[ROLEO] RED PULP

por Invitado Sáb Mar 29, 2014 7:24 pm

La galaxia es inmensamente grande y ha traído consigo diversas situaciones que han marcado los ecos de la misma en tantas historias que la ha hecho interminable. Hoy, en el trasfondo de la tecnología y todo lo que puede parecer absurdo, reencarnamos en la historia de los vestigios de un héroe que salvó a la galaxia aún ignorando todas las hazañas de los Jedi a nivel galáctico y los ruines Sith que tanto mal han hecho a la galaxia con sus prácticas déspotas y malignas. No, nada de eso importa, porque el narrador es lo suficientemente inteligente e independiente como para incluir a tontos con sables láser, ¿cuántos sensibles a la fuerza se necesitarían para cambiar un bombillo? No, ninguno, porque no tienen cerebro y tampoco hay bombillas para toda la tecnología que hay.

A nadie le interesan los personajes principales de las guerras de las galaxias ni tampoco los clásicos soldados de armadura blanca que siempre fallan los disparos a la hora de perseguir a alguien importante como sucedía en el caso de Luke Skywalker, ahí es que realmente quedó demostrado el potencial de estos soldados en su mayoría antiguos miembros del remanente del Gran Ejército de la República, ahora Ejército Imperial. Lo que se va a relatar tiene más potencial que todos los acontecimientos aburridos e importantes de la galaxia; es que aquí no hacen falta héroes, porque no nacen, ni se hacen, aquí existen personajes con una historia tan amplia y fúnebre. Es así como empieza el trasfondo de este episodio desconocido en los confines de toda la galaxia, en las regiones desconocidas es donde se da el enfoque principal de todo el desarrollo y el contexto de la historia. En aquel planeta de origen desconocido yacían unas instalaciones militares, sólo se marcaba la noche y habían tres lunas; todo se iluminaba por el neon de las instalaciones y ejércitos completos estaban en dichoso recinto.

Un hombre de tonalidades grisáceas había activado el protocolo militar tras una revuelta de varios minutos. Las tropas que vigilaban las instalaciones buscaban al hombre que con ese acto de vandalismo había activado tal proceso, lo que quedaba era ejecutarlo y aclamar que el orden es lo que predominaba en las instalaciones. Se había abierto con precisión una cámara criogénica de la cual se mostró un ser humano con partes robóticas y un ojo cibernético, abrió el único ojo que le quedaba y el cibernético se activó mostrándose un color rojizo que cambiaba de tonalidad según lo que veía. Apretó sus nudillos robóticos, algo molesto, empezando a iniciarse la sincronización de su chip con todo su cuerpo y ya teniendo la libertad de moverse. Se levantó de la cámara criogénica viendo a todos sus alrededores con un deseo de barbarie inigualable, con ganas explícitas de vengarse de absolutamente todos y claro, con unas ganas increíbles de orinar un poco de aceite. Abrió su cremallera y con gran confianza, empezó a orinar en el laboratorio del que se había despertado; saciando sus ganas y sintiéndose mucho mejor de lo que estaba en esa desgraciada prisión congelada. Tras suplir todas sus necesidades al despertar, se activó su radio y se escuchó una voz desconocida con cierta interferencia de fondo, quizá era el sujeto que le despertó y que tanto las autoridades planetarias buscaban.

—Tienes que salvar a la galaxia de los viles planes de esta corporación. El planeta se ha reducido a cenizas y es necesario que me ayudes a salvar el resto de la galaxia— expresó aquella voz extraña en la radio del Cyborg—

—¿Pero tú de que vas? ¿Quién carajo eres? A mi no me interesa salvar nada, ya me es suficiente con tener que despertarme de una nevera cibernética— contestó el Cyborg con gran empatía—

—¿Sabes qué puedo apagarte en cualquier momento, no? Te he despertado porque eres el único modelo cibernético con capacidad de autonomía y capaz de proponerse cualquier cosa; eres el hombre perfecto para el trabajo— así dijo el hombre que también se mostraba como un científico—

—A ver, ¿entonces qué es lo que quieres?— preguntó con un tono apático, seriamente enojado por el significativo trabajo que se le daba—

—Activaré todo el manual de protocolo militar para que te pongas al tanto de tus destrezas y podamos empezar a trabajar— se activó en su visor, una serie de anuncios acompañados por la voz de una mujer—

Activado el protocolo de entrenamiento militar para lerdos.

—Hola, soy el holograma del protocolo de entrenamiento militar para lerdos. Te enseñaré como sobrevivir y como asesinar— dijo el holograma que se mostraba delante de él—

—¿Qué es esta puta mierda?— preguntó sorprendido pero al mismo tiempo sin entender nada de lo que pasaba—

—Para disparar, coja un arma y presione el gatillo o llámese disparador— el mecanismo de protocolo militar de funcionamiento autómata enseñaba al individuo a disparar—

—¿Me lo dices en serio?— cada vez más se encontraba irritado gracias a las introducciones de combate del holograma—

—Para agacharse, simplemente agáchese y no permita que el enemigo lo observe porque fallará su misión— volvió a expresar el holograma junto a algunos esquemas de cómo agacharse—

—¡Máquina de mierda!— exclamó con una furia inigualable, golpeándose la cabeza con la mesa del laboratorio—

—Para usar el cuchillo, coja su arma cuerpo a cuerpo y clave dicho instrumento punzante sobre cualquier parte vital de su enemigo como los órganos— prosiguió con el uso de armas corto-punzantes—

—¿Pero de qué mierda vas, puta máquina?— empezó a golpear todos los artilugios tecnológicos del laboratorio con el cólera por encima de los parámetros—

—Para saltar, simplemente alce sus pies aún pasando de su peso corporal y caiga a unos pasos de donde estaba su cuerpo en tierra— dijo con una voz muy alentadora—

—¡Pero basta ya!— sacó su arma y se la colocó en la cabeza, con una probabilidad de suicidarse bastante alta—

—Por último, para caminar simplemente mueva alguno de sus pies y de un paso hacia adelante, prosiga y conseguirá desplazarse sin problema alguno— dio quizá el último de los tutoriales—

—Vaya cagada de maquinaria futurista— enfundó la pistola sobre su cinturón, empezando a moverse para salir de aquel laboratorio—

—Puede regenerarse automáticamente en caso de sufrir heridas ya que obviamente no es humano y es una máquina robótica estéril— expresó el holograma con los manuales de protocolo militar—

—Espero no volver a verte nunca más— dijo algo aliviado el Cyborg, estirándose y moviéndose por los accesos—

El cielo se iluminaba en un tinte púrpura, al salir de las instalaciones subterráneas y ascender velozmente se encontraba en una paradisíaca isla donde el agua también tenía un tinte carmesí. Era un mundo extraño pero había que salvarlo de todas formas, a varios metros se veían las instalaciones militares fuertemente custodiadas por torres de vigía y soldados dotados de tecnología de punta. El veterano Cyborg veía con sus binoculares a los soldados que yacían apostados en las torres, haciendo gestos de asco y de vez en cuando dando alguno que otro escupitajo a la arena de la orilla de la isla.

—Necesito una maldita nave— Eso claramente lo había dicho en el desconocimiento de que tenía una nave detrás de él y que estaba implementada con cientos de misiles y armamento de destrucción masiva. Así que en el interior de su mente, conectada a su radio, escuchó —A propósito, siempre conseguirás naves pero como máquina careces de sentido común y es por eso el objetivo de los protocolos militares para lerdos— dijo la voz femenina. Le propinó una patada a la compuerta de la nave y la destrozó, obviamente dejando a la nave sin puerta, aún así se subió a la misma y se sentó en la sala de controles; sin tener conocimientos de pilotaje, encendió los motores y ascendió la nave chocando todos los árboles que estaban por las llanuras que estaban a unos metros de la playa y siendo descubierto por las tropas de infantería Omega que custodiaban la fortaleza. Se sentía un poco tonto pero al mismo tiempo quería matarlos a todos, aunque era bastante extraño porque el también desconocía lo que iba a hacer tras matarlos así que todo irrumpió en una señal de radio desconocida.

—Lo primero que quería era que fueras sigiloso, no que llamaras la atención de todas las fuerzas, ahora activaron la alarma, saben de tu paradero, te van a aniquilar y encima van a hacer el lanzamiento nuclear— avisó el científico que anteriormente le había activado—

—¿Qué mierda me importa si me descubren? Al fin y al cabo voy a cargarmelos a todos de la forma más cruel posible— contestó el supersoldado bastante confiado—

—La cosa es que debes cancelar el lanzamiento nuclear y todas tus imprudencias han hecho que lancen el misil antes de tiempo— respondió el científico, empezando a crearse interferencia—

—¿Cómo desactivo el lanzamiento nuclear?— preguntó con la duda en su interior, viendo que nadie le contestaba por la radio—