[Roleo de cambio de facción] El Sacrificio
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[Roleo de cambio de facción] El Sacrificio
El Sacrificio
A medida de que las fuerzas Yuuzhan Vong se extendían por la galaxia, el universo se hacía pequeño para los sádicos pensamientos de Shummo Jamaane. En gran medida su interés no se hallaba en dominar planetas y en acabar con la escoria contaminante de la galaxia, sino descubrir el misterio de la vida, de la Fuerza y del propósito del universo.
Durante su juventud se había destacado por su fiereza y su imponente posición ante cualquiera, desafiante ante cualquier situación que se presentara, hacía que la situación cayera ante sus pies. Poco a poco y con la instrucción de los más fuertes maestros del arte de la guerra Shummo logró ostentar el poder de Comandante Supremo del gran ejército Yuuzhan Vong. Junto a su Cetro de la Destrucción, o como comunmente se hacía llamar 'Desgarrador' peleó incalculables guerras y destruyó a casi todo el que se atravesaba en su camino. Existía en ese entonces varias potencias regidoras de la galaxia. Para él, la sed de sangre que se le había inculcado desde muy pequeño no se saciaba tan fácil y no estaba dispuesto a parar hasta conseguirlo todo.
Es patético pensar que por ansias tontas y vanas que en cualquier momento caerían como la hoja ya vieja de un árbol se lograría estar satisfecho, o al menos eso pensaba él. Sabía que su experiencia lo hacía cada vez más hábil, más respetado y más sabio, aparentemente. Su determinación se convertía en rencor, y sus principios en horror. Ya se había convertido en un obsesivo depravado, solamente pensando en tenerlo todo para sí, sin importar su costo. La Sociedad Yuuzhan Vong se regía por un orden inalterable, que con un mínimo error sería enviado a la parte más baja de la pirámide. Su intención lo llevó a cometer insensateces y pronto se daría a conocer.
La sede del Imperio se ubicaba en Ygziir, un pantanoso y extragaláctico mundo dominado por los seres que se hacían llamar Yuuzhan Vong. Era un Santuario, donde no solo se desprendían las ramas para la alta educación de un Yuuzhan Vong, sino sus cultos de adoración, en especial un culto al que Shummo prefería y adoraba en secreto a Yun-Harla la diosa del Engaño; aunque en realidad y como Shummo se mostraba a los demás, honraba con fervor a Yun-Yammka el Asesino, el dios de la Guerra.
Shummo se adentró en la escultura arquitectónica viviente Yuuzhan Vong, el Santuario. En las zonas más bajas, se encontraban los más importantes y grandes luchadores enemigos apresados, que Shummo tomó sin autorización alguna, escudándose con que era el Comandante Supremo y era obligación seguir sus ordenes, y así fue. Tomó varios prisioneros y se los llevó a las profundidades del planeta, donde después de mucho tiempo había construido un biolaboratorio secreto. Seguro que estas cosas eran comunes de los Moldeadores, pero con el claro permiso y supervisión de la Élite, pero Shummo era de la Casta de Guerra y había tomado prisioneros de mucho valor.
Pensó que al igual que muchos otros en la historia, podría destruir el gran equilibrio universal mantenido por la Fuerza misma, creando una especie de herida en ella con los experimentos ya avanzados tomados con anterioridad por los Moldeadores. Sin embargo, no estaba tan bien después de todo, algo que quedaría al descubierto. Líderes de guerra Yuuzhan Vong deseaban aquellos prisioneros para iniciar chantajes a distintos planetas, aunque al final de cuentas solamente eran unos traidores. El guardia informó lo sucedido y pronto se alertó a la alta Casta.
Como todo personaje, Shummo tenía espías que contactándolo, lo pusieron al tanto de todo. Se decidió que su propia madre, quién había descubierto las malas obras de su hijo iría a descubrir que tramaba. Él sabía que no podía dejar al descubierto todo lo que venía haciendo desde hace tiempo, así que decidió alejarse y solamente encontrarse con su madre. La furia y la soberbia era algo que caracterizaba a su hijo, y la madre era consciente de que si él tramaba algo (y algo me dice que ella sabía que su hijo andaba en otras andanzas) y ella lo descubría habría graves consecuencias no solo para ella, sino para él. Quett lo encontró y empezó a interrogarlo. ¿Qué hacía? ¿Que pretendía con los prisioneros? ¿Sabía las consecuencias? Eran las preguntas que su madre le hacía. Él solamente se dignaba a responderle cosas burdas para tratar de confundirla. Fue mucho para ella, por lo que decidió darle un castigo ejemplar, si no respondía, sufriría las consecuencias y entraría en batalla con su propia madre.
Quett lanzó jaleas de fuego alrededor de su hijo, desenrroscó su anfibastón y se preparó para una batalla. Aunque fuese su madre, era una autoridad Yuuzhan Vong, y eso, ni su propio hijo podría ponerlo en duda. Siempre tan obstinado, Shummo también desenrroscó su Cetro de la Destrucción. Lanzaban cortes por todos lados, bloqueaban y volvían a lanzar, la punta cortante de los Anfibastones chocaban y detonaban un horrible chillido. La madre dio un fuerte golpe en el pecho de de Shummo, interpuso su anfibastón y luego cortó una parte de sus piernas. Sabía que no seguiría pues su madre tenía una gran ventaja, ella sabía como luchaba. Shummo decidió usar uno de sus típicos engaños para atrapar a la madre. Cayó y rogó que lo dejase, por su amor de madre y por todos los Yuuzhan Vong. No eran típicas las muestras de afecto, pero un gran lazo los unía y Quett cayó en la tentación. Shummo lanzó el lado cortante de su Anfibastón al costado derecho del pecho de su madre, atravesándolo y en seguida su madre se derribó sobre el quemado suelo de Ygziir por obra de las jaleas. La rabia emanaba por su sangre como si fuera no más que una bestia sin sentidos. Huyó y dejó a su madre casi muerta a la deriva... O eso pensaba. Quett no murió, el corte no comprometió órganos vitales, pero aún así quedó en grave estado.
Inmerso en su ira, Shummo volvió al biolaboratorio, decidido esta vez a llevar todo a cabo antes de que descubrieran los que ya había hecho. ¿Qué le importara lo que había hecho con su madre? Es algo dudoso.
Desenmarañó algunos de los secretos de los midiclonarios e intentó fusionarlos con partes Yuuzhan Vong, sin descubrimiento alguno. Se dirigió al lugar de los prisioneros, creyendo que si hacía desatar sus poderes de la Fuerza, ante organismos no sensibles, fusionaría la Fuerza con lo imposible, creando así una herida en la misma. Tomó brazos del dolor y los puso sobre el cuello de cada uno de ellos. Estranguló a uno por uno, abrió sus cuerpos vivos y trató de insertar diversos tipos de esporas. Es indescriptible el dolor que podían sentir ante tales procesos, sin embargo, algunos usuarios presentaban la Fuerza sin algún efecto de los que esperaba Shummo. Se confió ante cualquier cosa, incluyendo a experimentos creados por el mismo, quizá tratando de seguir el camino de la hereje Kwaad, aunque ya era seguro que era un gran traidor, un hereje más.
De su biolaboratorio nada quedó, lo quemó, derribó y destruyó. Pero tiempo después de vagar por los espesos caminos de Ygziir, dos Guerreros en búsqueda ya del traidor, lo hallaron. Shummo se percató y con un par de golpes derribó a uno. Cortó el cuello del otro con facilidad mientras escapaba. Lo que deseaba ahora era desaparecer, era aunque culpable de todo, alguien que ya sentía como su espíritu se derribaba por dentro, como los dioses lo miraban con asco y sentía que pronto desaparecería.
Tomó una jalea de fuego, la calentó a alta temperatura y empezó a quemar su cara al rojo vivo. El dolor era su placer, y sentía que era de la única forma en que moriría, con el placer del dolor. Su cara quedó deforme, pero no era nada comparado con su esencia. Con su nueva apariencia logró pasar inadvertido por una de las puertas escondidas del Santuario. Se dirigió al culto de Yun-Harla, la diosa que lo había comprendido, la diosa traidora, la diosa que él amaba. Sin embargo, cuando se posó sobre el suelo y agachó su cabeza, un gran estruendo se escuchó y una voz resonante decía: lárgate de mi Templo, me das asco, insecto. Yun-Harla lo había traicionado, así como él traicionó a sus propios hermanos, a su propia madre. Pensó entonces que hallaría paz solamente en Yun-Shuno, la diosa del perdón. Cruzó el Santuario y llegó al culto de la diosa. Cayó, y descolgando su Cetro, empezó a cortarse miembros, los dedos, luego una mano, luego parte de su hombro. Era excitante lo que sentía, y halló con Yun-Shuno una paz gratificante, que solo sentiría antes de irse. Sacó sus ojos y cortó su estómago. Arañó su piernas y abrió su abdomen. Susurró al oído de Desgarrador su último deseo. Con su único miembro casi completo, clavó la punta cortante del Anfibastón a través de su cabeza.
Cayó rendido ante el altar de Yun-Shuno, incomprendido, enfermo y delirante. Shummo acabó siendo un sacrificio, el de seguir sus propias pasiones, el de la traición y el dolor.
A medida de que las fuerzas Yuuzhan Vong se extendían por la galaxia, el universo se hacía pequeño para los sádicos pensamientos de Shummo Jamaane. En gran medida su interés no se hallaba en dominar planetas y en acabar con la escoria contaminante de la galaxia, sino descubrir el misterio de la vida, de la Fuerza y del propósito del universo.
Durante su juventud se había destacado por su fiereza y su imponente posición ante cualquiera, desafiante ante cualquier situación que se presentara, hacía que la situación cayera ante sus pies. Poco a poco y con la instrucción de los más fuertes maestros del arte de la guerra Shummo logró ostentar el poder de Comandante Supremo del gran ejército Yuuzhan Vong. Junto a su Cetro de la Destrucción, o como comunmente se hacía llamar 'Desgarrador' peleó incalculables guerras y destruyó a casi todo el que se atravesaba en su camino. Existía en ese entonces varias potencias regidoras de la galaxia. Para él, la sed de sangre que se le había inculcado desde muy pequeño no se saciaba tan fácil y no estaba dispuesto a parar hasta conseguirlo todo.
Es patético pensar que por ansias tontas y vanas que en cualquier momento caerían como la hoja ya vieja de un árbol se lograría estar satisfecho, o al menos eso pensaba él. Sabía que su experiencia lo hacía cada vez más hábil, más respetado y más sabio, aparentemente. Su determinación se convertía en rencor, y sus principios en horror. Ya se había convertido en un obsesivo depravado, solamente pensando en tenerlo todo para sí, sin importar su costo. La Sociedad Yuuzhan Vong se regía por un orden inalterable, que con un mínimo error sería enviado a la parte más baja de la pirámide. Su intención lo llevó a cometer insensateces y pronto se daría a conocer.
La sede del Imperio se ubicaba en Ygziir, un pantanoso y extragaláctico mundo dominado por los seres que se hacían llamar Yuuzhan Vong. Era un Santuario, donde no solo se desprendían las ramas para la alta educación de un Yuuzhan Vong, sino sus cultos de adoración, en especial un culto al que Shummo prefería y adoraba en secreto a Yun-Harla la diosa del Engaño; aunque en realidad y como Shummo se mostraba a los demás, honraba con fervor a Yun-Yammka el Asesino, el dios de la Guerra.
Shummo se adentró en la escultura arquitectónica viviente Yuuzhan Vong, el Santuario. En las zonas más bajas, se encontraban los más importantes y grandes luchadores enemigos apresados, que Shummo tomó sin autorización alguna, escudándose con que era el Comandante Supremo y era obligación seguir sus ordenes, y así fue. Tomó varios prisioneros y se los llevó a las profundidades del planeta, donde después de mucho tiempo había construido un biolaboratorio secreto. Seguro que estas cosas eran comunes de los Moldeadores, pero con el claro permiso y supervisión de la Élite, pero Shummo era de la Casta de Guerra y había tomado prisioneros de mucho valor.
Pensó que al igual que muchos otros en la historia, podría destruir el gran equilibrio universal mantenido por la Fuerza misma, creando una especie de herida en ella con los experimentos ya avanzados tomados con anterioridad por los Moldeadores. Sin embargo, no estaba tan bien después de todo, algo que quedaría al descubierto. Líderes de guerra Yuuzhan Vong deseaban aquellos prisioneros para iniciar chantajes a distintos planetas, aunque al final de cuentas solamente eran unos traidores. El guardia informó lo sucedido y pronto se alertó a la alta Casta.
Como todo personaje, Shummo tenía espías que contactándolo, lo pusieron al tanto de todo. Se decidió que su propia madre, quién había descubierto las malas obras de su hijo iría a descubrir que tramaba. Él sabía que no podía dejar al descubierto todo lo que venía haciendo desde hace tiempo, así que decidió alejarse y solamente encontrarse con su madre. La furia y la soberbia era algo que caracterizaba a su hijo, y la madre era consciente de que si él tramaba algo (y algo me dice que ella sabía que su hijo andaba en otras andanzas) y ella lo descubría habría graves consecuencias no solo para ella, sino para él. Quett lo encontró y empezó a interrogarlo. ¿Qué hacía? ¿Que pretendía con los prisioneros? ¿Sabía las consecuencias? Eran las preguntas que su madre le hacía. Él solamente se dignaba a responderle cosas burdas para tratar de confundirla. Fue mucho para ella, por lo que decidió darle un castigo ejemplar, si no respondía, sufriría las consecuencias y entraría en batalla con su propia madre.
Quett lanzó jaleas de fuego alrededor de su hijo, desenrroscó su anfibastón y se preparó para una batalla. Aunque fuese su madre, era una autoridad Yuuzhan Vong, y eso, ni su propio hijo podría ponerlo en duda. Siempre tan obstinado, Shummo también desenrroscó su Cetro de la Destrucción. Lanzaban cortes por todos lados, bloqueaban y volvían a lanzar, la punta cortante de los Anfibastones chocaban y detonaban un horrible chillido. La madre dio un fuerte golpe en el pecho de de Shummo, interpuso su anfibastón y luego cortó una parte de sus piernas. Sabía que no seguiría pues su madre tenía una gran ventaja, ella sabía como luchaba. Shummo decidió usar uno de sus típicos engaños para atrapar a la madre. Cayó y rogó que lo dejase, por su amor de madre y por todos los Yuuzhan Vong. No eran típicas las muestras de afecto, pero un gran lazo los unía y Quett cayó en la tentación. Shummo lanzó el lado cortante de su Anfibastón al costado derecho del pecho de su madre, atravesándolo y en seguida su madre se derribó sobre el quemado suelo de Ygziir por obra de las jaleas. La rabia emanaba por su sangre como si fuera no más que una bestia sin sentidos. Huyó y dejó a su madre casi muerta a la deriva... O eso pensaba. Quett no murió, el corte no comprometió órganos vitales, pero aún así quedó en grave estado.
Inmerso en su ira, Shummo volvió al biolaboratorio, decidido esta vez a llevar todo a cabo antes de que descubrieran los que ya había hecho. ¿Qué le importara lo que había hecho con su madre? Es algo dudoso.
Desenmarañó algunos de los secretos de los midiclonarios e intentó fusionarlos con partes Yuuzhan Vong, sin descubrimiento alguno. Se dirigió al lugar de los prisioneros, creyendo que si hacía desatar sus poderes de la Fuerza, ante organismos no sensibles, fusionaría la Fuerza con lo imposible, creando así una herida en la misma. Tomó brazos del dolor y los puso sobre el cuello de cada uno de ellos. Estranguló a uno por uno, abrió sus cuerpos vivos y trató de insertar diversos tipos de esporas. Es indescriptible el dolor que podían sentir ante tales procesos, sin embargo, algunos usuarios presentaban la Fuerza sin algún efecto de los que esperaba Shummo. Se confió ante cualquier cosa, incluyendo a experimentos creados por el mismo, quizá tratando de seguir el camino de la hereje Kwaad, aunque ya era seguro que era un gran traidor, un hereje más.
De su biolaboratorio nada quedó, lo quemó, derribó y destruyó. Pero tiempo después de vagar por los espesos caminos de Ygziir, dos Guerreros en búsqueda ya del traidor, lo hallaron. Shummo se percató y con un par de golpes derribó a uno. Cortó el cuello del otro con facilidad mientras escapaba. Lo que deseaba ahora era desaparecer, era aunque culpable de todo, alguien que ya sentía como su espíritu se derribaba por dentro, como los dioses lo miraban con asco y sentía que pronto desaparecería.
Tomó una jalea de fuego, la calentó a alta temperatura y empezó a quemar su cara al rojo vivo. El dolor era su placer, y sentía que era de la única forma en que moriría, con el placer del dolor. Su cara quedó deforme, pero no era nada comparado con su esencia. Con su nueva apariencia logró pasar inadvertido por una de las puertas escondidas del Santuario. Se dirigió al culto de Yun-Harla, la diosa que lo había comprendido, la diosa traidora, la diosa que él amaba. Sin embargo, cuando se posó sobre el suelo y agachó su cabeza, un gran estruendo se escuchó y una voz resonante decía: lárgate de mi Templo, me das asco, insecto. Yun-Harla lo había traicionado, así como él traicionó a sus propios hermanos, a su propia madre. Pensó entonces que hallaría paz solamente en Yun-Shuno, la diosa del perdón. Cruzó el Santuario y llegó al culto de la diosa. Cayó, y descolgando su Cetro, empezó a cortarse miembros, los dedos, luego una mano, luego parte de su hombro. Era excitante lo que sentía, y halló con Yun-Shuno una paz gratificante, que solo sentiría antes de irse. Sacó sus ojos y cortó su estómago. Arañó su piernas y abrió su abdomen. Susurró al oído de Desgarrador su último deseo. Con su único miembro casi completo, clavó la punta cortante del Anfibastón a través de su cabeza.
Cayó rendido ante el altar de Yun-Shuno, incomprendido, enfermo y delirante. Shummo acabó siendo un sacrificio, el de seguir sus propias pasiones, el de la traición y el dolor.
- Spoiler:
- Mi personaje Shummo Jamaane muere. Mi nuevo personaje será Sith.
Hapes Ordo- Mensajes : 1023
Fecha de inscripción : 01/09/2011
Re: [Roleo de cambio de facción] El Sacrificio
*Vomitar* qué asco de roleo.
Irodium- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 22/12/2011
Edad : 25
Localización : Berlín, cazando palomas con Cabur. ;)
Re: [Roleo de cambio de facción] El Sacrificio
Fue algo predecible Señor Shummno Jamaane Comandante Supremo
Seth Skirata- Mensajes : 1012
Fecha de inscripción : 16/12/2012
Re: [Roleo de cambio de facción] El Sacrificio
Jajajaja, idiotas.
Hapes Ordo- Mensajes : 1023
Fecha de inscripción : 01/09/2011
Owen- Mensajes : 359
Fecha de inscripción : 02/07/2013
Re: [Roleo de cambio de facción] El Sacrificio
Muy bueno, Hapes. Viscerales como a mi me gustan.
Lo aprobaré. Te felicito.
Lo aprobaré. Te felicito.
Invitado- Invitado
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