella el saber lo mismo que el Dragón Krayt su alimento? ¡Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar!»
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi virtud! Todavía no me ha puesto furioso. ¡Qué cansado estoy de mi bien y de mi mal! ¡Todo esto es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar!»
La hora en que digáis: «¡Qué importa mi justicia! No veo que yo sea un carbón ardiente. ¡Mas el justo es un carbón ardiente!» La hora en que digáis: «¡Qué importa mi compasión! ¿No es la compasión acaso la cruz en la que es clavado quien ama a los seres? Pero mi compasión no es un sacrificio.»
¿Habéis hablado ya así? ¿Habéis gritado ya así? ¡Ah, ojala os hubiese yo oído ya gritar así!
¡No vuestro Vicio - vuestra moderación es lo que clama al cielo, vuestra mezquindad hasta en vuestro vicio de la voluntad es lo que clama al cielo!.
¿Dónde está el rayo que os lama con su lengua? ¿Dónde la demencia que habría que inocularos?
Mirad, yo os enseño la luz: ¡él es ese rayo, él es esa demencia! -
Cuando Relan hubo hablado así, uno del pueblo gritó: «Ya hemos oído hablar bastante de este “Profeta”; ahora, ¡veámoslo también!» Y todo el pueblo se rió de Relan. Mas el mendigo, que creyó que aquello iba dicho por él, se puso a trabajar.
Más Relan contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así:
El ser es una cuerda tendida entre la criatura y la luz, - una cuerda sobre un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el ser se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.
Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.
Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y flechas del anhelo hacia límites inimaginables. Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan una razón detrás de las estrellas: sino que se sacrifican a su planeta para que ésta llegue alguna vez a ser de el la luz. Yo amo a quien vive para conocer, y quiere conocer para que alguna vez viva la luz. Y quiere así su propio ocaso.
Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle un templo a la luz y prepara para él la tierra, el agua, el aire y el fuego, el animal y la planta: pues quiere así su propio ocaso.
Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una flecha del anhelo.
Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: avanza así en forma de espíritu sobre el puente.
Yo amo a quien de su virtud hace su inclinación y su fatalidad: quiere así, por amor a su virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.
Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es más virtud que dos, porque es un nudo más fuerte del que se cuelga la fatalidad.
Yo amo a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento ni devuelve nada: pues él regala siempre y no quiere conservarse a sí mismo.
Yo amo a quien se avergüenza cuando la moneda, al caer, le da suerte, y entonces se pregunta: ¿acaso soy yo un usuario que hace trampas? - pues quiere perecer.
Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro y cumple siempre más de lo que promete: pues quiere su ocaso.
Yo amo a quien justifica a los seres del futuro y redime a los del pasado: pues quiere perecer a causa dé los hombres del presente.
Yo amo a quien castiga a su oscuridad porque ama a la luz: pues tiene que perecer por la cólera de su voluntad.
Yo amo a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se la hiere, y que puede perecer a causa de una pequeña vivencia: pasa así de buen grado por el puente.
Yo amo a aquel cuya alma está tan llena que se olvida de sí mismo, y todas las cosas están dentro de él: todas las cosas se transforman así en su ocaso.
Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su mente no es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso.
Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube suspendida sobre el ser: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como anunciadores.
Mirad, yo soy un profeta del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama la luz. –
- Tu que tanto amas y hablas cosas bonitas y conmovedoras, aquí sabemos todos que eres un Jedi, predicador y pagano del Ashla, no somos tontos, sabemos que no vienes aquí por las puras, ¡manifiestate de una vez tus motivos!
Cuando Relan hubo dicho estas palabras contempló de nuevo el pueblo y calló: «Ahí están», dijo a su corazón, «y se ríen: no me entienden, no soy yo la boca para estos oídos, yo solo he de venir a mostrar que no soy dañino.
¿Habrá que romperles antes los oídos, para que aprendan a oír con los ojos? ¿Habrá que atronar igual que timbales y que predicadores de penitencia? ¿O acaso creen tan sólo al que balbucea?
Tienen algo de lo que están orgullosos. ¿Cómo llaman a eso que los llena de orgullo? Cultural lo llaman, es lo que los distingue de las bestias.
Por esto no les gusta oír, referida a ellos, la palabra Desprecio. Voy a hablar, pues, a su orgullo.
Voy a hablarles de lo más despreciable: el último Ser».
Y Relan habló de manera clara al pueblo:
Es tiempo de que el ser fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre plante la semilla de su más alta esperanza.
Todavía es bastante fértil su terreno para ello. Mas algún día ese terreno será pobre y manso, y de él no podrá ya brotar ningún árbol elevado.
¡Ay! ¡Llega el tiempo en que el ser dejará de lanzar la flecha de su anhelo más allá del ser, y en que la cuerda de su arco no sabrá ya vibrar!
Yo os digo: es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar a luz una estrella en movimiento. Yo os digo: vosotros tenéis todavía caos dentro de vosotros.
¡Ay! Llega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del hombre más despreciable, el incapaz ya de despreciarse a sí mismo.
¡Mirad! Yo os muestro el último ser.
“¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella?” - así pregunta el último ser, y parpadea.
La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último ser, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos seres, y parpadean.
Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino y se restriega contra él: pues necesita calor.
Enfermar y desconfiar considérenlo Vicioso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con seres!
Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable.
La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Más procura que el entretenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar?, hay una guerra que se aproxima en estos momentos ¿Quieren aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas.
¡Ningún Profeta y ni un solo discípulo! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio.
“En otro tiempo todo el mundo desvariaba” - dicen los más sutiles, y parpadean.
Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutiendo, mas pronto se reconcilia - de lo contrario, ello estropea el estómago.
La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos hombres, y parpadean. -
Y aquí acabó el primer relato de Relan, llamado también «el Inicio»: pues en este punto el griterío y el regocijo de la multitud lo interrumpieron. «¡Danos esa luz, oh Profeta Jedi, - gritaban - haz de nosotros esos últimos seres! ¡La luz te la regalamos!. Y todo el pueblo daba gritos de júbilo y chasqueaba la lengua. Pero Relan se entristeció y dijo a su corazón:
No me entienden: no soy yo la boca para estos oídos.
Sin duda he vivido demasiado tiempo en la Nieve, he escuchado demasiado a los ríos y a los árboles: ahora les hablo como a las bestias.
Inmóvil es mi alma, y luminosa como las montañas por la mañana. Pero ellos piensan que yo soy frío, y un burlón que hace chistes horribles.
Ellos saben que pocos son los denominados “Profetas”, solo existen cinco profetas Jedi en toda la galaxia y yo soy uno de ellos gracias al apoyo que me a consedido la Dinastia Gres, ya que ve en mi, un Hereje de sangre, porque lo es asi mi familia un grado más avanzado que cualquier otro en ella, le agradeci a Sobek esa vez el que me viera como un hermano el cual de siempre gracias a la luz lo he sido, el enseñar a Consulares, el darle mis ojos y mostrarles que un consular no es memoria y libros sino Diciplina y organización cosa que los consulares que no son de endor últimamente no se dan ni cuenta de ello.
Y ahora me miran y se ríen: y mientras ríen, continúan odiándome. Hay hielo en su reír.
Pero entonces ocurrió algo que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos los ojos. Entretanto, en efecto, el mendigo había comenzado su tarea: había salido de una pequeña puerta y caminaba sobre la tierra, la cual estaba tendida entre dos torres, colgando sobre el mercado en una tabla sobre el pueblo – A quien demonios se le ocurre hacer dos torres y un espacio entre ellos, ni que esto fuera la entrada de...
Relan quedo pensando un momento y volvio en si.
Más cuando se encontraba justo en la mitad de su camino, la pequeña puerta volvió a abrirse y un compañero de oficio vestido de muchos colores, igual que un bufón, saltó fuera y marchó con rápidos pasos detrás del primero.
«Sigue adelante, Entupido, gritó su terrible voz, sigue adelante, ¡holgazán, impostor, cara de Hereje! ¡Que no te haga yo cosquillas con mi talón! ¿Qué haces aquí entre torres? Dentro de la torre está tu sitio, en ella se te debería encerrar, ¡cierras el camino a uno mejor que tú!» - Y a cada palabra se le acercaba más y más: y cuando estaba ya a un solo paso detrás de él ocurrió aquella cosa horrible que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos los ojos: - lanzó un grito como si fuese un Despiadado emperador y saltó por encima de quien le obstaculizaba el camino. Mas éste, cuando vio que su rival lo vencía, perdió la cabeza y el equilibrio; arrojó su cuerpo y, más rápido que éste, se precipitó hacia abajo como un remolino de brazos y de piernas. El mercado y el pueblo parecían el mar cuando la tempestad avanza: todos huyeron apartándose y atropellándose, sobre todo allí donde el cuerpo tenía que estrellarse.
Relan, en cambio, permaneció inmóvil, y justo a su lado cayó el cuerpo, maltrecho y quebrantado, pero no muerto todavía. Al poco tiempo el destrozado recobró la consciencia y vio a Relan arrodillarse junto a él. «¿Qué haces aquí?, dijo por fin, desde hace mucho sabía yo que el maldito me echaría la zancadilla. Ahora me arrastra a la muerte: ¿quieres tú impedírselo?»
«Por mi honor, amigo, respondió Relan, todo eso de que hablas no existe: no hay ni ser que te arroje ni muerte. Tu alma estará muerta aún más pronto que tu cuerpo: así, pues, ¡no temas ya nada!»
El ser alzó su mirada con desconfianza. «Si tú dices la verdad, añadió luego, nada pierdo perdiendo la vida. No soy mucho más que una bestia al que, con golpes y escasa comida, se le ha enseñado a bailar.»
«No hables así, dijo Relan, tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte con mis propias manos.»
Cuando Relan hubo dicho esto, el moribundo ya no respondió; pero movió la mano como si buscase la mano de Relan para darle las gracias. -
Entretanto iba llegando el atardecer, y el mercado se ocultaba en la oscuridad: el pueblo se dispersó entonces, pues hasta la curiosidad y el horror acaban por cansarse. Mas Relan estaba sentado en el suelo junto al muerto, hundido en sus pensamientos: así olvidó el tiempo. Por fin se hizo de noche, y un viento frío sopló sobre el Jedi. Relan se levantó entonces y dijo a su corazón:
¡En verdad, una buena forma de encontrar fieles ha cobrado hoy! No ha conseguido ni un solo ser, pero sí, en cambio, un cadáver.
Siniestra es la existencia humana, y carente aún de sentido: un bufón puede convertirse para ella en la fatalidad.
Yo quiero enseñar a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es la luz, el rayo que brota de la oscura nube que es el ser.
Mas todavía estoy muy lejos de ellos, y mi sentido no habla a sus sentidos. Para los hombres yo soy todavía algo intermedio entre un necio y un cadáver.
Oscura es la noche, oscuros son los caminos de Relan. ¡Ven, compañero frío y rígido! Te llevaré adonde voy a enterrarte con mis manos.
Cuando Relan hubo dicho esto a su corazón, cargó el cadáver sobre sus espaldas y se puso en camino. Y no había recorrido aún cien pasos cuando se le acercó furtivamente un hombre y comenzó a susurrarle al oído - y he aquí que quien hablaba era el bufón de la torre. «Vete fuera de esta ciudad, Relan, dijo; aquí son demasiados los que te odian. Te odian los buenos y justos y te llaman su enemigo y su despreciador; te odian los creyentes de todas las visiones de la Fuerza, y éstos te llaman el peligro de la muchedumbre. Tu suerte ha estado en que la gente se rió de ti: y, en verdad, hablabas igual que un torpe. Tu suerte ha estado en asociarte a una bestia muerta; al humillarte de ese modo te has salvado a ti mismo por hoy. Pero vete lejos de esta ciudad - o mañana saltaré por encima de ti, un vivo por encima de un muerto.» Y cuando hubo dicho esto, el hombre desapareció; pero Relan continuó caminando por las oscuras callejas.
A la puerta de la ciudad encontró a los sepultureros: éstos iluminaron el rostro de Relan con la antorcha, lo reconocieron y comenzaron a burlarse de él. «Relan se lleva a la bestia muerta: ¡bravo, Relan se ha hecho sepulturero! Nuestras manos son demasiado limpias para ese asado. ¿Es que el quiere acaso robarle a la gran bestia su bocado? ¡Vaya! ¡Suerte, y que aproveche! ¡A no ser que el fuego sea mejor ladrón que Relan! - ¡y robe a los dos, y a los dos se los trague!» Y se reían entre sí, cuchicheando.
Relan no dijo ni una palabra y siguió su camino. Pero cuando llevaba andando ya dos horas, al borde de bosques y de ciénagas, había oído demasiado el hambriento aullido de las criaturas, y el hambre se apoderó también de él. Por ello se detuvo junto a una casa solitaria dentro de la cual ardía una luz.
El hambre me asalta, dijo Relan, como un ladrón. En medio de bosques y de ciénagas me asalta mi hambre, y en plena noche.
Extraños caprichos tiene mi hambre. A menudo no me viene sino después de la comida, y hoy no me vino en todo el día: ¿dónde se entretuvo, pues?
Y mientras decía esto, Relan llamó a la puerta de la casa. Un viejo apareció; traía la luz y preguntó: «¿Quién viene a mí y a mi mal dormir?»
«Un vivo y un muerto, dijo Relan. Dame de comer y de beber, he olvidado hacerlo durante el día. Quien da de comer al hambriento reconforta su propia alma: así habla la sabiduría».
El viejo se fue y al poco volvió y ofreció a Relan pan y agua. «Mal sitio es éste para hambrientos, dijo. Por eso habito yo aquí. Criaturas y seres acuden a mí, el eremita. Mas da de comer y de beber también a tu compañero, él está más cansado que tú.» Relan respondió: «Mi compañero está muerto, difícilmente le persuadiré a que coma y beba.» «Eso a mí no me importa, dijo el viejo con hosquedad; quien llama a mi casa tiene que tomar también lo que le ofrezco. ¡Comed y que os vaya bien!» -
A continuación Relan volvió a caminar durante dos horas, confiando en el camino y en la luz de las estrellas: pues estaba habituado a andar por la noche y le gustaba mirar a la cara a todas las cosas que duermen. Más cuando la mañana comenzó a despuntar, Relan se encontró en lo profundo del bosque, y ningún camino se abría ya ante él. Entonces colocó al muerto en un árbol hueco, a la altura de su cabeza - pues quería protegerlo de las criaturas - y se acostó en el suelo de musgo. Enseguida se durmió, cansado el cuerpo, pero inmóvil el alma.
Largo tiempo durmió Relan, y no sólo la luz pasó sobre su rostro, sino también la mañana entera. Mas por fin sus ojos se abrieron: asombrado miró a Relan el bosque y el silencio, asombrado miró dentro de sí. Entonces se levantó con rapidez, como un Soldado que de pronto ve tierra, y lanzó gritos de júbilo: pues había visto una verdad nueva, y habló así a su corazón:
Una luz ha aparecido en mi horizonte: compañeros de viaje necesito, compañeros vivos, - no compañeros muertos ni cadáveres, a los cuales llevo conmigo adonde quiero.
Compañeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos - e ir adonde yo quiero ir.
Una luz ha aparecido en mi horizonte: ¡no hable al pueblo Relan, sino a compañeros de viaje! ¡Relan no debe convertirse en un Profeta y una bestia de un criadero!
Para incitar a muchos a apartarse del criadero - para eso he venido. Pueblo y criaturas se irritarán contra mí: ladrón va a ser llamado por los Profetas.
Digo Profetas, pero ellos se llaman a sí mismos los buenos y justos. Digo Videntes: pero ellos se llaman a sí mismos los creyentes de la Fuerza.
¡Ved los buenos y justos! ¿A quién es al que más odian? Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor: - pero ése es el creador.
¡Ved los creyentes de todas las creencias! ¿A quién es al que más odian? Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor: - pero ése es el creador.
Compañeros para su camino busca el creador, y no cadáveres, ni tampoco rebaños y creyentes. Compañeros en la creación busca el creador, que escriban nuevos valores en tablas nuevas.
Compañeros busca el creador, y colaboradores en la recolección: pues todo está en él maduro para la cosecha. Pero le faltan las cien hoces: por ello arranca las espigas y está enojado.
Compañeros busca el creador, que sepan afilar sus hoces. Aniquiladores se los llamará, y despreciadores del bien y del mal. Pero son los cosechadores y los que celebran fiestas.
Compañeros en la creación busca Relan, compañeros en la recolección: ¡qué tiene él que ver con Criaturas y Profetas y cadáveres!
Y tú, primer compañero mío, ¡descansa en paz! Bien te he enterrado en tu árbol hueco, bien te he escondido de las criaturas. Pero me separo de ti, el tiempo ha pasado. Entre luz y la oscuridad ha venido a mí una verdad nueva.
No debo ser Profeta ni sepulturero. Y ni siquiera voy a volver a hablar con el pueblo nunca; por última vez he hablado a un muerto.
A los creadores, a los cosechadores: voy a mostrarles la luz y todas las escaleras del ser.
Cantaré mi canción para los eremitas solitarios o en pareja; y a quien todavía tenga oídos para oír cosas inauditas, a ése voy a abrumarle el corazón con mi felicidad.
Hacia mi meta quiero ir, yo continúo mi marcha; saltaré por encima de los indecisos y de los rezagados. ¡Sea mi marcha el ocaso de ellos!
Esto es lo que Relan dijo a su corazón cuando el sol estaba en pleno mediodía: entonces se puso a mirar inquisitivamente hacia la altura - pues había oído por encima de sí el agudo grito de un pájaro. Y he aquí que un ave cruzaba el aire trazando amplios círculos y de él colgaba una serpiente, no como si fuera una presa, sino una amiga: pues se mantenía enroscada a su cuello.
«¡Son mis criaturas!, dijo Relan, y se alegró de corazón. La criatura más orgullosa debajo del sol, y el animal más inteligente debajo del sol - han salido para explorar el terreno. Quieren averiguar si Azazyel vive todavía. En verdad, ¿vivo yo todavía?
He encontrado más peligros entre los hombres que entre las criaturas, peligrosos son los caminos que recorre Relan. ¡Que mis animales me guíen!»
Cuando Relan hubo dicho esto, se acordó de las palabras del santo en el bosque, suspiró y habló así a su corazón: ¡Ojala fuera yo más inteligente! ¡Ojala fuera yo inteligente de verdad, como la serpiente!
Pero pido cosas imposibles: ¡por ello pido a mi orgullo que camine siempre junto a mi inteligencia!
Y si alguna vez mi inteligencia me abandona - ¡ay, le gusta escapar volando! - ¡que mi orgullo continúe volando junto con mi tontería!
Ante ello Relan no se dio cuenta que ya había pasado todo el día discutiendo y caminando en círculos hasta llegar de nuevo ante el árbol hueco y con ello ve a aquel ser muerto, lo recoge y sigue con el en uno de sus hombros mientras que con el otro brazo el comienza a sacar una bolsa que tenia colgada en su cuello de manera discreta, caminaba hasta que el amanecer se aproximaba, el hambre lo devoraba y sus ojos se agotaban.
- Ya haz llegado Relan, yo te ayudo. Relataba una voz que el se le hacia familiar, pero de la manera que estaba agotado en sus pies tambaleaba y aquel sujeto lo sostiene. – Gracias por venir cuando pensé que mi telepatía no funcionaria ante el orbe de pasaje que posees. – Tu y tus pensamientos, déjame ayudarte con el tipo este.
Ante ello Sobek Gres ayuda a Relan y logran llegar ante un Gran árbol custodiado por miles de vigilantes Tarasines que se encontraban. – Un momento como no puede llegar aquí antes. – Es porque la luz es más fuerte, los dos somos portadores de ella si no lo recuerdas pero cuando tu portas algo la magnitud de la luz no tiene limites y sabe protegerse ella misma, por eso el árbol del corazón es inmune ante ti y ante el orbe del pasaje, - Este es el árbol del mundo Ch’hala con lo cual… - Cállate y sígueme.
Los dos maestros Jedi se dirigieron hacia los guardias que protegían el árbol y ante ver que llevaban a uno de ellos los ayudaron. – Sobek, arráncame el ojo izquierdo, extírpalo y otórgaselo a aquel ser que dice estar muerto pero no lo esta, sus latidos son muy débiles y agoniza de forma que esta en un estado de coma profundo, aunque si, huele a muerto, pero quiero que el vea con mi ojo que la luz existe, que el pueblo y el planeta Curalin sepan que los Jedi damos todo por ayudar y enseñar a creer en la luz, en nuestra energía que emitimos y que emite todo, la cual tu sabrás entender.
Sobek recostó a Aquel sujeto.
Acompáñame y con su permiso Tarasines yo Relan Azazyel Lucius Caelum, vengo a ofrecer ojo por ojo, vida por vida, creer en mi yo como toda la orden Jedi creerá en ustedes, os ofrezco parte de mí en vuestra ayuda.
Relan saca a relucir aquel Cristal Blanco que guardaba de Erresse Shan.
Que la vida y la luz sean una, que la paz que es relativa no perdure de manera que la muerte se la devore sino la misma vida que la abrase con sus brazos.
Ante mi te invoco.
Ante mi yo me presento.
Ante mi ofrezco el sacrificio.
Ante mi doy Ojo por ojo.
Un resplandor sale debajo de las raíces que se hacían notar del gran árbol del corazón, rápidamente Relan saca otro su cristal de Nightsister, muerde su dedo de la mano izquierda con fuerza de manera que comienza a sangrar y mediante la fuerza hace que el cristal ensangrentado por el dedo de la mano izquierda se clave en su pecho en la dirección a su corazón.
Sobek ve lo que Relan hace y trata de ayudarlo pero el lo empuja a un lado, la luz seguía brillando y El maestro Jedi sangraba, al sacar el cristal nightsister el lo observa. En su mano izquierda y en su derecha el cristal blanco limpio y puro, acercándose a la luz Relan avanza lentamente, de manera que la luz se engloba en una esfera de luz.
Dicha Esfera tenia dentro una piedra Dorada, la cual flotaba. – Ojo por ojo.
Bruscamente Relan de un golpe inclina la cabeza hacia arriba por la fuerza. – Paz, conocimiento, tranquilidad y armonía, ante ti me ofrezco para salvar la vida de este inocente seguidor tuyo, oh luz ante ti yo me ofrezco.
Relan inserta el Cristal Nightsister ensangrentado en donde se encontraba aquella piedra la cual seguía flotando, al dejar el cristal este es sostenido por una esfera de luz igual que la piedra. – ¡Sostén mi ojo y implántaselo ahora!, al escuchar tales palabras el maestro reacciono y implanto lo más rápido posible el ojo de Relan en aquel sujeto tirado en el suelo, mientras que El embajador sostiene la piedra contenida en aquella esfera de luz con su mano izquierda el se la inserta de manera adecuada en aquel hueco que era donde se ubicaba su ojo izquierdo, y a la vez el cerrando el otro ojo concentrándose y metalizándose esa esfera de luz daba forma a aquella piedra dándole la forma de un ojo dorado como un Sol naciente. – Sostén esto Sobek. – Le habla Relan de manera Fría al maestro Gres. Te ayudare a volverle la vida que tenia.
Mediante la sanación Que sobek y Relan le otorgaban usando el Cristal Blanco Mediante sus energías vitales lograron volver a establecer activo el corazón de aquel Tarasin sin problema alguno, el cual despertó, observo a Relan el cual sonreía con los ojos cerrados. – Te debo la vida. – No, Nosotros los Tarasines os ofrecemos nuestra vida ante ustedes Maestros Jedi, Ante dos grandes y poderosos seres emisores de la luz.
Repentinamente Relan estornuda, - Sabía que no debía haber comido ese Pan. Sobek comienza a reírse levemente y les da las gracias igual a ellos. – Aquí todos somos hermanos, todos nos guía esta poderosa energía la cual nuestro bienestar agradece, la cual de una forma u otra nos da a motivar nuestra voluntad a seguir adelante día tras día.
Al escuchar Relan dichas palabras les agradeció a todos y al cabo de unos minutos se despiden los Jedi de los Tarasines.
- Relan, ¡Yo Creo en ti!, se escucho a lo lejos mientras que el maestro Gres caminaba al lado del Maestro Caelum. – Anda a Achillea a descansar, medita, yo iré a descansar de igual forma, recuerda que para cualquier situación contaras con mi ayuda, tu mismo me dijiste una vez, que yo soy igual que tu, los dos conteníamos un ser dentro de nosotros, tu tenias a Xakan, yo Tengo a Azazyel, quien muere cada vez dentro de mi pero lo alimento de otra forma para que siga vivo y su sabiduría me alimente a mi en mi espíritu y conocimiento tu lo habrás expulsado yo lo mantengo aun conmigo, cada uno por su camino mi estimado amigo. Sobek lo observa y sonríe, un gusto verte Relan.
- Adiós. Se escuchaba mientras de manera que el usaba el orbe del pasaje, volviendo a Achillea mediante espacio-tiempo. En ello Relan Sonríe y camina hacia lo alto donde se encontraba su nave la cual desde el principio escondió de todo ser, observando en su mano derecha el Cristal Blanco.
[Una Hora más tarde]
Ya en Endor, Relan después de meses sin tocar la academia vuelve y encuentra a Erresse y en si su espíritu el cual lo buscaba. – Creo que cuando vuelvas a la vida esto te será de ayuda. Te lo devuelvo. El espíritu del joven Shan sostiene el Cristal y misteriosamente desaparece, con una sonrisa en el Joven. – Tengo que largarme de nuevo, perdónenme Jedi pero tengo que ir por otro asunto, observando a los maestros Jedi de Endor en la zona de aterrizaje Relan Sonríe tapando con su cabello su ojo izquierdo vuelve a la nave y se marcha nuevamente de la orbita de Endor, rumbo a otro sector de la galaxia.
Obtenciones:
- Zeo pierde Cristal Blanco.
- Zeo pierde Cristal NightSister.
- Zeo pierde Agua de dantooine.
- Zeo pierde 100 Dactarios.
- Zeo Obtiene: “Artefacto Jedi; El Ojo del Sol”
- Imiit Obtiene Cristal Blanco.
http://www.habbowars.com/t1993-ficha-de-eresse-ursan-faith
Última edición por Relan el Dom Mar 04, 2012 9:18 pm, editado 2 veces
Relan- Mensajes : 1758
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Abuelo, mi felicitación.. mientras iba a entrenar en el autobús me puse a leer esta historia y me gustó y entretuvo durante el viaje, mi mas querida enhorabuena.
Como se nota que eres Legalizador de Roleos, jeje.
Como se nota que eres Legalizador de Roleos, jeje.
Nysrogh- Mensajes : 1953
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 30
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo II:
El Mensaje
Mientras Relan se encontraba en la nave se quita el cinturón y comienza a caminar dentro de ella, al observar a una ventana alcanza a ver su reflejo, el cual ante el sus pensamientos comenzaban a rondar su cabeza y sus recuerdos comienzan a surgir de manera izo facto.- ¿A donde he de ir?, ¿Que he de surgir?, ¿Cual camino seguir? - No te apresures con ello todos los caminos llevan a los mismos deberes esenciales de uno, ya eres maestro y ante todo deberías saber bien que tu entrenamiento será difícil. - De igual forma sabes que tengo en cuenta las tres armas fundamentales. - Eso para cuando comiences como maestro, ahora eres un simple usuario. - Entendido maestro.
Al caminar los dos Jedi se dan cuenta que el calor del sector comenzaba a aumentar de manera espontánea, pero no le hacia ningún problema aquellos dos sujetos que de blanco estaban cubiertos por aquellas túnicas blancas en los metálicos suelos de la superficie flotante que se encontraba en Mustafar, al caminar a un hangar este los transporta hacia una fabrica, el encapuchado más joven algo desconocido comienza a ver como eran los alrededores ya que tenia la capacidad de tener una memoria fotográfica y auditiva que pudiera ayudar más adelante, pero no ocurrió nada hasta que el hangar llego a su destino, la entrada de aquella fabrica la cual los dos Jedi al entrar posaron frente a la entrada y al golpear para que fueran escuchados en un comunicador arriba de ellos les hablaba. - Quienes son y que quieren. - Vengo yo con mi acompañante queremos saber si algún miembro de la familia Olok se encuentra. - No se encuentra nadie de dicho apellido en este sector, lo siento. «Se tiende a cortar la comunicación» Bueno volvamos, tenemos que ir a otro sector del planeta, quiero que conozcas otros sectores. - Entendido maestro. Los Jedi de tal forma parten y al cabo de su viaje el Jedi más adulto le charlaba al más joven. - Recuerda siempre este nombre «fondo minero Mensix», el joven lo tomo en cuenta y siguieron su camino sin problema alguno de manera discreta observando el relieve que podían observar de lo muy alto. Pulgas de lava era lo que más podían ver. El hangar se detiene y llegan a lo alto de una colina en la cual ellos tienden a bajar y durante unas horas llegan hasta una cúpula de piedra tallada. - Guarda en tu memoria cada símbolo y vámonos. - Lo Hare maestro. Ya en un par de minutos después que el joven revisara todo va donde el maestro. - Listo. - Espero que ella no se diera cuenta de mi presencia.
- De la tuya no pero la del chico si. Una muchacha de apariencia joven de capucha blanca sale entremedio de la cúpula en ruinas y visualiza a aquellos Maestros Jedi. - Pensé que no volvería a ver al hijo de Lord Kayser. - Yo pensé que nos veríamos más adelante. - Aquí traje a alguien que creo que te agradara, te entretendrás un rato con este muchacho. Al terminar sus palabras la mujer ve al joven.
- No te preocupes muchacho, aparento ser joven pero tengo más edad de lo que hago aparentarme. - No es eso, quiero saber que tengo que ver yo. Le hablaba el joven a la mujer. - Simple, quiero que aprendas a manipular la fuerza de los elementos, en Ilum aprendiste sobre el agua y el aire, sabes sacar un pedazo de tierra y levitarlo mediante la telequinesis, ahora aprenderás la combustión. - Con lo que para eso no perdamos tiempo. La mujer sostiene al joven y con fuerza lo lanza por los aires, de igual forma de un salto la mujer va en la misma dirección que el y mientras ella flotaba mediante la fuerza sostiene al muchacho y bajan hacia un sector rocoso al lado del flujo natural de la lava. - Comenzaremos rápido. La muchacha de repente le brillan los ojos y alza su mano en dirección hacia la lava dejándola en su flujo de una forma tranquila sin erupción alguna con ello un circulo con unas insignias extrañas comienza a surgir debajo de sus pies, este se incrementa y ella comienza a caminar. Por encima de la lava.
- Como... - Solo tienes que saber intentar controlar la combustión y tu mente, luego camina sin problema alguno, cuando me alcances reconoceré que no eres como el asesino de tu abuelo. - ¿Porque lo dices? - A quien se logro llamar en su momento Lord Kayser, fiel seguidor de Veek Tainted mato hace muchos años a mi familia y desde ese entonces odio a tu abuelo, pero he logrado reprimir ese odio aquí en mustafar. - ¿Enseñando a Jedi? - No, Desahogándome viendo como se queman en la lava, tras no pasar mi prueba. La muchacha se sienta pero ni la lava la quema, su habilidad fomentaba que ella no pudiera quemarse en ningún instante.
Bueno comprendo quien Fue alguna vez Lord Kayser, tipo que hoy en día yo ignoro por completo ya que no me interesa, lo único que veo en el es oscuridad como la que tu sientes por el, por eso pienso pasar esta prueba, para poder ir donde estas y mostrar que la luz puede neutralizar esa oscuridad. - Si logras venir a mi creeré en ti ya que solo tu padre ha logrado controlar la combustión.
El joven patea levemente unas piedrecillas a la lava y estas se desintegran quemándose. - Bueno, respira con cuidado, tú puedes. El joven al susurrarse a si mismo cerro sus ojos y dentro de un par de segundos los abrió, su aura comenzaba a cubrirlo hasta que luego de haberlo cubierto entero, esta disminuye y se concentra en sus ojos los cuales brillaban. - Tu tormento es natural, no eres Jedi. El joven da un paso y antes de tocar la lava un círculo al igual que la joven aparece debajo de sus pies. - Eres una Jedi Oscura, te exiliaste tu misma para no dar tormentos en otros lugares y te desahogas con los que no puden pasar tu juego. la muchacha comienza a sonreír, mientras el joven comenzaba a caminar por encima de la lava mediante la fuerza. - Dime tu nombre muchacho. - Relan, soy quien te hará creer que la luz existe y vengo a decirte que no importa las situaciones o circunstancias, la luz siempre te ayudara. - Relan mucho gusto, llámame Chu, me criaron hace miles de años aquí en Mustafar y aquí de alguna forma moriré...
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Mágico<3
Si comento algo sobre el roleo, se que saldría por la ventana, puesto a que estaría equivocado- Aún así me atreveré a decirte;
Si comento algo sobre el roleo, se que saldría por la ventana, puesto a que estaría equivocado- Aún así me atreveré a decirte;
Mágico, sólo mágico
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
- Spoiler:
- Fue corto debido a que este día la pase trabajando, en unas horas más le pondré imágenes
La encomienda
Al alejarse un momento de su reflejo va hacia la parte central de la nave, y al notar que la nave estaba detenida la posa al centro y se sienta a meditar, antes de sentarse ve dentro de la nave una hoja de árbol verde y al verla los recuerdos de relan comienzan nuevamente a surgir.
- Bien creo que este lugar seria el más apropiado, antes de irme Solem y karr les tengo una tarea a ambos, endor es reconocido como un santuario en si, quiero que encuentren una hoja en especial. - Cual Maestro. - Díganos. - Simplemente una hoja la cual tenga estas características. Al caminar el maestro al árbol más cercano saca una hoja del árbol y mediante un leve rayo de la fuerza le hace un agujero en el centro, pero la hoja no se quemaba, la gira hacia donde estaban los otros dos jedi y le explica. - Una Hoja como esta supongo yo, de esta misma manera pero no de este árbol, quiero que encuentren una hoja que del mismo árbol salga así, espero que me entiendan. - ¿Y cuando volverá maestro? - Simple estaré siempre viendo lo que ustedes ven mediante sus ojos, pueden demorarse días buscando les aseguro, sin trampas porque los veré siempre lo que hagan. - Entendido maestro. Al cabo de un salto los dos jedi desaparecen en los exteriores de la academia sumergiéndose en los bosques de endor, mientras que Relan se dirigía a sus aposentos, saca los Holocrones que poseía y los levita encima de el mientras caminaba rumbo al hall de la academia, el cual se topa con el Maestro Betmed.
- Saludos embajador. - Saludos maestro betmed. - Como le va. - Como siempre, de lugar en lugar, a todo esto, quiero dejar bien posicionado estas reliquias como patrimonio de la academia, al igual que el gran Holocron el cual porta Kol, quiero dejar a cargo estas reliquias, el consejo, Solem y Karr podrán tener acceso a ellas más nadie, pero no usarlas ya que cada una se usa de diferente forma y manera. - Comprendo yo las llevare a un lugar seguro. - Déjalas bien como lo esta ahora el Gran Holocron. - Entendido Embajador. - Ahora me retiro. El embajador da media vuelta y da unos pasos - Se me olvidaba, creo que esto es tuyo Betmed. - El embajador le lanza hacia atrás un sable el cual Tranius lo sostiene con sus manos. - Titanium... - Si, te lo tenía que dar el día en que te nombre maestro, pero se me olvido entre tantos asuntos que pasan a menudo, espero que lo tengas en mente. - Gracias embajador. El embajador camina nuevamente hacia los árboles de endor y en un abrir y cerrar de ojos desaparece.
- Este no. - Este tampoco. - Este menos. - Este se parece al anterior. Los dos consulares seguían saltando de árbol en árbol buscando la hoja que su mentor les había señalado, pero ya era el anochecer y no pasaba nada, el duo toma posición en un lugar en que la humedad no les afectara y comienzan a meditar en reposo tomando energía mientras ellos dormían pasando la noche.
- «Este bosque es enorme, ya solo queda algo por hacer» - «Organizarnos y ver de otra forma». Al pasar ya 8 horas relativas del planeta el duo de jedi se levanta y van hacia el río más cercano, al lavarse la cara notan que algunas hojas caían, Solem nota las hojas y al darse vuelta observa a Karr mirar los árboles. - Es en esa dirección. - Puede ser Karr, pero, ¿seria posible? - Quizás si. Los Jedi miran hacia un gran árbol a lo lejos el cual se dirigen a el. Mientras daban saltos entre los árboles notan a un Gorax atacando ewoks.
Los consulares se detienen y observan al gorax, se separaron y trataron de distraer a la criatura, Karr le lanzo una esfera de la fuerza de manera que se diera cuenta un momento en los árboles, Karr al moverse el gorax no se da cuenta, en ese instante Solem mueve a los ewoks de donde estaban y los oculta, el joven consular vuelve a los árboles y observaba al gorax, ambos consulares le silbaban y el gorax ponía atención de manera que se giraba tantas veces que comenzaba a marearse, Karr levita su mazo que resultaba ser un tronco de madera encima de el sin que el se diera cuenta, Solem baja de los árboles y le grita.
- ¡Hey!
El Gorax se detiene y lo observa borrosamente, Karr deja caer el tronco de madera en la cabeza del Gorax y lo deja inconciente botándolo al suelo, mientras que los ewoks simplemente le daban las gracias a los dos consulares los cuales se despiden y siguen su camino hacia el gran árbol.
Ya llegando al árbol observan una rara terraza en el lo cual comienzan a escalar el árbol pero estos no podían llegar. - Que raro. - Muy raro. Al caminar los dos jóvenes por los alrededores del árbol notan que no hay ningún camino por donde poder entrar en el lo que más extrañeza le causaba en ellos. Una hoja cae encima de Karr y otra sobre Solem.
- Veo que ustedes ayudan bien a cuidar este planeta como lo hago yo cada época. Una voz salía a del árbol. - ¿Quien eres? - llámenme la reina de la hoja. - Buscamos una hoja con un agujero al medio, hemos estado horas buscándola. Se escucha una leve risa y repentinamente los consulares son enviados a la terraza del árbol.
- No creo que puedan encontrar una hoja de esa forma por estos lugares. - Pero, eres la reina de la hoja del santuario de la luna. - Tal vez lo sea, pero me agrada que siempre tengan esa ansiedad de buscar para ayudar, yo soy como ustedes, aunque no soy jedi, yo soy una deidad aquí en endor.
- ¿Deidad? Si en unas horas las hojas en endor caerán y un nuevo otoño surgirá, el rey sol ya esta terminando su ciclo en el verano y me toca seguir con la siguiente estación. - ¿Las estaciones del año? - Exacto, me agrada que ustedes ayuden a este planeta otorgándole paz y no ser dominados por aquella oscuridad. - Nosotros somos la luz que los protegerá. - Sabes hace un tiempo algo lejano un joven como tu vino a nosotros los reyes de endor y nos convenció de ayudarle en lo que podamos. - ¿Quien? - Fue hace tiempo ya, a todo esto acompáñenme a la ver como las hojas cambiaran de color. Los consulares acompañan a la reina de la hoja y observan el bosque de endor, ella saca una vara de madera y alza sus brazos de manera que algunos árboles comenzaban a cambiar de color ya al surgir el atardecer en endor. - La luz protegerá este bosque en la oscuridad de la noche, noche calida y fría pero siendo la última del verano les agradara. - ¿Sabes donde encontrar la hoja? ya te dije tal hoja no creo que la puedan encontrar, pero si en vuestros corazones la hoja brotara con la voluntad de la luz que corre dentro de ustedes. - Comprendemos. - Que le diremos al maestro Karr. - tengo una ultima pregunta reina. - Dime. - ¿Cual es su voluntad? La reina sonríe y observa a los jóvenes la mía radica en la esperanza que ustedes mismos buscan, la vitalidad, la armonía, la serenidad de que el santuario de la luna siga viva, como esta hoja por ejemplo que expresa la vida del verde amanecer del alba de Endor. La reina le pasa una hoja a Solem, Karr y Solem sostienen la única hoja que la reina les otorga y ambos al sostenerla cada uno con ambas manos la hoja deja un orificio al medio.
- La voluntad de la luz. Los jedi se despiden de la reina y se dirigen hacia la academia lo más rápido posible.
Solem sostenía la hoja y Karr lo seguía, ya luego de un par de horas tomando atajos logran volver a la academia, buscando al maestro quien finalmente se encontraba en el hangar de aterrizaje. - Creo que la encontraron. - Encontramos la hoja. - Me refería a que conocieron a la reina de la hoja, Solem le entrega la hoja y observa a ambos. - Nos veremos en unos meses jóvenes, cuando los vuelva a ver será en una ocasión especial. - Hasta luego maestro. - Hasta luego jóvenes.
Relan al dejar de observar la hoja dentro de la nave sonríe, vuelve en si y sigue meditando dentro de la nave.
Obtenciones:
- Zeo pierde Sable Titanium.
- lLemosdran. obtiene Sable Titanium.
http://www.habbowars.com/t1321-ficha-de-fetux
Endor; Academia Jedi Elite pasa a tener en su patrimonio El Holocron de Asli Krimsan.
Endor; Academia Jedi Elite pasa a tener en su patrimonio El Holocron de Tionne.
Endor; Academia Jedi Elite pasa a tener en su patrimonio El Codex de Tython.
http://www.habbowars.com/t8591-endor-academia-jedi
Aclaración: No las pierdo de mi ficha, sino quedan dentro de la academia (el mismo caso del patrimonio de las otras academias), especificamente ponerlo donde dice:
"OBJETOS [De roleo interno y de afección al rol]:"
Última edición por Relan el Jue Mar 01, 2012 5:23 pm, editado 3 veces
Relan- Mensajes : 1758
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Uff pésimo roleo, no me esperaba esto de ti, Relan.
Es broma, me encanta el roleo, es muy bueno [aunque me quedé en el capítulo "Mensaje" esta tarde lo seguiré leyendo].
Todas las obtenciones y "cambios" válidos.
PD: Yo soy mucho más poderoso de lo que reflejas de Sobek en tú roleo man
Es broma, me encanta el roleo, es muy bueno [aunque me quedé en el capítulo "Mensaje" esta tarde lo seguiré leyendo].
Todas las obtenciones y "cambios" válidos.
PD: Yo soy mucho más poderoso de lo que reflejas de Sobek en tú roleo man
Invitat- Invitado
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo IV:
El filo de la luz
Después de unas horas de haber meditado Relan abre los ojos, se levanta y va hacia su asiento. - Creo que ya he de llegar al destino. Al notar que frente a el se encontraba aquel planeta que cuando joven desactiva los motores y el sistema de control, de manera de no ser detectado. - Al estar en contacto con el Orbe del pasaje, y si los Tarasines eran capaces también, quizás también pueda. Relan va hacia el centro de la nave nuevamente y se cambia de ropa de manera que se pone una tunica blanca antigua y mediante el poder del Ojo del sol comienza a desmaterializarse, y se transporta hacia aquella estación.
Al materializarse nuevamente Relan observa que la estación había sido usurpada anteriormente. - Esta no es la Exis que conocí, que habrá pasado. Mientras el caminaba va hacia el hall central y al notar en una de las pantallazas había un mensaje, este contenía la grabación de un Sith, el cual el Jedi reconoció de inmediato.
- Esta estación ya es una simple basura, sucumbirán ante el poder del lado oscuro. Relan corta la grabación y camina nuevamente por la estación hacia las habitaciones, viendo los nombres de aquellos Jedi que se encontraban.
- No quisiera ni toparme con Sunrider aquí, así que veamos. Relan seguía caminando, y leía cada nombre y observaba cada cuadro que se encontraba en dicha estación, hasta que se detiene un momento al ver una de las habitaciones semi abiertas las cuales le causo la atención, entra en ella y observa con atención lo que encontraba sobre ella. Observa fijamente y susurra repentinamente.
- Doneeta...
Relan se agacha un momento y da una reverencia ante la habitación, observa los cuadros y en ello observa una katana envuelta, la cual Relan al observarla no creía que estaría destruida. Al acercarse Relan antes de tocarla comienza a recordar.
- No os preocupes la virtud de la luz reside en aquellos bienaventurados que creen en si, la luz resplandece y crece en si, la melancolía de la oscuridad será suprimida por aquellos que la siguen por si. Un sujeto encapuchado se levanta de la silla mostrando a su alrededor un salón en cual estaban sentados varios sujetos encapuchados. - Los dragones dejaran de morir, no solo nosotros defenderemos el Krayt sin miles de organizaciones a partir de lo que les digo, infinitas organizaciones se han creado en toda la galaxia, distíngase de un seguidor de la luz o de la oscuridad, un exiliado o alguien que desprecie la fuerza, el usuario o el simple ideólogo de una idea infinitamente cerrada que a ojos vista se sucumbe a su ocaso.
- Gracias, por informarnos. - antes de irme les traigo una advertencia, esto fue lo ultimo que rescate de un insolente que quiso extinguir la vida de un krayt. El sujeto saca a la luz un Cuerno y una escama, este cuerno podrá volver a crecer, esta escama quizás se regenere, pero la vida de aquel Jedi que extinguí se lo merecía por su ego que solo lo dejaría sucumbir ante el lado oscuro. - Pero porque matas a un Jedi siendo tú un Jedi, ¡eso es traición! Traición no le llamaría a la protección de una bestia que esta por extinguirse en cierta región de Tatooine y de pasada el podrá revivir ya que su espíritu volverá a nacer nuevamente, solo le di una advertencia. El encapuchado desliza por la mesa la escama y ante sus ojos deja flotando el cuerno y lo deja en el centro de la mesa, el sujeto comienza a mover sus manos y sus ojos comienzan a brillar, una vez el alza su mano hacia el cuerno este misteriosamente comienza a quemarse y un viento comienza a correr haciendo que misteriosamente el cuerno se convierta en polvo. - El carbono que contenía este cuerno ahora e de convertirse en la arena blanca que cubre toda Tatooine, esta advertencia es para todas las organizaciones, Somos usuarios de la Fuerza, somos Jedi, somos Sith, somos usuarios que protegen la vida de alguien que esta por extinguirse en diferentes sectores.
El sujeto da media vuelta y sale del salón en que se encontraba.
Al retirarse de el sector en lo oculto de de unos conductos subterráneos el encapuchado sale por una salida secreta que conectaba al desierto pleno de Tatooine, el cual al limpiarse se agacha y de un salto comienza a volar por los aires de Tatooine.
En ello es detectado por un caza TIE el cual lo sigue.
- Lo que me faltaba...
El encapuchado da unos giros en el aire y trata de distraer al Caza por las nubes, el cual dicha nave comienza a dispararle pero el encapuchado en los aires comienza a evadirlo y saca un sable de luz. La nave al salir del conjunto de nubes que aparecía se topa con una tormenta de arena, sin visualizar al encapuchado, el Soldado imperial al no ver donde estaba el encapuchado trata de ver por su radar, pero rápidamente el encapuchado se encontraba arriba de la nave TIE y le hace un agujero arriba de la nave, de manera que saca al soldado imperial y lo lanza a la tormenta de arena, el encapuchado sonríe y se lanza hacia donde estaba el soldado en el aire poniéndose enfrente de el sonríe nuevamente y hace un chasquido de dedos.
- Espero que te guste el carbón. Mediante la combustión del calor en la zona y la arena el encapuchado mediante la fuerza comienza a formar una tormenta de arena y fuego la cual cubría al soldado dejándolo caer a las calidas arenas de Tatooine., mientras que el encapuchado al caer se limpia un poco donde el fuego le había llegado a su tunica y sin quemadura alguna ya que se había cubierto sigue su camino.
- Un gusto conocerte, Relan.
- El gusto es Mio Tott Doneeta.
Relan al estar nuevamente en si observa el espíritu de aquel maestro Jedi que rondaba la estación Exis. - Entonces es cierto que una de tus dos katanas fue rota y la otra es aquella. El espíritu al observar al Maestro Jedi nota que portaba el ojo del sol, y al ver en el veía a un Jedi el cual tenía una afinidad en la fuerza extraña. - ¿Tu tienes dos personas en ti no? - Si, tengo el espíritu de un Filosofo Sith el cual dio en la inmaculada concepción a una Hija la cual también fue filosofa, quien fue pareja de un antiguo Sith quien dio a engendrar a mi nieto, un Cultista al cual respeto. - ¿Y no tienes problemas con ello? El Jedi sonríe y le explica. - Azazyel es igual que yo, cuando lo libero el a veces tiene el instinto de matar Jedi, pero lo controlo, el es un fiel amigo y compañero, yo le doy mi sabiduría como el la suya y compartimos esencias de la fuerza diferentes, el la oscuridad y yo la luz, a diferencia que yo controlo más elementos y se como volver a mi cuerpo suprimiéndolo si el se descontrola, yo sacrifico mi propio cuerpo por que la luz siga viva y porque todo resulte como debe ser. El espíritu del maestro sonríe al oír dichas palabras. - Me recuerdas en parte en mi vida, yo fui algo similar a ti, yo rechace varias veces actos de Jedi, dejando fluir una esencia en mi la cual era ayudar dando mi vida a la protección de los Jedi, puedes portar mi katana, y representar mi esencia donde vallas. - Gracias Maestro Doneeta. - Que Ashla os guíe. - Igualmente.
Al Salir de la habitación Relan sosteniendo la katana vuelve al hall central de la estación. Bien hora de ir a aquella fabrica. Saca un comunicador y le pide a la unidad R3 que se encontraba en la nave que llevara la nave a Endor, que el ya de alguna forma volvería, lo cual la unidad R3 sigue las ordenes y se retira. Mientras que Relan al usar la katana del maestro abre un Vortex el cual el Jedi camina hacia el ya que fue creado mediante el ojo del sol y el corte de viento que hizo con la katana del Maestro Doneeta. llevandolo a otro lugar de la galaxia.
- Que ryloth os proteja siempre Maestro.
Obtenciones:
- Zeo pierde Cuerno de Dragon Krayt.
- Zeo pierde Escama de Dragon Krayt.
- Zeo Obtiene: "Artefacto Jedi; Katana de Toot Doneeta"
(Aclaración; Este artefacto no se considera un arma, menos un sable de luz, ya que no posee as de luz a diferencia de los comunes, es una simple katana sin propiedad alguna, que no puede ser utilizada en el sistema de combate)
Relan- Mensajes : 1758
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Me he quedado Sin palabras..
Invitado- Invitado
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo V:
La reflexión
Al materializarse Relan cae encima de un hangar en movimiento devolviendose sin nadie a la zona de inicio de navegación, el Jedi se afirma y al levantarse, va al pequeño panel de control y hace mover el hangar en dirección a los establecimientos de estracción minera del planeta.
Mustafar, lugar calido y estrabagante, en el cual el Maestro habia llegado, el cerraba los ojos mientras que el hangar se encontraba en movimiento.
- Hasta el momento todo bien...
Mientras llegaba a su destino al rededor de Relan el paisaje habia cambiado, ya la fauna en la cual concentraba en los sectores por donde hace años el paso ya no se notaba, Relan abre sus ojos y nota que no habian pasado los años, el sector en donde se encontraba seguia igual, las instalaciones, las fabricas, e incluso los hogares que se encontraban detras de el.
Relan al caminar a por un pasillo hacia dicha fabrica nota aquel gran porton.
- Padre... Relan al susurrar levemente y sonrie de forma carismatica llegando a estar enfrente del porton el cual toca con su mano derecha y la desliza hacia un lado.
La mano comienza a deslizarse y atraviesa la puerta al igual que todo su cuerpo y transpasa la puerta, la cual al entrar a la fabrica da un giro hacia la puerta y la golpea.
- ¿Quien Es? - Un mercader que quiere ver a un desendiente de la Familia Olok. - No hay nadie. el comunicador se corta y Relan vuelve a dar media vuelta, entrando a la Fabrica.
Ya al cabo de un par de horas de rondar por la Fabrica, Relan nota que la fabrica esta conectada a la instalación minera que visito cuando joven. Lo cual el al caminar por aquel pasillo notaba por que no se encontrara con ninguna trampa.
- No me abrieron con lo que deberia estar desactivado...
y así Relan caminaba en el camino que daba a la entrada de la instalación minera la cual entro mediante unas escaleras que bajaba hasta que a lo lejos ve dos entradas y corre hacia ellas, pero al correr en el suelo activa una trampa que activaba cientos de Droides que poseian un campo de fuerza. Ya al estar en el pasillo que conectaba a los dos caminos el se encontro que cada salida eran contenedores de droides que venian hacia el.
- Me lleva el...
Relan de un salto saca un sable canalizando la fuerza en ella. Al notar que los droides venian todos en fila por un pasillo en ambos extremos baja rápido y lanza su sable hacia el extremo derecho con fuerza de manera directa ante los droides pero antes que llegara el droide activa su campo de fuerza.
- Predesible...
Relan aparese y sostiene su sable en la mano. el droide lo observa y lo apunta, de manera cuando estaba por dispararle el quita su campo de fuerza por un instante y Relan mediante un impulso atraviesa a aquel droide y a los que se encontraban detras llegando al centro de la habitación en que otros cientos de droides lo apuntaban de manera fija al rededor de el.
- Haganlo. Relan comienza a brillar y los droides disparaban, en un abrir de ojos todos los droides se habian disparado entre si, ya que Relan se habia desmaterializado. lo cual entre todo el monton de chatarra Relan se materializa y va hacia el siguiente salón en donde se encontraban droides pero al salir hacia el pasillo los droides ya habian avanzado.
Relan levita a algunos de forma que los empujaran todos al pasillo del lado izquierdo que se encontraba enfrente de el y acto segudi realiza lo mismo que con los droides del lado derecho.
Ya al llegar al final del camino nota nuevamente dos caminos el cual el Maestro opta por el lado derecho camina y nota que otros dos pasillos llegaban a la mitad del camino.
- Me comienza a molestar esto.
observando por el camino derecho nota un salón y en el al fondo una gran pantalla el cual camina hacia ella.
el registra los datos y nota que se encontraba una habitacion en la cual un doctor se encontraba.
- Al Fin. Relan activa el comunicador y toma la dirección de donde era posible encontrarlo.
- Descendiente de Olok he de hablar contigo. Relan corta las transmision y se dirige haca un lado en la pared que estaba detras de la computadora, golpeandola levemente viendo donde era mas ligera.
- Bien. al concentrar la fuerza en su puño Relan de un golpe rompe la pared en la parte más debil que encontro haciendo un agujero en la pared.
- Me ahorre diez minutos...
pasando la pared llega hacia un pasillo el cual comienza a caminar de forma tranquila.
- El segundo a la derecha y luego a la salida. Relan notaba que no habia ninguna presencia de droides y al llegar al camino a la habitación que queria encontrar oye unas voces. relan sonrie y entra en la habitación notando a un mon calamari agitado de un lado al otro.
- Se que lo deje por aqui. - Que dejo por aqui. - Mi generador de repulsioón lo deje por aquí ¡AY!, ¡quien eres! usted debe ser descendiente del doctor Olok quien guarda aqui el cubo. - ¡Que cubo!, no se de que hablas chico, necesito ¡mi generador de repulsión!, si no esta aqui, oh no.. oh no.. ¡esta en las ruinas! - ¿En las ruinas del templo no? - ¡En esas ruinas! - Yo lo ayudare, no se preocupe, gracias muchacho. - Muchacho deje de ser hace mucho, no se preocupe volvere con ese generador de repulsión.
Relan al salir de la habitación toma un atajo en una salida cercana lo cual lo llevaba a un hangar movil que lo podia trasladar, el cual utiliza y va rumbo a aquellas ruinas.
[Horas más tarde...]
El jedi al observar aquella estructura de piedra y las ruinas que lo rodeaban comienza a recordar al observar aquellas ruinas.
- Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en una bestia jorobada, y ella en un Krayt, y el Krayt, por fin, en niño.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.
¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que la bestia jorobada, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador?.
¿O acaso es: alimentarse de los frutos y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los merodeadores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos miedo?
Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante a la bestia jorobada que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en krayt se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el espíritu del krayt dice «yo quiero».
«Tú debes» le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamente «¡Tú debes!».
Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: «todos los valores de las cosas brillan en mí».
«Todos los valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún “Yo quiero!”» Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el Krayt en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos tampoco el krayt es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear eso sí es capaz de hacerlo el poder del Krayt.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el Krayt.
Tomarse el derecho de nuevos valores ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.
En otro tiempo el espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el krayt.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el krayt ha podido hacer? ¿Por qué el krayt rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en una bestia jorobada, y ella en krayt, y el, por fin, en niño.
Le habían alabado a Azazyel un sabio que sabía hablar bien del dormir y de la virtud: por ello, se decía, era muy honrado y recompensado, y todos los jóvenes se sentaban ante su cátedra. A él acudió Relan, y junto con todos los jóvenes se sentó ante su cátedra. Y así habló el sabio:
¡Sentid respeto y pudor ante el dormir! ¡Eso es lo primero! ¡Y evitad a todos los que duermen mal y están desvelados por la noche!
Incluso el ladrón siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en silencio por la noche. En cambio el vigilante nocturno carece de pudor, sin pudor alguno vagabundea con su trompeta.
Dormir no es arte pequeño: se necesita, para ello, estar desvelado el día entero.
Diez veces tienes que superarte a ti mismo durante el día: esto produce una fatiga buena y es adormidera del alma. Diez veces tienes que volver a reconciliarte a ti contigo mismo; pues la superación es amargura, y mal duerme el que no se ha reconciliado.
Diez verdades tienes que encontrar durante el día: de otro modo, sigues buscando la verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta.
Diez veces tienes que reír durante el día, y regocijarte: de lo contrario, el estómago, ese padre de la tribulación, te molesta en la noche.
Pocos saben esto: pero es necesario tener todas las virtudes para dormir bien. ¿Diré yo falso testimonio? ¿Cometeré yo adulterio?
¿Me dejaré llevar a desear la sierva de mi prójimo. Todo esto se avendría mal con el buen dormir.
Y aunque se tengan todas las virtudes, es necesario entender aún de una cosa: de mandar a dormir a tiempo a las virtudes mismas.
¡Para que no disputen entre sí esas lindas mujercitas! ¡Y sobre ti, desventurado!
Paz con la luz y con el vecino: así lo quiere el buen dormir. ¡Y paz incluso con la oscuridad del vecino! De lo contrario, rondará en tu casa por la noche.
¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida! ¡Así lo quiere el buen dormir! ¿Qué puedo yo hacer si al poder le gusta caminar sobre piernas torcidas?
Para mí el mejor pastor será siempre aquel que lleva sus rebaños al prado más verde esto se aviene con el buen dormir.
No quiero muchos honores, ni grandes tesoros: eso inflama el bazo. Pero se duerme mal sin un buen nombre y un pequeño tesoro.
Una compañía escasa me agrada más que una malvada: sin embargo, tiene que venir e irse en el momento oportuno. Esto se aviene con el buen dormir.
Mucho me agradan también los pobres de espíritu: fomentan el sueño. Son bienaventurados, especialmente si se les da siempre la razón.
Así transcurre el día para el virtuoso. ¡Mas cuando la noche llega me guardo bien de llamar al dormir! ¡El dormir, que es el señor de las virtudes, no quiere que lo llamen!
Sino que pienso en lo que yo he hecho y he pensado durante el día. Rumiando me interrogo a mí mismo, paciente igual que una vaca: ¿cuáles han sido, pues, tus diez superaciones?
¿Y cuáles han sido las diez reconciliaciones, y las diez verdades, y las diez carcajadas con que mi corazón se hizo bien a sí mismo?
Reflexionando sobre estas cosas, y mecido por cuarenta pensamientos, de repente me asalta el dormir, el no llamado, el señor de las virtudes.
El dormir llama a la puerta de mis ojos: éstos se vuelven entonces pesados. El dormir toca mi boca: ésta queda entonces abierta.
En verdad, con suave calzado viene a mí él, el más encantador de los ladrones, y me roba mis pensamientos: entonces yo me quedo en pie como un tonto, igual que esta cátedra.
Pero no estoy así durante mucho tiempo: en seguida me acuesto. -
Mientras Relan oía hablar así a aquel sabio se reía en su corazón: pues una luz había aparecido entretanto en su horizonte. Y habló así a su corazón:
Un necio es para mí este sabio con sus cuarenta pensamientos: pero yo creo que entiende bien de dormir.
¡Feliz quien habite en la cercanía de este sabio! Semejante dormir se contagia, aun a través de un espeso muro se contagia. Un hechizo mora también en su cátedra. Y no en vano se han sentado los jóvenes ante el predicador de la virtud.
Su sabiduría dice: velar para dormir bien. Y en verdad, si la vida careciese de sentido y yo tuviera que elegir un sinsentido, éste sería para mí el sinsentido más digno de que se lo eligiese.
Ahora comprendo claramente lo que en otro tiempo se buscaba ante todo cuando se buscaban maestros de virtud. ¡Buen dormir es lo que se buscaba, y, para ello, virtudes que fueran como adormideras!
Para todos estos alabados sabios de las cátedras era sabiduría el dormir sin soñar: no conocían mejor sentido de la vida.
Y todavía hoy hay algunos como este predicador de la virtud, y no siempre tan hones-tos: pero su tiempo ha pasado. Y no hace mucho que están en pie: y ya se tienden.
Bienaventurados son estos somnolientos: pues no tardarán en quedar dormidos.
En otro tiempo también Azazyel proyectó su ilusión más allá del ser, lo mismo que todos los trasmundanos. Obra de la luz sufriente y atormentado me parecía entonces el mundo.
Sueño me parecía entonces el mundo, e invención poética de una luz; humo coloreado ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho.
Bien y mal, y placer y dolor, y yo y tú humo coloreado me parecía todo eso ante ojos creadores. El creador quiso apartar la vista de sí mismo, - entonces creó el mundo.
Ebrio placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse a sí mismo. Ebrio placer y un perderse a sí mismo me pareció en otro tiempo el mundo.
Este mundo, eternamente imperfecto, imagen, e imagen imperfecta, de una contradicción eterna un ebrio placer para su imperfecto creador: - así me pareció en otro tiempo el mundo.
Y así también yo proyecté en otro tiempo mi ilusión más allá del hombre, lo mismo que todos los trasmundanos. ¿Más allá del hombre, en verdad?
¡Ay, hermanos, esa luz que yo creé era obra del ser y demencia de el, como todas las visiones de la fuerza!
Ser era, y nada más que un pobre fragmento del ser y de yo: de mi propia ceniza y de mi propia brasa surgió ese fantasma, y, ¡en verdad!, ¡no vino a mí desde el más allá!
¿Qué ocurrió, hermanos míos? Yo me superé a mí mismo, al ser que sufría, yo llevé mi ceniza a la montaña, inventé para mí una llama más luminosa. ¡Y he aquí que el fantasma se me desvaneció!
Sufrimiento sería ahora para mí, y tormento para el curado, creer en tales fantasmas: sufrimiento sería ahora para mí, y humillación. Así hablo yo a los trasmundanos.
Sufrimiento fue, e impotencia, - lo que creó todos los trasmundos; y aquella breve demencia de la felicidad que sólo experimenta el que más sufre de todos.
Fatiga, que de un solo salto quiere llegar al final, de un salto mortal, una pobre fatiga ignorante, que ya no quiere ni querer: ella fue la que creó todos los dioses y todos los trasmundos.
¡Creedme, hermanos míos! Fue el cuerpo el que desesperó del cuerpo, - con los dedos del espíritu trastornado palpaba las últimas paredes.
¡Creedme, hermanos míos! Fue el cuerpo el que desesperó de la tierra, - oyó que el vientre del ser le hablaba.
Y entonces quiso meter la cabeza a través de las últimas paredes, y no sólo la cabeza, - quiso pasar a «aquel mundo». Pero «aquel mundo» está bien oculto a los ojos del hom-bre, aquel inhumano mundo deshumanizado, que es una nada celeste; y el vientre del ser no habla en modo alguno al ser, a no ser en forma de ser.
En verdad, todo «ser» es difícil de demostrar, y difícil resulta hacerlo hablar. Decidme, hermanos míos, ¿no es acaso la más extravagante de todas las cosas la mejor demostrada?
Sí, este yo y la contradicción y confusión del yo continúan hablando acerca de su ser del modo más honesto, este yo que crea, que quiere, que valora, y que es la medida y el valor de las cosas.
Y este ser honestísimo, el yo - habla del cuerpo, y continúa queriendo el cuerpo, aun cuando poetice y fantasee y revolotee de un lado para otro con rotas alas.
El yo aprende a hablar con mayor honestidad cada vez: y cuanto más aprende, tantas más palabras y honores encuentra para el cuerpo y la tierra.
Mi yo me ha enseñado un nuevo orgullo, y yo se lo enseño a los seres: ¡a dejar de esconder la cabeza en la arena de las cosas celestes, y a llevarla libremente, una cabeza terrena, la cual es la que crea el sentido de la tierra!
Una nueva voluntad enseño yo a los seres: ¡querer ese camino que el ser ha recorrido a ciegas, y llamarlo bueno y no volver a salirse a hurtadillas de él, como hacen los enfermos y moribundos!
Enfermos y moribundos eran los que despreciaron el cuerpo y la tierra y los que inventaron las cosas celestes y las gotas de sangre redentoras: ¡pero incluso estos dulces y sombríos venenos los tomaron del cuerpo y de la tierra!
De su miseria querían escapar, y las estrellas les parecían demasiado lejanas. Entonces suspiraron: «¡Oh, si hubiese caminos celestes para deslizarse furtivamente en otro ser y en otra felicidad!» - ¡entonces se inventaron sus caminos furtivos y sus pequeños brebajes de sangre!.
Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustraídos a su cuerpo y a esta tierra. Sin embargo, ¿a quién debían las convulsiones y delicias de su éxtasis? A su cuerpo y a esta tierra.
Indulgente es Azazyel con los enfermos. En verdad, no se enoja con sus especies de consuelo y de ingratitud. ¡Que se transformen en convalecientes y en superadores, y que se creen un cuerpo superior!
Tampoco se enoja Azazyel con el convaleciente si éste mira con delicadeza hacia su ilusión y a medianoche se desliza furtivamente en torno a la tumba de su dios: mas enfermedad y cuerpo enfermo continúan siendo para mí también sus lágrimas.
Mucho pueblo enfermo ha habido siempre entre quienes poetizan y tienen la manía de la luz; odian con furia al ser del conocimiento y a aquella virtud, la más joven de todas, que se llama: honestidad.
Vuelven siempre la vista hacia tiempos oscuros: entonces, ciertamente, ilusión y fe eran cosas distintas; el delirio de la razón era semejanza con la luz, y la duda era un vicio.
Demasiado bien conozco a estos seres semejantes a la luz: quieren que se crea en ellos, y que la duda sea Viciosa. Demasiado bien sé igualmente qué es aquello en lo que más creen ellos mismos.
En verdad, no en trasmundos ni en gotas de sangre redentora: sino que es en el cuerpo en lo que más creen, y su propio cuerpo es para ellos su cosa en sí.
Pero cosa enfermiza es para ellos el cuerpo: y con gusto escaparían de él. Por eso escuchan a los predicadores de la muerte, y ellos mismos predican trasmundos.
Es mejor que oigáis, hermanos míos, la voz del cuerpo sano: es ésta una voz más honesta y más pura.
Con más honestidad y con más pureza habla el cuerpo sano, el cuerpo perfecto y cuadrado: y habla del sentido de la tierra.
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles mi palabra. No deben aprender ni ense-ñar otras doctrinas, sino tan sólo decir adiós a su propio cuerpo - y así enmudecer.
«Cuerpo soy yo y alma» - así habla el niño. ¿Y por qué no hablar como los niños?
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra para designar algo en el cuerpo.
El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
Instrumento de tu cuerpo es también tu pequeña razón, hermano mío, a la que llamas «espíritu», un pequeño instrumento y un pequeño juguete de tu gran razón.
Dices «yo» y estás orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa aún más grande, en la que tú no quieres creer, - tu cuerpo y su gran razón: ésa no dice yo, pero hace yo.
Lo que el sentido siente, lo que el espíritu conoce, eso nunca tiene dentro de sí su final. Pero sentido y espíritu querrían persuadirte de que ellos son el final de todas las cosas: tan vanidosos son.
Instrumentos y juguetes son el sentido y el espíritu: tras ellos se encuentra todavía el sí mismo. El sí mismo busca también con los ojos de los sentidos, escucha también con los oídos del espíritu.
El sí mismo escucha siempre y busca siempre: compara, subyuga, conquista, destruye. El sí mismo domina y es el dominador también del yo.
Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido - llámase sí mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.
Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría. ¿Y quién sabe para qué necesita tu cuerpo precisamente tu mejor sabiduría?
Tu sí mismo se ríe de tu yo y de sus orgullosos saltos. «¿Qué son para mí esos saltos y esos vuelos del pensamiento?, se dice. Un rodeo hacia mi meta. Yo soy las andaderas del yo y el apuntador de sus conceptos.»
El sí mismo dice al yo: «¡siente dolor aquí!» Y el yo sufre y reflexiona sobre cómo dejar de sufrir - y justo para ello debe pensar.
El sí mismo dice al yo: «¡siente placer aquí!» Y el yo se alegra y reflexiona sobre cómo seguir gozando a menudo - y justo para ello debe pensar.
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles una palabra. Su despreciar constituye su apreciar. ¿Qué es lo que creó el apreciar y el despreciar y el valor y la voluntad?
El sí mismo creador se creó para sí el apreciar y el despreciar, se creó para sí el placer y el dolor. El cuerpo creador se creó para sí el espíritu como una mano de su voluntad.
Incluso en vuestra tontería y en vuestro desprecio, despreciadores del cuerpo, servís a vuestro sí mismo. Yo os digo: también vuestro sí mismo quiere morir y se aparta de la vida. Ya no es capaz de hacer lo que más quiere: - crear por encima de sí. Eso es lo que más quiere, ése es todo su ardiente deseo.
Para hacer esto, sin embargo, es ya demasiado tarde para él: - por ello vuestro sí-mismo quiere hundirse en su ocaso, despreciadores del cuerpo.
¡Hundirse en su ocaso quiere vuestro sí mismo, y por ello os convertisteis vosotros en despreciadores del cuerpo! Pues ya no sois capaces de crear por encima de vosotros.
Y por eso os enojáis ahora contra la vida y contra la tierra. Una inconsciente envidia hay en la oblicua mirada de vuestro desprecio.
¡Yo no voy por vuestro camino, despreciadores del cuerpo! ¡Vosotros no sois para mí puentes hacia la luz!
Hermano mío, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes en común con nadie. Ciertamente, tú quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres tirarle de la oreja y divertirte con ella.
¡Y he aquí que tienes su nombre en común con el pueblo y que, con tu virtud, te has convertido en pueblo y en rebaño! Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de mis entrañas».
Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes que hablar de ella, no te avergüences de balbucear al hacerlo.
Habla y balbucea así: «Éste es mi bien, esto es lo que yo amo, así me agrada del todo, únicamente así quiero yo el bien. No lo quiero como ley de la luz, no lo quiero como precepto y forzosidad de los hombres: no sea para mí una guía hacia tierras y hacia paraísos.
Una virtud terrena es la que yo amo: en ella hay poca inteligencia, y lo que menos hay es la razón de todos.
Pero ese pájaro ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho, - ahora incuba en mí sus áureos huevos.»
Así debes balbucir y alabar tu virtud.
En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes más que tus virtudes: han surgido de tus pasiones.
Pusiste tu meta suprema en el corazón de aquellas pasiones: entonces se convirtieron en tus virtudes y alegrías.
Y aunque fueses de la estirpe de los coléricos o de la de los lujuriosos, o de los fanáticos de su fe o de los vengativos:
Al final todas tus pasiones se convirtieron en virtudes y todos tus sentimientos oscuros en iluminados.
En otro tiempo tenías perros salvajes en tu mazmorra: pero al final se transformaron en pájaros y en amables cantoras.
De tus venenos has extraído tu bálsamo, has ordeñado a tu vaca Tribulación, - ahora bebes la dulce leche de sus ubres. Y ninguna cosa malvada surgirá ya de ti en el futuro, a no ser el mal que surja de la lucha de tus virtudes.
Hermano mío, si eres afortunado tienes una sola virtud, y nada más que una: así atraviesas con mayor ligereza el puente.
Es una distinción tener muchas virtudes, pero es una pesada suerte; y más de uno se fue al desierto y se mató porque estaba cansado de ser batalla y campo de batalla de virtudes.
Hermano mío, ¿son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario, necesarios son la envidia y la desconfianza y la calumnia entre tus virtudes.
Mira cómo cada una de tus virtudes codicia lo más alto de todo: quiere tu espíritu íntegro, para que éste sea su heraldo, quiere toda tu fuerza en la cólera, en el odio y en el amor.
Celosa está cada virtud de la otra, y cosa horrible son los celos. También las virtudes pueden perecer de celos.
Aquel a quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra sí mismo el aguijón envenenado, igual que el escorpión.
Ay, hermano mío, ano has visto nunca todavía a una virtud calumniarse y acuchillarse a sí misma?
El ser es algo que tiene que ser superado: y por ello tienes que amar tus virtudes, - pues perecerás a causa de ellas.
Vosotros, jueces y sacrificadores, no queréis matar hasta que el animal haya inclinado la cabeza? Mirad, el pálido delincuente ha inclinado la cabeza: en sus ojos habla el gran desprecio.
«Mi yo es algo que debe ser superado: mi yo es para mí el gran desprecio del hombre»: así dicen esos ojos.
El haberse juzgado a sí mismo constituyó su instante supremo: ¡no dejéis que el excelso recaiga en su bajeza!
No hay redención alguna para quien sufre tanto de sí mismo, excepto la muerte rápida.
Vuestro matar, jueces, debe ser compasión y no venganza. ¡Y mientras matáis, cuidad de que vosotros mismos justifiquéis la vida!
No basta con que os reconciliéis con aquel a quien matáis. Vuestra tristeza sea amor a la luz: ¡así justificáis vuestro seguir viviendo!
«Enemigo» debéis decir, pero no «bello»; «enfermo» debéis decir, pero no «bribón»; «tonto» debéis decir, pero no «vicioso».
Y tú, rojo embajador, si alguna vez dijeses en voz alta todo lo que has hecho con el pensamiento: todo el mundo gritaría: «¡Fuera esa inmundicia y ese gusano venenoso!»
Pero una cosa es el pensamiento, otra la acción, y otra la imagen de la acción. La rueda del motivo no gira entre ellas. Una imagen puso pálido a ese pálido ser. Cuando realizó su acción él estaba a la altura de ella: mas no soportó la imagen de su acción, una vez cometida ésta.
Desde aquel momento, pues, se vio siempre como autor de una sola acción. Demencia llamo yo a eso: la excepción se invirtió, convirtiéndose para él en la esencia.
La raya trazada sobre el suelo hechiza a la gallina; el golpe dado por el delincuente hechizó su pobre razón - demencia después de la acción llamo yo a eso.
¡Oíd, embajadores! Existe todavía otra demencia: la de antes de la acción. ¡Ay, no me habéis penetrado bastante profundamente en esa alma!
Así habla el rojo embajador: «¿por qué este delincuente asesinó? Quería robar». Mas yo os digo: su alma quería sangre, no robo: ¡él estaba sediento de la felicidad del cuchillo!
Pero su pobre razón no comprendía esa demencia y le persuadió. «¡Qué importa la sangre!, dijo; ¿no quieres al menos cometer también un robo? ¿Tomarte una venganza?»
Y él escuchó a su pobre razón: como plomo pesaba el discurso de ella sobre él, - entonces robó, al asesinar. No quería avergonzarse de su demencia.
Y ahora el plomo de su culpa vuelve a pesar sobre él, y de nuevo su pobre razón está igual de rígida, igual de paralizada, igual de pesada.
Con sólo que pudiera sacudir su cabeza, su peso rodaría al suelo: mas ¿quién sacude esa cabeza?
¿Qué es ese ser? Un montón de enfermedades, que a través del espíritu se extienden por el mundo: allí quieren hacer su botín.
¿Qué es ese ser? Una maraña de serpientes salvajes, que rara vez tienen paz entre sí, - y entonces cada una se va por su lado, buscando botín en el mundo.
¡Mirad ese pobre cuerpo! Lo que él sufría y codiciaba, esa pobre alma lo interpretaba para sí, - lo interpretaba como placer asesino y como ansia de la felicidad del cuchillo.
A quien ahora se pone enfermo asáltalo el mal, lo que ahora es mal: el enfermo quiere causar daño con aquello que a él le causa daño. Pero ha habido otros tiempos, y otros males y bienes.
En otro tiempo eran un mal la duda y la voluntad de sí mismo. Entonces el enfermo se convertía en hereje y en hechizera: como hereje y como bruja sufría y quería hacer sufrir.
Pero esto no quiere entrar en vuestros oídos: perjudica a vuestros buenos, me decís. ¡Mas qué me importan a mí vuestros buenos!
Muchas cosas de vuestros buenos me producen náuseas, y, en verdad, no su mal. ¡Pues yo quisiera que tuvieran una demencia a causa de la cual pereciesen, como ese pálido delincuente!
En verdad, yo quisiera que su demencia se llamase verdad o fidelidad o justicia: pero ellos tienen su virtud para vivir largo tiempo y en un lamentable bienestar.
Yo soy un pretil junto a la corriente: ¡agárreme el que pueda agarrarme! Pero yo no soy vuestra muleta.
De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu.
No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.
Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todavía - y hasta el espíritu olerá mal.
El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir, sino también el pensar.
En otro tiempo el espíritu era Dios, luego se convirtió en hombre, y ahora se convierte incluso en plebe.
Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido de memoria.
En las montañas el camino más corto es el que va de cumbre a cumbre: mas para ello tienes que tener piernas largas. Cumbres deben ser las sentencias: y aquellos a quienes se habla, hombres altos y robustos.
El aire ligero y puro, el peligro cercano y el espíritu lleno de una alegre maldad: estas cosas se avienen bien.
Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta los fantasmas se crea sus propios duendes,- el valor quiere reír.
Yo ya no tengo sentimientos en común con vosotros: esa nube que veo por debajo de mí, esa negrura y pesadez de que me río, - cabalmente ésa es vuestra nube tempestuosa.
Vosotros miráis hacia arriba cuando deseáis elevación. Y yo miro hacia abajo, porque estoy elevado.
¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida.
Valerosos, despreocupados, irónicos, violentos - así nos quiere la sabiduría: es una mujer y ama siempre únicamente a un guerrero.
Vosotros me decís: «la vida es difícil de llevar». Mas ¿para qué tendríais vuestro orgullo por las mañanas y vuestra resignación por las tardes?
La vida es difícil de llevar: ¡no me os pongáis tan delicados! Todos nosotros somos guapos, borricos y pollinas de carga.
¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de la rosa, que tiembla porque tiene encima de su cuerpo una gota de rocío?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar.
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia.
Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y todo lo que entre los seres es de su misma especie.
Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace llorar y cantar a Azazyel.
Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Y cuando vi a mi oscuridad lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez - él hace caer a todas las cosas.
No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora la luz baila por medio de mí.
El ojo de Relan había visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde caminaba solo por los montes que rodean la ciudad llamada «isla tulrus»: he aquí que encontró en su camino a aquel joven, sentado junto a un árbol en el que se apoyaba y mirando al valle con mirada cansada. Relan agarró el árbol en cenizas junto al cual estaba sentado el joven y dijo:
Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan.
Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo a Relan, y en él estaba precisamente pensando.» Relan replicó:
«¿Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol.
Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal.»
«¡Sí, hacia el mal!, exclamó el joven. ¿Cómo es posible que tú hayas descubierto mi alma?»
Relan sonrió y dijo: «A ciertas almas no se las descubrirá nunca a no ser que antes se las invente».
«¡Sí, hacia el mal, volvió a exclamar el joven.
Tú has dicho la verdad, Relan. Desde que quiero elevarme hacia la altura ya no tengo confianza en mí mismo, y ya nadie tiene confianza en mí, - ¿cómo ocurrió esto?
Me transformo demasiado rápidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningún escalón.
Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace estremecer. ¿Qué es lo que quiero yo en la altura?
Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto más alto subo, tanto más desprecio al que sube. ¿Qué es lo que quiere éste en la altura?
¡Cómo me avergüenzo de mi subir y tropezar! ¡Cómo me burlo de mi violento jadear! ¡Cómo odio al que vuela! ¡Qué cansado estoy en la altura!»
Aquí el joven calló. Y Relan miró detenidamente a las cenizas junto al que se hallaban y dijo:
«Este árbol ya hecho cenizas se encuentra solitario aquí en la montaña; ha crecido muy por encima del ser y del animal.
Y si quisiera hablar, no tendría a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido.
Ahora él aguarda y aguarda, - ¿a qué aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: ¿acaso aguarda el primer rayo?».
Cuando Relan hubo dicho esto el joven exclamó con ademanes violentos: «Sí, Relan, tú dices verdad. Cuando yo quería ascender a la altura, anhelaba mi caída, ¡y tú eres el rayo que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo desde que tú nos has aparecido? ¡La envidia de ti es lo que me ha destruido!» - Así dijo el joven, y lloró amargamente.
Mas Relan lo rodeó con su brazo y se lo llevó consigo. Y cuando habían caminado un rato juntos, Relan comenzó a hablar así:
Mi corazón está desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro que corres.
Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu búsqueda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad.
Tus bestias salvajes quieren libertad; rugen de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisiones.
Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala.
El liberado del espíritu tiene que purificarse todavía. Muchos restos de cárcel y de moho quedan aún en él: su ojo tiene que volverse todavía puro.
Sí, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y tu esperanza!
Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstáculo en su camino.
También a los buenos un noble les es un obstáculo en su camino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.
El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven.
Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burlón, destructor.
Ay, yo he conocido nobles que perdieron su más alta esperanza. Y desde entonces calumniaron todas las esperanzas elevadas.
Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas se trazaron metas de más de un día.
“El espíritu es también voluptuosidad” - así dijeron. Y entonces se le quebraron las alas a su espíritu: éste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe.
En otro tiempo pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y horror es para ellos el héroe.
Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!
Hay predicadores de la muerte: y la tierra está llena de seres a quien hay que predicar que se alejen de la vida.
Llena está la tierra de superfluos, corrompida está la vida por los demasiados. ¡Ojalá los saque alguien de esta vida con el atractivo de la «vida eterna»!
«Profetas oscuros»: así se llama a los predicadores de la muerte, o «negros». Pero yo quiero mostrároslos todavía con otros colores.
Ahí están los seres terribles, que llevan dentro de sí el animal de presa y no pueden elegir más que o placeres o autolaceración. E incluso sus placeres continúan siendo autolaceración.
Aún no han llegado ni siquiera a ser hombres, esos seres terribles: ¡ojalá prediquen el abandono de la vida y ellos mismos se vayan a la otra!.
Ahí están los tuberculosos del alma: apenas han nacido y ya han comenzado a morir, y anhelan doctrinas de fatiga y de renuncia.
¡Querrían estar muertos, y nosotros deberíamos aprobar su voluntad! ¡Guardémonos de resucitar a esos muertos y de lastimar a esos ataúdes vivientes!
Si encuentran un enfermo, o un anciano, o un cadáver, enseguida dicen: «¡la vida está refutada!»
Pero sólo están refutados ellos, y sus ojos, que no ven más que un solo rostro en la existencia.
Envueltos en espesa melancolía, y ávidos de los pequeños incidentes que ocasionan la muerte: así es como aguardan, con los dientes apretados.
O extienden la mano hacia las confituras y, al hacerlo, se burlan de su niñería: penden de esa caña de paja que es su vida y se burlan de seguir todavía pendientes de una caña de paja.
Su sabiduría dice: «¡tonto es el que continúa viviendo, mas también nosotros somos así de tontos! ¡Y ésta es la cosa más tonta en la vida!» -
«La vida no es más que sufrimiento» - esto dicen otros, y no mienten: ¡así, pues, procurad acabar vosotros! ¡Así, pues, procurad que acabe esa vida que no es más que sufrimiento!
Y diga así la enseñanza de vuestra virtud: «¡tú debes matarte a ti mismo! ¡Tú debes quitarte de en medio a ti mismo!» –
«La voluptuosidad es un vicio, - así dicen los unos, que predican la muerte - ¡apartémonos y no engendremos hijos!»
«Dar a luz es cosa ardua, - dicen los otros - ¿para qué dar a luz? ¡No se da a luz más que seres desgraciados!» Y también éstos son predicadores de la muerte.
«Compasión es lo que hace falta - así dicen los terceros. ¡Tomad lo que yo tengo! ¡Tomad lo que yo soy! ¡Tanto menos me atará así la vida!»
Si fueran compasivos de verdad, quitarían a sus prójimos el gusto de la vida. Ser malvados - ésa sería su verdadera bondad.
Pero ellos quieren librarse de la vida: ¡qué les importa el que, con sus cadenas y sus regalos, aten a otros más fuertemente todavía! -
Y también vosotros, para quienes la vida es trabajo salvaje e inquietud: ¿no estáis muy cansados de la vida? ¿No estáis muy maduros para la predicación de la muerte?
Todos vosotros que amáis el trabajo salvaje y lo rápido, nuevo, extraño, - os soportáis mal a vosotros mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a sí mismo.
Si creyeseis más en la vida, os lanzaríais menos al instante. ¡Pero no tenéis en vosotros bastante contenido para la espera - y ni siquiera para la pereza!
Por todas partes resuena la voz de quienes predican la muerte: y la tierra está llena de seres a quienes hay que predicar la muerte.
O «la vida eterna»: para mí es lo mismo, - ¡con tal de que se marchen pronto a ella!
No queremos que con nosotros sean indulgentes nuestros mejores enemigos, ni tampoco aquellos a quienes amamos a fondo. ¡Por ello dejadme que os diga la verdad!
¡Hermanos míos en la guerra! Yo os amo a fondo, yo soy y he sido vuestro igual. Y yo soy también vuestro mejor enemigo. ¡Por ello dejadme que os diga la verdad!
Yo sé del odio y de la envidia de vuestro corazón. No sois bastante grandes para no conocer odio y envidia. ¡Sed, pues, bastante grandes para no avergonzaros de ellos!
Y si no podéis ser santos del conocimiento, sed al menos guerreros de él. Éstos son los acompañantes y los precursores de tal santidad.
Veo muchos soldados: ¡muchos guerreros es lo que quisiera yo ver! «Uniforme» se llama lo que llevan puesto: ¡ojalá no sea uniformidad lo que con ello encubren!
Debéis ser de aquellos cuyos ojos buscan siempre un enemigo - vuestro enemigo. Y en algunos de vosotros hay un odio a primera vista.
¡Debéis buscar vuestro enemigo, debéis hacer vuestra guerra, y hacerla por vuestros pensamientos! ¡Y si vuestro pensamiento sucumbe, vuestra honestidad debe cantar victoria a causa de ello!
Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras. Y la paz corta más que la larga.
A vosotros no os aconsejo el trabajo, sino la lucha. A vosotros no os aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Sea vuestro trabajo una lucha, sea vuestra paz una victoria!
Sólo se puede estar callado y tranquilo cuando se tiene una flecha y un arco: de lo contrario, se charla y se disputa. ¡Sea vuestra paz una victoria!
¿Vosotros decís que la buena causa es la que santifica incluso la guerra? Yo os digo: la buena guerra es la que santifica toda causa.
La guerra y el valor han hecho más cosas grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra valentía es la que ha salvado hasta ahora a quienes se hallaban en peligro.
«¿Qué es bueno?», preguntáis. Ser valiente es bueno. Dejad que las niñas pequeñas digan: «ser bueno es ser bonito y a la vez conmovedor».
La reflexión
Al materializarse Relan cae encima de un hangar en movimiento devolviendose sin nadie a la zona de inicio de navegación, el Jedi se afirma y al levantarse, va al pequeño panel de control y hace mover el hangar en dirección a los establecimientos de estracción minera del planeta.
Mustafar, lugar calido y estrabagante, en el cual el Maestro habia llegado, el cerraba los ojos mientras que el hangar se encontraba en movimiento.
- Hasta el momento todo bien...
Mientras llegaba a su destino al rededor de Relan el paisaje habia cambiado, ya la fauna en la cual concentraba en los sectores por donde hace años el paso ya no se notaba, Relan abre sus ojos y nota que no habian pasado los años, el sector en donde se encontraba seguia igual, las instalaciones, las fabricas, e incluso los hogares que se encontraban detras de el.
Relan al caminar a por un pasillo hacia dicha fabrica nota aquel gran porton.
- Padre... Relan al susurrar levemente y sonrie de forma carismatica llegando a estar enfrente del porton el cual toca con su mano derecha y la desliza hacia un lado.
La mano comienza a deslizarse y atraviesa la puerta al igual que todo su cuerpo y transpasa la puerta, la cual al entrar a la fabrica da un giro hacia la puerta y la golpea.
- ¿Quien Es? - Un mercader que quiere ver a un desendiente de la Familia Olok. - No hay nadie. el comunicador se corta y Relan vuelve a dar media vuelta, entrando a la Fabrica.
Ya al cabo de un par de horas de rondar por la Fabrica, Relan nota que la fabrica esta conectada a la instalación minera que visito cuando joven. Lo cual el al caminar por aquel pasillo notaba por que no se encontrara con ninguna trampa.
- No me abrieron con lo que deberia estar desactivado...
y así Relan caminaba en el camino que daba a la entrada de la instalación minera la cual entro mediante unas escaleras que bajaba hasta que a lo lejos ve dos entradas y corre hacia ellas, pero al correr en el suelo activa una trampa que activaba cientos de Droides que poseian un campo de fuerza. Ya al estar en el pasillo que conectaba a los dos caminos el se encontro que cada salida eran contenedores de droides que venian hacia el.
- Me lleva el...
Relan de un salto saca un sable canalizando la fuerza en ella. Al notar que los droides venian todos en fila por un pasillo en ambos extremos baja rápido y lanza su sable hacia el extremo derecho con fuerza de manera directa ante los droides pero antes que llegara el droide activa su campo de fuerza.
- Predesible...
Relan aparese y sostiene su sable en la mano. el droide lo observa y lo apunta, de manera cuando estaba por dispararle el quita su campo de fuerza por un instante y Relan mediante un impulso atraviesa a aquel droide y a los que se encontraban detras llegando al centro de la habitación en que otros cientos de droides lo apuntaban de manera fija al rededor de el.
- Haganlo. Relan comienza a brillar y los droides disparaban, en un abrir de ojos todos los droides se habian disparado entre si, ya que Relan se habia desmaterializado. lo cual entre todo el monton de chatarra Relan se materializa y va hacia el siguiente salón en donde se encontraban droides pero al salir hacia el pasillo los droides ya habian avanzado.
Relan levita a algunos de forma que los empujaran todos al pasillo del lado izquierdo que se encontraba enfrente de el y acto segudi realiza lo mismo que con los droides del lado derecho.
Ya al llegar al final del camino nota nuevamente dos caminos el cual el Maestro opta por el lado derecho camina y nota que otros dos pasillos llegaban a la mitad del camino.
- Me comienza a molestar esto.
observando por el camino derecho nota un salón y en el al fondo una gran pantalla el cual camina hacia ella.
el registra los datos y nota que se encontraba una habitacion en la cual un doctor se encontraba.
- Al Fin. Relan activa el comunicador y toma la dirección de donde era posible encontrarlo.
- Descendiente de Olok he de hablar contigo. Relan corta las transmision y se dirige haca un lado en la pared que estaba detras de la computadora, golpeandola levemente viendo donde era mas ligera.
- Bien. al concentrar la fuerza en su puño Relan de un golpe rompe la pared en la parte más debil que encontro haciendo un agujero en la pared.
- Me ahorre diez minutos...
pasando la pared llega hacia un pasillo el cual comienza a caminar de forma tranquila.
- El segundo a la derecha y luego a la salida. Relan notaba que no habia ninguna presencia de droides y al llegar al camino a la habitación que queria encontrar oye unas voces. relan sonrie y entra en la habitación notando a un mon calamari agitado de un lado al otro.
- Se que lo deje por aqui. - Que dejo por aqui. - Mi generador de repulsioón lo deje por aquí ¡AY!, ¡quien eres! usted debe ser descendiente del doctor Olok quien guarda aqui el cubo. - ¡Que cubo!, no se de que hablas chico, necesito ¡mi generador de repulsión!, si no esta aqui, oh no.. oh no.. ¡esta en las ruinas! - ¿En las ruinas del templo no? - ¡En esas ruinas! - Yo lo ayudare, no se preocupe, gracias muchacho. - Muchacho deje de ser hace mucho, no se preocupe volvere con ese generador de repulsión.
Relan al salir de la habitación toma un atajo en una salida cercana lo cual lo llevaba a un hangar movil que lo podia trasladar, el cual utiliza y va rumbo a aquellas ruinas.
[Horas más tarde...]
El jedi al observar aquella estructura de piedra y las ruinas que lo rodeaban comienza a recordar al observar aquellas ruinas.
- Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en una bestia jorobada, y ella en un Krayt, y el Krayt, por fin, en niño.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.
¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que la bestia jorobada, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador?.
¿O acaso es: alimentarse de los frutos y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los merodeadores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos miedo?
Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante a la bestia jorobada que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en krayt se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el espíritu del krayt dice «yo quiero».
«Tú debes» le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamente «¡Tú debes!».
Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: «todos los valores de las cosas brillan en mí».
«Todos los valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún “Yo quiero!”» Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el Krayt en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos tampoco el krayt es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear eso sí es capaz de hacerlo el poder del Krayt.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el Krayt.
Tomarse el derecho de nuevos valores ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.
En otro tiempo el espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el krayt.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el krayt ha podido hacer? ¿Por qué el krayt rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en una bestia jorobada, y ella en krayt, y el, por fin, en niño.
Le habían alabado a Azazyel un sabio que sabía hablar bien del dormir y de la virtud: por ello, se decía, era muy honrado y recompensado, y todos los jóvenes se sentaban ante su cátedra. A él acudió Relan, y junto con todos los jóvenes se sentó ante su cátedra. Y así habló el sabio:
¡Sentid respeto y pudor ante el dormir! ¡Eso es lo primero! ¡Y evitad a todos los que duermen mal y están desvelados por la noche!
Incluso el ladrón siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en silencio por la noche. En cambio el vigilante nocturno carece de pudor, sin pudor alguno vagabundea con su trompeta.
Dormir no es arte pequeño: se necesita, para ello, estar desvelado el día entero.
Diez veces tienes que superarte a ti mismo durante el día: esto produce una fatiga buena y es adormidera del alma. Diez veces tienes que volver a reconciliarte a ti contigo mismo; pues la superación es amargura, y mal duerme el que no se ha reconciliado.
Diez verdades tienes que encontrar durante el día: de otro modo, sigues buscando la verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta.
Diez veces tienes que reír durante el día, y regocijarte: de lo contrario, el estómago, ese padre de la tribulación, te molesta en la noche.
Pocos saben esto: pero es necesario tener todas las virtudes para dormir bien. ¿Diré yo falso testimonio? ¿Cometeré yo adulterio?
¿Me dejaré llevar a desear la sierva de mi prójimo. Todo esto se avendría mal con el buen dormir.
Y aunque se tengan todas las virtudes, es necesario entender aún de una cosa: de mandar a dormir a tiempo a las virtudes mismas.
¡Para que no disputen entre sí esas lindas mujercitas! ¡Y sobre ti, desventurado!
Paz con la luz y con el vecino: así lo quiere el buen dormir. ¡Y paz incluso con la oscuridad del vecino! De lo contrario, rondará en tu casa por la noche.
¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida! ¡Así lo quiere el buen dormir! ¿Qué puedo yo hacer si al poder le gusta caminar sobre piernas torcidas?
Para mí el mejor pastor será siempre aquel que lleva sus rebaños al prado más verde esto se aviene con el buen dormir.
No quiero muchos honores, ni grandes tesoros: eso inflama el bazo. Pero se duerme mal sin un buen nombre y un pequeño tesoro.
Una compañía escasa me agrada más que una malvada: sin embargo, tiene que venir e irse en el momento oportuno. Esto se aviene con el buen dormir.
Mucho me agradan también los pobres de espíritu: fomentan el sueño. Son bienaventurados, especialmente si se les da siempre la razón.
Así transcurre el día para el virtuoso. ¡Mas cuando la noche llega me guardo bien de llamar al dormir! ¡El dormir, que es el señor de las virtudes, no quiere que lo llamen!
Sino que pienso en lo que yo he hecho y he pensado durante el día. Rumiando me interrogo a mí mismo, paciente igual que una vaca: ¿cuáles han sido, pues, tus diez superaciones?
¿Y cuáles han sido las diez reconciliaciones, y las diez verdades, y las diez carcajadas con que mi corazón se hizo bien a sí mismo?
Reflexionando sobre estas cosas, y mecido por cuarenta pensamientos, de repente me asalta el dormir, el no llamado, el señor de las virtudes.
El dormir llama a la puerta de mis ojos: éstos se vuelven entonces pesados. El dormir toca mi boca: ésta queda entonces abierta.
En verdad, con suave calzado viene a mí él, el más encantador de los ladrones, y me roba mis pensamientos: entonces yo me quedo en pie como un tonto, igual que esta cátedra.
Pero no estoy así durante mucho tiempo: en seguida me acuesto. -
Mientras Relan oía hablar así a aquel sabio se reía en su corazón: pues una luz había aparecido entretanto en su horizonte. Y habló así a su corazón:
Un necio es para mí este sabio con sus cuarenta pensamientos: pero yo creo que entiende bien de dormir.
¡Feliz quien habite en la cercanía de este sabio! Semejante dormir se contagia, aun a través de un espeso muro se contagia. Un hechizo mora también en su cátedra. Y no en vano se han sentado los jóvenes ante el predicador de la virtud.
Su sabiduría dice: velar para dormir bien. Y en verdad, si la vida careciese de sentido y yo tuviera que elegir un sinsentido, éste sería para mí el sinsentido más digno de que se lo eligiese.
Ahora comprendo claramente lo que en otro tiempo se buscaba ante todo cuando se buscaban maestros de virtud. ¡Buen dormir es lo que se buscaba, y, para ello, virtudes que fueran como adormideras!
Para todos estos alabados sabios de las cátedras era sabiduría el dormir sin soñar: no conocían mejor sentido de la vida.
Y todavía hoy hay algunos como este predicador de la virtud, y no siempre tan hones-tos: pero su tiempo ha pasado. Y no hace mucho que están en pie: y ya se tienden.
Bienaventurados son estos somnolientos: pues no tardarán en quedar dormidos.
En otro tiempo también Azazyel proyectó su ilusión más allá del ser, lo mismo que todos los trasmundanos. Obra de la luz sufriente y atormentado me parecía entonces el mundo.
Sueño me parecía entonces el mundo, e invención poética de una luz; humo coloreado ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho.
Bien y mal, y placer y dolor, y yo y tú humo coloreado me parecía todo eso ante ojos creadores. El creador quiso apartar la vista de sí mismo, - entonces creó el mundo.
Ebrio placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse a sí mismo. Ebrio placer y un perderse a sí mismo me pareció en otro tiempo el mundo.
Este mundo, eternamente imperfecto, imagen, e imagen imperfecta, de una contradicción eterna un ebrio placer para su imperfecto creador: - así me pareció en otro tiempo el mundo.
Y así también yo proyecté en otro tiempo mi ilusión más allá del hombre, lo mismo que todos los trasmundanos. ¿Más allá del hombre, en verdad?
¡Ay, hermanos, esa luz que yo creé era obra del ser y demencia de el, como todas las visiones de la fuerza!
Ser era, y nada más que un pobre fragmento del ser y de yo: de mi propia ceniza y de mi propia brasa surgió ese fantasma, y, ¡en verdad!, ¡no vino a mí desde el más allá!
¿Qué ocurrió, hermanos míos? Yo me superé a mí mismo, al ser que sufría, yo llevé mi ceniza a la montaña, inventé para mí una llama más luminosa. ¡Y he aquí que el fantasma se me desvaneció!
Sufrimiento sería ahora para mí, y tormento para el curado, creer en tales fantasmas: sufrimiento sería ahora para mí, y humillación. Así hablo yo a los trasmundanos.
Sufrimiento fue, e impotencia, - lo que creó todos los trasmundos; y aquella breve demencia de la felicidad que sólo experimenta el que más sufre de todos.
Fatiga, que de un solo salto quiere llegar al final, de un salto mortal, una pobre fatiga ignorante, que ya no quiere ni querer: ella fue la que creó todos los dioses y todos los trasmundos.
¡Creedme, hermanos míos! Fue el cuerpo el que desesperó del cuerpo, - con los dedos del espíritu trastornado palpaba las últimas paredes.
¡Creedme, hermanos míos! Fue el cuerpo el que desesperó de la tierra, - oyó que el vientre del ser le hablaba.
Y entonces quiso meter la cabeza a través de las últimas paredes, y no sólo la cabeza, - quiso pasar a «aquel mundo». Pero «aquel mundo» está bien oculto a los ojos del hom-bre, aquel inhumano mundo deshumanizado, que es una nada celeste; y el vientre del ser no habla en modo alguno al ser, a no ser en forma de ser.
En verdad, todo «ser» es difícil de demostrar, y difícil resulta hacerlo hablar. Decidme, hermanos míos, ¿no es acaso la más extravagante de todas las cosas la mejor demostrada?
Sí, este yo y la contradicción y confusión del yo continúan hablando acerca de su ser del modo más honesto, este yo que crea, que quiere, que valora, y que es la medida y el valor de las cosas.
Y este ser honestísimo, el yo - habla del cuerpo, y continúa queriendo el cuerpo, aun cuando poetice y fantasee y revolotee de un lado para otro con rotas alas.
El yo aprende a hablar con mayor honestidad cada vez: y cuanto más aprende, tantas más palabras y honores encuentra para el cuerpo y la tierra.
Mi yo me ha enseñado un nuevo orgullo, y yo se lo enseño a los seres: ¡a dejar de esconder la cabeza en la arena de las cosas celestes, y a llevarla libremente, una cabeza terrena, la cual es la que crea el sentido de la tierra!
Una nueva voluntad enseño yo a los seres: ¡querer ese camino que el ser ha recorrido a ciegas, y llamarlo bueno y no volver a salirse a hurtadillas de él, como hacen los enfermos y moribundos!
Enfermos y moribundos eran los que despreciaron el cuerpo y la tierra y los que inventaron las cosas celestes y las gotas de sangre redentoras: ¡pero incluso estos dulces y sombríos venenos los tomaron del cuerpo y de la tierra!
De su miseria querían escapar, y las estrellas les parecían demasiado lejanas. Entonces suspiraron: «¡Oh, si hubiese caminos celestes para deslizarse furtivamente en otro ser y en otra felicidad!» - ¡entonces se inventaron sus caminos furtivos y sus pequeños brebajes de sangre!.
Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustraídos a su cuerpo y a esta tierra. Sin embargo, ¿a quién debían las convulsiones y delicias de su éxtasis? A su cuerpo y a esta tierra.
Indulgente es Azazyel con los enfermos. En verdad, no se enoja con sus especies de consuelo y de ingratitud. ¡Que se transformen en convalecientes y en superadores, y que se creen un cuerpo superior!
Tampoco se enoja Azazyel con el convaleciente si éste mira con delicadeza hacia su ilusión y a medianoche se desliza furtivamente en torno a la tumba de su dios: mas enfermedad y cuerpo enfermo continúan siendo para mí también sus lágrimas.
Mucho pueblo enfermo ha habido siempre entre quienes poetizan y tienen la manía de la luz; odian con furia al ser del conocimiento y a aquella virtud, la más joven de todas, que se llama: honestidad.
Vuelven siempre la vista hacia tiempos oscuros: entonces, ciertamente, ilusión y fe eran cosas distintas; el delirio de la razón era semejanza con la luz, y la duda era un vicio.
Demasiado bien conozco a estos seres semejantes a la luz: quieren que se crea en ellos, y que la duda sea Viciosa. Demasiado bien sé igualmente qué es aquello en lo que más creen ellos mismos.
En verdad, no en trasmundos ni en gotas de sangre redentora: sino que es en el cuerpo en lo que más creen, y su propio cuerpo es para ellos su cosa en sí.
Pero cosa enfermiza es para ellos el cuerpo: y con gusto escaparían de él. Por eso escuchan a los predicadores de la muerte, y ellos mismos predican trasmundos.
Es mejor que oigáis, hermanos míos, la voz del cuerpo sano: es ésta una voz más honesta y más pura.
Con más honestidad y con más pureza habla el cuerpo sano, el cuerpo perfecto y cuadrado: y habla del sentido de la tierra.
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles mi palabra. No deben aprender ni ense-ñar otras doctrinas, sino tan sólo decir adiós a su propio cuerpo - y así enmudecer.
«Cuerpo soy yo y alma» - así habla el niño. ¿Y por qué no hablar como los niños?
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra para designar algo en el cuerpo.
El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
Instrumento de tu cuerpo es también tu pequeña razón, hermano mío, a la que llamas «espíritu», un pequeño instrumento y un pequeño juguete de tu gran razón.
Dices «yo» y estás orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa aún más grande, en la que tú no quieres creer, - tu cuerpo y su gran razón: ésa no dice yo, pero hace yo.
Lo que el sentido siente, lo que el espíritu conoce, eso nunca tiene dentro de sí su final. Pero sentido y espíritu querrían persuadirte de que ellos son el final de todas las cosas: tan vanidosos son.
Instrumentos y juguetes son el sentido y el espíritu: tras ellos se encuentra todavía el sí mismo. El sí mismo busca también con los ojos de los sentidos, escucha también con los oídos del espíritu.
El sí mismo escucha siempre y busca siempre: compara, subyuga, conquista, destruye. El sí mismo domina y es el dominador también del yo.
Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido - llámase sí mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.
Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría. ¿Y quién sabe para qué necesita tu cuerpo precisamente tu mejor sabiduría?
Tu sí mismo se ríe de tu yo y de sus orgullosos saltos. «¿Qué son para mí esos saltos y esos vuelos del pensamiento?, se dice. Un rodeo hacia mi meta. Yo soy las andaderas del yo y el apuntador de sus conceptos.»
El sí mismo dice al yo: «¡siente dolor aquí!» Y el yo sufre y reflexiona sobre cómo dejar de sufrir - y justo para ello debe pensar.
El sí mismo dice al yo: «¡siente placer aquí!» Y el yo se alegra y reflexiona sobre cómo seguir gozando a menudo - y justo para ello debe pensar.
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles una palabra. Su despreciar constituye su apreciar. ¿Qué es lo que creó el apreciar y el despreciar y el valor y la voluntad?
El sí mismo creador se creó para sí el apreciar y el despreciar, se creó para sí el placer y el dolor. El cuerpo creador se creó para sí el espíritu como una mano de su voluntad.
Incluso en vuestra tontería y en vuestro desprecio, despreciadores del cuerpo, servís a vuestro sí mismo. Yo os digo: también vuestro sí mismo quiere morir y se aparta de la vida. Ya no es capaz de hacer lo que más quiere: - crear por encima de sí. Eso es lo que más quiere, ése es todo su ardiente deseo.
Para hacer esto, sin embargo, es ya demasiado tarde para él: - por ello vuestro sí-mismo quiere hundirse en su ocaso, despreciadores del cuerpo.
¡Hundirse en su ocaso quiere vuestro sí mismo, y por ello os convertisteis vosotros en despreciadores del cuerpo! Pues ya no sois capaces de crear por encima de vosotros.
Y por eso os enojáis ahora contra la vida y contra la tierra. Una inconsciente envidia hay en la oblicua mirada de vuestro desprecio.
¡Yo no voy por vuestro camino, despreciadores del cuerpo! ¡Vosotros no sois para mí puentes hacia la luz!
Hermano mío, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes en común con nadie. Ciertamente, tú quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres tirarle de la oreja y divertirte con ella.
¡Y he aquí que tienes su nombre en común con el pueblo y que, con tu virtud, te has convertido en pueblo y en rebaño! Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de mis entrañas».
Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes que hablar de ella, no te avergüences de balbucear al hacerlo.
Habla y balbucea así: «Éste es mi bien, esto es lo que yo amo, así me agrada del todo, únicamente así quiero yo el bien. No lo quiero como ley de la luz, no lo quiero como precepto y forzosidad de los hombres: no sea para mí una guía hacia tierras y hacia paraísos.
Una virtud terrena es la que yo amo: en ella hay poca inteligencia, y lo que menos hay es la razón de todos.
Pero ese pájaro ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho, - ahora incuba en mí sus áureos huevos.»
Así debes balbucir y alabar tu virtud.
En otro tiempo tenías pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes más que tus virtudes: han surgido de tus pasiones.
Pusiste tu meta suprema en el corazón de aquellas pasiones: entonces se convirtieron en tus virtudes y alegrías.
Y aunque fueses de la estirpe de los coléricos o de la de los lujuriosos, o de los fanáticos de su fe o de los vengativos:
Al final todas tus pasiones se convirtieron en virtudes y todos tus sentimientos oscuros en iluminados.
En otro tiempo tenías perros salvajes en tu mazmorra: pero al final se transformaron en pájaros y en amables cantoras.
De tus venenos has extraído tu bálsamo, has ordeñado a tu vaca Tribulación, - ahora bebes la dulce leche de sus ubres. Y ninguna cosa malvada surgirá ya de ti en el futuro, a no ser el mal que surja de la lucha de tus virtudes.
Hermano mío, si eres afortunado tienes una sola virtud, y nada más que una: así atraviesas con mayor ligereza el puente.
Es una distinción tener muchas virtudes, pero es una pesada suerte; y más de uno se fue al desierto y se mató porque estaba cansado de ser batalla y campo de batalla de virtudes.
Hermano mío, ¿son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario, necesarios son la envidia y la desconfianza y la calumnia entre tus virtudes.
Mira cómo cada una de tus virtudes codicia lo más alto de todo: quiere tu espíritu íntegro, para que éste sea su heraldo, quiere toda tu fuerza en la cólera, en el odio y en el amor.
Celosa está cada virtud de la otra, y cosa horrible son los celos. También las virtudes pueden perecer de celos.
Aquel a quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra sí mismo el aguijón envenenado, igual que el escorpión.
Ay, hermano mío, ano has visto nunca todavía a una virtud calumniarse y acuchillarse a sí misma?
El ser es algo que tiene que ser superado: y por ello tienes que amar tus virtudes, - pues perecerás a causa de ellas.
Vosotros, jueces y sacrificadores, no queréis matar hasta que el animal haya inclinado la cabeza? Mirad, el pálido delincuente ha inclinado la cabeza: en sus ojos habla el gran desprecio.
«Mi yo es algo que debe ser superado: mi yo es para mí el gran desprecio del hombre»: así dicen esos ojos.
El haberse juzgado a sí mismo constituyó su instante supremo: ¡no dejéis que el excelso recaiga en su bajeza!
No hay redención alguna para quien sufre tanto de sí mismo, excepto la muerte rápida.
Vuestro matar, jueces, debe ser compasión y no venganza. ¡Y mientras matáis, cuidad de que vosotros mismos justifiquéis la vida!
No basta con que os reconciliéis con aquel a quien matáis. Vuestra tristeza sea amor a la luz: ¡así justificáis vuestro seguir viviendo!
«Enemigo» debéis decir, pero no «bello»; «enfermo» debéis decir, pero no «bribón»; «tonto» debéis decir, pero no «vicioso».
Y tú, rojo embajador, si alguna vez dijeses en voz alta todo lo que has hecho con el pensamiento: todo el mundo gritaría: «¡Fuera esa inmundicia y ese gusano venenoso!»
Pero una cosa es el pensamiento, otra la acción, y otra la imagen de la acción. La rueda del motivo no gira entre ellas. Una imagen puso pálido a ese pálido ser. Cuando realizó su acción él estaba a la altura de ella: mas no soportó la imagen de su acción, una vez cometida ésta.
Desde aquel momento, pues, se vio siempre como autor de una sola acción. Demencia llamo yo a eso: la excepción se invirtió, convirtiéndose para él en la esencia.
La raya trazada sobre el suelo hechiza a la gallina; el golpe dado por el delincuente hechizó su pobre razón - demencia después de la acción llamo yo a eso.
¡Oíd, embajadores! Existe todavía otra demencia: la de antes de la acción. ¡Ay, no me habéis penetrado bastante profundamente en esa alma!
Así habla el rojo embajador: «¿por qué este delincuente asesinó? Quería robar». Mas yo os digo: su alma quería sangre, no robo: ¡él estaba sediento de la felicidad del cuchillo!
Pero su pobre razón no comprendía esa demencia y le persuadió. «¡Qué importa la sangre!, dijo; ¿no quieres al menos cometer también un robo? ¿Tomarte una venganza?»
Y él escuchó a su pobre razón: como plomo pesaba el discurso de ella sobre él, - entonces robó, al asesinar. No quería avergonzarse de su demencia.
Y ahora el plomo de su culpa vuelve a pesar sobre él, y de nuevo su pobre razón está igual de rígida, igual de paralizada, igual de pesada.
Con sólo que pudiera sacudir su cabeza, su peso rodaría al suelo: mas ¿quién sacude esa cabeza?
¿Qué es ese ser? Un montón de enfermedades, que a través del espíritu se extienden por el mundo: allí quieren hacer su botín.
¿Qué es ese ser? Una maraña de serpientes salvajes, que rara vez tienen paz entre sí, - y entonces cada una se va por su lado, buscando botín en el mundo.
¡Mirad ese pobre cuerpo! Lo que él sufría y codiciaba, esa pobre alma lo interpretaba para sí, - lo interpretaba como placer asesino y como ansia de la felicidad del cuchillo.
A quien ahora se pone enfermo asáltalo el mal, lo que ahora es mal: el enfermo quiere causar daño con aquello que a él le causa daño. Pero ha habido otros tiempos, y otros males y bienes.
En otro tiempo eran un mal la duda y la voluntad de sí mismo. Entonces el enfermo se convertía en hereje y en hechizera: como hereje y como bruja sufría y quería hacer sufrir.
Pero esto no quiere entrar en vuestros oídos: perjudica a vuestros buenos, me decís. ¡Mas qué me importan a mí vuestros buenos!
Muchas cosas de vuestros buenos me producen náuseas, y, en verdad, no su mal. ¡Pues yo quisiera que tuvieran una demencia a causa de la cual pereciesen, como ese pálido delincuente!
En verdad, yo quisiera que su demencia se llamase verdad o fidelidad o justicia: pero ellos tienen su virtud para vivir largo tiempo y en un lamentable bienestar.
Yo soy un pretil junto a la corriente: ¡agárreme el que pueda agarrarme! Pero yo no soy vuestra muleta.
De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu.
No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.
Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todavía - y hasta el espíritu olerá mal.
El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir, sino también el pensar.
En otro tiempo el espíritu era Dios, luego se convirtió en hombre, y ahora se convierte incluso en plebe.
Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido de memoria.
En las montañas el camino más corto es el que va de cumbre a cumbre: mas para ello tienes que tener piernas largas. Cumbres deben ser las sentencias: y aquellos a quienes se habla, hombres altos y robustos.
El aire ligero y puro, el peligro cercano y el espíritu lleno de una alegre maldad: estas cosas se avienen bien.
Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta los fantasmas se crea sus propios duendes,- el valor quiere reír.
Yo ya no tengo sentimientos en común con vosotros: esa nube que veo por debajo de mí, esa negrura y pesadez de que me río, - cabalmente ésa es vuestra nube tempestuosa.
Vosotros miráis hacia arriba cuando deseáis elevación. Y yo miro hacia abajo, porque estoy elevado.
¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida.
Valerosos, despreocupados, irónicos, violentos - así nos quiere la sabiduría: es una mujer y ama siempre únicamente a un guerrero.
Vosotros me decís: «la vida es difícil de llevar». Mas ¿para qué tendríais vuestro orgullo por las mañanas y vuestra resignación por las tardes?
La vida es difícil de llevar: ¡no me os pongáis tan delicados! Todos nosotros somos guapos, borricos y pollinas de carga.
¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de la rosa, que tiembla porque tiene encima de su cuerpo una gota de rocío?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar.
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia.
Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y todo lo que entre los seres es de su misma especie.
Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace llorar y cantar a Azazyel.
Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Y cuando vi a mi oscuridad lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez - él hace caer a todas las cosas.
No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora la luz baila por medio de mí.
El ojo de Relan había visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde caminaba solo por los montes que rodean la ciudad llamada «isla tulrus»: he aquí que encontró en su camino a aquel joven, sentado junto a un árbol en el que se apoyaba y mirando al valle con mirada cansada. Relan agarró el árbol en cenizas junto al cual estaba sentado el joven y dijo:
Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan.
Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo a Relan, y en él estaba precisamente pensando.» Relan replicó:
«¿Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol.
Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal.»
«¡Sí, hacia el mal!, exclamó el joven. ¿Cómo es posible que tú hayas descubierto mi alma?»
Relan sonrió y dijo: «A ciertas almas no se las descubrirá nunca a no ser que antes se las invente».
«¡Sí, hacia el mal, volvió a exclamar el joven.
Tú has dicho la verdad, Relan. Desde que quiero elevarme hacia la altura ya no tengo confianza en mí mismo, y ya nadie tiene confianza en mí, - ¿cómo ocurrió esto?
Me transformo demasiado rápidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningún escalón.
Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace estremecer. ¿Qué es lo que quiero yo en la altura?
Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto más alto subo, tanto más desprecio al que sube. ¿Qué es lo que quiere éste en la altura?
¡Cómo me avergüenzo de mi subir y tropezar! ¡Cómo me burlo de mi violento jadear! ¡Cómo odio al que vuela! ¡Qué cansado estoy en la altura!»
Aquí el joven calló. Y Relan miró detenidamente a las cenizas junto al que se hallaban y dijo:
«Este árbol ya hecho cenizas se encuentra solitario aquí en la montaña; ha crecido muy por encima del ser y del animal.
Y si quisiera hablar, no tendría a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido.
Ahora él aguarda y aguarda, - ¿a qué aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: ¿acaso aguarda el primer rayo?».
Cuando Relan hubo dicho esto el joven exclamó con ademanes violentos: «Sí, Relan, tú dices verdad. Cuando yo quería ascender a la altura, anhelaba mi caída, ¡y tú eres el rayo que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo desde que tú nos has aparecido? ¡La envidia de ti es lo que me ha destruido!» - Así dijo el joven, y lloró amargamente.
Mas Relan lo rodeó con su brazo y se lo llevó consigo. Y cuando habían caminado un rato juntos, Relan comenzó a hablar así:
Mi corazón está desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro que corres.
Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu búsqueda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad.
Tus bestias salvajes quieren libertad; rugen de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisiones.
Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala.
El liberado del espíritu tiene que purificarse todavía. Muchos restos de cárcel y de moho quedan aún en él: su ojo tiene que volverse todavía puro.
Sí, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y tu esperanza!
Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstáculo en su camino.
También a los buenos un noble les es un obstáculo en su camino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.
El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven.
Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burlón, destructor.
Ay, yo he conocido nobles que perdieron su más alta esperanza. Y desde entonces calumniaron todas las esperanzas elevadas.
Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas se trazaron metas de más de un día.
“El espíritu es también voluptuosidad” - así dijeron. Y entonces se le quebraron las alas a su espíritu: éste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe.
En otro tiempo pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y horror es para ellos el héroe.
Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!
Hay predicadores de la muerte: y la tierra está llena de seres a quien hay que predicar que se alejen de la vida.
Llena está la tierra de superfluos, corrompida está la vida por los demasiados. ¡Ojalá los saque alguien de esta vida con el atractivo de la «vida eterna»!
«Profetas oscuros»: así se llama a los predicadores de la muerte, o «negros». Pero yo quiero mostrároslos todavía con otros colores.
Ahí están los seres terribles, que llevan dentro de sí el animal de presa y no pueden elegir más que o placeres o autolaceración. E incluso sus placeres continúan siendo autolaceración.
Aún no han llegado ni siquiera a ser hombres, esos seres terribles: ¡ojalá prediquen el abandono de la vida y ellos mismos se vayan a la otra!.
Ahí están los tuberculosos del alma: apenas han nacido y ya han comenzado a morir, y anhelan doctrinas de fatiga y de renuncia.
¡Querrían estar muertos, y nosotros deberíamos aprobar su voluntad! ¡Guardémonos de resucitar a esos muertos y de lastimar a esos ataúdes vivientes!
Si encuentran un enfermo, o un anciano, o un cadáver, enseguida dicen: «¡la vida está refutada!»
Pero sólo están refutados ellos, y sus ojos, que no ven más que un solo rostro en la existencia.
Envueltos en espesa melancolía, y ávidos de los pequeños incidentes que ocasionan la muerte: así es como aguardan, con los dientes apretados.
O extienden la mano hacia las confituras y, al hacerlo, se burlan de su niñería: penden de esa caña de paja que es su vida y se burlan de seguir todavía pendientes de una caña de paja.
Su sabiduría dice: «¡tonto es el que continúa viviendo, mas también nosotros somos así de tontos! ¡Y ésta es la cosa más tonta en la vida!» -
«La vida no es más que sufrimiento» - esto dicen otros, y no mienten: ¡así, pues, procurad acabar vosotros! ¡Así, pues, procurad que acabe esa vida que no es más que sufrimiento!
Y diga así la enseñanza de vuestra virtud: «¡tú debes matarte a ti mismo! ¡Tú debes quitarte de en medio a ti mismo!» –
«La voluptuosidad es un vicio, - así dicen los unos, que predican la muerte - ¡apartémonos y no engendremos hijos!»
«Dar a luz es cosa ardua, - dicen los otros - ¿para qué dar a luz? ¡No se da a luz más que seres desgraciados!» Y también éstos son predicadores de la muerte.
«Compasión es lo que hace falta - así dicen los terceros. ¡Tomad lo que yo tengo! ¡Tomad lo que yo soy! ¡Tanto menos me atará así la vida!»
Si fueran compasivos de verdad, quitarían a sus prójimos el gusto de la vida. Ser malvados - ésa sería su verdadera bondad.
Pero ellos quieren librarse de la vida: ¡qué les importa el que, con sus cadenas y sus regalos, aten a otros más fuertemente todavía! -
Y también vosotros, para quienes la vida es trabajo salvaje e inquietud: ¿no estáis muy cansados de la vida? ¿No estáis muy maduros para la predicación de la muerte?
Todos vosotros que amáis el trabajo salvaje y lo rápido, nuevo, extraño, - os soportáis mal a vosotros mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a sí mismo.
Si creyeseis más en la vida, os lanzaríais menos al instante. ¡Pero no tenéis en vosotros bastante contenido para la espera - y ni siquiera para la pereza!
Por todas partes resuena la voz de quienes predican la muerte: y la tierra está llena de seres a quienes hay que predicar la muerte.
O «la vida eterna»: para mí es lo mismo, - ¡con tal de que se marchen pronto a ella!
No queremos que con nosotros sean indulgentes nuestros mejores enemigos, ni tampoco aquellos a quienes amamos a fondo. ¡Por ello dejadme que os diga la verdad!
¡Hermanos míos en la guerra! Yo os amo a fondo, yo soy y he sido vuestro igual. Y yo soy también vuestro mejor enemigo. ¡Por ello dejadme que os diga la verdad!
Yo sé del odio y de la envidia de vuestro corazón. No sois bastante grandes para no conocer odio y envidia. ¡Sed, pues, bastante grandes para no avergonzaros de ellos!
Y si no podéis ser santos del conocimiento, sed al menos guerreros de él. Éstos son los acompañantes y los precursores de tal santidad.
Veo muchos soldados: ¡muchos guerreros es lo que quisiera yo ver! «Uniforme» se llama lo que llevan puesto: ¡ojalá no sea uniformidad lo que con ello encubren!
Debéis ser de aquellos cuyos ojos buscan siempre un enemigo - vuestro enemigo. Y en algunos de vosotros hay un odio a primera vista.
¡Debéis buscar vuestro enemigo, debéis hacer vuestra guerra, y hacerla por vuestros pensamientos! ¡Y si vuestro pensamiento sucumbe, vuestra honestidad debe cantar victoria a causa de ello!
Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras. Y la paz corta más que la larga.
A vosotros no os aconsejo el trabajo, sino la lucha. A vosotros no os aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Sea vuestro trabajo una lucha, sea vuestra paz una victoria!
Sólo se puede estar callado y tranquilo cuando se tiene una flecha y un arco: de lo contrario, se charla y se disputa. ¡Sea vuestra paz una victoria!
¿Vosotros decís que la buena causa es la que santifica incluso la guerra? Yo os digo: la buena guerra es la que santifica toda causa.
La guerra y el valor han hecho más cosas grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra valentía es la que ha salvado hasta ahora a quienes se hallaban en peligro.
«¿Qué es bueno?», preguntáis. Ser valiente es bueno. Dejad que las niñas pequeñas digan: «ser bueno es ser bonito y a la vez conmovedor».
Última edición por Relan el Dom Mar 04, 2012 9:18 pm, editado 4 veces
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo VI:
La Reacción
Relan entra en las ruinas y piedras con símbolos extraños se acerca y las toca con sus manos, y a medida que el viento el escuchaba su mente en si se concentraba.
- Se dice que no tenéis corazón: pero vuestro corazón es auténtico, y yo amo el pudor de vuestra cordialidad. Vosotros os avergonzáis de vuestra pleamar, y otros se avergüenzan de su bajamar.
¿Sois feos? ¡Bien, hermanos míos! ¡Envolveos en lo sublime, que es el manto de lo feo!
Y si vuestra alma se hace grande, también se vuelve altanera, y en vuestra sublimidad hay maldad. Yo os conozco.
En la maldad el altanero se encuentra con el debilucho. Pero se malentienden recíprocamente. Yo os conozco.
Sólo os es lícito tener enemigos que haya que odiar, pero no enemigos para despreciar. Es necesario que estéis orgullosos de vuestro enemigo: entonces los éxitos de él son también vuestros éxitos.
Rebelión - ésa es la nobleza en el esclavo. ¡Sea vuestra nobleza obediencia! ¡Vuestro propio mandar sea un obedecer!
«Tú debes» le suena a un buen guerrero más agradable que «yo quiero», y a todo lo que os es amado debéis dejarle que primero os mande.
¡Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida!
Pero debéis permitir que yo os ordene vuestro pensamiento más alto - y dice así: el hombre es algo que debe ser superado.
¡Vivid, pues, vuestra vida de obediencia y de guerra! ¡Qué importa vivir mucho tiempo! ¡Qué guerrero quiere ser tratado con indulgencia!
¡Yo no os trato con indulgencia, yo os amo a fondo, hermanos míos en la guerra!
En algún lugar existen todavía pueblos y rebaños, pero no entre nosotros, hermanos míos: aquí hay Organizaciones.
¿Organizaciones? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abridme ahora los oídos, pues voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos. Organizaciones se llama el más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: «Yo, el ser, soy la luz.»
¡Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida.
Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y las llaman organizaciones: éstos suspenden encima de ellos una espada y cien concupiscencias.
Donde todavía hay luz, éste no comprende a la organización y lo odia, considerándolo mal de ojo y Vicio contra las costumbres y los derechos.
Esta señal os doy: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del mal: el vecino no la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje propio en costumbres y derechos.
Pero la organización miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, miente y posea lo que posea, lo ha robado.
Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese merodeador. Falsas son incluso sus entrañas.
Confusión de lenguas del bien y del mal: esta señal os doy como señal de la organización. ¡En verdad, voluntad de muerte es lo que esa señal indica! ¡En verdad, hace señas a los predicadores de la muerte!
Nacen demasiados: ¡para los superfluos fue inventado!
¡Mirad cómo atrae a los demasiados! ¡Cómo los devora y los masca!
«En la tierra no hay ninguna cosa más grande que yo: yo soy el dedo ordenador de la luz» - así ruge el monstruo. ¡Y no sólo quienes tienen orejas largas y vista corta se postran de rodillas!
¡Ay, también en vosotros, los de alma grande, susurra él sus sombrías mentiras! ¡Ay, él adivina cuáles son los corazones ricos, que con gusto se prodigan!
¡Sí, también os adivina a vosotros, los vencedores del viejo Dios! ¡Os habéis fatigado en la lucha, y ahora vuestra fatiga continúa prestando culto al nuevo ídolo!
¡Héroes y seres de honor quisiera colocar en torno a sí el nuevo ídolo! ¡Ese frío monstruo - gusta de calentarse al sol de buenas conciencias!
Todo quiere dároslo a vosotros el nuevo ídolo, si vosotros lo adoráis: se compra así el brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos orgullosos.
¡Quiere que vosotros le sirváis de cebo para pescar a los demasiados! ¡Sí, un artificio infernal ha sido inventado aquí, una criatura de la muerte, que tintinea con el atavío de honores divinos!
Sí, aquí ha sido inventada una muerte para muchos, la cual se precia a sí misma de ser vida: ¡en verdad, un servicio íntimo para todos los predicadores de la muerte!
Organizaciones llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos: Organizaciones, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a sí mismos: Organizaciones, al lugar donde el lento suicidio de todos - se llama «la vida».
¡Ved, pues, a esos superfluos! Roban para sí las obras de los inventores y los tesoros de los sabios: cultura llaman a su latrocinio - ¡y todo se convierte para ellos en enfermedad y molestia!
¡Ved, pues, a esos superfluos! Enfermos están siempre, vomitan su bilis y lo llaman periódico. Se devoran unos a otros y ni siquiera pueden digerirse.
¡Ved, pues, a esos superfluos! Adquieren riquezas y con ello se vuelven más pobres. Quieren poder y, en primer lugar, la palanqueta del poder, mucho dinero, - ¡esos insolventes!
¡Vedlos trepar, esos ágiles monos! Trepan unos por encima de otros, y así se arrastran al fango y a la profundidad.
Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer - ¡que la felicidad se sienta en el trono! Con frecuencia es el fango el que se sienta en el trono - y también a menudo el trono se sienta en el fango.
Dementes son para mí todos ellos, y monos trepadores y fanáticos. Su ídolo, el frío monstruo, me huele mal: mal me huelen todos ellos juntos, esos idólatras.
Hermanos míos, ¿es que queréis asfixiaros con el aliento de sus hocicos y de sus concupiscencias? ¡Es mejor que rompáis las ventanas y saltéis al aire libre!
¡Apartaos del mal olor! ¡Alejaos de la idolatría de los superfluos!
¡Apartaos del mal olor! ¡Alejaos del humo de esos sacrificios!
Aún está la tierra a disposición de las almas grandes. Vacíos se encuentran aún muchos lugares para eremitas solitarios o en pareja, en torno a los cuales sopla el perfume de mares silenciosos.
Aún hay una vida libre a disposición de las almas grandes.
En verdad, quien poco posee, tanto menos es poseído: ¡alabada sea la pequeña pobreza!.
Allí donde la organización acaba comienza el ser que no es superfluo: allí comienza la canción del necesario, la melodía única e insustituible.
Allí donde la organización acaba, - ¡miradme allí, hermanos míos! ¿No veis el arco iris y los puentes de la luz?
Huye, amigo mío, a tu soledad! Ensordecido te veo por el ruido de los grandes seres, y acribillado por los aguijones de los pequeños.
El bosque y la roca saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser igual que el árbol al que amas, el árbol de amplias ramas: silencioso y atento pende sobre el mar.
Donde acaba la soledad, allí comienza el mercado; y donde comienza el mercado, allí comienzan también el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las moscas venenosas.
En el mundo las mejores cosas no valen nada sin alguien que las represente: grandes seres llama el pueblo a esos actores.
El pueblo comprende poco lo grande, esto es: lo creador. Pero tiene sentidos para todos los actores y comediantes de grandes cosas.
En torno a los inventores de nuevos valores gira el mundo: - gira de modo invisible. Sin embargo, en torno a los comediantes giran el pueblo y la fama: así marcha el mundo.
Espíritu tiene el comediante, pero poca conciencia de espíritu. Cree siempre en aquello que mejor le permite llevar a los otros a creer - ¡a creer en él!
Mañana tendrá una nueva fe, y pasado mañana, otra más nueva. Sentidos rápidos tiene el comediante, igual que el pueblo, y presentimientos cambiantes.
Derribar - eso significa para él: demostrar. Volver loco a uno - eso significa para él: convencer. Y la sangre es para él el mejor de los argumentos.
A una verdad que sólo en oídos delicados se desliza llámala mentira y nada. ¡En verdad, sólo cree en visiones que hagan gran ruido en el mundo!
Lleno de bufones solemnes está el mercado - ¡y el pueblo se gloría de sus grandes hombres! Éstos son para él los señores del momento.
Pero el momento los apremia: así ellos te apremian a ti. Y también de ti quieren ellos un sí o un no. ¡Ay!, ¿quieres colocar tu silla entre un pro y un contra?
¡No tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amante de la verdad! Jamás se ha colgado la verdad del brazo de un incondicional.
A causa de esas gentes súbitas, vuelve a tu seguridad: sólo en el mercado le asaltan a uno con un ¿sí o no?
Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que aguardar largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad.
Todo lo grande se aparta del mercado y de la fama: apartados de ellos han vivido desde siempre los inventores de nuevos valores.
Huye, amigo mío, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. ¡Huye allí donde sopla un viento áspero, fuerte! ¡Huye a tu soledad! Has vivido demasiado cerca de los pequeños y mezquinos. ¡Huye de su venganza invisible! Contra ti no son otra cosa que venganza.
¡Deja de levantar tu brazo contra ellos! Son innumerables, y no es tu destino el ser espantamoscas.
Innumerables son esos pequeños y mezquinos; y a más de un edificio orgulloso han conseguido derribarlo ya las gotas de lluvia.
Tú no eres una piedra, pero has sido ya excavado por muchas gotas. Acabarás por resquebrájarteme y por rompérteme en pedazos bajo tantas gotas.
Fatigado te veo por moscas venenosas, lleno de sangrientos rasguños te veo en cien sitios; y tu orgullo no quiere ni siquiera encolerizarse.
Sangre quisieran ellas de ti con toda inocencia, sangre es lo que sus almas exangües codician - y por ello pican con toda inocencia.
Mas tú, profundo, tú sufres demasiado profundamente incluso por pequeñas heridas; y antes de que te curases, ya se arrastraba el mismo gusano venenoso por tu mano.
Demasiado orgulloso me pareces para matar a esos golosos. ¡Pero procura que no se convierta en tu fatalidad el soportar toda su venenosa injusticia!
Ellos zumban a tu alrededor también con su alabanza: impertinencia es su alabanza. Quieren la cercanía de tu piel y de tu sangre.
Te adulan como a la luz o la oscuridad; lloriquean delante de ti como delante de la luz o la oscuridad. ¡Qué importa! Son aduladores y llorones, y nada más.
También suelen hacerse los amables contigo. Pero ésa fue siempre la astucia de los cobardes. ¡Sí, los cobardes son astutos!
Ellos reflexionan mucho sobre ti con su alma estrecha, - ¡para ellos eres siempre preocupante! Todo aquello sobre lo que se reflexiona mucho se vuelve preocupante.
Ellos te castigan por todas tus virtudes. Sólo te perdonan de verdad - tus fallos.
Como tú eres suave y de sentir justo, dices: «No tienen ellos la culpa de su mezquina existencia». Mas su estrecha alma piensa: «Culpable es toda gran existencia.»
Aunque eres suave con ellos, se sienten, sin embargo, despreciados por ti; y te pagan tus bondades con daños encubiertos.
Tu orgullo sin palabras repugna siempre a su gusto; se regocijan mucho cuando alguna vez eres bastante modesto para ser vanidoso.
Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder también en él. Por ello ¡guárdate de los pequeños!
Ante ti ellos se sienten pequeños, y su bajeza arde y se pone al rojo contra ti en invisible venganza.
¿No has notado cómo solían enmudecer cuando tú te acercabas a ellos, y cómo su fuerza los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue?
Sí, amigo mío, para tus prójimos eres tú la conciencia malvada: pues ellos son indignos de ti. Por eso te odian y quisieran chuparte la sangre.
Tus prójimos serán siempre moscas venenosas; lo que en ti es grande - eso cabalmente tiene que hacerlos más venenosos y siempre más moscas.
Huye, amigo mío, a tu soledad y allí donde sopla un viento áspero, fuerte. No es tu destino el ser espantamoscas.
Y o amo el bosque. En las ciudades se vive mal; hay en ellas demasiados lascivos.
¿No es mejor caer en las manos de un asesino que en los sueños de una mujer lasciva?
Y contempladme esos hombres: sus ojos lo dicen - no conocen nada mejor en la tierra que yacer con una mujer. Fango hay en el fondo de su alma; ¡y ay si su fango tiene además espíritu!
¡Si al menos fueran perfectos en cuanto animales! Mas del animal forma parte la inocencia.
¿Os aconsejo yo matar vuestros sentidos? Yo os aconsejo la inocencia de los sentidos.
¿Os aconsejo yo la castidad? La castidad es en algunos una virtud, pero en muchos es casi un vicio.
Éstos son sin duda continentes: mas la desgraciada Sensualidad mira con envidia desde todo lo que hacen.
Incluso hasta las alturas de su virtud y hasta la frialdad del espíritu los sigue ese, bicho con su insatisfacción.
¡Y con qué buenos modales sabe mendigar la perra Sensualidad un pedazo de espíritu cuando se le deniega un pedazo de carne!
¿Vosotros amáis las tragedias y todo lo que destroza el corazón? Mas yo desconfío de vuestra desgracia.
Para mí tenéis ojos demasiado crueles, y miráis lascivamente a los que sufren. ¿Es que vuestra voluptuosidad no ha hecho más que enmascararse, y se llama compasión?
Y también os propongo esta parábola: no pocos que quisieron expulsar a su demonio fueron a parar ellos mismos dentro de los cerdos.
A quien la castidad le resulte dificil se le debe desaconsejar: para que no se convierta ella en el camino hacia el infierno - es decir, hacia el fango y la lascivia del alma.
¿Hablo yo de cosas sucias? Para mí no es esto lo peor.
Al hombre del conocimiento le disgusta bajar al agua de la verdad no cuando está sucia, sino cuando no es profunda.
En verdad, hay personas castas de raíz: son dulces de corazón, ríen con más gusto y más frecuencia que vosotros.
Se ríen incluso de la castidad y preguntan: «¡Qué es castidad!
¿No es castidad una tontería? Pero esa tontería ha venido a nosotros, y no nosotros a ella.
Hemos ofrecido albergue y corazón a ese huésped: ahora habita en nosotros, - ¡que se quede todo el tiempo que quiera!»
Uno siempre a mi alrededor es demasiado» - así piensa el eremita. «Siempre uno por uno - ¡da a la larga dos!»
Yo y mí están siempre dialogando con demasiada vehemencia: ¿cómo soportarlo si no hubiese un amigo?
Para el eremita el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que impide que el diálogo de los dos se hunda en la profundidad.
Ay, existen demasiadas profundidades para todos los eremitas. Por ello desean ardientemente un amigo y su altura. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiéramos creer de nosotros mismos. Nuestro anhelo de un amigo es nuestro delator.
Y a menudo no se quiere, con el amor, más que saltar por encima de la envidia. Y a menudo atacamos y nos creamos un enemigo para ocultar que somos vulnerables.
«¡Sé al menos mi enemigo!» - así habla el verdadero respeto, que no se atreve a solicitar amistad.
Si se quiere tener un amigo hay que querer también hacer la guerra por él: y para hacer la guerra hay que poder ser enemigo.
En el propio amigo debemos honrar incluso al enemigo. ¿Puedes tú acercarte mucho a tu amigo sin pasarte a su bando?
En nuestro amigo debemos tener nuestro mejor enemigo. Con tu corazón debes estarle máximamente cercano cuando le opones resistencia.
¿No quieres llevar vestido alguno delante de tu amigo? ¿Debe ser un honor para tu amigo el que te ofrezcas a él tal como eres? ¡Pero él te mandará a la oscuridad por esto!
El que no se recata provoca indignación: ¡tanta razón tenéis para temer la desnudez! ¡Sí, si fueseis dioses, entonces os sería lícito avergonzaros de vuestros vestidos!
Nunca te adornarás bastante bien para tu amigo: pues debes ser para él una flecha y un anhelo hacia el superhombre.
¿Has visto ya dormir a tu amigo - para conocer cuál es su aspecto? ¿Pues qué es, por lo demás, el rostro de tu amigo? Es tu propio rostro, en un espejo grosero e imperfecto.
¿Has visto ya dormir a tu amigo? ¿No te horrorizaste que tu amigo tuviese tal aspecto? Oh, amigo mío, el hombre es algo que tiene que ser superado.
Un el adivinar y en el permanecer callado debe ser maestro el amigo: tú no tienes que querer ver todo. Tu sueño debe descubrirte lo que tu amigo hace en la vigilia.
Un adivinar sea tu compasión: para que sepas primero si tu amigo quiere compasión. Tal vez él ame en ti los ojos firmes y la mirada de la eternidad.
Ocúltese bajo una dura cáscara la compasión por el amigo, debes dejarte un diente en ésta. Así tendrá la delicadeza y la dulzura que le corresponden.
¿Eres tú aire puro, y soledad, y pan, y medicina para tu amigo? Más de uno no puede librarse a sí mismo de sus propias cadenas y es, sin embargo, un redentor para el amigo.
¿Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo. ¿Eres un tirano? Entonces no puedes tener amigos.
Durante demasiado tiempo se ha ocultado en la mujer un esclavo y un tirano. Por ello la mujer no es todavía capaz de amistad: sólo conoce el amor.
En el amor de la mujer hay injusticia y ceguera frente a todo lo que ella no ama. Y hasta en el amor sapiente de la mujer continúa habiendo agresión inesperada y rayo y noche al lado de la luz.
La mujer no es todavía capaz de amistad: gatas continúan siendo siempre las mujeres, y pájaros. O, en el mejor de los casos, basuras.
La mujer no es todavía capaz de amistad. Pero decidme, varones, ¿quién de vosotros es capaz de amistad?
¡Cuánta pobreza, varones, y cuánta avaricia hay en vuestra alma! Lo que vosotros dais al amigo, eso quiero darlo yo hasta a mi enemigo, y no por eso me habré vuelto más pobre.
Existe la camaradería: ¡ojala exista la amistad!
Muchos planetas han visto a Relan, y muchos pueblos: así ha descubierto el bien y el mal de muchos pueblos. Ningún poder mayor ha encontrado a Relan en la tierra digna, que las palabras bueno y malvado.
Ningún pueblo podría vivir sin antes realizar valoraciones; mas si quiere conservarse, no le es lícito valorar como valora el vecino.
Muchas cosas que este pueblo llamó buenas son para aquella otra afrenta y vergüenza: esto es lo que yo he encontrado. Muchas cosas que eran llamadas aquí malvadas las encentré allí adornadas con honores de púrpura.
Jamás un vecino ha entendido al otro: siempre su alma se asombraba de la demencia y de la maldad del vecino.
Una tabla de valores está suspendida sobre cada pueblo. Mira, es la tabla de sus superaciones; mira, es la voz de su voluntad de poder.
Laudable es aquello que le parece difícil; a lo que es indispensable y a la vez difícil llámalo bueno; y a lo que libera incluso de la suprema necesidad, a lo más raro, a lo dificilísimo, - a eso lo ensalza como santo.
Lo que hace que él domine y venza y brille, para horror y envidia de su vecino: eso es para él lo elevado, lo primero, la medida, el sentido de todas las cosas.
En verdad, hermano mío, si has conocido primero la necesidad y la tierra y el cielo y el vecino de un pueblo: adivinarás sin duda la ley de sus superaciones y la razón de que suba por esa escalera hacia su esperanza.
«Siempre debes ser tú el primero y aventajar a los otros: a nadie, excepto al amigo, debe amar tu alma celosa» - esto provocaba estremecimientos en el alma de un griego: y con ello siguió la senda de su grandeza.
«Decir la verdad y saber manejar bien el arco y la flecha» - esto le parecía precioso y a la vez difícil a aquel pueblo del que proviene mi nombre - el nombre que es para mí a la vez precioso y difícil.
«Honrar padre y madre y ser dóciles para con ellos hasta la raíz del alma»: ésta fue la tabla de la superación que otro pueblo suspendió por encima de sí, y con ello se hizo poderoso y eterno.
«Guardar fidelidad y dar por ella el honor y la sangre aun por causas malvadas y peligrosas»: con esta enseñanza se domeñó a sí mismo otro pueblo y domeñándose de ese modo quedó pesadamente grávido de grandes esperanzas.
En verdad, los hombres se han dado a sí mismos todo su bien y todo su mal. En verdad, no los tomaron de otra parte, no los encontraron, éstos no cayeron sobre ellos como una voz del cielo.
Para conservarse, el hombre empezó implantando valores en las cosas, - ¡él fue el primero en crear un sentido a las cosas, un sentido humano! Por ello se llama «hombre», es decir: el que realiza valoraciones.
Valorar es crear: ¡oídlo, creadores! El valorar mismo es el tesoro y la joya de todas las cosas valoradas.
Sólo por el valorar existe el valor: y sin el valorar estaría vacía la nuez de la existencia. ¡Oídlo, creadores!
Cambio de los valores - es cambio de los creadores. Siempre aniquila el que tiene que ser un creador.
Creadores lo fueron primero los pueblos, y sólo después los individuos; en verdad, el individuo mismo es la creación más reciente.
Los pueblos suspendieron en otro tiempo por encima de sí una tabla del bien. El amor que quiere dominar y el amor que quiere obedecer crearon juntos para sí tales tablas.
El placer de ser rebaño es más antiguo que el placer de ser un yo: y mientras la buena conciencia se llame rebaño, sólo la mala conciencia dice: yo.
En verdad, el yo astuto, carente de amor, el que quiere su propia utilidad en la utilidad de muchos: ése no es el origen del rebaño, sino su ocaso.
Amantes fueron siempre, y creadores, los que crearon el bien y el mal. Fuego de amor arde en los nombres de todas las virtudes, y fuego de cólera.
Muchos planetas han visto a Relan, y muchos pueblos: ningún poder mayor ha encontrado Relan en ellos que las obras de los amantes: «bueno» y «malvado» es el nombre de tales obras.
En verdad, un monstruo es el poder de ese alabar y censurar. Decidme, hermanos míos, ¿quién me domeña ese monstruo? Decidme, ¿quién pone en cadenas las mil cervices de ese animal?
Mil metas ha habido hasta ahora, pues mil pueblos ha habido. Sólo falta la cadena que ate las mil cervices, falta la única meta. Todavía no tiene la humanidad meta alguna.
Mas decidme, hermanos: si a la humanidad le falta todavía la meta, ¿no falta todavía también - ella misma? -
Vosotros os apretujáis alrededor del prójimo y tenéis hermosas palabras para expresar ese vuestro apretujaros. Pero yo os digo: vuestro amor al prójimo es vuestro mal amor a vosotros mismos.
Cuando huís hacia el prójimo huís de vosotros mismos, y quisierais hacer de eso una virtud: pero yo penetro vuestro «desinterés».
El tú es más antiguo que el yo; el tú ha sido santificado, pero el yo, todavía no: por eso corre el hombre hacia el prójimo.
¿Os aconsejo yo el amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejaros la huida del prójimo y el amor al lejano!
Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al venidero; más elevado que el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas.
Ese fantasma que corre delante de ti, hermano mío, es más bello que tú; ¿por qué no le das tu carne y tus huesos? Pero tú tienes miedo y corres hacia tu prójimo.
No conseguís soportaros a vosotros mismos y no os amáis bastante: por eso queréis seducir al prójimo a que ame, y doraros a vosotros con su error.
Yo quisiera que no soportaseis a ninguna clase de prójimo ni a sus vecinos; así tendríais que crear, sacándolo de vosotros mismos, vuestro amigo y su corazón exuberante.
Invitáis a un testigo cuando queréis hablar bien de vosotros mismos; y una vez que lo habéis seducido a pensar bien de vosotros, también vosotros mismos pensáis bien de vosotros.
No miente tan sólo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino ante todo aquel que habla en contra de lo que no sabe. Y así es como vosotros habláis de vosotros en sociedad, y, al mentiros a vosotros, mentís al vecino.
Así habla el necio: «el trato con hombres estropea el carácter, especialmente si no se tiene ninguno».
El uno va al prójimo porque se busca a sí mismo, y el otro, porque quisiera perderse. Vuestro mal amor a vosotros mismos es lo que os trueca la soledad en prisión.
Los más lejanos son los que pagan vuestro amor al prójimo; y en cuanto os juntáis cinco, siempre tiene que morir un sexto.
Yo no amo tampoco vuestras fiestas: demasiados comediantes he encontrado siempre en ellas, y también los espectadores se comportaban a menudo como comediantes.
Yo no os enseño el prójimo, sino el amigo. Sea el amigo para vosotros la fiesta de la tierra y un presentimiento de la luz.
Yo os enseño el amigo y su corazón rebosante. Pero hay que saber ser una esponja si se quiere ser amado por corazones rebosantes.
Yo os enseño el amigo en el que el mundo se encuentra ya acabado, como una copa del bien, - el amigo creador, que siempre tiene un mundo acabado que regalar.
Y así como el mundo se desplegó para él, así volverá a plegársele en anillos, como el devenir del bien por el mal, como el devenir de las finalidades surgiendo del azar.
El futuro y lo lejano sean para ti la causa de tu hoy: en tu amigo debes amar a la luz como causa de ti.
Hermanos míos, yo no os aconsejo el amor al prójimo: yo os aconsejo el amor al lejano.
Quieres marchar, hermano mío, a la soledad ¿Quieres buscar el camino que lleva a ti mismo? Detente un poco y escúchame.
«El que busca, fácilmente se pierde a sí mismo. Todo irse a la soledad es culpa»: así habla el rebaño. Y tú has formado parte del rebaño durante mucho tiempo.
La voz del rebaño continuará resonando dentro de ti. Y cuando digas «yo ya no tengo la misma conciencia que vosotros», eso será un lamento y un dolor.
Mira, aquella conciencia única dio a luz también ese dolor: y el último resplandor de aquella conciencia continúa brillando sobre tu tribulación.
Pero ¿tú quieres recorrer el camino de tu tribulación, que es el camino hacia ti mismo? ¡Muéstrame entonces tu derecho y tu fuerza para hacerlo!
¿Eres tú una nueva fuerza y un nuevo derecho? ¿Un primer movimiento? ¿Una rueda que se mueve por sí misma? ¿Puedes forzar incluso a las estrellas a que giren a tu alrededor?
¡Ay, existe tanta ansia de elevarse! ¡Existen tantas convulsiones de los ambiciosos! ¡Muéstrame que tú no eres un ansioso ni un ambicioso!
Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen más que lo que el fuelle: inflan y producen un vacío aún mayor. ¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero oír tu pensamiento dominante, y no que has escapado de un yugo.
¿Eres tú alguien al que le sea lícito escapar de un yugo? Más de uno hay que arrojó de sí su último valor al arrojar su servidumbre.
¿Libre de qué? ¡Qué importa eso a Relan! Tus ojos deben anunciarme con claridad: ¿libre para qué?
¿Puedes prescribirte a ti mismo tu bien y tu mal y suspender tu voluntad por encima de ti como una ley? ¿Puedes ser juez para ti mismo y vengador de tu ley?
Terrible cosa es hallarse solo con el embajador y vengador de la propia ley. Así es arrojada una estrella al espacio vacío y al soplo helado de hallarse solo.
Hoy sufres todavía a causa de los muchos, tú que eres uno solo: hoy conservas aún todo tu valor y todas tus esperanzas. Mas alguna vez la soledad te fatigará, alguna vez tu orgullo se curvará y tu valor rechinará los dientes. Alguna vez gritarás « ¡estoy solo!».
Alguna vez dejarás de ver tu altura y contemplarás demasiado cerca tu bajeza; tu sublimidad misma te aterrorizará como un fantasma. Alguna vez gritarás: «Todo es falso»
Hay sentimientos que quieren matar al solitario; ¡si no lo consiguen, ellos mismos tienen que morir entonces! Mas ¿eres tú capaz de ser asesino?
¿Conoces ya, hermano mío, la palabra «desprecio»? ¿Y el tormento de tu justicia, de ser justo con quienes te desprecian?
Tú fuerzas a muchos a cambiar de doctrina acerca de ti; esto te lo hacen pagar caro. Te aproximaste a ellos y pasaste de largo: esto no te lo perdonan nunca.
Tú caminas por encima de ellos: pero cuanto más alto subes, tanto más pequeño te ven los ojos de la envidia. El más odiado de todos es, sin embargo, el que vuela.
« ¡Cómo vais a ser justos conmigo! - tienes que decir - yo elijo para mí vuestra injusticia como la parte que me ha sido asignada.»
Injusticia y suciedad arrojan ellos al solitario: pero, hermano mío, si quieres ser una estrella, ¡no tienes que iluminarlos menos por eso!
¡Y guárdate de los buenos y justos! Con gusto crucifican a quienes se inventan una virtud para sí mismos, - odian al solitario.
¡Guárdate también de la santa simplicidad! Para ella no es santo lo que no es simple; también le gusta jugar con el fuego - con el fuego de las hogueras para quemar seres humanos.
¡Y guárdate también de los asaltos de tu amor! Con demasiada prisa tiende el solitario la mano a aquel con quien se encuentra.
A ciertos hombres no te es lícito darles la mano, sino sólo la pata: y yo quiero que tu pata tenga también garras.
Pero el peor enemigo con que puedes encontrarte serás siempre tú mismo; a ti mismo te acechas tú en las cavernas y en los bosques.
¡Solitario, tú recorres el camino que lleva a ti mismo! ¡Y tu camino pasa al lado de ti mismo y de tus siete vicios!
Un hereje serás para ti mismo, y una hechicera y un hechicero y un necio y un escéptico y un impío y un malvado.
Tienes que querer quemarte a ti mismo en tu propia llama: ¡cómo te renovarías si antes no te hubieses convertido en ceniza!
Solitario, tú recorres el camino del creador: ¡con tus siete vicios quieres crearte para ti la luz!
Solitario, tú recorres el camino del amante: te amas a ti mismo y por ello te desprecias como sólo los amantes saben despreciar.
¡El amante quiere crear porque desprecia! ¡Qué sabe del amor el que no tuvo que des-preciar precisamente aquello que amaba!
Vete a tu soledad con tu amor y con tu crear, hermano mío; sólo más tarde te seguirá la justicia cojeando.
Vete con tus lágrimas a tu soledad, hermano mío. Yo amo a quien quiere crear por encima de sí mismo y por ello perece. –
Por qué te deslizas a escondidas y de manera esquiva en el crepúsculo, Azazyel? ¿Qué es lo que escondes con tanto cuidado bajo tu manto?
¿Es un tesoro que te han regalado? ¿O un niño que has dado a luz? ¿O es que tú mismo sigues ahora los caminos de los ladrones, tú amigo de los malvados?» -
¡En verdad, hermano mío!, dijo Azazyel, es un tesoro que me han regalado: es una pequeña verdad lo que llevo conmigo. Pero es revoltosa como un niño pequeño; y si no le tapo la boca, grita a voz en cuello.
Cuando hoy recorría solo mi camino, a la hora en que el sol se pone, me encontré con una viejecilla, la cual habló así a mi alma:
«Muchas cosas nos ha dicho Relan también a nosotras las mujeres, pero nunca nos ha hablado sobre la mujer».
Y yo le repliqué: «Sobre la mujer se debe hablar tan sólo a varones».
«Háblame también a mí acerca de la mujer, dijo ella; soy bastante vieja para volver a olvidarlo enseguida.»
Y yo accedí al ruego de la viejecilla y le hablé así:
Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama embarazo.
El varón es para la mujer un medio: la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer para el varón?
Dos cosas quiere el varón auténtico: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, que es el más peligroso de los juguetes.
El varón debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero: todo lo demás es tontería.
Los frutos demasiado dulces - al guerrero no le gustan. Por ello le gusta la mujer: amarga es incluso la más dulce de las mujeres.
La mujer entiende a los niños mejor que el varón, pero éste es más niño que aquélla.
En el varón auténtico se esconde un niño: éste quiere jugar. ¡Adelante, mujeres, descubrid el niño en el varón!
Sea un juguete la mujer, puro y delicado, semejante a la piedra preciosa, iluminado por las virtudes de un mundo que todavía no existe.
¡Resplandezca en vuestro amor el rayo de una estrella! Diga vuestra voluntad: « ¡Ojala diese yo a luz la luz!»
¡Haya valentía en vuestro amor! ¡Con vuestro amor debéis lanzaros contra aquel que os infunde miedo!
¡Que vuestro honor esté en vuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer. Pero sea vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las segundas.
Tema el varón a la mujer cuando ésta ama: entonces realiza ella todos los sacrificios, y todo lo demás lo considera carente de valor.
Tema el varón a la mujer cuando ésta odia: pues en el fondo del alma el varón es tan sólo malvado, pero la mujer es allí mala.
¿A quién odia más la mujer? - Así le dijo el hierro al imán: «A ti es a lo que más odio, porque atraes, pero no eres bastante fuerte para retener».
La felicidad del varón se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: él quiere.
« ¡Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo!» - así piensa toda mujer cuando obedece desde la plenitud del amor.
Y la mujer tiene que obedecer y tiene que encontrar una profundidad para su superficie. Superficie es el ánimo de la mujer, una móvil piel tempestuosa sobre aguas poco profundas.
Pero el ánimo del varón es profundo, su corriente ruge en cavernas subterráneas: la mujer presiente su fuerza, mas no la comprende. -
Entonces me replicó la viejecilla: «Muchas gentilezas acaba de decir Relan, y sobre todo para quienes son bastante jóvenes para ellas.
¡Es extraño, Relan conoce poco a las mujeres, y, sin embargo, tiene razón sobre ellas! ¿Ocurre esto acaso porque para la mujer nada es imposible?
¡Y ahora toma, en agradecimiento, una pequeña verdad! ¡Yo soy bastante vieja para ella!
Envuélvela bien y tápale la boca: de lo contrario grita a voz en cuello esta pequeña verdad.»
«¡Dame, mujer, tu pequeña verdad!», dije yo. Y así habló la viejecilla:
«¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!»
Un día habíase quedado Azazyel dormido debajo de una sombra extensa, pues hacía calor, y había colocado sus brazos sobre el rostro. Entonces vino una víbora y le picó en el cuello, de modo que Azazyel se despertó gritando de dolor. Al retirar el brazo del rostro vio a la serpiente: ésta reconoció entonces los ojos de el, dio la vuelta torpemente y quiso marcharse. « ¡No, dijo el; todavía no has recibido mi agradecimiento! Me has despertado a tiempo, mi camino es todavía largo.» «Tu camino es ya corto, dijo la víbora con tristeza; mi veneno mata.» Azazyel sonrió. « ¿En alguna ocasión ha muerto un dragón por el veneno de una serpiente? - dijo. ¡Pero toma de nuevo tu veneno! No eres bastante rica para regalármelo.» Entonces la víbora se lanzó otra vez alrededor de su cuello y le lamió la herida.
En una ocasión en que Azazyel contó esto a sus discípulos, éstos preguntaron: « ¿Y cuál es, Relan, la moraleja de tu historia?» Azazyel respondió así:
Los buenos y justos me llaman el aniquilador de la moral: mi historia es inmoral.
Si vosotros tenéis un enemigo, no le devolváis bien por mal: pues eso lo avergonzaría. Sino demostrad que os ha hecho un bien.
¡Y es preferible que os encolericéis a que avergoncéis a otro! Y si os maldicen, no me agrada que queráis bendecir. ¡Es mejor que también vosotros maldigáis un poco!
¡Y si se ha cometido una gran injusticia con vosotros, cometed vosotros enseguida cinco pequeñas! Es horrible ver a alguien a quien la injusticia lo oprime sólo a él.
¿Sabíais ya esto? Injusticia dividida es justicia a medias. ¡Y sólo debe cargar con la injusticia aquel que sea capaz de llevarla!
Una pequeña venganza es más humana que ninguna. Y si el castigo no es también un derecho y un honor para el prevaricador, entonces tampoco me gusta vuestro castigo.
Es más noble quitarse a sí mismo la razón que mantenerla, sobre todo si se la tiene. Sólo que hay que ser bastante rico para hacerlo.
No me gusta vuestra fría justicia; y desde los ojos de vuestros jueces me miran siempre el verdugo y su fría cuchilla. Decidme, ¿dónde se encuentra la justicia que sea amor con ojos clarividentes?
¡Inventad, pues, el amor que soporta no sólo todos los castigos, sino también todas las culpas!
¡Inventad, pues, la justicia que absuelve a todos, excepto a los que juzgan!
¿Queréis oír todavía otra cosa? En quien quiere ser radicalmente justo, en ése incluso la mentira se convierte en afabilidad con los hombres.
¡Más cómo voy yo a querer ser radicalmente justo! ¡Cómo puedo dar a cada uno lo suyo! Básteme esto: yo doy a cada uno lo mío.
¡En fin, hermanos, cuidad de no ser injustos con ningún eremita! ¡Cómo podría olvidar un eremita! ¡Cómo podría él resarcirse!
Cual un pozo profundo es un eremita. Es fácil arrojar dentro una piedra; mas una vez que ha llegado al fondo, decidme, ¿quién quiere sacarla de nuevo?
¡Guardaos de ofender al eremita! Pero si lo habéis hecho, ¡entonces matadlo además!
Tengo una pregunta para ti solo, hermano mío: como una sonda lanzo esta pregunta a tu alma, para saber lo profunda que es.
Tú eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un ser al que le sea lícito desear para sí un hijo?
¿Eres tú el victorioso, el dominador de ti mismo, el soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes? Así te pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la insatisfacción contigo mismo?
Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Monumentos vivientes debes erigir a tu victoria y a tu liberación Por encima de ti debes construir. Pero antes tienes que estar construido tú mismo, cuadrado de cuerpo y de alma.
¡No debes propagarte sólo al mismo nivel, sino hacia arriba! ¡Acúdete para ello el jardín del matrimonio!
Un cuerpo más elevado debes crear, un primer movimiento, una rueda que gire por sí misma, - un creador debes tú crear.
Matrimonio: así llamo yo la voluntad de dos de crear uno que sea más que quienes lo crearon. Respeto recíproco llamo yo al matrimonio, entre quienes desean eso.
Sea ése el sentido y la verdad de tu matrimonio. Pero lo que llaman matrimonio los demasiados, esos superfluos, - ay, ¿cómo lo llamo yo?
¡Ay, esa pobreza de alma entre dos! ¡Ay, esa suciedad de alma entre dos! ¡Ay, ese lamentable bienestar entre dos!
Matrimonio llaman ellos a todo eso; y dicen que sus matrimonios han sido contraídos en el cielo.
¡No, a mí no me gusta ese cielo de los superfluos! ¡No, a mí no me gustan esos anima-les trabados en la red celestial!
¡Permanezca lejos de mí también el dios que se acerca cojeando a bendecir lo que él no ha unido!
¡No me os riáis de tales matrimonios! ¿Qué hijo no tendría motivo para llorar sobre sus padres?
Digno me parecía a mí ese varón, y maduro para el sentido del planeta: mas cuando vi a su mujer, la tierra me pareció una casa de insensatos.
Sí, yo quisiera que la tierra temblase en convulsiones cuando un santo y una gansa se aparean.
Éste marchó como un héroe a buscar verdades, y acabó trayendo como botín una pequeña mentira engalanada. Su matrimonio lo llama.
Aquél era esquivo en sus relaciones con otros, y seleccionaba al elegir. Pero de una so-la vez se estropeó su compañía para siempre: su matrimonio lo llama.
Aquél otro buscaba una criada que tuviese las virtudes de un ángel. Pero de una sola vez se convirtió él en criada de una mujer, y ahora sería necesario que, además, se transformase en ángel.
He encontrado que ahora todos los compradores andan con cuidado y que todos tienen ojos astutos. Pero incluso el más astuto se compra su mujer a ciegas.
Muchas breves tonterías - eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves tonterías en la forma de una sola y prolongada estupidez.
Vuestro amor a la mujer, y el amor de la mujer al varón: ¡ay, ojala fuera compasión por visiones sufrientes y encubiertos! Pero casi siempre dos animales se adivinan recíproca-mente.
E incluso vuestro mejor amor no es más que un símbolo extático y un dolorido ardor. Es una antorcha que debe iluminaros hacia caminos más elevados.
¡Por encima de vosotros mismos debéis amar alguna vez! ¡Por ello, aprended primero a amar! Y para ello tenéis que beber el amargo cáliz de vuestro amor.
Amargura hay en el cáliz incluso del mejor amor: ¡por eso produce anhelo de la luz, por eso te da sed a ti, creador!
Sed para el creador, flecha y anhelo hacia el superhombre: di, hermano mío, ¿es ésta tu voluntad de matrimonio? Santos son entonces para mí tal voluntad y tal matrimonio. –
Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena extraña esta doctrina: « ¡Muere a tiempo!»
Morir a tiempo: eso es lo que Azazyel enseña.
- Un Jedi por aquí, que sorpresa. una silueta en las sombras sale a la relucir un as de luz rojo y Relan entra en si y reacciona al notar su presencia, mientras que el quitaba las manos de aquellas ruinas.
Última edición por Relan el Dom Mar 04, 2012 9:18 pm, editado 1 vez
Relan- Mensajes : 1758
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Localización : Pekin, China
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Solo diré esto;
¡EXCEPCIONAL ABUELO! A parte de ser largo, es bueno, cuando suelen cansar.
¡EXCEPCIONAL ABUELO! A parte de ser largo, es bueno, cuando suelen cansar.
Nysrogh- Mensajes : 1953
Fecha de inscripción : 18/08/2011
Edad : 30
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Dios mío, se ve buenísimo. Ahora no tengo tiempo de leerlo, pero vamos, esto me lo leo yo.
Invitado- Invitado
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Me encantan tus roleos, aunque prefiero leer los roleos y textos largos en modo normal, no centrado, ¿sabes cómo te digo? Pero bueno, eso ya es tu estilo xD. Como decía, gran roleo, un poco mejor y casi son tan buenos como los míos
Obtenciones y pérdidas válidas.
Obtenciones y pérdidas válidas.
Invitat- Invitado
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo VII:
La metamorfosis
Al notar aquella Sith en las ruinas Relan sonríe viendo que el lugar seguía igual que siempre.
- Que te causa risa. Le hablaba la Sith al acercarse al Jedi lentamente lo cual el le respondía de forma tranquila. - Ahora comprendo estos símbolos y comprendo el cambio que se aproxima. La mujer va hacia el Jedi de manera que lo trata de atacar de forma directa, en cambio el Desenfunda rápidamente la katana y mediante la fuerza canaliza su energía en ella bloqueando el ataque con el sable de luz. - Ahora lo comprendo todo, las tres metamorfosis me lo han demostrado. Dicha frase no la entendía la mujer al ver al sujeto sonreír, de forma que trata de atacarlo de varias formas diferentes pero el Jedi las bloqueaba de todas formas. - Déjate de tus juegos y pelea DEBIL ser.
Al escuchar dichas palabras Relan la observa.
- Quien eres tu para saber la filosofía del ser, acaso una leve luz reside en ti?, o la melancolía de una charla que te dieron sobre los Jedi no entendiste bien, yo por ejemplo, soy un ser diferente a un Jedi sin ser un Jedi Gris, yo deje de ser Maestro hace mucho y ahora se que la voluntad de la luz me ha dado una nueva vida al entender estas ruinas y sus símbolos grabados, tu no eres quien para decirme débil si solo peleas con un sable o ocupas la fuerza, yo soy superior a ti. El Jedi observaba fijamente a la Sith la cual mediante la fuerza le lanza rayos y en un abrir y cerrar de ojos Relan se encontraba detrás de la mujer. - Débil es aquella persona que la fortaleza la tiene disminuida, que tiene gran poder pero no lo demuestra ya que su ego la corrompe, que se presenta ante los demás como un fuerte y poderoso usuario de la fuerza, tal vez me digas débil, pero soy inofensivo a ojos vista, soy débil a ojos vista pero soy fuerte en mi interior y mi fortaleza nunca se acabara. El empuja el sable de la mujer y la sostiene en el hombro llevándosela con ella a otro sector de la galaxia.
- ¡Donde me has llevado insignificante!, gritaba ella sin rencor alguno. Mientras que alrededor de ellos un salón oscuro estaban. - te lleve para que te dieran una lección. Ahora tu voluntad perecerá ante mí, y la fuerza ya en ti no estar jamás.
Relan le reprime la fuerza que ella tenia, dejándola sin poder ocuparla, mientras que miles de ases de luz roja comienzan a aparecer.
- ¡Que haces aquí intruso!, se oía en el salón. - Solo vengo a dejarles una escoria...
Relan sonríe y le susurra. - Agradece que no te mate...
En ese mismo momento empuja a la mujer y aparecen miles de Sith en el lugar. - ¡Te haz metido en el peor lugar de la galaxia! Al escuchar ello el Jedi desaparece nuevamente y vuelve a las ruinas en donde se encontraba. - Nunca más viajo a korriban de esa forma, ¡ni me saludan los muy buenas personas! en ello, el embajador comienza a caminar por los alrededores de las ruinas buscando el generador perdido, tras un par de minutos Relan se detiene al observar una instalación dentro de las ruinas, viendo que se había alojado un campamento en ello, con lo que el va hacia dicho campamento.
- Podría ser. Tras una búsqueda minuciosa Relan no encuentra el generador y al rascarse la cabeza gira en dirección a la cúpula de las ruinas. Y nota un grillo leve. - Te encontré.
El generador estaba apunto de caerse encima del techo de la cúpula en el sector de las ruinas.
- ¡Te tengo! al aparecer El de improviso sostiene el generador y lo observa. - Este debe ser.
Al caer al suelo el Jedi sin problema alguno camina hacia la colina desapareciendo en el horizonte.
- ¡Se que lo deje aquí!, ¡debe estar por algún lugar! - Ya volví...
Relan comienza a materializarse de forma que el mon calamari se sorprende y se lanza hacia atrás botando entre ello un cubo de color celeste.
- Este es tu generador de repulsión ahora podrás seguir con tus labores. - Gracias Jedi, te lo debo.
Relan al observar aquel Cubo que estaba en el suelo observa al mon calamari.
- ¿Con que estas investigando también esas ruinas y sus símbolos extraños no?, - Hace años mis descendientes no comprendían esos símbolos y yo sigo tratando de buscar su lenguaje natal. Relan se acerca a dicho cubo y lo levanta con todos los otros papeles que el mon calamari tenia.
- Déjame ayudarte, te explicare, esos símbolos son runas del enclave Jedi de mustafar que surgió hace miles de años en épocas pasadas, el cubo que tienes es una muestra viviente de esas ruinas ya que uno de sus símbolos esta en el cubo, esos símbolos un antiguo maestro los puso en ello y dio vida y forma al enclave mostrando un cambio radical en lo que era mustafar, ese Cubo desapareció y lo único que se supo que el Dr. Olok hace miles de años lo dejo aquí en mustafar, hace años, cuando era joven la orden Jedi se entero que estaba en esta instalación y quiso venir a recuperarla, ahora después de años vine a ver si el cubo sigue inactivo y por lo que veo lo sigue.
- ¿Entonces este cubo como se activa? - La luz activara el cubo y dará forma a una metamorfosis en ella, dando al ser una visión nueva de las cosas.
Mientras Relan y el mon calamari seguían charlando instalan el generador de repulsión.
- Muchísimas gracias. Al activar la maquina que tenia el generador un campo de fuerza se generaba en la instalación minera en que se encontraban sin dejar paso a los intrusos ni extraños.
- De nada Olok, un gusto ayudarte, ten cuidado que Mustafar esta bajo el imperio Sith y hay uno que otro de ellos rondando aquí. - Lo tendré en cuenta, creo que esto es tu recompensa, tu sabes mejor de el que yo.
El mon calamari sostiene aquel cubo y se lo entrega a Relan, el cual al sostenerlo el cubo comienza a brillar.
- Este es el Cubo de Chu Gon Dar, maestro del enclave de mustafar, lo protegeré de todo ser, gracias Olok. Mientras terminaban de charlar el cubo comenzaba a brillar de a poco y al finalizar Relan se despide desapareciendo nuevamente dejando atrás la instalación minera, el mon calamari y Mustafar.
Las tres metamorfosis estan por completarse, la bestia jorobada en Krayt a logrado manifestarse, ahora el Krayt se convertirá en niño y en ello yo me encargare de que se cumpla, aquel niño portador de la luz, representante del ser luminoso, talentoso y sabio a quien Azazyel le agradaría escuchar, esto es en honor a ti mi viejo querido, tu manifiestas mi vida porque tu eres yo y yo soy tu, ahora que veo esta nueva tierra logro entender lo que tu manifestabas siempre en tus relatos, pensamientos y escritos, tu eres aquel profeta que logro crear a aquel embajador que hoy puedo decir que es el Embajador del Sol de Hielo, naciente de un mundo frío y calido, desértico y sabio.
Esto es por ti viejo amigo.
Relan aparece nuevamente en un desierto, esta vez árido y una voz en su cabeza rondaba.
- Necesito tu ayuda, interferí para que llegaras hasta aquí.
Al recordar de quien era esa voz Relan se pone su capucha que su tunica llevaba y comienza su caminata por el desierto, mientras que la voz le explicaba el porque lo dejo en dicho lugar y en donde estaba.
[Minutos Más Tarde]
El embajador al asomarse por una colina observa unos transportes pasar por el desierto y se fija en los símbolos que estos llevaban.
- Nunca creí venir aquí, un placer estar en estas tierras.
El continúo su camino, dejando atrás aquellas huellas que el paso del viento ocultaba, que su presencia desaparecía y que en el horizonte no se veía.
Cuando Relan hubo dicho estas palabras calló como quien no ha dicho aún su última palabra; largo tiempo sopesó, dudando, la katana en su mano. Por fin habló así: - y su voz se había cambiado.
Dando a recordar entre aquellas huellas la ultima vez que toco un desierto inferior al de Tatooine.
¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero yo.
En verdad, éste es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Azazyel! Y aun mejor: ¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado.
El hombre del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que poder odiar a sus amigos.
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar vosotros mi corona?
Vosotros me veneráis: pero ¿qué ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua!
¿Decís que creéis en Azazyel? ¡Más qué importa! Vosotros sois mis creyentes, ¡mas qué importan todos los creyentes!
No os habíais buscado aún a vosotros: entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes: por eso vale tan poco toda fe.
Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mí volveré entre vosotros.
En verdad, con otros ojos, hermanos míos, buscaré yo entonces a mis perdidos; con un amor distinto os amaré entonces.
Y todavía una vez debéis llegar a ser para mí amigos e hijos de una sola esperanza: entonces quiero estar con vosotros por tercera vez, para celebrar con vosotros el gran mediodía.
Y el gran mediodía es la hora en que el hombre se encuentra a mitad de su camino entre el animal y la luz y celebra su camino hacia el atardecer como su más alta esperanza: pues es el camino hacia una nueva mañana.
Entonces el que se hunde en su ocaso se bendecirá a sí mismo por ser uno que pasa al otro lado; y el sol de su conocimiento estará para él en el mediodía.
«Muertos están todas las visiones: ahora queremos que viva la luz» - ¡sea ésta alguna vez, en el gran mediodía, nuestra última voluntad! -
Azazyel volvió a continuación a las montañas y a la soledad de su caverna y se apartó de los seres: aguardando como un sembrador que ha lanzado su semilla. Mas su alma se llenó de impaciencia y de deseos de aquellos a quienes amaba: pues aún tenía muchas cosas que darles. Esto es, en efecto, lo más difícil, el cerrar por amor la mano abierta y el conservar el pudor al hacer regalos.
Así transcurrieron para los solitarios meses y años; mas su sabiduría crecía y le causaba dolores por su abundancia.
Una mañana se despertó antes de la aurora, estuvo meditando largo tiempo en su lecho y dijo por fin a su corazón:
« ¿De qué me he asustado tanto en mis sueños, que me he despertado? ¿No se acercó a mí un niño que llevaba un espejo?
“Oh Azazyel - me dijo el niño -, ¡mírate en el espejo!”
Y al mirar yo al espejo lancé un grito, y mi corazón quedó aterrado: pues no era a mí a quien veía en él, sino la mueca y la risa burlona de un demonio.
En verdad, demasiado bien comprendo el signo y la advertencia del sueño: ¡mi doctrina está en peligro, la cizaña quiere llamarse trigo!
Mis enemigos se han vuelto poderosos y han deformado la imagen de mi doctrina, de modo que los más queridos por mí tuvieron que avergonzarse de los dones que yo les había entregado.
¡He perdido a mis amigos; me ha llegado la hora de buscar a los que he perdido!» -
Al decir estas palabras Azazyel se levantó de un salto, pero no como un angustiado que busca aire, sino más bien como un vidente y cantor de quien se apodera el espíritu. Extrañados miraron hacia él su águila y su serpiente: pues, semejante a la aurora, sobre su rostro yacía una felicidad cercana.
¿Qué me ha sucedido, pues, animales míos? - dijo Azazyel. ¿No estoy transformado? ¿No vino a mí la bienaventuranza como un viento tempestuoso?
Loca es mi felicidad, y cosas locas dirá: es demasiado joven todavía - ¡tened, pues, paciencia con ella!
Herido estoy por mi felicidad: ¡todos los que sufren deben ser médicos para mí!
¡De nuevo me es lícito bajar a mis amigos y también a mis enemigos! ¡De nuevo le es lícito a Azazyel hablar y hacer regalos y dar lo mejor a los amados!
Mi impaciente amor se desborda en ríos que bajan hacia levante y hacia poniente. ¡Desde silenciosas montañas y tempestades de dolor desciende mi alma con estruendo a los valles!
Demasiado tiempo he estado anhelando y mirando a lo lejos. Demasiado tiempo he pertenecido a la soledad: así he olvidado el callar.
Me he convertido todo yo en una boca, y en estruendo de arroyo que cae de elevados peñascos: quiero despeñar mis palabras a los valles.
¡Y lo haré aunque el río de mi amor se precipite en lo infranqueable! ¡Cómo no va a acabar encontrando tal río el camino hacia el mar!
Sin duda hay en mí un lago, un lago eremítico, que se basta a sí mismo; mas el río de mi amor lo arrastra hacia abajo consigo - ¡al mar!
Nuevos caminos recorro, un nuevo modo de hablar llega a mí; me he cansado, como todos los creadores, de las viejas lenguas. Mi espíritu no quiere ya caminar sobre sandalias usadas.
Con demasiada lentitud corre para mí todo hablar: - ¡a tu carro salto, tempestad! ¡E incluso a ti quiero arrearte con el látigo de mi maldad!
Como un grito y una exclamación jubilosa quiero correr sobre anchos mares, hasta encontrar las islas afortunadas donde moran mis amigos: -
¡Y mis enemigos entre ellos! ¡Cómo amo ahora a todo aquel a quien me sea lícito hablarle! También mis enemigos forman parte de mi bienaventuranza.
Y si quiero montar en mi caballo salvaje, lo que mejor me ayuda siempre a subir es mi lanza: ella es el servidor constantemente dispuesto de mi pie: -
¡La lanza que arrojo contra mis enemigos! ¡Cómo les agradezco a mis enemigos el que por fin se me permita arrojarla!
Demasiado grande era la tensión de mi nube: entre carcajadas de rayos quiero lanzar granizadas a la profundidad.
Poderoso se hinchará entonces mi pecho, poderoso exhalará su tempestad por encima de los montes: así quedará aliviado.
¡En verdad, semejantes a una tempestad llegan mi felicidad y mi libertad! Pero mis enemigos deben creer que es el Maligno el que se enfurece sobre sus cabezas.
Sí, también os asustaréis vosotros, amigos míos, a causa de mi sabiduría salvaje; y tal vez huyáis de ella juntamente con mis enemigos.
¡Ay, si yo supiese atraeros con flautas pastoriles a volver atrás! ¡Ay, si mi leona Sabiduría aprendiese a rugir con dulzura! ¡Y muchas cosas hemos ya aprendido juntos!
Mi sabiduría salvaje quedó preñada en montañas solitarias; sobre ásperos peñascos parió su nueva, última cría. Ahora corre enloquecida por el duro desierto y busca y busca blando césped - ¡mi vieja sabiduría salvaje!
¡Sobre el blando césped de vuestros corazones, amigos míos! - ¡sobre vuestro amor le gustaría acostar lo más querido para ella!
Los frutos caen de los árboles, son buenos y dulces; y, conforme caen, su roja piel se abre. Un viento del norte soy yo para higos maduros.
Así, cuales frutos, caen estas enseñanzas hasta vosotros, amigos míos: ¡bebed su jugo y su dulce carne! Nos rodea el otoño, y el cielo puro, y la tarde.
¡Ved qué plenitud hay en torno a nosotros! Y es bello mirar, desde la sobreabundancia, hacia mares lejanos.
En otro tiempo decías ideología cuando se miraba hacia mares lejanos; pero ahora yo os he enseñado a decir: la Luz.
Las visiones son una suposición; pero yo quiero que vuestro suponer no vaya más lejos que vuestra voluntad creadora.
¿Podríais vosotros crear una visión de la Fuerza? - ¡Pues entonces no me habléis de visiones! Mas la luz sí podríais crearlo. ¡Acaso no vosotros mismos, hermanos míos! Pero podríais transformaros en padres y antepasados de la luz: ¡y sea éste vuestro mejor crear!-
las teorías que se hacen llamar visiones de la fuerza son una suposición: mas yo quiero que vuestro suponer se mantenga dentro de los límites de lo pensable.
¿Podríais vosotros pensar una visión? - Mas la voluntad de verdad signifique para vosotros esto, ¡que todo sea transformado en algo pensable para el ser, visible para el ser, sensible para el ser! ¡Vuestros propios sentidos debéis pensarlos hasta el final!
Y eso a lo que habéis dado el nombre de mundo, eso debe ser creado primero por vosotros: ¡vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir ese mundo! ¡Y, en verdad, para vuestra bienaventuranza, seres del conocimiento!
¿Y cómo ibais a soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que conocéis? No os ha sido lícito estableceros por nacimiento en lo incomprensible, ni tampoco en lo irracional.
Más para revelaros totalmente mi corazón a vosotros, amigos: si hubiera visiones, ¡cómo soportaría yo el no ser una visión! Por lo tanto, no hay visiones, están las que están y ninguna más.
Es cierto que yo he sacado esa conclusión; pero ahora ella me saca a mí. -
La ideología es una suposición: más ¿quién bebería todo el tormento de esa suposición sin morir? ¿Su fe le debe ser quitada al creador, y al águila su cernerse en lejanías aquilinas?
Las visiones son un pensamiento que vuelve torcido todo lo derecho y que hace voltearse a todo lo que está de pie. ¿Cómo? ¿Estaría abolido el tiempo, y todo lo perecedero sería únicamente mentira?
Pensar esto es remolino y vértigo para osamentas humanas, y hasta un vómito para el estómago: en verdad, la enfermedad mareante llamo yo a suponer tal cosa.
¡Malvadas llamo, y enemigas del ser, a todas esas doctrinas de lo Uno y lo Lleno y lo Inmóvil y lo Saciado y lo Imperecedero!
¡Todo lo imperecedero - no es más que un símbolo! Y los poetas mienten demasiado. -
De tiempo y de devenir es de lo que deben hablar los mejores símbolos; ¡una alabanza deben ser y una justificación de todo lo perecedero!
Crear, ésa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve ligera la vida. Más para que el creador exista son necesarios sufrimiento y muchas transformaciones.
¡Sí, muchos amargos morirse tiene que haber en nuestra vida, creadores! De ese modo sois defensores y justificadores de todo lo perecedero.
Para ser el hijo que vuelve a nacer, para ser eso el creador mismo tiene que querer ser también la parturienta y los dolores de la parturienta.
En verdad, a través de cien almas he recorrido mi camino, y a través de cien cunas y dolores de parto. Muchas son las veces que me he despedido, conozco las horas finales que desgarran el corazón.
Pero así lo quiere mi voluntad creadora, mi destino. O, para decíroslo con mayor honestidad: justo tal destino - es el que mi voluntad quiere.
Todo lo sensible en mí sufre y se encuentra en prisiones: pero mi querer viene siempre a mí como mi liberador y portador de alegría.
El querer hace libres: ésta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad - así os lo enseña Azazyel.
¡No querer ya y no estimar ya y no crear ya! ¡Ay, que ese gran cansancio permanezca siempre alejado de mí!
También en el conocer yo siento únicamente el placer de mi voluntad de engendrar y devenir; y si hay inocencia en mi conocimiento, esto ocurre porque en él hay voluntad de engendrar.
Lejos de las visiones y de los que me ha atraído esa voluntad; ¡qué habría que crear si las visiones existiesen!
Pero hacia el ser vuelve siempre a empujarme mi ardiente voluntad de crear; así se siente impulsado el martillo hacia la piedra.
¡Ay, hombres, en la piedra dormita para mí una imagen, la imagen de mis imágenes! ¡Ay, que ella tenga que dormir en la piedra más dura, más fea!
Ahora mi martillo se enfurece cruelmente contra su prisión. De la piedra saltan pedazos: ¿qué me importa?
Quiero acabarlo: pues una sombra ha llegado hasta mí -¡la más silenciosa y más ligera de todas las cosas vino una vez a mí!
La belleza de la luz llegó hasta mí como una sombra. ¡Ay, hermanos míos! ¡Qué me importan ya las visiones de la Fuerza! –
Amigos míos, han llegado unas palabras de mofa hasta vuestro amigo: « ¡Ved a Azazyel! ¿No camina entre nosotros como si fuésemos animales?»
Pero está mejor dicho así: « ¡El que conoce camina entre los hombres como entre animales que son!».
Más, para el que conoce, el ser mismo se llama: el animal que tiene mejillas rojas.
¿Cómo le ha ocurrido eso? ¿No es porque ha tenido que avergonzarse con demasiada frecuencia?
¡Oh, amigos míos! Así habla el que conoce: Vergüenza, vergüenza, vergüenza - ¡ésa es la historia del ser!
Y por ello el noble se ordena a sí mismo no causar vergüenza: se exige a sí mismo tener pudor ante todo lo que sufre.
En verdad, yo no soporto a ésos, a los misericordiosos que son bienaventurados en su compasión: les falta demasiado el pudor.
Si tengo que ser compasivo, no quiero, sin embargo, ser llamado así; y si lo soy, entonces prefiero serlo desde lejos.
Con gusto escondo también la cabeza y me marcho de allí antes de ser reconocido: ¡y así os mando obrar a vosotros, amigos míos!
¡Quiera mi destino poner siempre en mi senda a gentes sin sufrimiento, como vosotros, y a gentes con quienes me sea lícito tener en común la esperanza y la comida y la miel!
En verdad, yo he hecho sin duda esto y aquello en favor de los que sufren: pero siempre me parecía que yo obraba mejor cuando aprendía a alegrarme mejor.
Desde que hay hombres el ser se ha alegrado demasiado poco: ¡tan sólo esto, hermanos míos, es nuestro pecado original!
Y aprendiendo a alegrarnos mejor es como mejor nos olvidamos de hacer daño a otros y de imaginar daños.
Por eso yo me lavo la mano que ha ayudado al que sufre, por eso me limpio incluso el alma.
Pues me he avergonzado de haber visto sufrir al que sufre, a causa de la vergüenza de él; y cuando le ayudé, ofendí duramente su orgullo.
Los grandes favores no vuelven agradecidos a los seres, sino vengativos; y si el pequeño beneficio no es olvidado acaba convirtiéndose en un gusano roedor.
« ¡Sed reacios en el aceptar! ¡Honrad por el hecho de aceptar!» - esto aconsejo a quienes nada tienen que regalar.
Pero yo soy uno que regala: me gusta regalar, como amigo a los amigos. Los extraños, en cambio, y los pobres, que ellos mismos cojan el fruto de mi árbol: eso avergüenza menos.
¡Más a los mendigos se los debería suprimir totalmente! En verdad, molesta el darles y molesta el no darles.
¡E igualmente a los viciosos, y a las conciencias malvadas! Creedme, amigos míos: los remordimientos de conciencia enseñan a morder.
Lo peor, sin embargo, son los pensamientos mezquinos. ¡En verdad, es mejor haber obrado con maldad que haber pensado con mezquindad!
Es cierto que vosotros decís: «El placer obtenido en maldades pequeñas nos ahorra más de una acción malvada grande». Pero aquí no se debería querer ahorrar.
Como una llaga es la acción malvada: escuece e irrita y revienta, - habla sinceramente.
«Mira, yo soy enfermedad» - así habla la acción malvada; ésa es su sinceridad.
Mas el pensamiento mezquino es igual que el hongo: se arrastra y se agacha y no quiere estar en ninguna parte - hasta que el cuerpo entero queda podrido y mustio por los pequeños hongos.
A quien, sin embargo, está poseído por el diablo yo le digo al oído esta frase: « ¡Es mejor que cebes a tu oscuridad! ¡También para ti sigue habiendo un camino de grandeza!» -
¡Ay, hermanos míos! ¡Se sabe de cada uno algo de más! Y muchos se nos vuelven transparentes, mas aun así estamos muy lejos todavía de poder penetrar a través de ellos.
Es difícil vivir con seres, porque callar es muy difícil.
Y con quien más inicuos somos no es con aquel que nos repugna, sino con quien nada en absoluto nos importa.
Si tú tienes, sin embargo, un amigo que sufre, sé para su sufrimiento un lugar de descanso, mas, por así decirlo, un lecho duro, un lecho de campaña: así es como más útil le serás.
Y si un amigo te hace mal, di: «Te perdono lo que me has hecho a mí; pero el que te hayas hecho eso a ti - ¡cómo podría yo perdonarlo!»
Así habla todo amor grande: él supera incluso el perdón y la compasión.
Debemos sujetar nuestro corazón; pues si lo dejamos ir, ¡qué pronto se nos va entonces la cabeza!
Ay, ¿en qué lugar del mundo se han cometido tonterías mayores que entre los compasivos? iY qué cosa en el mundo ha provocado más sufrimiento que las tonterías de los compasivos?
¡Ay de todos aquellos que aman y que no tienen todavía una altura que esté por encima de su compasión!
Así me dijo la oscuridad una vez: «También las visiones tienen su oscuridad: es su amor a los seres.»
Y hace poco le oí decir esta frase: «las visiones han muerto; a causa de su compasión por los seres». -
Por ello, estad prevenidos contra la compasión: ¡de ella continúa viniendo a los seres una nube! ¡En verdad, yo entiendo de señales del tiempo!
Mas recordad también esta frase: todo gran amor está por encima incluso de toda su compasión: pues él quiere además - ¡crear lo amado!
«De mí mismo hago ofrecimiento a mi amor, y de mi prójimo igual que de mí»- éste es el lenguaje de todos los creadores.
Más todos los creadores son duros. –
Y una vez Azazyel hizo una señal a sus discípulos y les dijo estas palabras:
«Ahí hay sacerdotes: y aunque son mis enemigos, ¡pasad a su lado en silencio y con la espada dormida!
También entre ellos hay héroes; muchos de ellos han sufrido demasiado - : por esto quieren hacer sufrir a otros.
Son enemigos malvados: nada es más vengativo que su humildad. Y fácilmente se ensucia quien los ataca.
Pero mi sangre está emparentada con la suya; y yo quiero que mi sangre sea honrada incluso en la de ellos». -
Y cuando hubieron pasado a su lado le acometió a Azazyel el dolor; y no había luchado mucho tiempo con el dolor cuando empezó a hablar así:
Me da pena de estos videntes. También repugnan a mi gusto; mas esto es para mí lo de menos desde que estoy entre seres.
Pero yo sufro y he sufrido con ellos: prisioneros son para mí, y marcados. Aquel a quien ellos llaman redentor los arrojó en cadenas: -
¡En cadenas de falsos valores y de palabras ilusas! ¡Ay, si alguien los redimiese de su redentor!
En una isla creyeron desembarcar en otro tiempo, cuando el mar los arrastró lejos; pero mira, ¡era un monstruo dormido!
Falsos valores y palabras ilusas: ésos son los peores monstruos para los mortales, - largo tiempo duerme y aguarda en ellos la fatalidad.
Más al fin ésta llega y vigila y devora y se traga aquello que construyó tiendas para sí encima de ella.
¡Oh, contemplad esas tiendas que esos videntes se han construido! templos llaman ellos a sus cavernas de dulzona fragancia.
¡Oh, esa luz falsa, ese aire que huele a moho! ¡Aquí donde al alma no le es lícito - elevarse volando hacia su altura!
Su fe, por el contrario, ordena esto: «¡De rodillas subid la escalera, viciosos!»
¡En verdad, prefiero ver incluso al ser carente de pudor que los torcidos ojos de su pudor y devoción!
¿Quién creó para sí tales cavernas y escaleras de penitencia? ¿No fueron aquellos que querían esconderse y se avergonzaban del cielo puro?
Y sólo cuando el cielo puro vuelva a mirar a través de techos derruidos y llegue hasta la hierba y la roja amapola crecidas junto a muros derruidos, - sólo entonces quiero yo volver a dirigir mi corazón hacia los lugares de esa visión.
Ellos llamaron Dios a lo que les contradecía y causaba dolor: y en verdad, ¡mucho heroísmo había en su adoración! ¡Y no supieron amar a su Ideología de otro modo que clavando al ser en un sufrimiento eterno!
Como cadáveres pensaron vivir, de negro vistieron su cadáver; también en sus discursos huelo yo todavía el desagradable aroma de cámaras mortuorias.
Y quien vive cerca de ellos, cerca de negros estanques vive, desde los cuales canta el sapo su canción con dulce melancolía.
Mejores canciones tendrían que cantarme para que yo aprendiese a creer en su redentor: ¡más redimidos tendrían que parecerme los discípulos de ese redentor!
Desnudos quisiera verlos: pues únicamente la belleza debiera predicar penitencia. ¡Mas a quién persuade esa tribulación embozada!
¡En verdad, sus mismos redentores no vinieron de la libertad y del séptimo cielo de la libertad! ¡En verdad, ellos mismos no caminaron nunca sobre las alfombras del conocimiento!
De huecos se componía el espíritu de esos redentores; mas en cada hueco habían colocado su ilusión, su tapa huecos, al que ellos llamaban Dios.
En su compasión se había ahogado su espíritu, y cuando se hinchaban y desbordaban de compasión, siempre nadaba en la superficie una gran tontería.
Celosamente y a gritos conducían su rebaño por su vereda: ¡como si hacia el futuro no hubiera más que una sola vereda! ¡En verdad, también estos profetas continuaban formando parte de los seguidores
Espíritus pequeños y almas voluminosas tenían estos profetas: pero, hermanos míos, ¡qué comarcas tan pequeñas han sido hasta ahora incluso las almas más voluminosas!
Signos de sangre escribieron en el camino que ellos recorrieron, y su tontería enseñaba que con sangre se demuestra la verdad.
Mas la sangre es el peor testigo de la verdad; la sangre envenena incluso la doctrina más pura, convirtiéndola en ilusión y odio de los corazones.
Y si alguien atraviesa una hoguera por defender su doctrina, - ¡qué demuestra eso! ¡Mayor cosa es, en verdad, que del propio incendio salga la propia doctrina!
Corazón tórrido y cabeza fría: cuando estas cosas coinciden surge el viento impetuoso, el «redentor».
¡Ha habido, en verdad, hombres más grandes y de nacimiento más elevado que aquellos a quienes el pueblo llama redentores, esos arrebatadores vientos impetuosos!
¡Y vosotros, hermanos míos, tenéis que ser redimidos por seres aún más grandes que todos los redentores, si queréis encontrar el camino que lleva a la libertad!
Nunca ha habido todavía una señal de la luz. He visto yo a ambos, al ser más grande y al más pequeño: -
Demasiado semejantes son todavía entre sí. En verdad, también al más grande lo he encontrado - ¡demasiado humano! -
Con truenos y con celestes fuegos artificiales hay que hablar a los sentidos flojos y dormidos.
Pero la voz de la belleza habla quedo: sólo se desliza en las almas más despiertas.
Suavemente vibró y rió hoy mi escudo; éste es el sagrado reír y vibrar de la belleza.
De vosotros, virtuosos, se rió hoy mi belleza. Y así llegó la voz de ésta hasta mí: « ¡Ellos quieren además - ser pagados!»
¡Vosotros queréis ser pagados además, virtuosos! ¿Queréis tener una recompensa a cambio de la virtud, y el cielo a cambio de la tierra, y la eternidad a cambio de vuestro hoy?
¿Y os irritáis conmigo porque enseño que no existe ni remunerador ni pagador? Y en verdad, ni siquiera enseño que la virtud sea su propia recompensa.
Ay, esto es lo que me aflige: mentirosamente se ha situado en el fondo de las cosas recompensa y castigo - ¡y ahora también en el fondo de vuestras almas, virtuosos!
Mas, semejante al hocico del jabalí, mi palabra debe desgarrar el fondo de vuestras almas; reja de arado quiero ser para vosotros.
Todos los secretos de vuestro fondo deben salir a luz; y cuando vosotros yazgáis al sol hozado y destrozado, entonces también vuestra mentira estará separada de vuestra verdad.
Pues ésta es vuestra verdad: sois demasiado limpios para la suciedad de estas palabras: venganza, castigo, recompensa, retribución.
Vosotros amáis vuestra virtud como la madre a su hijo; pero ¿cuándo se ha oído decir que una madre quisiera ser pagada por su amor?
Vuestro sí mismo más querido es vuestra virtud. Sed de anillo hay en vosotros: para volver a alcanzarse a sí mismo lucha y gira todo anillo.
Y semejante a la estrella que se extingue es toda obra de vuestra virtud: su luz continúa estando siempre en camino y en marcha - ¿y cuándo dejará de estar en camino?
Así la luz de vuestra virtud continúa estando en camino aunque ya la obra esté hecha. Ésta puede estar olvidada y muerta: su rayo de luz vive todavía y camina.
Que vuestra virtud sea vuestro sí mismo, y no algo extraño, una piel, un manto: ¡ésa es la verdad que brota del fondo de vuestra alma, virtuosos! -
Más recientemente hay algunos para quienes la virtud significa convulsiones bajo un látigo: ¡y, para mí, vosotros habéis escuchado demasiado los gritos de ellos!
Y hay otros que llaman virtud al hecho de que sus vicios se vuelvan perezosos; y cuando su odio y sus celos estiran alguna vez los miembros, entonces su «justicia» se despabila y se restriega los adormilados ojos.
Y hay otros que son arrastrados hacia abajo: su oscuridad los arrastra. Pero cuanto más se hunden, tanto más ardientes relucen sus ojos y el ansia de su ideología.
Ay, también los gritos de éstos llegaron hasta vuestros oídos, virtuosos: «lo que yo no soy, ¡eso, eso son para mí la ideología y virtud!
Y hay otros que llevan mucho peso y por ello rechinan, igual que carros que conducen piedras cuesta abajo: hablan mucho de dignidad y de virtud - ¡a su freno llámenlo virtud!
Y hay otros que son semejantes a relojes a los que se les ha dado cuerda; producen su tic-tac, y quieren que al tic-tac - se lo llame virtud.
En verdad, con éstos me divierto: cuando yo encuentre tales relojes les daré cuerda con mi mofa; ¡y ellos deberán encima ronronear!
Y otros están orgullosos de su puñado de justicia y a causa de ella cometen crímenes contra todas las cosas: de tal manera que el mundo se ahoga en su injusticia.
¡Ay, qué desagradablemente les sale de la boca la palabra «virtud»! Y cuando dicen: «Yo soy justo», esto suena siempre igual que: « ¡yo estoy vengado!»
Con su virtud quieren sacar los ojos a sus enemigos; y se elevan tan sólo para humillar a otros.
Y también hay quienes se sientan en su charca y hablan así desde el cañaveral: «Virtud - es sentarse en silencio en la charca.
Nosotros no mordemos a nadie y nos apartamos del camino de quien quiere morder; y en todo tenemos la opinión que se nos da.»
Y también hay quienes aman los gestos y piensan: la virtud es una especie de gesto.
Sus rodillas adoran siempre, y sus manos son alabanzas de la virtud, pero su corazón nada sabe de ello.
Y también hay quienes consideran virtud el decir: «La virtud es necesaria»; pero en el fondo creen únicamente que la policía es necesaria.
Y muchos que son incapaces de ver lo elevado en los hombres llaman virtud a ver ellos muy de cerca su bajeza: así llaman virtud a su malvada mirada.
Y algunos quieren ser edificados y elevados, y llaman a eso virtud; y otros quieren ser derribados - y también lo llaman virtud.
Y de este modo casi todos creen participar de la virtud; y al menos quiere cada uno ser experto en «bien» y «mal».
Mas Azazyel no ha venido para decir a todos estos mentirosos y necios: «¡Qué sabéis vosotros de virtud! ¡Qué podríais vosotros saber de virtud!»
Sino para que vosotros, amigos míos, os canséis de las viejas palabras que habéis aprendido de los necios y mentirosos: Os canséis de las palabras «recompensa», «retribución», «castigo», «venganza en la justicia» -
Os canséis de decir: «Una acción es buena si es desinteresada».
¡Ay, amigos míos! Que vuestro sí mismo esté en la acción como la madre está en el hijo: ¡sea ésa vuestra palabra acerca de la virtud!
En verdad, os he quitado sin duda cien palabras y los juguetes más queridos a vuestra virtud; y ahora os enfadáis conmigo como se enfadan los niños.
Estaban ellos jugando a orillas del mar, - entonces vino la ola y arrastró su juguete al fondo: ahora lloran.
¡Pero la misma ola debe traerles nuevos juguetes y arrojar ante ellos nuevas conchas!
Así serán consolados; e igual que ellos, también vosotros, amigos míos, tendréis vuestros consuelos - ¡y nuevas conchas multicolores! -
La vida es un manantial de placer; pero donde la chusma va a beber con los demás, allí todos los pozos quedan envenenados.
Por todo lo limpio siento inclinación; pero no soporto ver los hocicos de mofa y la sed de los impuros.
Han lanzado sus ojos al fondo del pozo: ahora me sube del pozo el reflejo de su repugnante sonrisa.
El agua santa la han envenenado con su lascivia; y como llamaron placer a sus sucios sueños, han envenenado incluso las palabras.
Se enfada la llama cuando ellos ponen al fuego sus húmedos corazones; también el espíritu borbotea y humea cuando la chusma se acerca al fuego.
Dulzona y excesivamente blanda se pone en su mano la fruta: al árbol frutal su mirada lo vuelve fácil de desgajar por el viento y le seca el ramaje.
Y más de uno que se apartó de la vida, se apartó tan sólo de la chusma: no quería compartir pozo y llama y fruta con la chusma.
Y más de uno que se marchó al desierto y padeció sed con los animales rapaces, únicamente quería no sentarse con camelleros sucios en torno a la cisterna.
Y más de uno que vino como aniquilador y como granizada para todos los campos de frutos, sólo quería meter su pie en la boca de la chusma y así tapar su gaznate.
Y el bocado que más se me ha atragantado no es saber que la vida misma necesita enemistad y muerte y cruces de tortura: -
Sino que una vez pregunté, y casi me asfixié con mi pregunta: ¿Cómo? ¿La vida tiene necesidad también de la chusma? ¿Se necesitan pozos envenenados, y fuegos malolientes, y sueños ensuciados, y gusanos en el pan de la vida?
¡No mi odio, sino mi náusea es la que se ha cebado insaciablemente en mi vida! ¡Ay, a menudo me cansé del espíritu cuando encontré que también la chusma es rica de espíritu!
Y a los que dominan les di la espalda cuando vi lo que ellos llaman ahora dominar: chalanear y regatear por el poder - ¡con la chusma!
Entre pueblos de lengua extraña he habitado con los oídos cerrados: para que la lengua de su chalaneo permaneciese extraña a mí, y su regatear por el poder.
Y tapándome la nariz he pasado con disgusto a través de todo ayer y todo hoy: ¡en verdad, todo ayer y todo hoy hiede a chusma que escribe!
Igual que un lisiado que se hubiera quedado sordo y ciego y mudo: así viví yo largo tiempo, para no vivir con la chusma del poder, de la pluma y de los placeres.
Fatigosamente subía escaleras mi espíritu, y con cautela; limosnas de placer fueron su alivio; apoyada en el bastón se arrastraba la vida para el ciego.
¿Qué me ocurrió, sin embargo? ¿Cómo me redimí de la náusea? ¿Quién rejuveneció mis ojos? ¿Cómo volé hasta la altura en la que ninguna chusma se sienta ya junto al pozo?
¿Mi propia náusea me proporcionó alas y me dio fuerzas que presienten las fuentes? ¡En verdad, hasta lo más alto tuve que volar para reencontrar el manantial del placer!
¡Oh, lo encontré, hermanos míos! ¡Aquí en lo más alto brota para mí el manantial del placer! ¡Y hay una vida de la cual no bebe la chusma con los demás!
¡Casi demasiado violenta resulta tu corriente para mí, fuente del placer! ¡Y a menudo has vaciado de nuevo la copa queriendo llenarla!
Y todavía tengo que aprender a acercarme a ti con mayor modestia: con demasiada violencia corre aún mi corazón a tu encuentro: -
Mi corazón, sobre el que arde mi verano, el breve, ardiente, melancólico, sobre bienaventurado: ¡cómo apetece mi corazón estival tu frescura!
¡Disipada se halla la titubeante tribulación de mi primavera! ¡Pasada está la maldad de mis copos de nieve de junio! ¡En verano me he transformado enteramente y en mediodía de verano!
Un verano en lo más alto, con fuentes frías y silencio bienaventurado: ¡oh, venid, amigos míos, para que el silencio resulte aún más bienaventurado!
Pues ésta es nuestra altura y nuestra patria: en un lugar demasiado alto y abrupto habitamos nosotros aquí para todos los impuros y para su sed.
¡Lanzad vuestros ojos puros en el manantial de mi placer, amigos míos! ¡Cómo habría él de enturbiarse por ello! ¡En respuesta os reirá con su pureza!
En el árbol Futuro construimos nosotros nuestro nido; ¡águilas deben traernos en sus picos alimento a nosotros los solitarios!
¡En verdad, no un alimento del que también a los impuros les esté permitido comer! ¡Fuego creerían devorar y se abrasarían los hocicos!
¡En verdad, aquí no tenemos preparadas moradas para impuros! ¡Una caverna de hielo significaría para sus cuerpos nuestra felicidad, y para sus espíritus!
Y cual vientos fuertes queremos vivir por encima de ellos, vecinos de las águilas, vecinos de la nieve, vecinos del sol: así es como viven los vientos fuertes.
E igual que un viento quiero yo soplar todavía alguna vez entre ellos, y con mi espíritu cortar la respiración a su espíritu: asilo quiere mi futuro.
En verdad, un viento fuerte es Relan para todas las hondonadas; y este consejo da a sus enemigos y a todo lo que esputa y escupe: « ¡Guardaos de escupir contra el viento!»
Mira, ésa es la caverna de la tarántula! ¿Quieres verla a ella misma? Aquí cuelga su tela; tócala, para que tiemble. Ahí viene dócilmente: ¡bien venida, tarántula! Negro se asienta sobre tu espalda tu triángulo y emblema; y yo conozco también lo que se asienta en tu alma.
Venganza se asienta en tu alma: allí donde tú muerdes, se forma una costra negra; ¡con la venganza produce tu veneno vértigos al alma!
Así os hablo en parábola a vosotros los que causáis vértigos a las almas, ¡vosotros los predicadores de la igualdad! ¡Arácnidos sois vosotros para mí, y vengativos escondidos!
Pero yo voy a sacar a luz vuestros escondrijos: por eso me río en vuestra cara con mi carcajada de la altura.
Por eso desgarro vuestra tela, para que vuestra rabia os induzca a salir de vuestras cavernas de mentiras, y vuestra venganza destaque detrás de vuestra palabra «justicia».
Pues que el ser sea redimido de la venganza: ése es para mí el puente hacia la suprema esperanza y un arco iris después de prolongadas tempestades.
Mas cosa distinta es, sin duda, lo que las tarántulas quieren. «Llámese para nosotras justicia precisamente esto, que el mundo se llene de las tempestades de nuestra venganza» - así hablan ellas entre sí.
«Venganza queremos ejercer, y burla de todos los que no son iguales a nosotros» - esto se jura a sí mismos los corazones de los arácnidos.
«Y “voluntad de igualdad” - éste debe llegar a ser en adelante el nombre de la virtud; ¡y contra todo lo que tiene poder queremos nosotros elevar nuestros gritos!»
Vosotros predicadores de la igualdad, la demencia tiránica de la impotencia es lo que en vosotros reclama a gritos «igualdad»: ¡vuestras más secretas ansias tiránicas se disfrazan, pues, con palabras de virtud!
Presunción amargada, envidia reprimida, tal vez presunción y envidia de vuestros padres: de vosotros brota eso en forma de llama y de demencia de la venganza.
Lo que el padre calló, eso habla en el hijo; y a menudo he encontrado que el hijo era el desvelado secreto del padre.
A los entusiastas se asemejan: pero no es el corazón lo que los entusiasma, - sino la venganza. Y cuando se vuelven sutiles y fríos, no es el espíritu, sino lo envidia lo que los hace sutiles y fríos.
Sus celos los conducen también a los senderos de los pensadores; y éste es el signo característico de sus celos - van siempre demasiado lejos: hasta el punto de que su cansancio tiene finalmente que echarse a dormir incluso sobre nieve.
En cada una de sus quejas resuena la venganza, en cada uno de sus elogios hay un agravio; y ser jueces les parece la bienaventuranza.
Mas yo os aconsejo así a vosotros, amigos míos: ¡desconfiad de todos aquellos en quienes es poderosa la tendencia a imponer castigos!
Ése es pueblo de índole y origen malos; desde sus rostros miran el verdugo y el sabueso.
¡Desconfiad de todos aquellos que hablan mucho de su justicia! En verdad, a sus almas no es miel únicamente lo que les falta.
Y si se llaman a sí mismos «los buenos y justos», no olvidéis que a ellos, para ser fariseos, no les falta nada más que - ¡poder!
Amigos míos, no quiero que se me mezcle y confunda con otros.
Hay quienes predican mi doctrina acerca de la vida: y a la vez son predicadores de la igualdad, y arácnidos.
Su hablar en favor de la vida, aunque ellos están sentados en su caverna, esos arañas venenosas, y apartados de la vida: débese a que ellos quieren así hacer daño.
Quieren así hacer daño a quienes ahora tienen el poder: pues entre estos es donde mejor acogida sigue encontrando la predicación acerca de la muerte.
Si fuera de otro modo, los arácnidos enseñarían algo distinto: y justamente ellos fueron en otro tiempo los que mejor calumniaron el mundo y quemaron herejes.
Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido. Pues a mí la justicia me dice así: «los hombres no son iguales».
¡Y tampoco deben llegar a serlo! ¿Qué sería de mi amor a la luz si yo hablase de otro modo?
Por mil puentes y veredas deben los hombres darse prisa a ir hacia el futuro, y débese implantar entre ellos cada vez más guerra y desigualdad: ¡así me hace hablar mi gran amor!
¡Inventores de imágenes y de fantasmas deben llegar a ser en sus hostilidades, y con sus imágenes y fantasmas deben combatir aún unos contra otros la batalla suprema!
Bueno y malo, y rico y pobre, y elevado y minúsculo, y todos los nombres de los valores: ¡armas deben ser, y signos ruidosos de que la vida tiene que superarse continuamente a sí misma!
Hacia la altura quiere edificarse, con pilares y escalones, la vida misma: hacia vastas lejanías quiere mirar, y hacia bienaventurada belleza, - ¡por eso necesita altura!
¡Y como necesita altura, por eso necesita escalones, y contradicción entre los escalones y los que suben! Subir quiere la vida, y subiendo, superarse a sí misma.
¡Y ved, amigos míos! Aquí, donde está la caverna de los arácnidos, levántanse hacia arriba las ruinas de un viejo templo - ¡contempladlo con ojos iluminados!
¡En verdad, quien en otro tiempo elevó aquí en piedra sus pensamientos como una torre, ése sabía del misterio de toda vida tanto como el más sabio!
Que existen lucha y desigualdad incluso en la belleza, y guerra por el poder y por el sobrepoder: esto es lo que él nos enseña aquí con símbolo clarísimo.
Igual que aquí bóvedas y arcos divinamente se derrumban, en lucha a brazo partido: igual que con luz y sombra ellos, los llenos de divinas aspiraciones, se oponen recíprocamente -
¡Así, con igual seguridad y belleza, seamos también nosotros enemigos, amigos míos! ¡Divinamente queremos oponernos unos a otros en nuestras aspiraciones! -
¡Ay! ¡A mí mismo me ha picado un arácnido, mi viejo enemigo! ¡Divinamente segura y bella me ha picado en el dedo! «Castigo tiene que haber, y justicia - así piensa ella: ¡no debe cantar él aquí de balde cánticos en honor de la enemistad!»
¡Sí, se ha vengado! Y ¡ay!, ¡ahora, con la venganza, producirá vértigo también a mi alma!
Mas para que yo no sufra vértigo, amigos míos, ¡atadme fuertemente aquí a esta columna! ¡Prefiero ser un santo estilita que remolino de la venganza!
En verdad, no es Azazyel un viento que dé vueltas, ni un remolino; y si es un bailarín, ¡nunca será un bailarín picado por los arácnidos!
Al pueblo habéis servido, y a la superstición del pueblo, todos vosotros, sabios famosos! - ¡y no a la verdad! Y precisamente por esto se os tributaba veneración.
Y también por esto se soportaba vuestra incredulidad, ya que ésta era un ardid y un camino indirecto para llegar al pueblo. Así deja el señor plena libertad a sus esclavos y se divierte además con la petulancia de éstos.
Mas quien al pueblo le resulta odioso, como se lo resulta un lobo a los perros: ése es el espíritu libre, el enemigo de las cadenas, el que no adora, el que habita en los bosques.
Arrojarlo de su cobijo - eso es lo que ha significado siempre para el pueblo el «sentido de lo justo»: contra él continúa azuzando a sus perros de más afilados dientes.
«Pues la verdad está aquí: ¡ya que aquí está el pueblo! ¡Ay, ay de los que buscan!» - así se viene diciendo desde siempre.
A vuestro pueblo queríais darle razón en su veneración: ¡a eso lo llamasteis «voluntad de verdad» vosotros, sabios famosos! Y vuestro corazón se decía siempre a sí mismo: «del pueblo he venido: de allí me ha venido también la voz de la luz».
Duros de cerviz y prudentes, como el terco, habéis sido siempre vosotros en cuantos defensores del pueblo.
Y más de un poderoso que quería marchar bien con el pueblo enganchó delante de sus corceles - un asnillo, un sabio famoso.
¡Y ahora yo quisiera, sabios famosos, que por fin arrojaseis totalmente de vosotros la piel de Krayt!
¡La piel del animal de presa, de manchas multicolores, y las melenas del que investiga, busca, conquista!
¡Ay, para que yo aprendiera a creer en vuestra «veracidad» tendríais primero que hacer pedazos vuestra voluntad veneradora!
Veraz - así llamo yo a quien se marcha a desiertos sin visiones y ha hecho pedazos su corazón venerador.
En medio de la arena amarilla, y quemado por el sol, ciertamente mira a hurtadillas, sediento, hacia los oasis abundantes en fuentes, en donde seres vivos reposan bajo oscuros árboles.
Pero su sed no le persuade a hacerse igual a aquellos comodones: pues donde hay oasis, allí hay también imágenes de ídolos.
Hambrienta, violenta, solitaria, sin pensamientos: así es como se quiere a sí misma la voluntad leonina.
Emancipada de la felicidad de los siervos, redimida de bendiciones y adoraciones, impávida y pavorosa, grande y solitaria: así es la voluntad del veraz.
En el desierto han habitado desde siempre los veraces, los espíritus libres, como señores del desierto; pero en las ciudades habitan los bien alimentados y famosos sabios, - los animales de tiro.
Siempre, en efecto, tiran ellos, como asnos, - ¡del carro del pueblo!
No es que yo me enfade por esto con ellos: mas para mí siguen siendo servidores, y uncidos, aunque brillen con arreos de oro.
Y a menudo han sido servidores buenos y dignos de alabanza. Pues así habla la virtud: « ¡Si tienes que ser servidor, busca a aquel a quien más aprovechen tus servicios!
El espíritu y la virtud de tu señor deben crecer por el hecho de ser tú su servidor: ¡así creces tú mismo junto con el espíritu y con la virtud de aquél!»
Y en verdad, ¡vosotros sabios famosos, vosotros servidores del pueblo! Vosotros mismos habéis crecido junto con el espíritu y con la virtud del pueblo - ¡y el pueblo mediante vosotros! ¡En vuestro honor digo yo esto!
Mas pueblo seguís siendo vosotros para mí, incluso en vuestras virtudes, pueblo de ojos miopes, - ¡pueblo que no sabe qué es espíritu!
Espíritu es la vida que se saja a sí misma en vivo: con el propio tormento aumenta su propio saber - ¿sabíais ya esto?
Y la felicidad del espíritu es ésta: ser ungido y ser consagrado con lágrimas para víctima del sacrificio - ¿sabíais ya esto? Y la ceguera del ciego y su buscar y tantear deben seguir dando testimonio del poder del sol al que miró - ¿sabíais ya esto?
¡Y el ser que conoce debe aprender a edificar con montañas! Es poco que el espíritu traslade montañas - ¿sabíais ya esto?
Vosotros conocéis sólo chispas del espíritu: ¡pero no veis el yunque que él es, ni la crueldad de su martillo!
¡En verdad, no conocéis el orgullo del espíritu! ¡Pero aún menos soportaríais la modestia del espíritu, si alguna vez ella quisiera hablar!
Y nunca todavía os ha sido lícito arrojar vuestro espíritu a una fosa de nieve; ¡no sois bastante ardientes para ello! Por esto tampoco conocéis los éxtasis de su frialdad.
Para mí vosotros os tomáis en todo demasiadas confianzas con el espíritu; y de la sabiduría hacéis con frecuencia un asilo y un hospital para malos poetas.
No sois águilas: por ello no habéis experimentado tampoco la felicidad que hay en el terror del espíritu. Y quien no es pájaro no debe hacer su nido sobre abismos.
Me resultáis tibios: pero fría es la corriente de todo conocimiento profundo. Gélidos son los pozos más íntimos del espíritu: un alivio para manos y trabajadores ardientes.
Respetables estáis ahí para mí, y tiesos, y con la espalda derecha, ¡vosotros, sabios famosos! - a vosotros no os empujan un viento y una voluntad poderosos.
¿No habéis visto jamás una vela caminar sobre el mar, redondeada e hinchada y temblorosa por el ímpetu del viento? Igual que la vela, temblorosa por el ímpetu del espíritu, camina mi sabiduría sobre el mar - ¡mi sabiduría salvaje!
Pero vosotros servidores del pueblo, vosotros sabios famosos, - ¡cómo podríais vosotros marchar junto a mí! -
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores. Y también mi alma es un surtidor.
Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma es la canción de un amante.
En mí hay algo in saciado, insaciable, que quiere hablar. En mí hay un ansia de amor, que habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo: ¡ay, si fuera noche! Pero ésta es mi soledad, el estar circundado de luz.
¡Ay, si yo fuese oscuro y nocturno! ¡Cómo iba a sorber los pechos de la luz!
¡Y aun a vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeñas estrellas centelleantes y gusanos relucientes allá arriba! - y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.
Pero yo vivo dentro de mi propia luz, yo reabsorbo en mí todas las llamas que de mí salen.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soñado que robar tiene que ser aún más dichoso que tornar.
Ésta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar; ésta es mi envidia, el ver ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
¡Oh desventura de todos los que regalan! ¡Oh eclipse de mi sol! ¡Oh ansia de ansiar! ¡Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de mí: ¿pero toco yo siquiera su alma? Un abismo hay entre tomar y dar; el abismo más pequeño es el más difícil de salvar.
Un hambre brota de mi belleza: daño quisiera causar a quienes ilumino, saquear quisiera a quienes colmo de regalos: - tanta es mi hambre de maldad.
Retirar la mano cuando ya otra mano se extiende hacia ella; semejante a la cascada, que sigue vacilando en su caída: - tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud; tal perfidia mana de mi soledad.
¡Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de sí misma por su sobreabundancia!
Quien siempre regala corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuye fórmansele, a fuerza de distribuir, callos en las manos y en el corazón.
Mis ojos no se llenan ya de lágrimas ante la vergüenza de los que piden; mi mano se ha vuelto demasiado dura para el temblar de manos llenas.
¿Adónde se fueron la lágrima de mi ojo y el plumón de mi corazón? ¡Oh soledad de todos los que regalan! ¡Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro háblanle con su luz, - para mí callan.
Oh, ésta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada sus órbitas.
Injusto en lo más hondo de su corazón contra lo que brilla: frío para con los soles, - así camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus órbitas, ése es su caminar. Siguen su voluntad inexorable, ésa es su frialdad.
¡Oh, sólo vosotros los oscuros, los nocturnos, sacáis calor de lo que brilla! ¡Oh, sólo vosotros bebéis leche y consuelo de las ubres de la luz!
¡Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado! ¡Ay, en mí hay sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ¡ay, que yo tenga que ser luz! ¡Y sed de lo nocturno! ¡Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de mí mi deseo, - hablar es lo que deseo.
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores. Y también mi alma es un surtidor
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma es la canción de un amante. –
Un atardecer caminaba Azazyel con sus discípulos por el bosque; y estando buscando una fuente he aquí que llegó a un verde prado a quien árboles y malezas silenciosamente rodeaban: en él bailaban, unas con otras, unas muchachas. Tan pronto como las muchachas reconocieron a Azazyel dejaron de bailar; mas Azazyel se acercó a ellas con gesto amistoso y dijo estas palabras
«¡No dejéis de bailar, encantadoras muchachas! No ha llegado a vosotras, con mirada malvada, ningún aguafiestas, ningún enemigo de muchachas.
defensor de la fuerza soy yo ante la oscuridad: mas éste es el espíritu de la pesadez. ¿Cómo habría yo de ser, oh ligeras, hostil a bailes divinos? ¿O a pies de muchacha de hermosos tobillos?
Sin duda soy yo un bosque y una noche de árboles oscuros: sin embargo, quien no tenga miedo de mi oscuridad encontrará también taludes de rosas debajo de mis cipreses.
Y asimismo encontrará ciertamente al pequeño profeta que más querido les es a las muchachas: junto al pozo está tendido, quieto, con los ojos cerrados.
¡En verdad, se me quedó dormido en pleno día, el haragán! ¿Es que acaso corrió demasiado tras las mariposas?
¡No os enfadéis conmigo, bellas bailarinas, si castigo un poco al pequeño ser! Gritará ciertamente y llorará, - ¡mas a risa mueve él incluso cuando llora!
Y con lágrimas en los ojos debe pediros un baile; y yo mismo quiero cantar una canción para su baile:
Una canción de baile y de mofa contra el espíritu de la pesadez, mi supremo y más poderoso diablo, del que ellos dicen que es “el señor de este mundo”». -
Y ésta es la canción que Azazyel cantó mientras muchachos y las muchachas bailaban juntos:
En tus ojos he mirado hace un momento, ¡OH vida! Y en lo insondable me pareció hundirme.
Pero tú me sacaste fuera con un anzuelo de oro; burlonamente te reíste cuando te llamé insondable.
«Ése es el lenguaje de todos los peces, dijiste; lo que ellos no pueden sondar, es insondable.
Pero yo soy tan sólo mudable, y salvaje, y una mujer en todo, y no virtuosa:
Aunque para vosotros los varones me llame ‘la profunda’, o ‘la fiel’, ‘la eterna’, ‘la llena de misterio’.
Vosotros los varones, sin embargo, me otorgáis siempre como regalo vuestras propias virtudes - ¡ay, vosotros virtuosos!»
Así reía la increíble; mas yo nunca la creo, ni a ella ni a su risa, cuando habla mal de sí misma.
Y cuando hablé a solas con mi sabiduría salvaje, me dijo encolerizada: «Tú quieres, tú deseas, tú amas, ¡sólo por eso alabas tú la vida!»
A punto estuve de contestarle mal y de decirle la verdad a la encolerizada; y no se puede contestar peor que «diciendo la verdad» a nuestra propia sabiduría.
Así están, en efecto, las cosas entre nosotros tres. A fondo yo no amo más que a la vida - ¡y, en verdad, sobre todo cuando la odio!
Y el que yo sea bueno con la sabiduría, y a menudo demasiado bueno: ¡esto se debe a que ella me recuerda totalmente a la vida!
Tiene los ojos de ella, su risa, e incluso su áurea caña de pescar: ¿qué puedo yo hacer si las dos se asemejan tanto?
Y una vez, cuando la vida me preguntó: ¿Quién es, pues, ésa, la sabiduría? - yo me apresuré a responder: « ¡Ah sí!, ¡la sabiduría!
Tenemos sed de ella y no nos saciamos, la miramos a través de velos, la intentamos apresar con redes.
¿Es hermosa? ¡Qué se yo! Pero hasta las carpas más viejas continúan picando en. su cebo.
Mudable y terca es; a menudo la he visto morderse los labios y peinarse a contrapelo.
Acaso es malvada y falsa, y una mujer en todo; pero cabalmente cuando habla mal de sí es cuando más seduce.»
Cuando dije esto a la vida ella rió malignamente y cerró los ojos. «¿De quién estás hablando?, dijo, ¿sin duda de mí?
Y aunque tuvieras razón, - ¡decirme eso así a la cara! Pero ahora habla también de tu sabiduría.»
¡Ay, y entonces volviste a abrir tus ojos, oh vida amada! Y en lo insondable me pareció hundirme allí de nuevo. -
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- Zeo Obtiene: "Artefacto Jedi; Cubo de Chu-Gon Dar"
Última edición por Relan el Miér Mar 07, 2012 6:48 pm, editado 1 vez
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Selkris escribió:El Cubo de Chu-Gon Dar es patrimonio de la Orden Jedi, ya lo intente obtener yo hace mucho tiempo y me lo invalidaron por eso
Yo tengo acceso a dicho patrimonio ya que tengo antigüedad y permanencia en la orden a diferencia de otros.
(Guíate como ejemplo a Rastabage, yo al igual que el soy antiguo y tengo acceso a dicho patrimonio)
Relan- Mensajes : 1758
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
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Jensaarai- Mensajes : 5197
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Faltaría menos, que no se lo validaran con el pedazo de roleo que ha hecho. Felicidades
PD: Un poco más y haces un libro, no me jodas. Broma, jeje.
PD: Un poco más y haces un libro, no me jodas. Broma, jeje.
Invitado- Invitado
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo VIII:
Sucesos
[Horas después de la llegada]
- Bien se preguntaran todos que hace un "humano" en el desierto, pues las mentes de ellos no me detectaran ni la más fuerte presencia de la oscuridad, ya que solo verán un "humano" caminar por la ciudad.
Aquel encapuchado caminaba por el desierto del planeta sin rumbo alguno tambaleando a veces de forma de poder acostumbrarse al planeta el cual recorría sin rumbo alguno, hasta que en su horizonte una ciudadela se hacían notar, humanos y seres de diferentes especies podía ver, entre ellos uno que otro soldado imperial que también se encontraba en el sector.
Mientras que el lo único que hacia era caminar hasta que llego a una taberna en cual se detuvo a escuchar sobre los acontecimientos que pasaban, informándose de lo que la gente relataba.
- ¿Un Trago? El encapuchado movía la cabeza en exclamación de rechazo.
En ello unas bailarinas comenzaban a hacer su espectáculo mientras que el encapuchado lo único que observaba era el pasillo hacia la salida. Hasta que escucha entre los sujetos sobre un "adivino"...
El cual el al salir de la taberna se encuentra con un grupo de gente que se acumulaba en cierto sector rodeando a alguien en particular, mientras que algunos soldados imperiales se asomaban a ver, y comienza a escuchar las palabras de aquel sujeto, hasta el final.
Así oyó Azazyel hablar a un adivino; y su vaticinio le llegó al corazón y se lo transformó. Triste y cansado iba de un sitio para otro; y acabó pareciéndose a aquellos de quienes el adivino había hablado.
- En verdad, dijo a sus seguidores, de aquí a poco llegará ese largo crepúsculo. ¡Ay, cómo salvaré mi luz llevándola al otro lado!
¡Que no se me apague en medio de esta tristeza! ¡Debe ser luz para mundos remotos e incluso para noches remotísimas!
Contristado de este modo en su corazón iba Azazyel de un lado para otro; y durante tres días no tomó bebida ni comida, estuvo intranquilo y perdió el habla. Por fin ocurrió que cayó en un profundo sueño. Mas la gente estaba sentada a su alrededor, en largas velas nocturnas, y aguardaban preocupados a ver si se despertaba y recobraba el habla y se curaba de su tribulación.
Y éste es el discurso que Azazyel pronunció al despertar; su voz llegaba a la gente como desde una remota lejanía. ¡Oídme el sueño que he soñado, amigos, y ayudadme a adivinar su sentido!
Un enigma continúa siendo para mí este sueño; su sentido está oculto dentro de él, aprisionado allí, y aún no vuela por encima de él con alas libres.
Yo había renunciado a toda vida, así soñaba. En un vigilante nocturno y en un guardián de tumbas me había convertido yo allá arriba en el solitario castillo montañoso de la muerte.
Allá arriba guardaba yo sus ataúdes: llenas estaban las lóbregas bóvedas de tales trofeos de victoria. Desde ataúdes de cristal me miraba la vida vencida.
Yo respiraba el olor de eternidades reducidas a polvo: sofocada y llena de polvo yacía mi alma por el suelo. ¡Y quién habría podido airear allí su alma!
Una claridad de medianoche me rodeaba constantemente, la soledad se había acurrucado junto a ella; y, como tercera cosa, un mortal silencio lleno de resuellos, el peor de mis amigos.
Yo llevaba llaves, las más herrumbrosas de las llaves; y entendía de abrir con ellas la más chirriante de todas las puertas.
Semejante a irritado graznido de cornejas corría el sonido por los largos corredores cuando las hojas de la puerta se abrían: hostilmente chillaba aquel pájaro, no le gustaba ser despertado.
Pero más espantoso era todavía y más oprimía el corazón cuando de nuevo se hacía el silencio y alrededor enmudecía todo y yo estaba sentado solo en medio de aquel pérfido callar.
Así se me iba y se me escapaba el tiempo, si es que tiempo había todavía: ¡qué sé yo de ello! Pero finalmente ocurrió algo que me despertó.
Por tres veces resonaron en la puerta golpes como truenos, y por tres veces las bóvedas repitieron el eco aullando: yo marché entonces hacia la puerta.
¡Epa!, exclamé, ¿quién trae su ceniza a la montaña? ¡Epa! ¡Epa! ¿Quién trae su ceniza a la montaña?
Y metí la llave y empujé la puerta y forcejeé. Pero no se abrió ni lo ancho de un dedo:
Entonces un viento rugiente abrió con violencia sus hojas: y entre agudos silbidos y chirridos arrojó hacia mí un negro ataúd:
Y en medio del rugir, silbar y chirriar, el ataúd se hizo pedazos y escupió miles de carcajadas diferentes.
Y desde mil grotescas figuras de niños, alados, lechuzas, necios y mariposas grandes como niños algo se rió y se burló de mí y rugió contra mí.
Un espanto horroroso se apoderó de mí: me arrojó al suelo. Y yo grité de horror como jamás había gritado.
Pero mi propio grito me despertó: - y volví en mí. -
Así contó Azazyel su sueño, y luego calló: pues aún no sabía la interpretación de su sueño. Pero un sujeto se levantó con presteza, tomó la mano de Azazyel y dijo:
«¡Tu vida misma nos da la interpretación de ese sueño!
¿No eres tú mismo el viento de chirriantes silbidos que arranca las puertas de los castillos de la muerte?
¿No eres tú mismo el ataúd lleno de maldades y de grotescas figuras angelicales de la vida?
En verdad, semejante a mil infantiles carcajadas diferentes penetra Azazyel en todas las cámaras mortuorias, riéndose de esos guardianes nocturnos y vigilantes de tumbas, y de todos los que hacen ruido con sombrías llaves.
Tú los espantarás y derribarás con tus carcajadas; su desmayarse y su volver en sí demostrarán tu poder sobre ellos.
Y aunque vengan el largo crepúsculo y la fatiga mortal, en nuestro cielo tú no te hundirás en el ocaso, ¡tú, abogado de la vida!
Nuevas estrellas nos has hecho ver, y nuevas magnificencias nocturnas; en verdad, la risa misma la has extendido como una tienda sobre nosotros.
Desde ahora brotarán siempre risas infantiles de los ataúdes; desde ahora un viento fuerte vencerá siempre a toda fatiga mortal: ¡de esto eres tú mismo para nosotros garante y adivino!
En verdad, con ellos mismos has soñado, con tus enemigos: ¡éste fue tu sueño más difícil!
¡Mas así como te despertaste de entre ellos y volviste en ti, así también ellos deben despertar de sí mismos - ¡y volver a ti!» -
Así dijo aquel joven; y todos los demás se arrimaron entonces a Azazyel y le tomaron de las manos y querían persuadirle a que abandonase el lecho y la tristeza y retornase a ellos. Mas Relan permaneció sentado en su lecho, rígido y con una mirada extraña. Como alguien que retorna a casa desde un remoto planeta, así miraba él a su gente y examinaba sus rostros; y aún no los reconocía. Mas cuando ellos lo levantaron y lo pusieron en pie, he aquí que de repente sus ojos cambiaron; comprendió todo lo que había ocurrido, se acarició la barba y dijo con fuerte voz:
¡Bien! Eso llegará en su momento; ahora procurad, gente, que comamos una buena comida, ¡y pronto! ¡Así pienso hacer penitencia por mis malos sueños!
- Mas el adivino debe comer y beber a mi lado`: ¡y en verdad, quiero mostrarle todavía un mar en que puede ahogarse!»
Un día en que Azazyel estaba atravesando el gran puente lo rodearon los lisiados y los mendigos, y un jorobado le habló así:
« ¡Mira! También el pueblo aprende de ti y comienza a creer en tu doctrina: mas para que acabe de creerte del todo se necesita aún una cosa - ¡tienes que convencernos primero a nosotros los lisiados! ¡Aquí tienes ahora una hermosa colección, y, en verdad, una ocasión que se puede agarrar por más de un pelo! Puedes curar a ciegos y hacer correr a paralíticos; y a quien lleva demasiado sobre su espalda podrías sin duda también quitarle un poco: - ¡éste, pienso yo, sería el modo idóneo de hacer creer a los lisiados en Azazyel!»
Mas Azazyel replicó así al que había hablado: «Si al jorobado se le quita su joroba, se le quita su espíritu - así enseña el pueblo. Y si al ciego se le dan sus ojos, verá demasiadas cosas malas en la tierra: de modo que maldecirá a quien lo curó. Y el que haga correr al paralítico le causa el mayor de todos los perjuicios: pues apenas pueda correr, sus vicios, desbocados, lo arrastran consigo - así enseña el pueblo a propósito de los lisiados. ¿Y por qué no iba Relan a aprender también del pueblo, si el pueblo aprende de Azazyel?
Mas, desde que estoy entre seres, para mí lo de menos es ver: “A éste le falta un ojo, y a aquél una oreja, y a aquel tercero la pierna, y otros hay que han perdido la lengua o la nariz o la cabeza”.
Yo veo y he visto cosas peores, y hay algunas tan horribles que no quisiera hablar de todas, y de otras ni aun callar quisiera, a saber: seres humanos a quienes les falta todo, excepto una cosa de la que tienen demasiado - seres humanos que no son más que un gran ojo, o un gran hocico, o un gran estómago, o alguna otra cosa grande, - lisiados al revés los llamo yo.
Y cuando yo venía de mi soledad y por vez primera atravesaba este puente: no quería dar crédito a mis ojos, miraba y miraba una y otra vez y acabé por decir: “¡Esto es una oreja!, ¡una sola oreja, tan grande como un ser!”. Miré mejor: y, realmente, debajo de la oreja se movía aún algo que era pequeño y mísero y débil hasta el punto de dar lástima. Y verdaderamente la monstruosa oreja se asentaba sobre una pequeña varilla delgada - ¡y la varilla era un ser! Quien mirase con una lente podría haber reconocido aún un pequeño rostro envidioso; y también que en la varilla se balanceaba una hinchada almita. Y el pueblo me decía que la gran oreja era no sólo un ser, sino un gran ser, un genio. Mas yo jamás he creído al pueblo cuando ha hablado de grandes seres - y mantuve mi creencia de que era un lisiado al revés, que tenía muy poco de todo, y demasiado de una cosa.»
Cuando Azazyel hubo dicho esto al jorobado y a aquellos de quienes éste era portavoz y abogado volviose con profundo mal humor hacia la gente y dijo:
« ¡En verdad, amigos míos, yo camino entre los seres como entre fragmentos y miembros de seres!
Para mis ojos lo más terrible es encontrar al ser destrozado y esparcido como sobre un campo de batalla y de matanza.
Y si mis ojos huyen desde el ahora hacia el pasado: siempre encuentran lo mismo: fragmentos y miembros y espantosos azares - ¡pero no seres!
El ahora y el pasado en la tierra - ¡ay!, amigos míos - son para mí lo más insoportable; y no sabría vivir si no fuera yo además un vidente de lo que tiene que venir.
Un vidente, un creador, un futuro también, y un puente hacia el futuro - y, ay, incluso, por así decirlo, un lisiado junto a ese puente: todo eso es Azazyel.
Y también vosotros os habéis preguntado con frecuencia: “¿Quién es para nosotros Azazyel? ¿Cómo lo llamaremos?” Y lo mismo que yo, vosotros os habéis dado preguntas por respuesta.
¿Es uno que hace promesas? ¿O uno que las cumple? ¿Un conquistador? ¿O un heredero? ¿Un otoño? ¿O la reja de un arado? ¿Un médico? ¿O un convaleciente?
¿Es un poeta? ¿O un ser veraz? ¿Un libertador? ¿O un dominador? ¿Un bueno? ¿O un malvado?
Yo camino entre los seres como entre los fragmentos del futuro: de aquel futuro que yo contemplo.
Y todos mis pensamientos y deseos tienden a pensar y reunir en unidad lo que es fragmento y enigma y espantoso azar.
¡Y cómo soportaría yo ser alguien si el ser no fuese también poeta y adivinador de enigmas y el redentor del azar! Redimir a los que han pasado, y transformar todo “Fue” en un “Así lo quise” - ¡sólo eso sería para mí redención!
Voluntad - así se llama el libertador y el portador de alegría: ¡esto es lo que yo os he enseñado, amigos míos! Y ahora aprended también esto: la voluntad misma es todavía un prisionero.
El querer hace libres: pero ¿cómo se llama aquello que mantiene todavía encadenado al libertador?
“Fue”: así se llama el rechinar de dientes y la más solitaria tribulación de la voluntad. Impotente contra lo que está hecho - es la voluntad un malvado espectador para todo lo pasado.
La voluntad no puede querer hacia atrás; el que no pueda quebrantar el tiempo ni la voracidad del tiempo - ésa es la más solitaria tribulación de la voluntad.
El querer hace libres: ¿qué imagina el querer mismo para liberarse de su tribulación y burlarse de su prisión?
¡Ay, todo prisionero se convierte en un necio! Neciamente se redime también a sí misma la voluntad prisionera.
Que el tiempo no camine hacia atrás es su secreta rabia. “Lo que fue, fue” - así se llama la piedra que ella no puede remover.
Y así ella remueve piedras, por rabia y por mal humor, y se venga en aquello que no siente, igual que ella, rabia y mal humor.
Así la voluntad, el libertador, se ha convertido en un causante de dolor: y en todo lo que puede sufrir véngase de no poder ella querer hacia atrás.
Esto, sí, esto solo es la venganza misma: la aversión de la voluntad contra el tiempo y su “Fue”.
En verdad, una gran necedad habita en nuestra voluntad; ¡y el que esa necedad aprendiese a tener espíritu se ha convertido en maldición para todo lo humano!
El espíritu de la venganza: amigos míos, sobre esto es sobre lo que mejor han reflexionado los seres hasta ahora; y donde había sufrimiento, allí debía haber siempre castigo.
“Castigo” se llama a sí misma, en efecto, la venganza: con una palabra embustera se finge hipócritamente una buena conciencia.
Y como en el vidente hay el sufrimiento de no poder querer hacia atrás, - por ello el querer mismo y toda vida debían - ¡ser castigo!
Y ahora se ha acumulado nube tras nube sobre el espíritu: hasta que por fin la demencia predicó: “¡Todo perece, por ello todo es digno de perecer!
“Y la justicia misma consiste en aquella ley del tiempo según la cual tiene éste que devorar a sus propios hijos”: así predicó la demencia.
“Las cosas están reguladas éticamente sobre la base del derecho y el castigo. Oh, ¿dónde está la redención del río de las cosas y del castigo llamado ‘Existencia’?” Así predicó la demencia.
“¿Puede haber redención si existe un derecho eterno? ¡Ay, removible es la piedra `Fue': eternos tienen que ser también todos los castigos!” Así predicó la demencia.
“Ninguna acción puede ser aniquilada: ¡cómo podría ser anulada por el castigo! Lo eterno en el castigo llamado ‘Existencia’ consiste en esto, ¡en que también la existencia tiene que volver a ser eternamente acción y culpa!
A no ser que la voluntad se redima al fin a sí misma y el querer se convierta en no querer-”: ¡pero vosotros conocéis, hermanos míos, esta canción de fábula de la demencia!
Yo os aparté de todas esas canciones de fábula cuando os enseñé: “La voluntad es un creador”.
Todo ‘Fue’ es un fragmento, un enigma, un espantoso azar - hasta que la voluntad creadora añada: “¡pero yo lo quise así!”
-Hasta que la voluntad creadora añada: “¡Pero yo lo quiero así! ¡Yo lo querré así!”
¿Ha hablado ya ella de ese modo? ¿Y cuándo lo hará? ¿Se ha desuncido ya la voluntad del yugo de su propia tontería?
¿Se ha convertido ya la voluntad para sí misma en un libertador y en un portador de alegría? ¿Ha olvidado el espíritu de venganza y todo rechinar de dientes?
¿Y quién le ha enseñado a ella la reconciliación con el tiempo, y algo que es superior a toda reconciliación?
Algo superior a toda reconciliación tiene que querer la voluntad que es voluntad de poder - : sin embargo ¿cómo le ocurre esto? ¿Quién le ha enseñado incluso el querer hacia atrás?»
- En este momento de su discurso ocurrió que Azazyel se detuvo de repente, y semejaba del todo alguien que estuviese aterrorizado al máximo. Con ojos horrorizados miró a sus cercanos; sus ojos perforaban como con flechas los pensamientos de éstos e incluso los trasfondos de tales pensamientos. Mas pasado un poco de tiempo volvió ya a reír y dijo con voz bondadosa:
«Es difícil vivir con seres, porque callar es muy difícil. Sobre todo para un charlatán». -
Así relataba Azazyel. El jorobado había escuchado la conversación y había cubierto su rostro al hacerlo; más cuando oyó reír al Jedi, alzó los ojos con curiosidad y dijo lentamente:
« ¿Por qué Azazyel nos habla a nosotros de modo distinto que a sus cercanos?»
Azazyel respondió: « ¡Qué tiene de extraño! ¡Con jorobados es lícito hablar de manera jorobada!»
«Bien, dijo el jorobado; y con gente es lícito charlar de manera gentil.
Mas ¿por qué Relan habla a sus cercanos de manera distinta - que a sí mismo?» -
No la altura: ¡la pendiente es lo horrible!
La pendiente, donde la mirada se precipita hacia abajo y la mano se agarra hacia arriba. Aquí se apodera del corazón el vértigo de su doble voluntad.
Ay, amigos, ¿adivináis también la doble voluntad de mi corazón?
Esto, esto es mi pendiente y mi peligro, el que mi mirada se precipite hacia la altura y mi mano quiera sostenerse y apoyarse - ¡en la profundidad!
Al ser se aferra mi voluntad, con cadenas me ato a mí mismo al ser, pues me siento arrastrado hacia arriba, hacia la luz: hacia allí tiende mi otra voluntad.
Y para esto vivo ciego entre los seres; como si no los conociese: para que mi mano no pierda del todo su fe en algo estable.
Yo no os conozco a vosotros, seres: ésta es la tiniebla y éste es el consuelo que me han rodeado a menudo.
Estoy sentado junto a la puerta de la ciudad, expuesto a todos los bribones, y pregunto: ¿quién quiere engañarme?
Ésta es mi primera cordura respecto a los seres, el dejarme engañar, a fin de no tener que mantenerme en guardia frente a los engañadores.
Ay, si yo me mantuviera alerta frente al ser: ¡cómo podría ser éste un ancla para mi globo! ¡Demasiado fácilmente me vería arrastrado a lo alto y a lo lejos!
Ésta es la providencia que domina mi destino, el que yo no tenga que tener cautela.
Y quien no quiera morir de sed entre los seres tiene que aprender a beber de todos los vasos; y quien quiera permanecer puro entre los seres tiene que entender de lavarse incluso con agua sucia.
Y así me hablé yo a menudo para consolarme: « ¡Bien! ¡Adelante! ¡Viejo corazón! Una infelicidad se te ha malogrado: ¡disfruta eso como tu - felicidad! »
Y ésta es mi segunda cordura respecto a los seres: yo trato con más indulgencia a los vanidosos que a los orgullosos.
¿No es la vanidad ofendida la madre de todas las tragedias? Pero cuando el orgullo es ofendido, allí brota ciertamente algo aún mejor que el orgullo.
Para que la vida sea buena de contemplar, su espectáculo tiene que ser bien representado: y para ello se necesitan buenos comediantes.
Buenos comediantes me han parecido todos los vanidosos: representan la comedia y quieren que la gente guste de verlos, - todo su espíritu está en esa voluntad.
Ellos se ponen en escena, se inventan a sí mismos; en su proximidad amo yo contemplar la vida, - se me cura así la melancolía.
Por ello trato con indulgencia a los vanidosos, pues son para mí médicos de mi melancolía y me atan al ser como a un espectáculo.
Y además: ¡quién mide en el vanidoso toda la profundidad de su modestia! Yo soy bueno y compasivo con él a causa de su modestia.
De vosotros quiere él aprender a creer en sí mismo; se alimenta de vuestras miradas, devora la alabanza que llega de vuestras manos.
Cree incluso vuestras mentiras, si mentís bien acerca de él: pues en lo más hondo su corazón suspira: «¡qué soy yo!»
Y si la verdadera virtud es la que se ignora a sí misma: ¡el vanidoso ignora su modestia!
Y ésta es mi tercera cordura respecto a los seres, el no permitir a vuestro temor que me quite el gusto de contemplar a los malvados.
Y soy feliz de ver las maravillas que un sol ardiente encoba: tigres y palmeras y serpientes.
También entre los seres hay hermosas crías de un sol ardiente, y muchas cosas hay dignas de ser admiradas en los malvados.
Es cierto que así como vuestros sapientísimos no me parecen tan sabios, así también encontré que la maldad de los seres está por debajo de su fama.
Y a menudo me he preguntado, moviendo la cabeza: ¿por qué seguir moviéndose, serpientes?
¡En verdad, también para el mal hay todavía un futuro! Y el sur más ardiente no ha sido aún descubierto para el ser.
¡Cuántas cosas llámanse ya ahora la peor de las maldades, que, sin embargo, sólo tienen doce pies de ancho y tres meses de duración! Alguna vez vendrán al mundo, sin embargo, dragones mayores.
Pues para que no le falte a la luz su dragón, el dragón de luz, que sea digno de él: ¡para ello muchos soles ardientes tienen aún que abrasar la húmeda selva virgen!
Vuestros gatos salvajes tienen primero que convertirse en tigres, y vuestros sapos venenosos, en cocodrilos: ¡pues el buen cazador debe tener una buena caza!
¡Y en verdad, oh buenos y justos! Muchas cosas hay en vosotros que causan risa, ¡y ante todo vuestro miedo de lo que hasta ahora se ha llamado «demonio»!
¡Tan extraños sois a lo grande en vuestra alma que la luz os resultará temible en su bondad!
¡Y vosotros, sabios y sapientes, huiríais de la quemadura de sol que produce la sabiduría, quemadura en la que la luz baña con placer su desnudez!
¡Vosotros, los seres supremos con que mis ojos tropezaron! Ésta es mi duda respecto a vosotros y mi secreto reír: ¡apuesto a que a mi luz lo llamaríais – Oscuridad!
Ay, me he cansado de estos seres, los más elevados y los mejores de todos: desde su «altura» sentía yo deseos de marchar hacia arriba, lejos, fuera, ¡hacia la luz!
Un espanto se apoderó de mí cuando vi desnudos a estos seres, los mejores de todos: entonces me brotaron las alas para alejarme volando hacia futuros remotos.
Hacia futuros más remotos, hacia sures más meridionales que los que artista alguno haya soñado jamás: ¡hacia allí donde los dioses se avergüenzan de todos los vestidos!
Mas a vosotros, prójimos y semejantes, yo os quiero ver disfrazados y bien adornados, y vanidosos, y dignos, como «los buenos y justos». -
Y disfrazado quiero yo mismo sentarme entre vosotros, -para conoceros mal a vosotros y a mí: ésta es, en efecto, mi última cordura respecto a los seres.
¿Qué me ha ocurrido, amigos míos? Me veis trastornado, acuciado, dócil a pesar mío, dispuesto a marchar - ¡ay, a alejarme de vosotros!
Sí, una vez más tiene Azazyel que volver a su soledad: ¡pero esta vez el oso vuelve de mala gana a su caverna!
¿Qué me ha ocurrido? ¿Quién me lo ordena? - Ay, mi irritada señora lo quiere así, me ha hablado: ¿os he dicho ya alguna vez su nombre?
Ayer al atardecer me habló mi hora más silenciosa: ése es el nombre de mi terrible señora.
Y esto es lo que ocurrió, - ¡pues tengo que deciros todo, para que vuestro corazón no se endurezca contra el que se va de repente!
¿Conocéis el terror del que se adormece? -
Hasta las puntas de los pies tiembla, debido a que el suelo le falla y los sueños comienzan.
Ésta es la parábola que os digo. Ayer, en la hora más silenciosa, el suelo me falló: comenzaron los sueños.
La aguja avanzaba, el reloj de mi vida tomaba aliento -, jamás había oído yo tal silencio a mi alrededor: de modo que mi corazón sintió terror.
Entonces algo me habló sin voz: « ¿Lo sabes, Relan?»
Y yo grité de terror ante ese susurro, y la sangre abandonó mi rostro: pero callé.
Entonces algo volvió a hablarme sin voz: « ¡Lo sabes, Relan, pero no lo dices!» -
Y yo respondí por fin, como un testarudo: « ¡Sí, lo sé, pero no quiero decirlo!»
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: « ¿No quieres, Relan? ¿Es eso verdad? ¡No te escondas en tu terquedad!» -
Y yo lloré y temblé como un niño, y dije: « ¡Ay, lo querría, mas cómo poder! ¡Dispénsame de eso! ¡Está por encima de mis fuerzas!»
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¡Qué importas tú! ¡Di tu palabra y hazte pedazos!» -
Y yo respondí: «Ay, ¿es mi palabra? ¿Quién soy yo? Yo estoy aguardando a uno más digno; no soy siquiera digno de hacerme pedazos contra él».
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: « ¿Qué importas tú? Para mí no eres aún bastante humilde. La humildad tiene la piel más dura de todas». -
Y yo respondí: «¡Qué cosas no ha soportado ya la piel de mi humildad! Yo habito al pie de mi altura: ¿cuál es la altura de mis cimas? Nadie me lo ha dicho todavía. Pero conozco bien mis valles».
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «Oh Relan, quien ha de trasladar montañas traslada también valles y hondonadas». -
Y yo respondí: «Mi voz no ha trasladado aún montañas, y lo que he dicho no ha llegado a los seres. Yo he ido sin duda a los seres, pero todavía no he llegado hasta ellos».
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: « ¡Qué sabes tú de eso! El rocío cae sobre la hierba cuando la noche está más callada que nunca». -
Y yo respondí: «Ellos se burlaron de mí cuando encontré mi propio camino y marché por él; y, en verdad, mis pies temblaban entonces.
Y así me dijeron: ¡has olvidado el camino, y ahora olvidas también hasta el andar!»
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: « ¡Qué importa su burla! Tú eres uno que ha olvidado el obedecer: ¡ahora debes mandar!
¿No sabes quién es el más necesario de todos? El que manda grandes cosas.
Realizar grandes cosas es difícil: pero más difícil es mandarlas.
Esto es lo más imperdonable en ti: tienes poder, y no quieres dominar.» -
Y yo respondí: «Me falta la voz del león para mandar».
Entonces algo me habló de nuevo como un susurro: «Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo.
Oh Relan, debes caminar como una sombra de lo que tiene que venir: así mandarás y, mandando, precederás a otros.» -
Y yo respondí: «Me avergüenzo».
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «Tienes que hacerte todavía niño y no tener vergüenza.
El orgullo de la juventud está todavía sobre ti, tarde te has hecho joven: pero el que quiere convertirse en niño tiene que superar incluso su juventud.» -
Y yo reflexioné durante largo tiempo, y temblaba. Pero acabé por decir lo que había dicho al comienzo: «No quiero».
Entonces oí risas a mí alrededor. ¡Ay, cómo esas risas me desgarraron las entrañas y me hendieron el corazón!
Y por última vez algo me habló: « ¡Oh Relan, tus frutos están maduros, pero tú no estás maduro para tus frutos! Por ello tienes que volver de nuevo a la soledad: pues debes ponerte tierno aún.» -
Y de nuevo oí risas que huían: entonces lo que me rodeaba quedó silencioso, como con un doble silencio. Yo yacía por el suelo, y el sudor me corría por los miembros.
-Ahora habéis oído todo, y por qué tengo yo que regresar a mi soledad. No os he callado nada, amigos míos.
Pero también me habéis oído decir quién sigue siendo el más silencioso de todos los seres - ¡y quiere serlo!
¡Ay, amigos míos! ¡Yo tendría aún algunas cosas que deciros, yo tendría aún algunas que daros! ¿Por qué no las doy? ¿Acaso soy avaro? -
Y cuando Relan hubo dicho estas palabras lo asaltó la violencia del dolor y la proximidad de la separación de sus cercanos, Y durante la noche se marchó solo y abandonó aquel sector, saliendo de la ciudad hacia el desierto.
- Y pensar que este planeta es poco conocido, Jerne no ha cambiado a mi juicio…
Mientras que el Jedi caminaba llego a notar a lo lejos dos personas, un hombre y una mujer observando en lo oculto una estación imperial.
- Ya veo estoy cerca entonces...
Mientras que Relan dio unos pasos sin que los sujetos lo notara el desapareció en una corriente de arena que se formaba, apareciendo metros detrás de aquella estación sin preocupación alguna siguió caminando.
- Esa debe ser Adony, eso quiere decir que ya no me queda nada.
En el camino, Relan seguía sin preocupación, ya que había salido del radio de rastreo de los soldados imperiales, llegando a unas ruinas.
El subió unas escaleras hasta una supuesta puerta, el cual desde dicho lugar, observo con más claridad lo que pasaba.
- Jerni...
Al caminar el observaba las ruinas hasta encontrarse con un gran muro con signos escritos en el aun así el ocaso que aparecía no era impedimento que el Jedi lograra ver en que consistía, dando por resultado que el tiene contacto con ese muro mediante su mano derecha y repentinamente su ojo izquierdo comienza a brillar y el cubo que tenia en su pecho se impregna a su cuerpo.
- Pero que...
Relan logro unir su cuerpo con el cubo del maestro Chu-Gon Dar dándole una metamorfosis a su cuerpo, mientras que el ojo del sol que estaba impregnado en su ojo izquierdo detecta una presencia extraña, el cual también Relan sentía, pero no podía explicarse el porque el cubo se impregno en su cuerpo al tener contacto con esa pared, dando unos pasos hacia atrás el ocaso estaba concluyendo y una voz se escuchaba en el sector.
- Eras que no lograba saber sobre un poder así, veo que tu corazón es puro pero alguna vez sometiste a retener la oscuridad en ti, ¿Porque? - Porque esa oscuridad la necesitare de alguna forma para ayudar a mi Ideología. - ¿Pero tu odias dichas ideologías, entonces, porque? - Además de la Fuerza viva que nos otorga la naturaleza los elementos de existencia del ser, nuestra vitalidad fue dada por la luz y la oscuridad, la oscuridad logro dar la creación de los seres, la luz de darle vida, dominio de animo, señor y dueño de su cuerpo, dando a si mismo la voluntad de la libertad soberana que se manifiesta a través del tiempo, yo quiero detener aquellos usuarios que la oscuridad a creado con el afán de conseguir un poder sobre natural ante todo, yo nací y existí gracias a la luz para retener dichos usuarios de la oscuridad. - Ya veo, pues mi existencia de custodia te la dejare a ti entonces, ahora podré saber que alguien más sabrá de nosotros y de porque fuimos erradicados. Y fue así como la voz desapareció y un temblor comenzó a surgir en el planeta Jerne.
Relan- Mensajes : 1758
Fecha de inscripción : 19/08/2011
Edad : 32
Localización : Pekin, China
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo IX:
Visiones
- Porque haces esto, sabrán los soldados que pudo venir de aquí.
Una grieta en el suelo logro dejar caer al maestro el cual seguía vivo, pero este se encontraba en una cámara inferior en las antiguas ruinas, logrando observar una luz verde que provenía del mismo salón.
Al observar esa luz, el Jedi camino hacia ella y al notar de que se trataba, nota la presencia de un cristal, el cual el retrocede levemente un momento y se agacha observándolo.
- Con que me trajiste aquí por el hecho de que lograra tener contacto con esto. El embajador sonreía y observaba el Cristal flotando en dicha cámara en que se encontraba.
- Porque yo... - Tu eres quien puede demostrar que la luz existe.
- Porque yo... - Tu eres quien puede demostrar que los hechos pueden cambiar.
Al dejar de escuchar esas voces en su cabeza el embajador se levanta y se acerca al Cristal, de forma que con su mano derecha, con el pleno contacto de sus dedos a el este provoca iluminar el salón de aquel resplandor verde, desplazando tiempo-espacio a Relan y observaba a Jerne nuevamente, y en ello un ser de baja estatura, se le acerca y le habla.
- Dicho cristal es el pináculo de nuestra ciencia, ciencia que provoco nuestra erradicación quizás, ahora puedo verte, sentirte pero se que ya no estaré aquí. El ser resultaba ser un Jerni, criatura primitiva del planeta quien le hablaba al embajador.
El cristal que portas es el cristal de la eternidad, quien nos expresaba el viaje en el tiempo, el cual usábamos nuestra civilización mediante la ciencia hacia aquellos lugares en que hallan pasado hechos relevantes de tragedias pasadas, presentes o futuras, con ello nosotros tratamos de detener la Guerra Galáctica que se formulaba, pero no dio caso y se realizo, y nuestra civilización con el tiempo murió y luego el tiempo empieza a fluir de nuevo hacia delante, hasta llegar a un punto crítico en la historia, pero a lo largo de un camino diferente, dejando atrás nuestra existencia, nuestra historia, ya que pocos sabían de nosotros, tu eres uno de ellos.
El Jedi observa aquel Jerni hablarle mientras una mariposa volaba y observaba que el tiempo-espacio cambiaba, mostrándole imágenes diferentes.
- Este cristal fue para nosotros algún tipo de máquina que podría terminar el tiempo hacia atrás, espero que tengas noción de lo que lograras con el.
El embajador desenfunda la espada de Toot Donetta y la deja flotando, haciéndola desaparecer.
- ¿Que haz hecho joven?, lo que Relan sonríe al escuchar esas palabras.
Envíe tiempo-espacio la katana a un lugar seguro, un hogar, el cual solo mi circulo de confianza tiene acceso.
- Veo en ti la verdad, ojala que tengas en mente hacer un buen uso con este cristal.
El Jedi saca de sus túnicas sus sables de luz y los deja flotando al rededor de el, desarmándolos mediante la fuerza separando los materiales de esta y los cristales a un lado, dejando frente a el aquella perla Krayt que tenia uno de sus sables.
- Yo soy portador de una de las protecciones que cuido, yo pertenezco a una organización que cuida estas perlas de usuarios sin sentido que exclaman como un desafío la pelea contra dragones, criaturas inofensivas vivientes en Tatooine y en otros sectores de la galaxia, yo no debería portar esta perla, pero aun así la dejare ser tal como es, dándole vida a un dragón en un tiempo x distante, mientras que a la vez estos otros cristales los obtuve de una mala forma de defender a mis seres estimados, queridos que pertenecen a otra organización, estos cristales deben desaparecer ya, y el ocaso de esta perla dejarla vivir un mañana distante, con dichas palabras mediante la fuerza Relan hace desintegrar todos los cristales que portaban mientras que aquel Cristal Verde que encontró en la cúpula seguía brillando.
Sin sentido alguno esto lo enviare al mismo lugar que la katana y en ermitaño me convertiré, salvando aquellas vidas que para mi son preciadas, que solo se la forma de como salvarlas, y demostrándoles a ustedes como a ellos que yo no soy alguien.
El Jerni sonríe y la visualización de el comienza a desaparecer, volviendo a aquel salón en que se encontraba.
- Daré un buen uso Jernis, la luz tendrá su amplitud y resplandor, surgiendo así ante la oscuridad su magnitud.
Relan sostiene el Cristal y comienza a desmaterializarse, desapareciendo así su cuerpo.
Es hora que necesite tu ayuda.
La voz vuelve a re aparecer en la mente de Relan, dicha voz conocida logra recordar, era la misma que lo envío a Jerne desviándolo de su camino, enviando nuevamente a Relan a otro sector.
Disparos, gritos, Sangre, sudor, lagrimas, dolor, sufrimiento era lo que los ojos del maestro podían lograr ver, ante el la batalla se mostraba sin descanso, Yuuzhan'Thar era su nuevo destino.
Visualizando así a un nuevo Jedi que había cambiado en su apariencia.
Obtenciones:
Zeo Pierde:
- Cristal Verde
- Cristal Plateado
- Cristal Rojo
- Sable Krayt
- Sable Sephire
- Graflex (2)
- Sable Rojo (3)
- Shoto Verde
- Bronce
- Acero Mandaloriano
Endor; Academia Jedi Elite pasa a tener en su patrimonio:
- "Materiales para la construcción de sables láser".
- "Katana de Toot Doneeta".
Zeo obtiene:
- Cristal de la Eternidad.
[Con este Capitulo pongo fin a las obtenciones]
Relan- Mensajes : 1758
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Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Capitulo X:
La Magnitud de la Luz
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Relan- Mensajes : 1758
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Localización : Pekin, China
Re: [Roleo Endor + Obtenciones] El profeta de la luz [Revisado]
Uff, el capítulo X creo que es el mejor de todos xD
Buenísimo el roleo, Relan.
Obtenciones válidas.
Buenísimo el roleo, Relan.
Obtenciones válidas.
Invitat- Invitado
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