[Cambio de Faccion Imperial a Rebelde] Nunca moriré.

por Juusei Mar Feb 17, 2015 1:57 pm

Y así fue, niños, por un momento creí que mi vida había terminado, tengo que admitir que aquella persona que logró ''acabar'' conmigo merece mi respeto pero a la vez tiene que morir. Para ser más específicos, en cuanto recibí aquél tiro no tuve otra opción que tirarme cuerpo a tierra, en el trayecto logré activar mi regenerador plasma cubriendo mi cuerpo antes de que la bala sobrepase por la armadura. Al cabo de unos minutos activé mi campo de ocultación y decidí por arrastrarme hasta estar a cubierto, sabía que en algún momento vendrían por aquél mandaloriano. Giré para poder verificar que estaba en lo correcto y sí, la búsqueda de mi cuerpo se daba a la marcha y tuve que salir de aquella mala situación. Tarde horas en poder perderlos de vista hasta conseguirlo, tomé aposentos en una cueva en donde tuve que utilizar mis métodos de supervivencia. ¿Como llegué hasta donde estoy hoy en día? no es fácil decirlo, aunque ya estoy acostumbrado a aquella palabra, tuve que matar, asesinar, destruir. Al cabo de unas semanas tuve la valentía de salir de aquella cueva no tan solo para cazar animales de Dxun, salir para avanzar y no quedarme atrás. Decidí salir en busca de nómadas situados en el planeta la cual ya había reconocido varias de sus posiciones. Al llegar a sus tiendas tuve la necesidad o la intención de no matarlos, pero las malas intenciones de los nómadas tan solo eran las de matar, aveces se debe jugar fuego contra fuego. No fueron un gran problema para mí, por más cueva que estuviese y limitaciones a mis acciones cotidianas, no tuve problema alguno para acabar con cada uno de aquellos que yacían en las tiendas, cortandoles la cabeza como también volando varias con disparos causados por mi rifle. Saqueos tuve que hacer, robar las tiendas por completo, sin dejar rastros de ellas ni mucho menos de las muertes. Tengo que destacar que una y otra vez algunos mercenarios me causaron problemas, hasta creo que llegué a perder una pierna, si pueden ver la robotica que tengo ahora en mi cuerpo, será por algo. Meses luego de haber saqueado ya varias tiendas aposentadas en diferentes puntos alejados de la base mandaloriana en Dxun decidí por volver a adentrarme entre los grandes bosques del planeta. Llegó un punto en el que tuve que descender por una extraña cueva la cual cada vez más profunda se extendía en grandes paredes tecnológicas, no era propio de una cueva y dudo que los animales sepan construir ese tipo de yacimientos. Llegué a una puerta principal la cual al pisar una franja naranja se extendía hacia sus lados dejándome paso para poder adentrarme en los aposentos de quienes suelen llamarlo ''el psicópata''. Lamentablemente no sabía en donde estaba metido pero tan solo puedo recordar que fueron tan solo segundos ver como mi cuerpo se despedazaba por garras alargadas provenientes de una figura humana oculta entre la oscuridad. Al despertar quien sabe cuantos días, meses u años después, pude ver a la distancia como colgaban mis piernas, mi torso y junto mis brazos en la pared del calabozo, atadas a cadenas de titanio las cuales se balanceaban aún pesadas de un lado a otro. Comencé a gritar, el miedo comenzaba a recorrer mi cuerpo hasta darme cuenta en donde me encontraba, estaba en una cámara de refrigeración, se abrieron las compuertas y logré salir, asustado aún y preguntándome de cómo era capaz de moverme teniendo en claro que mis partes estaban colgadas y por cuestión de lógica tendría que estar muerto. Miré hacia mi izquierda, se encontraba aquél hombre de las garras alargadas, no opté por atacarlo, sería mi muerte inmediata y era lo más optimo tener que mirar hacia el otro lado para poder reconocer el terreno. Ahí estaba yo, reflejado en el único espejo del calabozo, en donde podía ver mi cuerpo robotico por completo, mi rostro manteniendo mi piel y mis rasgos físicos ya gastados por los años, atrás de mí se veían los ojos de aquella persona la cual no reconocía pero que al pasar el tiempo, me enseñó y me adiestró a manejarme como una maquina, para no volver a cometer errores en un futuro.
Y aquí me ven muchachos, con este cuerpo esperando a...

Malcom, estoy en camino. (Holograma)

Bueno, al parecer debo irme, mi deber es volver a ayudar a un viejo compañero. Sean felices muchachos.

El comandante perdido desenfundo sin previo aviso su arma la cual al retirar el seguro no dejó tiempo alguno a aquellos jóvenes mercenarios para reaccionar, en su cráneo yacía las balas que portaba el comandante y se mantenían intactas en su estuche.
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